1. La crisis económica (2)
Introducción
En notas anteriores se señalaba que los aspectos más destacados de la actual crisis económica
son los siguientes:
1. La crisis que padecemos no es la consecuencia indeseada por todos de la lógica del
desarrollo de la economía capitalista. No es una crisis típica de sobreproducción
causada por la contradicción entre los intereses de los asalariados y el capital
productivo. Un factor nuevo ha aparecido: la divergencia de intereses entre la
economía productiva (fabricantes, cadenas de distribución comercial) y el capital
financiero. Si en el pasado éste último era un instrumento de la economía productiva
acelerando los ciclos de circulación del capital productivo (prestando dinero a
fabricantes distribuidores y consumidores, para agilizar la producción y venta de
mercancías), en la actualidad se ha divorciado de él y trabaja contra sus intereses
deprimiendo el consumo en todos los países, dañando así la producción fabril y el
comercio y deprimiendo el consumo.
2. Los Estados han perdido su papel redistributivo. Los políticos no pretenden gestionar
una sociedad desigual pero viable sino que son simplemente recaudadores al servicio
de los magnates financieros (el 1% de la población), aun a costa de provocar el
colapso de las sociedades occidentales “democráticas”, sin que les preocupe a dónde
llevará ese final.
3. La crisis no es un accidente causado por la prácticas deshonestas de un puñado de
especuladores, sino el resultado de un proceso largamente planeado y desarrollado.
Podríamos llamarlo una contrarrevolución oligárquica que reparte entre un puñado de
elegidos las riquezas del mundo occidental de una manera tan cínica y brutal como fue
el expolio de la riqueza de la Unión Soviética entre un puñado de oligarcas en tiempos
de Yeltsin.
4. Para sus promotores, la crisis un fin: devolver a los asalariados a las condiciones de
vida vigentes en los tiempos de la revolución industrial (releer a Dickens es en estos
momentos, algo sumamente instructivo).
2. Observaciones sobre la ideología
No faltan economistas de izquierdas analizan cometen errores graves al analizar la actual
situación. El origen de su equivocación puede encontrase en el hecho de que se atribuyen a sí
mismos o se les atribuye el calificativo de izquierdistas, siendo, como son, defensores del
sistema capitalista. La primera confusión estriba en ver nuestra sociedad no bajo el aspecto de
las relaciones económicas sino de abstractas formas políticas. Así no se suele calificar
muestra sociedad como capitalista (al igual que eran capitalistas la sociedad predemocrática
del siglo XIX y la Alemania de Hitler), sino dirán que vivimos en una sociedad democrática y
si se les indica que esa democracia no es más que no es más que una de las muchas formas
políticas que ha tomado el capitalismo; que el capitalismo es la base, lo fundamental, y que
las formas más o menos democráticas de hacer política sólo son estados provisionales que el
capitalismo se ha visto obligado a adoptar se mostrarán totalmente reacios a adoptar este
punto de vista.
Los citados economistas de izquierdas quieren ver la sociedad como algo homogéneo cuyas
partes sólo se diferenciaran entre si por cuestiones de grado. Así un capitalista sería un
trabajador que gana mucho con su trabajo y un asalariado se podría definir como un
capitalista que obtiene pocos beneficios. En esta visón social las posiciones políticas podrían
representarse en un espectro en el cual uno de los polos sería partidario de la mayor
redistribución, el gasto social posibles (la izquierda) y el otro polo partidario de la austeridad
y las privatizaciones (la derecha).
El esquema de pensamiento anterior es el que ha aceptado la alternancia en al poder entre la
izquierda (socialdemocracia) y la derecha sin que el políticas económicas llevadas a cabo por
los diferentes gobiernos se diferenciaran gran cosa. Recordemos que los grandes recortes
salariales y del Estado del bienestar que hoy nos afectan fueron puestos en práctica en
Alemania y Suecia en los años 90 por partidos socialdemócratas.
Nos encontramos en una situación en la que las tensiones sociales se recrudecerán
enormemente. Viviremos años de luchas espontáneas u organizadas en las que el modelo de
sociedad y, por tanto, el futuro de los trabajadores, estará en juego; por eso es hora de
3. devolverle a las palabras su auténtico significado que ha sido degradado por intelectuales
periodistas y políticos. La sociedad no es un todo homogéneo en el que convivan con distinto
éxito económico un trabajador y un banquero (como conviven en el mismo equipo de fútbol
un jugador del montón y una gran estrella), sino que está dividida por una gran falla que de
cuando en cuando produce terremotos (revoluciones y contrarevoluciones). Esta falla separa
los intereses irreconciliables entre asalariados y capitalistas.
