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La Posciencia
El conocimiento científico en las
postrimerías de la modernidad
Esther Díaz
(editora)
Editorial Biblos
Buenos Aires, 2000
Este material se utiliza con fines
exclusivamente didácticos
2
ÍNDICE
SE IMPONE UNA ACLARACIÓN .......................................................................................................... 11
I. CONOCIMIENTO, INVESTIGACIÓN, PROGRESO E HISTORIA DE LA CIENCIA
El conocimiento como tecnología de poder, por Esther Díaz ............................................................... 15
1. Gris es toda teoría, 15; 2. ¿Qué es la posciencia?, 18; 3. En el principio no fue el logos,
22; 4. Los siglos medios y el antropocentrismo, 27; 5. El proyecto moderno, 29; 6. Dispositivos
de saber poder, 32
Verdad e historicidad. El conocimiento científico y sus fracturas, por Rubén H. Pardo ..................... 37
1. El conocimiento científico: doble sentido y doble origen, 37; 1.1. "Ciencia" en sentido
amplio: un concepto epocal, 42; 2. El proyecto filosófico de la modernidad: razón, verdad y
objetividad, 52; 2.1. Los fundamentos filosóficos de la ciencia moderna, 52; 2.2. "Ciencia" y
“progreso”: la aparición de las ciencias sociales y la clasificación de la ciencia, 56; 2.3.
Facticidad y validación: la relación entre la ciencia y lo histórico, 58
Investigación básica, tecnología y sociedad. Kuhn y Foucault, por Esther Díaz ................................. 63
1. Investigación científico-tecnológica, 64; 2. El progreso científico en Kuhn, 68; 3.
La racionalidad en Foucault, 74; 4. Kuhn y los paradigmas, Foucault y las epistemes, 77
II. CIENCIAS FORMALES Y CIENCIAS FÁCTICAS
Las ciencias formales en la era posmoderna, por Silvia Rivera ........................................................... 83
1. Los comienzos griegos de las ciencias formales, 85; 2. El carácter formal de la lógica, 90; 3.El
objeto de estudio de la lógica, 92; 4. Las estructuras lógicas fundamentales, 94; 4.1 Términos
y proposiciones, 94; 4.2. Razonamientos, 102; 5. Tipos de inferencias, 106; 6. Lógica y ciencia,
108; 7. Hacia la antropologización de la lógica y la matemática, 111
Los métodos de validación en ciencias naturales, por Eduardo Laso ................................................ 115
1. Inducciones y deducciones, 119; 2. El método inductivo, 122; 2.1. Criticas y problemas del
método, 126; 3. Los métodos deductivistas, 131; 3.1. Método hipotético-deductivo, 131; 3.2.
La corrección falsacionista, 137; 3.3. El criterio de demarcación en ciencia, 140; 3.4.
La evolución crítica de las teorías científicas, 142; 3.5. La preferencia entre teorías y el
valor del error, 143; 3.6. Críticas y problemas del falsacionismo, 145
Aportes de la metodología a la reflexión epistemológica, por Juan Samaja ...................................... 151
1. Los modos del método: descubrimiento-justificación, 151; 2. El objeto de la metodología
como disciplina científica, 154:3. Métodos para fijar creencias, 156; 4. Estratificación de los
métodos: "pasos para una «geología» del espíritu", 163; 4.1. El estrato de la tenacidad,
166; 4.2. El estrato de la autoridad, 168; 4.3. El estrato de la metafísica, 169; 4.4.
El estrato de la ciencia o pragmática, 172; 5. Para un balance prematuro, 177
III. CRÍTICAS A LA CONCEPCIÓN MODERNA DE LA CIENCIA
Nietzsche y el redescubrimiento de la historicidad, por Rubén H. Pardo .......................................... 183
1. La ciencia como metafísica y nihilismo, 183; 2. Perspectivismo
e interpretación: la verdad como configuración histórica, 189; 3. Laberintos y
encrucijadas, 193
Una visión crítica de la ciencia y de la técnica a partir del problema del método,
por Mónica Giardina........................................................................................................................... 197
1. Un controvertido experimento, 197; 2. El método matemático-experimental moderno,
3
199; 2.1. El experimento, 201; 2.2. Lo matemático y el cálculo, 203; 3. Galileo y Descartes.
La relación entre el método y la verdad, 229; 4. Método y técnica, 208; 5.
La crítica filosófica de la ciencia, 211; 5.1. La relación entre la ciencia moderna y la metafísica
de la subjetividad, 212; 6. Ciencia, técnica y arte en la visión de Martin Heidegger, 214
IV. LAS CIENCIAS SOCIALES
El objeto de estudio en las ciencias sociales, por Susana de Luque ......................................................... 221
1. El objeto de estudio de la sociología, 221; 2. Antecedentes de las ciencias sociales: Hobbes
y el naturalismo, 223; 3. La teoría social en el siglo XIX: el paradigma positivista, 227; 3.1.
Auguste Comte, 227; 3.2. Émile Durkheim, 229; 4. La influencia del historicismo, 231; 4.1.
Karl Marx: una perspectiva del materialismo histórico, 232; 4.2. Max Weber: la
propuesta del comprensivismo, 233; 5. El siglo XX, 235: 5.1. La teoría empírica ortodoxa,
236; 5.2. La epistemología y la teoría social de Pierre Bourdieu, 238
La problemática de las humanidades y la hermenéutica, por Enrique Moralejo ..................................... 245
1. El siglo XVIII y el predominio del espíritu analítico, 247; 2. Una temprana reacción
historicista: Giammbattista Vico, 249; 3. La hermenéutica: los orígenes, 252; 4. La universalización
de la hermenéutica en Dilthey, 254; 4.1. Vida, expresión y comprensión, 256; 4.2. Vivencia,
estructura y significado, 257; 4.3. Las objetivaciones en la sociedad y en la historia, 259; 5.
El giro hermenéutico en el pensamiento contemporáneo, 260
Una perspectiva sobre la epistemología francesa, por María Cristina Gracia ........................................ 265
1. La influencia de Gastón Bachelard, 265; 1.1. Obstáculo epistemológico, 265: 1.2.
Grados de vigilancia, 267; 1.3. El racionalismo aplicado, 268; 2. La propuesta epistemológica
de Pierre Bourdieu, 269; 2.1. La ruptura, 270; 2.2. La construcción del objeto, 272; 2.3.
El racionalismo aplicado en la interpretación de Bourdieu, 275
V. APLICACIONES EPISTEMOLÓGICAS AL CAMPO DE
LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Cerca de la revolución: la biología en el siglo XXI, por Antonio Gutiérrez ............................................ 281
1. Kuhn y la posciencia, 283; 2. Gould y el posdarwinismo, 287; 2.1. La naturaleza
premoderna: el destino, 289; 2.2. La naturaleza en la modernidad: el progreso, 291; 2.3.
La naturaleza pos moderna: la incertidumbre, 295
Psicoanálisis y epistemología, por Eduardo Laso .................................................................................... 303
1. La concepción heredada y el psicoanálisis, 303; 1.1. La critica positivista al psicoanálisis,
304; 1.2. La asimilación del psicoanálisis al método hipotético-deductivo, 306; 1.3.
La crítica falsacionista a Freud, 309; 2. Louis Althusser y la ruptura epistemológica del
psicoanálisis, 311; 3. Michel Foucault y la instauración de discursividad, 318; 4. ¿Qué es una
ciencia que incluya al psicoanálisis?, 322; 4.1. La inversión lacaniana, 322; 4.2. Ciencias
conjeturales, 324
Ernesto Laclau: una nueva lógica de las relaciones sociales, por Silvia Rivera........................................ 329
1. Desconstrucción y pragmatismo, 330; 2. La perspectiva posmarxista, 333; 3. Características
de las relaciones sociales, 336; 4. Dislocación y libertad, 339; 5. La expansión de lo político,
342; 6. La radicalización de la democracia, 344.
VI. LOS CONTEXTOS CIENTÍFICOS, LA ÉTICA Y EL DESEO
El problema de la neutralidad en la ciencia y en la técnica, por Mónica Giardina.................................... 349
1. La relación entre las ciencias y el pensar. El límite de la perspectiva relativista, 357; 2.
El pensamiento débil y la relación entre ciencia, arte y verdad, 360; 3. Pensar meditativo
4
y pensar calculador. La filosofía y la ciencia, 365
La actividad científica y su insoportable carga ética, por Esther Díaz y Silvia Rivera ............................ 369
1. Una necesidad ética, 369; 2. Crítica a los dos contextos tradicionales, 371; 3. Los cuatro
contextos de la actividad científica, 374; 4. Las condiciones histórico-éticas de la ciencia, 378
La ciencia después de la ciencia, por Esther Díaz .................................................................................... 383
1. La angustia corroe el alma, 385; 2. Los alquimistas y su búsqueda insaciable, 387; 3. Todo lo
sólido se desvanece, 390; 4. El medio es el deseo, 392
Bibliografía ............................................................................................................................................... 397
Índice de autores ....................................................................................................................................... 405
5
IV. LAS CIENCIAS SOCIALES
EL OBJETO DE ESTUDIO EN LAS CIENCIAS SOCIALES
Susana de Luque
1. El objeto de estudio de la sociología
En verdad, no existe en la historia de la sociología, ni en la actualidad, un consenso unánime entre
los científicos sociales acerca de la definición de cuál es el objeto de estudio de esta disciplina. Más allá de la
vaga categoría de "lo social", las distintas perspectivas teóricas parten de supuestos y concepciones
diferentes sobre cuál es su objeto de estudio y cuál es la mejor forma de abordarlo. Esta falta de consenso
acerca del objeto y las metodologías para estudiarlo que se da en la sociología puede también hacerse
extensiva a otras disciplinas sociales o humanísticas.
Las características más peculiares del hombre y que lo diferencian de otros objetos científicos –
animales, partículas, plantas, entre otros– son su cultura, su lenguaje, su capacidad de pensamiento racional,
la posibilidad de tomar decisiones, las manifestaciones de su inconsciente, sus valores. Las particularidades
que el estudio de la actividad humana ha presentado a los investigadores se relacionan con:
– el tema de los valores como rasgo irreductible y constitutivo de las acciones de los hombres (la
ciencia empírica se ha apoyado en una distinción entre hechos y valores con el objetivo de aislar
estos últimos para conseguir "neutralidad valorativa"). Por otra parte, también el investigador debe
tener en cuenta el conjunto de valores que pone en juego cuando realiza una investigación;
– la impredecibilidad de la conducta humana (que, en tanto depende de la voluntad, es libre);
– la dificultad de experimentación (conflictos éticos respecto de la manipulación de personas);
– la historicidad del hombre;
– su sociabilidad, su cultura, las manifestaciones de su inconsciente, y
– la vinculación entre la ciencia social y la política.
Estas cuestiones determinan por lo menos una situación compleja. ¿Es posible abordar un objeto de
estudio como el hombre –en el que el mismo investigador está involucrado– del mismo modo como se
estudian las plantas o los astros?
Si se piensa la posibilidad del conocimiento de lo social dentro del margen estrecho que provee el
paradigma de objetividad de las ciencias naturales tradicionales, las ciencias sociales difícilmente logren ser
exitosas. En esta comparación, cuentan con pocos recursos1
. Para algunos autores, el objeto de estudio de las
ciencias sociales es la acción social; para otros, el hombre, los hechos sociales, los procesos de cambio o los
sistemas sociales. Esta discrepancia no es sólo una cuestión de palabras sino que está señalando la existencia
de una distinción más profunda entre diferentes posiciones epistemológicas, distintos presupuestos y, por
ende, diversas formas de arribar al estudio de lo humano y de validar socialmente ese conocimiento.
La construcción de la verdad científica en las disciplinas sociales sigue siendo un tema polémico, no
exento de conflictos y para el que no existe una sola respuesta. Esa construcción involucra una serie de
cuestiones que van desde la misma concepción epistemológica (es decir, los presupuestos que permiten la
construcción del conocimiento de lo social) a cuáles son las metodologías pertinentes para abordar su estudio
o cuál es el rol deseable para las aplicaciones de la ciencia social a la sociedad.
En este capítulo se presentan algunas definiciones recortadas de diversos autores. Se tratan los
puntos de vista de autores clásicos y otros más actuales que son considerados representativos de las líneas
teóricas más relevantes dentro de la sociología y las disciplinas sociales en general.
2. Antecedentes de las ciencias sociales: Hobbes y el naturalismo
1
No son comparables las posibilidades de experimentación y medición que tienen las ciencias naturales con las de las
disciplinas sociales. El tema de los valores y la historicidad del hombre complejiza aún más el tratamiento "objetivo" y
"universal" de las cuestiones sociales
6
Durante los siglos XVI y XVII se sentaron las bases epistemológicas y metodológicas del nuevo
saber científico. Galileo Galilei, Isaac Newton y Johannes Kepler son precursores de este proceso que dio
como resultado la constitución de un nuevo modo de comprensión de la realidad y de fundamentación del
conocimiento. El pensamiento científico abandonó la incuestionabilidad del dogma y la tradición que teñía el
pensamiento medieval para oponerle la legitimidad y la fuerza de los hechos empíricos. La razón vinculada
con la experiencia permitió el conocimiento objetivo al explicar mediante leyes universales el
comportamiento de los fenómenos físicos y naturales. La observación, la experimentación y la medición
fueron las metodologías fundamentales que facilitaron esta fructífera relación entre teorías y hechos. Estos
primeros científicos lograron construir importantes cuerpos teóricos, capaces de explicar una gran cantidad
de fenómenos y también de predecirlos.
Los éxitos alcanzados en el ámbito de las ciencias físicas impulsaron a los pensadores del siglo XVII
a trasladar la mirada científica hacia los fenómenos sociales. Si bien el pensamiento relacionado con
cuestiones económicas, sociales y políticas puede rastrearse desde la antigüedad –tanto en los escritos
bíblicos como en los filósofos griegos o en los pensadores cristianos–, este tipo de reflexiones se realizaban
dentro del marco de un pensamiento filosófico o ético abarcador (la ontología griega o la ética cristiana)
distinto del pensamiento racional moderno y sus especializaciones. Puede decirse que la sociedad comenzó a
ser observada con criterio científico a partir de Thomas Hobbes2
. Este filósofo político inglés fue uno de los
precursores del racionalismo aplicado al pensamiento social y una de las figuras clave de la filosofía
naturalista vigente en los siglos XVII y XVIII. Su pensamiento es considerado fundamental en la
constitución de la teoría económica y política del liberalismo clásico.
Hobbes sostenía que del mismo modo como se habían desarrollado exitosamente las ciencias exactas
también podrían desarrollarse las morales3
. Éstas sólo alcanzarían la verdad en la medida en que siguieran el
modelo de la fisico-matemática. Hobbes pensaba que era posible la certeza en las cuestiones morales ya que
son una creación nuestra, así como lo son las figuras geométricas. De este modo hacía tabla rasa con buena
parte del pensamiento social anterior, especialmente con las ideas de Aristóteles, quien sostenía que en las
cuestiones humanas no era posible un conocimiento exacto y que sólo podía alcanzarse un conocimiento
probable.
Hobbes puso en el centro de su análisis sobre el objeto de estudio de las ciencias morales el
problema del método. Creyó que era fundamental una renovación respecto del modo en el que se habían
estudiado hasta entonces los problemas del orden social. El método que él propuso, al igual que todos los
pensadores inscriptos en la doctrina del naturalismo, es el racional. La concepción naturalista sostenía que
era posible racionalizar el orden ético y político y crear valores universales vinculados con una verdad que
no era histórica sino inmutable, natural, producto del progreso de la razón. Las sociedades, entonces, podrían
regirse por legislaciones universales, no particulares. Tales legislaciones permitirían organizar la vida en
sociedad de acuerdo con las leyes naturales propias del individuo social. El derecho natural podía descubrir
con rigor científico aquellos caracteres esenciales de la naturaleza humana de la misma manera como la
física descubría las leyes del mundo natural. Hobbes determinó las notas esenciales del individuo social: los
apetitos naturales y la razón natural.
