Este documento describe el viaje de la autora hacia una vida más natural y alejada del sistema, influenciada por sus experiencias como madre. Tuvo tres hijos y experimentó dificultades con el parto y la atención médica. Decidió mudarse a una zona rural para vivir de forma más orgánica, educando a sus hijos en casa y sin escuela formal. Compartió los aprendizajes que ha tenido con sus hijos, como la importancia de la meditación, la compasión y la independencia.
La educación familiar basada en la autonomía y la desvinculación del sistema
1. EL UNIVERSO NUESTRO GRAN MAESTRO
EDUCAR: UN VIAJE HACIA ADENTRO
María Cristina Herdoíza, Kom un puente con el mundo, cricicla@gmail.com
Eje temático: Las motivaciones para educar sin escuela o desescolarizar, y su
influencia en los proceso educativos de las familias y comunidades. Perspectivas y
argumentos sociales, religiosos, filosóficos, económicos, políticos, entre otros.
La maternidad en un contexto urbano, los prejuicios sociales, la presión social
y las decisiones incongruentes
Ser madre fue siempre para mí un enigma, se habían tejido muchos miedos alrededor
de la concepción, del parto, del cuidado de los hijos. En mis dos primeros embarazos,
mi corazón siempre me pedía a gritos parto natural, en agua, una partera, pero me
dominaba el miedo. Todo “decía” que un parto natural es riesgoso, que hay dolor, que
no es posible hacerlo en casa, que una clínica brinda todas las garantías del caso, la
cesárea se promocionaba por todos lados y estaba además esa alerta de las
enfermedades de transmisión sexual. Miedo por un lado y por otro, riesgos, cuidados
extremos. No lo digo porque tenga alguna enfermedad, no, en absoluto, solamente
por ser mujer urbana occidental de clase media. Si bien acepto mi condición, cada día
estoy más segura que quiero convivir en una comunidad indígena rural y posibilitar
que las cosas de la vida fluyan naturalmente como debe ser.
Mi primera hija, Camila, nació “aparentemente” bien, por cesárea, en una clínica
privada por supuesto. Hubiese querido ponerle un nombre kichwa, pero hasta eso
respondía a un condicionamiento social, cómo la primera hija va a tener un nombre
“raro”?. A los 10 meses de edad ella empezó a llorar y gritar en la noche. El “médico”
diagnosticó, espasmo del sollozo. Al poco tiempo, se repetían los episodiosy tuve que
acudir a un neurólogo, no era un espasmo, eran crisis convulsivas. Todo se trastocó,
su proceso de desarrollo empezó a ser más lento. Gracias a mis múltiples búsquedas
encontré un libro de Glen Doman que me ayudó a comprender mejor a Camila y
empezar a apoyarla en casa. Caminó a los 4 años, luego de deambular por diversas
terapias y terapeutas, tan inhumanos e inconscientes como los “médicos” y “los
políticos”. Finalmente encontré un espacio de aprendizaje adecuado para ella, pero la
recibieron solamente por un tiempo, pues no trabajaban con niños con deficiencia
cognitiva. Inicié otra romería hasta dar con la Fundación El Triángulo. Si bien es un
espacio formal de educación para personas con discapacidad,su mística y el enfoque
de artes escénicas y discapacidadme convenció. Ahora Cami tiene 19 años y continúa
en la Fundación, desarrollando sus destrezas para ser más independiente y sus
habilidades artísticas.
El tiempo siempre fue un enemigo del “educar”, pues había sidoentregado sin ninguna
garantía al “trabajo”. Una y otra mujer me ayudaron en el cuidado de Camila, pero a
decir verdad creo que la maternidad fue compartida, se extendió a una mujer
especialmente que aportó mucho en su cuidado en casa.
2. Con mi segundo hijo los miedos continuaron, quizá más acrecentados por la
experiencia anterior. Segunda cesárea, esta vez con la asistencia de un neurólogo
reconocido en el país, un anestesiólogo de confianza y el ginecólogo de la familia.