Hablar de democracia en la situación actual es lo más beneficioso para los explotadores
porque impregna la conciencia de los asalariados con la idea de que todo puede arreglarse
mediante la negociación y les hace olvidar que los mismos derechos democráticos (esos que
hoy desparecen), que el mismo derecho a debatir las cuestiones sociales fue conquistado con
las más duras y sangrientas luchas.
Si queremos dar a una cosa su definición más justa es necesario que atendamos a sus
cualidades permanentes y no a sus propiedades accidentales. De una mesa, no diremos que es
un objeto marrón de tamaño medio, sino que es un mueble en torno al cual nos sentamos para
comer conversar o trabajar y que accidentalmente puede ser marrón (hasta que no lo pintemos
de verde). De forma análoga no podemos decir que nuestra sociedad sea democrática sino
capitalista. La democracia es simplemente el color del que estaba pintada. El color se ha
desvaído con el tiempo y ahora la están repintando (contra nuestra voluntad y de un color que
no nos gusta).
Vivimos en una sociedad fracturada, como no puede dejar de serlo la capitalista. Esa
conciencia es la que debe servirnos de guía para devolver las palabras izquierda y derecha su
auténtico significado. Es de izquierdas quien se opone al capitalismo y de derechas quien lo
defiende. Todo lo demás es como definir la mesa por el color.
Errores en el análisis de la situación
El primer gran error es pensar que la crisis que sufrimos es económica. Si así lo fuera podría
solucionarse con medidas económicas o esperar que se resolviera por sí misma. La verdad es
otra. Estamos ante una contrarrevolución política. Los políticos son una élite corrupta al
servicio de la oligarquía y nos llevarán a donde ésta quiera. España es el ejemplo más
4. evidente. Zapatero pierde el poder los recortes del Estado del bienestar que los votantes no
aceptan. Rajoy gana las elecciones prometiendo acabar con los recortes y en cinco meses de
mandato ha ido mucho más lejos que su predecesor sin que su gobierno parezca próximo a
caer. Ahora bien, en una situación en la los gobernantes no se consideran obligados por sus
programas electorales y en la que los ciudadanos no pueden hacer otra cosa que esperar a la
siguiente convocatoria de elecciones para votar a otro gobierno igualmente irresponsable, la
palabra “democracia” es un sarcasmo. En cualquier caso, esta ficción no puede durar y, ante
las protestas ciudadanas el Estado se hará cada vez más autoritario. Muchos sectores de las
clases medias verán este proceso con agrado pues confundirán el autoritarismo con la
capacidad de los gobiernos para actuar de forma autónoma y poner fin a la crisis, cuando en
realidad solo muestra la sujeción de los gobiernos a la oligarquía y su voluntad de imponer los
intereses de ésta por cualquier medio. Así nacieron los fascismos pero esta vez (y a pesar de
los éxitos de los partidos nacionalistas y xenófobos), no hará falta un fascismo clásico pues no
hay enemigo a vencer como lo hubo en los años treinta. Si la clase obrera no lucha, no es
necesario disparar sobre ella ni prohibir sus inocuas organizaciones. De una manera
“democrática” se la reducirá a la miseria. Las formas que el autoritarismo tome dependerán de
la intensidad de la respuesta de los asalariados al desmantelamiento del estado del bienestar,
siendo lo más probable que en el futuro inmediato el autoritarismo se caracterice por un
mayor severidad del código y los procesos penales, un aumento de la represión policial ante
cualquier tipo de protesta y la exacerbación de la propaganda pro-oligárquica por parte de los
medios de comunicación. Si surgieran potentes formas organizadas de lucha obrera, entonces
sí sería real el peligro de que aparecieran nuevas formas de fascismo.
Hay momentos en los que la historia se acelera y éste es uno de ellos. Con “aceleración de la
historia” se quiere aludir a tiempos en los que se producen acontecimientos inesperados que
dan lugar a procesos muy rápidos de transformación social. Desgraciadamente estos cambios
han cogido a los asalariados material e ideológicamente indefensos por lo que sólo es
previsible un proceso de degradación y desintegración social sin un aumento de la lucha de
los trabajadores que puedan revertir la situación. Sólo una cosa es segura: el mundo como era
antes del 2007 ha desaparecido para siempre.