Los apetitos naturales son los que impulsan a los hombres a querer utilizar cosas comunes al grupo
para sí solo (sentido de propiedad). La razón natural es la que procura evitar una muerte violenta. La
característica esencial de los hombres es la oposición entre ambos caracteres. Una organización racional debe
tender a regular las inclinaciones naturales de los individuos para permitir la vida en sociedad. Esa
regulación de la vida social es el objetivo que tiene el "contrato social", que constituye el fundamento de la
racionalidad y permitir la vida en sociedad. Se manifiesta en el sometimiento a una ley común y racional
(derecho positivo). Si los hombres dejaran actuar libremente a sus apetitos naturales tratarían de apropiarse
de los bienes comunes para usufructuarlos. Con ese objetivo probablemente pelearían con otros hombres
hasta morir. Es en esta situación donde surge la razón natural, que rechaza la muerte violenta y construye el
contrato.4
Las regulaciones jurídicas imponen deberes y derechos a los ciudadanos y fundamentalmente se
2
De acuerdo con N. Bobbio, Hobbes podría ser llamado el Galileo de las ciencias morales. Veáse N. Bobbio, Sociedad
y Estado en la filosofía moderna, México. FCE, 1986.
3
En este contexto, se entiende por ciencias morales las ciencias de las cosas humanas, del espíritu, de la cultura o las
llamadas posteriormente "disciplinas sociales".
4
El contrato es la condición de posibilidad para la vida en sociedad. Hobbes construye dos categorías excluyentes por
las cuales puede explicarse la evolución del hombre y las sociedades: estado de naturaleza y estado de civilidad. Para
este pensador, la razón humana es la responsable de haber conducido a los hombres a un estado de civilidad (contrato)
7
desarrollan a partir de la protección y defensa de la propiedad privada. Todo contrato supone la delegación
de la autoridad en una instancia capaz de impartir justicia, de hacer que la ley racional se cumpla. Esta
instancia es el Estado. Está por encima de los individuos –quienes ceden parte de su libertad al someterse a la
legislación– y es necesaria en la medida en que garantiza el cumplimiento de los contratos. El Estado
moderno es la expresión de la creciente racionalidad del hombre. Hobbes es considerado por algunos autores
como el primer teorizador del Estado liberal.
Tanto Hobbes como John Locke constituyen figuras centrales de la filosofía política del siglo XVII.
Sus aportes son fundamentales para el desarrollo posterior de las disciplinas sociales y, especialmente, para
la construcción de la perspectiva teórica del liberalismo. Si bien el pensamiento de Hobbes es el de un
filósofo abarcador más que el de un científico especializado, su importancia radica en haber sentado las bases
para el estudio racional del hombre y de las cuestiones sociales. Hobbes creyó que el método era garantía de
conocimiento objetivo y de universalidad más allá de cuál fuera el objeto de estudio. Los fenómenos morales
podían ser tratados del mismo modo que los naturales. Aportó la mirada de la razón y la definición del
individuo racional a una ciencia social todavía sin escisiones.
Hobbes tuvo una gran influencia sobre el economista Adam Smith, considerado uno de los
fundadores de la economía clásica liberal y de la ciencia económica positiva de los finales del siglo XVIII.
Smith fue el primer autor que logró sistematizar un conjunto de investigaciones económicas que se venían
desarrollando (especialmente por parte de fisiócratas y mercantilistas). Con ello contribuyó a recortar el
objeto de estudio de una nueva disciplina social, la económica. Tanto la economía clásica como, más aún, la
neoclásica,5
han tomado como objeto de estudio la conducta económica de los individuos separada de los
aspectos sociales o políticos que traen aparejados los procesos de la producción y la distribución de los
bienes. Desde esta perspectiva se considera que el individuo actúa racionalmente, busca su propio interés y
posee afán de lucro (ganancia). En esta búsqueda por el propio bienestar y gracias al reparto eficiente de un
mercado equilibrado, el individuo contribuye a generar el bien de la sociedad. Desde la perspectiva de la
economía clásica (y mucho más de la neoclásica) lo social no interesa como categoría distinta de la suma de
voluntades individuales.
Los presupuestos acerca de la naturaleza humana de los que parte Smith son heredados del
pensamiento hobbesiano y del utilitarismo. De acuerdo con esta perspectiva, el hombre era comprendido
desde una óptica racional que excluía la diversidad y entendía como naturales las desigualdades sociales que
provocaba el mercado.
Adam Smith, junto con otros pensadores del liberalismo clásico como David Ricardo, construyeron
una red teórica capaz de explicar el funcionamiento de la nueva economía capitalista. Ellos también
contribuyeron a fortalecer el nuevo modo productivo. Smith es un contemporáneo a la Revolución Industrial
(mediados siglo XVIII). Este proceso, que se venía gestando en los siglos anteriores, se plasmó en una serie
de cambios que significaron el paso de la sociedad agrícola a la industrial.6
Las relaciones económicas y
sociales se transformaron radicalmente y el capitalismo se estableció como modo productivo dominante (en
la actualidad lo es más que nunca, y a nivel planetario). El desarrollo y la consolidación de la sociedad
industrial es un proceso que no puede ser separado del desarrollo del pensamiento racional y de la
constitución del campo de las ciencias en general y de las diferentes disciplinas en particular. Smith y su
perspectiva liberal se transformaron en una herramienta teórica importante para la consolidación del
capitalismo.
Con el tiempo, el conocimiento científico se transformaría en gestador del desarrollo tecnológico y
principal responsable del "progreso económico". El pensamiento racional y científico posibilitó un dominio
creciente de la naturaleza y se constituyó paulatinamente en el pensamiento hegemónico de las sociedades
modernas.
Se podría decir que Hobbes y la tradición del pensamiento naturalista proveyeron los cimientos sobre
los cuales se construyó el paradigma positivista del siglo XIX y las posiciones reduccionistas en general. Se
luego de un período en el que prevaleció la lucha y el caos (estado de naturaleza). Veáse Th. Hobbes, Leviatán, México,
FCE, 1973.
5
Se llama "neoclasicismo" al conjunto de doctrinas económicas que se desarrollaron en los últimos años del siglo XIX.
Esta perspectiva, denominada "teoría ortodoxa" es la de mayor vigencia en la actualidad.
6
Este fenómeno tiene la magnitud de otro ocurrido hace aproximadamente unos diez mil años. En aquella oportunidad,
el hombre se hizo sedentario y dejó de ser cazador y recolector para transformarse en productor. Practicó la agricultura,
domesticó los animales y construyó grandes obras hidráulicas. Generó una revolución agrícola que cambiaría
cualitativamente la vida humana.
8
consideran posiciones reduccionistas aquellas que creen que el paradigma de las ciencias naturales, junto con
sus metodologías asociadas, debe ser traspuesto acríticamente a las ciencias sociales.
3. La teoría social en el siglo XIX: el paradigma positivista
A mediados del siglo XIX el capitalismo seguía afianzándose y continuaba con un proceso de
expansión creciente. El descontento enfrentaba la sociedad contra el nuevo orden político e ideológico y esto
provocó desórdenes, rebeliones y revoluciones. Tal situación planteó el interrogante de cómo el orden social
podía ser restaurado y mantenido. Las disciplinas sociales recibieron, entonces, un nuevo impulso a partir de
la necesidad de dar respuestas a las nuevas problemáticas planteadas. Durante el siglo XIX, estas disciplinas
que atienden al sujeto y a los hechos sociales comenzaron a cobrar cada vez más independencia y mayor
status científico. La psicología, la sociología, la ciencia política, la economía, la antropología y la lingüística,
entre otras, fueron definiendo paulatinamente sus objetos de estudio, como aspectos recortados de la
actividad humana.
La realidad histórico-social se nos presenta como un fenómeno complejo al cual es necesario recortar
para poder estudiar. Sin embargo, este recorte no tendría que hacernos perder de vista las relaciones
interdisciplinarias que muchas veces subyacen en el estudio de las distintas temáticas. La separación en
diversas disciplinas sociales de lo que en conjunto representa la actividad humana, más que proveer un
mayor conocimiento de la ciencia social en su conjunto, puede proveernos de un conjunto de limitaciones
conceptuales en el estudio de los fenómenos sociales y políticos. Esta situación puede predisponemos a ver
lo social como independiente de vinculaciones económicas y políticas, puesto que las relaciones sociales o
económicas -en el caso de la economía- son vistas como algo autónomo.7
Con este telón de fondo que implicaba la necesidad de dar respuesta a las problemáticas sociales que
el nuevo capitalismo había generado, la sociología recortó su propio objeto de estudio y se separó de la
economía política.
3.1. Auguste Comte
Comte, como Adam Smith, también fue influido por la filosofía naturalista y el orden social
racionalizador y universalizador que ésta proponía. Su pensamiento constituye el primer intento por tratar de
delimitar el objeto de estudio específico de la sociología. Comte es el fundador de la sociología empírica y
del método positivista. Desde esta perspectiva lo prioritario del conocimiento científico es su base empírica.
Su positivismo constituyó el intento definitivo por erradicar las explicaciones metafísicas de las ciencias
sociales oponiéndoles un conocimiento racional de lo estrictamente fáctico. Desde su postura teórica, todo
enunciado científico debe remitir a entidades observables y susceptibles de ser medidas. Para el positivismo,
el objetivo de la ciencia solo se cumple a partir de esta metodología. Comte imaginó un esquema
clasificatorio y jerárquico de las ciencias en las que éstas se desarrollaban y se sucedían históricamente de
acuerdo con la complejidad de los objetos de estudio que abordaban. Los fenómenos sociales eran
considerados los más complejos, y por esa razón la sociología había sido la última ciencia en desarrollarse.
La sociología es considerada por Comte como una física social en la que el hombre es un objeto físico cuyas
acciones pueden ser analizadas con los conceptos y las categorías de la mecánica. La mecánica social
consideraba a la sociedad como un sistema astronómico en el cual los seres humanos se definían como
elementos unidos por la atracción o separados por la repulsión. Conceptos como campo gravitacional,
inercia, poder, espacio, tiempo, atracción, fueron tomados de la física para la interpretación de los fenómenos
de la sociedad.8
Estas interpretaciones o modelos mecanicistas de la sociedad prevalecieron en los comienzos
de la sociología como disciplina científica. Como ya se ha mencionado, este paradigma reduccionista
proponía una transposición acrítica de las categorías que las ciencias físico-naturales utilizaban para abordar
sus propios objetos de estudio. De este modo, se trataban las variables sociales con metodologías
cuantificadoras suponiendo que garantizaban la posibilidad de conocimiento objetivo.
Además de los modelos de interpretación mecanicista que predominaban para el enfoque del estudio
de la sociedad, también los modelos orgánicos o funcionales tuvieron una fuerte influencia y reforzaron el
paradigma reduccionista que alentaba la visión de los fenómenos sociales. Conforme la biología se
7
Veáse E.R. Wolf, Europa y la gente sin historia (México, FCE, 1993) y P. Bourdieu, J.C. Chamboredon y J.C.
Passeron, El oficio del sociólogo (México, Siglo Veintiuno, 1994).
8
Este tipo de pensamiento fue retomado a fines del siglo XIX por el sociólogo italiano Wilfredo Pareto.
9
desarrollaba y obtenía importantes éxitos durante el siglo XIX, sus avances teóricos también repercutían
sobre las ciencias sociales. Las categorías más fructíferas de la biología trataron de ser asimiladas a la
explicación de los fenómenos sociales. De este modo se pusieron en marcha una serie de analogías
funcionales entre organismos y sociedades. La sociedad podía ser considerada como un organismo vivo.
Cada una de sus partes podía ser entendida en virtud de la función que cumplía en el conjunto u organismo
social.
Los modelos mecanicistas y organicistas comparten la idea de la mutua dependencia de las partes
respecto de un todo y fueron predominantes en cuanto a su influencia en las ciencias sociales, a las que
intentaron prestar sus categorías, así como las relaciones entre ellas. Su vigencia continuó durante el siglo
XX, fundamentalmente en la llamada teoría empírica ortodoxa, el estructural-funcionalismo y la actual
teoría de los sistemas.
3.2. Émile Durkheim
Durkheim es uno de los sociólogos clásicos más relevantes. Si bien toma los elementos centrales del
positivismo, también declara que existe una gran distancia entre su posición y el positivismo "metafísico" de
Comte o el organicismo de Herbert Spencer.9
Durkheim se declara un racionalista cuyo objetivo es aplicar el
racionalismo científico al estudio de los hechos sociales. Estos constituyen el objeto de estudio principal de
la sociología. Este autor realizó importantes aportes para lograr un conocimiento objetivo y con ello dar
mayor status científico a esta disciplina. Durkheim sostenía que era necesario que la sociología definiera más
específicamente su objeto de estudio y recortara más decididamente aquellos hechos propiamente sociales.
Su esfuerzo se orientaba a distinguir la sociología de la psicología y la biología. Las características centrales
de los hechos sociales son, de acuerdo con este autor, que ellos existen fuera de la conciencia de los
individuos y en forma independiente de su voluntad. Poseen, además, un poder de coerción por el cual se
imponen a esos individuos. Durkheim reconoce para el hecho social una naturaleza propia y distintiva que lo
diferencia de la naturaleza del objeto de estudio de otras disciplinas. Lo social no es, para él, igual a la suma
de hechos individuales. Durkheim reconoce en el hecho social un status científico propio
En Las reglas del método sociológico, este autor plantea una serie de normas que deben estar
presentes en el proceso de investigación social.
En este libro expone su concepción acerca de cómo debe ser abordado el objeto de estudio de la
sociología. La primera regla que enuncia es que los hechos sociales deben ser tratados como cosas. Esto
significa, tratarlos en sus características externas (por ejemplo, tratar la moral de una sociedad no a través de
una filosofía reflexiva acerca de esos hechos sino a través de una manifestación concreta: los códigos). Más
allá de una cosificación aparente, lo interesante de esta regla es que obliga al investigador a una reflexión
acerca de su particular objeto de estudio. El estudioso debe tener presente que su objeto es estudiar lo que los
hechos son (consecuencias observables) y no lo que él cree que son. Durkheim plantea que es necesario
hacer una ciencia moral que estudie los valores y las normas con criterios de objetividad científica. Los
fenómenos morales son sumamente complejos porque no se dejan ver directamente sino que hay que
buscarlos en las consecuencias observables que provocan. Entre otras reglas, Durkheim también plantea que
el investigador debe eliminar sistemáticamente las prenociones. Esto significa que debe negarse a utilizar
categorías que no fueron definidas científicamente, a partir de la observación, y que pueden provenir del
saber vulgar. Este tipo de prenociones nos alejan de un estudio objetivo de los hechos sociales.
Si bien Durkheim mantiene muchos de los postulados del positivismo, introduce en su análisis la
influencia del pensamiento historicista alemán y sostiene que las normas morales no son universales sino que
están vinculadas a sociedades particulares en determinados momentos históricos y lugares. La ciencia de los
fenómenos morales se propone, entonces, observar, describir y clasificar este tipo de normas. Se propone
también analizar cómo las formas cambiantes de sociedad producen transformaciones en esas normas. A
Durkheim no le interesa trabajar con categorías a priori sobre la naturaleza del hombre, como lo hace la
filosofía de la moral de su época. En La división del trabajo se propone estudiar los distintos tipos de
solidaridad que existen en las diferentes sociedades. La solidaridad se define como el conjunto de creencias y
valores compartidos por una comunidad. La sociedad industrial se caracteriza por la creciente división del
trabajo, que ha estimulado una especialización creciente de las funciones de los individuos en las sociedades.
