5. INTRODUCCIÓN A ESTOS DESPROPÓSITOS
Hay que ser absolutamente posmoderno, que dice Antonio Portela, en
referencia a unos versos de Rimbaud. Y no le falta razón. No por ello quiero
encasillar en el movimiento posmoderno a toda esta gente que se ha
prestado a ayudarnos a mí y a Alejandro, paupérrimos degenerados. En
absoluto. Sí quiero decir, a partir del verso, que esta antología (no solo de
poemas pero tremendamente poética) parece un gol a favor de la gran
cantidad de voces nuevas que emergen, con distintos ecos del pasado.
Echo la vista atrás, ya confeccionada esta colección de textos, y puedo ver la
rebelde complejidad caligramática en Lucio, la comunicación de la
conciencia tan propia de David González en Alejandro, la tierna levedad de
una nueva sentimentalidad en Paula o las noches en La Mandrágora de
Miriam, que siempre acaban con un vaso vacío de ginebra. También me
encanta reconocer lo profundamente aferradas que se encuentran las
ancestrales raíces de Roberto en el mundo urbano de Manhattan, lo vivos
que están aún los primeros compases del rhythm & blues en Raquel o los
pictóricos claroscuros que impregnan los textos de Carolina.
Estoy libre del pasado y juego con él: descanso con otras formas eternas. Otras
formas eternas, como puede ser la luz bien focalizada sobre unos versos o
una instantánea –da igual– de la Belén más fugaz.
Simultáneo a cada hombre del presente, a todas las edades de la historia. Y es
que Granada es la misma que la de la Alhambra, la misma que la de Albéniz,
la de Montero o la de Ana. La misma Granada, de cuerpo tangible.
Puedo elegir mi tiempo. No así mi espacio. Nacho lo sabe muy bien. Los viejos
héroes nos enseñan que el paso del tiempo en la poesía está sujeto a la libre
de elección, y que el poeta puede permitirse visitar otros inviernos.
Yo y mis contemporáneos hemos aprendido el olvido. Solo nos queda eso,
aprender a despedirnos, aprender a echar de menos el sabor a abandono,
como nos dice Dimas.
***
No sé por dónde empezar a agradeceros, maravillosos cabrones, vuestra
implicación en este proyecto tan novato, y a la vez tan aferrado a las ganas
de escribirse. Desde el principio fue una alegría recibir todo tipo de textos,
de unos y de otros, de Gijón a Granada, para un proyecto que parecía breve
pero que ya cumple dos años. Y aún más alegre se pone uno cuando
descubre que la gente se acerca, algunos con cautela y otros con verdadero
ímpetu romántico, a este género que durante tantos años ha sido el selectivo
5
6. de la especie lectora. Y para cada uno de ellos hay una voz diferente por las
que puede decantarse.
No sólo debo agradeceros por vuestra complicidad, sino también la valentía.
Valentía por atreveros a mostrarse desde una nueva sentimentalidad a un
mundo tan gastado y trivial, con unas creaciones habladas de tú a tú con los
clásicos. Para ello hemos querido contar con cuentos, poesías, narraciones
líricas, fotopoemas... También la música es importante en esta nueva era. Y
es que nunca fuimos tan libres.
No sé bien qué va a pasar con esta antología en el mañana. Quizás dentro de
algunos años sea algún archivo revelado en un antiguo disco duro a unos
hijos que les ha dado por cotillear. O puede que algunos de de vosotros
acabéis en un puesto político importante, y decidáis erradicar cualquier
prueba que alguna vez mostrasteis librepensamiento. No lo tendré en
cuenta. Os tengo en cuenta ahora. Tengo en cuenta el momento. Y mi
momento es el resumen de todos los momentos del mundo. Pero por lo pronto,
prometo compensaros con unas cañas y una cena. Variada. Porque también
hay que ser absolutamente posmoderno en eso.
PABLO BEDIA SANJURJO
Salamanca, febrero de 2014
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7. Aún recuerdo la tarde que, con nueve años, le ponía mi voz a un poema de
Rafael Alberti en la fiesta de fin de curso de mi escuela. Ella, mi maestra, fue
la que cambió el curso de mi vida e hizo que yo me encontrase con la poesía,
para mí, la forma de decir lo que no tenía valor a contar en otros espacios.
Aún protejo mis primeros manuscritos, que se morían de vergüenza cuando
auguraban que alguien los iba a encontrar. Fue en el instituto, hace algún
año, cuando Pablo y yo decidimos desnudarnos en público, en éste sitio, en
ésta degeneración –del 93-. Hoy ya van dos años de esto y once de aquél
agosto de 2003, cuando mi madre y mi padre me regalaban Marinero en
tierra, en vez de comprarme uno de esos cuadernillos de verano que
anunciaban en la tele para que fueses una de persona correcta.
No tengo palabras para agradecer el apoyo que nos dieron todas estas
personas que participan en esta primera antología, ni siquiera conozco en
persona a la mitad, espero que pronto suceda el encuentro y que busquemos
juntos la esencia de las cosas entre ginebra, cerveza y calor de los antros de
alguna calle oscura.
Pablo y yo seguiremos escribiendo, esperando nuevas incorporaciones –que
ya las tenemos-, buscando dignificar la poesía y hacerlo desde abajo, como
dice Eduardo Galeano, para los nadie, para el pueblo, de donde nunca tuvo
que salir.
ALEJANDRO FERNÁNDEZ GARCÍA
Gijón, febrero de 2014
7
10. ESCUCHA
Estoy esperando el momento:
la porción de tiempo
que me permita
cargarme de valentía
y equiparme con las mejores
palabras de los manuales de oratoria.
Sigo transitando,
todos los días y
todas las noches,
la vereda que conduce hasta tu puerta.
En el trayecto me arrepiento,
pienso, medito y,
al final,
me avergüenzo.
Si estás ahí,
si estos ojos que me leen
-desde arribason los tuyos,
ven,
avísame,
juntos
escribiremos
la próxima poesía.
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11. VENECIA
Te engañas si es que piensas que Venecia está lejos.
RODRIGO OLAY
Venecia. Es Venecia tu cuerpo,
es el retal, el trozo de mapa,
la suave brisa de su aroma,
las entrelazas curvas,
los vertiginosos segundos.
Sí, es Venecia tu cuerpo,
un recorrido en góndola,
una calle húmeda,
una farola encendida por el día.
Claramente es Venecia tu cuerpo,
una pecera inundada de amor,
un idilio rodeado de agua,
una cristalina mirada y ningún stop:
-el agua fluye
nunca
se estanca-.
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12. VÉRTIGO
Vértigo son los abrazos,
las despedidas en los apeaderos,
los te quiero con adiós
y las señales que vienen tras el peligro.
