Es común escuchar en muchas partes que La Biblia, la Palabra de Dios o el Cristianismo, están mandados a recoger, que son conceptos arcaicos y que no tienen validez dentro de nuestra sociedad contemporánea. Si bien es cierto que los tiempos cambian, las personas cambian, la ciencia avanza, y asimismo la sociedad, se tiene el concepto que la religión no debe progresar con la sociedad, que debe quedarse estática y estancada en los cánones antiguos durante los cuales fue creada...
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Es común escuchar en muchas partes que La Biblia, la Palabra de Dios o el Cristianismo, están mandados a recoger, que son conceptos arcaicos y que no tienen validez dentro de nuestra sociedad contemporánea. Si bien es cierto que los tiempos cambian, las personas cambian, la ciencia avanza, y asimismo la sociedad, se tiene el concepto que la religión no debe progresar con la sociedad, que debe quedarse estática y estancada en los cánones antiguos durante los cuales fue creada.
Durante los últimos 500 años, ha habido cambios ideológicos importantísimos que nos permiten entender que está sucediendo con la religión y la sociedad moderna: Si recordamos, hasta la edad media, el control sociopolítico y económico lo ostentaba la iglesia católica. Si bien fueron tiempos oscuros en cuanto al progreso científico y social (bien se llamó esta época “oscurantista”), precisamente esta represión sirvió de manera directa o indirecta para que hubiese cambios radicales en la sociedad, en su modo de vivir, de pensar, de creer y de ser. Podríamos decir de cierta manera que hubo una sociedad antes y después de este fenómeno: Una sociedad “conservadora” y una sociedad “liberal”.
Actualmente vivimos envueltos en la ideología liberal, donde el antropocentrismo ha desplazado al teocentrismo, y las religiones han pasado a un segundo plano. Detallemos a fondo este fenómeno: Los pilares actuales de la sociedad son el dinero, el poder y el sexo, ¿Y qué tienen en común estos tres hechos? Detrás de ellos existe una palabra que lo puede explicar breve y completamente: Consumismo; fenómeno social creado dentro del capitalismo e impulsado por el mismo, en el cual las personas tienen una necesidad ficticia de obtener dinero, cosas e inclusive personas para satisfacer deseos momentáneos, los cuales una vez llenados son reemplazados por otros nuevos, convirtiéndose en un círculo vicioso de obtener y desechar .
Aunque el capitalismo haya creado el fenómeno del consumismo, no lo hace necesariamente malo, pues gracias a este, hemos experimentado un crecimiento a pasos agigantados en los últimos 300 años de nuestra existencia. Hemos
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pasado de recorrer caminos largos, tortuosos y hasta peligrosos para llegar a nuestros destinos a desplazarnos de manera rápida y cómoda en automóviles, trenes, cruceros y aviones. De comunicarnos por cartas que demoraban días, semanas e incluso meses, a tener un contacto instantáneo con las demás personas sin importar donde estén gracias a la telefonía celular y el internet.
Este último hecho ha sido de una magnitud y trascendencia sin igual en la historia de la humanidad. La posibilidad de conectarnos y comunicarnos con prácticamente todo el planeta: De conocernos, intercambiar información, costumbres, e inclusive hacer negocios ha llevado a lo que conocemos como “globalización”.
La globalización es un proceso económico, tecnológico, social y cultural a escala planetaria. La globalización es a menudo identificada como un proceso dinámico producido principalmente por las sociedades que viven bajo el capitalismo democrático o la democracia liberal, y que han abierto sus puertas a la revolución informática, plegando a un nivel considerable de liberalización y democratización en su cultura política, en su ordenamiento jurídico y económico nacional, y en sus relaciones internacionales. Se caracteriza en la economía por la integración de las economías locales a una economía de mercado mundial donde los modos de producción y los movimientos de capital se configuran a escala planetaria cobrando mayor importancia en el rol de las empresas multinacionales y la libre circulación de capitales junto con la implantación definitiva de la sociedad de consumo.
Ésta, junto con las ideologías capitalistas, han transformado la mente de la sociedad en general pudiéndose resumir en una frase: “Más por menos”. Es la filosofía práctica del capitalismo, obtener los máximos beneficios gastando los menores recursos. Es una política bastante beneficiosa, se puede decir. ¿Pero cuál es el problema entonces con el capitalismo y –introduciendo el término- el neoliberalismo? ¿Por qué tiene tantos detractores si suena tan atractivo a la sociedad y ha gestado los grandes avances de los que hoy gozamos?
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La filosofía del capitalismo y el neoliberalismo, aunque no sean las mismas, comparten similitudes y al mismo tiempo se complementan, en cuanto a que el neoliberalismo le quita las trabas de la intervención estatal a los mercados, empresas, bienes y servicios al capitalismo, y este explota los recursos para obtener sus ganancias. Aquí es donde viene el primer problema:
En el capitalismo, los individuos, y/o empresas usualmente representadas por los mismos, llevan a cabo la producción de bienes y servicios en forma privada e independiente, dependiendo así de un mercado de consumo para la obtención de recursos. El intercambio de los mismos se realiza libremente a través del comercio, y por tanto la división del trabajo se desarrolla en forma mercantil y los agentes económicos dependen de la búsqueda de beneficio. Dicho de otro modo, aquel que posea los recursos (sea dinero o materia prima) es quien puede obtener beneficios, estableciendo de salida una inequidad entre quienes tengan (los recursos) y quiénes no.