9
Herbert Spencer fue un sociólogo inglés reconocido por su concepción evolucionista del desarrollo histórico y por
haber tomado categorías de las ciencias naturales para el estudio de la sociedad (organismo social).
10
En las sociedades menos evolucionadas se verifica una división del trabajo mucho más rudimentaria y
generalmente ligada a los sexos.
Durkheim analiza el desarrollo de la división del trabajo y su región con el orden moral a través del
estudio de las legislaciones, dado que éstas constituyen su manifestación concreta. Los fenómenos morales,
como ya se ha mencionado, no pueden medirse directamente sino que es necesario estudiarlos a través de los
hechos externos que los simbolizan y en los que se objetivizan.
Durkheim critica la teoría económica ortodoxa de Adam Smith por considerar que fue construida
sobre el utilitarismo. También la rechaza por pretenderse ahistórica por su concepción extremadamente
individualista del proceso económico. En ella se parte del supuesto de la existencia de un mercado en el que
la búsqueda individual del bienestar conlleva –por una suerte de carácter aditivo– al bienestar general. Para
Durkheim la naturaleza del todo es distinta de la simple adición de las partes. De este modo, la moral no es la
suma de las morales individuales sino un fenómeno de naturaleza social y particular. No es posible estudiar
las conductas económicas de los individuos separadas de las normas y los valores que las rigen. Por lo tanto,
los fenómenos económicos deben estudiarse junto al conjunto de valores y creencias propios de cada
sociedad.
4. La influencia del historicismo
El historicismo surge hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX como una reacción al
pensamiento naturalista10
y al positivismo que éste había engendrado. Si bien el término ‘historicismo’ no
tiene un significado unívoco, el principio más destacado de esta corriente es el que sostiene que las
situaciones históricas y los pueblos no forman parte de una racionalidad suprasocial sino que constituyen
individualidades con características propias. Una de las primeras reacciones historicistas es la representada
por el pensamiento romántico. Éste se opone a la generalidad y abstracción naturalista y con ello a la
búsqueda de códigos o leyes de validez absoluta y universal para todas las sociedades. Los románticos
afirmaban el carácter históricamente relativo de las formas de organización política. Por lo tanto, el Estado
liberal no constituía, según ellos, el modelo de validez absoluta y universal que pretendían muchos
pensadores racionalistas desde Hobbes. Si bien el romanticismo tuvo un significado político conservador,
también inauguró una tradición historicista que luego fue tomada por el materialismo histórico, cuyas
consecuencias políticas son diametralmente opuestas.
Entre el historicismo romántico y el materialismo histórico, el pensamiento hegeliano ocupa una
posición intermedia. Hegel precede e introduce, sin proponérselo, el materialismo histórico.
4.1. Karl Marx: la perspectiva del materialismo histórico
Marx construye una nueva mirada sobre lo social. Su perspectiva es materialista e histórica y
plantea nuevas categorías para el estudio de la realidad y de los procesos sociales e históricos. El marxismo
es principalmente una respuesta a la teoría económica liberal formulada por Adam Smith y David Ricardo.11
Marx critica los presupuestos teóricos de los que parten estos autores y en su lugar propone una nueva
concepción del hombre y la sociedad. Propone entender la naturaleza humana en su carácter concreto e
histórico. Concreto porque su perspectiva materialista propone que el estudio de la realidad económica y
social debe partir del análisis de las condiciones materiales de vida de los hombres. Esto significa comenzar
por analizar lo que los hombres producen y cómo lo producen. La concepción marxista del hombre parte de
la consideración de dos situaciones que lo distancian del liberalismo clásico: por un lado, la relación del
hombre con la naturaleza y, por el otro, la relación del hombre con otros hombres, es decir, su ser social. El
hombre se relaciona con la naturaleza transformándola a partir de la energía que le imprime con su trabajo y
con el objetivo de satisfacer sus necesidades. Este trabajo no lo realiza un hombre solo ni aislado. En el
desarrollo del trabajo y la producción, el hombre establece relaciones con otros hombres, las relaciones
sociales de producción. He aquí las relaciones sociales fundantes de la vida en sociedad. Se trata de una
10
El iusnaturalismo racionalista de la modernidad sostenía que si bien el hombre estaba limitado por las pasiones y la
ignorancia, podía liberarse de ellas dejando desarrollar libremente la razón. Con ello, sería capaz de encontrar verdades
eternas, de valor absoluto, que se correspondieran a la racionalidad de las leyes del universo
11
También debe considerarse el marxismo como una respuesta al socialismo utópico y al historicismo romántico. Del
mismo modo es imposible concebir el pensamiento marxista independientemente de la influencia que sobre él ejerció la
dialéctica hegeliana
11
explicación que se opone a la idea del contrato social como resultado de la evolución racional de los
hombres. De acuerdo con Marx, no existe el hombre en abstracto, tal como lo veía la teoría liberal. Según
esta teoría, el individuo racional resigna su ambición por temor a una muerte violenta. He allí el fundamento
de la vida en sociedad. Desde esta perspectiva, lo social es entendido como el resultado de la suma de
voluntades individuales que se someten al contrato.
El concepto de lo histórico marxista implica una fuerte crítica al pensamiento naturalista y a la
ahistoricidad de las categorías que éste proponía. La racionalidad universalista sostenía que las categorías
propias de la sociedad y la economía capitalista (mercado, propiedad privada, afán de lucro, dinero, precios,
valor, entre otras) eran propias y universales del hombre y no características y particulares de una
determinada época histórica. Marx se interesó por comprender la dinámica de los cambios históricos y el rol
de sus principales protagonistas: las clases sociales. Concibe la lucha de clases como el motor principal de
los cambios históricos. Su teoría se centró en el análisis del modo de producción capitalista y en la dinámica
de su transformación hacia un nuevo modo productivo (el comunismo).
Se podría decir que, desde la perspectiva marxista, el objeto de estudio de las ciencias sociales lo
constituyen los procesos de transformación social y que el objetivo de la ciencia social es comprender la
dinámica de estas transformaciones.
Esta afirmación no podría ser cierta a menos de aclarar que la concepción que Marx tenía de la
ciencia social era la de ser fundamentalmente una herramienta para la acción política. La figura del científico
no esta separada, para este autor, de la del hombre político. Este construye el conocimiento a partir de un
recorrido que es dialéctico.12
El investigador parte de las relaciones materiales reales y objetivas que existen
entre los hombres y elabora a partir de ellas categorías teóricas abstractas. Este conocimiento objetivo que el
investigador-político construyó vuelve a la realidad para modificarla. Marx no puede concebir una ciencia
social o una economía política fuera de la acción política.
Si bien Marx considera que el conocimiento social puede ser objetivo, no cree en la existencia de una
ciencia libre de valores. Su concepción resalta el carácter ideológico de las producciones culturales teóricas,
entre las cuales se encuentra la economía política clásica. La verdadera ciencia sólo es posible a condición de
no ocultar las relaciones concretas que se dan entre los hombres en la sociedad capitalista, esto es, las
relaciones de dominación y explotación. Desde el punto de vista marxista, conceptos tales como capital,
mercancía o precios no pueden ser analizados como si fueran independientes del orden social. La economía
clásica, erigida en ciencia oficial, pretendió reducir los problemas sólo a su aspecto económico y los
desvinculó de sus aspectos sociales y políticos. El marxismo no es sólo una teoría social sino un pensamiento
más abarcador que incluye una teoría económica y una concepción filosófica y ética que impulsa a la acción.
4.2. Max Weber: la propuesta del comprensivismo
Max Weber es considerado uno de los sociólogos más importantes dentro de la tradición historicista
de la que se nutre para proponer su sociología comprensiva. La escuela historicista surgida en Alemania
(Wilhelm Dilthey, Wilhelm Windelband y Heinrich Rickert) criticó al positivismo por sostener que éste
desconocía las características propias e irreductibles del objeto de estudio de las ciencias sociales: el hombre
en su carácter histórico y cultural.
Para Weber el tema de los valores es insoslayable en la explicación de los fenómenos sociales. Por
eso propone una sociología capaz de incluirlos y tenerlos en cuenta y no abstraerlos en el esfuerzo por definir
un dato objetivo. El fin de la neutralidad valorativa que proponía la ciencia moderna como garantía de
objetividad no es aceptable, desde el punto de vista de Weber, en el estudio de las disciplinas sociales. Quitar
los valores del estudio de las problemáticas humanas implica una cierta desnaturalización del objeto de
estudio de estas disciplinas. Los valores son tenidos en cuenta por Weber desde dos perspectivas. Por un
lado, los valores del investigador intervienen cuando éste selecciona un objeto a investigar. El investigador
selecciona una porción de la realidad histórica para poder abordar su estudio. Recorta aquello que considera
significativo de acuerdo con su marco valorativo, que es histórico. A partir de este recorte de un fenómeno
singular, el investigador trata de establecer las conexiones causales que lo explican (por ejemplo, Weber
estudió las relaciones que existían entre la ética protestante y el desarrollo del capitalismo). Estas conexiones
no son causales en el sentido en el que se utilizan en las ciencias naturales sino que son conexiones de
12
El concepto de dialéctica, que él toma de Hegel, puede ser comprendido –de manera muy esquemática– en dos
sentidos: como el movimiento que describe el desarrollo de lo real o como la metodología que permite el conocimiento
de ese desarrollo entre opuestos
12
sentido dentro de las que puede explicarse un fenómeno histórico particular. Concibe la sociedad como una
totalidad histórica, compleja e inabarcable a partir de leyes generales que expliquen el comportamiento del
hombre en todas las sociedades.
Por otra parte, este autor señala que el propósito de la sociología es comprender, por medio del
método de la interpretación, la acción social con el fin de explicarla en su desarrollo y en sus efectos. Lo
que define una acción como social es que tiene un sentido que le es otorgado por los sujetos y está referido a
las conductas de los otros sujetos. La acción social se desarrolla orientada de acuerda con una referencia a los
de más. Al hablar del sentido de la acción social Weber se refiere al sentido subjetivo de la acción (el que es
otorgado por los sujetos). Los seres humanos damos sentido y significado a nuestras acciones a partir de
ciertos valores. Para Weber, explicar la acción social significa captar por medio de la comprensión
(interpretación) la conexión de sentido en la que se incluye la acción. Las acciones sociales están provistas
de un significado y esto es lo que las hace inteligibles.
La ciencia social aspira a ordenar racionalmente la realidad empírica. Si bien esta disciplina se
origina en reflexiones prácticas, de acuerdo con Weber, no es normativa, es decir que de sus conclusiones no
pueden derivarse fórmulas para la praxis.
Marx, Weber y Durkheim constituyen los pensadores clásicos más importantes de la sociología.
Puede señalarse que las obras de Durkheim y más aún las de Weber, en muchos casos, dialogan con el
pensamiento marxista. Tener en cuenta las consecuencias políticas que provocó el marxismo no es un dato
menor para comprender el impacto que tuvo este pensamiento.13
Weber criticó la direccionalidad racional
global que Marx otorga al curso de la historia. Esto significa que de acuerdo con el marxismo podrían
enunciarse leyes generales del desarrollo y de la evolución histórica. Si bien Weber puede aceptar el
esquema evolutivo de las sociedades como una colección de tipos ideales 14
(es decir, como una herramienta
metodológica construida, no como un hecho empírico real), no comparte la idea de una teoría general acerca
del desarrollo histórico. También critica al marxismo la idea de que las relaciones económicas son el
fundamento esencial de las sociedades. De acuerdo con su perspectiva, es posible que esta ley pueda ser
válida pero para un contexto histórico determinado y no como ley general de desarrollo. Para Weber la
importancia específica de lo económico es variable y debe estudiarse empíricamente en las distintas
sociedades.
Una de las distinciones más importantes entre estos autores surge de sus posturas epistemológicas.
Mientras Weber, igual que Durkheim, adhiere a la separación neokantiana entre "ser" y "deber ser", es decir,
entre proposiciones que refieren a hechos y proposiciones normativas (y sostienen que las ciencias se
construyen con las primeras), Marx sostiene que existe una relación inseparable entre la teoría y la praxis
política.
5. El siglo XX
5.1. La teoría empírica ortodoxa
La sociología del siglo XX es tributaria de las corrientes teóricas analizadas antes. Diversas escuelas
–que no son tratadas en este capítulo– se han nutrido de estos pensadores clásicos y han desarrollado a partir
de ellos sus propias ideas. En la actualidad, una de las líneas divisorias de posiciones –aunque no la única– es
la que separa las posturas reduccionistas de las que no lo son. Las primeras, que pueden ser incluidas bajo el
nombre de teoría empírica ortodoxa (teoría heredada, en epistemología), no creen que la particularidad del
objeto de estudio de las ciencias sociales pueda obstaculizar el desarrollo de estas disciplinas de acuerdo con
13
Marx estructuró una propuesta política que se plasmó en las últimas décadas del siglo XIX en el crecimiento de los
partidos socialistas. Posteriormente sus ideas se relacionaron con la instauración del comunismo en la Unión Soviética.
Este modelo, que se proponía como alternativa al capitalismo, compartió después de la segunda posguerra la hegemonía
internacional con Estados Unidos, hasta que su deterioro económico y político concluyó en 1989 con la caída del muro
de Berlín, la disolución de la URSS y del sistema comunista.
14
Estos tipos ideales son construcciones racionales y abstractas que el investigador realiza. En ellas resalta o acentúa
determinados rasgos previamente seleccionados. La mayoría de las veces estas construcciones no aparecen en la
realidad tal como se definen en los tipos ideales. No son promedios ni son el resultado de generalizaciones empíricas
exclusivamente. Su valor heurístico radica en su utilidad para realizar comparaciones con fenómenos reales. Ejemplos
de tipos ideales son los tipos de dominación social (tradicional, carismática y racional o legal-burocrática).
13
los criterios de las ciencias naturales. Sostienen que las ciencias sociales podrán evolucionar y mejorar su
posición en la medida en que avancen por los mismos caminos que tomaron las ciencias naturales y físicas.
De este modo, conciben la existencia de un único paradigma que rige los criterios de verdad para todas las
disciplinas, independientemente del objeto de estudio que traten. El conocimiento objetivo, entonces,
dependerá de la neutralidad valorativa, del apego al dato cuantificado y de la posibilidad de enunciar leyes
generales. Este paradigma propone también una misma metodología –experimentación, observación,
cuantificación– como garantía del conocimiento objetivo buscado por la ciencia. Dentro de esta perspectiva
empirista, en muchos casos la investigación social se ha reducido al esfuerzo por la matematización de las
variables sociales y la sofisticación en el tratamiento estadístico,15
y ha demostrado cierta pobreza en el
desarrollo teórico.
La tradición de los modelos mecanicistas y organicistas (Comte, Spencer) que predominaron en el
siglo XIX –y que fueron desarrollados antes– constituye el antecedente más próximo de la teoría empírica
ortodoxa. Esta corriente, de la que participan fundamentalmente sociólogos anglosajones, rescató varias
premisas del positivismo primitivo y del paradigma reduccionista. Una de las construcciones teóricas quizá
más ambiciosas es la del sociólogo estadounidense Talcott Parsons.16
Su perspectiva estructural-
funcionalista predominó en la sociología norteamericana durante una buena parte del siglo XX e interactuó
con desarrollos teóricos posteriores como los realizados por Robert Merton y por la teoría general de los
sistemas, entre otros.
