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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                  NÚMERO




Título original: La letra que llegó a ser un número
Autor: Eduardo Romero Álvarez
Dibujo de portada: Sandra Carmona Durán

Queda rigurosamente prohibido, sin la autorización escrita el titular del
<Copyright>, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o
total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la
reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella
mediante alquiler o prestamos.

ISBN: 978-1-4466-9154-0
Este cuento fue escrito un día de agosto de 2010


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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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               Dedico éste, mi tercer cuento,
                a todos los niños del mundo




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                    ÍNDICE:



La ilusión                    Pág. 09
El caso                       Pág. 17
La interpretación             Pág. 25
La incógnita                  Pág. 35
El Parlamento                 Pág. 55
El sueño                      Pág. 61




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                       LA ILUSIÓN


- No.
- Pero, ¿por qué no?
- Porque no y punto.


llorar. La madre viendo la
escena se acercó a ella y le
dijo mirándole a los ojos:
- Hija mía, tú has nacido letra,
nunca podrás ser capitán.
La letrita siguió llorando y tras carraspear confesó con
su fina voz:
- Mamá, yo quiero ser capitán.
- Eres una letra, los capitanes de barcos son números,
está reservado sólo para ellos. Tú, si quieres, llegarás a
ser una poesía, un cuento o, si te lo propones, podrías
llegar a ser parte de una novela. ¿No te gustaría formar
parte de un cuento?

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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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La hija le miró a los ojos.
-                             án.
La madre le quitó el sombrero de pirata que llevaba
hecho de papel, luego el parche del ojo y le secó las
lágrimas. Después sonrió.
- ¿Y princesa? La princesa del cuento más bonito jamás
escrito.
- Capitán.
Le abrazó.
- Si quieres ser capitán lo serás. - La puerta de casa se
abrió      Papá acaba de llegar, ve y dale un beso bien
fuerte.
Los labios de la pequeña se abrieron, sonriendo, agarró
su peluche favorito, un número uno de color amarillo, y
salió corriendo a ver a papá.
- Mi pequeña letra, ¡ven con papá! - La hija saltó y su
padre le cogió en brazos, luego le dio un fuerte beso y
miró esos inmensos ojos. - Tú, no habrás llorado, ¿no?
Ella asintió.



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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En ese momento llegó su madre y le reclamó.
- Ven hija, vete a jugar con los juguetes.


para su cuarto y los padres se
quedaron en la puerta de la
cocina.
- Ha vuelto a llorar. ¿Sigue
con esa tonta idea de ser
capitán?
- Sí.
- ¡Qué hija más testaruda!
Con sólo cuatro años y no hay forma de quitarle eso de
la cabeza.
- Es muy pequeña. Ya se le quitará -. Comentó la madre
mientras comenzaba a cocinar.
- Me preocupa que esto llegue a más. ¿Has visto en lo
que se entretiene?-. Señaló con el dedo el disfraz de
pirata que sobre la mesa había dejado su madre.
- Imagina un mundo en el que ella navega por el mar.



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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- Sí, pero el otro día decía que era capitán de un barco
que navegaba más allá de las estrellas.
La madre se giró.
- Es muy pequeña, tiene que imaginar todo eso.
Además, ¿qué malo tiene pensar ser capitán de barco?,
¡como si es arquitecto!
- ¡No! Sólo los números pueden llegar a realizar ese tipo
de trabajos. Ellos han nacido para ser ingenieros,
constructores, pilotos y nunca, nunca, la pequeña
llegará a ser capitán. Para ser capitán tendría que haber
nacido un número, y ninguno de los dos lo somos.
Ella se secó las manos en el delantal.
- Mi hija será lo que ella quiera ser.
Él suspiró resignándose.
- Claro, sigue incrementando esa fantasía en su cabeza.
Tú como madre deberías aconsejarle de otra manera.
Aquel comentario la crispó y le señaló con el dedo.
- Nunca, nunca le cortes las alas a la inocencia. Si ella
quiere ser capitán, lo será. Y respecto al consejo, por



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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muy fantástica que sea la idea de tu hija, tú    de nuevo
señaló con el índice -, tú eres su padre y deberías
apoyarla en todo lo que ella quisiera. Es pequeña, ¿no lo
comprendes?, la mitad de las cosas que dice son
fantasía, ¡pues claro que sí! A veces pareces tú el crío de
la casa.
- ¿Ahora el culpable soy yo? Venga por favor, solo
quiero parar esto antes de que sea algo mayor y vea
que su sueño nunca se podrá cumplir. Una letra jamás
será un número, eso es antinatural.
- Lo que es antinatural es tu forma de pensar.
Él se acercó y le dio un beso en la mejilla.
- Sólo quiero lo mejor para mi hija.
- Egoísta, tú solo quieres que ella no sea un bicho raro y
la gente no le señale con el dedo. Contigo o sin ti, si
quiere imaginar ser un número, que lo sea, si imagina
que es una estrella, que lo sea. Como si quiere ser una
ecuación.
Él sonrió y respondió con ironía:



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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- Una ecuación va acompañada de números, esa unión
es posible.
- No me enfades más de lo que estoy. Si ella quiere ser
un número lo será, nada de formar parte de
conglomerados y polinomios.            Anda, dejemos la
conversación que voy a echar a perder la comida con
tantas irritaciones.
- Vale, vale. Tranquilízate.
Ella se dio la vuelta y le miró a los ojos.
- ¿Cuál fue tu sueño cuando eras un niño?
- No lo recuerdo.
- ¿Sabes por qué no lo recuerdas? Porque no hubo nada
que te ilusionara tanto como le sucede a tu hija. Por eso
no lo comprendes ni creo que lo comprenderás jamás.
- Te equivocas, claro que tenía sueños.
- El que se equivocas eres tú. Tu hija siente que es un
número, todos sus muñecos son números, su cuarto
está decorado con barcos del mar y unos barcos que
dice ella que algún día navegarán por las estrellas.



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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Todo su mundo está formado por números, números,
números, números. Hasta antes de que llegaras yo le
negaba sus sueños. Pero vi en esos ojos tanta ilusión
que me transportó a lo más profundo de su corazón. Y
creeré en sus sueños por muy estúpidos e imposibles
que sean.
En un descuido la puerta se entreabrió y dejó al
descubierto a la letrita que había escuchado toda la
conversación. La imagen que se le quedó grabada en la
retina a la madre fue ver las lágrimas que resbalaban
por esa carita tan inocente.




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                         EL CASO


Eran las nueve de la mañana cuando el padre llegó al
trabajo.    Entró   en    la
oficina    y    soltó    su
sombrero en la percha y
luego      quitándose     el
abrigo     saludó   a    los
compañeros del trabajo
con un ademán rutinario.
Aquella planta siempre
estuvo      atestada     de
números y letras que trabajaban juntos en la
construcción de puentes y grandes obras civiles. Se
veían por doquier toda clase de números y letras. De
vez en cuando algún signo de división charlaba con una
resta mientras terminaba el último café u otros como
una
incógnita aún sin resolver. El director del edificio


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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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de Números Enteros, una esbelta integral, caminaba
muy varonil por aquellos pasillos saludando a todos sus
empleados. Era un signo muy querido por todos pues
era capaz de sumar infinitos sumandos muy pequeños
y eso, pocos eran los afortunados en conseguirlo.
Además había nacido en el seno de una familia
acomodada, respetada por toda la comunidad. Era un
orgullo para todos que aquella integral se relacionara
tan amistosamente y con familiaridad con todos ellos.
No había nada mejor que tener un jefe como él.
- Buenos días, jefe -
- ¿Has descansado hoy? Tienes muchas ojeras.
- Mi hija, que no me ha dado cuartel. Tiene muchas
fantasías en la cabeza y esta noche me ha tocado dormir
en el sofá.
- ¿Te ha castigado tu mujer?
Él sonrió.
- Bueno, sí.- ¿Y qué le pasa a tu hijita? ¿Le duele la
barriguita o es que aún le quedan dientes de leche por



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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salir?
- ¡Qué va! Sueña con ser capitán.
- ¡Ja!. Cosas de críos.
- Eso espero.
-                                               Vamos, eso
es imposible. Es la primera vez que escucho algo tan
raro, ¿no estará enferma tu hija? En los años que llevo
vividos, y ya van siendo muchos, nunca he escuchado
nada igual.
- No sé, no sé. La verdad es que la cría tiene profunda
obsesión por ser un número. Además, sueña con barcos
que navegarán por las estrellas.
La integral observó la situación y le invitó a que fuera a
su despacho.
- Acompáñame, estaremos más cómodos en mi
escritorio. - Su jefe le abrió la puerta y le invitó a que se
sentara. - La situación es preocupante. Estoy pensando
si tu hija no necesitaría atención psicológica. Verás,




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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tengo un amigo que trata casos especiales. No sé si esto
te causará alguna vergüenza, pero toma.
Sacó del primer cajón varia tarjetas y una de ellas era la
de su amigo. Se la entregó.
- Gracias, se lo agradezco muchísimo.
Alicaído se levantó de su asiento y marchándose cerró la
puerta. Acto seguido la integral descolgó el teléfono y
marcó un número.
- Hola, ¿qué tal estás? Me alegro. Te llamo por lo
siguiente, la hija de uno de mis empleados, una letra,
está obsesionada con ser un número. ¡Ja! ¿Has visto? Sí,
lo mismo he pensado yo, pero he visto en su mirada
algo que le angustiaba, no creo que sea una obsesión.
Tú, ¿qué piensas que puede ser? ¿Te habías topado
alguna vez con un caso como éste? Lo suponía. Con tu
permiso le he dado tu tarjeta para que te llame, pero si
ves que puede dañar tu renombre y reputación no le
hagas caso. Gracias, y mantenme informado si decides
darle una cita.



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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Una vez cerró la puerta del jefe
se dirigió a su lugar de trabajo, cabizbajo y con la mente
puesta en la conversación del día anterior. Se sentó y
comenzó a trabajar, miró la foto de su hija, que estaba
sobre la mesa, y acariciándola, sonrió. Tras hacer esto,
sacó la tarjeta del doctor del bolsillo, descolgó el
teléfono y llamó. Al otro lado de la línea, el psicólogo
infantil escuchó de                  todo lo que la hija
decía, soñaba, deseaba y comentaba. Éste se limitaba a
asentir y de vez en cuando anotaba las cosas que más le
llamaban la atención. La expresión del doctor se volvió
más seria cuando el padre le comentó algo sobre barcos
que llegaban a las estrellas.
- ¿Podría traerme a su hija mañana? Me gustaría
conocerla. Y a ustedes también... Fantástico          Les
espero entonces.
Tras colgar el teléfono, el doctor dudó unos instantes,
buscó en su agenda y envió un email.




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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To: doctorsueños@cuentos.com
Buenos días querido amigo. Te escribo este email pues eres el mejor
intérprete de sueños que conozco. Verás, tengo un caso muy extraño,
¿Podrías pasarte mañana por aquí? Ya te lo explico. Es lo más raro que he
escuchado nunca.
Atentamente, tu amigo.


