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2011 Año Internacional de los Afrodescendientes




Autoridades

Daniel Olesker
Ministro de Desarrollo Social

Lauro Meléndez
Subsecretario de Desarrollo Social

Beatriz Ramirez
Directora del Instituto Nacional de las Mujeres

Alicia Esquivel
Directora del Departamento de las Mujeres
Afrodescendientes
                                                                             Instituto Nacional de las Mujeres




Es una publicación del Departamento de las Mujeres
Afrodescendientes. Instituto Nacional de las Mujeres,
Ministerio de Desarrollo Social

Contenidos
Alejandrina da Luz

Equipo de colaboradores
Departamento de Comunicación y Capacitación de
Inmujeres

Diseño y edición
Unidad de Información y Comunicación del Ministerio
de Desarrollo Social

Uruguay, Agosto de 2011

Este material ha sido elaborado en el marco del Pro-
yecto “Fortalecimiento de las Políticas de Género en
el Uruguay” Inmujeres-AECID.


                                                                                                                 1
Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad




    Presentación
    Rescatar la memoria histórica implica colocar en un nuevo tiempo el hacer y          Beatriz Ramirez Abella

    el pensar de mujeres y hombres que construyeron esta nación. Es darle voz a          Directora del Instituto Nacional de las Mujeres del
    quienes no la tuvieron y es también darle “oficialidad” a quienes eran invisi-       Ministerio de Desarrollo Social

    bles, a las heroínas y héroes de a pie que surcaron la tierra de nuestra América
    latina.
       Las mujeres y hombres afrodescendientes son parte de esos colectivos a los
    que en rara ocasión se les menciona como parte pensante y constructora de
    nuestras naciones. Particularmente a las mujeres se las presenta asimiladas a
    roles estereotipados y vacíos del papel real que indudablemente desempeña-
    ron.
       Desde el Departamento de Mujeres Afrodescendientes del Instituto Na-
    cional de las Mujeres se ha venido trabajando con el claro objetivo de hacer
    visibles los aportes de los diferentes colectivos de mujeres que conforman ese
    52% de la población uruguaya.
       Dándole sentido de “re-conocimiento” a la diversidad de personas que
    componemos esta sociedad apuntando a la “re-distribución”, necesaria para
    el ejercicio efectivo de derechos que el Estado debe garantizar. La conmemo-
    ración del bicentenario se convierte en una instancia importante para hacer
    el ejercicio de rescatar del olvido a quienes lucharon por salir de las diferentes
    formas de opresión.
       Este recorrido histórico nos permite destacar a las mujeres afrodescen-
    dientes que trasgredieron los espacios asignados y los mandatos sociales. En
    todas las épocas y a pesar del racismo y el sexismo lograron superar los claros
    obstáculos a su desarrollo personal y colectivo.
       Las formas de desigualdad que aún hoy persisten, atravesadas por las dis-
    criminaciones de raza y género, son el resultado de un proceso excluyente.
    Pero también han sido varias las formas de resistencia que llevaron adelante
    las poblaciones afrodescendientes. A lo largo de los años fueron tomando
    nuevas dimensiones pero buscando constantemente la preservación de la
    identidad afro.
       Las formas organizativas fueron cambiando, aceptando nuevos desafíos.
    Fue así, que mujeres y hombres afrodescendientes organizados, definieron
    dar un paso cualitativo y ocupar espacios de decisión en la administración
    pública, con el objetivo de incorporar la dimensión étnica racial en las polí-
    ticas sociales.
        Los procesos sociales de los últimos 50 años han estado en diálogo y
    retroalimentación,-no exento de tensiones - de forma permanente. Los movi-
    mientos antirracistas, el movimiento feminista y otros colectivos progresistas
    han tomado, a partir de sus diversas ideologías, el sustento para las trans-
    formaciones más profundas que nuestras sociedades necesitan. La amplitud
    de las políticas que se están formulando e implementando tiene un claro
    propósito: alcanzar justicia e igualdad en nuestro país.
       Alcanzar un nuevo pacto social es el objetivo que nos hemos trazado. El lo-
    gro de este nuevo paradigma implica deconstruir las formas discriminatorias
    existentes y avanzar hacia una sociedad donde la inclusión sea la base de un
    desarrollo sustentable para todas y todos.

                                                              Beatriz Ramírez Abella


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2011 Año Internacional de los Afrodescendientes




