Concepto y definición de tipos de Datos Abstractos en c++.pptx
La educación como repaso del paso a paso - Gabriel Restrepo
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EDUCACIÓN, PASO A PASO
Gabriel Restrepo
Ensayo para el Seminario Internacional de Educación Sin Escuela
Ciudad Universitaria, octubre 3 2014
LA EDUCACIÓN COMO REPASO DEL PASO A PASO
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La vida de cada cual, cuando se la comprende en retrospectiva, es de una correspondencia
semántica prodigiosa. Cuando en un instante ofrecí el título de la intervención, pensé en que la
educación – educere, según la fuente: guiar a partir de aquello que fluye de lo más interior de sí
mismo- es más allá de los confines de las (j)aulas – permítanme que me ría con cierto
tartamudeo: ja, ja, ja, ja/ula-, como el método, camino hacia una meta, o como también se dice de
la etimología de currículo, un curso como el de un río, por ejemplo como lo registró de modo
magistral Borges en un poema:
Somos el tiempo. Somos la famosa
Parábola de Heráclito el Oscuro.
Somos el agua, no el diamante duro.
La que se pierde, no la que reposa.
Somos el río. Y somos aquel griego
Que se mira en el río. Su reflejo
Cambia en el agua del cambiante espejo,
En el cristal que cambia como el fuego.
Somos el vano río prefijado,
Rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado.
Todo nos dijo adiós, todo se aleja.
La memoria no acuña su moneda.
Y sin embargo hay algo que se queda
Y sin embargo hay algo que se queja.
Poema que ilustraría la diferencia entre una modernidad sólida, la de las instituciones
totales como es la escuela – más carbón que solo de modo raro alcanza el beneficio del
diamante- , y otra líquida, esto es fluida, a tenor de la iluminante diferencia establecida por el
gran pensador polaco Zygmunt Bauman, pero también en el poema se enuncia un advenimiento
más asombroso que el introducido por el exiliado en Inglaterra: más allá de la solidez del hielo,
más allá de la fluidez del agua corriente nos hemos adentrado en una sociedad atmosférica en la
cual quisiéramos construir una casa en la nube como en el vallenato Adaluz:
Te voy a hacer una casa en el aire
Solamente pa´que vivas tú.
En efecto, lo sólido del carbón devenido diamante y lo líquido del río se disuelven en el
poema en una cierta atmósfera tenue:
La sombra lo ha cercado.
Expresión que recuerda la frase con la cual Shakespeare concluye el drama La Tempestad,
no por azar situada en el Caribe de huracanes, precipitación y evaporación:
We are such stuff
As dreams are made on, and our little life
Is rounded with a sleep.
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Somos entretejidos en aquella sustancia
De la cual están zurcidos los sueños,
Y nuestra parva vida
Se encierra en el círculo de una ensoñación.
El mismo Borges escribió magistrales relatos con el tema de ser soñados en el telar sutil de
la cultura y abundó en el tópico de que toda la literatura, y la vida con ella, no es nada más que la
variación de unas cuantas metáforas fundamentales: amor, muerte, soledad, pasiones, belleza,
sublimidad.
Así, cuando el gran maestro de cada cual, el escultor que talla por el dolor para vaciar al
individuo de demasías de modo que pueda albergar como humilde cáliz a la maestra del amor, el
alma del mundo, y por esta conjunción paterna y materna del espíritu dispone al peregrino al
supremo viaje en el cual enlaza fin y principio en la desnudez propia de nacimiento y muerte, el
arte mayéutica de un nuevo parto se entona como musa mnemosyne, cántico del camino como en
las melodías de juglares. Y los pasos, desde el salir al mundo por el llanto, al gateo, a las primeras
caídas, a las andanzas, a los desvíos y merodeos, todos esos pasos, uno a uno hasta el desnudo
paso del traspaso al espíritu por la muerte, en el aula abierta y llana de la experiencia en el
humus, todos componen la melodía propia de la educación, una que si hallara correspondencias
por la escucha en el silencio, tejería desde la cuna del vacío acogedor la polifonía universal
prometida como nana incesante de sosiego.
Así que al repasar y al repisar los pasos, los vivos, los muertos, los errados, he llegado a una
conclusión: las lecciones magistrales de sabiduría, que no de saber, las hallé siempre en los
caminos simples de la vida. Y lo dice quien se embelesa encerrado en sus diez mil libros, y quien
agradece en el alma el saber aprendido en el Seminario Menor y en los claustros universitarios.