Después de escribir el email el doctor se giró hacia el
gran ventanal, pensativo. El hilo musical inundaba la
estancia con Pachelbel y su Canon en D Mayor. Luego se
llevó el lápiz a los labios y
miró al cielo.
- Capitán de un barco que


Las       nubes          blancas
surcaban el cielo y los
rayos del sol comenzaron a
entrar        por        aquellos
ventanales. Absorto en sus
pensamientos el doctor




                                                                            22
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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imaginó aquellos barcos a modo de nubes y negó con la
cabeza. Con un ademán de resignación, suspiró.
- Capitán de un barco que llegará a las estrellas -.
Repitió.




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

               LA INTERPRETACIÓN


- Tomen asiento, por favor.
- Gracias -. Dijo la madre.
- Este señor es uno de los
más ilustres intérpretes de
sueños que existe -. Dijo,
señalando en un acto de
presentación, el doctor.
- Encantada -. Dijo ella
- Gracias por atendernos -.
Continuó el padre.
- Y vamos a ver ¿qué sueño es el que ronda por la
cabeza de esta pequeña letrita? -. Preguntó dirigiendo
una sonrisa a la pequeña. Ésta no contestó a su
pregunta.
- ¿Un caramelo? -. Ofreció el doctor.
La niña miró a su madre y ésta asintió. Se levantó del
asiento y tomó ese caramelo.

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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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- Y bien, me podrías decir pequeña ¿qué te gustaría ser
de mayor?
El caramelo apenas hizo entendible aquella palabra.
- ¡Cap            -. Dijo levantando la mano.
- ¡Qué bien! ¿Y desde cuándo quieres ser capitán?
- Desde que era pequeña.
La madre, a diferencia del padre que la miraba
seriamente, sonrió. - Pequeña, pero si tienes cuatro
años, ¿desde que eras más pequeña aún?
- Sí.
- Bueno y me puedes explicar ¿cómo imaginas ese
mundo?
Ella abrió los ojos de par en par.
- ¿De verdad quieres saber cómo es mi mundo?           Luego
se giró. - ¡Mamá, quiere saber cómo es mi barco!
- Anda hija, cuéntanos cómo es tu mundo imaginario.
La letrita tomó un lápiz y colocó varias sillas en fila india.
Tomó tres folios y dibujó tres numeros:




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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el uno, el dos y el tres. Seguidamente colocó cada uno
en su asiento correspondiente. Allí le ordenó a los
números que no se movieran. Los doctores y sus padres
se miraron después de que los dibujara. Y comenzó a
pasar lista, incluso dibujó el número cuatro y le dijo:
  Por qué has llegado tan tarde a la clase de
                 Una vez que tomó asiento el número
cuatro, les explicó a los demás números de papel cómo
se debía sumar, restar, multiplicar y dividir. Decía que
en su barco solo navegaban los números más listos y a
                                      aquellos     que    no
                                      hicieran     bien   los
                                      deberes             los
                                      castigaría y nunca
                                      llegarían a ver las
                                      estrellas.          Fue
narrando una epopeya de piratas espaciales con
parches en el ojo. Mientras la niña hablaba de espaldas
a los números tomó un folio y se hizo un gorrito.



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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Luego le pidió a su mamá que le dibujara en el contorno
del ojo el típico parche de pirata. Una vez disfrazada
ordenó el saludo a otro barco imaginario que apareció
de repente. Lo llamaba La Integral , y consolaba a los
números sentados explicándoles que La Integral no le
haría daño a ella pues era una pirata muy buena y por
eso La Integral no le daría
ningún susto.
La pequeña interpretó el
papel del almirante de La
Integral y le contó que era
el capitán del barco pirata
de las estrellas y que no
había     novedad      por
aquellos mares. Durante
aproximadamente treinta
minuto                    siguió contando fantásticas
aventuras mientras dibujaba en papeles; números y
símbolos que ninguno de los asistentes podía entender.



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

                                   - ¡El capitán del barco
                                   pirata      os        saluda!
                                   ¡Arriad     velas!        Tú,
                                   número 5, enfila los
                                   cañones          a     proa.
                                   Vosotros,            números
                                   sietes ¡tirad del ancla
                                   que nos marchamos
                                   rumbo a las estrellas!
                                   La   madre            miraba
                                   emocionada como su
hija disfrutaba en su mundo imaginario. Era tan feliz, era
el mundo perfecto que todo niño deseaba tener. Sin
embargo, el padre seguía con el rostro adusto y de vez
en cuando resoplaba resignado mientras se lamentaba
de que algo así le pasara a él.
Su hija sería el hazmerreír del mundo, pensó éste.
- ¡Fantástico! -. Exclamó el doctor.




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

La niña paró su interpretación. Se giró y los vio a todos,
volviendo así a la realidad y saliendo de su cuento
imaginario.
- ¡Qué historia más bonita! -. Comentó el doctor. Se
levantó y recogió todos esos garabatos pintados en
multitud de papeles y los puso encima de la mesa. Los
ordenó y los guardó.
- ¿Qué le parece? -. Se interesó la madre.
- No sé, no sé. Créame que estoy asombrado, no he
entendido ninguna palabra de lo que ha dicho. En los
dibujos hemos visto representaciones de la realidad, es
normal que los niños imaginen cosas, pero es que su
hija no es que imagine ser un número, es que ella lo
vive. La pequeña cree que es un número y sin embargo
se llama a sí misma letra en todas sus historias. Es muy
curioso, pues ella tendría que tomar conciencia de que
en su mundo imaginario es un número y, sin embargo,
es una letra que se relaciona tan armoniosamente




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

con los números. Crea un tándem tan perfecto como
imposible.
- Está loca la niña . Dictaminó el padre
- ¿Puede tener algún trastorno del sueño?     Preguntó el
otro doctor.
- No, pues la niña duerme plácidamente -. Respondió la
madre.
Ambos doctores se miraron.
- No tengo palabras para describir esto, no lo entiendo.
Simplemente esto escapa a mis estudios. No hay ningún
caso documentado en el que una letra viviera tan
profundamente ser un número. No tengo un dictamen
claro para este caso. El padre secamente tomo el
sombrero de la niña y lo puso sobre la mesa. Ésta miró
tristemente a su padre por aquel acto, luego observó a
la madre.
- ¿Qué nos aconseja? -
esperando un remedio que le satisfaciera a su marido.
- Seguid con vuestra vida como hasta ahora.



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                NÚMERO

El padre intervino.
- No puede decirme usted eso cuando en la oficina la
gente me señalará con el dedo y escucharé comentarios
                               ser un número?, ¿Estará
loca la niña?, ¿Qué educación le habrán dado los


- Nosotros no podemos hacer nada, este será el primer
caso documentado. Tendremos que estudiar a su hija
con más detenimiento.
- ¡Mi hija no será estudio de nada! A ella no le pasa
nada, es una niña -.
La madre la tomó en su regazo y la acunó, como si la
quisiera proteger de todos aquellos que la vieran como
una letrita rara.
Tras esto, se levantó y madre e hija se marcharon.
- Gracias y buenos días.
El padre quedó a la espera de una frase de consuelo por
parte de aquellos doctores.




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

- Gracias, ya se puede usted marchar. Nosotros no
podemos hacer nada.
- ¿O sí? -. Dijo vagamente el doctor intérprete de
sueños.
- ¿Cómo? -. Dijo el padre.




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
          NÚMERO




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

                   LA INCÓGNITA


Hasta ese momento la maleta solo contenía un pequeño
libro. De la A a la       rezaba el título. Luego la niña
introdujo en ella su peluche favorito de color Amarillo.
Desde lejos parecía una jirafita, pero no, era un número
uno que guardó dentro.
- Tú te vienes al colegio a aprender -. Le dijo al peluche.
Tras esto cerró la cremallera dejando la cabecita del
número asomar fuera de la misma y, cerrando la puerta
de su cuarto, se dirigió a la cocina donde su mamá la
esperaba con el desayuno. Allí quedó su cuarto
iluminado por la luz del sol que entraba rebosante de
vida, iluminándolo todo con vivos colores. Sobre la
cama dejó innumerables garabatos incomprensibles
para muchos, otros tantos dibujos y un buen grupo de
peluches que bien puestos parecían los alumnos de una
clase a punto de comenzar. Decorando el cuarto se
encontraban colgados varios cuadros con dibujos

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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                NÚMERO

de animalitos y hadas de sueños, así es como algunas
letras y números de este mundo las llamaban.
- Bueno días princesa.-
- Buenos días mamá.
- ¿Cómo has dormido hoy?
- He tenido una pesadilla -. Dijo mientras se sentaba y
agarraba el pan con manteca que le había preparado la
madre.
Su madre se sentó a desayunar con ella.
- ¿Una pesadilla? ¿Algún monstruo malo?
- No había monstruos mamá, los monstruos no existen.
- Ah, ¿entonces?
- Me encontraba dentro de una pompa de jabón y
viajaba por toda la ciudad. Y vi gente, y niños, y árboles,
y muchas cosas. También vi un pajarito que me hablaba.
- Un pajarito que te hablaba, ¿y qué te decía?
- Pío, pío.
La madre sonrió.
- ¿Y qué más te decía?



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                NÚMERO

- Me llevó arriba a las nubes, unas nubes muy blancas. Y
allí había muchos más pajaritos como él, una gatita muy
bonita, dos jirafitas muy chicas, tres delfines azules y
muchos animalitos más. Cuando mi pompa de jabón
aterrizó en la nube todos los animalitos aplaudieron.
- Te estábamos esperando -. Dijo la gatita.
- ¿A mí? -.
- Sí. Hemos pedido una profesora que nos enseñe a
contar y el pajarito te ha traído.
La madre interrumpió.
- Entonces es un sueño muy bonito, no es una pesadilla.
- Mamá es una pesadilla porque se me olvidó contar y
todos los animalitos se quedaron desilusionados y muy
tristes.
- ¡Ay! que imaginación tienes hija. Ya te dijimos que eso
de contar sólo lo saben hacer los números. Ni papá ni yo
sabemos contar.
- Pero yo sí. ¿Quieres que te cuente hasta el diez? -.
Preguntó entusiasmada.



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                NÚMERO

Soltó la tostada, le enseñó los dedos de las manos y
contó cada uno de sus pequeños deditos.
La madre escuchó cómo decía esas cosas raras mientras
tocaba cada uno de sus dedos. Al momento sonó el
timbre de la puerta. La pequeña letrita terminó de
comerse el pan con manteca y un gran vaso de leche.


dirigieron al colegio con
mamá. Una vez en la
calle, el sol brillaba en lo
alto, muy alto y las
nubes pintadas en el
cielo lo acompañaban.
- Mamá mira, el cielo.
Como en mi pesadilla.
- Eso no es una pesadilla,
eso es un sueño y no te
preocupes. Pero llevas
Razón, son unas nubes muy bonitas y blancas. Y



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

seguramente habrá muchos pajaritos volando por esas
nubes.
- ¿Y estará PíoPío también?
Su madre le miró y sonrió.
- Claro que sí. PíoPío estará arriba con todos sus amigos,
ellos también van al colegio.


allá en lo alto, como si con eso pudiera imaginar quién
era ese amigo.
- ¿Quién es PíoPío? -
- Es un amigo de mi sueño                       - . Es un
pajarito que me acompañaba en una pompa de jabón a
las nubes.
- ¿Las nubes del cielo? -. Preguntó señalándolas.
- Sí, las de arriba. Allí están los amigos de PíoPío,
muchos animalitos que esperan que les enseñe a contar
números.
Su amiguita se paró en seco.
- ¡¿Sabes contar números?!