La teoría de los sistema comenzó a desarrollarse luego de la Segunda Guerra Mundial y fue
incentivada por el crecimiento de los sistemas informáticos. Esta teoría señaló la insuficiencia de los
modelos mecánicos y orgánicos que se desarrollaron en el ámbito de las ciencias sociales y del pensamiento
social desde la primera modernidad. Si bien esta perspectiva toma elementos del pensamiento de Parsons,
también lo critica por el excesivo enfoque en el equilibrio de las sociedades y por la poca importancia que
otorga a los procesos sociales y su dinámica. La teoría general de los sistemas se postula como modelo
explicativo válido para diferentes disciplinas. Intenta, a través de la analogía, captar semejanzas de estructura
entre estos distintos tipos de sistemas. Su objeto de estudio puede definirse como la organización en sus
distintos niveles de complejidad. Su precursor es el autor austríaco, radicado en Estados Unidos, Ludwig von
Bertalanffy.17
Este autor propuso centrar el estudio de la teoría sistémica en el análisis de los principios que
rigen la dinámica de las distintas organizaciones. La elucidación de estos principios comunes al
comportamiento de todos los sistemas permitiría unificar el lenguaje de las ciencias y avanzar hacia un único
paradigma.18
Bertalanffy considera que en todos los niveles de la realidad (desde los más simples a los más
complejos), tanto en los fenómenos físicos como en los sociales, se pueden encontrar ciertos principios
comunes de organización. El ideal de este autor es hallar las leyes que establecen las semejanzas
estructurales entre sistemas distintos. Desde la perspectiva sistémica, la sociedad es concebida como un
sistema de interacción compleja, multifacética y fluida en el que se pueden verificar grados variables e
intensidades de asociación y disociación. La teoría sistémica sostiene que los sistemas sociales son
cambiantes y que las sociedades y los grupos modifican constantemente sus estructuras adaptándolas a las
condiciones externas e internas. El modelo sistémico tiene en cuenta intereses, conflictos y adaptaciones.
Esto último lo diferencia del modelo estático de la teoría parsoniana. La corriente sistémica constituye en la
actualidad una perspectiva de cierta importancia en la discusión epistemológica referida a las ciencias
sociales. Más que nada, su influencia se verifica en disciplinas como la psicología y las ciencias políticas y
administrativas, dentro del mundo intelectual anglosajón.
Respecto de las posiciones no reduccionistas se presenta, a modo de ejemplo, la posición del
sociólogo contemporáneo Pierre Bourdieu, quien forma parte de la tradición del posestructuralismo.
15
Esto es especialmente evidente en la ciencia económica. El análisis multivariado se ha desarrollado enormemente a
partir de los avances informáticos y la utilización de programas que permiten manipular una gran cantidad de variables
16
T. Parsons se proponía encontrar leyes generales que pudieran explicar el funcionamiento de todos los sistemas
sociales. Este sociólogo pretendía construir un sistema teórico abarcador que explicara el conjunto de los sistemas
sociales y se basara en el método hipotético-deductivo. Veáse T. Parsons, El sistema social, Madrid, Alianza, 1988.
17
Quien fue influido tanto por el estructural-funcionalismo como por el empirismo lógico del Circulo de Viena
18
Bertalanffy sigue a Rudolf Carnap y a los empiristas lógicos en su búsqueda por establecer un lenguaje unificado que
sirva para todas las ciencias. Ambos intentan que este lenguaje pueda ser formalizado, es decir, matematizado. La
diferencia estriba en que mientras el primero plantea el lenguaje común dentro de la perspectiva de los sistemas, Carnap
plantea el modelo de la ciencia física como el modelo a seguir para todas las disciplinas científicas. Véase L. Von
Bertalanffy, La teoría general de los sistemas, México, FCE, 1986
14
5.2. La epistemología y la teoría social de Pierre Bourdieu
Pierre Bourdieu es un sociólogo francés contemporáneo cuyo pensamiento reúne influencias de
distintas vertienes teóricas (Marx, Durkheim, Alfred Schutz, Gastón Bachelard). Desarrolla sus ideas
fundamentales en dos temáticas convergentes de la ciencia social. Por un lado, trabaja en la construcción de
una teoría social que permita explicar y comprender el mundo social y su dinámica (su teoría social). Por el
otro, realiza una reflexión acerca de las condiciones de posibilidad de la construcción del conocimiento
social (su postura epistemológica o metateórica).
En cuanto a la construcción de su teoría social, parte de la idea de que "lo social" reviste una doble
existencia. Por un lado, se manifiesta en las estructuras objetivas que son independientes de las voluntades
de los hombres y de sus conciencias. Estas estructuras se definen a partir del conjunto de relaciones que
existen entre las posiciones que ocupan los distintos actores sociales. Esta concepción deja traslucir la
influencia del marxismo, del que Bourdieu toma la idea de una sociedad estructurada en clases sociales y
cuyas relaciones son de conflicto.19
Por otro lado, sostiene que "lo social" también se manifiesta en la
subjetividad humana. Tal subjetividad está constituida por los esquemas de apreciación y categorización de
la realidad que tienen los sujetos y con los cuales aprehenden el mundo social. Estos esquemas y
categorizaciones constituyen su "punto de vista" y tienen una génesis social En esa génesis intervienen las
estructuras objetivas, que son las responsables de modelar las subjetividades y, con ello, ejercer coacción
sobre las prácticas sociales de los sujetos.
Bourdieu sostiene que lo social, en tanto es entendido como la relación entre estructura y
subjetividad, está multideterminado. Esto significa que sólo puede ser explicado a partir de un análisis que
vincule simultáneamente elementos económicos y culturales. Plantea que las diferencias económicas y las
relaciones materiales que se establecen entre los hombres, si bien son fundamentales, resultan insuficientes
para explicar las cuestiones sociales. Esto es así porque las desigualdades son económicas y culturales.
Bourdieu localiza su análisis en las cuestiones culturales y simbólicas, pues sostiene que el poder económico
sólo puede reproducirse y perpetuarse únicamente en el caso en que también se ejerza al mismo tiempo el
poder simbólico.20
Bourdieu construye dos conceptos centrales para comprender cada uno de los modos de existencia de
lo social: el campo y el habitus. Cada uno de ellos corresponde a un momento del proceso de investigación
social. El primer momento está destinado al estudio de las estructuras objetivas -los campos-; el segundo, al
estudio de las subjetividades –el habitus–
Los campos se definen como estructuras de posiciones que son ocupadas por los distintos agentes
sociales (clases, grupos, instituciones). Entre estas posiciones se establecen relaciones de dominación
subordinación que constituyen la prioridad de análisis para el investigador social.21
La estructura de
posiciones está basada en la distribución inequitativa de ciertos bienes (capital) cuya propiedad confiere
poder. Bourdieu entiende el campo como un espacio de juego y de lucha. Existen una gran cantidad de
campos y subcampos más o menos específicos (económicos, culturales, subcampos del arte, la ciencia, los
medios de comunicación, por ejemplo). Cada campo se define a partir de un interés específico (pongamos
por caso, el arte) y un capital específico (en este caso, el capital del artista: obras realizadas, cotización de
éstas, premios ganados, reputación, ventas) que ponen en juego los agentes interesados. Estos agentes
desarrollan estrategias tendientes a obtener una ganancia. Intentan conservar sus posiciones en el campo –si
es que son dominantes– o modificarlas si son dominados. La historia de un campo es la historia de sus
luchas.
19
El concepto de clase social con el que trabaja Bourdieu es totalmente diferente del definido por Marx. Mientras este
último otorga a las clases sociales el sentido de grupo movilizado para la lucha, desde la perspectiva de Bourdieu las
clases sociales se definen desde un punto de vista lógico. Esto significa que se recortan a partir de la existencia de un
conjunto de agentes que ocupan una posición similar dentro del espacio social. Estos agentes -que poseen la misma
posición en la estructura social- tienen altas probabilidades de compartir cierta subjetividad y por lo tanto de tener
similares intereses (son clases probables, no reales). Véase P. Bourdieu, Sociología y cultura. México, Grijalbo, 1990.
20
El poder simbólico es el poder de imposición de la verdad. Se define como un poder hacer cosas con palabras, y
permite imponer como legítimas ciertas categorías y principios de división social. La lucha simbólica es la lucha por la
imposición de la verdad y de una determinada forma de categorizar el mundo social. El Estado es, por antonomasia, la
sede de la concentración y del ejercicio del poder simbólico. Es el Estado el que dispone de los medios para imponer e
inculcar principios duraderos de división social. Veáse P. Bourdieu, Razones prácticas, Barcelona, Anagrama, 1997
21
Bourdieu sostiene una postura relacional opuesta al esencialismo. Esto significa entender lo real no como una esencia
sino como el resultado de un conjunto de relaciones. Para Bourdieu, lo real es relacional
15
Existe también una jerarquía de campos. Esto significa que cada uno de ellos tiene un peso
específico –en cuanto a las determinaciones sociales que genera– y una autonomía que puede variar
históricamente.22
Los campos pueden desaparecer y pueden aparecer otros nuevos (por ejemplo, la ecología
en la actualidad) Si bien cada uno de los campos tiene una lógica específica, es posible enunciar un conjunto
de leyes generales, válidas para todos. El concepto de campo constituye una herramienta teórica que permite
captar la singularidad de cada campo específico a partir de la comprensión de las leyes invariantes que
regulan el funcionamiento de cada uno de ellos. Bourdieu extiende la lógica del comportamiento económico
(búsqueda de ganancia) al resto de los campos. Los agentes disponen de un capital específico (conjunto de
bienes específicos, sean materiales o simbólicos), tienen intereses y desarrollan estrategias con el objetivo de
obtener, una ganancia, sea ésta material o simbólica.
La segunda forma de existencia de lo social –el habitus– la constituye el conjunto de esquemas de
percepción y apreciación que el sujeto tiene incorporados y con los cuales construye su punto de vista. El
habitus se define como el conjunto de disposiciones duraderas a actuar, sentir o pensar. Está modelado por
las estructuras objetivas (y las relaciones entre posiciones dentro de cada campo), que son internalizadas por
los sujetos. Los esquemas de percepción con los que aprehendemos la realidad y a partir de los cuales
construimos nuestra visión del mundo son el producto de la coacción que las estructuras objetivas ejercen
nuestras subjetividades. Esto significa que la posición que ocupamos en las distintas dimensiones del espacio
social23
y en los distintos campos y subcampos es la causante principal de nuestra subjetividad. He aquí su
génesis social e histórica: al interiorizar las estructuras objetivas, lo social se inscribe en el cuerpo del sujeto
La clave para la comprensión de la dinámica y la dominación social se encuentra, según este autor,
en la relación particular que existe entre el campo y el habitus. Según Bourdieu, la dominación de una clase
social sobre otra se asienta fundamentalmente en el ejercicio del poder simbólico, que es el poder de
construir la verdad e imponer unos principios de visión y división del mundo social. El ejercicio de este
poder es el que permite legitimar y obtener consenso sobre un orden social inequitativo. En la medida en que
las estructuras objetivas de tal orden social son internalizadas por los agentes y moldean su habitus, las
diferencias sociales que éste establece tienden a ser percibidas como diferencias naturales. Esa percepción
contribuye a la perdurabilidad de las relaciones de fuerza establecidas en el espacio social y a la
reproducción de las desigualdades sociales. En esta adecuación entre posición objetiva y subjetividad se
construye el consenso que legitima un orden social caracterizado por la distribución inequitativa del poder, la
cultura y la riqueza. A esto Bourdieu lo llama complicidad ontológica del campo y el habitus. Si bien esta
complicidad tiene una gran fortaleza, siempre existe un lugar de indeterminación, una línea de fractura, una
posibilidad de llevar a cabo una lucha contra el orden de cosas establecido. Desde este punto de vista la lucha
más importante que llevan a cabo los agentes sociales es la lucha simbólica, que trata de imponer como
verdad una determinada concepción del mundo, una visión de la sociedad y sus divisiones sociales. La
ciencia forma parte de esta lucha. La sociología del conocimiento será la encargada de revelar los
mecanismos que se desarrollan en esta contienda por la imposición de la verdad.
Como ya se ha mencionado, Bourdieu también construye un discurso metateórico o epistemológico
en el cual reflexiona acerca de las condiciones de posibilidad del conocimiento de lo social. Cree que es
posible construir una teoría del conocimiento sociológico capaz de enunciar un conjunto de principios que
definan las condiciones de posibilidad de los actos y los discursos de las disciplinas sociales. Ese conjunto de
postulados debe ser independiente de las teorías de lo social que sostengan los diversos autores. Desde su
punto de vista, para constituir una sociología científica es indispensable someter la práctica sociológica a una
22
Como ejemplo puede citarse que el peso social y simbólico del campo religioso en la sociedad medieval era mucho
mayor al que tiene en la actualidad (incluso, el campo educativo era un subcampo dependiente del campo eclesiástico).
En la actualidad, los campos culturales (arte, ciencias, medios de comunicación) ocupan un lugar de menor jerarquía en
el conjunto de los campos, puesto que se encuentran subordinados al campo económico.
23
“El campo social se puede describir como un espacio pluridimensional de posiciones tal que toda posición actual
puede ser definida en función de un sistema pluridimensional de coordenadas cuyos valores corresponden a los de las
diferentes variables pertinentes: los agentes se distribuyen en él, en una primera dimensión, según el volumen global del
capital que poseen y, en una segunda, según la composición de su capital; es decir, según el peso relativo de las
diferentes especies es el conjunto de las posesiones", P. Bourdieu, “Espacio social y génesis de las «clases»", en
Sociología y cultura, p. 283.
“En realidad, el espacio social es un espacio pluridimensional, un conjunto abierto de campos relativamente autónomos,
es decir, más o menos fuertes y directamente subordinados, en su funcionamiento y sus transformaciones al campo de la
producción económica: en el interior de cada uno de los subespacios, los ocupantes de las posiciones dominantes y los
de las posiciones dominadas se comprometen constantemente en luchas de diferentes formas (sin constituirse por eso
como grupos antagónicos)", ídem, p. 301
16
reflexión racional y sistemática sobre las posibilidades del conocimiento. El científico social construye
verdad científica en la medida en que posee un conocimiento sistemático y sólido de las determinaciones y
de los límites que tiene el saber de lo social. En este sentido, la sociología del conocimiento es su
herramienta más adecuada.
En primer lugar, el investigador social debe tener en cuenta que su producción intelectual no se
realiza en el vacío sino en un espacio social e histórico determinado. El investigador ocupa posiciones en
distintos campos de los que participa (campo de la sociología, de la ciencia en general, campo de la cultura,
de la política, entre otros). Estas posiciones coaccionan sobre la forma de ver el mundo y determinan el
punto de vista que el científico social tiene. Éste debe reflexionar sobre su situación y tener en cuenta que su
producción intelectual y sus prácticas sociales estarán determinadas por las posiciones que él ocupe en los
distintos campos y en el espacio social.
En segundo lugar, la sociología científica debe oponerse a la sociología espontánea. Esta última
utiliza de forma acrítica categorías que muchas veces provienen del sentido común. Bourdieu resalta que la
tarea principal del investigador es eliminar sistemáticamente las prenociones y prejuicios y construir el
objeto de estudio contra el sentido común. Realiza una distinción radical entre objeto real y objeto científico
de estudio. El objeto científico se define como un sistema de relaciones expresamente construido por la
ciencia. Su calidad científica está dada, según Bourdieu, por su construcción como objeto racional y no por
la aplicación de técnicas de medición cada vez más exactas, como postulan los empiristas. La ciencia, para
Bourdieu -y en esto coincide con Marx y con Weber-, no trabaja con objetos reales sino con construcciones
teóricas que son producto del pensamiento del investigador. Un objeto de investigación debe ser construido y
definido bajo el marco de una problemática teórica que sirva como marco referencial.
