14. Lasformassonvoluptuosas y exageradas y las figuras cobran expresividad y, envueltas en mórbidas telas, se abrazan las unas a las otras en actitudes patéticas y dramáticas, a veces, incluso imposibles.
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16. Hegemonía de la luz en las composiciones, creándose el espacio mediante el extremo contraste del claroscuro, el tenebrismo.
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21. Caracterizado por la representación de la realidad de forma cruda e, incluso, a veces vulgar.
28. Losmodelos de sus personajes, religiosos o mitológicos, eran tipos vulgares de la calle (golfillos, mendigos, hombres y mujeres de origen humilde), que en el cuadro se transformaban en ángeles, héroes, dioses o santos.
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31. Además se caracteriza por su extremado naturalismo, reflejando en su obra hasta los aspectos más desagradables de la realidad.
37. Es la obra más claramente tenebrista del pintor: la luz cruza la estancia en una diagonal que ilumina a las figuras teatralmente; además en ella se aprecian el resto de sus características compositivas.
38. Se representa el momento en que Cristo, acompañado de san Pedro, al pasar junto a la oficina de san Mateo, que era recaudador de impuestos, le llamó para que le siguiera.
41. Destaca la utilización por primera vez del recurso lumínico del tenebrismo, con una intensa luz focal cuya fuente está fuera del cuadro en la zona superior derecha.
42. Asimismo, llama la atención el lenguaje de los gestos, en particular el de la mano de Jesús, que recuerda la de Dios creando a Adán en la Capilla Sixtina, y que se repite en la de San Pedro y en la del propio San Mateo, señalándose a sí mismo con sorpresa.
55. La representación del tema carece por completo de toda idealización religiosa. La escena se desenvuelve en un ambiente de gran humildad y crudo realismo, en el que la Virgen aparece simplemente muerta, sin ningún elemento sagrado que anuncie su próxima asunción.
60. Fue una pintura también realista, pero rehuyó lo vulgar y ofreció unavisión más bella y amable de la realidad, en parte idealizada, volviendo para ello a los modelos de la Antigüedad y el Renacimiento clasicista.
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62. Se caracterizan por el esplendor, el lujoy el gran efecto ornamental de sus composiciones al fresco.
63. Si los ambientes interiores del naturalismo propiciaron el desarrollo del bodegón, de los escenarios idealizados del clasicismo, en cambio, surgió el paisajecomo género independiente.
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65. Decoración al fresco, realizada entre 1597 y 1604, fue la obra maestra de la madurez de AnnibaleCarracci
66. Se inspiró en la bóveda de la Capilla Sixtina: parcelación del espacio mediante arquitecturas fingidas, con esculturas simuladas y grandiosas figuras desnudas.
67. Sin embargo, se diferencia de ella en que los diversos temas se distribuyen en lo que aparentan ser pinturas de caballete enmarcadas y trasladadas al muro (quadririportati).
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69. La pieza principal, en el centro de la bóveda, representa el Triunfo de Baco y Ariadna, que refleja el gusto de la tendencia clasicista por el paisaje y el color, en una composición muy dinámica con influencias de Rafael, Miguel Ángel y Tiziano.
73. Tiene un especial interés para la historia del arte, ya que las pequeñas figuras son tan sólo un pretexto para representar el paisaje, que es el verdadero protagonista. No hay que olvidar que en esta época todavía se consideraba que el paisaje por sí mismo carecía de interés para la pintura, salvo como escenario de una historia.
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75. La pintura en Italia El Barroco decorativo: Pietro da Cortona Lucas Jordán
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78. En las bóvedas se aplicaba unaperspectiva de abajo hacia arriba(di sotto in su), que requería grandes conocimientos de óptica y geometría.
105. Frente al realismo objetivo predominante, su pintura ofrece una visión subjetiva y espiritual de la realidad, en un afán de captar la interioridad del alma humana, sin preocuparse por lo anecdótico o superficial.
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107. La mancha de color, de factura suelta y jugosa, predomina claramente sobre los elementos lineales del dibujo.
108. El espacio es unitario y envolvente, y con frecuencia las figuras se sitúan hacia el fondo, dejando un vacío en el primer plano.
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110. Este cuadro, pintado al óleo sobre lienzo, fue el primer retrato de grupo que realizó Rembrandt, por encargo del gremio de cirujanos de Ámsterdam.
111. Representa la lección de anatomía impartida por el doctor Tulp en presencia de siete personas, cuyos nombres constan en la hoja que sostiene una de ellas.