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                  NÚMERO

- Sí.
La madre se dedicó a contemplar aquella inocente
conversación como si de dos personas mayores se
tratara.
- ¿Y dónde has aprendido a contar números?
- En mis sueños.
La madre hizo un ademán con la mano e intentó
agudizar su oído. Su amiguita continuó.
- ¿En tus sueños? ¡Qué bonito!, ¿Y cómo son esos
sueños?
- Me encuentro en una clase y soy


- ¡Qué chupi! ¿Tú eres la profesora? ¿Y estoy yo en la
clase?
- No. Sólo hay letras mayúsculas y números muy
grandes, además de otros signos de puntuación que no
conozco.
- ¿Había números en mayúsculas?
- En mi sueño no hay números en mayúsculas.



                                                         40
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

La conversación siguió hasta que giraron la esquina del
edificio. Al fondo había un gran alboroto de niños
entrando y jugando.
La pequeña                             dejando a medias
la conversación y salieron disparadas para ver a sus
amigas.
- ¡No corráis!
- ¡Sí, mamá!
Ni caso. Las niñas corrieron hasta entrar por las puertas
del colegio. Segundos más tarde la mamá se reunió con
las demás madres que comentaban en la puerta el
buen día que hacía para ir a la playa, o para ir de
excursión. Cuando todos los niños entraron en el
colegio las puertas se cerraron. Ya dentro de clase todos
                                                  ella y
aguardaron a que llegara la profesora. Mientras, la niña
sacó un papel y empezó a garabatear formas extrañas.
Se acordó de su parche y lo sacó.




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

En ese preciso instante sus amiguitos se rieron de ella.
Ésta los miró a todos y una gran tristeza le inundó el
corazón.
                                 - Tonta, tú no eres un
                                 capitán -. Dijo uno.
                                 -    ¿Dónde   está     tu
                                 barco?-       Preguntó
                                 otro.
                                 Su                      ,
                                 algo    regordeta,     se
                                 acercó a ella muy
                                 bravucona y le quitó
                                 el parche y lo tiró al
                                 suelo. Todos se rieron;
ella agachó la cabeza y buscó su parche recogiéndolo
del suelo.
De repente un señor alto y un poco encorvado entró por
la puerta acompañado de la profesora.
-              -. Le señaló la maestra con el dedo.



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

- Ven, acompáñanos -. Le invitó aquel hombre.
La letrita se levantó y salió
junto con su profesora y
aquel señor.
- Buenos días letrita.
- Buenos días señor.
- ¿Qué te pasa, pequeña?
Ella le enseñó su parche ya
sucio.
- ¿Y esto qué es?
La profesora interrumpiéndolos les presentó.
-
unas preguntas.
- ¿De mis sueños?
Aquel hombre miró esos grandes ojos, rebosantes de
vida. Y observó tanta inocencia, tanta bondad, que se le
llenó el corazón de ternura. Era precioso contemplar esa
dulzura en aquella mirada. Momentos después apareció
el padre de la pequeña.



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                NÚMERO

- ¡Hola papá!
- Hola pequeña -. Contestó con un saludo.
- La pequeña quedó con los brazos extendidos
esperando el abrazo de su papa pero segundos después
los bajó sin recibirlo.
- La profesora y este señor te van a hacer más
preguntas.
- ¿De mis sueños? ¿De ser capitán?-. Preguntó ya menos
entusiasmada que las anteriores veces, ya que sabía que
al final de esas preguntas lo único que encontraría
serían caras desconcertadas, ofuscadas y un papá muy
triste.
- De tus sueños y de todos los dibujos que he traído de
casa. Además tu profesora ha recogido muchos de esos
garabatos que haces en clase cuando no prestas
atención.
La pequeña calló y la media sonrisa se volatilizó.
- ¿Queréis que os cuente hasta diez? Mire señor tengo
un parche de pirata -. Dijo mostrándoselo de nuevo.



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                NÚMERO

- Ha visto usted, señor Incógnita. Todo el día igual,
números, barcos, piratas y parches. Siempre números.
¡A mí me va a dar algo con tantos números, estoy hasta
el bombín! Y el bigote se me va a caer de la presión que
tengo. Todos los almuerzos y cenas son iguales, de tanto
escucharla se me están pegando sus manías. ¿Y sabe lo
que me pasa desde hace días?, que me levanto con su
voz en la cabeza diciendo: uno más uno son dos, dos y
dos   son   cuatro     y   así   hasta   que   llegó   al


interrumpiéndole.
- ¿Cómo ha dicho usted? Repítamelo. -
quedó con la boca abierta como si le hubiera ofendido. -


Aquel hombre dudó y se encogió de hombros.
- No, no sé lo que he dicho. Esos números bailan en mi
cabeza, pero sin ningún sentido. E         .
La niña cantó:




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                NÚMERO

- Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos
son ocho y ocho dieciséis.
Incógnita dejó al padre con la boca abierta y se giró
arrodillándose a la
- Dime pequeña, ¿lo sabes de memoria o eres capaz de
entenderlo? A ver,- le costaba trabajo articular palabra
de lo nervioso que estaba -, ¿sabrías decirme cuánto
son tres más cinco?
- Ocho -. Dijo sin pestañear.
Aquel señor tragó saliva de nuevo y, carraspeando,
prosiguió.
-                                                grande,
como por ejemplo el trece, ¿sabrías decirme qué
números lo componen?
- El uno y el tres.
Mientras Incógnita seguía abordando a la letrita con
preguntas, el padre y la profesora permanecían en la
más absoluta ignorancia. El pasillo de aquel colegio se
hizo eterno para el padre. Se quitó el bombín y unos de



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                NÚMERO

aquellos garabatos que trajo de casa se resbalaron de la
mano llegando a caer en el suelo. Esto sacó de su
perplejidad a Incógnita que observó cómo cayó por el
rabillo del ojo.
Tomó el papel, lo leyó y, negando con la cabeza, buscó
como loco de dónde
había      caído.   De   un
arrebato los cogió todos.
-   ¡Démelos todos!       Y
usted profesora, deme
todo lo que esta niña ha
escrito.
- ¿Qué está pasando?-
Preguntó alarmado el
padre.
Haciendo caso omiso a sus palabras, Incógnita miró uno
a uno todos esos garabatos y de nuevo se arrodilló a la
altura de la pequeña. Esta lo miró ilusionada.




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                NÚMERO

- ¿Usted sabe muchos números? Usted es el capitán de
un barco muy grande, ¿verdad? Incógnita le señaló con
el dedo uno de sus garabatos.
- Hija, ¿sabrías decirme qué es esto?
- Eso es una multiplicación.
- ¿Y ésto?
- La división.
- Bendita Igualdad -. Aquel hombre no paraba de
devorar aquellos garabatos con la mirada.
- Hija, ¿y esto? Presta mucha atención, ésto ¿qué es lo
que es?
La pequeña señaló con el dedo un grupo de números y
letras.
- ¿Ésto? Una ecuación.
Incógnita negó con la cabeza y se frotó el pelo. La niña
sonrió y volvió a mirar a su padre que la observaba muy
serio. Tras esto aquel señor se levantó y conversó con
su padre y la profesora. Ésta entró de inmediato en su




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

clase y sacó todos los trabajos de la niña que tenía
guardado de años anteriores.
- ¿Qué sucede, Señor Incógnita?
- ¿Me daría usted permiso para hablar con el Tribunal
de las Vocales y con el Consejo del Abecedario?
- Mientras esté yo presente, no habrá problema.
Incógnita tomó su móvil e hizo una llamada.
- Buenos días señor. Sí, sí, lo de la niña es cierto. No,
para nada, no es un error. No señor, no estoy
equivocado y tengo las pruebas en mi poder. ¿Sumar?
este sonrió -. Y restar, y multiplicar e incluso una
ecuación. No, no señor, no me burlo de usted. Sí, lo que
usted crea oportuno. Señor, esto va a tomar un rumbo
mucho mayor del que se esperaba. ¿Cómo que estoy
borracho? ¡No insulte usted a mi inteligencia! La niña
                                         . ¿Qué letra es
capaz de
usted y véalo con sus propios ojos! No, no señor, el




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

ignorante es usted. Yo solo soy una incógnita de un
problema que la niña ha resuelto.
- ¿Qué está pasando aquí?
La niña abrió los brazos de par en par.
- ¡Mamá, a este señor le gustan los números como a mí!
¡Es capitán!
La madre alzó a la pequeña y observó al padre que, aún
con su gran bigote, no pudo ocultar su vergüenza.
- Venga hija, nos vamos al parque.
- ¿Podemos ir a la playa a ver los barcos del mar?
- Nos vamos donde tú quieras.
Incógnita colgó el móvil dejando a su interlocutor con la
boca abierta, y agarrando fuertemente los papeles
alcanzó a la madre que bajaba las escaleras muy
enojada.
- ¡Por favor! Por favor, espere, espere. No se marche. Se
lo ruego. La madre haciendo caso omiso de las súplicas
de Incógnita continuó bajando las escaleras con paso
muy firme.



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                 NÚMERO

- Ven hija -. Dijo mientras la agarraba de la cintura y la
acomodaba a la suya.
Aquel hombre llegó al último escalón como pudo y,
delante de ella, le rogó:
-
- No se burle de ella. Es una niña. Sus cuentos y sus
ilusiones son solo suyos. Nadie puede entrar dentro de
su imaginación e intentar destruir lo que ella siempre ha
deseado. Y si quiere ser un número que lo sea. Como si
quiere ser capitán.
- ¡Siiiii!¡Capitán de una nave que vuela por las estrellas!
-. Exclamó la pequeña levantando un brazo. Tras el
comentario sacó su parche y como pudo,se lo puso en el
ojo.
- No, no me burlo. Mire, mire     le enseñó los números
escritos en aquellos papeles garabateados -. Esto, esto
es un milagro. Su hija, entiende los numeros. ¡Qué digo
yo! Su hija, dentro del caos que usted y otras letras
pueden llegar a ver, ve orden. Por favor, le ruego que



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

me dé una oportunidad. Se lo ruego, déle una
oportunidad a su hija para poder cumplir sus sueños, ser
capitán. La madre vio en los ojos de aquel hombre tanta
v
- ¿Quién es usted?
- Mi nombre es Incógnita - temblando le sacó su
identificación estatal -. Me envía Eureka.
- El hombre más sabio de todo el Alfabeto.
- Y de todos los números. No hay persona más
inteligente en este mundo que él. En el Parlamento no
paran de hablar de su hija. Todos; números, letras y
signos de ambos lados dudan de que su hija exista. Unos
decían que era una estrategia política, otros que era una
farsa. Desde que aquel doctor nos telefoneó no hay otra
cosa en boca de las personas más influyente de este
mundo, ¿Una letra que entiende los números? ¿Habrá
algo más maravilloso que eso?
La madre miró a su hija con el parche mal puesto y le
preguntó:



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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

- Hija, ¿tú quieres enseñarle a este señor y a otros
muchos todo lo que sabes?
- ¿Voy a ser profesora?
- Sí -. Dijo la madre sonriendo.
- ¿Y les voy a enseñar a todos a contar?
Incógnita sonrió.
- Les vas a enseñar tu sueño.