Vértigo es tu mirada,
cada vez más borrosa,
y el rastro que deja tu rebelde pelo.
Vértigo es la luna,
y el mar visto desde la montaña.
Vértigo es tener este calor en enero,
y echarte de menos
cada vez que intento abrir los ojos
y despertar de esto,
a lo que algunos manuales llaman sueño.
No es la caída, aunque sea libre, Vértigo,
sino el miedo y la dureza del suelo,
y los tiempos muertos que,
si no nos damos cuenta,
acabarán siendo cadáveres.
Vértigo son las vidas como versos
y los poemas del día a día
tatuados con la tinta de la realidad
en las llanuras de mi cuerpo.
Siento
que el vértigo,
solamente,
eres tú.
12
13. NO ME ESPERES
En este cálido invierno
que inunda de agosto
los días de enero.
En esta estación de trenes
donde, solamente,
hay billetes de ida sin vuelta.
En esta solitaria ciudad,
donde
ni siquiera hay castillos de arena en el aire
y
ellas solo caminan;
no quiere volar ni soñar.
En este exilio,
en esta galera del látigo y del cuchillo,
en esta cárcel,
en este cementerio de vivos,
solamente digo y replico:
piedad.
A las ocho,
no me esperes
en el parque del olvido,
ni debajo de ningún árbol.
Hubiera querido contarte
lo que no me atreví
a decirte a la cara
ni susurrarte al oído.
Y si esta carta no llega a destino,
y si mis letras se pierden
y si el mensaje queda en al aire,
espero,
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14. que aunque no hagas acuso de recibo,
mandes un ramo de lirios
a la calle del amor Nº 8, 5º B.
A tu puerta llegará una carta certificada,
como certifican
el suicidio los que ya no tienen nada que perder.
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15. CONFESIONARIO
Pero el odio también me modifica
a mí mismo,
y cuando quiero darme cuenta
soy otro
que no odia, que ama
a esa desconocida cuyo nombre es el tuyo,
que lleva tu apellido,
y tiene,
igual que tú,
el cabello largo…
ÁNGEL GONZÁLEZ
Llevo años intentado descubrir
el interior
el corazón
el tuétano
de la poesía.
Para mí
son las mañanas frías
y las noches cálidas,
los paisajes que veo desde aquí,
los besos, los abrazos,
la médula, la rótula, la tibia, el peroné,
los pechos, el culo,
el pelo húmedo
recién salido del mar,
los años, la esperanza,
el tiempo, la inquietud…
Para mí
la poesía
es lo mismo que para las beatas
el confesionario...
15
16. QUIXERA
Quixera correr:
engalar pol pico del llouxao,
escougar, mirar, aprender.
Quixera ver el meu tarrén,
apalpar, sentir, querer.
Quixera moyarme nel Porcía
pa qu'el prao m'enxugue,
pa qu'el herba me quira;
pa llevar, nos meus hosos,
el humedá y os recordos
de condo os tempos eran miyores.
Quixera chorar:
que canten as mías penas delantre del mar
vendo el vaivén del Cantábrico,
el ir y el vir del augua que, al final,
ta feita d'ún feixe de gotas…
16
18. ANTIGUA CICATRIZ
Tú me hablaste de la carga pesada
Y qué poco me importó sostenerla
Sostenerte en mis hombros
en el hueco de mi clavícula
que sólo sabía gritar
Wish you where here
y no estuviste nunca aquí.
Sonabas a Aute, a cuerdas rotas
a trenes que estallaron por tu miedo a seguir
a un cada día estamos más cerca
que ni tú te creíste.
Marzo me trajo tu revolución
las mañanas enredadas en los acordes de tu guitarra
En aquella manía de hacerme la dormida
Bajo tu piel
Con julio llegaron los primeros miedos
mi érase otra vez
los cielos rojos que te empeñaste en pintar y
octubre convertido en un naufragio en el mar del norte
del que jamás regresamos.
Me enseñaste a manchar las sábanas
a desmaquillarme con urgencia
a gritar cada vez que te alejabas
con la maleta y el pelo revuelto.
Y lo acabamos atravesando todo
tal como se esperaba
cada kilómetro cada sinsentido
Llegó el pez muerto nadando en la garganta
que dejó mis manos limpias
vacías
y a ti más lejos que nunca.
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19. Ven,
te enseñaré Granada, amor
llena de ti.
LUIS GARCÍA MONTERO
Creer en esta ciudad es morderte la boca
Memorizar el tatuaje de tu costado izquierdo
Viviendo diecinueve atardeceres en el Paseo de los Tristes.
Déjame contarte que Granada tiene tus huellas
Que huele a ti el sol
desde mi balcón por las mañanas
el té sabe distinto
derramas el mundo en todos nuestros desayunos.
Y me miras desde tu altura
erupcionando volcanes
Como si tu mirada fuese el puto precipicio
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20. donde todos los versos se han hecho carne.
La primavera eres tú inundando mi espalda
deshaciéndote en cada uno de mis vértices
lamiéndome las viejas cicatrices.
Déjame contarte, amor
Que desde que nos dejamos todas las películas a medias
la vida hasta me parece más completa.
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22. Tommy, cuando veas estas virutas en la calle, aléjate. Es una orden.
Son demasiado bonitas, la luz las atraviesa, son algo nuevo, distinto y
temporal en la aburrida acera. No quiero verte cerca de ellas, son una
distracción. Te digo esto porque esta belleza está emponzoñada, son fruto de
una destrucción, y solo quieren que tú te conviertas en más virutas en la
acera, porque en el fondo se sienten solas. Sí, ahí donde las ves, sienten, se
ven a sí mismas reflejadas en las otras, son tan similares entre ellas, y sin
embargo, las separa una distancia inabarcable. Si te acercas a ellas, primero
las admirarás y después comenzarás a hacerte preguntas. No sé qué pasos
seguirán a esto, pero sé que acabarán destruyéndote porque creen que la
forma más perfecta y sublime de belleza, es la destrucción. Pero no es cierto
Tommy, ¿crees que estas virutas han intentado moverse alguna vez? ¿qué
han pensado sobre el espacio que las separa de todo lo demás? No lo han
hecho Tommy, por eso son tan ambiciosas, por eso dejan que la luz las
atraviese para llamar tu atención, porque necesitan saber que siempre habrá
algo más que ha sufrido los estragos de un sufrimiento innecesario, algo que
fue hermoso de una manera distinta, pero fue idiota y cayó en la trampa.
Algo que ahora yace con ellas en una soledad bella y estúpida. Una soledad
que solo podría tener una viruta de cristal.
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23. El tránsito emocional es un estado líquido. Se solidifica, contra toda ley,
en exposiciones prolongadas a calor intenso y provoca fuertes
torrentes si se somete a temperaturas frías. Esto último se intensifica
en proximidad a puertas, ventanas, estaciones y aeropuertos. Puede
resultar mortal en proximidad al mar.