                                                        Prefacio
                                     Alicia Esquivel    Estamos celebrando el Bicentenario del Proceso de Emancipación Oriental,
         Directora del Departamento de las Mujeres
                                                        logrado a través de importantes luchas en donde participaron los criollos,
Afrodescendientes del Ministerio de Desarrollo Social   junto a la población originaria y afrodescendiente. “Negros, zambos y mula-
                                                        tos” - como registran los libros de historia - estuvieron siempre entre aquellos
                                                        y aquellas que pelearon por la libertad y la dignidad de la Nación. Por enton-
                                                        ces se plantearon muchas propuestas de abolición de la esclavitud que, luego
                                                        de la victoria, fueron olvidadas.
                                                           La historia de América ha sido contada con omisiones imperdonables. Po-
                                                        cas son las publicaciones que señalan que la revolución libertaria comenzó
                                                        protagonizada por afrodescendientes, en Haití entre 1791 a 1804. Desde allí,
                                                        y como una marea, se propagó por toda América. Así como esta historia ha
                                                        sido silenciada, la lucha de hombres y mujeres afrodescendientes en las revo-
                                                        luciones libertarias de todos los países ha sido sistemáticamente “olvidada”.
                                                           ¿Qué significó para la población afrodescendiente la constitución de un
                                                        Estado Libre e Independiente? En lo inmediato, muy poco. No se concretó la
                                                        abolición y para conseguirla hubo que transitar un proceso que se extendió
                                                        hasta 1852. No hubo reparto de tierras, ni educación igualitaria en mucho
                                                        tiempo. La independencia significó seguir luchando contra la exclusión que,
                                                        engendrada en la época colonial, no se modificó radicalmente con las repú-
                                                        blicas liberales.
                                                           Esta historia de exclusión ha generado una invisibilización del colecti-
                                                        vo afrodescendiente en los procesos de construcción sociocultural del país:
                                                        siempre ha estado ligado a tareas informales no calificadas y, en general, al
                                                        servicio de los nuevos amos.
                                                           Las mujeres afrodescendientes luchan y han luchado siempre por su de-
                                                        recho a una vida digna. Muchos son los espacios desde donde se ha dado esa
                                                        batalla: en el periodismo, en la política y desde las organizaciones de mujeres
                                                        que, ya desde el inicio del siglo pasado, han combatido la doble discrimina-
                                                        ción que pesa sobre las mujeres afrodescendientes.
                                                           Entrado el siglo XXI, el cambio es impostergable. Es necesario modificar
                                                        las tradicionales condiciones de exclusión, lo que implica cambiar el terreno
                                                        y las reglas de juego de nuestra sociedad actual. Solo así se logrará la igualdad
                                                        real.
                                                           La historia de las mujeres afrodescendientes no es la de las víctimas, aun-
                                                        que hayan sido victimizadas. Han sido desde siempre y desde antes, sustento
                                                        de la sociedad uruguaya. En el marco del “Día Internacional de las mujeres
                                                        afrodescendientes y de la diáspora” (25 de Julio), desde el Departamento de
                                                        las Mujeres Afrodescendientes de Inmujeres (MIDES), nos hemos propuesto
                                                        colaborar para reconstruir la historia y reivindicar el papel de estas mujeres.
                                                        Queremos compartir con la ciudadanía una minúscula parte de los enormes
                                                        aportes que las mujeres afrodescendientes han hecho a lo largo del bicente-
                                                        nario de nuestro país. Esperamos que despierte en todas y todos el interés
                                                        por revisar nuestra historia y fundamentalmente, nuestro presente y futuro.

                                                                                                                          Alicia Esquivel




                                                                                                                                            3
Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad




    Con Memorando: Haciendo memoria
    junto a las Mujeres Afrodescendientes

    La Asamblea General de Naciones Unidas definió el 2011 como “Año Internacional de
    los Afro descendientes con el objetivo es fortalecer el compromiso político de erradi-
    car la discriminación contra esas personas y promover una mayor conciencia y respe-
    to a su diversidad y cultura.” Asegurando que “Los afrodescendientes se encuentran
    entre las personas más afectadas por el racismo” y que “La comunidad internacional
    no puede aceptar la marginación de comunidades enteras debido al color de su piel.
    Como afirma la Declaración Universal de Derechos Humanos, todas las personas na-
    cen libres e iguales en dignidad y derechos”.


     Uruguay, la “Suiza de América” del Siglo XX, también conocida durante el
    Siglo XIX como la “Atenas del Plata” ingresa a la segunda década del siglo
    XXI con el desafío de cumplir el mandato de Naciones Unidas respecto de la
    población afrodescendiente, coincidiendo con el Bicentenario del comienzo
    de la Gesta Independentista.
       El presente nos exige transitar un camino que creíamos ya recorrido: el de
    la identidad uruguaya.

    ¿Quiénes y cómo somos?.
    Dejar de lado mitos y tradiciones, para mirar y mirarnos, para re-conocernos.
    La conmemoración del Bicentenario nos invita a construir una nueva memo-
    ria, no solo colectiva, sino inclusiva.
                                                                                             Mujer Afromontevideana
    ¿Por qué incluir?
    Porque la diversidad no debe ser subalternidad1

    Las memorias son posibles porque existen los olvidos, y olvidar es dejar fue-
    ra. Tanto las sociedades como las personas tienden a dejar fuera todo aquello
    que un sector dominante considera o consideró en algún momento prescin-
    dible o de escasa importancia. Es así que, desde el comienzo de nuestra his-
    toria oficial, se ha omitido a las mujeres en general y a las afrouruguayas en
    particular. Es necesario reconstruir los relatos de cronistas e historiadores e
    historiadoras, para descubrir que los protagonistas de esta trama no fueron
    solamente próceres de bronce y mármol sino que, junto a ellos y algunas ve-
    ces en la misma vanguardia, marchaban las mujeres.

