1. Actitudes para leer e
interpretar la Sagrada
Escritura
Generalidades de la Biblia
2. En un ambiente cultural donde todo
pierde su valor y significado,
debemos tener cuidado de no
equivocar nuestra consideración
hacia los textos sagrados, que
exigen de nosotros actitudes
concretas y profunda veneración:
3. Espíritu de fe.
• Debemos estar plenamente convencidos
de que estamos ante la Palabra de Dios,
que nos habla y nos interpela. No se trata
de cualquier lectura más, sino de la
expresión en la que Dios ha querido
manifestarse Él mismo. Esto es lo que la
Iglesia quiere señalar continuamente
cuando pide que al término de la lectura
en contexto litúrgico, el lector proclame:
"Palabra de Dios".
4. Actitud de escucha.
• Si la Escritura es Palabra de Dios y estamos
convencidos de ello, debemos ponernos en
apertura, con una gran sensibilidad,
despojándonos de la indiferencia y de la rutina,
a fin de descubrir la voluntad de Dios, como lo
expresa el joven Samuel: "habla Señor que tu
siervo escucha" (1 Sam 3, 10). Esto implica
tener una humildad interior, porque la Palabra
de Dios no penetra donde el orgullo humano
quiere erigirse como verdad suprema.
5. Actitud de
discernimiento.
• Cuando Dios se manifiesta, el hombre debe
tratar de entender lo que el Señor le pide.
Debemos escudriñar los textos buscando desde
la fe comprenderlos, ya que la Palabra de Dios
nos propone siempre cosas nuevas. Es
necesaria la Gracia de Dios, "y para que la
inteligencia de la revelación se haga cada vez
más profunda, el mismo Espíritu Santo
perfecciona constantemente la fe por medio de
sus dones" (DV 5).
6. Actitud de entrega.
• Esta es equivalente a la prontitud para aceptar y
cumplir la Palabra escuchada. El que lee la
Biblia está siempre en actitud de entrega:
Acepta al Padre que habla, a Cristo por quien
habla y al Espíritu Santo que nos ilumina ante
quien habla y a la Iglesia donde resuena esta
Palabra. El mejor modelo de entrega y donación
lo encontramos en María, la Virgen y Madre:
"He aquí la esclava del Señor, hágase en mí
según tu palabra" (Lc 1, 38).
7. Actitud de compromiso.
• Esta Palabra es Dios mismo que sale al
encuentro del hombre y le pide una respuesta.
Nuestro compromiso es personal y comunitario,
es de cada uno y es como Iglesia. Que todas
nuestras actividades sociales, políticas o
culturales, sean en ámbito familiar o laboral,
estén iluminadas por la Palabra de Dios y las
orientaciones del Magisterio de la Iglesia, a fin
de no quedarnos en una mera filantropía o
activismo sociológico.
8. Conviene recordar, finalmente, lo que
debemos observar para una lectura
provechosa:
La lectura de la Sagrada Escritura debe
hacerse desde la fe y en el contexto de la
Tradición católica, es decir, bajo la guía del
Magisterio auténtico de la Iglesia.
9. Hay que evitar lecturas integristas o
intimistas, desencarnadas de la
realidad histórica, como si la Palabra
de Dios fuera para otros momentos
que no son los nuestros y ajena a la
dimensión social de la fe.
10. También se deberá tener cuidado de
no hacer lecturas o relecturas
ideologizadas, como si la Biblia
fuera sólo un lugar donde se
comprueban ideas, teorías o
hipótesis preestablecidas.
11. Igualmente habrá que evitar las lecturas
parciales y desfasadas del contexto bíblico
global, como si la Biblia sólo nos hablara
de hechos aislados o únicamente nos
proporcionara datos sociológicos o
culturales, arqueológicos o folkloristas.
12. Por último, es muy importante no
caer en lecturas fundamentalistas, es
decir, tomar el texto material y
mecánicamente, sin una sana
interpretación que nos lleve al
sentido y aplicación en el contexto
católico.