23
24. Las palabras solo embrutecen las cosas puras. Los contraluces me
ayudan a distinguir las formas de la sustancia más amada.
24
26. LUZ
¿No era más fácil cuando solo éramos luz?
Fuimos entes infinitos pululando por la nada.
Hazle una herida al río y recoge sangre,
el viaje es largo y estamos perdidos.
Nos apremia el destino de la eternidad,
nos impulsa con la rosa de los vientos
que siempre cuelga de su costillar.
Vamos solos y ciegos a ninguna parte,
tropezamos con la letal arena del reloj
y buceamos a su núcleo para investigar.
Como átomos nos rozamos o chocamos
brutalmente con nosotros mismos.
Nuestras curiosas ramas se acarician
suenan a sonrisas de un niño pequeño,
y se funden, se eliminan o pasan de largo.
La hermosa inocencia de solo tocarnos
la perdimos con el peligro de ojos humanos.
La inteligencia logró apagarnos y poner
mil nombres al mundo que rodeamos.
Pero conservamos el instinto de astro,
los rayos de nuestros padres nos siguen buscando.
Fuimos entes infinitos pululando por la nada,
y ha llegado la hora de volver a casa.
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27. OLEO
Dar la vida por los ojos del azul aguamarina
donde se pierden las noches confundidas con los días.
Matar por la piel de nácar que en cristal es convertida,
y huir de su cama a gatas con carmín de granza encima.
Morir en la oscuridad que le da el verde vejiga
a la sombra natural que el cabello difumina.
Luchar con la realidad que el ocre amarillo pinta
manchando con aguarrás; y con respirarlo, olvida.
27
28. LA MOLEDORA
Puta y reputa inmadura
que no se cansa en doler,
¡cómo le gusta hacer daño!
¡cómo le gusta joder!
No puedes ni abrir la boca
y ya está ahí otra vez,
más aprietas tú los dientes,
menos te deja comer.
Parece inocente y pura
pero es dura de roer,
por blanca y fuerte que seas
mala caries que te de.
Amargura es lo que siento,
mucha rabia y frustración,
y no hay a quien se lo cuente
que no me de la razón.
Y es que eres mala, hija puta,
madre de la Enfermedad:
tengo el alma hecha pedazos,
no me dejas descansar.
Ojalá cuando madures
sea tu vida feliz,
espero que no te encuentres
nadie parecido a ti.
El no poder enfadarme
es sin duda lo peor,
porque tu daño es mi daño,
aunque solo sienta yo.
Tu existencia es la agonía
que no concebí al nacer,
pues si lo hubiese supuesto
no habría de padecer.
28
29. Si ya lo dijo Quevedo,
qué gallina es la mujer
y puto el dolor de muelas
cuando empiezas a crecer.
El día del juicio llega
al sentirte aparecer,
de ahí tu nombre, vil martirio,
así explico tu poder.
Mi boca es una condena
porque ya no sé hablar bien,
desde que estás en mi vida
solo me sale ¡joder!
Con todo mi cariño
y mis mejores deseos,
a mi cordal 32.
29
30. EL ESPANTAPÁJAROS
Cada día, al atardecer, tras escuchar el canto de la alondra, Jacob bajaba a
los campos a recolectar los frutos que estuvieran lo suficientemente maduros.
Era un hombre viejo, envuelto en mil arrugas, su mirada siempre estaba
surcada por mil sombras que nada tenían que ver con su sombrero, y por su cojera
los niños del pueblo decían que había sido capitán pirata años atrás. Jacob no tenía
amigos. No hablaba con nadie. Siempre estaba solo.
Como cada tarde, no tardó más de media hora en cumplir su cometido,
echar un vistazo al huerto y emprender el retorno a la pequeña choza que llamaba
casa.
Los demás agricultores le miraban de reojo cuando atravesaba por los
campos, terminada su faena, mientras ellos se tenían que esmerar en colocar sus
espantapájaros. Y es que las aves jamás habían atacado la huerta de Jacob, pero se
habían cebado con las plantaciones del resto del pueblo.
Los más viejos decían que tenía un pacto con los cuervos para que cuidaran
de noche sus tierras, y que durante el día era un águila quien sobrevolaba la
cosecha para que ningún animal osara comerla. ¿Por qué se comportaban los
animales de aquella manera? Las teorías acerca del pacto eran muchas, pero nadie
osaba hablar de ellas delante del viejo pirata, por temor a que esa cara cicatrizada
les mirara siquiera.
Fuera como fuera, aquel año los pájaros estaban más violentos que nunca
con las huertas. Algunos de los más charlatanes y envidiosos juraban haber visto a
los cuervos guiando a las aves hacia las tierras donde podrían comer, todas
aquellas donde pareciera haber aún un hombre trabajando, allí las dejaban dar
rienda suelta a su apetito entre escalofriantes graznidos, que decían, eran casi
como auténticas risas humanas, astutas y malvadas.
Cada día que pasaba, al paso de Jacob más se oían rechinar los dientes de los
demás trabajadores de pura rabia, mientras trabajaban en sus espantapájaros,
haciéndolos cada vez más más realistas.
La imaginación de los hombres se acrecentaba cada noche en la taberna, tal
era su ira contra el viejo pirata que nunca perdía una sola pieza de la cosecha.
Y así fue como por fin, una noche de luna llena, ocurrió la tragedia.
Borrachos de envidia, cegados como fieras por la sed de venganza, inventaron la
historia que les transformaría en bestias.
"Es un maldito pirata. Sus hombres, hartos de él, le abandonaron en un bote
en el mar, y tras tres meses sin comer, prometió su alma al mismo diablo para no
morir. El mismo demonio vela por él para que jamás vuelva a pasar hambre, hasta
el día en que muera y cumpla su promesa".
Viendo en esta versión la escusa perfecta, dejaron que el pánico invadiera a
mujeres y niños y se decidió, con la única intención de proteger la aldea, que
aquella sería la única noche de Jacob en la tierra.
Lo sacaron de su choza y le llevaron a su propia huerta. Allí le cortaron las
piernas, lo vistieron con chaqueta y sombrero, y lo crucificaron mientras chillaba
pidiendo clemencia. Le cortaron la lengua y le dejaron morir.
A la mañana siguiente, nadie en el pueblo parecía recordar lo que había
ocurrido. Jamás nadie volvió a mencionar a Jacob. Todos quitaron orgullosos sus
espantapájaros, pero nadie quitó aquel que parecía mirarlo todo, realista y
espeluznante, desde las tierras del viejo lobo de mar.
