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(Sep. 02) Las adivinanzas como recurso lúdico
FERNANDO CARRATALÁ TERUEL

                              Las adivinanzas como recurso lúdico para desarrollar el
pensamiento infantil y comprobar el nivel de comprensión del significado de las palabras.




         La adivinanza es un juego verbal por medio del cual, y a partir de cierta información -formulada
generalmente en verso-, se llega a descubrir el nombre de un determinado ser. (El DRAE identifica
adivinanza, en su segunda acepción, con acertijo; y este vocablo, en su primera acepción, con enigma,
reconociendo que “se propone como pasatiempo”. La entrada enigma, en su primera acepción, presenta
esta definición: “Dicho o conjunto de palabras de sentido artificiosamente encubierto para que sea difícil
entenderlo o interpretarlo”).

En ocasiones, la adivinanza ya contiene la respuesta, y basta con estar atentos a los sonidos que se oyen
para, recombinándolos de otra forma, encontrar la solución. El nombre técnico de este recurso retórico es el
de calambur: “Agrupación de las sílabas de una o más palabras de tal manera que se altera totalmente el
significado de estas; por ejemplo: plátano es/plata no es” (DRAE). Por ejemplo:
Oro parece,
plata no es,
y acertarlo
muy fácil es.
(Solución: el plátano)

Por un camino estrechito
va caminando un bichito.
El nombre del bicho
ya os lo tengo dicho.
(Solución: la vaca)

Otras veces, la información de la que se parte debe contener las cualidades más características del objeto
en cuestión, así como las circunstancias que deben servir para identificarlo. Por ejemplo:

Verde me criaron,
rubio me cortaron,
prieto me molieron,
blanco me amasaron.
(Solución: la espiga de trigo)

Treinta y dos sillitas blancas
en un viejo comedor,
y una vieja parlanchina
que las pisa sin temor.
(Solución: la boca)

La “falsa adivinanza”, de Gianni Rodari

En su célebre libro Gramática de la fantasía (Gianni Rodari: Gramática de la fantasía. Introducción al arte
de inventar historias. Barcelona, Ferrán Pellissa, editor; 1979. Capítulo 14, págs. 60-61), Rodari “inventa” lo
que él llama la “falsa adivinanza”, en la que la atención del oyente se desvía sobre un “aut aut” totalmente
arbitrario, representado por dos “porqués”; y para encontrar la respuesta justa no basta sólo con recurrir a
la atención, sino que es necesario, además, realizar un pequeño ejercicio lógico. Por ejemplo:

Un señor llamado Nicanor
fue a África y sintió calor.
Se pregunta: ¿sentía un calor angustioso
porque había nacido en El Toboso
o porque se llamaba Nicanor?

(Respuesta: El señor Nicanor tenía calor porque estaba en África, lugar por antonomasia de las altas
temperaturas).

Un hortelano un poco tontillo
sembró en su huerto la palabra pepinillo.
Una respuesta ahora yo os pido:
¿qué crecieron, palabras o pepinillos?
(Respuesta: No creció nada; porque para hacer crecer pepinillos son necesarias semillas de pepinillo; y las
palabras no crecen en los huertos).

quot;En este ejemplo -señala Rodari- la respuesta no está contenida explícitamente en los versos, excepto por
el indicio que nos ofrece el verbo crecer. El trabajo de deducción es más complejo que en el otro ejemplo.
Pero la forma es la misma: consiste en la negación de un falso aut aut”. (Ibídem, p. 61).

Piensa Rodari que es este un ejercicio muy educativo, “porque muchas veces en la vida, para encontrar la
respuesta justa, es necesario saber escaparse de falsas alternativas”. ( Íbidem, p. 61).

Instrucciones para la construcción de una adivinanza

Para que las adivinanzas sean algo más que un simple pasatiempo y puedan usarse como recurso didáctico
para aumentar la competencia léxica de los alumnos, es conveniente que ellos mismos las construyan,
siempre bajo la supervisión del docente. El siguiente proceso muestra una posible manera de construir una
adivinanza.