Segundo: El Estado como constructo social, en sus funciones debe garantizar el bienestar de toda la población, luego si el capitalismo per se puede generar inequidad social y desigualdad, en últimas instancias pobreza, y si el neoliberalismo como ideología le da la puerta abierta al capitalismo reduciendo lo más posible la intervención del Estado, la conclusión es evidente: La pobreza y la desigualdad son una consecuencia directa del capitalismo salvaje (término frecuentemente usado al fenómeno que hoy día vivimos)
Tercero: La sociedad de consumo es insostenible a largo plazo y que acabaría por agotar los recursos naturales del planeta, muchos de los cuales no son renovables. Más aún si el consumo de estos recursos es desigual entre los países y en sus respectivas clases económicas. Hasta hace algunas décadas, se pensaba que los recursos naturales eran virtualmente inagotables y que la contaminación, pérdida de la biodiversidad y de paisajes eran costes asumibles del progreso. Si nos adelantamos a los hechos, en un siglo o dos, habremos acabado con el planeta y por ende con nosotros mismos, pues cuando los recursos empiecen a escasear, empezarán las guerras por los pocos que hayan
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para siquiera subsistir, y la violencia, el caos y la muerte serán el pan de cada día, habiendo convertido nuestro propio día a día en el auténtico Apocalipsis, como algunos afirman.
¿Todo esto que tiene que ver con la teología y la educación religiosa?
Como expuse en un principio, se tiene el concepto que la religión no avanza con la sociedad y que se queda estática en el tiempo. Para quitar este concepto, expongo uno nuevo y desconocido para muchos (creyentes y no creyentes): La doctrina social de la Iglesia (DSI)
Es un conjunto de normas y principios referentes a la realidad social, política y económica de la humanidad basado en el Evangelio y en el Magisterio de la Iglesia católica. Esta doctrina no es invención reciente de este siglo, es un concepto que viene más o menos del siglo XIX y ha tenido muchos exponentes como los papas Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, con diferentes encíclicas relacionadas con el tema. Según la Doctrina Social de la Iglesia, la persona humana, por estar hecha a imagen y semejanza de Dios, posee una dignidad que la hace superior a los demás seres creados.
La iglesia Católica no es ajena a la realidad y es consciente que los cambios socioculturales son pasos fundamentales en la humanidad y asimismo la iglesia debe cambiar con ella, no obstante sin perder de vista sus cimientos que son las enseñanzas de Jesucristo y la Palabra de Dios. Como se podría entender en mis palabras anteriores, el mundo actualmente vive una sociedad de consumo, y el dinero y el poder, son su religión. La consecución de estas ideologías nos llevaría inequívocamente a la infelicidad y a la destrucción, y durante el camino, desconociendo e incumpliendo con los mandatos de Nuestro Señor, pues si hacemos un vistazo rápido, cometemos los 7 pecados capitales y rompemos los 10 Mandamientos, y hemos creado una sociedad insatisfecha, infeliz y condenada a la desaparición. ¿Es esto lo que Dios quiere para nosotros?
Con el simple hecho de acobijarnos nuevamente a los mandamientos divinos, vemos que modernidad y religión son cosas compatibles como bien la DSI lo
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expone, pero la sociedad ha perdido de vista la religión, pues cree que es innecesaria, inútil e incompatible con el modo de vida actual. Por lo tanto se han perdido en muchas las enseñanzas religiosas desde lo más elemental como es la familia y el colegio en sus niveles elementales.
Algunos dirían que la enseñanza religiosa lo que busca es hacer creyentes en un credo particular y que violaría la libertad de culto y el estado laico como contempla la constitución nacional. Pues no es así: La ley 115/94 en el artículo 23 establece la educación religiosa como área fundamental y obligatoria para la educación básica. Con relación a obligatoriedad afirma el parágrafo del mismo artículo que todas las instituciones deben ofrecerla, pero es el padre del menor o el estudiante mayor de edad quien elige. El carácter de fundamental se entiende desde el sentido que la educación religiosa, al igual que la filosofía, la ética y la historia atiende directamente el sentido y el valor de la vida, con la particularidad que lo hace desde la teología.
Ahondando en un nivel educativo superior como es el de nuestro estudio, la enseñanza y aprendizaje de la teología sería un afianzamiento mismo de lo expuesto arriba, y es importante que el profesional actual conozca y aplique estos conocimientos en su práctica diaria y en su vida personal, pues bien es sabido que la educación en nuestro país actualmente obedece a los planteamientos neoliberales y se trata más como un bien que como un derecho, por tanto para evitar caer en los vacíos existenciales y morales que expuse sobre la sociedad de consumo actual, prioritario es que nos formemos correctamente para: 1) No seguir nosotros en ese círculo vicioso y 2) Actuar como Jesucristo nos exhortó: A predicar la palabra y enseñar al mundo, es decir ser nosotros mismos los educadores y transmisores de ese conocimiento, que bien aplica para creyentes como no creyentes por igual.