120. La disposición de las figuras en un plano profundo, tratado con una luz clara y diáfana que crea un ambiente íntimo por contraste con el primer plano más oscuro.
126. Por otra parte, el dibujo cede terrero a la utilización más natural del color.
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129. por un lado Ribera y Zurbarán, que representaron la pervivencia del naturalismo;
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132. Este óleo sobre lienzo, ejecutado hacia 1630, es una de las mejores obras de su etapa inicial tenebrista, en la que resulta evidente la influencia de Caravaggio y sus seguidores.
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140. Este cuadro fue pintado al óleo sobre lienzo en 1639 y representa el episodio del Génesis en que el patriarca Jacob, dormido, ve en sueños una escalera dirigida al cielo por la que suben y bajan unos ángeles.
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147. «El patizambo» (1642) es un nuevo ejemplo del estilo personal de Ribera, que sintetiza el paisaje clasicista y los personajes vulgares del naturalismo: sobre un fondo claro, con una línea de horizonte muy baja, resalta la figura del pequeño mendigo de aire picaresco, cuya sonrisa y simpatía hacen olvidar su miseria y deformidad.
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152. Zurbarán se mantuvo siempre fiel al naturalismo tenebrista, cuyo interés por lo cotidiano y humilde propició el desarrollo de la pintura de bodegones.
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154. Destaca en especial la habilidad del pintor para representar con magistral realismo las cualidades materiales de los diferentes objetos, ya sean de cerámica o de metal.
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157. Este óleo sobre lienzo, de fecha discutida (tal vez hacia 1655), formaba parte del conjunto de pinturas que decoraban la Cartuja de las Cuevas de Sevilla.
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160. San Hugo es la figura que aparece a la derecha inclinada, y los siete monjes se alinean en una mesa en forma de L; el primer plano del centro lo ocupa un criado.
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162. Esta obra reúne todas las características generales de su pintura:
163. Realismo, composición simple y sin movimiento, figuras estáticas y yuxtapuestas, como los elementos de bodegón que se disponen sobre la mesa, expresiones serenas, dilujo preciso y fuertes contrastes de luces y sombras.
164. Crea un ambiente cerrado en el cuadro, al que falta la profundidad –las figuras se disponen en fila a lo largo del lienzo–; lo importante es el equilibrio en la composición; toda la atención se aplica a los rostros y manos, que adquieren un inmenso poder expresivo.
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167. Realismo, poco amigo de la fantasía y los idealismos busca siempre representar la realidad misma.
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172. En el tratamiento de la luz, desde el tenebrismo sevillano, hacia una luz más matizada y el dominio de la «perspectiva aérea» (plasmación de las capas de aire interpuestas entre los objetos).
186. dibujo muy preciso y minucioso que refleja a la perfección las calidades de cada objeto (detalles de la copa o del cántaro, con las gotas que resbalan por él),
187.
188. Pero, a diferencia de la obra de Caravaggio, la escena carece por completo de dinamismo.
189. Por otra parte, las figuras presentan actitudes forzadas y se relacionan entre sí de forma poco convincente, sin intercambiarse miradas.
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192. Este cuadro, realizado hacia 1618, tiene las mismas características técnicas y formales que «El aguador de Sevilla», y también, como este, es de destinatario desconocido.
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197. Esta pintura de 1619 tal vez fue realizada para la Compañía de Jesús, pues se ajusta por completo a la recomendación de los jesuitas de dar a los temas reIigiosos un tratamiento actualizado para facilitar así la identificación de los fieles con el asunto.
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199. La ausencia de idealización es absoluta, basta con reparar en detalles como la discreta indumentaria de los Reyes, las manos rudas de la Virgen o el fajero del Niño, según la costumbre de la época de fajar a los recién nacidos.
200. Por lo demás, la composición en diagonal y la técnica (colores oscuros y terrosos, de factura lisa, dibujo detallado, luz focal y tenebrismo) son características de esta etapa sevillana.
209. Cuadro de temática mitológica, novedad en el panorama artístico español del momento, realizado por influencia de Rubens.
210. Casi la única concesión al mundo clásico es el desnudo del dios.
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213. En ella se combinan partes de dibujo muy preciso y bien definido, como la jarra o la botella de vidrio de la parte inferior, con otras en las que prima la mancha de color, como los elementos paisajísticos o las figuras en penumbra de los extremos superior derecho e inferior izquierdo
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217. Tanto las figuras como los demás elementos del cuadro están tratados con gran realismo y detalle, en especial los rostros y los objetos de uso doméstico. Estos últimos destacan por la extraordinaria representación de sus texturas. Y sólo las dos figuras en penumbra de los extremos tienen un carácter más abocetado.
