1. Vida Moderna El inicio de una escolarización académica temprana en el niño puede
generar problemas
postenores en el aprendizase.
LA LUCHA DE MUchos padres de familia por obtener para sus hijos un cupo en el llamado colegio grande fue
una de las razones por las cuales el Ministerio de Educación Nacional decidió establecer, hace cinco años, el
inicio de la educación formal en Colombia a partir de los tres años de edad. Desde entonces, y amparados en
la ley 115 de 1994 muchos planteles educativos han ampliado sus cursos hasta el preescolar con el ánimo de
recibir a los pequeños sin que tengan que hacer su tránsito por el jardín, a la vez que muchos jardines se han
ido transformando en colegio para sobrevivir y evitar quedarse con los salones vacíos.
Aunque esta medida no ha cumplido con el objetivo para el cual fue creada, pues el embotellamiento en los
cupos escolares se sigue presentando, sí está a punto, en cambio, de generar en la educación infantil un
problema en el que los menores podrían ser, naturalmente, los mayores damnificados.
En este sentido los sicólogos infantiles y los pedagogos han dado un campanazo de alerta. La mayorfa de
estos profesionales no ven con buenos ojos el hecho de que a los niños se les está llevando tempranamente a
una escolarización académica. Según ellos, una cosa es que los niños tengan que dejar sus hogares para ir al
jardín o al preescolar y otra muy diferente que antes de los cinco años ingresen a un proceso de educación
formal. "La experiencia ha de mostrado que la escolaridad temprana encierra muchos problemas, relacionados
especialmente con la motiviación para el aprendizaje futuro", dice Manuel Morales, sicólogo y director del
Centro de Evolución y Creatividad de Bogotá.
El problema ha inquietado al propio Ministerio de Educación, el cual reconoce la falla. De acuerdo con Ligia
Nieto, coordinadora del Proyecto Educativo Institucional de esta cartera, "existe una gran preocupación ante la
posibilidad de que la formación preescolar se escolarice en el sentido academicista; pero es un riesgo que se
corre tanto en los colegios grandes como en los preescolares que no tienen claros sus objetivos. Esto sin
hablar de las presiones que resultan de la falta de cupo en los colegios, que cada vez exigen más de los
jardines".
Así las cosas, corresponde a los padres de familia seleccionar el jardín o el colegio en el que piensan
matricular a su hijo, teniendo en cuenta diversos factores. "El proceso de desarrollo cognoscitivo, social y
motriz en la edad preescolar se da a través del juego y de actividades diferentes a las diseñadas para los
niños
mayores", comenta la sicóloga Cecilia Zuleta, directora del Taller Infantil Vueltacanela.
Según los expertos, los colegios se encuentran más preocupados por lo académico y por el rendimiento de los
alumnos. Difícilmente pueden disponer de las mismas condiciones y herramientas que ofrece un jardín o taller
infantil, donde se trabaja con grupos de niños pequeños y en los cuales hay profesionales especializados en
esta etapa del desarrollo, en la que es fundamental potenciar las áreas del conocimiento, la socialización, el
autocuidado, el lenguaje y las motricidades gruesa y fina, entre otras.
En pocas palabras, el niño en edad preescolar necesita un adulto que, más que un maestro, sea un cómplice
de sus aventuras, un guía que lo acompañe en el maravilloso descubrir del mundo y que, antes que nada,
respete su propia iniciativa en el proceso de aprendizaje. "Mientras en paises como Inglaterra o Francia existia
la escuela del juego como una propuesta para educar a los niños, incluso hasta después de los 7 años, en
Colombia es una lástima que no hayamos entendido que más que el rendimiento académico lo importante es
que el niño tenga una infancia feliz y la posibilidad de ir madurando según su propio ritmo, sin imposiciones ni
presiones", comenta Manuel Morales.
Los lenguajes que el niño maneja a una temprana edad son los del movimiento, la musica, la plastica y la
diversión. Pero en una educación formal estas áreas usualmente se asimilan como 'costuras'. Mientras un
ambiente escolar plantea quietud el niño quiere movimiento. Mientras en el colegio el maestro toma la
iniciativa, en el preescolar ésta proviene del mismo niño. Mientras en el jardín el trabajo suele ser colectivo, en
el colegio prevalece el individual. Mientras en el colegio el placer se guarda para la hora del recreo y las
clases se convierten en una imposición, en el jardín el niño debería vivir en un recreo permanente que le dé vía
libre a su creatividad, lejos de las clases magistrales que pavimenten su naturalidad, su imaginación y su
espontaneidad.
Lo cierto es que lo único que no debe perder un niño es el sentido lúdico de su infancia, y para ello nada mejor
que unos padres alerta a la hora de escoger el futuro estudiantil de los pequeños.
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