30
31. Creyeron haber vencido, pues una alondra empezó a posarse todas las
tardes en el brazo del cadáver a cantar. Pero nada más lejos de la realidad. Los
pájaros tuvieron aún menos problemas para evitar las tierras que no debían
comer, gobernadas por un único espantapájaros. Se dedicaron con violenta locura
a devorar el resto, y pronto el pueblo se vio obligado a desaparecer, quedando por
fin solo en aquellos campos todas las aves de reinas velando a su capitán.
31
32. EL CUERVO
Todo empezó como un gran día.
Llovía, el cielo estaba gris, las calles sucias, llenas de charcos, vacías de esa
escoria que se viene llamando genéricamente "gente".
Me puse mi chaleco gris sobre una camiseta negra de Rammstein, para ir a
juego con aquella maravillosa tarde. Aunque a alguien le pueda parecer raro, me
suda los cojones, nunca he sido de madrugar y mi día empezaba a las 19:00.
Me metí en los pantalones negros y escogí las converse más viejas y rotas.
No podía desperdiciar aquella ocasión de mojarme los pies. Sentir el agua fría de
los charcos empapando mi piel me pone cachondo. A veces.
Mirándome al espejo me rasqué la barba de meses y me alboroté un poco el
pelo. Tengo que reconocer que adoro mi pelo moreno. Soy un animal nocturno.
Tengo espíritu de cuervo.
Por fin, agarré la chupa de cuero más gastada, y el gorro. Recogí
mecánicamente el tabaco, las llaves, la cartera y el libro de turno de Douglas
Coupland. Volví al espejo para ver el resultado y ponerme las gafas de sol. Ojalá
pudiera dormir y ducharme con ellas.
***
La sociedad es oscura, colega. Por eso no tengo amigos.
Mientras camino por la acera, bajo la lluvia, va anocheciendo. Entre rayos y
truenos, con los humanos huyendo confusos o atemorizados, me siento cómodo.
Es difícil convivir con un estómago más proclive al vómito según lo cerca
que estás de un elemento que se supone de tu misma especie. Pero me he
acostumbrado a ser un Gulliver perdido. Siento auténtica repugnancia por estos
apestosos animales que asientan las raíces de todo su comportamiento en la
hipocresía.
Esto pienso mientras dejo caer mi cuerpo en la silla de mi garito preferido.
Un sitio tranquilo, oscuro, casi vacío. Decorado como si fuera el interior de
un antiguo barco pirata, con un timón colgando en el aire, y sogas que se anudan
recorriendo todo el techo.
Todas las mesas son de madera. Y la barra. Incluso las copas y el camarero
ayudan a terminar el conjunto de este excéntrico local. Mi lugar perfecto.
El piano y yo nos entendemos. Lo vigilo desde mi posición al lado de la
puerta, con la luz que entra por la cristalera puedo leer y observar las gotas
pegadas al cristal perdiendo ante el poder de la gravedad.
Dejo el gorro y las gafas en la mesa. Mi café solo con cuatro cucharadas de
azúcar acompaña a mis pertenencias enseguida.
Voy a ponerme a leer cuando un ruido, acompañado de un hedor que llega
en poderosas oleadas hasta mi nariz, me hace girarme. Una pareja. Sentados en una
de las mesas del fondo.
El tipo es horrendo. Me encantaría saltar sobre su mesa, agarrarle por la
pechera y abofetear su grasienta cara para ver como se producen olas en su
papada. Es el típico rockero, medio yonki, un prototipo de chico malote y cabrón
que tanto atrae a las hembras. Un gilipollas en toda regla. Su personalidad está más
propagada y copiada que una camiseta de Zara. Veo bichos de su estilo por todas
partes. Parecen una cadena. Aquí llegan las arcadas.
32
33. El imbécil ha roto una jarra. Imagino que su apestoso sudor, que utilizará
para que la fémina sienta sus feromonas, es el causante de su torpeza. Eso y sus
ganas de follarla a cuatro patas.
La chica no es fea. Pero, como todas las que caen en el cuento de esta serie
de elementos, es retrasada. Posee mejor cuerpo que cabeza.
Son sin duda ejemplares perfectos de que el método evolutivo nunca ha
seleccionado a los mejores. Oh, Darwin, si tú les vieras...
Vuelvo a mi libro. Pero ya no puedo parar de ojear por encima los
movimientos de estos graciosos seres.
***
Él miente. Miente como un bellaco. Lo sé por el movimiento del iris de sus
ojos. Por las pocas palabras que puedo entender, pues babea como un perro y
vocaliza con la misma gracia que lo haría un cerdo, primero preveo sus patéticas
intenciones, y lo segundo, me doy cuenta de que lo más seguro es que aquí el
subnormal este de los cojones tenga ya una chica.
Me muerdo la lengua y aprieto los dientes. Escondo el rostro detrás de mi
libro. Pero qué brutal paliza tienes, qué hostias, con una pata de la mesa te dejaba
sin costillas...
Si hubiera comido algo ya lo habría echado. Bebo un sorbo de mi café.
Cuando mi madre me mandaba al psicólogo aquel tipo todavía se
preguntaba qué demonios me pasaba. Pues bien, no creo que sea muy difícil de
comprender. ¿Somos esto? Qué triste. Qué triste todo. Qué asco. Qué auténtico
asco.
Una chica, tal vez bella, con su gilipollez natural, confiando en ese ser,
otorgándole su tiempo y pensando que es... ¿su protector? ¿el padre perfecto?
¿alguien por el que luchar? y todo mientras él empieza a levantar la mesa con la
polla para impresionar a otra chica, que no es capaz de discernir lo obvio, y
seguramente empiece a pensar como la primera.
Y todo esto sucede alrededor de un ente plagiado mil millones de veces, con
la pose más abominable y repelente que soy capaz de digerir: "el incomprendido".
Os aseguro que la política o la religión solo son excusas superficiales de la
apariencia de estos sujetos. Son unos fantasiosos memos que piensan que si juegan
a ir de solitarios luchadores de causas perdidas el mundo les prestará atención.
Solo piden a gritos eso. Atención.
Me imagino a este ser solo, o con la cabeza en el váter, o devorando pizza en
lo que se pasa doscientos mil videojuegos. Follando con tías y tías y tías a las que
emociona con su "nadie me entiende, el mundo está mal, ojalá me muera, puedo
con todo, arriba la causa". Incapaz de mantener a ninguna. Incapaz de sacar
adelante su vida. Incapaz de limpiar unas putas sábanas. Vago. Hipócrita.
Inmundicia. Como todo ser humano.
Qué decir de las mujeres que caen en este tópico. Les doy un gran aplauso.