Clínica privada y homeopatía para el posparto. Pude confrontarme con la familia y
ponerle un nombre ancestral kichwa Anaiti – De los niños que originan el arcoíris – La
mamá trabajando más y peor, respondiendo a eso que el sistema llama trabajo a
presión. Todo trabajo con relación de dependencia es un trabajo a presión. Y al ser
docente de colegios privados, la presión era aun más fuerte. Horarios rígidos,
contenidos absurdos, uniforme, relaciones desiguales, sobrecarga laboral,
confrontamiento contínuo, imposición…y todo esto a partir de que la opción por la
escuela, no es de los niños, no es propia de ellos, sino que es una imposición primero
del sistema y luego de los padres que se acogen al mismo. Seguramente muchos de
los padres o madres jamás se han preguntado por qué llevamos a nuestro hijo o hija
a la escuela? Quizá el para qué está claro, pero no el porqué. Ni siquiera o mismo lo
había hecho.
Como docente intenté siempre hacer amenas mis clases, empezar desde la
experiencia, integrar los viajes o visitas a lugares diversos, aplicar procesos de
desarrollo personal, me preocupaba más que el contenido, que los chicos aprendieran
a convivir, a resolver conflictos como lo llaman ahora, a saberse todos diferentes pero
parte de un todo e iguales en cuanto a derechos y oportunidades. Pero enseñar esto,
en medio de un sistema que pone en práctica todo lo contrario era imposible. 10 años
subsistí a los embates del sistema y preferí dejar la docencia.
Me dediqué a la educación popular, al trabajo con organizaciones de base en temas
de derechos humanos y movilidad. Viajé tanto, tanto que me enamoré del viaje y
adopté ese camino, como universidad, porque en los viajes aprendí lo que nunca nadie
me enseñó y no fue el hecho mismo de viajar, sino la casualidad o la causalidad
como la entiendo ahora, los encuentros, el diálogo intercultural, la convivencia, la que
me fue iniciando en el recorrido de mí misma.
La maternidad en contexto rural, el silencio, la distancia y las decisiones
naturales
En medio de un viaje en bicicleta por la Patagonia mi condición de fertilidad extrema
y el paisaje patagónico, lleno de bosques, agua, montañas y duendes hizo que viniera
el tercer hijo – Omkem- Al parecer ya la vida me había puesto delante otros desafíos
como el mismo hecho de viajar en bicicleta y recorrer algunos países, así que decidí
acogerlo en mi vientre. Fue entonces que inicia un despertar, muy empujado por un
pequeño ser, que se hacía sentir. Ya tenía otro tipo de información integrada a mí,
sabía que todo estaba en mis manos y que podía padecer y sufrir el embarazo o
disfrutarlo. Decidí disfrutarlo. Me fui a vivir a una casita de campo de mis padres en
Baños y ahí pasé los 7 últimos meses del mismo, sin trabajar, sin familia ni materna
ni paterna. Me rodeaba el silencio, los árboles, unas cuantas gallinas que se paseban
por el jardín, los tremores pasajeros del volcán, la humedad de la hierba, la compañía
de una familia que vivía al lado de nosotros cuidando la propiedad. Buena
alimentación, sanita y variada del campo, animales salvajes, verdurita, guisos,
empanadas. El tiempo y el espacio me llamaba a meditar, a mirarme hacia adentro y
3. encontrar ahí las respuestas. Fue una convivencia conmigo y con Omkem muy
profunda. Había hecho dos niveles de reiki en Argentina, así que lo aplicaba también,
cuando había algún problema, solo realizaba algunos decretos y afirmaciones
positivas y cuando sentía alguna molestia en el cuerpo, fruto de alguna emoción mal
canalizada, entonces me hacía algo de reiki. Así transcurrieron los meses en medio
de una calma absoluta. Y cuando se cumplieron las 40 semanas, Omkem quizo nacer
como naturalmente se nace, salir por el lugar correcto. Y así fue. Pese a dos cesáreas
anteriores este tercer parto fue normal, aunque anormal en el sentido de dar a luz en
una clínica, esta vez pública y ser “atendida”, si a eso se le puede llamar atención por
la medicina occidental alopática. Los errores del sistema cada vez eran más evidentes
y los había sentido en carne propia. Las escuelas, los hospitales, los médicos, las
terapias, la alimentación, el trabajo. Entonces era obvio que había que salir del
sistema. Yo había empezado a hacerlo y con el nacimiento de Omkem lo decidí. Por
subsistencia mantuve vínculos laborales, pero luego de un tiempo decidí montar mi
propio emprendimiento, una tienda ambulante de cosas del mundo KOM. Otra de las
decisiones fue alimentarnos bien, dejar de lado el azúcar, las grasas y disminuir el
consumo de harinas. Optamos por lo orgánico, los cereales, carnes blancas,
ensaladas crudas y cocidas, vegetales en general, beber cuando hay sed, comer
cuando hay hambre y hacerlo como un ritual, despacio, sin interrupciones ni
distracciones, agradeciendo siempre al universo por la comida, la salud y por el amor.