Si bien Pierre Bourdieu critica el positivismo y la teoría empírica ortodoxa por el estrecho margen
dado a la teoría y el excesivo apego al rigor del dato, esta actitud no significa renunciar al tratamiento
empírico de la realidad social para poder explicarla. Para este autor, esas corrientes teóricas despojan a la
teoría social de su función primordial que es la de asegurar una ruptura epistemológica, la ruptura con la
sociología espontánea en pos de una sociología científica. La sociología científica goza, para él, de un
carácter emancipador. Es la encargada de revelar los mecanismos en los que se asienta la dominación estable
de una clase sobre otra. Estos mecanismos (complicidad ontológica de campo y habitus) basan su poderío y
su eficacia en la ignorancia de sus bases reales de apoyo al hacer que las diferencias sociales sean percibidas
como naturales e imponer con ello una verdad aparentemente indiscutible acerca del mundo y sus divisiones
sociales.

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  • 1. La Posciencia El conocimiento científico en las postrimerías de la modernidad Esther Díaz (editora) Editorial Biblos Buenos Aires, 2000 Este material se utiliza con fines exclusivamente didácticos
  • 2. 2 ÍNDICE SE IMPONE UNA ACLARACIÓN .......................................................................................................... 11 I. CONOCIMIENTO, INVESTIGACIÓN, PROGRESO E HISTORIA DE LA CIENCIA El conocimiento como tecnología de poder, por Esther Díaz ............................................................... 15 1. Gris es toda teoría, 15; 2. ¿Qué es la posciencia?, 18; 3. En el principio no fue el logos, 22; 4. Los siglos medios y el antropocentrismo, 27; 5. El proyecto moderno, 29; 6. Dispositivos de saber poder, 32 Verdad e historicidad. El conocimiento científico y sus fracturas, por Rubén H. Pardo ..................... 37 1. El conocimiento científico: doble sentido y doble origen, 37; 1.1. "Ciencia" en sentido amplio: un concepto epocal, 42; 2. El proyecto filosófico de la modernidad: razón, verdad y objetividad, 52; 2.1. Los fundamentos filosóficos de la ciencia moderna, 52; 2.2. "Ciencia" y “progreso”: la aparición de las ciencias sociales y la clasificación de la ciencia, 56; 2.3. Facticidad y validación: la relación entre la ciencia y lo histórico, 58 Investigación básica, tecnología y sociedad. Kuhn y Foucault, por Esther Díaz ................................. 63 1. Investigación científico-tecnológica, 64; 2. El progreso científico en Kuhn, 68; 3. La racionalidad en Foucault, 74; 4. Kuhn y los paradigmas, Foucault y las epistemes, 77 II. CIENCIAS FORMALES Y CIENCIAS FÁCTICAS Las ciencias formales en la era posmoderna, por Silvia Rivera ........................................................... 83 1. Los comienzos griegos de las ciencias formales, 85; 2. El carácter formal de la lógica, 90; 3.El objeto de estudio de la lógica, 92; 4. Las estructuras lógicas fundamentales, 94; 4.1 Términos y proposiciones, 94; 4.2. Razonamientos, 102; 5. Tipos de inferencias, 106; 6. Lógica y ciencia, 108; 7. Hacia la antropologización de la lógica y la matemática, 111 Los métodos de validación en ciencias naturales, por Eduardo Laso ................................................ 115 1. Inducciones y deducciones, 119; 2. El método inductivo, 122; 2.1. Criticas y problemas del método, 126; 3. Los métodos deductivistas, 131; 3.1. Método hipotético-deductivo, 131; 3.2. La corrección falsacionista, 137; 3.3. El criterio de demarcación en ciencia, 140; 3.4. La evolución crítica de las teorías científicas, 142; 3.5. La preferencia entre teorías y el valor del error, 143; 3.6. Críticas y problemas del falsacionismo, 145 Aportes de la metodología a la reflexión epistemológica, por Juan Samaja ...................................... 151 1. Los modos del método: descubrimiento-justificación, 151; 2. El objeto de la metodología como disciplina científica, 154:3. Métodos para fijar creencias, 156; 4. Estratificación de los métodos: "pasos para una «geología» del espíritu", 163; 4.1. El estrato de la tenacidad, 166; 4.2. El estrato de la autoridad, 168; 4.3. El estrato de la metafísica, 169; 4.4. El estrato de la ciencia o pragmática, 172; 5. Para un balance prematuro, 177 III. CRÍTICAS A LA CONCEPCIÓN MODERNA DE LA CIENCIA Nietzsche y el redescubrimiento de la historicidad, por Rubén H. Pardo .......................................... 183 1. La ciencia como metafísica y nihilismo, 183; 2. Perspectivismo e interpretación: la verdad como configuración histórica, 189; 3. Laberintos y encrucijadas, 193 Una visión crítica de la ciencia y de la técnica a partir del problema del método, por Mónica Giardina........................................................................................................................... 197 1. Un controvertido experimento, 197; 2. El método matemático-experimental moderno,
  • 3. 3 199; 2.1. El experimento, 201; 2.2. Lo matemático y el cálculo, 203; 3. Galileo y Descartes. La relación entre el método y la verdad, 229; 4. Método y técnica, 208; 5. La crítica filosófica de la ciencia, 211; 5.1. La relación entre la ciencia moderna y la metafísica de la subjetividad, 212; 6. Ciencia, técnica y arte en la visión de Martin Heidegger, 214 IV. LAS CIENCIAS SOCIALES El objeto de estudio en las ciencias sociales, por Susana de Luque ......................................................... 221 1. El objeto de estudio de la sociología, 221; 2. Antecedentes de las ciencias sociales: Hobbes y el naturalismo, 223; 3. La teoría social en el siglo XIX: el paradigma positivista, 227; 3.1. Auguste Comte, 227; 3.2. Émile Durkheim, 229; 4. La influencia del historicismo, 231; 4.1. Karl Marx: una perspectiva del materialismo histórico, 232; 4.2. Max Weber: la propuesta del comprensivismo, 233; 5. El siglo XX, 235: 5.1. La teoría empírica ortodoxa, 236; 5.2. La epistemología y la teoría social de Pierre Bourdieu, 238 La problemática de las humanidades y la hermenéutica, por Enrique Moralejo ..................................... 245 1. El siglo XVIII y el predominio del espíritu analítico, 247; 2. Una temprana reacción historicista: Giammbattista Vico, 249; 3. La hermenéutica: los orígenes, 252; 4. La universalización de la hermenéutica en Dilthey, 254; 4.1. Vida, expresión y comprensión, 256; 4.2. Vivencia, estructura y significado, 257; 4.3. Las objetivaciones en la sociedad y en la historia, 259; 5. El giro hermenéutico en el pensamiento contemporáneo, 260 Una perspectiva sobre la epistemología francesa, por María Cristina Gracia ........................................ 265 1. La influencia de Gastón Bachelard, 265; 1.1. Obstáculo epistemológico, 265: 1.2. Grados de vigilancia, 267; 1.3. El racionalismo aplicado, 268; 2. La propuesta epistemológica de Pierre Bourdieu, 269; 2.1. La ruptura, 270; 2.2. La construcción del objeto, 272; 2.3. El racionalismo aplicado en la interpretación de Bourdieu, 275 V. APLICACIONES EPISTEMOLÓGICAS AL CAMPO DE LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA Cerca de la revolución: la biología en el siglo XXI, por Antonio Gutiérrez ............................................ 281 1. Kuhn y la posciencia, 283; 2. Gould y el posdarwinismo, 287; 2.1. La naturaleza premoderna: el destino, 289; 2.2. La naturaleza en la modernidad: el progreso, 291; 2.3. La naturaleza pos moderna: la incertidumbre, 295 Psicoanálisis y epistemología, por Eduardo Laso .................................................................................... 303 1. La concepción heredada y el psicoanálisis, 303; 1.1. La critica positivista al psicoanálisis, 304; 1.2. La asimilación del psicoanálisis al método hipotético-deductivo, 306; 1.3. La crítica falsacionista a Freud, 309; 2. Louis Althusser y la ruptura epistemológica del psicoanálisis, 311; 3. Michel Foucault y la instauración de discursividad, 318; 4. ¿Qué es una ciencia que incluya al psicoanálisis?, 322; 4.1. La inversión lacaniana, 322; 4.2. Ciencias conjeturales, 324 Ernesto Laclau: una nueva lógica de las relaciones sociales, por Silvia Rivera........................................ 329 1. Desconstrucción y pragmatismo, 330; 2. La perspectiva posmarxista, 333; 3. Características de las relaciones sociales, 336; 4. Dislocación y libertad, 339; 5. La expansión de lo político, 342; 6. La radicalización de la democracia, 344. VI. LOS CONTEXTOS CIENTÍFICOS, LA ÉTICA Y EL DESEO El problema de la neutralidad en la ciencia y en la técnica, por Mónica Giardina.................................... 349 1. La relación entre las ciencias y el pensar. El límite de la perspectiva relativista, 357; 2. El pensamiento débil y la relación entre ciencia, arte y verdad, 360; 3. Pensar meditativo
  • 4. 4 y pensar calculador. La filosofía y la ciencia, 365 La actividad científica y su insoportable carga ética, por Esther Díaz y Silvia Rivera ............................ 369 1. Una necesidad ética, 369; 2. Crítica a los dos contextos tradicionales, 371; 3. Los cuatro contextos de la actividad científica, 374; 4. Las condiciones histórico-éticas de la ciencia, 378 La ciencia después de la ciencia, por Esther Díaz .................................................................................... 383 1. La angustia corroe el alma, 385; 2. Los alquimistas y su búsqueda insaciable, 387; 3. Todo lo sólido se desvanece, 390; 4. El medio es el deseo, 392 Bibliografía ............................................................................................................................................... 397 Índice de autores ....................................................................................................................................... 405
  • 5. 5 IV. LAS CIENCIAS SOCIALES EL OBJETO DE ESTUDIO EN LAS CIENCIAS SOCIALES Susana de Luque 1. El objeto de estudio de la sociología En verdad, no existe en la historia de la sociología, ni en la actualidad, un consenso unánime entre los científicos sociales acerca de la definición de cuál es el objeto de estudio de esta disciplina. Más allá de la vaga categoría de "lo social", las distintas perspectivas teóricas parten de supuestos y concepciones diferentes sobre cuál es su objeto de estudio y cuál es la mejor forma de abordarlo. Esta falta de consenso acerca del objeto y las metodologías para estudiarlo que se da en la sociología puede también hacerse extensiva a otras disciplinas sociales o humanísticas. Las características más peculiares del hombre y que lo diferencian de otros objetos científicos – animales, partículas, plantas, entre otros– son su cultura, su lenguaje, su capacidad de pensamiento racional, la posibilidad de tomar decisiones, las manifestaciones de su inconsciente, sus valores. Las particularidades que el estudio de la actividad humana ha presentado a los investigadores se relacionan con: – el tema de los valores como rasgo irreductible y constitutivo de las acciones de los hombres (la ciencia empírica se ha apoyado en una distinción entre hechos y valores con el objetivo de aislar estos últimos para conseguir "neutralidad valorativa"). Por otra parte, también el investigador debe tener en cuenta el conjunto de valores que pone en juego cuando realiza una investigación; – la impredecibilidad de la conducta humana (que, en tanto depende de la voluntad, es libre); – la dificultad de experimentación (conflictos éticos respecto de la manipulación de personas); – la historicidad del hombre; – su sociabilidad, su cultura, las manifestaciones de su inconsciente, y – la vinculación entre la ciencia social y la política. Estas cuestiones determinan por lo menos una situación compleja. ¿Es posible abordar un objeto de estudio como el hombre –en el que el mismo investigador está involucrado– del mismo modo como se estudian las plantas o los astros? Si se piensa la posibilidad del conocimiento de lo social dentro del margen estrecho que provee el paradigma de objetividad de las ciencias naturales tradicionales, las ciencias sociales difícilmente logren ser exitosas. En esta comparación, cuentan con pocos recursos1 . Para algunos autores, el objeto de estudio de las ciencias sociales es la acción social; para otros, el hombre, los hechos sociales, los procesos de cambio o los sistemas sociales. Esta discrepancia no es sólo una cuestión de palabras sino que está señalando la existencia de una distinción más profunda entre diferentes posiciones epistemológicas, distintos presupuestos y, por ende, diversas formas de arribar al estudio de lo humano y de validar socialmente ese conocimiento. La construcción de la verdad científica en las disciplinas sociales sigue siendo un tema polémico, no exento de conflictos y para el que no existe una sola respuesta. Esa construcción involucra una serie de cuestiones que van desde la misma concepción epistemológica (es decir, los presupuestos que permiten la construcción del conocimiento de lo social) a cuáles son las metodologías pertinentes para abordar su estudio o cuál es el rol deseable para las aplicaciones de la ciencia social a la sociedad. En este capítulo se presentan algunas definiciones recortadas de diversos autores. Se tratan los puntos de vista de autores clásicos y otros más actuales que son considerados representativos de las líneas teóricas más relevantes dentro de la sociología y las disciplinas sociales en general. 2. Antecedentes de las ciencias sociales: Hobbes y el naturalismo 1 No son comparables las posibilidades de experimentación y medición que tienen las ciencias naturales con las de las disciplinas sociales. El tema de los valores y la historicidad del hombre complejiza aún más el tratamiento "objetivo" y "universal" de las cuestiones sociales
  • 6. 6 Durante los siglos XVI y XVII se sentaron las bases epistemológicas y metodológicas del nuevo saber científico. Galileo Galilei, Isaac Newton y Johannes Kepler son precursores de este proceso que dio como resultado la constitución de un nuevo modo de comprensión de la realidad y de fundamentación del conocimiento. El pensamiento científico abandonó la incuestionabilidad del dogma y la tradición que teñía el pensamiento medieval para oponerle la legitimidad y la fuerza de los hechos empíricos. La razón vinculada con la experiencia permitió el conocimiento objetivo al explicar mediante leyes universales el comportamiento de los fenómenos físicos y naturales. La observación, la experimentación y la medición fueron las metodologías fundamentales que facilitaron esta fructífera relación entre teorías y hechos. Estos primeros científicos lograron construir importantes cuerpos teóricos, capaces de explicar una gran cantidad de fenómenos y también de predecirlos. Los éxitos alcanzados en el ámbito de las ciencias físicas impulsaron a los pensadores del siglo XVII a trasladar la mirada científica hacia los fenómenos sociales. Si bien el pensamiento relacionado con cuestiones económicas, sociales y políticas puede rastrearse desde la antigüedad –tanto en los escritos bíblicos como en los filósofos griegos o en los pensadores cristianos–, este tipo de reflexiones se realizaban dentro del marco de un pensamiento filosófico o ético abarcador (la ontología griega o la ética cristiana) distinto del pensamiento racional moderno y sus especializaciones. Puede decirse que la sociedad comenzó a ser observada con criterio científico a partir de Thomas Hobbes2 . Este filósofo político inglés fue uno de los precursores del racionalismo aplicado al pensamiento social y una de las figuras clave de la filosofía naturalista vigente en los siglos XVII y XVIII. Su pensamiento es considerado fundamental en la constitución de la teoría económica y política del liberalismo clásico. Hobbes sostenía que del mismo modo como se habían desarrollado exitosamente las ciencias exactas también podrían desarrollarse las morales3 . Éstas sólo alcanzarían la verdad en la medida en que siguieran el modelo de la fisico-matemática. Hobbes pensaba que era posible la certeza en las cuestiones morales ya que son una creación nuestra, así como lo son las figuras geométricas. De este modo hacía tabla rasa con buena parte del pensamiento social anterior, especialmente con las ideas de Aristóteles, quien sostenía que en las cuestiones humanas no era posible un conocimiento exacto y que sólo podía alcanzarse un conocimiento probable. Hobbes puso en el centro de su análisis sobre el objeto de estudio de las ciencias morales el problema del método. Creyó que era fundamental una renovación respecto del modo en el que se habían estudiado hasta entonces los problemas del orden social. El método que él propuso, al igual que todos los pensadores inscriptos en la doctrina del naturalismo, es el racional. La concepción naturalista sostenía que era posible racionalizar el orden ético y político y crear valores universales vinculados con una verdad que no era histórica sino inmutable, natural, producto del progreso de la razón. Las sociedades, entonces, podrían regirse por legislaciones universales, no particulares. Tales legislaciones permitirían organizar la vida en sociedad de acuerdo con las leyes naturales propias del individuo social. El derecho natural podía descubrir con rigor científico aquellos caracteres esenciales de la naturaleza humana de la misma manera como la física descubría las leyes del mundo natural. Hobbes determinó las notas esenciales del individuo social: los apetitos naturales y la razón natural. Los apetitos naturales son los que impulsan a los hombres a querer utilizar cosas comunes al grupo para sí solo (sentido de propiedad). La razón natural es la que procura evitar una muerte violenta. La característica esencial de los hombres es la oposición entre ambos caracteres. Una organización racional debe tender a regular las inclinaciones naturales de los individuos para permitir la vida en sociedad. Esa regulación de la vida social es el objetivo que tiene el "contrato social", que constituye el fundamento de la racionalidad y permitir la vida en sociedad. Se manifiesta en el sometimiento a una ley común y racional (derecho positivo). Si los hombres dejaran actuar libremente a sus apetitos naturales tratarían de apropiarse de los bienes comunes para usufructuarlos. Con ese objetivo probablemente pelearían con otros hombres hasta morir. Es en esta situación donde surge la razón natural, que rechaza la muerte violenta y construye el contrato.4 Las regulaciones jurídicas imponen deberes y derechos a los ciudadanos y fundamentalmente se 2 De acuerdo con N. Bobbio, Hobbes podría ser llamado el Galileo de las ciencias morales. Veáse N. Bobbio, Sociedad y Estado en la filosofía moderna, México. FCE, 1986. 3 En este contexto, se entiende por ciencias morales las ciencias de las cosas humanas, del espíritu, de la cultura o las llamadas posteriormente "disciplinas sociales". 4 El contrato es la condición de posibilidad para la vida en sociedad. Hobbes construye dos categorías excluyentes por las cuales puede explicarse la evolución del hombre y las sociedades: estado de naturaleza y estado de civilidad. Para este pensador, la razón humana es la responsable de haber conducido a los hombres a un estado de civilidad (contrato)