    ¿Quiénes fueron las lanceras de Artigas?
    Mujeres africanas algunas, afro orientales la mayoría, participaron en todos
    los procesos que nos condujeron a la Independencia y posterior consolida-
    ción de la nación. Las lanceras acompañaron al Prócer en la victoria, en el
    dolor de la traición y hasta su muerte en el exilio. Algunas de ellas fueron
    Rita N. de Carvalho, Rosa Antonia de Moreira, Maria Clara y Elena Pereira,
    Dominga Maxa, Damiana Segovia, Josefa Antonia Jiménez y María Viaña2, y                  1. Antonio Gramsci definía la subalternidad como una
    también la legendaria Soledad Cruz inmortalizada en la novela de Gonzalo                 condición de subordinación, entendida en términos
                                                                                             de “clase, casta, género, oficio, o de cualquier otra
    Abella.                                                                                  manera” (Guha / Spivak 1988).
       Surge entonces la pregunta, ¿fueron simplemente mujeres esclavizadas du-              2. Caula Nelson, Artigas Ñemoñaré, TOMO 2,
    rante la colonia que dejaron la escoba y tomaron las armas? La respuesta nos             Ediciones B Uruguay S.A., 2011.



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2011 Año Internacional de los Afrodescendientes




                                remite a la historia de otras naciones, en el continente africano donde las mu-
                                jeres no solo hicieron la guerra sino que fueron estrategas y gobernantes, ca-
                                paces de dirigir imperios y hacerlos prósperos antes de la llegada del invasor.
                                   Luchadoras, solidarias y resistentes, las africanas supieron convertir su
                                situación de esclavitud en un medio de liberación. Desde el interior de la
                                sociedad esclavista apoyaron activamente la lucha por la Independencia y se
                                incorporaron a la misma, siendo reconocidas por el Jefe de los Orientales.
                                Otras mujeres como Elena de Silva, “africana de nación Mina” (hoy Ghana),
                                nacida en 1747, hizo testamento en 1836, dejando sus bienes a la causa de la
                                República. Su descendencia había integrado la tropa artiguista.
                                   No fue sólo en las luchas por la independencia donde las mujeres afro uru-
                                guayas tuvieron un papel destacado en nuestra historia. El siglo XX las en-
                                frentó a nuevos desafíos y fue desde la prensa que María Esperanza Barrios,
                                haciéndose cargo de los editoriales de la Revista Nuestra Raza (1917), lanzó
                                su campaña contra el trabajo infantil y a favor de la educación.
                                   Clementina Silva fue sufragista, y promovió activamente el ejercicio del
                                voto femenino. Iris Cabral organizó el primer sindicato de empleadas do-
                                mésticas, en una época en la que el castigo físico a las “sirvientas” era la nor-
                                ma. Ambas fundaron del primer Comité Antifascista del Uruguay, en víspe-
                                ras de la II Guerra Mundial. Más adelante, en abril de 1936 junto a Maruja
                                Pereyra participó del Congreso Nacional de Mujeres.
                                   Sara Caetano se convirtió en la primera abogada afro uruguaya egresada
                                de la Universidad de la República y hay otras tantas que estamos recuperan-
                                do a partir del rescate de la memoria del colectivo afro, en sus publicaciones
                                y relatos familiares.
                                   El racismo estructural y la discriminación operan, convirtiendo la diver-
                                sidad en sub alternidad. Esto significa que las mujeres afro uruguayas son las
                                menos reconocidas puesto que un sector dominante en la sociedad establece
                                jerarquías, donde se valora aquello que se “asemeja” a ese sector. A pesar de
                                ello, se educaron y educaron a sus hijos e hijas biológicos y de adopción, tran-
                                sitando por los estrechos espacios que dejaba una una sociedad que apenas
                                las aceptaba como “amas de leche” o empleadas de servicio.
                                   La historia de nuestro país ha sido contada de forma parcial, con grandes
                                omisiones que fomentan el olvido. Estamos proponiendo la reconstrución
                                de la imagen tradicional que se ha creado desde el discurso oficial en torno
                                a las afrodescendientes. Esta nos define como integrantes de una “raza fiel y
                                sufrida” (de María, Isidoro 1976, vol.III -262) a la que se suma la supuesta
                                subalternidad de la condición femenina. Las afro uruguayas lograron man-
                                tener su identidad y al mismo tiempo formar y formarse como intelectuales,
                                poetas, periodistas, artistas, técnicas, obreras especializadas, profesionales y
                Sara Caetano
                                muchos más. Aunque todavía no son suficientes, crearon el sentimiento de
Primera abogada afrouruguaya    colectivo, mantuvieron tradiciones y hoy conforman un movimiento que cre-
        egresada de la UdelaR   ce sin pausa en la conquista de sus derechos.




                                                                                                                    5
Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad




       Las familias montevideanas que podían permitirse una trabajadora doméstica,
       solían optar por los servicios del “comisionista” para que les encontratra una “mu-
       chacha de afuera”. Se trataba de una “cita a ciegas” para jóvenes mujeres del inte-
       rior del país, en su mayoría afrodescendientes, el costo económico era del pasaje
       del tren más el primer mes de sueldo. El empleo era “con cama” es decir que la
       persona vivía en casa de sus patrones encontrándose al servicio de los mismos las
       veinticuatro horas del día.

       Así fué como Praxedes llegó a Montevideo desde la ciudad de Melo. Malos tratos,
       escasa comida y mucho trabajo fue lo que encontró en aquella casa del barrio
       Pocitos. Imposibilitada de regresar a Melo porque debía el sueldo al comisionista,
       no conocía la ciudad y por tanto no podía ubicar a ninguna de sus conocidas, ni
       contactar a su novio pues le estaba prohibido como condición de empleo, llevaba
       su disgusto como una mochila mientras hacía las compras que la patrona le había
       mandado.