Omkem a los 2 años se integró a un proceso de reingeniería del alma en el que yo
como mamá también estaba involucrada. Así integramos toda una filosofía en
nuestras vidas, la causalidad, pensar, sentir y actuar, el otro eres tú, todos somos
uno…Y en cuanto a los contenidos descubrimos que hay cosas como las
matemáticas, leer y escribir que ya sabemos, solo necesitamos recordarlas. Y así
continuamos el camino. Dejamos Quito, una ciudad enorme y complicada y nos fuimos
a vivir primero en Ibarra y luego en Cotacachi. Ahí montamos nuestra tienda
ambulante, no la abrimos todos los días, lo hacemos cuando hay un buen clima,
cuando tenemos ganas de bajar al centro y montar el kiosko, sino nos quedamos en
casa o salimos de paseo. Y cuando viajamos a Quito o a alguna otra ciudad metemos
la mercadería en una gran maleta y la llevamos con nosotros para vender.
Hay algo que Omkem me dijo un día a propósito de esto: - mami, así como tú no tienes
trabajo, yo no tengo escuela- Y es precisamente lo que trato de compartir ahora con
ustedes, el nexo indiscutible entre lo laboral o el mundo del trabajo, la salud, la
economía, la alimentación…lo uno lleva a lo otro.
Autonomía es la clave de todo esto y es precisamente lo que el sistema no enseña,
no le conviene enseñar. Solo esta palabra dice mucho, pues hay una íntima relación
entre la autonomía y lo que uno es, siente y piensa. Ser autónomo, no es fácil, requiere
conocerse a uno mismo y trazar el camino hacia donde uno quiere ir y esto implica
considerar lo que pienso, mis ideas, lo que siento, mis emociones y vivir lo que quiero
vivir, materializarlo. Solo así los círculos de la vida se van completando y podemos
pasar al siguiente nivel. Hay experiencias que como humanos debemos vivir y de ellas
aprender. Nosotros decidimos cuantas veces queremos que éstas se repitan, dejarlas
o reciclarlas. La búsqueda del amor es realmente complicada por todo esto, pero sé
que finalmente cuando uno está preparado éste llega y se queda para siempre.
4. La relación con la tierra, con los elementos, producir los alimentos propios, requiere
también de un espacio físico, así que en el 2011 nos unimos a un proyecto de
ecoaldea que aun sigue en construcción Achik Yaku, Agua Luminosa. Compramos
entre 22 familias 170 ha. de terreno en el Valle de Intag de las cuales el 70 % es
bosque (primario y secundario), una zona subtropical, reserva natural muy preciada y
rica en todo sentido, su tierra muy fértil y sus subsuelos llenos de minerales, agua por
todos lados. Aun ninguna familia vive allá, pero la intención es iniciar pronto el proceso
de construcción de espacios familiares. La propiedad es una propiedad indivisa, en la
que todo es colectivo. En este tiempo lo que hemos hecho es rehabilitar un espacio
de vivenda y cocina comunitario. Acudimos regularmente, sembramos, cosechamos
y disfrutamos de la naturaleza, del sol, del agua, del aire…
Omkem tiene cuatro años 10 meses. Entre este ir y venir de una ciudad a otra y estar
saltando entre el mundo de oriente y occidente, en medio de pequeños viajes en bus
o bicicleta, compartiendo siempre con las organizaciones campesinas e indígenas
rurales y urbanas especialmente de mujeres, hemos aprendido mucho. Voy a intentar
detallar esos aprendizajes sin escuela que hemos compartido con Omkem:
En cuanto a lo esencial del camino y que aun lo estamos aprendiendo
Llorar es humano, podemos hacerlo siempre que queramos
Si sucede un accidente, éste no es accidental, responde a que yo no estoy con mi
sentir, pensar y actuar, es decir con el dominio pleno de mi, siendo fiel a mi espíritu.