Una crisis económica “clásica” empieza un incremento de la oferta por encima de las
posibilidades de demanda. La situación actual es diferente. No ha sido la insuficiencia de la
demanda la que ha producido la crisis sino que ha ocurrido al contrario. Las medidas de
5. austeridad han dejado a los consumidores sin poder de compra. Como a pesar de la caótica
situación económica los oligarcas siguen aumentando sus beneficios, los políticos en sus
puestos de mando, si la planeada depauperización de las clases asalariadas no en cuentra una
respuesta de masas todo seguirá en una espiral descendente. No hay soluciones puramente
económicas a esta crisis, sólo políticas; pero los cambios políticos que pudieran solucionarla
serían de una tal profundidad que, por el momento, son impensables.
El segundo error consiste en sostener que en España, en Alemania o en Europa se está
haciendo una política económica equivocada. No se está haciendo una política económica
equivocada por que no se está haciendo ninguna política económica en absoluto. Los políticos
se limitan a presentar supuestos hechos económicos y “sacrificios necesarios” para hacerles
frente. Un ejemplo de ello es el diferencial de prima de riesgo que el gobierno español utiliza
como pretexto para los recortes. Pero ¿por qué llamar a la prima de riesgo un hecho supuesto?
Por la misma razón por la que podemos llamar a una estafa un acuerdo supuesto entre
estafador y estafado. La subida o la bajada de la prima de riesgo no es el efecto de ninguna
causa objetiva sino la libre decisión de un número limitadísimo de personas que persiguen un
fin político: la reducción de los salarios y el aumento del tiempo de trabajo semanal a más de
sesenta horas. Debemos recordar que los intentos de degradar las condiciones de trabajo en
Comunidad Europea son anteriores a la crisis. La directiva Bolkenstein cuyo objetivo era
asimilar las condiciones laborales de los países de la Europa Occidental a las de los Países del
Este aumentando entre otras cosas el trabajo semanal a más se sesenta horas, data del 2004.
Naturalmente, esto no podía hacerse con el consentimiento de los asalariados, se han
aprovechado las turbulencias económicas producidas por la quiebra del Lemans Brother, para
imponer los objetivos de la mencionada directiva. (La semana de 60 horas ha sido ya exigida
a los trabajadores griegos.)
La quiebra del Lehman Brother y el problema de las hipotecas sub-prime no hubiera sido más
que un problema económico que se habría superado en un año al máximo sino se hubiera
decidido utilizar la situación para acabar con el Estado del Bienestar.
Tercer error: la UE, no sigue la misma política económica que USA pro torpeza de sus
dirigentes. A este respecto debemos darnos cuenta de que el empeoramiento de las
condiciones de trabajo que se planea en Europa está hace muchos años en pleno
funcionamiento en USA, donde efectivamente hay despido libre sin indemnización alguna, se
6. trabajan seis días a la semana, no hay un sistema universal de asistencia sanitaria ni de
pensiones y las vacaciones anuales suelen ser de una semana. En los Estados Unidos no se
pretende quitar a los trabajadores lo que no tienen y en Europa sí. Por eso la Unión Europea
sí; por eso la Unión Europea recurre a la austeridad de una manera que, por el momento no es
útil en Estados Unidos.
El cuarto error consiste en atribuir a un grupo de financieros especuladores sin escrúpulos el
estallido de la crisis. Esto es cierto en alguna medida, pero se pasa por alto que esos
especuladores no son una aberración del sistema del que éste podría liberarse. Por el contrario
ellos son el sistema y liberarse de ellos no sería más fácil que liberar a la sociedad del
capitalismo.
En los años ochenta y noventa, surgió (con el beneplácito de los sindicatos), una nueva capa
social compuesta por dos grupos íntimamente fundidos entre sí: los gestores de empresa y los
políticos profesionales. La identificación de estos grupos es tal que quienes desempeñan
cargos políticos tienen un pasado profesional en las empresas y una vez acabada su etapa en la
vida pública vuelven a la gran empresa en cargos directivos. Ésta es la capa parasitaria
productora de la crisis y a la que, asombrosamente, se ha confiado su gestión. Bastará con
mencionar que Luis de Guindos era el hombre de la Lehman Brother en España y que Mario
Draghi, pasó de su puesto de ministro del gobierno italiano a directivo de la Goldman –
Sachs, para pasar a continuación a presidente del Banco Central Europeo. Naturalmente estos
individuos trabajan para su propio beneficio que está en total contradicción con los intereses
del resto de la sociedad excepto del de los verdaderos amos: esa oligarquía (el 1% de la
población que tanto provecho esta obteniendo de la crisis. La crisis es “su idea de negocio” y
seguirán con él hasta que no se los obligue a dejarlo algo que difícilmente se alcanzará
utilizando buenas razones y argumentos.