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

                 EL PARLAMENTO


Llegaron en un flamante coche negro. Aquel edificio era
inmensamente      colosal,   con    grandes    esculturas
apostadas a ambos lados. Circundándola, imponentes
columnas corintias rendían culto y bienvenida a cada
una de las personas que cruzaban la entrada. Una gran
multitud de personas esperaban fuera del edificio
observando con gran expectación cómo sería aquella
letrita. ¿Rubia o morena?, ¿alta o baja?, ¿cómo iría
vestida?, ¿de alta cuna o sería vulgar?, sus ojos ¿serían
claros u oscuros?, ¿andaría recta, con paso firme o
vacilaría a cada paso?, ¿seria preciosa o sería perfecta?,
¿cómo sería? Fueron las preguntas que durante unos
minutos, en aquella complicidad de aquellos grupos
formados por los más altos ideales, no se dejaban de
cuestionar. El murmullo enmudeció de pronto. Un gran
señor bajó del coche; el chófer. Con gran porte abrió la
puerta por donde bajaría la pequeña. Asomó un

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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

zapato de color marrón, con unos graciosos calcetines
de colores, como si dudara. Luego se mostró ante todos
ellos de un salto. Su traje celeste y su camiseta rosa
hacían hermoso juego, vistiéndola como si de una
pequeña princesa se tratara. La niña, al bajar, les
observó.
Le llamaron la atención los pajaritos que, en el césped,
parecían mirarla.
- Mamá, ése es PíoPío. Señaló con el dedo.
Su madre, que ya había bajado, sonrió y tomó rumbo a
las puertas junto con su marido e Incógnita. Allí, todos
aquellos que la aguardaban hasta el pasillo, le abrían
paso haciendo una ligera inclinación con la cabeza y las
mujeres, sonreían con una bella mirada. La gente dejó
de murmurar y fue callando. Entre unas y otras
personas, la pequeña letrita observaba los cuadros de
las letras y números más importantes e ilustres que
habían hecho cambiar el rumbo de la historia.




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

La iluminación de aquel pasillo era cálida, procedía de
varias grandes lámparas que colgaban del techo. Los allí
presents sintieron un gran respeto y curiosidad por la
             Al llegar a una gran puerta esperaron. Otro
gran señor muy bien uniformado les abrió la puerta y
sonrió a la pequeña. Ésta le saludó con otra sonrisa
mientras agitaba la mano.
- Bienvenida -. Pronunció aquel hombre.
- ¡Mira mamá! ¡Qué grande! -. La niña observó la sala
del Parlamento -. ¡Cuántas sillas!
Incógnita,   que    en   ningún      momento   le   había
abandonado, le observó y dijo:
- ¿Sabes una cosa? En todas estas sillas se sentarán
personas para escucharte.
- ¿A mí? -. Se señaló con el dedo.
- Todos quieres que les enseñes a contar. ¿Has visto?,
vas a ser la profesora de todos los números y letras de
este mundo. ¿Serás capaz de hacerlo pequeña? Ella hizo
un gesto afirmativo con la cabeza y comenzaron la



                                                            57
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

marcha por una alfombra, bordada a ambos lados con
números y letras, que conducía hasta el lugar que le
habían preparado. Cuando llegó vio una pizarra tan
grande como el bigote de su papa; a ambos lados de
ésta, varias sillas para el Tribunal de las Vocales y otras
tantas para los diez primeros números; una gran silla
central para Eureka y, junto a ésta, otra para el señor
Infinito. La sala comenzó a llenarse, pero con un gran
respeto pues nadie osó hablar ni pronunciar palabra
alguna.Todos tomaron sus asientos y esperaron a que
Incógnita rompiera aquel silencio. La madre de la
pequeña, antes de dejarla y sentarse en primera fila
junto a su marido, le dio un beso y le guiñó un ojo con
gesto de complicidad.
- Demuéstrales cuánto vales y cuál es tu sueño, hija
mía.- Dijo señalando a todos los presentes.
Los ojos de aquella letrita, se abrieron de par en par.
- ¿Todos van a ser mis alumnos?




                                                              58
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

Observó a todo un Parlamento, como si de peluches se
tratara, esperando a que ella, su profesora, les
enseñara.




                                                       59
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
          NÚMERO




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

                      EL SUEÑO

Incógnita hizo las presentaciones a todo el Tribunal y
cuando Eureka le indicó con un movimiento de cabeza
que podía comenzar, Incógnita se inclinó y dijo:
-
sólo para ti. Algunos dicen que es mágica, otras dicen
que la hicieron las hadas de los sueños para un
momento como éste. Estos señores te van a realizar
diferentes preguntas y ahora nadie se va a burlar de lo
que digas, hija. Demuéstrales a todo el mundo lo que
sabes. Yo estaré junto a ti en todo momento, no tengas
miedo.
- ¡Qué tiza más bonita!
Incógnita inclinó su cabeza y le sonrió.
- Es tuya, para siempre.
Luego se dirigió a Eureka y, asintiendo, comenzaron a
preguntarle. Durante una hora aquella pequeña letrita
explicó con toda su energía y a todo el Parlamento


                                                          61
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

lo que era una suma, una resta, una multiplicación y una
división. Recitó las tablas de multiplicar hasta el número
doce. Mostró la forma más sencilla de hacer una raíz
cuadrada.           Le


cómo        despejarse
ella misma de una
ecuación      (aquello
desencadenó         un
mar de risas y júbilo
en     la    estancia).
Nadie,
absolutamente
nadie osó molestar
a la niña. Letras mayúsculas y minúsculas, números,
signos de puntuación y signos matemáticos observaron
a aquella simple letrita de cuatro años explicar todo


decían



                                                             62
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                  NÚMERO

Parecía que la mano de un dios guiara esa pequeña
manita que con una tiza no paraba de pintar en aquella
enorme pizarra todo lo que los grandes matemáticos de
su mundo le pedían. Ella seguía hablando y escribiendo.
Aquella pequeña lo sentía, sentía aquellos números,
sentía cómo salían de su corazón y sin darse cuenta,
aquellos señores, uno a uno, desde sus respectivos y
diferentes   asientos, comenzaron    a levantarse     y
pausadamente comenzaron a aplaudir, hasta que aquel
parlamento se convirtió en un auditorio. Aquellos
señores aplaudieron con un profundo respeto, como si
de un Nóbel se tratara. La pequeña comenzó a escuchar
esos aplausos y girándose observó a todos adulándola.
A ella, a esa simple niña que lo único que quería era
demostrar al mundo su sueño, que lo único que
anhelaba era ser capitán de un barco pirata. Aquellos
infantiles ojos no creían que esos aplausos fueran para
ella.




                                                          63
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

Durante unos minutos la niña se quedó perpleja con la
tiza en la mano. Poco a poco se fue girando y pudo
observar cómo el Tribunal de las Vocales la vitoreaba.
Miró al señor Infinito que con rostro solemne y con una
inclinación de cabeza le daba la enhorabuena. Luego
observó a Eureka que pidió calma a aquellos señores
que no paraban de halagarla. Cuando los aplausos
cesaron y todos se
sentaron preguntó:
- Infinito, ¿tiene usted
algún número para
concederle     a   esta
pequeñita
eminencia?
Infinito con todo el
dolor de su corazón
negó.
- No señor, hasta el infinito están todos los números
asignados.



                                                          64
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

Un amargor sonoro fue sentido por toda la sala.
Eureka pensó entonces una solución. Se iluminó su
                                 semblante, sonrió y
                                          levantándose
                                 dictaminó:
                                 - Hoy, a esta pequeña
                                 letra se le reconocerá
                                 rango   de       número.
                                 Desde    este     mismo
                                 instante tenemos un
                                 genio entre nosotros
                                 y, como no existe
                                 número para ti, tú en
esencia serás un número por derecho propio. Desde hoy
te llamaremos el número "e".
Como si de un juez se tratara dio tres golpes
sentenciando que aquello que empezó como un sueño


muchos, se transformó en una realidad admirada por



                                                            65
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                NÚMERO

todos. En ese preciso instante su padre se levantó con el
corazón henchido de satisfacción, de orgullo y sobre
todo de mucho amor. Caminó, subió a su lado y se
arrodilló. Su hija se giró y lo contempló con el corazón
encogido.
- Papá, ¿ya soy un número?
- No hija, desde hoy eres MI CAPITÁN.
Sacó de su bolsillo un gorro de papel y un parche de
pirata, se lo puso a su hija y la cogió en brazos. Luego se
giraron contemplando aquella inmensa sala que, de
nuevo, se levantó para honrar el sueño con el mayor
aplauso escuchado nunca. La pequeña levantando su
parche guiñó a su madre, que la miraba enjugada en
lágrimas.
Desde aquel día la niña pudo viajar en su barco, más allá
de las estrellas.




                                                              66
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                NÚMERO

Nota:
La constante matemática e es uno de los más
importantes número reales.
Está considerado el número por excelencia del cálculo.
Es un irracional y su valor exacto no puede ser
expresado como un número finito de cifras decimales o
con decimales periódicos. El número e puede ser
representado como un número real en varias formas:
como una serie infinita, un productoinfinito, una
fracción continua o como el límite de una sucesión.
                             e :




Sin este número el hombre nunca hubiera pisado la
Luna y gracias a este, el hombre, sueña con llegar más
allá de las estrellas.




                                                         67
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

AGRADECIMIENTOS:
Este pequeño cuento no podría haber volado en su
barco a través de nubes blancas, en cielos celestes y
más allá de las estrellas sin la ayuda dediversas
personas que confiaron en mí y en el sueño de la letrita


- Bárbara Renshaw, (CEIP. Antonio Machado de
Estepona), la primera persona en creer en las
posibilidades del cuento. Muchas gracias.
- Antonio Teruel, (IES. Universidad Laboral de Málaga),
estimable amigo que me animó a la publicación de esta
obra.
- Marisol Narbona, (IES. Universidad Laboral de Málaga),
la magnífica correctora de este relato.
- Gema Ortega (Famf Cocemfe Málaga), mi mejor
consejera.
- Sandra Carmona (Dibujante), colaborando en la obra
dándole rostro a todos y, en especial, la protagonista.