Su cerebro no dista mucho del de un ciervo. El macho que parezca mejor dotado,
vence sobre los demás y se las lleva todas. Así, en manadita. Lo que ocurre con los
seres humanos es que las apariencias hacen la victoria. De ahí que odie esta
"mentalidad" que nada tiene de mental.
Pero siento pena, y rabia. Auténtica pena del que se aprovecha de esa
debilidad, ganas de morder, de arrancar cuencas de los ojos, extremidades,
33
34. miembros viriles. Pero ellas volverán a la carga después de dos llantos, con más
experiencia, más hijas de puta.
Los tipos como este que contemplo son aún más débiles que ellas. Están
creando los monstruos que les hinchan la polla. Luego se quejarán cuando las
tornas se den la vuelta.
***
Cierro el libro. Al fin he terminado de leer. Son las tres de la mañana. Nunca
he visto este sitio cerrarse, si soy sincero. Suspiro mientras veo como el tío acaricia
la mejilla de la chica. Va a ocurrir. El terreno está dispuesto. Y su aspecto de orco
me está volviendo loco.
Miro por la cristalera. Sigue lloviendo. Ha sido un día perfecto. "Esto me
dolerá más a mi que a ti" pienso mientras me levanto y dejo unas monedas por los
cafés en la barra, al lado del camarero. Pero estoy de buen humor. Dejo de respirar
y me acerco a la mesa. Apenas tengo unos segundos. No soporto esa peste.
- Disculpa, creo que nos conocemos.
Acabo de joder el momento del beso. De nada. La chica me mira, confundida.
Él ya me odia. Pero no tanto como yo a él. Estoy conteniendo mis ganas de
degollarle. Qué gran chorizo se haría con sus carnes y sus tripas...
- ¿Nos conocemos?
Su voz es dulce. Parece una magdalena.
- Puedo demostrártelo.
Le tiendo la mano. Ella sonríe y se levanta. Le pongo el abrigo. El atónito ser
humano queda sentado mientras me encamino con la muchacha hasta la puerta.
Caminamos hasta el final de la calle juntos, bajo la lluvia. En la esquina se
para.
- No nos conocemos, ¿verdad?- ni contesto, estas mujeres...- Gracias.- Me
dice. Pone un beso en mi mejilla y se va.
Con el pelo empapado era hermosa. Una pena lo de su cerebro.
Antes de llegar a casa echo la raba en un portal. No podía contenerlo más.
Tendré que ducharme dos o tres veces, y desinfectar la bañera. Pero necesito
comida. Tengo que parar en el veinticuatro horas que hay en mi calle.
No queda nadie. A estas horas de la noche, solo vuela el cuervo.
34
36. INSTRUCCIONES PARA DESPEDIDA
Olvídame.
No me conoces.
Todos tenemos una noche mala.
¿Quién no ha buscado,
loco,
calor tras la pantalla,
en lo desconocido del abismo en el que alguna vez,
por propia voluntad y soledad ajena,
nos caemos?
¡Olvídame de una puta vez!
No seas niño… la sal en las heridas te la echas tú solo,
es más, a mí qué coño me cuentas de heridas,
de despedidas,
del gilipollas de tu último novio…
¡Déjalo ya! Ya tengo bastante con lo mío,
con la congoja de tener que tirar pa´lante,
de descubrir en tus besos que soy recuerdo y melancolía,
que nunca fui para ti un amante,
que fui algo parecido a una paterna figura
que te traía libros y te hacía infusiones,
que solo te enseñé la cara del Cesar de la vida,
que ahondé en los desastres
que tienen desenlace en tus estaciones.
¡Olvídalo, olvídame, déjame olvidarte!
Cambiar los muebles no servirá de nada,
de nada servirá cambiar de piso,
despedir a la chacha,
mandar a tu madre a un asilo.
Dejémoslo estar, al fin, no fue tan malo…
36
37. Me quedo con lo mejor de esta pesadilla,
con las cogorzas que me has subvencionado,
con que nos hemos sentido heroínos alguna que otra noche,
con la satisfacción que me dio insultar aquella vez a tu padre.
Venga,
no hagamos amarga la despedida.
Esto es el fin, así es la vida, no lo sientas…
-que luego no puedo follar tranquilo-.
Tú búscate a alguien para el día a día,
y, bueno, si tienes un apuro me llamas
que yo un favor no se lo niego a nadie.
Pero es que tú sabes que no te convengo.
Búscate a alguien que te lleve al Prado,
con quien ir al McDonalds y al cine
y con quien acostarse a las diez o a las once,
a la una como máximo,
y que te despierte su risa
mientras disimula el mal aliento.
Búscate a alguien que te regale pijamas,
que cierre la ventana en octubre
y evite que te resfríes las pelotas,
que sepa cuidarte con un amor equilibrado,
que llene tu vida de las simples cosas
de las que, al fin y al cabo, se nutren los viejos
evitando los suicidios con la llegada de la impotencia y la diabetes.
Tú hazme caso,
y si sobrevives…
vente a mi funeral y a llevarme
flores de plástico en invierno.
37
38. ERRORES COTIDIANOS
La locura fue – aun sabiendo que eras suyohaberme prometido esa noche
(después de las tres copas que teníamos por costumbre)
seguir queriéndote aún más
a la mañana.
Ahora saboreo un largo instante
que no acaba de disolvérseme en la boca,
con todas las pesadillas que tu sabor conlleva.
La calle trae esa soledad que acompaña a los olores
sin nombre, como tú, amor mío, sin nombre.
La calle es un redoble de tacones
sobre el hielo que las lágrimas crean en su castigo.
La calle siempre será Hortaleza 17,
como aquella vez que nos refugiamos de la lluvia
en uno de sus pestilentes portales clandestinos
donde gatos y luna se echaban un póker.
Las viejas vecinas entornaban los ojos
antes de bajar estrepitosamente las persianas
mientras el viento de la juventud enfriaba sus manos
ya en la impenetrable soledad de sus salones.
Pero nosotros azotados por el hambre
no paramos de hacernos corazones en la boca,
y el tabaco y el alcohol – es lo que tocafue el néctar de la muerte en los labios.
Pero hoy ya es mañana y te has ido
sin perturbarme en mi resaca.
Las alas de la negra noche solo me dejan
olor a sexo trasnochado en la cabeza.
38
39. No voy a negarlo, yo te espero
en el bar de siempre junto a la Clerecía
mientras te sacuden compañías de amigas feas
y horas desiertas de futuro.
Anaya sin ti es un pozo de turistas,
una seca ruina de piedra iluminada,
donde reina el frío humo de los sueños…
Sentado en el cuarto escalón, te espero como si nada,
bajo la segunda columna de la izquierda,
para ver como pasas con algún tío nuevo,
como pisas mis versos,
y como me pesan, sin ti, cada mañana las mañanas.