El quinto error consiste en confundir la economía y la física, tomando ésta como paradigma
de las ciencias de la naturaleza. La totalidad de los economistas de izquierdas en cuantían el
origen de la crisis en la ideología neoconservadora, señalando el carácter profundamente
erróneo y destructivo de las teorías de Milton Friedman. Dichos economistas razonan como si
los procesos político – económicos fueran similares a los experimentos del CERN. En física
las teorías preceden a sus aplicaciones y no son independientes de ellas. Primero se formula
una teoría puramente matemática para desarrollar otra ya existente o hacerla más potente.
7. Posteriormente se intenta su confirmación experimental para, el fin, pensar en la aplicación
tecnológica de los resultados. Cuando los políticos intervienen en la economía actúan de
forma totalmente diferente. Primero definen sus objetivos (reducir la participación de las
rentas del trabajo, par señalar el más eminente), luego calculan si el clima social permitirá
avanzar hacia ese objetivo y sólo entonces recurren a una teoría económica para justificar lo
que han hecho sin importarles que los hechos desmienten la teoría siempre que la puedan usar
demagógicamente como coartada. Cuando un premio Nobel como Krugman se asombra de
que los gobiernos insistan en las políticas de austeridad cuando los hechos han demostrado
sus efectos nocivos hay que admirar su ingenuidad. Los gobiernos no están utilizando con
buena voluntad una teoría equivocada, sino que persiguen tenazmente sus objetivos (una
gigantesca transferencia de capital desde los bolsillos de los trabajadores a los de los
oligarcas. Como puedan explicar este expolio es simplemente una muestra de cinismo que
toma la apariencia de una teoría porque siempre hay un sinvergüenza, como el mismo
Friedman, dispuesto a proporcionarles una coartada ideológica con el disfraz de una teoría.
No hay una idea (teoría económica) por absurda que sea y refutada que esté que no puedan
utilizar. Así la famosa idea neoliberal del “goteo” según la cual cuando más rica fuera la capa
superior de la sociedad más dinero derramaría sobre el conjunto de la sociedad. Se pasaba por
alto con el mayor cinismo que para que se enriqueciera aún más a los más ricos, todo un río
de dinero debía encauzarse de los bolsillos de los trabajadores al de los magnates, frente al
cual lo que pudiera gotear de estos últimos carecía de importancia. Se nos cuenta ahora que
cuanto más fácil sea el despido más empleo habrá. Esto no es una idea económica equivocada
sino una tomadura de pelo. Combatirla con debates académicos es darle el estatus que no
tiene. El de teoría económica, esto es, tomarla en serio. Al hacerlo así, los economistas de
izquierda están lavando la cara a los políticos al servicio de la oligarquía. No los trata como lo
que son: auténticos ganster sino como gestores que desgraciadamente siguen una teoría
errónea.
El sexto y más grave de todos los errores consiste en pensar que existe algo a lo que podemos
llamar ciencia económica con un objeto diferenciado y sólido como los minerales son objeto
de la geología. La realidad económica es solamente una expresión de las relaciones de las
clases sociales antagónicas en un momento determinado. Si Clausewitz decía que la guerra es
la continuación de la política por otras medios puede parafrasearselo y afirmar que la
economía es la continuación de las lucha de clases con otra retórica.
8. Lo fundamental de esos errores es que sólo confunden a los trabajadores cuando estos caen el
la pasividad y se aíslan de los compañeros con los que comparten el mismo destino. Un vez
empezada la lucha, por limitada que esta sea, por modestos que sean sus objetivos, los errores
mencionados se disuelven como un terrón de azúcar. Esto marca la exigencias del momento.
No es la hora de entablar debates académicos sino la de empezar a luchar contra quienes nos
quieren arrancar los medios para llevar una vida mínimamente digna