       Allí, en una calle cualquiera, se encontró con Maria Delia, otra de suscompañeras
       de la iglesia que había venido a trabajar, en ese mismo lugar le contó su tragedia
       y encontró en su amiga no solo consuelo sino la solución, junto a la casa donde
       trabajaba Maria Delia buscaban empleada. Juntas fueron hasta allí y se concretó el
       nuevo trabajo, Maria Delia la acompañó hasta la casa y junto a ella estuvo mientras
       habló con la patrona, juntó sus cosas y así comenzó su nueva vida en Montevideo.

       Más tarde se casó con Atalibar y nunca dejaron de estar vinculados a las organi-
       zaciones “de la raza”.

       Praxedes fue la última presidenta de la Comisión de damas del Club Nueva Vida.




    Vila de Prado3sostiene que
     “El imaginario étnico es considerado el anclaje de la identidad, sin embargo
    la memoria colectiva (y por lo tanto la identidad colectiva) es el producto de
    un proceso de transformaciones culturales y contactos sociales, a través del
    curso del tiempo, en los que de algún modo distintos grupos disputan por el
    espacio y los recursos”




                                                                                             3. Vila de Prado, R. op.cit.


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2011 Año Internacional de los Afrodescendientes




                                        Guardianas de la Identidad; Creadoras del Futuro

                                        De acuerdo con las investigaciones, los contingentes de personas africanas
                                        negociados durante la trata estaban conformados por un treinta por ciento
                                        de mujeres. Territorios como el del Río de la Plata y sus dos ciudades (Monte-
                                        video y Buenos Aires), apreciaron especialmente esas “cargas” femeninas. Es
                                        así que las esclavizadas predominaban en la plaza montevideana y en los es-
                                        tablecimientos rurales. Eran amas de leche, cocineras, lavanderas, cumplían
                                        con dobles funciones, se insertaban en la familia patricia y al mismo tiempo
                                        mantenían y transmitían lenguaje y tradiciones.
                                           Existen muchas palabras provenientes de lenguas africanas que se identi-
                                        fican en el español del Uruguay. Palabras como “mucama, mondongo, ma-
                                        lambo, mandinga,” entre otras, son usadas cotidianamente en nuestra habla.
                                        Esto en una muestra del imperceptible proceso de inclusión que se opera
                                        desde la sociedad colonial en adelante. Las palabras no aparecen de modo
                                        aislado, sino que se incluyen en un contexto que progresivamente fortalece
                                        al colectivo afro. Las mujeres cuentan historias, relatos que provienen de sus
                                        experiencias existenciales. No refieren necesariamente a la realidad africana,
                                        ni al territorio del que fueron arrancadas sino que traducen un sentimiento
                                        y un modo de supervivencia en contextos hostiles. Se produce entonces una
                                        metamorfosis en el discurso social del segmento afro.
                 Misia Sara y familia      Las mujeres esclavizadas tenían pequeños ámbitos de autoridad, uno de
                                        ellos era la cocina. Allí, de modo indirecto, se convertían nuevamente en due-
                                        ñas de su territorio. En las cocinas se recibía a otras mujeres esclavizadas que
                                        por variadas razones concurrían a la casa, donde se organizaban eventos y se
                                        transmitían noticias.
                                           La etapa republicana produjo escasos cambios en la situación de los escla-
                                        vizados en general y de las mujeres en particular. Tengamos en cuenta que la
                                        “dueña” de personas esclavizadas, salvo casos aislados, era casi tan prisionera
                                        (en tanto mujer) como sus esclavizadas en cuanto a la disposición de normas
                                        caseras se refiere.
                                           El abolicionista por su parte, comenzó incluyendo a la mujer teniendo en
                                        cuenta solamente su capacidad reproductora. Por medio de la llamada ley
                                        de libertad de vientres, hijos e hijas de las mujeres esclavizadas nacían libres.
                                        Por su parte los hombres conquistaban su libertad al integrarse a los bata-
                                        llones. Sin embargo las mujeres siguieron durante muchos años sometidas a
                                        una esclavitud de hecho y disfrazada, en una sociedad de orden patriarcal y
                                        excluyente.
                                           La mujer afro se convierte desde la etapa colonial (aun en situación de
                                        esclavitud) en un sostén económico tanto de la familia esclavista, como de
                                        su propia familia. Al trabajo que realizaban en la casa que las explotaba le
                                        sumaban trabajo externo: lavanderas, pasteleras, planchadoras, traían un in-
                                        greso extra que en muchas ocasiones sirvió para comprar la libertad de sus
                                        compañeros, de sus hijos e hijas y la suya propia.
                                           El Estado uruguayo careció de voluntad para diseñar políticas que garanti-
                                        zaran la educación, el trabajo y los medios necesarios para que aquellas per-
                                        sonas que fueron esclavizadas y sus descendientes pudieran acceder a una
                                        existencia digna. Contrariamente a lo que podemos suponer como el espíritu
                                        de la nueva República, el Estado participó en la perpetuación del concepto o
Inauguración del Monumento a Ansina     paradigma del “blanco puro y bueno” en contraposición al “negro impuro,



                                                                                                                            7
Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad




    ignorante, etc, etc,” impidiendo su participación en la vida nacional con los
    mismos derechos que el resto de la población.