39
40. CAMBIAR DE SÁBANAS
Cambiar las sábanas es como ducharse después del sexo,
como pintarse los labios después de la comida.
Cambiar las sábanas tiene algo de ruptura,
algo que recuerda a las últimas páginas de los libros malos.
Cambiar de sábanas a veces es un acto precipitado o vergonzoso.
Lo cierto es que las sábanas compartidas
- estas que son como piel de odio,
mortaja de hipocresías,
tierra de pelos y sorpresassuelen acumularse en el cuarto de la lavadora
hasta encartonarse,
llenarse de cucarachas que se empadronan en sus tejidos
y perder color y respeto,
licencia de uso
y la confianza ciega que todo sueño profesa a las sábanas decentes.
Realmente la gente que usa sábanas
estando dos o más personas en la misma cama
merecería la muerte.
40
41. EL CHICO DE LA PISCINA
El chico de la piscina lleva tirantes.
El chico de la piscina pisa
con sucia mirada el césped amarillo.
El chico de la piscina cierra los ojos.
El chico de la piscina no sabe
que llevo tres noches espiándolo.
Él ya tiene más de cincuenta años.
le faltan dientes,
paraguas para soy y lluvia,
amigos que recordar.
Tiene una tumba en los huesos de su hija,
denuncias por maltrato. Hambre.
Y una miopía comparable al alzhéimer.
Yo también he metido todos mis sueños
en una botella de cerveza
antes de arrojar mis tripas al asfalto.
Creo que a los mendigos
se nos podría comparar con los exiliados
pero con patrias de bancos y cartones.
De todas formas
él seguirá siendo el chico
que conocí en la piscina
aquel verano del 78 en Barcelona.
Me he hecho dos coletas
para ver si me reconoce.
Creo que este vestido robado
de los chinos
es perfecto.
41
42. I
Y desperté llorando bañado en tu sombra,
y no era yo el que gritaba
sino todos tus miedos.
II
Yo no puedo hacer más que derramar letras,
como semen,
en esta hoja.
Tú dices saber lo que necesito.
Quizás necesite que mi indiferencia
y tu silencio
se nos acaben pudriendo en la boca.
III
Compartimos el último cigarro en silencio
entre el caos de la habitación desordenada,
a oscuras.
Ambos sabíamos que era solo un pacto
entre dos hombres que se sienten solos.
La última calada desencadenó
el ritual de los abandonados,
hasta que el ruido de la noche
se abrió paso a la mañana siguiente
y utilizamos nuestros cuerpos como holocausto
en honor de los que no estaban.
42
43. IV
Ganarte o perderte es lo de menos
haberte inventado es el problema.
V
Hoy, que solo han pasado 24 horas,
he aprendido a echar de menos en mi garganta
ese sabor a abandono de la tuya.
43
46. 2
Tan ancha es castilla
y tan angostos mis latidos
cuando sonríes a tan poca vida
y le das tanto sentido.
46
47. CONFESIÓN DE AQUEL NÓMADA QUE ALLÍ PERMANECE
Mis textos no son nada, ni pretenden serlo.
Escribo en verso, algunas veces,
pero nunca hago poesía.
Todo lo que lees
–las palabras ordenadas que compongo–
poco fin tienen en mi vida.
porque es verdad que la literatura
a uno le gusta y le agrada
pero además de la expresión u ocio
ningún fin tiene en mi vida.
Una tarde al sol,
una mirada perdida,
el sabor de aires nuevos
y un chut al balón
me da más vida
que estar solo sentado
leyendo palabras vacías
escribiendo mentiras fingidas.
Me hago viejo,
pero mi metabolismo avanza.
Escribo más,
pero me harto más rápido.
Permanecer:
me estremece;
estar
quieto:
me irrita.
El mundo
es grande,
este
texto
es
diminuto.
47
50. FRICCIÓN ES LO QUE YO QUIERO
Me gustaría hablar contigo -ya sabes- de todo lo que hablan las personas
con coherencia y sentido... qué haces con tu rutina, qué o quién te quita el sueño,
qué o quién te da sentido, de heridas abiertas, de cicatrices pasadas, de si existe un
Dios o si toda la religión verdadera se encuentra en el fondo de un vaso, de poesía ya sabes cómo me gusta desnudarme con estos temas-, de lo moral y de lo que no,
incluso de la amoralidad, de la decandencia -que esto en España, cariño, nos gusta
mucho-, de glorias pasadas, de viejos fantasmas, de puntos de sutura que debieron
ser finales, de ajusticiamientos, de la vecina de en frente, de lo que guapa que estoy
con este vestido pero lo poco que te gusta con esta chaqueta, del cine -dónde tú
siempre has marcado las pautas-, de si Eastwood es un Dios cinematográfico o un
profeta, de si todo es relativo o nos levantamos la falda ante lo universal, de la
tiranicidad de tu carácter y el potencial del mío, de por qué nos han dado las seis
hablando, de si tengo tan poca visión poética que me cuesta comprender tus
poemas -pero que me fascinan y que acabaría tirándomelos en cualquier baño de
cualquier bar con el fin de que me versaran el sexo-, de celos -tema al que algún día
le escribiré mi testamento-, del celo, de tus expectativas frente a mi miseria...
...pero lo bonito es que todo me parezca poco al hablar contigo.
Pero no te preocupes, cariño, ya sabes que yo no me conformo.
50
51. METAPOESÍA
Hablar de ti
es como entrar
en un bucle infinito
de poesía.
Es como destilar sueños
por los párpados
y llanto por los poros.
Hoy he vomitado palabras
y todas las emociones se han caído
a mis pies pidiendo que no te destierre
de mi cabeza.
Pero es que ya no quiero más sombras.
Contigo pensar significaba
carburar en mayúsculas
y sin acentos.
Y qué bonito pensabas en mayúsculas.
Caer en la cuneta porque estamos hartos
de las hipotecas.
Y así es como te quiero. Muy lejos.
De morirnos estamos ya todos cansados,
no te lo discuto, pero morirse a deshora
es el peor chiste que me has contado.
Quién no llora no, mamá.
Bajarme la falda y a tu infierno
tienen la misma familia semántica.
Gasto tanta credibilidad que estoy
en números rojos.
51
52. Hazte así en la boca
que voy a arrancarte
lo de umbrío por la pena.
Te deseo en defensa propia.
Escribirte es metapoesía.
52
53. AYER CAMINÉ POR ESTE DESASTRE DE CIUDAD,
tan símil de nosotros mismos,
rota de ganas, sin dejarme observar.
Ayer caminé por esta fría ciudad,
que es más fría si tú no estás:
imagínate que el invierno aguanta nueve meses,
y luego tengo que enfrentarme al desastre de un verano
en las trincheras sin tu boca.