Pero en el fondo no ha habido aprendizajes más formidables que los escuchados a una pobre
abuela paralítica, a una tía solterona rezandera, a una madre que apenas estudió dos años de
primaria, a un padre que solo cursó cuatro años de escuela y quien huérfano de padre y madre y
abandonado ya a sus tres años sólo halló refugio en la pasión por el fútbol, y la inmensa e
inmerecida bendición del espíritu porque aprendí lo mejor de mí de mi del hermano “bobo” o
“retardado”, de quien yo creía hasta hace unos años haber sido su maestro: que el afecto es más
potente que la inteligencia, pues basta leer el mundo para saber a dónde ha conducido un saber
descorazonado y desmadrado.
Pero, por supuesto, no cuentan solo ellos y ellas. Pues está el mundo llano, indígenas,
indigentes, campesinas, conductores de taxi, gamines, gerentes, burócratas, prostitutas,
dementes, empleadas de servicio, rebuscadores: el gran teatro de la vida cotidiana. “La sabiduría
grita en las calles y nadie la escucha”, dice Shakespeare en Enrique IV. Y también los ausentes y
las ausentes, desde el abuelo poeta reventado de morfina por el desgarramiento de su esposa
llevada por la Gripa Española, y los fantasmas y las fantasmas, hasta el ausente más presente de
todos, el que colma el vacío y el sollozo con el cuidado de un amor sin reclamos o intereses.
Pero, basta de estas vanas conjugaciones de un pobre Y/O. Porque sin haber sido consciente
de ello, el título que proponía merece leerse de otro modo por juego no banal de palabras, tal
como lo enuncio como interrogante a continuación.
¿EDUCACIÓN…PASO A PAZ…O?
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Formularé mis argumentos a modo de escenas de una ópera, pero romperé la secuencia
aristotélica.
Primera escena: cuando Simón Rodríguez, el antiguo maestro, se encuentra reunido con el
otro Simón en Paris en el momento de la coronación de Napoleón como emperador, el maestro de
maestros de maestros corre unos telones negros en las ventanas de las habitaciones que
ocupaban para enseñarle al mal aprendiz con este ritual que desdeñara la arrogancia del poder.
Última escena: Simón Poder Viracocha, cual desengañado Napoleón muere en la Quinta
Alejandrina en el hospitalario albergue de un “godo” contra cuya patria había luchado, antes de
viajar a Europa. Suspira y expira por socorro para curar lo ingobernable con alguna monarquía
europea. Entretanto, Simón Saber Tunupa vaga por altiplanicies andinas tratado como loco por
proponer una educación popular adelantada a su tiempo. Pese a su ascendencia sobre el
libertador, jamás reclamó honorarios o puestos.
Intermedio: leo un poema que resucita la condición llana de Simón maestro, tomado del
poemario Una presente Ausencia y que en el repaso ha cifrado mis pasos, uno a uno en 25 años:
VIEJO SIMON
Tal vez, viejo Simón, maestro de Simón,
la hora de una carta ha llegado.
Sobre altiplanicies cansinas la choza, la chola,
¿se recuestan?
Y hacia un ocaso ascienden vahído y humo,
señales de velas de sebo.
Muy de mañana los campesinos pasan, y en domingo,
con sorna, pues te saben indiferente a la diferencia
de las horas, de las glorias, de los puntos cardinales,
golpean a una puerta con melancolía recostada
en los parales: "Don Simón"- señalan las campanas-
"están dejando para misa de seis". Y tú, como querías, no llevado
en andas más que por la muerte, ya despierto en la memoria
de Aventino, replicas al repique: "Dejen que dejen".
Ése soy yo, me digo, no sé cuándo, cuánto tiempo
ha transcurrido antes o después, da poco. "Apaga mujer".
Las velas. Las cuentas. Las arrobas de azúcar. Y el vino.
Esa disputa con Sucre. El ser reducido a un cuarto.
Hombre de una sola pieza. "No sé en realidad donde estoy".
Ni por boca de quién hablo. Soy ya el vagante. El que migra.
El que engendra y deja abierto un surco en estos Andes.
Vuela. Mas, quién sabe. Dígale que me manden
una "botellita" de tinta extranjera y, si no,
"un poco de caparrosa y tara para hacerla yo".
Pues aquí va el mensaje. Corre la escritura.