               ,
- Antonio Miguel Gómez (Facultad de Biología de
Málaga), basta un comentario para que otros como yo
den vida al relato.
- Alfonso Díaz, por tu acertada crítica, inagotable
amistad y por tu dedicación incondicial en la traducción
del mismo.


                                                           69
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
               NÚMERO

- María del Carmen Duarte (Famf Cocemfe Málaga), a
veces una frase de ánimo te condiciona a comenzar
cuentos como este.
- Ramón García Lorenzo
mismo tu fin no es                                ¡Qué
magnífica frase amigo mío!
- María del Carmen Vargas (IES Emilio Prados de
Málaga), con tu sonrisa de complicidad me dejaste claro
que podía entrar en los corazones más difíciles.
- Y a todas aquellas personas que leyendo este pequeño
relato disfrutaron de la misma manera que yo al
escribirlo.




Por último, debo reconocer que escribir un cuento
como este se logra consumiendo parte del valioso
tiempo familiar; por este motivo deseo reconocer la
comprensión y el apoyo incondicional de mi esposa
Rosa.

                                                          70
LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                NÚMERO

¡Coloreanos! Y dí quienes somos




______________________________________




        ______________________________________________




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LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN
                NÚMERO




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  • 4. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO 3
  • 5. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO Título original: La letra que llegó a ser un número Autor: Eduardo Romero Álvarez Dibujo de portada: Sandra Carmona Durán Queda rigurosamente prohibido, sin la autorización escrita el titular del <Copyright>, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o prestamos. ISBN: 978-1-4466-9154-0 Este cuento fue escrito un día de agosto de 2010 4
  • 6. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO Dedico éste, mi tercer cuento, a todos los niños del mundo 5
  • 7. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO 6
  • 8. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO ÍNDICE: La ilusión Pág. 09 El caso Pág. 17 La interpretación Pág. 25 La incógnita Pág. 35 El Parlamento Pág. 55 El sueño Pág. 61 7
  • 9. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO 8
  • 10. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO LA ILUSIÓN - No. - Pero, ¿por qué no? - Porque no y punto. llorar. La madre viendo la escena se acercó a ella y le dijo mirándole a los ojos: - Hija mía, tú has nacido letra, nunca podrás ser capitán. La letrita siguió llorando y tras carraspear confesó con su fina voz: - Mamá, yo quiero ser capitán. - Eres una letra, los capitanes de barcos son números, está reservado sólo para ellos. Tú, si quieres, llegarás a ser una poesía, un cuento o, si te lo propones, podrías llegar a ser parte de una novela. ¿No te gustaría formar parte de un cuento? 9
  • 11. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO La hija le miró a los ojos. - án. La madre le quitó el sombrero de pirata que llevaba hecho de papel, luego el parche del ojo y le secó las lágrimas. Después sonrió. - ¿Y princesa? La princesa del cuento más bonito jamás escrito. - Capitán. Le abrazó. - Si quieres ser capitán lo serás. - La puerta de casa se abrió Papá acaba de llegar, ve y dale un beso bien fuerte. Los labios de la pequeña se abrieron, sonriendo, agarró su peluche favorito, un número uno de color amarillo, y salió corriendo a ver a papá. - Mi pequeña letra, ¡ven con papá! - La hija saltó y su padre le cogió en brazos, luego le dio un fuerte beso y miró esos inmensos ojos. - Tú, no habrás llorado, ¿no? Ella asintió. 10
  • 12. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO En ese momento llegó su madre y le reclamó. - Ven hija, vete a jugar con los juguetes. para su cuarto y los padres se quedaron en la puerta de la cocina. - Ha vuelto a llorar. ¿Sigue con esa tonta idea de ser capitán? - Sí. - ¡Qué hija más testaruda! Con sólo cuatro años y no hay forma de quitarle eso de la cabeza. - Es muy pequeña. Ya se le quitará -. Comentó la madre mientras comenzaba a cocinar. - Me preocupa que esto llegue a más. ¿Has visto en lo que se entretiene?-. Señaló con el dedo el disfraz de pirata que sobre la mesa había dejado su madre. - Imagina un mundo en el que ella navega por el mar. 11
  • 13. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - Sí, pero el otro día decía que era capitán de un barco que navegaba más allá de las estrellas. La madre se giró. - Es muy pequeña, tiene que imaginar todo eso. Además, ¿qué malo tiene pensar ser capitán de barco?, ¡como si es arquitecto! - ¡No! Sólo los números pueden llegar a realizar ese tipo de trabajos. Ellos han nacido para ser ingenieros, constructores, pilotos y nunca, nunca, la pequeña llegará a ser capitán. Para ser capitán tendría que haber nacido un número, y ninguno de los dos lo somos. Ella se secó las manos en el delantal. - Mi hija será lo que ella quiera ser. Él suspiró resignándose. - Claro, sigue incrementando esa fantasía en su cabeza. Tú como madre deberías aconsejarle de otra manera. Aquel comentario la crispó y le señaló con el dedo. - Nunca, nunca le cortes las alas a la inocencia. Si ella quiere ser capitán, lo será. Y respecto al consejo, por 12
  • 14. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO muy fantástica que sea la idea de tu hija, tú de nuevo señaló con el índice -, tú eres su padre y deberías apoyarla en todo lo que ella quisiera. Es pequeña, ¿no lo comprendes?, la mitad de las cosas que dice son fantasía, ¡pues claro que sí! A veces pareces tú el crío de la casa. - ¿Ahora el culpable soy yo? Venga por favor, solo quiero parar esto antes de que sea algo mayor y vea que su sueño nunca se podrá cumplir. Una letra jamás será un número, eso es antinatural. - Lo que es antinatural es tu forma de pensar. Él se acercó y le dio un beso en la mejilla. - Sólo quiero lo mejor para mi hija. - Egoísta, tú solo quieres que ella no sea un bicho raro y la gente no le señale con el dedo. Contigo o sin ti, si quiere imaginar ser un número, que lo sea, si imagina que es una estrella, que lo sea. Como si quiere ser una ecuación. Él sonrió y respondió con ironía: 13
  • 15. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - Una ecuación va acompañada de números, esa unión es posible. - No me enfades más de lo que estoy. Si ella quiere ser un número lo será, nada de formar parte de conglomerados y polinomios. Anda, dejemos la conversación que voy a echar a perder la comida con tantas irritaciones. - Vale, vale. Tranquilízate. Ella se dio la vuelta y le miró a los ojos. - ¿Cuál fue tu sueño cuando eras un niño? - No lo recuerdo. - ¿Sabes por qué no lo recuerdas? Porque no hubo nada que te ilusionara tanto como le sucede a tu hija. Por eso no lo comprendes ni creo que lo comprenderás jamás. - Te equivocas, claro que tenía sueños. - El que se equivocas eres tú. Tu hija siente que es un número, todos sus muñecos son números, su cuarto está decorado con barcos del mar y unos barcos que dice ella que algún día navegarán por las estrellas. 14
  • 16. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO Todo su mundo está formado por números, números, números, números. Hasta antes de que llegaras yo le negaba sus sueños. Pero vi en esos ojos tanta ilusión que me transportó a lo más profundo de su corazón. Y creeré en sus sueños por muy estúpidos e imposibles que sean. En un descuido la puerta se entreabrió y dejó al descubierto a la letrita que había escuchado toda la conversación. La imagen que se le quedó grabada en la retina a la madre fue ver las lágrimas que resbalaban por esa carita tan inocente. 15
  • 17. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO 16
  • 18. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO EL CASO Eran las nueve de la mañana cuando el padre llegó al trabajo. Entró en la oficina y soltó su sombrero en la percha y luego quitándose el abrigo saludó a los compañeros del trabajo con un ademán rutinario. Aquella planta siempre estuvo atestada de números y letras que trabajaban juntos en la construcción de puentes y grandes obras civiles. Se veían por doquier toda clase de números y letras. De vez en cuando algún signo de división charlaba con una resta mientras terminaba el último café u otros como una incógnita aún sin resolver. El director del edificio 17
  • 19. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO de Números Enteros, una esbelta integral, caminaba muy varonil por aquellos pasillos saludando a todos sus empleados. Era un signo muy querido por todos pues era capaz de sumar infinitos sumandos muy pequeños y eso, pocos eran los afortunados en conseguirlo. Además había nacido en el seno de una familia acomodada, respetada por toda la comunidad. Era un orgullo para todos que aquella integral se relacionara tan amistosamente y con familiaridad con todos ellos. No había nada mejor que tener un jefe como él. - Buenos días, jefe - - ¿Has descansado hoy? Tienes muchas ojeras. - Mi hija, que no me ha dado cuartel. Tiene muchas fantasías en la cabeza y esta noche me ha tocado dormir en el sofá. - ¿Te ha castigado tu mujer? Él sonrió. - Bueno, sí.- ¿Y qué le pasa a tu hijita? ¿Le duele la barriguita o es que aún le quedan dientes de leche por 18
  • 20. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO salir? - ¡Qué va! Sueña con ser capitán. - ¡Ja!. Cosas de críos. - Eso espero. - Vamos, eso es imposible. Es la primera vez que escucho algo tan raro, ¿no estará enferma tu hija? En los años que llevo vividos, y ya van siendo muchos, nunca he escuchado nada igual. - No sé, no sé. La verdad es que la cría tiene profunda obsesión por ser un número. Además, sueña con barcos que navegarán por las estrellas. La integral observó la situación y le invitó a que fuera a su despacho. - Acompáñame, estaremos más cómodos en mi escritorio. - Su jefe le abrió la puerta y le invitó a que se sentara. - La situación es preocupante. Estoy pensando si tu hija no necesitaría atención psicológica. Verás, 19
  • 21. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO tengo un amigo que trata casos especiales. No sé si esto te causará alguna vergüenza, pero toma. Sacó del primer cajón varia tarjetas y una de ellas era la de su amigo. Se la entregó. - Gracias, se lo agradezco muchísimo. Alicaído se levantó de su asiento y marchándose cerró la puerta. Acto seguido la integral descolgó el teléfono y marcó un número. - Hola, ¿qué tal estás? Me alegro. Te llamo por lo siguiente, la hija de uno de mis empleados, una letra, está obsesionada con ser un número. ¡Ja! ¿Has visto? Sí, lo mismo he pensado yo, pero he visto en su mirada algo que le angustiaba, no creo que sea una obsesión. Tú, ¿qué piensas que puede ser? ¿Te habías topado alguna vez con un caso como éste? Lo suponía. Con tu permiso le he dado tu tarjeta para que te llame, pero si ves que puede dañar tu renombre y reputación no le hagas caso. Gracias, y mantenme informado si decides darle una cita. 20