    1.   Una vez elegido el objeto que haya de adivinarse, observar las cualidades que mejor lo
         caracterizan y sirven de base a su definición, seleccionando al menos dos o tres de dichas
         características, a las que necesariamente se aludirá, de manera clara, en la adivinanza.
    2.   Encontrar las palabras más precisas y apropiadas que expresan esas características y, en general,
         cuantas circunstancias pueden constituir un buen camino para llegar a adivinar el nombre del
         objeto en cuestión.
    3.   Formular la adivinanza con el menor número posible de palabras, limitando, así la longitud de las
         frases; y, a ser posible, recurrir mejor al verso que a la prosa, y procurando emplear las palabras
         -insistimos una vez más- con la mayor propiedad.
    4.   Proponer la adivinanza a los compañeros y, si éstos encuentran dificultades para resolverla,
         ofrecerles algunas pistas que les faciliten el hallazgo, por sí mismos, de la solución.
    5.   Si la solución hallada no es la que sirvió de base para formular la adivinanza, deben discutirse los
         razonamientos que condujeron a los compañeros a una solución distinta de la prevista.



Bibliografía

El nombre de Carmen Bravo-Villasante aparece vinculado al mundo del folklore infantil; y son muchas sus
publicaciones en las que ha recogido adivinanzas. Por citar algunas, recordamos las siguientes: Una, dola,
tela, catola (1977), Adivina, adivinanza (1978), China, china, capuchina (1981), etc., etc.

Gran cantidad de adivinanzas pueden encontrarse en la obra de José Luis Gárfer y Concha Fernández
titulada Adivinancero popular español, y publicada por Taurus ediciones en la Colección Temas de España
(volúmenes 137 y 138).

Y uno de los últimos libros publicados sobre el tema es el titulado Las mejores adivinanzas, de Belén
Bermejo Meléndez (Madrid, LIBSA, 2002).

Actividades

1. Proponer la correspondiente solución para cada una de estas adivinanzas:

Entro por el mar
y salgo por la garita.
¿Quién soy?

Este banco está ocupado
por un padre y por un hijo.
El nombre del padre es Juan
y el del hijo te lo he dicho.

Tengo cabeza redonda,
sin nariz, ojos ni frente,
y mi cuerpo se compone
tan solo de blancos dientes.

Verde fue mi nacimiento,
negra fue mi mocedad,
y ahora me visten de blanco
para llevarme a quemar.

2. Siguiendo las instrucciones reproducidas con anterioridad, construir adivinanzas que tengan como
respuesta, respectivamente, la clase, el borrador y la papelera.