  • 7. 7 desarrollan a partir de la protección y defensa de la propiedad privada. Todo contrato supone la delegación de la autoridad en una instancia capaz de impartir justicia, de hacer que la ley racional se cumpla. Esta instancia es el Estado. Está por encima de los individuos –quienes ceden parte de su libertad al someterse a la legislación– y es necesaria en la medida en que garantiza el cumplimiento de los contratos. El Estado moderno es la expresión de la creciente racionalidad del hombre. Hobbes es considerado por algunos autores como el primer teorizador del Estado liberal. Tanto Hobbes como John Locke constituyen figuras centrales de la filosofía política del siglo XVII. Sus aportes son fundamentales para el desarrollo posterior de las disciplinas sociales y, especialmente, para la construcción de la perspectiva teórica del liberalismo. Si bien el pensamiento de Hobbes es el de un filósofo abarcador más que el de un científico especializado, su importancia radica en haber sentado las bases para el estudio racional del hombre y de las cuestiones sociales. Hobbes creyó que el método era garantía de conocimiento objetivo y de universalidad más allá de cuál fuera el objeto de estudio. Los fenómenos morales podían ser tratados del mismo modo que los naturales. Aportó la mirada de la razón y la definición del individuo racional a una ciencia social todavía sin escisiones. Hobbes tuvo una gran influencia sobre el economista Adam Smith, considerado uno de los fundadores de la economía clásica liberal y de la ciencia económica positiva de los finales del siglo XVIII. Smith fue el primer autor que logró sistematizar un conjunto de investigaciones económicas que se venían desarrollando (especialmente por parte de fisiócratas y mercantilistas). Con ello contribuyó a recortar el objeto de estudio de una nueva disciplina social, la económica. Tanto la economía clásica como, más aún, la neoclásica,5 han tomado como objeto de estudio la conducta económica de los individuos separada de los aspectos sociales o políticos que traen aparejados los procesos de la producción y la distribución de los bienes. Desde esta perspectiva se considera que el individuo actúa racionalmente, busca su propio interés y posee afán de lucro (ganancia). En esta búsqueda por el propio bienestar y gracias al reparto eficiente de un mercado equilibrado, el individuo contribuye a generar el bien de la sociedad. Desde la perspectiva de la economía clásica (y mucho más de la neoclásica) lo social no interesa como categoría distinta de la suma de voluntades individuales. Los presupuestos acerca de la naturaleza humana de los que parte Smith son heredados del pensamiento hobbesiano y del utilitarismo. De acuerdo con esta perspectiva, el hombre era comprendido desde una óptica racional que excluía la diversidad y entendía como naturales las desigualdades sociales que provocaba el mercado. Adam Smith, junto con otros pensadores del liberalismo clásico como David Ricardo, construyeron una red teórica capaz de explicar el funcionamiento de la nueva economía capitalista. Ellos también contribuyeron a fortalecer el nuevo modo productivo. Smith es un contemporáneo a la Revolución Industrial (mediados siglo XVIII). Este proceso, que se venía gestando en los siglos anteriores, se plasmó en una serie de cambios que significaron el paso de la sociedad agrícola a la industrial.6 Las relaciones económicas y sociales se transformaron radicalmente y el capitalismo se estableció como modo productivo dominante (en la actualidad lo es más que nunca, y a nivel planetario). El desarrollo y la consolidación de la sociedad industrial es un proceso que no puede ser separado del desarrollo del pensamiento racional y de la constitución del campo de las ciencias en general y de las diferentes disciplinas en particular. Smith y su perspectiva liberal se transformaron en una herramienta teórica importante para la consolidación del capitalismo. Con el tiempo, el conocimiento científico se transformaría en gestador del desarrollo tecnológico y principal responsable del "progreso económico". El pensamiento racional y científico posibilitó un dominio creciente de la naturaleza y se constituyó paulatinamente en el pensamiento hegemónico de las sociedades modernas. Se podría decir que Hobbes y la tradición del pensamiento naturalista proveyeron los cimientos sobre los cuales se construyó el paradigma positivista del siglo XIX y las posiciones reduccionistas en general. Se luego de un período en el que prevaleció la lucha y el caos (estado de naturaleza). Veáse Th. Hobbes, Leviatán, México, FCE, 1973. 5 Se llama "neoclasicismo" al conjunto de doctrinas económicas que se desarrollaron en los últimos años del siglo XIX. Esta perspectiva, denominada "teoría ortodoxa" es la de mayor vigencia en la actualidad. 6 Este fenómeno tiene la magnitud de otro ocurrido hace aproximadamente unos diez mil años. En aquella oportunidad, el hombre se hizo sedentario y dejó de ser cazador y recolector para transformarse en productor. Practicó la agricultura, domesticó los animales y construyó grandes obras hidráulicas. Generó una revolución agrícola que cambiaría cualitativamente la vida humana.
  • 8. 8 consideran posiciones reduccionistas aquellas que creen que el paradigma de las ciencias naturales, junto con sus metodologías asociadas, debe ser traspuesto acríticamente a las ciencias sociales. 3. La teoría social en el siglo XIX: el paradigma positivista A mediados del siglo XIX el capitalismo seguía afianzándose y continuaba con un proceso de expansión creciente. El descontento enfrentaba la sociedad contra el nuevo orden político e ideológico y esto provocó desórdenes, rebeliones y revoluciones. Tal situación planteó el interrogante de cómo el orden social podía ser restaurado y mantenido. Las disciplinas sociales recibieron, entonces, un nuevo impulso a partir de la necesidad de dar respuestas a las nuevas problemáticas planteadas. Durante el siglo XIX, estas disciplinas que atienden al sujeto y a los hechos sociales comenzaron a cobrar cada vez más independencia y mayor status científico. La psicología, la sociología, la ciencia política, la economía, la antropología y la lingüística, entre otras, fueron definiendo paulatinamente sus objetos de estudio, como aspectos recortados de la actividad humana. La realidad histórico-social se nos presenta como un fenómeno complejo al cual es necesario recortar para poder estudiar. Sin embargo, este recorte no tendría que hacernos perder de vista las relaciones interdisciplinarias que muchas veces subyacen en el estudio de las distintas temáticas. La separación en diversas disciplinas sociales de lo que en conjunto representa la actividad humana, más que proveer un mayor conocimiento de la ciencia social en su conjunto, puede proveernos de un conjunto de limitaciones conceptuales en el estudio de los fenómenos sociales y políticos. Esta situación puede predisponemos a ver lo social como independiente de vinculaciones económicas y políticas, puesto que las relaciones sociales o económicas -en el caso de la economía- son vistas como algo autónomo.7 Con este telón de fondo que implicaba la necesidad de dar respuesta a las problemáticas sociales que el nuevo capitalismo había generado, la sociología recortó su propio objeto de estudio y se separó de la economía política. 3.1. Auguste Comte Comte, como Adam Smith, también fue influido por la filosofía naturalista y el orden social racionalizador y universalizador que ésta proponía. Su pensamiento constituye el primer intento por tratar de delimitar el objeto de estudio específico de la sociología. Comte es el fundador de la sociología empírica y del método positivista. Desde esta perspectiva lo prioritario del conocimiento científico es su base empírica. Su positivismo constituyó el intento definitivo por erradicar las explicaciones metafísicas de las ciencias sociales oponiéndoles un conocimiento racional de lo estrictamente fáctico. Desde su postura teórica, todo enunciado científico debe remitir a entidades observables y susceptibles de ser medidas. Para el positivismo, el objetivo de la ciencia solo se cumple a partir de esta metodología. Comte imaginó un esquema clasificatorio y jerárquico de las ciencias en las que éstas se desarrollaban y se sucedían históricamente de acuerdo con la complejidad de los objetos de estudio que abordaban. Los fenómenos sociales eran considerados los más complejos, y por esa razón la sociología había sido la última ciencia en desarrollarse. La sociología es considerada por Comte como una física social en la que el hombre es un objeto físico cuyas acciones pueden ser analizadas con los conceptos y las categorías de la mecánica. La mecánica social consideraba a la sociedad como un sistema astronómico en el cual los seres humanos se definían como elementos unidos por la atracción o separados por la repulsión. Conceptos como campo gravitacional, inercia, poder, espacio, tiempo, atracción, fueron tomados de la física para la interpretación de los fenómenos de la sociedad.8 Estas interpretaciones o modelos mecanicistas de la sociedad prevalecieron en los comienzos de la sociología como disciplina científica. Como ya se ha mencionado, este paradigma reduccionista proponía una transposición acrítica de las categorías que las ciencias físico-naturales utilizaban para abordar sus propios objetos de estudio. De este modo, se trataban las variables sociales con metodologías cuantificadoras suponiendo que garantizaban la posibilidad de conocimiento objetivo. Además de los modelos de interpretación mecanicista que predominaban para el enfoque del estudio de la sociedad, también los modelos orgánicos o funcionales tuvieron una fuerte influencia y reforzaron el paradigma reduccionista que alentaba la visión de los fenómenos sociales. Conforme la biología se 7 Veáse E.R. Wolf, Europa y la gente sin historia (México, FCE, 1993) y P. Bourdieu, J.C. Chamboredon y J.C. Passeron, El oficio del sociólogo (México, Siglo Veintiuno, 1994). 8 Este tipo de pensamiento fue retomado a fines del siglo XIX por el sociólogo italiano Wilfredo Pareto.
  • 9. 9 desarrollaba y obtenía importantes éxitos durante el siglo XIX, sus avances teóricos también repercutían sobre las ciencias sociales. Las categorías más fructíferas de la biología trataron de ser asimiladas a la explicación de los fenómenos sociales. De este modo se pusieron en marcha una serie de analogías funcionales entre organismos y sociedades. La sociedad podía ser considerada como un organismo vivo. Cada una de sus partes podía ser entendida en virtud de la función que cumplía en el conjunto u organismo social. Los modelos mecanicistas y organicistas comparten la idea de la mutua dependencia de las partes respecto de un todo y fueron predominantes en cuanto a su influencia en las ciencias sociales, a las que intentaron prestar sus categorías, así como las relaciones entre ellas. Su vigencia continuó durante el siglo XX, fundamentalmente en la llamada teoría empírica ortodoxa, el estructural-funcionalismo y la actual teoría de los sistemas. 3.2. Émile Durkheim Durkheim es uno de los sociólogos clásicos más relevantes. Si bien toma los elementos centrales del positivismo, también declara que existe una gran distancia entre su posición y el positivismo "metafísico" de Comte o el organicismo de Herbert Spencer.9 Durkheim se declara un racionalista cuyo objetivo es aplicar el racionalismo científico al estudio de los hechos sociales. Estos constituyen el objeto de estudio principal de la sociología. Este autor realizó importantes aportes para lograr un conocimiento objetivo y con ello dar mayor status científico a esta disciplina. Durkheim sostenía que era necesario que la sociología definiera más específicamente su objeto de estudio y recortara más decididamente aquellos hechos propiamente sociales. Su esfuerzo se orientaba a distinguir la sociología de la psicología y la biología. Las características centrales de los hechos sociales son, de acuerdo con este autor, que ellos existen fuera de la conciencia de los individuos y en forma independiente de su voluntad. Poseen, además, un poder de coerción por el cual se imponen a esos individuos. Durkheim reconoce para el hecho social una naturaleza propia y distintiva que lo diferencia de la naturaleza del objeto de estudio de otras disciplinas. Lo social no es, para él, igual a la suma de hechos individuales. Durkheim reconoce en el hecho social un status científico propio En Las reglas del método sociológico, este autor plantea una serie de normas que deben estar presentes en el proceso de investigación social. En este libro expone su concepción acerca de cómo debe ser abordado el objeto de estudio de la sociología. La primera regla que enuncia es que los hechos sociales deben ser tratados como cosas. Esto significa, tratarlos en sus características externas (por ejemplo, tratar la moral de una sociedad no a través de una filosofía reflexiva acerca de esos hechos sino a través de una manifestación concreta: los códigos). Más allá de una cosificación aparente, lo interesante de esta regla es que obliga al investigador a una reflexión acerca de su particular objeto de estudio. El estudioso debe tener presente que su objeto es estudiar lo que los hechos son (consecuencias observables) y no lo que él cree que son. Durkheim plantea que es necesario hacer una ciencia moral que estudie los valores y las normas con criterios de objetividad científica. Los fenómenos morales son sumamente complejos porque no se dejan ver directamente sino que hay que buscarlos en las consecuencias observables que provocan. Entre otras reglas, Durkheim también plantea que el investigador debe eliminar sistemáticamente las prenociones. Esto significa que debe negarse a utilizar categorías que no fueron definidas científicamente, a partir de la observación, y que pueden provenir del saber vulgar. Este tipo de prenociones nos alejan de un estudio objetivo de los hechos sociales. Si bien Durkheim mantiene muchos de los postulados del positivismo, introduce en su análisis la influencia del pensamiento historicista alemán y sostiene que las normas morales no son universales sino que están vinculadas a sociedades particulares en determinados momentos históricos y lugares. La ciencia de los fenómenos morales se propone, entonces, observar, describir y clasificar este tipo de normas. Se propone también analizar cómo las formas cambiantes de sociedad producen transformaciones en esas normas. A Durkheim no le interesa trabajar con categorías a priori sobre la naturaleza del hombre, como lo hace la filosofía de la moral de su época. En La división del trabajo se propone estudiar los distintos tipos de solidaridad que existen en las diferentes sociedades. La solidaridad se define como el conjunto de creencias y valores compartidos por una comunidad. La sociedad industrial se caracteriza por la creciente división del trabajo, que ha estimulado una especialización creciente de las funciones de los individuos en las sociedades. 9 Herbert Spencer fue un sociólogo inglés reconocido por su concepción evolucionista del desarrollo histórico y por haber tomado categorías de las ciencias naturales para el estudio de la sociedad (organismo social).