  • 22. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO Una vez cerró la puerta del jefe se dirigió a su lugar de trabajo, cabizbajo y con la mente puesta en la conversación del día anterior. Se sentó y comenzó a trabajar, miró la foto de su hija, que estaba sobre la mesa, y acariciándola, sonrió. Tras hacer esto, sacó la tarjeta del doctor del bolsillo, descolgó el teléfono y llamó. Al otro lado de la línea, el psicólogo infantil escuchó de todo lo que la hija decía, soñaba, deseaba y comentaba. Éste se limitaba a asentir y de vez en cuando anotaba las cosas que más le llamaban la atención. La expresión del doctor se volvió más seria cuando el padre le comentó algo sobre barcos que llegaban a las estrellas. - ¿Podría traerme a su hija mañana? Me gustaría conocerla. Y a ustedes también... Fantástico Les espero entonces. Tras colgar el teléfono, el doctor dudó unos instantes, buscó en su agenda y envió un email. 21
  • 23. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO To: doctorsueños@cuentos.com Buenos días querido amigo. Te escribo este email pues eres el mejor intérprete de sueños que conozco. Verás, tengo un caso muy extraño, ¿Podrías pasarte mañana por aquí? Ya te lo explico. Es lo más raro que he escuchado nunca. Atentamente, tu amigo. Después de escribir el email el doctor se giró hacia el gran ventanal, pensativo. El hilo musical inundaba la estancia con Pachelbel y su Canon en D Mayor. Luego se llevó el lápiz a los labios y miró al cielo. - Capitán de un barco que Las nubes blancas surcaban el cielo y los rayos del sol comenzaron a entrar por aquellos ventanales. Absorto en sus pensamientos el doctor 22
  • 24. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO imaginó aquellos barcos a modo de nubes y negó con la cabeza. Con un ademán de resignación, suspiró. - Capitán de un barco que llegará a las estrellas -. Repitió. 23
  • 25. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO 24
  • 26. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO LA INTERPRETACIÓN - Tomen asiento, por favor. - Gracias -. Dijo la madre. - Este señor es uno de los más ilustres intérpretes de sueños que existe -. Dijo, señalando en un acto de presentación, el doctor. - Encantada -. Dijo ella - Gracias por atendernos -. Continuó el padre. - Y vamos a ver ¿qué sueño es el que ronda por la cabeza de esta pequeña letrita? -. Preguntó dirigiendo una sonrisa a la pequeña. Ésta no contestó a su pregunta. - ¿Un caramelo? -. Ofreció el doctor. La niña miró a su madre y ésta asintió. Se levantó del asiento y tomó ese caramelo. 25
  • 27. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - Y bien, me podrías decir pequeña ¿qué te gustaría ser de mayor? El caramelo apenas hizo entendible aquella palabra. - ¡Cap -. Dijo levantando la mano. - ¡Qué bien! ¿Y desde cuándo quieres ser capitán? - Desde que era pequeña. La madre, a diferencia del padre que la miraba seriamente, sonrió. - Pequeña, pero si tienes cuatro años, ¿desde que eras más pequeña aún? - Sí. - Bueno y me puedes explicar ¿cómo imaginas ese mundo? Ella abrió los ojos de par en par. - ¿De verdad quieres saber cómo es mi mundo? Luego se giró. - ¡Mamá, quiere saber cómo es mi barco! - Anda hija, cuéntanos cómo es tu mundo imaginario. La letrita tomó un lápiz y colocó varias sillas en fila india. Tomó tres folios y dibujó tres numeros: 26
  • 28. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO el uno, el dos y el tres. Seguidamente colocó cada uno en su asiento correspondiente. Allí le ordenó a los números que no se movieran. Los doctores y sus padres se miraron después de que los dibujara. Y comenzó a pasar lista, incluso dibujó el número cuatro y le dijo: Por qué has llegado tan tarde a la clase de Una vez que tomó asiento el número cuatro, les explicó a los demás números de papel cómo se debía sumar, restar, multiplicar y dividir. Decía que en su barco solo navegaban los números más listos y a aquellos que no hicieran bien los deberes los castigaría y nunca llegarían a ver las estrellas. Fue narrando una epopeya de piratas espaciales con parches en el ojo. Mientras la niña hablaba de espaldas a los números tomó un folio y se hizo un gorrito. 27
  • 29. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO Luego le pidió a su mamá que le dibujara en el contorno del ojo el típico parche de pirata. Una vez disfrazada ordenó el saludo a otro barco imaginario que apareció de repente. Lo llamaba La Integral , y consolaba a los números sentados explicándoles que La Integral no le haría daño a ella pues era una pirata muy buena y por eso La Integral no le daría ningún susto. La pequeña interpretó el papel del almirante de La Integral y le contó que era el capitán del barco pirata de las estrellas y que no había novedad por aquellos mares. Durante aproximadamente treinta minuto siguió contando fantásticas aventuras mientras dibujaba en papeles; números y símbolos que ninguno de los asistentes podía entender. 28
  • 30. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - ¡El capitán del barco pirata os saluda! ¡Arriad velas! Tú, número 5, enfila los cañones a proa. Vosotros, números sietes ¡tirad del ancla que nos marchamos rumbo a las estrellas! La madre miraba emocionada como su hija disfrutaba en su mundo imaginario. Era tan feliz, era el mundo perfecto que todo niño deseaba tener. Sin embargo, el padre seguía con el rostro adusto y de vez en cuando resoplaba resignado mientras se lamentaba de que algo así le pasara a él. Su hija sería el hazmerreír del mundo, pensó éste. - ¡Fantástico! -. Exclamó el doctor. 29
  • 31. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO La niña paró su interpretación. Se giró y los vio a todos, volviendo así a la realidad y saliendo de su cuento imaginario. - ¡Qué historia más bonita! -. Comentó el doctor. Se levantó y recogió todos esos garabatos pintados en multitud de papeles y los puso encima de la mesa. Los ordenó y los guardó. - ¿Qué le parece? -. Se interesó la madre. - No sé, no sé. Créame que estoy asombrado, no he entendido ninguna palabra de lo que ha dicho. En los dibujos hemos visto representaciones de la realidad, es normal que los niños imaginen cosas, pero es que su hija no es que imagine ser un número, es que ella lo vive. La pequeña cree que es un número y sin embargo se llama a sí misma letra en todas sus historias. Es muy curioso, pues ella tendría que tomar conciencia de que en su mundo imaginario es un número y, sin embargo, es una letra que se relaciona tan armoniosamente 30
  • 32. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO con los números. Crea un tándem tan perfecto como imposible. - Está loca la niña . Dictaminó el padre - ¿Puede tener algún trastorno del sueño? Preguntó el otro doctor. - No, pues la niña duerme plácidamente -. Respondió la madre. Ambos doctores se miraron. - No tengo palabras para describir esto, no lo entiendo. Simplemente esto escapa a mis estudios. No hay ningún caso documentado en el que una letra viviera tan profundamente ser un número. No tengo un dictamen claro para este caso. El padre secamente tomo el sombrero de la niña y lo puso sobre la mesa. Ésta miró tristemente a su padre por aquel acto, luego observó a la madre. - ¿Qué nos aconseja? - esperando un remedio que le satisfaciera a su marido. - Seguid con vuestra vida como hasta ahora. 31
  • 33. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO El padre intervino. - No puede decirme usted eso cuando en la oficina la gente me señalará con el dedo y escucharé comentarios ser un número?, ¿Estará loca la niña?, ¿Qué educación le habrán dado los - Nosotros no podemos hacer nada, este será el primer caso documentado. Tendremos que estudiar a su hija con más detenimiento. - ¡Mi hija no será estudio de nada! A ella no le pasa nada, es una niña -. La madre la tomó en su regazo y la acunó, como si la quisiera proteger de todos aquellos que la vieran como una letrita rara. Tras esto, se levantó y madre e hija se marcharon. - Gracias y buenos días. El padre quedó a la espera de una frase de consuelo por parte de aquellos doctores. 32
  • 34. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - Gracias, ya se puede usted marchar. Nosotros no podemos hacer nada. - ¿O sí? -. Dijo vagamente el doctor intérprete de sueños. - ¿Cómo? -. Dijo el padre. 33
  • 35. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO 34
  • 36. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO LA INCÓGNITA Hasta ese momento la maleta solo contenía un pequeño libro. De la A a la rezaba el título. Luego la niña introdujo en ella su peluche favorito de color Amarillo. Desde lejos parecía una jirafita, pero no, era un número uno que guardó dentro. - Tú te vienes al colegio a aprender -. Le dijo al peluche. Tras esto cerró la cremallera dejando la cabecita del número asomar fuera de la misma y, cerrando la puerta de su cuarto, se dirigió a la cocina donde su mamá la esperaba con el desayuno. Allí quedó su cuarto iluminado por la luz del sol que entraba rebosante de vida, iluminándolo todo con vivos colores. Sobre la cama dejó innumerables garabatos incomprensibles para muchos, otros tantos dibujos y un buen grupo de peluches que bien puestos parecían los alumnos de una clase a punto de comenzar. Decorando el cuarto se encontraban colgados varios cuadros con dibujos 35
  • 37. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO de animalitos y hadas de sueños, así es como algunas letras y números de este mundo las llamaban. - Bueno días princesa.- - Buenos días mamá. - ¿Cómo has dormido hoy? - He tenido una pesadilla -. Dijo mientras se sentaba y agarraba el pan con manteca que le había preparado la madre. Su madre se sentó a desayunar con ella. - ¿Una pesadilla? ¿Algún monstruo malo? - No había monstruos mamá, los monstruos no existen. - Ah, ¿entonces? - Me encontraba dentro de una pompa de jabón y viajaba por toda la ciudad. Y vi gente, y niños, y árboles, y muchas cosas. También vi un pajarito que me hablaba. - Un pajarito que te hablaba, ¿y qué te decía? - Pío, pío. La madre sonrió. - ¿Y qué más te decía? 36
  • 38. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - Me llevó arriba a las nubes, unas nubes muy blancas. Y allí había muchos más pajaritos como él, una gatita muy bonita, dos jirafitas muy chicas, tres delfines azules y muchos animalitos más. Cuando mi pompa de jabón aterrizó en la nube todos los animalitos aplaudieron. - Te estábamos esperando -. Dijo la gatita. - ¿A mí? -. - Sí. Hemos pedido una profesora que nos enseñe a contar y el pajarito te ha traído. La madre interrumpió. - Entonces es un sueño muy bonito, no es una pesadilla. - Mamá es una pesadilla porque se me olvidó contar y todos los animalitos se quedaron desilusionados y muy tristes. - ¡Ay! que imaginación tienes hija. Ya te dijimos que eso de contar sólo lo saben hacer los números. Ni papá ni yo sabemos contar. - Pero yo sí. ¿Quieres que te cuente hasta el diez? -. Preguntó entusiasmada. 37
  • 39. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO Soltó la tostada, le enseñó los dedos de las manos y contó cada uno de sus pequeños deditos. La madre escuchó cómo decía esas cosas raras mientras tocaba cada uno de sus dedos. Al momento sonó el timbre de la puerta. La pequeña letrita terminó de comerse el pan con manteca y un gran vaso de leche. dirigieron al colegio con mamá. Una vez en la calle, el sol brillaba en lo alto, muy alto y las nubes pintadas en el cielo lo acompañaban. - Mamá mira, el cielo. Como en mi pesadilla. - Eso no es una pesadilla, eso es un sueño y no te preocupes. Pero llevas Razón, son unas nubes muy bonitas y blancas. Y 38