Ayer borré todas las citas que guardaba de Gil de Biedma,
Ángel González, Sabina.
Para sentirme inmune.
A no sabemos qué.
Jamás me había sentido tan dependencia.
Ayer caminé por esta ciudad
que es más fría si tú nunca la has mirado.
Poco hemos escrito sobre hacer las maletas de madrugada,
doblas los recuerdos,
voz de Quique González y pelo mojado.
Tengo los ojos hundidos en este pantano de echarte de menos.
Días de impresiones, trenes.
Lleno mi equipaje de libros, poesía.
Las estaciones son los nuevos hospitales donde cogemos aire para
sobrevivir,
la soledad, la nueva muerte.
Nunca había tenido el corazón tan rojo. Sin ideologías.
Tengo los ojos hundidos en este pantano de mi necesidad
de
ti.
53
54. Pero tú nunca te decides.
A dejarme descubrirte.
A descifrarnos.
A venir.
Y esta ciudad sigue fría.
54
55. Y A ESTE PERIODO DE MI VIDA LE LLAMARÉ:
Intento romperme la cabeza,
los dedos,
para escribir algo coherente
o que me dé sentido.
La luz desquiciada, parpadeante.
Suena una voz enlatada de cualquier film
que no nos deja escucharnos.
Justo ayer les hablé de ti.
Y me tembló la voz.
El pulso.
Los párpados.
La seguridad que da lo cierto.
Lo bonito que es lo incierto
A todos.
-Estás haciendo de algo precioso algo desesperante.
He salvado frases.
De todos.
-Deja tus putos dramas de lado.
Los miedos.
El miedo.
A qué. A quién.
Las guerras particulares entre las entrañas y lo que sentimos.
Aquí encontramos al miedo.
Las que siempre huimos.
Pero que estamos hartas.
De cenar duda.
Esta declaración no se parece en nada a nada.
Ni siquiera a mí.
55
56. Atención.
Luces de neón.
Te doy permiso para el doble sentido.
Dependencia.
Lo que mata es el no estoy, pero todavía no me he ido.
Porque no responder es también una respuesta.
Todas esas idas de cabeza.
Responde, joder.
Alguien está gritando.
En la televisión sale un agónico Henry Fonda.
Pero aquí no hay nadie que me explique
el rollo de la lucha de clases.
Me está sobrando hasta la piel.
Solo apunto fechas
para exámenes.
Por el miedo a todo.
Por el miedo.
Por la movida de Sabina
del miedo a la vejez,
los almanaques.
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57. Todas las ciudades son pocas a mis ojos.
Porque tú nunca las construyes.
Con tus putas manos.
A qué.
A quién.
A conocerme y no reconocerme.
A conocerte.
Pero tú no estás, vida.
Más que al sur de mi boca.
Sin buscar un 'de Madrid al cielo'
porque nos merecemos más que agitadas ciudades
contaminadas por falta de ética.
Que no te estoy hablando de medio ambiente.
Estamos desangrando las horas. Rojo. Busca la cuarta acepción y
ojalá te reconozcas.
Ojalá me recompongas.
Me veo en un fotograma persiguiéndote.
Pedazos de nadie.
Que me hastían los bares,
los cualquieras,
reconstruirme de costillas ajenas.
Y que estoy cansada, qué coño.
Toda la puta vida cambiando de dirección.
Hoy decido que me quedo en ti.
Y que venga el miedo y nos despeine.
57
60. EN LA CASA DEL PADRE1
Para Covadonga López Canales
¿Y si el agua que fluye por la piedra
fuera como los días que arrastran al olvido?
¿por qué no regresar a la patria olvidada,
al tibio territorio de la infancia?
Tú labrabas un sol sobre la roca,
y nosotros seguíamos tus pasos
por entre los naranjos y los lirios.
¿Dónde están hoy el perro, la senda, los guijarros,
el camino del río, la aldaba de la puerta?
¿habrá borrado el tiempo las huellas en la tierra?
¿donde estará el amor si ya nadie lo nombra?
¿Dime dónde has dejado la llave de la casa?
Por la arcada de luz que anuncia las estancias,
la luna del armario que refleja los besos,
y que nos vio mirarnos
ateridos del miedo de crecer.
¿Para qué tanto amor, si hoy estás solo,
frente a la inmensa noche
entre las siemprevivas del jardín?
¿Adónde van los hijos cuando mueren, padre,
los secos golpes del azar,
el último fragmento de la dicha?
1
De Cuaderno de la ceniza, 2013.
60
61. Sándalo y mirto por los bordes del luto,
han vuelto más aciaga la vida en esta hora.
Hay demasiado frío en esta noche nuestra,
y duele de nostalgia este sur olvidado.
Ahora que el barquero te arrastra a sus orillas,
yo cogeré el cincel para la última piedra,
y será digno , entonces, sentarse en tu jardín.
61
62. EL HACEDOR DE VERSOS2
Escribir era esto: llegar desnudo al mundo,
ir vistiendo los años con la brisa infinita de los sueños,
arropar, como a un niño, la palabra esperanza,
cada vez que la vida la posa en tu regazo.
Tener cerca el silencio, y los libros amados,
conocer de la ausencia sólo lo necesario
para hilvanar historias de dolor y de espanto.
Dejar flores y cartas sobre a la tumba amada,
y detener el miedo con estos tristes versos,
que sienten, como tú, la rabia de este tiempo.
2
De Cuando enero fue pasto de las llamas, 2014.
62
63. NOLI ME TANGERE (NO ME RETENGAS)
Dame tu mano cuando comience la batalla.
Ayúdame a llorar hasta que el viento
me reseque los ojos,
y no queden ya lágrimas con que anegar la vida.
Ya nada sé de imperios,
las murallas,
que ahora cercan mis días,
son las viejas paredes de la casa,
humilde y solitaria en la que habito,
y todo el universo es esta vieja estancia,
vacía de tus manos,
donde yacen,
desnudos de palabras los poemas
que nunca te escribí.
Dime que ha sido tuyo
el paisaje del agua que hoy cubre la maleza,
que en él fuiste feliz, al menos un instante,
en aquel tiempo de cereza y mirto.
Será el triste cauterio a mis heridas.
El invierno ha traído hasta mi puerta
el manto del olvido.
Desde los anaqueles me contemplan los héroes
de un tiempo que ya ha muerto,
y vienen a buscarme para el último sueño.
Hoy podemos amarnos como nunca lo hicimos.
63
64. Pero no me retengas cuando claudique el día,
y la señal anuncie que mi tiempo ha vencido,
sólo somos la lluvia que hemos dejado en otros,
la leve brisa del amor efímero,
y eso queda contigo.