  • 10. 10 En las sociedades menos evolucionadas se verifica una división del trabajo mucho más rudimentaria y generalmente ligada a los sexos. Durkheim analiza el desarrollo de la división del trabajo y su región con el orden moral a través del estudio de las legislaciones, dado que éstas constituyen su manifestación concreta. Los fenómenos morales, como ya se ha mencionado, no pueden medirse directamente sino que es necesario estudiarlos a través de los hechos externos que los simbolizan y en los que se objetivizan. Durkheim critica la teoría económica ortodoxa de Adam Smith por considerar que fue construida sobre el utilitarismo. También la rechaza por pretenderse ahistórica por su concepción extremadamente individualista del proceso económico. En ella se parte del supuesto de la existencia de un mercado en el que la búsqueda individual del bienestar conlleva –por una suerte de carácter aditivo– al bienestar general. Para Durkheim la naturaleza del todo es distinta de la simple adición de las partes. De este modo, la moral no es la suma de las morales individuales sino un fenómeno de naturaleza social y particular. No es posible estudiar las conductas económicas de los individuos separadas de las normas y los valores que las rigen. Por lo tanto, los fenómenos económicos deben estudiarse junto al conjunto de valores y creencias propios de cada sociedad. 4. La influencia del historicismo El historicismo surge hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX como una reacción al pensamiento naturalista10 y al positivismo que éste había engendrado. Si bien el término ‘historicismo’ no tiene un significado unívoco, el principio más destacado de esta corriente es el que sostiene que las situaciones históricas y los pueblos no forman parte de una racionalidad suprasocial sino que constituyen individualidades con características propias. Una de las primeras reacciones historicistas es la representada por el pensamiento romántico. Éste se opone a la generalidad y abstracción naturalista y con ello a la búsqueda de códigos o leyes de validez absoluta y universal para todas las sociedades. Los románticos afirmaban el carácter históricamente relativo de las formas de organización política. Por lo tanto, el Estado liberal no constituía, según ellos, el modelo de validez absoluta y universal que pretendían muchos pensadores racionalistas desde Hobbes. Si bien el romanticismo tuvo un significado político conservador, también inauguró una tradición historicista que luego fue tomada por el materialismo histórico, cuyas consecuencias políticas son diametralmente opuestas. Entre el historicismo romántico y el materialismo histórico, el pensamiento hegeliano ocupa una posición intermedia. Hegel precede e introduce, sin proponérselo, el materialismo histórico. 4.1. Karl Marx: la perspectiva del materialismo histórico Marx construye una nueva mirada sobre lo social. Su perspectiva es materialista e histórica y plantea nuevas categorías para el estudio de la realidad y de los procesos sociales e históricos. El marxismo es principalmente una respuesta a la teoría económica liberal formulada por Adam Smith y David Ricardo.11 Marx critica los presupuestos teóricos de los que parten estos autores y en su lugar propone una nueva concepción del hombre y la sociedad. Propone entender la naturaleza humana en su carácter concreto e histórico. Concreto porque su perspectiva materialista propone que el estudio de la realidad económica y social debe partir del análisis de las condiciones materiales de vida de los hombres. Esto significa comenzar por analizar lo que los hombres producen y cómo lo producen. La concepción marxista del hombre parte de la consideración de dos situaciones que lo distancian del liberalismo clásico: por un lado, la relación del hombre con la naturaleza y, por el otro, la relación del hombre con otros hombres, es decir, su ser social. El hombre se relaciona con la naturaleza transformándola a partir de la energía que le imprime con su trabajo y con el objetivo de satisfacer sus necesidades. Este trabajo no lo realiza un hombre solo ni aislado. En el desarrollo del trabajo y la producción, el hombre establece relaciones con otros hombres, las relaciones sociales de producción. He aquí las relaciones sociales fundantes de la vida en sociedad. Se trata de una 10 El iusnaturalismo racionalista de la modernidad sostenía que si bien el hombre estaba limitado por las pasiones y la ignorancia, podía liberarse de ellas dejando desarrollar libremente la razón. Con ello, sería capaz de encontrar verdades eternas, de valor absoluto, que se correspondieran a la racionalidad de las leyes del universo 11 También debe considerarse el marxismo como una respuesta al socialismo utópico y al historicismo romántico. Del mismo modo es imposible concebir el pensamiento marxista independientemente de la influencia que sobre él ejerció la dialéctica hegeliana
  • 11. 11 explicación que se opone a la idea del contrato social como resultado de la evolución racional de los hombres. De acuerdo con Marx, no existe el hombre en abstracto, tal como lo veía la teoría liberal. Según esta teoría, el individuo racional resigna su ambición por temor a una muerte violenta. He allí el fundamento de la vida en sociedad. Desde esta perspectiva, lo social es entendido como el resultado de la suma de voluntades individuales que se someten al contrato. El concepto de lo histórico marxista implica una fuerte crítica al pensamiento naturalista y a la ahistoricidad de las categorías que éste proponía. La racionalidad universalista sostenía que las categorías propias de la sociedad y la economía capitalista (mercado, propiedad privada, afán de lucro, dinero, precios, valor, entre otras) eran propias y universales del hombre y no características y particulares de una determinada época histórica. Marx se interesó por comprender la dinámica de los cambios históricos y el rol de sus principales protagonistas: las clases sociales. Concibe la lucha de clases como el motor principal de los cambios históricos. Su teoría se centró en el análisis del modo de producción capitalista y en la dinámica de su transformación hacia un nuevo modo productivo (el comunismo). Se podría decir que, desde la perspectiva marxista, el objeto de estudio de las ciencias sociales lo constituyen los procesos de transformación social y que el objetivo de la ciencia social es comprender la dinámica de estas transformaciones. Esta afirmación no podría ser cierta a menos de aclarar que la concepción que Marx tenía de la ciencia social era la de ser fundamentalmente una herramienta para la acción política. La figura del científico no esta separada, para este autor, de la del hombre político. Este construye el conocimiento a partir de un recorrido que es dialéctico.12 El investigador parte de las relaciones materiales reales y objetivas que existen entre los hombres y elabora a partir de ellas categorías teóricas abstractas. Este conocimiento objetivo que el investigador-político construyó vuelve a la realidad para modificarla. Marx no puede concebir una ciencia social o una economía política fuera de la acción política. Si bien Marx considera que el conocimiento social puede ser objetivo, no cree en la existencia de una ciencia libre de valores. Su concepción resalta el carácter ideológico de las producciones culturales teóricas, entre las cuales se encuentra la economía política clásica. La verdadera ciencia sólo es posible a condición de no ocultar las relaciones concretas que se dan entre los hombres en la sociedad capitalista, esto es, las relaciones de dominación y explotación. Desde el punto de vista marxista, conceptos tales como capital, mercancía o precios no pueden ser analizados como si fueran independientes del orden social. La economía clásica, erigida en ciencia oficial, pretendió reducir los problemas sólo a su aspecto económico y los desvinculó de sus aspectos sociales y políticos. El marxismo no es sólo una teoría social sino un pensamiento más abarcador que incluye una teoría económica y una concepción filosófica y ética que impulsa a la acción. 4.2. Max Weber: la propuesta del comprensivismo Max Weber es considerado uno de los sociólogos más importantes dentro de la tradición historicista de la que se nutre para proponer su sociología comprensiva. La escuela historicista surgida en Alemania (Wilhelm Dilthey, Wilhelm Windelband y Heinrich Rickert) criticó al positivismo por sostener que éste desconocía las características propias e irreductibles del objeto de estudio de las ciencias sociales: el hombre en su carácter histórico y cultural. Para Weber el tema de los valores es insoslayable en la explicación de los fenómenos sociales. Por eso propone una sociología capaz de incluirlos y tenerlos en cuenta y no abstraerlos en el esfuerzo por definir un dato objetivo. El fin de la neutralidad valorativa que proponía la ciencia moderna como garantía de objetividad no es aceptable, desde el punto de vista de Weber, en el estudio de las disciplinas sociales. Quitar los valores del estudio de las problemáticas humanas implica una cierta desnaturalización del objeto de estudio de estas disciplinas. Los valores son tenidos en cuenta por Weber desde dos perspectivas. Por un lado, los valores del investigador intervienen cuando éste selecciona un objeto a investigar. El investigador selecciona una porción de la realidad histórica para poder abordar su estudio. Recorta aquello que considera significativo de acuerdo con su marco valorativo, que es histórico. A partir de este recorte de un fenómeno singular, el investigador trata de establecer las conexiones causales que lo explican (por ejemplo, Weber estudió las relaciones que existían entre la ética protestante y el desarrollo del capitalismo). Estas conexiones no son causales en el sentido en el que se utilizan en las ciencias naturales sino que son conexiones de 12 El concepto de dialéctica, que él toma de Hegel, puede ser comprendido –de manera muy esquemática– en dos sentidos: como el movimiento que describe el desarrollo de lo real o como la metodología que permite el conocimiento de ese desarrollo entre opuestos
  • 12. 12 sentido dentro de las que puede explicarse un fenómeno histórico particular. Concibe la sociedad como una totalidad histórica, compleja e inabarcable a partir de leyes generales que expliquen el comportamiento del hombre en todas las sociedades. Por otra parte, este autor señala que el propósito de la sociología es comprender, por medio del método de la interpretación, la acción social con el fin de explicarla en su desarrollo y en sus efectos. Lo que define una acción como social es que tiene un sentido que le es otorgado por los sujetos y está referido a las conductas de los otros sujetos. La acción social se desarrolla orientada de acuerda con una referencia a los de más. Al hablar del sentido de la acción social Weber se refiere al sentido subjetivo de la acción (el que es otorgado por los sujetos). Los seres humanos damos sentido y significado a nuestras acciones a partir de ciertos valores. Para Weber, explicar la acción social significa captar por medio de la comprensión (interpretación) la conexión de sentido en la que se incluye la acción. Las acciones sociales están provistas de un significado y esto es lo que las hace inteligibles. La ciencia social aspira a ordenar racionalmente la realidad empírica. Si bien esta disciplina se origina en reflexiones prácticas, de acuerdo con Weber, no es normativa, es decir que de sus conclusiones no pueden derivarse fórmulas para la praxis. Marx, Weber y Durkheim constituyen los pensadores clásicos más importantes de la sociología. Puede señalarse que las obras de Durkheim y más aún las de Weber, en muchos casos, dialogan con el pensamiento marxista. Tener en cuenta las consecuencias políticas que provocó el marxismo no es un dato menor para comprender el impacto que tuvo este pensamiento.13 Weber criticó la direccionalidad racional global que Marx otorga al curso de la historia. Esto significa que de acuerdo con el marxismo podrían enunciarse leyes generales del desarrollo y de la evolución histórica. Si bien Weber puede aceptar el esquema evolutivo de las sociedades como una colección de tipos ideales 14 (es decir, como una herramienta metodológica construida, no como un hecho empírico real), no comparte la idea de una teoría general acerca del desarrollo histórico. También critica al marxismo la idea de que las relaciones económicas son el fundamento esencial de las sociedades. De acuerdo con su perspectiva, es posible que esta ley pueda ser válida pero para un contexto histórico determinado y no como ley general de desarrollo. Para Weber la importancia específica de lo económico es variable y debe estudiarse empíricamente en las distintas sociedades. Una de las distinciones más importantes entre estos autores surge de sus posturas epistemológicas. Mientras Weber, igual que Durkheim, adhiere a la separación neokantiana entre "ser" y "deber ser", es decir, entre proposiciones que refieren a hechos y proposiciones normativas (y sostienen que las ciencias se construyen con las primeras), Marx sostiene que existe una relación inseparable entre la teoría y la praxis política. 5. El siglo XX 5.1. La teoría empírica ortodoxa La sociología del siglo XX es tributaria de las corrientes teóricas analizadas antes. Diversas escuelas –que no son tratadas en este capítulo– se han nutrido de estos pensadores clásicos y han desarrollado a partir de ellos sus propias ideas. En la actualidad, una de las líneas divisorias de posiciones –aunque no la única– es la que separa las posturas reduccionistas de las que no lo son. Las primeras, que pueden ser incluidas bajo el nombre de teoría empírica ortodoxa (teoría heredada, en epistemología), no creen que la particularidad del objeto de estudio de las ciencias sociales pueda obstaculizar el desarrollo de estas disciplinas de acuerdo con 13 Marx estructuró una propuesta política que se plasmó en las últimas décadas del siglo XIX en el crecimiento de los partidos socialistas. Posteriormente sus ideas se relacionaron con la instauración del comunismo en la Unión Soviética. Este modelo, que se proponía como alternativa al capitalismo, compartió después de la segunda posguerra la hegemonía internacional con Estados Unidos, hasta que su deterioro económico y político concluyó en 1989 con la caída del muro de Berlín, la disolución de la URSS y del sistema comunista. 14 Estos tipos ideales son construcciones racionales y abstractas que el investigador realiza. En ellas resalta o acentúa determinados rasgos previamente seleccionados. La mayoría de las veces estas construcciones no aparecen en la realidad tal como se definen en los tipos ideales. No son promedios ni son el resultado de generalizaciones empíricas exclusivamente. Su valor heurístico radica en su utilidad para realizar comparaciones con fenómenos reales. Ejemplos de tipos ideales son los tipos de dominación social (tradicional, carismática y racional o legal-burocrática).