  • 40. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO seguramente habrá muchos pajaritos volando por esas nubes. - ¿Y estará PíoPío también? Su madre le miró y sonrió. - Claro que sí. PíoPío estará arriba con todos sus amigos, ellos también van al colegio. allá en lo alto, como si con eso pudiera imaginar quién era ese amigo. - ¿Quién es PíoPío? - - Es un amigo de mi sueño - . Es un pajarito que me acompañaba en una pompa de jabón a las nubes. - ¿Las nubes del cielo? -. Preguntó señalándolas. - Sí, las de arriba. Allí están los amigos de PíoPío, muchos animalitos que esperan que les enseñe a contar números. Su amiguita se paró en seco. - ¡¿Sabes contar números?! 39
  • 41. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - Sí. La madre se dedicó a contemplar aquella inocente conversación como si de dos personas mayores se tratara. - ¿Y dónde has aprendido a contar números? - En mis sueños. La madre hizo un ademán con la mano e intentó agudizar su oído. Su amiguita continuó. - ¿En tus sueños? ¡Qué bonito!, ¿Y cómo son esos sueños? - Me encuentro en una clase y soy - ¡Qué chupi! ¿Tú eres la profesora? ¿Y estoy yo en la clase? - No. Sólo hay letras mayúsculas y números muy grandes, además de otros signos de puntuación que no conozco. - ¿Había números en mayúsculas? - En mi sueño no hay números en mayúsculas. 40
  • 42. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO La conversación siguió hasta que giraron la esquina del edificio. Al fondo había un gran alboroto de niños entrando y jugando. La pequeña dejando a medias la conversación y salieron disparadas para ver a sus amigas. - ¡No corráis! - ¡Sí, mamá! Ni caso. Las niñas corrieron hasta entrar por las puertas del colegio. Segundos más tarde la mamá se reunió con las demás madres que comentaban en la puerta el buen día que hacía para ir a la playa, o para ir de excursión. Cuando todos los niños entraron en el colegio las puertas se cerraron. Ya dentro de clase todos ella y aguardaron a que llegara la profesora. Mientras, la niña sacó un papel y empezó a garabatear formas extrañas. Se acordó de su parche y lo sacó. 41
  • 43. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO En ese preciso instante sus amiguitos se rieron de ella. Ésta los miró a todos y una gran tristeza le inundó el corazón. - Tonta, tú no eres un capitán -. Dijo uno. - ¿Dónde está tu barco?- Preguntó otro. Su , algo regordeta, se acercó a ella muy bravucona y le quitó el parche y lo tiró al suelo. Todos se rieron; ella agachó la cabeza y buscó su parche recogiéndolo del suelo. De repente un señor alto y un poco encorvado entró por la puerta acompañado de la profesora. - -. Le señaló la maestra con el dedo. 42
  • 44. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - Ven, acompáñanos -. Le invitó aquel hombre. La letrita se levantó y salió junto con su profesora y aquel señor. - Buenos días letrita. - Buenos días señor. - ¿Qué te pasa, pequeña? Ella le enseñó su parche ya sucio. - ¿Y esto qué es? La profesora interrumpiéndolos les presentó. - unas preguntas. - ¿De mis sueños? Aquel hombre miró esos grandes ojos, rebosantes de vida. Y observó tanta inocencia, tanta bondad, que se le llenó el corazón de ternura. Era precioso contemplar esa dulzura en aquella mirada. Momentos después apareció el padre de la pequeña. 43
  • 45. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - ¡Hola papá! - Hola pequeña -. Contestó con un saludo. - La pequeña quedó con los brazos extendidos esperando el abrazo de su papa pero segundos después los bajó sin recibirlo. - La profesora y este señor te van a hacer más preguntas. - ¿De mis sueños? ¿De ser capitán?-. Preguntó ya menos entusiasmada que las anteriores veces, ya que sabía que al final de esas preguntas lo único que encontraría serían caras desconcertadas, ofuscadas y un papá muy triste. - De tus sueños y de todos los dibujos que he traído de casa. Además tu profesora ha recogido muchos de esos garabatos que haces en clase cuando no prestas atención. La pequeña calló y la media sonrisa se volatilizó. - ¿Queréis que os cuente hasta diez? Mire señor tengo un parche de pirata -. Dijo mostrándoselo de nuevo. 44
  • 46. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - Ha visto usted, señor Incógnita. Todo el día igual, números, barcos, piratas y parches. Siempre números. ¡A mí me va a dar algo con tantos números, estoy hasta el bombín! Y el bigote se me va a caer de la presión que tengo. Todos los almuerzos y cenas son iguales, de tanto escucharla se me están pegando sus manías. ¿Y sabe lo que me pasa desde hace días?, que me levanto con su voz en la cabeza diciendo: uno más uno son dos, dos y dos son cuatro y así hasta que llegó al interrumpiéndole. - ¿Cómo ha dicho usted? Repítamelo. - quedó con la boca abierta como si le hubiera ofendido. - Aquel hombre dudó y se encogió de hombros. - No, no sé lo que he dicho. Esos números bailan en mi cabeza, pero sin ningún sentido. E . La niña cantó: 45
  • 47. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - Dos y dos son cuatro, cuatro y dos son seis, seis y dos son ocho y ocho dieciséis. Incógnita dejó al padre con la boca abierta y se giró arrodillándose a la - Dime pequeña, ¿lo sabes de memoria o eres capaz de entenderlo? A ver,- le costaba trabajo articular palabra de lo nervioso que estaba -, ¿sabrías decirme cuánto son tres más cinco? - Ocho -. Dijo sin pestañear. Aquel señor tragó saliva de nuevo y, carraspeando, prosiguió. - grande, como por ejemplo el trece, ¿sabrías decirme qué números lo componen? - El uno y el tres. Mientras Incógnita seguía abordando a la letrita con preguntas, el padre y la profesora permanecían en la más absoluta ignorancia. El pasillo de aquel colegio se hizo eterno para el padre. Se quitó el bombín y unos de 46
  • 48. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO aquellos garabatos que trajo de casa se resbalaron de la mano llegando a caer en el suelo. Esto sacó de su perplejidad a Incógnita que observó cómo cayó por el rabillo del ojo. Tomó el papel, lo leyó y, negando con la cabeza, buscó como loco de dónde había caído. De un arrebato los cogió todos. - ¡Démelos todos! Y usted profesora, deme todo lo que esta niña ha escrito. - ¿Qué está pasando?- Preguntó alarmado el padre. Haciendo caso omiso a sus palabras, Incógnita miró uno a uno todos esos garabatos y de nuevo se arrodilló a la altura de la pequeña. Esta lo miró ilusionada. 47
  • 49. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - ¿Usted sabe muchos números? Usted es el capitán de un barco muy grande, ¿verdad? Incógnita le señaló con el dedo uno de sus garabatos. - Hija, ¿sabrías decirme qué es esto? - Eso es una multiplicación. - ¿Y ésto? - La división. - Bendita Igualdad -. Aquel hombre no paraba de devorar aquellos garabatos con la mirada. - Hija, ¿y esto? Presta mucha atención, ésto ¿qué es lo que es? La pequeña señaló con el dedo un grupo de números y letras. - ¿Ésto? Una ecuación. Incógnita negó con la cabeza y se frotó el pelo. La niña sonrió y volvió a mirar a su padre que la observaba muy serio. Tras esto aquel señor se levantó y conversó con su padre y la profesora. Ésta entró de inmediato en su 48
  • 50. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO clase y sacó todos los trabajos de la niña que tenía guardado de años anteriores. - ¿Qué sucede, Señor Incógnita? - ¿Me daría usted permiso para hablar con el Tribunal de las Vocales y con el Consejo del Abecedario? - Mientras esté yo presente, no habrá problema. Incógnita tomó su móvil e hizo una llamada. - Buenos días señor. Sí, sí, lo de la niña es cierto. No, para nada, no es un error. No señor, no estoy equivocado y tengo las pruebas en mi poder. ¿Sumar? este sonrió -. Y restar, y multiplicar e incluso una ecuación. No, no señor, no me burlo de usted. Sí, lo que usted crea oportuno. Señor, esto va a tomar un rumbo mucho mayor del que se esperaba. ¿Cómo que estoy borracho? ¡No insulte usted a mi inteligencia! La niña . ¿Qué letra es capaz de usted y véalo con sus propios ojos! No, no señor, el 49
  • 51. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO ignorante es usted. Yo solo soy una incógnita de un problema que la niña ha resuelto. - ¿Qué está pasando aquí? La niña abrió los brazos de par en par. - ¡Mamá, a este señor le gustan los números como a mí! ¡Es capitán! La madre alzó a la pequeña y observó al padre que, aún con su gran bigote, no pudo ocultar su vergüenza. - Venga hija, nos vamos al parque. - ¿Podemos ir a la playa a ver los barcos del mar? - Nos vamos donde tú quieras. Incógnita colgó el móvil dejando a su interlocutor con la boca abierta, y agarrando fuertemente los papeles alcanzó a la madre que bajaba las escaleras muy enojada. - ¡Por favor! Por favor, espere, espere. No se marche. Se lo ruego. La madre haciendo caso omiso de las súplicas de Incógnita continuó bajando las escaleras con paso muy firme. 50
  • 52. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - Ven hija -. Dijo mientras la agarraba de la cintura y la acomodaba a la suya. Aquel hombre llegó al último escalón como pudo y, delante de ella, le rogó: - - No se burle de ella. Es una niña. Sus cuentos y sus ilusiones son solo suyos. Nadie puede entrar dentro de su imaginación e intentar destruir lo que ella siempre ha deseado. Y si quiere ser un número que lo sea. Como si quiere ser capitán. - ¡Siiiii!¡Capitán de una nave que vuela por las estrellas! -. Exclamó la pequeña levantando un brazo. Tras el comentario sacó su parche y como pudo,se lo puso en el ojo. - No, no me burlo. Mire, mire le enseñó los números escritos en aquellos papeles garabateados -. Esto, esto es un milagro. Su hija, entiende los numeros. ¡Qué digo yo! Su hija, dentro del caos que usted y otras letras pueden llegar a ver, ve orden. Por favor, le ruego que 51
  • 53. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO me dé una oportunidad. Se lo ruego, déle una oportunidad a su hija para poder cumplir sus sueños, ser capitán. La madre vio en los ojos de aquel hombre tanta v - ¿Quién es usted? - Mi nombre es Incógnita - temblando le sacó su identificación estatal -. Me envía Eureka. - El hombre más sabio de todo el Alfabeto. - Y de todos los números. No hay persona más inteligente en este mundo que él. En el Parlamento no paran de hablar de su hija. Todos; números, letras y signos de ambos lados dudan de que su hija exista. Unos decían que era una estrategia política, otros que era una farsa. Desde que aquel doctor nos telefoneó no hay otra cosa en boca de las personas más influyente de este mundo, ¿Una letra que entiende los números? ¿Habrá algo más maravilloso que eso? La madre miró a su hija con el parche mal puesto y le preguntó: 52
  • 54. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - Hija, ¿tú quieres enseñarle a este señor y a otros muchos todo lo que sabes? - ¿Voy a ser profesora? - Sí -. Dijo la madre sonriendo. - ¿Y les voy a enseñar a todos a contar? Incógnita sonrió. - Les vas a enseñar tu sueño. 53