    El documento que en el año 1852, enviara la Junta Económico-Administrativa de Minas
    al Presidente de la República, Dr. Juan Francisco Giró es ilustrativo: “La libertad dada
    a la jente de color ante(s) esclava, pasándola a un estado opuesto al que tenía antes
    de la guerra ha desarrollado en ella ese espíritu de independencia que acompaña
    siempre al hombre, con dimensiones tales que la hace insubordinada a todo trabajo
    en que tenga que soportar la autoridad de un superior. Esto hace que lleve una vida
    holgazana, alimentada por los vicios, cuyas consecuencias pesan sobre las autorida-
    des del país; y en la necesidad de evitar los males que de aquí pueden originarse, la
    Junta pide al gobierno reglamente el servicio de la jente de color de un modo útil para
    ella y a la sociedad en general que, quiere ver efectivas las garantías que acuerda la
    Constitución del Estado”
                                                                                                           María Esperanza Barrios

    El documento es explícito al establecer que los antiguos esclavizados “están
    en una situación contraria a la anterior”, pero en ningún momento los define
    como hombres libres. La preocupación se centra en que deben ser “útiles”4
       En ese contexto social adverso y racista la figura de la mujer afro cobra
    particular importancia. La misma que durante la esclavitud compró la liber-
    tad de sus hijos e hijas y hasta de su marido con el fruto de su trabajo, ahora
    hace uso de la situación que le ofrece encontrarse “dentro” del espacio fami-
    liar para mejorar la calidad de vida de su familia. Las mujeres sacrifican su
    identidad aparente para mimetizarse con sus empleadores o empleadoras y
    tempranamente descubren que la educación es el camino que debe recorrer
    el colectivo afro para salir de la subalternidad. Así como aceptan la dádiva de
    sus patrones en ropas y zapatos en desuso, comienzan a aprovechar libros,
    revistas, cuadernos y álbumes. A través de ellos acceden a ese universo que el
    Estado les negaba.
       Luchadoras, resistentes y estrategas, las mujeres afro uruguayas se incor-
    poran tempranamente a la actividad periodística, impulsando al resto del
    colectivo. Desde los llamados “Diarios de la Raza” denuncian y forman opi-
    nión pública sin esperar invitaciones ni conformarse con el comentario vano
    de acontecimientos sociales. Sutiles e inteligentes, enmascaran su discurso
    desde un lugar de enunciación aparentemente humilde y subalterna, cuando
    en los hechos son las constructoras de importantes movimientos. Ejemplo
    de ello fueron María Esperanza Barrios fundadora y editorialista de Nuestra
    Raza, impulsora incansable de la campaña de alfabetización del colectivo afro
    desde 1917, firme opositora al trabajo infantil que desde sus artículos se en-
    frenta a propios y ajenos.




                                                                                               4. Hormiga Kandame, Nestor,
                                                                                               “Canarios y Esclavos en el origen del Estado uruguayo”
                                                                                               Montevideo 2010


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2011 Año Internacional de los Afrodescendientes




                                                                Muchos hay, que se encogen filosóficamente de hombros y exclaman: «que dia-
                                                                blos, no va a: ser «dotor»; en vez de tenerlo en la escuela lo coloco y con lo que
                                                                gane me ayuda a vivir».5

                                                                …no ignoramos (--aunque así se crea--) que las circunstancias son críticas; pero
                                                                tambien creemos que a ese mismo niño se le pueden reservar aunque sea un par
                                                                de horas para que concurra a un colegio a educarse. Habiendo Buena voluntad
                                                                todo se puede arreglar; nada es imposible, esto es bien sabido6

                                                                “La atención que se da al tema de la educación en la comunidad afro-uruguaya en
                                                                esta serie de artículos refleja un discurso mas amplio que estaba ocurriendo en los
                                                                periódicos Afro-Uruguayos al principio del siglo XX. Con la instalación de la Refor-
                                                                ma Vareliana en 1877, Uruguay se volvió al primer país en la América en ofrecer la
                                                                educación primaria, la cual que era laica, gratuita y obligatoria.

                                                                A partir de esta ley, el número de las escuelas aumentó rápidamente, y la educa-
                                                                ción primaria se volvió accesible a todo el mundo. Los periódicos Afro-Uruguayos,
                                                                como Nuestra Raza estimularon a sus lectores para que sus hijos pudieran recibir
                                                                educación en las escuelas del estado.

                                                                Algunas veces se recibieron comentarios sobre la pobreza que sufrían, y cómo
                                                                algunas familias tenían que mandar a sus hijos a trabajar en vez de inscribirles
                                                                en la escuela. En respuesta a estos comentarios, Maria Esperanza Barrios escribió
                                                                Hechos dolorosos: niños que no concurren a la escuela, y su respuesta dos meses
                                                                después, Refutando Errores, en la cual insistió que, a pesar de los obstáculos eco-
                                                                nómicos de las familias Afro-Uruguayas, la educación era demasiado importante
                                                                para negarsela a sus hijos...” D. Brown 2011.




