Polvo de Augusto Thassio: la Cinti, una prostituta trascendental
1. El poemario Polvo de Augusto Thassio puede resultarles a algunos lectores un
libro irreverente con sus creencias religiosas. Disiento de esas apreciaciones porque
el personaje central, la Cinti, trasciende lo individual: Thassio habla de las
prostitutas lapidadas,las de los mil ojos. Difícil mundo el de la prostitución para ser
tratado como tema literario, y que Augusto resuelve con una perfecta arquitectura
expresiva con imágenes de anunciación, pecados, ángeles y arcángeles, pero
expresado con un lenguaje sencillo que llega al lector, a pesar de los bruscos
cambios en los ritmos poéticos según hable del dolor, del desgarro, de la lujuria o
de la falsa moral. Poemas muy bien cerrados, tan perfecta es la curvilínea que el
lector queda atrapado dentro de tantas quebraduras. Que yo haya leído, el maestro
Genet, con su Diario del ladrón y ahora nuestro amigo Augusto con su poemario
Polvo nos importan ambos autores como tratadores de los síntomas de una
situación social con múltiples marginaciones pero también nos importan como
hechos literarios. Una Cinti prisionera de las aguas oscuras que provocan ansias y
arrebatos.En este sentido sí podríamos incluir la obra de Augusto como reflejo del
realismo sucio americano; pero el autor no pierde sus esencias poéticas que le
caracterizan con el uso de las bellas imágenes con que siempre nos acostumbra.
Podríamos hablar de un realismo sucio pero con los retoques personales de un
poeta que opone los éxtasis mundanos -representados por la terrenal urraca- a los
de los místicos -representados porla paloma celestial- o la oposición que hace de lo
virginal frente a lo vaginal. Entonces, la Cinti se llenará de ligereza y se colgará del
aire o se sentirá diana para ofrecerse a las embestidas de los clientes. La Cinti de
los cien nombres, la de todos los ladridos guturales en los labios del viento, la que
vomita su anónimo engolfado, la que jura beberse a pecho los días de su vida
porque ya dejó de ser aquella muñeca vestida de azul. Una Cinti que es reina y
mendiga al ofrecer la lectura de su cuerpo en cualquier lugar sin que ni siquiera los
cielos puedan evitar sus tropiezos. La Cinti que desafía a la muerte al sentirse
cucaracha de la noche.La Cinti de las menstruaciones blancas que se atreve a coger
la Luna por los cuernos o que nos habla con sus silencios. Todo eso y mucho más
es la Cinti que muestra su cuerpo a los clientes como si fuese una máquina con
ranura para después huir como una Cenicienta a refugiarse de los hipócritas en un
mar de terciopelo donde mitigar sus sufrimientos y dolores para olvidarse de su
existencia oxidada y ser al día siguiente de nuevo una bruja sin escoba en los
aquelarres de la noche.
Dice Augusto que la Cinti es como una estrella que se apaga para continuar
apagándose por toda la eternidad. ¡Bella paradoja para expresar que la muerte es
compañera suya!Una muerte que la abraza y acompaña cuando intentan aniquilarla
con pedradas de insultos, de desprecio o de compasión.