  • 55. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO 54
  • 56. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO EL PARLAMENTO Llegaron en un flamante coche negro. Aquel edificio era inmensamente colosal, con grandes esculturas apostadas a ambos lados. Circundándola, imponentes columnas corintias rendían culto y bienvenida a cada una de las personas que cruzaban la entrada. Una gran multitud de personas esperaban fuera del edificio observando con gran expectación cómo sería aquella letrita. ¿Rubia o morena?, ¿alta o baja?, ¿cómo iría vestida?, ¿de alta cuna o sería vulgar?, sus ojos ¿serían claros u oscuros?, ¿andaría recta, con paso firme o vacilaría a cada paso?, ¿seria preciosa o sería perfecta?, ¿cómo sería? Fueron las preguntas que durante unos minutos, en aquella complicidad de aquellos grupos formados por los más altos ideales, no se dejaban de cuestionar. El murmullo enmudeció de pronto. Un gran señor bajó del coche; el chófer. Con gran porte abrió la puerta por donde bajaría la pequeña. Asomó un 55
  • 57. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO zapato de color marrón, con unos graciosos calcetines de colores, como si dudara. Luego se mostró ante todos ellos de un salto. Su traje celeste y su camiseta rosa hacían hermoso juego, vistiéndola como si de una pequeña princesa se tratara. La niña, al bajar, les observó. Le llamaron la atención los pajaritos que, en el césped, parecían mirarla. - Mamá, ése es PíoPío. Señaló con el dedo. Su madre, que ya había bajado, sonrió y tomó rumbo a las puertas junto con su marido e Incógnita. Allí, todos aquellos que la aguardaban hasta el pasillo, le abrían paso haciendo una ligera inclinación con la cabeza y las mujeres, sonreían con una bella mirada. La gente dejó de murmurar y fue callando. Entre unas y otras personas, la pequeña letrita observaba los cuadros de las letras y números más importantes e ilustres que habían hecho cambiar el rumbo de la historia. 56
  • 58. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO La iluminación de aquel pasillo era cálida, procedía de varias grandes lámparas que colgaban del techo. Los allí presents sintieron un gran respeto y curiosidad por la Al llegar a una gran puerta esperaron. Otro gran señor muy bien uniformado les abrió la puerta y sonrió a la pequeña. Ésta le saludó con otra sonrisa mientras agitaba la mano. - Bienvenida -. Pronunció aquel hombre. - ¡Mira mamá! ¡Qué grande! -. La niña observó la sala del Parlamento -. ¡Cuántas sillas! Incógnita, que en ningún momento le había abandonado, le observó y dijo: - ¿Sabes una cosa? En todas estas sillas se sentarán personas para escucharte. - ¿A mí? -. Se señaló con el dedo. - Todos quieres que les enseñes a contar. ¿Has visto?, vas a ser la profesora de todos los números y letras de este mundo. ¿Serás capaz de hacerlo pequeña? Ella hizo un gesto afirmativo con la cabeza y comenzaron la 57
  • 59. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO marcha por una alfombra, bordada a ambos lados con números y letras, que conducía hasta el lugar que le habían preparado. Cuando llegó vio una pizarra tan grande como el bigote de su papa; a ambos lados de ésta, varias sillas para el Tribunal de las Vocales y otras tantas para los diez primeros números; una gran silla central para Eureka y, junto a ésta, otra para el señor Infinito. La sala comenzó a llenarse, pero con un gran respeto pues nadie osó hablar ni pronunciar palabra alguna.Todos tomaron sus asientos y esperaron a que Incógnita rompiera aquel silencio. La madre de la pequeña, antes de dejarla y sentarse en primera fila junto a su marido, le dio un beso y le guiñó un ojo con gesto de complicidad. - Demuéstrales cuánto vales y cuál es tu sueño, hija mía.- Dijo señalando a todos los presentes. Los ojos de aquella letrita, se abrieron de par en par. - ¿Todos van a ser mis alumnos? 58
  • 60. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO Observó a todo un Parlamento, como si de peluches se tratara, esperando a que ella, su profesora, les enseñara. 59
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  • 62. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO EL SUEÑO Incógnita hizo las presentaciones a todo el Tribunal y cuando Eureka le indicó con un movimiento de cabeza que podía comenzar, Incógnita se inclinó y dijo: - sólo para ti. Algunos dicen que es mágica, otras dicen que la hicieron las hadas de los sueños para un momento como éste. Estos señores te van a realizar diferentes preguntas y ahora nadie se va a burlar de lo que digas, hija. Demuéstrales a todo el mundo lo que sabes. Yo estaré junto a ti en todo momento, no tengas miedo. - ¡Qué tiza más bonita! Incógnita inclinó su cabeza y le sonrió. - Es tuya, para siempre. Luego se dirigió a Eureka y, asintiendo, comenzaron a preguntarle. Durante una hora aquella pequeña letrita explicó con toda su energía y a todo el Parlamento 61
  • 63. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO lo que era una suma, una resta, una multiplicación y una división. Recitó las tablas de multiplicar hasta el número doce. Mostró la forma más sencilla de hacer una raíz cuadrada. Le cómo despejarse ella misma de una ecuación (aquello desencadenó un mar de risas y júbilo en la estancia). Nadie, absolutamente nadie osó molestar a la niña. Letras mayúsculas y minúsculas, números, signos de puntuación y signos matemáticos observaron a aquella simple letrita de cuatro años explicar todo decían 62
  • 64. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO Parecía que la mano de un dios guiara esa pequeña manita que con una tiza no paraba de pintar en aquella enorme pizarra todo lo que los grandes matemáticos de su mundo le pedían. Ella seguía hablando y escribiendo. Aquella pequeña lo sentía, sentía aquellos números, sentía cómo salían de su corazón y sin darse cuenta, aquellos señores, uno a uno, desde sus respectivos y diferentes asientos, comenzaron a levantarse y pausadamente comenzaron a aplaudir, hasta que aquel parlamento se convirtió en un auditorio. Aquellos señores aplaudieron con un profundo respeto, como si de un Nóbel se tratara. La pequeña comenzó a escuchar esos aplausos y girándose observó a todos adulándola. A ella, a esa simple niña que lo único que quería era demostrar al mundo su sueño, que lo único que anhelaba era ser capitán de un barco pirata. Aquellos infantiles ojos no creían que esos aplausos fueran para ella. 63
  • 65. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO Durante unos minutos la niña se quedó perpleja con la tiza en la mano. Poco a poco se fue girando y pudo observar cómo el Tribunal de las Vocales la vitoreaba. Miró al señor Infinito que con rostro solemne y con una inclinación de cabeza le daba la enhorabuena. Luego observó a Eureka que pidió calma a aquellos señores que no paraban de halagarla. Cuando los aplausos cesaron y todos se sentaron preguntó: - Infinito, ¿tiene usted algún número para concederle a esta pequeñita eminencia? Infinito con todo el dolor de su corazón negó. - No señor, hasta el infinito están todos los números asignados. 64
  • 66. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO Un amargor sonoro fue sentido por toda la sala. Eureka pensó entonces una solución. Se iluminó su semblante, sonrió y levantándose dictaminó: - Hoy, a esta pequeña letra se le reconocerá rango de número. Desde este mismo instante tenemos un genio entre nosotros y, como no existe número para ti, tú en esencia serás un número por derecho propio. Desde hoy te llamaremos el número "e". Como si de un juez se tratara dio tres golpes sentenciando que aquello que empezó como un sueño muchos, se transformó en una realidad admirada por 65
  • 67. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO todos. En ese preciso instante su padre se levantó con el corazón henchido de satisfacción, de orgullo y sobre todo de mucho amor. Caminó, subió a su lado y se arrodilló. Su hija se giró y lo contempló con el corazón encogido. - Papá, ¿ya soy un número? - No hija, desde hoy eres MI CAPITÁN. Sacó de su bolsillo un gorro de papel y un parche de pirata, se lo puso a su hija y la cogió en brazos. Luego se giraron contemplando aquella inmensa sala que, de nuevo, se levantó para honrar el sueño con el mayor aplauso escuchado nunca. La pequeña levantando su parche guiñó a su madre, que la miraba enjugada en lágrimas. Desde aquel día la niña pudo viajar en su barco, más allá de las estrellas. 66
  • 68. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO Nota: La constante matemática e es uno de los más importantes número reales. Está considerado el número por excelencia del cálculo. Es un irracional y su valor exacto no puede ser expresado como un número finito de cifras decimales o con decimales periódicos. El número e puede ser representado como un número real en varias formas: como una serie infinita, un productoinfinito, una fracción continua o como el límite de una sucesión. e : Sin este número el hombre nunca hubiera pisado la Luna y gracias a este, el hombre, sueña con llegar más allá de las estrellas. 67
  • 69. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO 68
  • 70. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO AGRADECIMIENTOS: Este pequeño cuento no podría haber volado en su barco a través de nubes blancas, en cielos celestes y más allá de las estrellas sin la ayuda dediversas personas que confiaron en mí y en el sueño de la letrita - Bárbara Renshaw, (CEIP. Antonio Machado de Estepona), la primera persona en creer en las posibilidades del cuento. Muchas gracias. - Antonio Teruel, (IES. Universidad Laboral de Málaga), estimable amigo que me animó a la publicación de esta obra. - Marisol Narbona, (IES. Universidad Laboral de Málaga), la magnífica correctora de este relato. - Gema Ortega (Famf Cocemfe Málaga), mi mejor consejera. - Sandra Carmona (Dibujante), colaborando en la obra dándole rostro a todos y, en especial, la protagonista. , - Antonio Miguel Gómez (Facultad de Biología de Málaga), basta un comentario para que otros como yo den vida al relato. - Alfonso Díaz, por tu acertada crítica, inagotable amistad y por tu dedicación incondicial en la traducción del mismo. 69
  • 71. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO - María del Carmen Duarte (Famf Cocemfe Málaga), a veces una frase de ánimo te condiciona a comenzar cuentos como este. - Ramón García Lorenzo mismo tu fin no es ¡Qué magnífica frase amigo mío! - María del Carmen Vargas (IES Emilio Prados de Málaga), con tu sonrisa de complicidad me dejaste claro que podía entrar en los corazones más difíciles. - Y a todas aquellas personas que leyendo este pequeño relato disfrutaron de la misma manera que yo al escribirlo. Por último, debo reconocer que escribir un cuento como este se logra consumiendo parte del valioso tiempo familiar; por este motivo deseo reconocer la comprensión y el apoyo incondicional de mi esposa Rosa. 70
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  • 73. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO ¡Coloreanos! Y dí quienes somos ______________________________________ ______________________________________________ 72
  • 74. LA LETRA QUE LLEGÓ A SER UN NÚMERO _________________________ ________________________ 73