«[…] Indudablemente, esta será una de las novelas representativas de los noventa, con toda su carga de preocupaciones y expectativas sobre el futuro y juicio sobre la Historia y la Política, no sólo venezolana, sino del continente […]» (Héctor LÓPEZ)
1. SOBRE LA NOVELA «DESAHUCIADOS»
«[…] Indudablemente, esta será una de las novelas representativas de
los noventa, con toda su carga de preocupaciones y expectativas sobre el
futuro y juicio sobre la Historia y la Política, no sólo venezolana, sino
del continente […]»
Por Héctor LOPEZ
2. JIMÉNEZ URE, con Desahuciados (coedición entre «Monte Ávila
Latinoamericana» y la «Universidad de Los Andes», Caracas,
Venezuela, 1999), su última novela, logra condensar las líneas
más características y significativas de su narrativa. Lo hace, sino
en oposición de la estructura y característica de sus personajes, si
en el sentido de los objetivos que estos se plantean. Con esto,
quiero decir y significar que, siendo fiel a sí mismo o a su
escritura, ha dado un giro por acercarse más a lo social. Ya los
personajes tienen un interés y una preocupación que se integra a
las necesidades colectivas. Con eso la novela se acerca a la
parodia de un mundo político enrevesado, que busca clarificar
sus sentidos. Al mismo tiempo, nos enfrenta al mundo alucinante
de las utopías de fin de milenio. Pero, frente a esa desarticulación
de los valores humanos, donde la economía se ha tragado todas
las formas de relación y el hombre ha perdido todo el espacio de
su libertad, estos «desahuciados» conquistan su capacidad de
lucha y no se rinden hasta lograr implantar un mundo más
humano y justo, derrotando así las fuerzas más pesimistas de la
sociedad. Sin embargo, los temas recurrentes en la literatura de
JIMÉNEZ URE, están presentes. El nombrar los objetos por sus
características y funciones en una especie de anacronismo. La
referencia a una sexualidad problematizada, demostrando la tesis
de la relación entre el sexo y el poder, indagada por Michel
Foucault; pero sin olvidar la responsabilidad social y política de
la producción social de eunucos. Paródicamente, los hombres del
poder, los que no son «desahuciados» han cometido distintos
tipos de delitos, es decir, son verdaderos delincuentes que su
condena pareciera ser la de ejercer el poder. Este cambio de
perspectiva en la narrativa de JIMÉNEZ URE, que me parece
fundamental, le ha dado una dimensión distinta a toda su
producción y nos permite leer los conflictos sociales dentro de un
espacio que se aleja de lo aberrante, de lo desquiciado, de lo
3. estrictamente personal, de lo enfermo, para dejarnos frente al
espejo que nos muestra el rostro de una sociedad anarquizante,
dura, deshumanizada y deshumanizante, una sociedad que
requiere cura para distintos males, entre ellos el de la depresión.
Cito: «[…] Para tu curación, te ofrecemos sesiones de pláticas y la
opción de beber De la Miel […]»
Los XXXVI capítulos que constituyen la novela nos muestran
como un grupo de hombres y mujeres van conformando un
comando que se propone lograr la liberación de los hombres
marginados o «desahuciados de la sociedad». Debo resaltar que el
grupo pertenece a lo que podríamos llamar clase media. En esa
búsqueda enfrentan la política del régimen y soportan las
represiones del mismo, hasta que son exiliados unos y ejecutados
los otros. Los exiliados descubren una dimensión distinta de la
realidad (descubren que son eunucos y otros una concepción
sobre los derechos humanos), en una sociedad que les resulta
extraña y que terminan por dominar, hasta lograr reunir un
«ejército de liberación». Mientras eso ocurre, uno de los exiliados
es expulsado y tiene que regresar a su patria. Pero,
contrariamente a lo que se puede esperar, es bien recibido por sus
antiguos represores, hasta el punto de ser promocionado
socialmente y también termina conquistando el poder,
produciendo una revolución. Cuando llega el ejército liberador,
lo que se produce es un encuentro de hombres libres: «vivirían
emancipados de todo lo que duele, nunca de la palabra y la
acción». Se logra -así- una sociedad marcada por el principio del
placer. Cito el último párrafo de la novela: «[…] Los organismos
multiplicarían y tendrían por impulso espontáneo el hedonismo,
el placer ininterrumpido, excelso y sin la intervención de la
Moral. No habría hombres, sino seres libres: felices de una
condición natural y exenta de miedos absurdos […]» Para
terminar como las escrituras bíblicas:
4. «[…] Yo fui el que era, sería el que fui y me transformé en La Nada.
Quien tenga oídos y ojos escuchará mi voz y verá en mi muerte la suya:
el fin del sufrimiento […]»
Indudablemente, esta será una de las novelas representativas de
los noventa, con toda su carga de preocupaciones y expectativas
sobre el futuro y juicio sobre la Historia y la Política, no sólo
venezolana, sino del continente. En ella quedan al descubierto los
núcleos de la escritura de Alberto JIMÉNEZ URE, de la razón de
sus preocupaciones y la consolidación de una estética que -a lo
largo de los años y las obras- ha ido cobrando sentido y un lugar
en la narrativa nacional. No me resta más que celebrar la
aparición de esta obra que nos entrega un espejo donde mirar y
reconocer nuestro rostro social y quizás individual. Con ella,
JIMÉNEZ URE fija un espacio en el panorama de nuestra
narrativa, a pesar de los gustos y dureza de una forma de
escritura que nos lanza en el rostro una imagen que nunca
queremos ver ni reconocer, pero que también, devela fuerzas y
aspiraciones que tampoco hemos sabido ni querido explotar. Esta
novela es el otro perfil de nuestra sociedad y de nuestra
novelística; el desconocido, el oculto, el que nos inspira un poco
de temor y, al mismo tiempo, el que nos atrae con sus imágenes y
el espacio de libertad que nos ofrece.
Con esta novela, JIMÉNEZ URE nos obliga a rehacer la lectura de
la narrativa venezolana y, definitivamente, se incluye,
ineludiblemente, en ese panorama.
(En el diario El Nacional, Caracas, el 09-04-2000)