      5. “Hechos Dolorosos: niños que no concurren a la
     escuela,” Nuestra Raza, Julio, Año. 1. Nº13, (1917): 2
6. “Refutando Errores,” Nuestra Raza, Julio, año. 1, Nº 15
                                                  (1917): 1


                                                                                                                                                       9
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                 Feministas, periodistas, sufragistas, militantes, en un mundo en guerra

                 Desde fines del siglo XIX Uruguay ha tenido organizaciones de mujeres y son
                 conocidas tanto sus fundadoras como algunas de sus militantes destacadas.
                 La tradición excluyente ha atribuido a las mujeres de clase media y alta, o
                 profesionales (maestras, educadoras) la integración de estas organizaciones.
                 Sin embargo no fueron las únicas.
                    Rita Ribeiro el 3 de julio de 1927 se convirtió en la primera mujer sudame-
                 ricana en ejercer el sufragio en la localidad de Cerro Chato de Uruguay.
                    Maruja Pereyra e Iris Cabral, afrodescendientes que ganaban su vida en el
                 trabajo doméstico y las “labores”, no solo integraron el equipo de redacción
                 de la Revista Nuestra Raza sino que llevaron al debate por los Derechos de
                 la Mujer, la situación que atravesaba el mundo ante el avance del fascismo.
                 Mientras en Etiopía Shawa, la hija del Ras organizaba la resistencia y se con-
   Iris Cabral   vertía en la mayor fuerza de oposición al invasor.

                                                                             En 1936 es el año en que co-
                                                                             mienza la Guerra de España
                                                                             (conocida como Guerra Civil
                                                                             Española). La República es
                                                                             atacada por las fuerzas fas-
                                                                             cistas con el apoyo de Hittler
                                                                             en Alemania, mientras Mus-
                                                                             solini desde Italia continúa
                                                                             su campaña “civilizadora”
                                                                             del continente africano inva-
                                                                             diendo Abisinia bajo la mira-
                                                                             da indiferente de la Liga de
                                                                             las Naciones (equivalente a lo
                                                                             que hoy es Naciones Unidas).
                                                                                 Las mujeres afrodescen-
Maruja Pereyra                                                               dientes, siguen de cerca el
                                                                             desarrollo del conflicto y dan
                                                                             la voz de alerta. En la misma
                                                                             época, con su participación
                                                                              en el Primer Congreso de
                                                                              Mujeres realizado en abril
                                                                              del mismo año, reivindican
                                                                              los derechos civiles y eco-
                                                                              nómicos de la mujer en una
                                                                              sociedad que aún está muy
                                                                              lejos de ser equitativa.

                                                  Nuestra raza, Marzo 1937




                                                                                                              13
Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad




     Penúltima reflexión1
     1. Porque la última reflexión les corresponde a ustedes ...




     Por Beatriz Ramirez
     En los años cincuenta la bonanza económica de la post guerra se sentía en la
     sociedad uruguaya. Entre otros factores, esto facilitó que la incorporación de
     las personas afrodescendientes al ámbito productivo fuese cada vez mayor.
        Esta inserción fue seguida de una creciente participación del colectivo en
     los sindicatos y en los partidos políticos, fundamentalmente al Partido Co-
     munista, al Partido Socialista, y también al Partido Demócrata Cristiano. Esta
     situación da cuenta de nuevas ideas, estrategias y desafíos para el colectivo.
        Los tumultuosos sesentas, seguidos de los duros años de la dictadura, en-
     contraron a las personas afrodescendientes con otra capacidad organizativa.
        La Asociación Cultural y Social Uruguay (ACSU), el histórico “Club Uru-
     guay” fue de las pocas instituciones que sobrevivió a la fragmentación que
     duró de fines de los años cincuenta hasta principios de los sesenta.
        Bajo la presidencia de Amanda Rorra se convirtió en un espacio resistente
     de la cultura afro uruguaya. Trabajaba para conservar las tradiciones y or-
     ganización del colectivo y brindaba también instrucción para jóvenes bajo
     la forma de actividades sociales en apariencia inocuas. ACSU se mantuvo
     funcionando hasta su clausura por la dictadura, pero para entonces ya había
     sembrado su semilla de resistencia.
        Las mujeres afrodescendientes siempre han estado presentes. En este pe-
     ríodo en particular se organizaron y dieron el marco y la tónica a un movi-
     miento debilitado.
        Desde la Iglesia Católica surge la Fundación Afrouruguaya (Fundafro),
     que crea el programa de Desarrollo para las afrouruguayas y los afrourugua-
     yos. Nace de allí la revista Mundo afro (1988) que dará paso, al año siguiente,
     a las Organizaciones Mundo Afro (OMA). Estas llevarán adelante el Progra-
     ma de Desarrollo.
     Paralelamente, y con fuerte presencia en la calle, el movimiento “Amandla”
     comienza a hacer su camino. Asimismo otras instituciones como CECUPI,
     UAFRO, AFRICANIA, CECAU ADACAU (entre otras) comienzan a desa-
     rrollarse.
        Del proceso iniciado por Mundo Afro surgen filiales en Artigas (Mun-
     doafro Artigas), Rivera (Mundoafro Rivera), Movimiento Juvenil Afro, Insti-
     tuto de Formación Afro, Grupo de Mujeres Afrouruguayas (GAMA) y otras
     expresiones que luego se autonomizan como, Mauii, Afrogama, Mizangas
     Afroartesanas, Ufama al Sur(cooperativas de viviendas). En el interior del
     país sobrevive el Club Uruguay de Melo, nace la Pastoral de Tacuarembó,
     el Grupo Ansina recuperando antiguos nombres, entre otros. Todas las orga-
     nizaciones surgen con una integración y presidencia mayoritaria de mujeres que
     comienzan a incorporar la perspectiva de género en sus políticas y programas.
        La etapa de recuperación democrática encuentra al movimiento afrodes-
     cendiente más fortalecido. También los grupos de las feministas uruguayas, el
     movimiento amplio de mujeres y grupos de la diversidad sexual contribuyen
     para que la sociedad uruguaya avance y comience a resquebrajar su autoper-
     cepción. Se comenzó a cuestionar fuertemente la imagen del Uruguay “suizo”,
     masculino y rubio que no es representativo de la diversidad del país.
        Las mujeres provenientes de diversos colectivos comenzaron a tomar la