  • 13. 13 los criterios de las ciencias naturales. Sostienen que las ciencias sociales podrán evolucionar y mejorar su posición en la medida en que avancen por los mismos caminos que tomaron las ciencias naturales y físicas. De este modo, conciben la existencia de un único paradigma que rige los criterios de verdad para todas las disciplinas, independientemente del objeto de estudio que traten. El conocimiento objetivo, entonces, dependerá de la neutralidad valorativa, del apego al dato cuantificado y de la posibilidad de enunciar leyes generales. Este paradigma propone también una misma metodología –experimentación, observación, cuantificación– como garantía del conocimiento objetivo buscado por la ciencia. Dentro de esta perspectiva empirista, en muchos casos la investigación social se ha reducido al esfuerzo por la matematización de las variables sociales y la sofisticación en el tratamiento estadístico,15 y ha demostrado cierta pobreza en el desarrollo teórico. La tradición de los modelos mecanicistas y organicistas (Comte, Spencer) que predominaron en el siglo XIX –y que fueron desarrollados antes– constituye el antecedente más próximo de la teoría empírica ortodoxa. Esta corriente, de la que participan fundamentalmente sociólogos anglosajones, rescató varias premisas del positivismo primitivo y del paradigma reduccionista. Una de las construcciones teóricas quizá más ambiciosas es la del sociólogo estadounidense Talcott Parsons.16 Su perspectiva estructural- funcionalista predominó en la sociología norteamericana durante una buena parte del siglo XX e interactuó con desarrollos teóricos posteriores como los realizados por Robert Merton y por la teoría general de los sistemas, entre otros. La teoría de los sistema comenzó a desarrollarse luego de la Segunda Guerra Mundial y fue incentivada por el crecimiento de los sistemas informáticos. Esta teoría señaló la insuficiencia de los modelos mecánicos y orgánicos que se desarrollaron en el ámbito de las ciencias sociales y del pensamiento social desde la primera modernidad. Si bien esta perspectiva toma elementos del pensamiento de Parsons, también lo critica por el excesivo enfoque en el equilibrio de las sociedades y por la poca importancia que otorga a los procesos sociales y su dinámica. La teoría general de los sistemas se postula como modelo explicativo válido para diferentes disciplinas. Intenta, a través de la analogía, captar semejanzas de estructura entre estos distintos tipos de sistemas. Su objeto de estudio puede definirse como la organización en sus distintos niveles de complejidad. Su precursor es el autor austríaco, radicado en Estados Unidos, Ludwig von Bertalanffy.17 Este autor propuso centrar el estudio de la teoría sistémica en el análisis de los principios que rigen la dinámica de las distintas organizaciones. La elucidación de estos principios comunes al comportamiento de todos los sistemas permitiría unificar el lenguaje de las ciencias y avanzar hacia un único paradigma.18 Bertalanffy considera que en todos los niveles de la realidad (desde los más simples a los más complejos), tanto en los fenómenos físicos como en los sociales, se pueden encontrar ciertos principios comunes de organización. El ideal de este autor es hallar las leyes que establecen las semejanzas estructurales entre sistemas distintos. Desde la perspectiva sistémica, la sociedad es concebida como un sistema de interacción compleja, multifacética y fluida en el que se pueden verificar grados variables e intensidades de asociación y disociación. La teoría sistémica sostiene que los sistemas sociales son cambiantes y que las sociedades y los grupos modifican constantemente sus estructuras adaptándolas a las condiciones externas e internas. El modelo sistémico tiene en cuenta intereses, conflictos y adaptaciones. Esto último lo diferencia del modelo estático de la teoría parsoniana. La corriente sistémica constituye en la actualidad una perspectiva de cierta importancia en la discusión epistemológica referida a las ciencias sociales. Más que nada, su influencia se verifica en disciplinas como la psicología y las ciencias políticas y administrativas, dentro del mundo intelectual anglosajón. Respecto de las posiciones no reduccionistas se presenta, a modo de ejemplo, la posición del sociólogo contemporáneo Pierre Bourdieu, quien forma parte de la tradición del posestructuralismo. 15 Esto es especialmente evidente en la ciencia económica. El análisis multivariado se ha desarrollado enormemente a partir de los avances informáticos y la utilización de programas que permiten manipular una gran cantidad de variables 16 T. Parsons se proponía encontrar leyes generales que pudieran explicar el funcionamiento de todos los sistemas sociales. Este sociólogo pretendía construir un sistema teórico abarcador que explicara el conjunto de los sistemas sociales y se basara en el método hipotético-deductivo. Veáse T. Parsons, El sistema social, Madrid, Alianza, 1988. 17 Quien fue influido tanto por el estructural-funcionalismo como por el empirismo lógico del Circulo de Viena 18 Bertalanffy sigue a Rudolf Carnap y a los empiristas lógicos en su búsqueda por establecer un lenguaje unificado que sirva para todas las ciencias. Ambos intentan que este lenguaje pueda ser formalizado, es decir, matematizado. La diferencia estriba en que mientras el primero plantea el lenguaje común dentro de la perspectiva de los sistemas, Carnap plantea el modelo de la ciencia física como el modelo a seguir para todas las disciplinas científicas. Véase L. Von Bertalanffy, La teoría general de los sistemas, México, FCE, 1986
  • 14. 14 5.2. La epistemología y la teoría social de Pierre Bourdieu Pierre Bourdieu es un sociólogo francés contemporáneo cuyo pensamiento reúne influencias de distintas vertienes teóricas (Marx, Durkheim, Alfred Schutz, Gastón Bachelard). Desarrolla sus ideas fundamentales en dos temáticas convergentes de la ciencia social. Por un lado, trabaja en la construcción de una teoría social que permita explicar y comprender el mundo social y su dinámica (su teoría social). Por el otro, realiza una reflexión acerca de las condiciones de posibilidad de la construcción del conocimiento social (su postura epistemológica o metateórica). En cuanto a la construcción de su teoría social, parte de la idea de que "lo social" reviste una doble existencia. Por un lado, se manifiesta en las estructuras objetivas que son independientes de las voluntades de los hombres y de sus conciencias. Estas estructuras se definen a partir del conjunto de relaciones que existen entre las posiciones que ocupan los distintos actores sociales. Esta concepción deja traslucir la influencia del marxismo, del que Bourdieu toma la idea de una sociedad estructurada en clases sociales y cuyas relaciones son de conflicto.19 Por otro lado, sostiene que "lo social" también se manifiesta en la subjetividad humana. Tal subjetividad está constituida por los esquemas de apreciación y categorización de la realidad que tienen los sujetos y con los cuales aprehenden el mundo social. Estos esquemas y categorizaciones constituyen su "punto de vista" y tienen una génesis social En esa génesis intervienen las estructuras objetivas, que son las responsables de modelar las subjetividades y, con ello, ejercer coacción sobre las prácticas sociales de los sujetos. Bourdieu sostiene que lo social, en tanto es entendido como la relación entre estructura y subjetividad, está multideterminado. Esto significa que sólo puede ser explicado a partir de un análisis que vincule simultáneamente elementos económicos y culturales. Plantea que las diferencias económicas y las relaciones materiales que se establecen entre los hombres, si bien son fundamentales, resultan insuficientes para explicar las cuestiones sociales. Esto es así porque las desigualdades son económicas y culturales. Bourdieu localiza su análisis en las cuestiones culturales y simbólicas, pues sostiene que el poder económico sólo puede reproducirse y perpetuarse únicamente en el caso en que también se ejerza al mismo tiempo el poder simbólico.20 Bourdieu construye dos conceptos centrales para comprender cada uno de los modos de existencia de lo social: el campo y el habitus. Cada uno de ellos corresponde a un momento del proceso de investigación social. El primer momento está destinado al estudio de las estructuras objetivas -los campos-; el segundo, al estudio de las subjetividades –el habitus– Los campos se definen como estructuras de posiciones que son ocupadas por los distintos agentes sociales (clases, grupos, instituciones). Entre estas posiciones se establecen relaciones de dominación subordinación que constituyen la prioridad de análisis para el investigador social.21 La estructura de posiciones está basada en la distribución inequitativa de ciertos bienes (capital) cuya propiedad confiere poder. Bourdieu entiende el campo como un espacio de juego y de lucha. Existen una gran cantidad de campos y subcampos más o menos específicos (económicos, culturales, subcampos del arte, la ciencia, los medios de comunicación, por ejemplo). Cada campo se define a partir de un interés específico (pongamos por caso, el arte) y un capital específico (en este caso, el capital del artista: obras realizadas, cotización de éstas, premios ganados, reputación, ventas) que ponen en juego los agentes interesados. Estos agentes desarrollan estrategias tendientes a obtener una ganancia. Intentan conservar sus posiciones en el campo –si es que son dominantes– o modificarlas si son dominados. La historia de un campo es la historia de sus luchas. 19 El concepto de clase social con el que trabaja Bourdieu es totalmente diferente del definido por Marx. Mientras este último otorga a las clases sociales el sentido de grupo movilizado para la lucha, desde la perspectiva de Bourdieu las clases sociales se definen desde un punto de vista lógico. Esto significa que se recortan a partir de la existencia de un conjunto de agentes que ocupan una posición similar dentro del espacio social. Estos agentes -que poseen la misma posición en la estructura social- tienen altas probabilidades de compartir cierta subjetividad y por lo tanto de tener similares intereses (son clases probables, no reales). Véase P. Bourdieu, Sociología y cultura. México, Grijalbo, 1990. 20 El poder simbólico es el poder de imposición de la verdad. Se define como un poder hacer cosas con palabras, y permite imponer como legítimas ciertas categorías y principios de división social. La lucha simbólica es la lucha por la imposición de la verdad y de una determinada forma de categorizar el mundo social. El Estado es, por antonomasia, la sede de la concentración y del ejercicio del poder simbólico. Es el Estado el que dispone de los medios para imponer e inculcar principios duraderos de división social. Veáse P. Bourdieu, Razones prácticas, Barcelona, Anagrama, 1997 21 Bourdieu sostiene una postura relacional opuesta al esencialismo. Esto significa entender lo real no como una esencia sino como el resultado de un conjunto de relaciones. Para Bourdieu, lo real es relacional
  • 15. 15 Existe también una jerarquía de campos. Esto significa que cada uno de ellos tiene un peso específico –en cuanto a las determinaciones sociales que genera– y una autonomía que puede variar históricamente.22 Los campos pueden desaparecer y pueden aparecer otros nuevos (por ejemplo, la ecología en la actualidad) Si bien cada uno de los campos tiene una lógica específica, es posible enunciar un conjunto de leyes generales, válidas para todos. El concepto de campo constituye una herramienta teórica que permite captar la singularidad de cada campo específico a partir de la comprensión de las leyes invariantes que regulan el funcionamiento de cada uno de ellos. Bourdieu extiende la lógica del comportamiento económico (búsqueda de ganancia) al resto de los campos. Los agentes disponen de un capital específico (conjunto de bienes específicos, sean materiales o simbólicos), tienen intereses y desarrollan estrategias con el objetivo de obtener, una ganancia, sea ésta material o simbólica. La segunda forma de existencia de lo social –el habitus– la constituye el conjunto de esquemas de percepción y apreciación que el sujeto tiene incorporados y con los cuales construye su punto de vista. El habitus se define como el conjunto de disposiciones duraderas a actuar, sentir o pensar. Está modelado por las estructuras objetivas (y las relaciones entre posiciones dentro de cada campo), que son internalizadas por los sujetos. Los esquemas de percepción con los que aprehendemos la realidad y a partir de los cuales construimos nuestra visión del mundo son el producto de la coacción que las estructuras objetivas ejercen nuestras subjetividades. Esto significa que la posición que ocupamos en las distintas dimensiones del espacio social23 y en los distintos campos y subcampos es la causante principal de nuestra subjetividad. He aquí su génesis social e histórica: al interiorizar las estructuras objetivas, lo social se inscribe en el cuerpo del sujeto La clave para la comprensión de la dinámica y la dominación social se encuentra, según este autor, en la relación particular que existe entre el campo y el habitus. Según Bourdieu, la dominación de una clase social sobre otra se asienta fundamentalmente en el ejercicio del poder simbólico, que es el poder de construir la verdad e imponer unos principios de visión y división del mundo social. El ejercicio de este poder es el que permite legitimar y obtener consenso sobre un orden social inequitativo. En la medida en que las estructuras objetivas de tal orden social son internalizadas por los agentes y moldean su habitus, las diferencias sociales que éste establece tienden a ser percibidas como diferencias naturales. Esa percepción contribuye a la perdurabilidad de las relaciones de fuerza establecidas en el espacio social y a la reproducción de las desigualdades sociales. En esta adecuación entre posición objetiva y subjetividad se construye el consenso que legitima un orden social caracterizado por la distribución inequitativa del poder, la cultura y la riqueza. A esto Bourdieu lo llama complicidad ontológica del campo y el habitus. Si bien esta complicidad tiene una gran fortaleza, siempre existe un lugar de indeterminación, una línea de fractura, una posibilidad de llevar a cabo una lucha contra el orden de cosas establecido. Desde este punto de vista la lucha más importante que llevan a cabo los agentes sociales es la lucha simbólica, que trata de imponer como verdad una determinada concepción del mundo, una visión de la sociedad y sus divisiones sociales. La ciencia forma parte de esta lucha. La sociología del conocimiento será la encargada de revelar los mecanismos que se desarrollan en esta contienda por la imposición de la verdad. Como ya se ha mencionado, Bourdieu también construye un discurso metateórico o epistemológico en el cual reflexiona acerca de las condiciones de posibilidad del conocimiento de lo social. Cree que es posible construir una teoría del conocimiento sociológico capaz de enunciar un conjunto de principios que definan las condiciones de posibilidad de los actos y los discursos de las disciplinas sociales. Ese conjunto de postulados debe ser independiente de las teorías de lo social que sostengan los diversos autores. Desde su punto de vista, para constituir una sociología científica es indispensable someter la práctica sociológica a una 22 Como ejemplo puede citarse que el peso social y simbólico del campo religioso en la sociedad medieval era mucho mayor al que tiene en la actualidad (incluso, el campo educativo era un subcampo dependiente del campo eclesiástico). En la actualidad, los campos culturales (arte, ciencias, medios de comunicación) ocupan un lugar de menor jerarquía en el conjunto de los campos, puesto que se encuentran subordinados al campo económico. 23 “El campo social se puede describir como un espacio pluridimensional de posiciones tal que toda posición actual puede ser definida en función de un sistema pluridimensional de coordenadas cuyos valores corresponden a los de las diferentes variables pertinentes: los agentes se distribuyen en él, en una primera dimensión, según el volumen global del capital que poseen y, en una segunda, según la composición de su capital; es decir, según el peso relativo de las diferentes especies es el conjunto de las posesiones", P. Bourdieu, “Espacio social y génesis de las «clases»", en Sociología y cultura, p. 283. “En realidad, el espacio social es un espacio pluridimensional, un conjunto abierto de campos relativamente autónomos, es decir, más o menos fuertes y directamente subordinados, en su funcionamiento y sus transformaciones al campo de la producción económica: en el interior de cada uno de los subespacios, los ocupantes de las posiciones dominantes y los de las posiciones dominadas se comprometen constantemente en luchas de diferentes formas (sin constituirse por eso como grupos antagónicos)", ídem, p. 301
  • 16. 16 reflexión racional y sistemática sobre las posibilidades del conocimiento. El científico social construye verdad científica en la medida en que posee un conocimiento sistemático y sólido de las determinaciones y de los límites que tiene el saber de lo social. En este sentido, la sociología del conocimiento es su herramienta más adecuada. En primer lugar, el investigador social debe tener en cuenta que su producción intelectual no se realiza en el vacío sino en un espacio social e histórico determinado. El investigador ocupa posiciones en distintos campos de los que participa (campo de la sociología, de la ciencia en general, campo de la cultura, de la política, entre otros). Estas posiciones coaccionan sobre la forma de ver el mundo y determinan el punto de vista que el científico social tiene. Éste debe reflexionar sobre su situación y tener en cuenta que su producción intelectual y sus prácticas sociales estarán determinadas por las posiciones que él ocupe en los distintos campos y en el espacio social. En segundo lugar, la sociología científica debe oponerse a la sociología espontánea. Esta última utiliza de forma acrítica categorías que muchas veces provienen del sentido común. Bourdieu resalta que la tarea principal del investigador es eliminar sistemáticamente las prenociones y prejuicios y construir el objeto de estudio contra el sentido común. Realiza una distinción radical entre objeto real y objeto científico de estudio. El objeto científico se define como un sistema de relaciones expresamente construido por la ciencia. Su calidad científica está dada, según Bourdieu, por su construcción como objeto racional y no por la aplicación de técnicas de medición cada vez más exactas, como postulan los empiristas. La ciencia, para Bourdieu -y en esto coincide con Marx y con Weber-, no trabaja con objetos reales sino con construcciones teóricas que son producto del pensamiento del investigador. Un objeto de investigación debe ser construido y definido bajo el marco de una problemática teórica que sirva como marco referencial. Si bien Pierre Bourdieu critica el positivismo y la teoría empírica ortodoxa por el estrecho margen dado a la teoría y el excesivo apego al rigor del dato, esta actitud no significa renunciar al tratamiento empírico de la realidad social para poder explicarla. Para este autor, esas corrientes teóricas despojan a la teoría social de su función primordial que es la de asegurar una ruptura epistemológica, la ruptura con la sociología espontánea en pos de una sociología científica. La sociología científica goza, para él, de un carácter emancipador. Es la encargada de revelar los mecanismos en los que se asienta la dominación estable de una clase sobre otra. Estos mecanismos (complicidad ontológica de campo y habitus) basan su poderío y su eficacia en la ignorancia de sus bases reales de apoyo al hacer que las diferencias sociales sean percibidas como naturales e imponer con ello una verdad aparentemente indiscutible acerca del mundo y sus divisiones sociales.