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  • 1. (Sep. 02) Las adivinanzas como recurso lúdico FERNANDO CARRATALÁ TERUEL Las adivinanzas como recurso lúdico para desarrollar el pensamiento infantil y comprobar el nivel de comprensión del significado de las palabras. La adivinanza es un juego verbal por medio del cual, y a partir de cierta información -formulada generalmente en verso-, se llega a descubrir el nombre de un determinado ser. (El DRAE identifica adivinanza, en su segunda acepción, con acertijo; y este vocablo, en su primera acepción, con enigma, reconociendo que “se propone como pasatiempo”. La entrada enigma, en su primera acepción, presenta esta definición: “Dicho o conjunto de palabras de sentido artificiosamente encubierto para que sea difícil entenderlo o interpretarlo”). En ocasiones, la adivinanza ya contiene la respuesta, y basta con estar atentos a los sonidos que se oyen para, recombinándolos de otra forma, encontrar la solución. El nombre técnico de este recurso retórico es el de calambur: “Agrupación de las sílabas de una o más palabras de tal manera que se altera totalmente el significado de estas; por ejemplo: plátano es/plata no es” (DRAE). Por ejemplo: Oro parece, plata no es, y acertarlo muy fácil es. (Solución: el plátano) Por un camino estrechito va caminando un bichito. El nombre del bicho ya os lo tengo dicho. (Solución: la vaca) Otras veces, la información de la que se parte debe contener las cualidades más características del objeto en cuestión, así como las circunstancias que deben servir para identificarlo. Por ejemplo: Verde me criaron, rubio me cortaron, prieto me molieron, blanco me amasaron. (Solución: la espiga de trigo) Treinta y dos sillitas blancas en un viejo comedor, y una vieja parlanchina que las pisa sin temor. (Solución: la boca) La “falsa adivinanza”, de Gianni Rodari En su célebre libro Gramática de la fantasía (Gianni Rodari: Gramática de la fantasía. Introducción al arte de inventar historias. Barcelona, Ferrán Pellissa, editor; 1979. Capítulo 14, págs. 60-61), Rodari “inventa” lo que él llama la “falsa adivinanza”, en la que la atención del oyente se desvía sobre un “aut aut” totalmente arbitrario, representado por dos “porqués”; y para encontrar la respuesta justa no basta sólo con recurrir a la atención, sino que es necesario, además, realizar un pequeño ejercicio lógico. Por ejemplo: Un señor llamado Nicanor fue a África y sintió calor. Se pregunta: ¿sentía un calor angustioso porque había nacido en El Toboso o porque se llamaba Nicanor? (Respuesta: El señor Nicanor tenía calor porque estaba en África, lugar por antonomasia de las altas temperaturas). Un hortelano un poco tontillo sembró en su huerto la palabra pepinillo. Una respuesta ahora yo os pido: ¿qué crecieron, palabras o pepinillos?
  • 2. (Respuesta: No creció nada; porque para hacer crecer pepinillos son necesarias semillas de pepinillo; y las palabras no crecen en los huertos). quot;En este ejemplo -señala Rodari- la respuesta no está contenida explícitamente en los versos, excepto por el indicio que nos ofrece el verbo crecer. El trabajo de deducción es más complejo que en el otro ejemplo. Pero la forma es la misma: consiste en la negación de un falso aut aut”. (Ibídem, p. 61). Piensa Rodari que es este un ejercicio muy educativo, “porque muchas veces en la vida, para encontrar la respuesta justa, es necesario saber escaparse de falsas alternativas”. ( Íbidem, p. 61). Instrucciones para la construcción de una adivinanza Para que las adivinanzas sean algo más que un simple pasatiempo y puedan usarse como recurso didáctico para aumentar la competencia léxica de los alumnos, es conveniente que ellos mismos las construyan, siempre bajo la supervisión del docente. El siguiente proceso muestra una posible manera de construir una adivinanza. 1. Una vez elegido el objeto que haya de adivinarse, observar las cualidades que mejor lo caracterizan y sirven de base a su definición, seleccionando al menos dos o tres de dichas características, a las que necesariamente se aludirá, de manera clara, en la adivinanza. 2. Encontrar las palabras más precisas y apropiadas que expresan esas características y, en general, cuantas circunstancias pueden constituir un buen camino para llegar a adivinar el nombre del objeto en cuestión. 3. Formular la adivinanza con el menor número posible de palabras, limitando, así la longitud de las frases; y, a ser posible, recurrir mejor al verso que a la prosa, y procurando emplear las palabras -insistimos una vez más- con la mayor propiedad. 4. Proponer la adivinanza a los compañeros y, si éstos encuentran dificultades para resolverla, ofrecerles algunas pistas que les faciliten el hallazgo, por sí mismos, de la solución. 5. Si la solución hallada no es la que sirvió de base para formular la adivinanza, deben discutirse los razonamientos que condujeron a los compañeros a una solución distinta de la prevista. Bibliografía El nombre de Carmen Bravo-Villasante aparece vinculado al mundo del folklore infantil; y son muchas sus publicaciones en las que ha recogido adivinanzas. Por citar algunas, recordamos las siguientes: Una, dola, tela, catola (1977), Adivina, adivinanza (1978), China, china, capuchina (1981), etc., etc. Gran cantidad de adivinanzas pueden encontrarse en la obra de José Luis Gárfer y Concha Fernández titulada Adivinancero popular español, y publicada por Taurus ediciones en la Colección Temas de España (volúmenes 137 y 138). Y uno de los últimos libros publicados sobre el tema es el titulado Las mejores adivinanzas, de Belén Bermejo Meléndez (Madrid, LIBSA, 2002). Actividades 1. Proponer la correspondiente solución para cada una de estas adivinanzas: Entro por el mar y salgo por la garita. ¿Quién soy? Este banco está ocupado por un padre y por un hijo. El nombre del padre es Juan y el del hijo te lo he dicho. Tengo cabeza redonda, sin nariz, ojos ni frente, y mi cuerpo se compone tan solo de blancos dientes. Verde fue mi nacimiento, negra fue mi mocedad, y ahora me visten de blanco para llevarme a quemar. 2. Siguiendo las instrucciones reproducidas con anterioridad, construir adivinanzas que tengan como respuesta, respectivamente, la clase, el borrador y la papelera.