14
2011 Año Internacional de los Afrodescendientes




palabra, a dialogar acuerdos y negociar tensiones. Contaban con un fuerte
respaldo que se iba consolidando a nivel internacional, a través de distintas
conferencias internacionales de Naciones Unidas: la de Derechos Humanos
de Viena (1993), la de Población y Desarrollo de El Cairo (1994), la de la
Mujer de Beijing (1995) y por la último la Conferencia Mundial contra el
Racismo de Durban (2001). En ese contexto las organizaciones comienzan a
generar una impronta internacional y regional.
    A pesar de las diferentes posturas del colectivo de afrodescendientes, Uru-
guay ha logrado en las últimas décadas del siglo XX y en las primeras del
siglo XXI posicionarse en la política internacional, regional y nacional.
    Como fruto de la actividad de las OMA, en 1990 Montevideo es sede del
primer Seminario sobre Racismo y
    Xenofobia, con delegados de las Américas, Europa y organismos interna-
cionales.
    A nivel internacional el movimiento de mujeres negras comienza un pro-
ceso de fuerte articulación continental con expresiones regionales. Fruto de
este esfuerzo conjunto se realiza el “Primer Encuentro de Mujeres Afrolatinas
y Afrocaribeñas” que se realizó en Santo Domingo Republica Dominicana
(1992). Uruguay es la sede para cono sur desde 1992 a nuestros días.
    Es así que durante el gobierno departamental a cargo del Dr. Tabaré Váz-
quez se crea el primer mecanismo de equidad racial departamental: la Uni-
dad Temática Municipal por los Derechos de los Afrodescendientes. La mis-
ma responde a las viejas reivindicaciones que el colectivo venía reclamando
y gestionando a través de distintas estrategias de incidencia política de las
OMA. Estas convocaron a las diversas instituciones que se formaron en un
esbozo de Federación afro.
    Asimismo, el colectivo continúa avanzando y durante el primer gobierno
nacional del Frente Amplio se negociaron nuevamente por parte de Mun-
do Afro siete mecanismos de equidad racial (MEC, MIDES, MSP, IMM,
MOTVMA, MTSS) de alcance nacional. Entre ellos el departamento de Mu-
jeres Afro descendientes en la órbita del MIDES.
    Aún hoy cuando continúan los procesos de transformación dentro del co-
lectivo. Surgen nuevas formas organizativas como los movimientos de UM-
BUNTU, NZINGA, Triangulación Kultural, Asamblea Afro, Espacio Afro
regional y la RED NAMUA que agrupa a colectivos de mujeres afrodescen-
dientes de Rocha, Rivera, Cerro Largo, Montevideo, Canelones y Cerro Cha-
to.
    En todas las organizaciones se observa una importante integración de mu-
jeres que se agrupan de acuerdo a características diversas pero fuertemente
identificadas con la tradición afro: son artesanas, mujeres jóvenes, mujeres
rurales, domésticas, etc. todas y cada una optando por el empoderamiento de
su identidad afro y su ciudadanía como uruguayas.
    El proceso de institucionalización iniciado desde el 2005 establece la necesidad
de implementación de políticas públicas hacia las personas afrodescendientes.
    En este proceso el Estado, junto a la sociedad civil, han dado pasos en
un diálogo y construcción compleja. El diseño de políticas públicas requiere,
como condición indispensable que se desagreguen los datos estadísticos por
sexo y etnia, que se incorpore la variable género en los programas de equidad
racial y que se fortalezca la institucionalidad existente.

                                                                                       15
Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad




     La acción focalizada sobre la población afrodescendiente, particularmente las
     mujeres y las/os jóvenes aparece como un imperativo inexorable para el Es-
     tado uruguayo. Conforme a lo ratificado en los convenios internacionales se
     viene dando cumplimiento a los acuerdos.
     Los procesos que han generado la enorme desventaja histórica de las personas
     afrodescendientes, especialmente las mujeres, deben ser revertidos. Es tiem-
     po de escribir una historia que incluya a este segmento de la población, y para
     ello estamos trabajando.