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219. Rubens le animó para que viajara a Italia, donde visitó varias ciudades y completó su formación.
220. La madurez de su estilo aparece ya en las obras realizadas allí:
228. El cuadro representa el momento en que Apolo informa a Vulcano, dios herrero y aquejado de cojera, de los amores adúlteros de Venus, su esposa, con Marte, el dios de la guerra, provocando la sorpresa en todos los presentes.
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237. Pintado con anterioridad a 1635, este cuadro describe la rendición de la plaza holandesa de Breda en 1625. Velázquez renuncia una vez más a plasmar el momento más trágico, representando el momento en que el Gobernador holandés Justino de Nassau entrega de las llaves de la ciudad al General Ambrosio de Spinola.
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239. Destaca el tratamiento elegante y ponderado de la escena, en la que vencedor y vencido adoptan una actitud caballeresca, sin arrogancia ni humillación.
240. La composición es en aspa, con centro en la llave, que se recorte sobre el muy luminoso segundo plano.
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243. Desde un punto de vista técnico el estilo de Velázquez alcanzó con esta obra su plena madurez dejando atrás definitivamente los rasgos de su etapa sevillana:
246. Prima la mancha de color sobre los elementos lineales del dibujo.
247. Aplica una nueva gama cromática fría, con verdes, azulados y grises, sobre todo en el paisaje del fondo, en el que dominan los tonos plateados, verdes y azules, siendo uno de los más logrados de su pintura.
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261. Esta obra ha sido datada en diferentes fechas, entre 1636 y 1645.
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263. Sin embargo, se caracterizó, como en toda su obra, por su forma mesurada de representar a estos personajes, lejos del naturalismo barroco, evitando resaltar sus defectos y dotándolos de una gran humanidad, con respeto y sabiendo captar lo más cálido y digno de su deformidad, aunque en sus rostros también refleja un fondo de amargura.
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268. Gracias a su estatus de enviado real tuvo la oportunidad de retratar al papa, captando fielmente su fisonomía, psicología y carácter, hasta el punto que se dice que cuando el papa vio la obra terminada exclamó: «¡Troppo vero!» (demasiado veraz).
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274. En 1651 Velázquez regresó a España, donde realizará una larga serie de retratos de los personajes de la Corte, destacando el de Felipe IV anciano, el de la Infanta Margarita adolescente o el de Doña Mariana de Austria, en los que su paleta se hace completamente líquida, la forma se esfuma y se logran calidades insuperables.
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281. También son fundamentales el sabio manejo de la luz, que ilumina la escena desde las ventanas laterales y desde la puerta del fondo, el tremendo naturalismo, la factura libre y atrevida, etc.
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284. También son fundamentales el sabio manejo de la luz, que ilumina la escena desde las ventanas laterales y desde la puerta del fondo, el tremendo naturalismo, la factura libre y atrevida, etc.
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302. por un lado, la escuela madrileña, con un papel destacado de los retratistas de la Corte de Carlos II, en especial Claudio Coello;
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307. En esta obra de juventud (hacia 1650), pintada al óleo sobre lienzo, se aprecia la influencia de Zurbarán y de Velázquez en su etapa sevillana.
308. Tema religioso tratado como si fuera un episodio hogareño; de gran ternura, intimidad y misticismo su estilo tuvo un amplio éxito popular, repitiendo los mismos temas sin descanso.
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310. Se trata, por tanto, de una entrañable escena doméstica sin presencia de elementos sobrenaturales y con un claro protagonismo de san José, como padre ideal, que tradicionalmente aparecía en el tema de la Sagrada Familia relegado a un segundo plano.
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313. «La Inmaculada Concepción», asi como la Virgen y el Niño, fueron dos de los temas predilectos de Murillo. La conocida como «Inmaculada de El Escorial», pintada al óleo sobre lienzo hacia 1660, no fue la primera, pero sí una de las mejores y de ella derivan todas las que pintó después.
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320. En los «Niños de la concha», pintado al óleo sobre lienzo hacia 1670, Jesús ofrece una concha con agua a su primo Juan, para que beba, mientras contemplan la escena unos ángeles, también niños, en un rompimiento de gloria.
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327. En esta escena, pueden apreciarse los rotos de las ropas. El niño que está de pie no lleva calzado y el que está de espaldas al espectador tiene muy desgastada la suela de los zapatos.
328. Composición llena de gracia y picardía, donde la figura central se representa en la sombra y contrasta con la luminosidad de los otros personajes, reflejando animación en los rostros y ademanes