64
65. PABLO BEDIA SANJURJO
La Caridad (Asturias – España), 1993
http://degeneraciondel93.blogspot.com.es/
65
66. ICE DANCE DE SHIRLEY WALKER
Las calles de nuestra ciudad
vacías;
la cara descubierta
frente a este frío de noviembre
que se resiste a olvidarte.
Todo quisiera ser, indefinido,
en torno a ti: paisaje, luz, ambiente,
gaviota, cielo, nave, vela, viento...
ÁNGEL GONZÁLEZ
66
67. 1984
Cómo sino me salvaste.
Este cansado mundo finisecular
necesita otra sentimentalidad distinta,
[…] y en este sentido la ternura
puede ser también una forma de rebeldía.
LUIS GARCÍA MONTERO
Tal vez seamos
solo un verso breve
de este poema
dos palabras
como el te quiero
subversivo
de aquella novela de Orwell.
67
68. CUESTIÓN DE FE
He estado elucubrando diversas teorías
sobre el fin del mundo,
pero sin jinetes, ni apocalipsis,
–algo más profano–
como un botellón mundial,
una orgía multitudinaria
y luego un suicidio colectivo,
Ritmo 0 de Marina Abramovic;
la última gran performance.
Sin embargo me acuerdo de ti,
de haberte visto a lo lejos,
entre Platón y la teoría de los mundos posibles
levantándonos las miradas
apenas cinco segundos.
Empezó a llover;
yendo por las calles empedradas de las nubes blancas
me di cuenta de dos cosas:
que hace ya casi un año
y que escribirte como a ella
es solo una cuestión de fe.
Creo que la humanidad, por hoy,
puede estar a salvo.
68
69. EN OTRO TIEMPO
Me aferré a este mundo en unos versos.
Me ataron como
hizo tu mirada
en otro tiempo.
69
72. Anhelo miradas de noches encendidas,
de pasión, de locura,
en tu piel, en tu cuerpo…
Deseo instantes efímeros
de complicidad compartida.
Mis ojos necesitan
contemplar las mañanas a tu lado;
mis labios
sonreír a cada instante mientras te miro;
mi piel
el tacto de tus manos
regalándome caricias de ternura.
Sensaciones extrañas, inequívocas,
entrañables,
que solo tú
me puedes hacer sentir.
72
73. RAQUEL REYES MARTÍN
Santa Marta (Salamanca – España), 1993
http://insomniodeunanochedeverano.blogspot.com
73
74. PORQUE IGNORABA QUE EL DESEO ES UNA PREGUNTA
Desvélame la novela, desvélame a mí.
Léeme en braille, punto a punto, seamos ciegos.
Atento a qué te dice cada poro, cada punto, cada coma, cada guión
que introduzca dos palabras mías.
Relee mi cara, mi pelo.
Seamos perros olisqueándonos como desconocidos.
Salvajes como ellos, moviéndonos por instintos tan solo.
Escríbeme con tus dedos.
Pásalos por mi cuerpo hasta tatuarme.
Inyéctame tinta, como insulina de la vida, como un chute, sin
resecarnos apenas, sin movernos.
Haz poesía conmigo sin poemas.
Sé escritor de un único verso, repítelo.
Hasta que se desgaste.
Hasta que lo grites.
Hasta que se muera.
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75. ALITERACIONES3
Say, love me or leave me
La rutina atraviesa
And let me be lonely
Como esta aliteración
You won't believe me
Rota por otras consonantes
But I love you only
Pero gracias a que el silencio pasa
I'd rather be lonely than happy with somebody else
Se desliza indiferente, casi feliz.
3
Recomendación musical de la autora para este poema: Love me or Leave me de Nina Simone.
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76. VERDE
El verde refleja la muerte en la obra de Federico García Lorca, nos
han dicho los académicos.
Lorca probablemente sin saberlo, nos entrega la metáfora del siglo
XXI: muerte de bosques, de cielos, incluso de gobiernos. Primaveras
verdes.
La misma España tapa con adoquines el verde. Y muta, y se va por
otras ramas. Europa está verde, para qué negarlo.
Quizá ya no exista ningún verde que no sea el literario, hasta nos
comemos los verdes, bueno, los rojos también.
Quizá solo persiste el verde que inspira a los artistas, el verde de la
absenta, tal vez.
Solo prosigue y está en auge el verde de los estadios, el de los campos
de fútbol, el de los deportistas españoles.
Por lo demás, la gente prefiere el azul.
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77. ROBERTO TEGA
El Franco (Asturias – España), 1982
http://carecedesentido.blogspot.com.es/
77
78. TRÁNSITO
De invierno en invierno
he cruzado el camino
subido en una cresta
de estrellas inasibles.
Miro atrás:
Aquel verano tropecé
con un cometa turista
que cruzó lentamente
nuestro cielo marino
y después se fue.
Con los años llegaste tú.
Aún veo tu estela cambiar
como un cronómetro de luz
que se balancea
a mi alrededor.
Vives cerca de mí y te siento.
(También te irás pero)
me pregunto si
coincidirán de nuevo
nuestras órbitas para volver
a tenerte cerca de mí...
Vive
Este viaje
dura una mirada apasionada
antes de que caiga la noche
como un adiós sin despedida.
78
79. El mar respira furioso.
Es un corazón blanco
dentro de las tinieblas
del invierno.
A esta distancia,
el ropaje inquieto de un fuego
persiste junto a aquel
en un poema colgante.
Afuera sopla el fuelle
que los aviva a los dos
y también los desgasta
hasta matarlos.
Antes de morir,
el fuego y el mar
brillan
como una estrella
que explota
en mitad de La Noche.
Pasado el frío
renace el mundo:
el domingo luminoso
en las mañanas purpurinas de marzo,
el sol benévolo en junio
sobre el estuario del Porcía.
Y el mar.
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80. MANHATTAN
Siempre que te vas lejos
tu ausencia deja un poso
de sueño en mi realidad.
Las mañanas transcurren
por argumentos simples.
Como los de las leyendas,
acaban por detenerse
bruscamente.
Por las tardes, si hay siesta
es breve y fácil.
Después hablo unos instantes
con los muebles, tomo un té, paseo.
El mar vuelve a ser un animal asustado
bajo el peso de un cielo plomizo.
Las noches son cortas,
falta un cuerpo sedante
sobre la sábanas.
Se abren y cierran
las puertas de las mesitas.
Busco sin encontrar, algo,
quizá a ti.
Ahora llueve, fíjate.
El mundo sigue
sin tu pensamiento,
se reivindican las estaciones,
el invierno es particularmente inclemente
con todos nosotros.
80
81. Las aceras
parecen lenguas de plata mojada.
Y el viento, sin soltar un solo verso,
dice mucho
pero las ramas de los árboles,
desnudas, calladas,
apenas pueden asimilar
este canto ancestral,
este secreto.
81