2. Bachelet ha dado inicio al proceso constituyente. En rigor, inaugura –en octubre del 2015- una nueva fase
que abre la operatoria del proceso ya que la “elaboración de una nueva Constitución partió del momento
en que millones de chilenos y chilenas manifestaron en las urnas su voluntad de cambio”.
El diagnóstico que funda este hecho es que “Chile necesita una nueva y mejor Constitución, nacida en
democracia… legitima y respetada por todos”. Hay dos motivos fundamentales para este cambio. En
primer lugar, que la actual Constitución “tuvo su origen en dictadura… y que fue impuesta por unos pocos
sobre la mayoría. Por eso nació sin legitimidad y no ha podido ser aceptada como propia por la
ciudadanía”; y, en segundo lugar, porque hoy no responde a las demandas y necesidades del Chile actual.
Hay un tercer elemento que justifica la nueva Constitución; se trata, de que si bien al actual
ordenamiento jurídico se le han hecho “cambios importantes, que han atenuado su carácter autoritario,
aún tiene mecanismos que obstaculizan el pleno ejercicio de la democracia y no pueden ser eliminados con
nuevos intentos parciales”.
En definitiva, la justificación política del cambio se encuentra en que
tiene vicios de origen, es autoritaria y no responde a las necesidades
del Chile de hoy.
En consecuencia, se da inicio al proceso constituyente. No obstante, este necesita para ser exitosa altos
niveles de legitimidad. Una Constitución es la “madre de las leyes de un país… -que fija-… las reglas
básicas de nuestra convivencia política y la que crea las bases jurídicas para hacer posible el progreso”. La
Constitución define, esencialmente, los valores, los deberes, los derechos y las instituciones del
ordenamiento político y social del país.
No es casualidad, por tanto, que el llamado y la convocatoria a participar esta cruzada de frases que
rescatan el valor de la nacionalidad, la unidad y el consenso: “respetada por todos… techo común… que
nos albergue a todos, nos proteja a todos y nos permita avanzar juntos… -hacia una-… sociedad más
abierta y moderna”
Por ello, es un proceso en “el que todas y todas estamos invitados…y convocados” a participar. Para el
logro de ese objetivo fundamental para la legitimidad, “haremos todo lo necesario para que nadie se
sienta excluido… daremos garantías para que todas las voces de Chile puedan expresarse y sean parte de
un cambio necesario”.
INFORME CONSTITUYENTE # 01 18-abril-2016
BACHELET DA INICIO AL PROCESO CONSTITUYENTE
GONZÁLEZ LLAGUNO
3. En consecuencia, sobre la bases de una necesidad política y de un conjunto de principios se pone en
marcha un itinerario constitucional que tiene que culminar, en no menos de cincos años, en una nueva
Constitución.
La cronología constitucional se manifiesta en nueve fases. Hoy, estamos entrando –hace una semana- al
segundo momento que se extiende hasta agosto; se trata, de tres meses y medio de “diálogos
ciudadanos”. Lo relevante de la fase, es que estas conversaciones reguladas y metodológicamente
dirigidas, serán la base conceptual e ideológica para redactar la nueva Constitución luego de una síntesis
nacional.
Sin entrar en el detalle de los tiempos constitucionales hay un momento relevante; que, eventualmente
puede frenar y limitar este itinerario constitucional.
Se trata, de que como la actual Constitución no tiene mecanismos institucionales que hagan posible su
reemplazo por otra, el gobierno enviará a “fines del 2016… un proyecto de reforma constitucional para
que, por 2/3 de sus miembros en ejercicio, establezca los procedimientos que hagan posible dictar una
nueva Carta Fundamental… propondremos al actual Congreso que habilite al próximo para que sea él
quien decida… el mecanismo de discusión del proyecto… y las formas de aprobación de la nueva
Constitución”. En consecuencia, ¿qué sucede en ese caso?
El gobierno ha definido cuatro mecanismos posibles:
“una comisión bicameral de Senadores y Diputados… Una
Convención Constituyente mixta de parlamentarios y ciudadanos… la
convocatoria a una Asamblea Constituyente… -y, la posibilidad-… de
convocar a un plebiscito, para que sea la ciudadanía la que decida
entre las anteriores alternativas”.
Será, en consecuencia, el próximo Congreso que inicia funciones en marzo del 2018 el que deberá decidir
por 3/5 de sus miembros en ejercicio, el mecanismo que discutirá y redactará la nueva Constitución.
La discusión inicial, como se ha dicho, se hará sobre la base de un proyecto de ley que el gobierno enviara
al Congreso “a inicios del segundo semestre del 2017”; y que, se construirá sobre “las Bases Ciudadanas”
que hoy se están construyendo desde la ciudadanía. La presidenta ha afirmado que “transformaremos las
Bases Ciudadanas en un proyecto de nueva Constitución que recoja lo mejor de la tradición constitucional
chilena y que esté acorde con las obligaciones jurídicas que Chile ha contraído con el mundo”.
El proceso constituyente está en marcha. Hoy, es el turno de los ciudadanos de “a pie” que por medio de
una consulta digital, Encuentros Locales y Cabildos provinciales y regionales tiene la “posibilidad” de
participar de un momento crucial para los próximos 30, 40 o 50 años. No obstante, no podemos dejar
pasar las palabras de la presidenta en este mismo discurso en el sentido de que “esta reforma debe tener
aceptación transversal y amplia mayoría; y darse a través del diálogo franco con las fuerzas políticas
representadas en el Parlamento”.
INFORME CONSTITUYENTE # 01 18-abril-2016
GONZÁLEZ LLAGUNO