2. El desarrollo psíquico, que se inicia al nacer y
concluye en la edad adulta, consiste en una
marcha hacia el equilibrio.
Pasa de un estado de menor equilibrio a un
estadio de equilibrio superior.
Es una construcción continua, que a cada
elemento que se le añade, se hace más sólido.
Aspectos complementarios de este proceso de
equilibración: estructuras variables y un
determinado funcionamiento constante.
3. Estadios o periodos del desarrollo
Estadio de los reflejos, o montajes hereditarios, así
como de las primeras tendencias instintivas y de las
primeras emociones.
Estadio de los primeros hábitos motores y de las
primeras percepciones organizadas, así como de los
primeros sentimientos diferenciados.
Estadio de la inteligencia sensorio- motriz o práctica
(anterior al lenguaje), de las regulaciones afectivas
elementales y de las primeras fijaciones exteriores de
la afectividad.
4. Estadio de la inteligencia intuitiva de los sentimientos
interindividuales espontáneos y de las relaciones
sociales de sumisión al adulto (de los dos años a los
siete)
Estadio de las operaciones intelectuales concretas
(aparición de la lógica), y de los sentimientos morales y
sociales de cooperación (de los siete años a los once o
doce).
Estadio de las operaciones intelectuales abstractas, de
la formación de la personalidad y de la inserción
afectiva e intelectual en la sociedad de los adultos
(adolescencia).
5. • Cada estado constituye, una forma particular de
equilibrio, y la evolución mental se efectúa en el
sentido de una equilibración cada vez más
avanzada.
• Toda acción, es decir todo movimiento, todo
pensamiento o todo sentimiento, responde a una
necesidad. El niño, en no menor grado que el
adulto, ejecuta todos los actos, movido por una
necesidad (una necesidad elemental o un interés,
una pregunta, etc.)
• Una necesidad es siempre la manifestación de un
desequilibrio.
• La acción termina en cuanto las necesidades
están satisfechas.
6. Toda necesidad tiende:
A incorporar las cosas y las personas a la
actividad propia del sujeto y, a “asimilar” el
mundo exterior a las estructuras ya
construidas.
0 a reajustar éstas en función de las
trasformaciones sufridas, y, a “acomodarlas” a
los objetos externos.
7. El recién nacido y el lactante
Periodo que va del nacimiento a la adquisición
del lenguaje.
Pueden distinguirse tres estadios:
• El de los reflejos.
• El de la organización de las percepciones y
hábitos.
• El de la inteligencia sensorio- motriz
propiamente dicha.
8. • En el momento del nacimiento, la vida mental
se reduce al ejercicio de aparatos reflejos, de
coordinaciones sensoriales y motrices, que
corresponden a tendencias instintivas.
• Los diversos ejercicios reflejos, habrán de
complicarse al integrarse en hábitos y
percepciones organizadas.
• El punto de partida es siempre un ciclo reflejo,
que incorpora nuevos elementos y constituye
con ellos totalidades organizadas más amplias.
9. • La inteligencia práctica o sensorio- motriz
aparece mucho antes que el lenguaje.
• Se trata de una inteligencia exclusivamente
práctica, organizados en “esquemas de
acción”.
10. Cuatro procesos fundamentales de la revolución intelectual:
Objeto: Corresponde a algo que seguirá existiendo aun
cuando uno deje de percibirlo.
Espacio: Hay tantos espacios, no coordinados entre si,
como campos sensoriales. Al final del segundo año
existe ya un espacio general.
Causalidad: Consiste en la relación entre, un resultado
empírico y una acción cualquiera que lo ha producido.
En el curso del segundo año, por el contrario el niño
reconoce las pre relaciones de causalidad de los
objetos entre sí: objetiva y localiza las causas.
Tiempo: La objetivación de las series temporales es
paralela a la de la causalidad.
11. La afectividad y la inteligencia
• El elemento al que siempre hay que remontarse,
en el análisis de la vida mental, es la “conducta”,
como un restablecimiento o un reforzamiento del
equilibrio.
• Supone unos instrumentos o una técnica: los
movimientos y la inteligencia.
• Implica también unos móviles y unos valores
finales: los sentimientos.
• La afectividad y la inteligencia son, indisolubles
y constituyen los dos aspectos complementarios
de toda conducta humana.