El documento describe los orígenes del chocolate en las culturas precolombinas como los olmecas, mayas y aztecas, quienes lo consideraban un alimento casi sagrado y un néctar que se ofrecía a los dioses. Solo las élites podían consumir el chocolate en ese entonces. Más tarde, fueron los misioneros jesuitas, no los exploradores, quienes llevaron el chocolate por primera vez de América a España, Italia y Francia a través de conventos y monasterios.