Escena de peripecia orbital: quince de febrero de 1819. Angostura. Desembocadura del
Orinoco. Caimanes, mosquitos, lianas, selva, papagayos, exuberancia tropical, refugio de tropas
derrotadas en la guerra, pero alzadas en almas que se aprestan a la ruta libertaria. Simón Bolívar
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instala el Congreso que prefigura cinco Estados como casas en el aire, atmosféricos, ideales. Y en
un instante de atrevimiento genial, inusitado, un milagro de la cultura y sin duda con el plectro de
su maestro Simón Rodríguez, empero ausente afirma tajante, a tenor de Rousseau: si no
fundamos la soberanía política en la educación del soberano, es decir del pueblo, nosotros,
acostumbrados a guerras cruentas, las reemprenderemos contra nosotros mismos. Es necesario
instaurar la educación como cuarto poder público. Se asombra el mismo por la propuesta porque
no hay precedente alguno en el mundo. Y es como si se inspirara en una feliz expresión de su
maestro: “O inventamos o erramos”.
Escena cumbre: reunidos los ejércitos de la Venezuela de Páez y de la Nueva Granada de
Santander en Tame, Arauca, pasan el páramo de Pisba entre el dos y el cinco de julio. Luego
seguirá pronto la Batalla de Boyacá que iniciará el camino hacia Carabobo, Pichincha y la
liberación definitiva de Perú en 1824.
Cierre del telón y moraleja de la tragedia y de la comedia: la propuesta de Simón Bolívar
quedó congelada entre las nieves. Sociedad sólida, dureza de las soldadas, guerras fratricidas, no
formó arroyuelo, ni se ha evaporado para irrigar los mundos de la vida, los nacederos de la
nación, esa Colombia profunda formada por el 90% de los 1.113 municipios de este laberinto.
Pero no es solo Colombia, la que pena por ausencia de una educación para la creatividad y la
sabiduría. El mundo se mueve como dijera Nietzsche por la voluntad de poderío, por tanto por la
orden del Amo, cualquiera que sea, sutiles tonalidades de neo-esclavitud. Para comprobarlo
basta un gran indicio: pese a todas las retóricas de una nueva educación, aprender a ser,
aprender a aprender, escuela activa, escuelas nuevas, inteligencias múltiples, competencias,
aprender a saber, a saber a hacer, a saber ser y a saber vivir en contextos, el dispositivo de las
evaluaciones masivas internacionales y nacionales desnuda que todo cambia para que nada
cambie. Sólo en apariencia y en sofisticación difieren del inefable Catecismo de Astete de 1599:
350 preguntas que son faltas preguntas porque sólo admiten una respuesta. Pensamiento
convergente. Interrogatorios dispuestos mediante preguntas capciosas (de capere, capturar) para
medir la capacidad de respuesta. Y lo que cualquier amo en cualquier tiempo y espacio quiere es
que se responda: obediencia suma, docilidad, escuchar la voz del amo y responder al mandato. Y
todo para pagar en el mercado la irresponsabilidad de la crematística ¿Dónde quedan el asombro,
la admiración, la duda, la pregunta, esto es el pensamiento divergente, cuna de la creatividad? En
cada individuo yace como sepulcro ambulante un niño amputado o difunto.
La gran utopía permanece como sólido hielo en la cumbre y por ello ahora se ensaya
resolver lo que se había previsto, las guerras fratricidas: pero, ¿a cuenta de qué, dónde aparece
una nueva educación como horizonte? La educación, entonces, PASO A PAZ…O…nuevas
incendiarias guerras? Por tanto, será necesario entonar la canción: beguine the beguine, comenzar
a comenzar: es preciso fundar y refundar la soberanía política en la educación del soberano y
atreverse a establecer la educación como cuarto poder público, el poder ético de la nación. ¿Por
qué con la educación no le damos vuelta a la vulgar moneda que siempre muestra la cruz de la
multitud y nunca el rostro de Dios en la faz de los otros? La Bolsa o la vida, lema medieval. Tu
vida para la bolsa, hilo conductor de la modernidad. La bolsa para la vida, por la educación, lema
del horizonte posible. En una sociedad atmosférica habrá que dar pasos hacia la cumbre ya no de
Aventino, ni del Chimborazo, ni de los Estados, ni de los organismos internacionales, por
estelares que sean, ni de las Academias, para ascender a pie limpio al páramo de Pisba y por la
licuefacción de la llama de amor viva abrevar el merecimiento del espíritu para que por el hielo
derretido fluyan los ríos hacia los nacederos y en su limo erigir ágora minga.