Es necesario planificar, programar lo que quiero conseguir y cómo hacerlo, lo que
quiero aprender y cómo hacerlo, lo que quiero tener y cómo hacerlo.
Mentalizar, tener siempre presente aquello que quiero, que anhelo en mi vida.
Hacer mantras.
Sanarnos y limpiarnos a nosotros mismo. (Oración de la cocreación)
Meditar antes de dormir y al despertar. (Mantra del amor, mantra del miedo, mantra
de las valores para armonizar los chacras)
Compartir.
No competir.
Ser consciente.
Dialogar.
Cuidar y respetar nuestro cuerpo.
Ser independientes y en esa independencia hacer, construir.
Crear.
Inventar.
Decidir.
5. No acoger juicios externos.
No juzgar.
Ser frontal.
Ser auténtico.
Ser compasivo, amar incondicionalmente.
Perdonar.
Realizar afirmaciones positivas para desprogramarnos.
Amarnos a nosotros mismo.
Ser solidarios.
Ser inclusivos.
Tolerar.
Ser flexibles y abiertos.
Identidad abierta.
Compartir el alimento y dar gracias por él.
Dedicarle un tiempo a la cocina y hacerlo con amor.
Mantener el orden en casa.
Viajar siempre que sea posible.
El conocimiento de las matemáticas, las ciencias, el lenguaje es algo que día a día lo
integramos, parte del vivir, del viaje, de la existencia misma. No vemos necesaria la
escuela para ello, porque desbarataría todo lo esencial que en ese medio se
superpone y se impone, consciente o inconscientemente. Además si es que creemos
en las otras vidas, esos conocimientos ya los tenemos y lo único que hace falta es
recordarlos. Si bien hay escuelas alternativas, que rompen con el currículo oficial,
integran otros aprendizajes, conocimientos, métodos, es fundamental no interrumpir
de ninguna manera la relación madre – hijo en el proceso de aprendizaje, pues en
ésta fluye el amor y con él todo Todo aquello que queramos enseñar-aprender,
compartir y que estemos dispuestos a recibir como legado universal.
La necesidad de escuela, médico, supermercados, gimnasios, empresas de energía
y agua potable, transporte son creadas y nos distancian del ser, nos hace inútiles…el
sistema se encarga de instalar estas creencias para que las cosas “funcionen”
mecánicamente. La escuela enseña, los médicos curan, los supermercados te
proveen de alimento, en los gimnasios bajas de peso, la empresa eléctrica te provee
de energía, la de agua potable de agua, etc. etc. etc. Qué ocurriría si todo esto
desaparece? Estaríamos en capacidadde generar nuestra propia energía, proveernos
de agua, tener nuestro propio alimento, movilizarnos por nuestra cuenta,
autocuidarnos y autosanarnos…?
6. Ahora estamos intentando llegar a acuerdos entre varias familias para iniciar un
proceso de homeschooling comunitario o unschooling comunitario, pero como ven la
cosa va más allá, no es solo la escuela! Yo no quiero legalidad, tampoco quiero
escuela, pero es muy difícil porque muchas familias tienen miedo. Además no quiero
médico y me interesa cultivar el espíritu, el mío y el de mi hijo… Si la legalidad y el
miedo se antepone, yo seguiré en mi proceso con Omkem plenamente segura de lo
que estoy haciendo, aprendiendo en casa con él y a través del viaje interior y exterior
y de la cotidianidad. Hay tanto que aprender, todo un mundo por desarrollar y eso la
escuela ni siquiera lo sabe, ni se lo ha planteado. Si solo estamos aprovechando el
10% de nuestro cerebro, porqué no explorar más allá. Qué hay de la telepatía, la
autosanación, los poderes de la mente, el poder de los cuatro elementos, los diversos
seres que habitan el planeta....
Y resolviendo preguntas más trascendentales como:
¿Qué hacer si tú te mueres mami, podré mentalizarte, para que revivas?
¿Qué es el mal, mami?
¿Puedo tener otros poderes?
¿Cuándo muera puedo revivir en esta misma vida?
…
Para esto no hay ciencia pero sí una sabiduría universal que nos guía a encontrar ese
conocimiento. Es en ese camino que estamos y agradecemos por él al universo,
nuestro gran maestro.