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Mujeres afro-uruguayas

  • 1. 2011 Año Internacional de los Afrodescendientes Autoridades Daniel Olesker Ministro de Desarrollo Social Lauro Meléndez Subsecretario de Desarrollo Social Beatriz Ramirez Directora del Instituto Nacional de las Mujeres Alicia Esquivel Directora del Departamento de las Mujeres Afrodescendientes Instituto Nacional de las Mujeres Es una publicación del Departamento de las Mujeres Afrodescendientes. Instituto Nacional de las Mujeres, Ministerio de Desarrollo Social Contenidos Alejandrina da Luz Equipo de colaboradores Departamento de Comunicación y Capacitación de Inmujeres Diseño y edición Unidad de Información y Comunicación del Ministerio de Desarrollo Social Uruguay, Agosto de 2011 Este material ha sido elaborado en el marco del Pro- yecto “Fortalecimiento de las Políticas de Género en el Uruguay” Inmujeres-AECID. 1
  • 2. Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad Presentación Rescatar la memoria histórica implica colocar en un nuevo tiempo el hacer y Beatriz Ramirez Abella el pensar de mujeres y hombres que construyeron esta nación. Es darle voz a Directora del Instituto Nacional de las Mujeres del quienes no la tuvieron y es también darle “oficialidad” a quienes eran invisi- Ministerio de Desarrollo Social bles, a las heroínas y héroes de a pie que surcaron la tierra de nuestra América latina. Las mujeres y hombres afrodescendientes son parte de esos colectivos a los que en rara ocasión se les menciona como parte pensante y constructora de nuestras naciones. Particularmente a las mujeres se las presenta asimiladas a roles estereotipados y vacíos del papel real que indudablemente desempeña- ron. Desde el Departamento de Mujeres Afrodescendientes del Instituto Na- cional de las Mujeres se ha venido trabajando con el claro objetivo de hacer visibles los aportes de los diferentes colectivos de mujeres que conforman ese 52% de la población uruguaya. Dándole sentido de “re-conocimiento” a la diversidad de personas que componemos esta sociedad apuntando a la “re-distribución”, necesaria para el ejercicio efectivo de derechos que el Estado debe garantizar. La conmemo- ración del bicentenario se convierte en una instancia importante para hacer el ejercicio de rescatar del olvido a quienes lucharon por salir de las diferentes formas de opresión. Este recorrido histórico nos permite destacar a las mujeres afrodescen- dientes que trasgredieron los espacios asignados y los mandatos sociales. En todas las épocas y a pesar del racismo y el sexismo lograron superar los claros obstáculos a su desarrollo personal y colectivo. Las formas de desigualdad que aún hoy persisten, atravesadas por las dis- criminaciones de raza y género, son el resultado de un proceso excluyente. Pero también han sido varias las formas de resistencia que llevaron adelante las poblaciones afrodescendientes. A lo largo de los años fueron tomando nuevas dimensiones pero buscando constantemente la preservación de la identidad afro. Las formas organizativas fueron cambiando, aceptando nuevos desafíos. Fue así, que mujeres y hombres afrodescendientes organizados, definieron dar un paso cualitativo y ocupar espacios de decisión en la administración pública, con el objetivo de incorporar la dimensión étnica racial en las polí- ticas sociales. Los procesos sociales de los últimos 50 años han estado en diálogo y retroalimentación,-no exento de tensiones - de forma permanente. Los movi- mientos antirracistas, el movimiento feminista y otros colectivos progresistas han tomado, a partir de sus diversas ideologías, el sustento para las trans- formaciones más profundas que nuestras sociedades necesitan. La amplitud de las políticas que se están formulando e implementando tiene un claro propósito: alcanzar justicia e igualdad en nuestro país. Alcanzar un nuevo pacto social es el objetivo que nos hemos trazado. El lo- gro de este nuevo paradigma implica deconstruir las formas discriminatorias existentes y avanzar hacia una sociedad donde la inclusión sea la base de un desarrollo sustentable para todas y todos. Beatriz Ramírez Abella 2
  • 3. 2011 Año Internacional de los Afrodescendientes Prefacio Alicia Esquivel Estamos celebrando el Bicentenario del Proceso de Emancipación Oriental, Directora del Departamento de las Mujeres logrado a través de importantes luchas en donde participaron los criollos, Afrodescendientes del Ministerio de Desarrollo Social junto a la población originaria y afrodescendiente. “Negros, zambos y mula- tos” - como registran los libros de historia - estuvieron siempre entre aquellos y aquellas que pelearon por la libertad y la dignidad de la Nación. Por enton- ces se plantearon muchas propuestas de abolición de la esclavitud que, luego de la victoria, fueron olvidadas. La historia de América ha sido contada con omisiones imperdonables. Po- cas son las publicaciones que señalan que la revolución libertaria comenzó protagonizada por afrodescendientes, en Haití entre 1791 a 1804. Desde allí, y como una marea, se propagó por toda América. Así como esta historia ha sido silenciada, la lucha de hombres y mujeres afrodescendientes en las revo- luciones libertarias de todos los países ha sido sistemáticamente “olvidada”. ¿Qué significó para la población afrodescendiente la constitución de un Estado Libre e Independiente? En lo inmediato, muy poco. No se concretó la abolición y para conseguirla hubo que transitar un proceso que se extendió hasta 1852. No hubo reparto de tierras, ni educación igualitaria en mucho tiempo. La independencia significó seguir luchando contra la exclusión que, engendrada en la época colonial, no se modificó radicalmente con las repú- blicas liberales. Esta historia de exclusión ha generado una invisibilización del colecti- vo afrodescendiente en los procesos de construcción sociocultural del país: siempre ha estado ligado a tareas informales no calificadas y, en general, al servicio de los nuevos amos. Las mujeres afrodescendientes luchan y han luchado siempre por su de- recho a una vida digna. Muchos son los espacios desde donde se ha dado esa batalla: en el periodismo, en la política y desde las organizaciones de mujeres que, ya desde el inicio del siglo pasado, han combatido la doble discrimina- ción que pesa sobre las mujeres afrodescendientes. Entrado el siglo XXI, el cambio es impostergable. Es necesario modificar las tradicionales condiciones de exclusión, lo que implica cambiar el terreno y las reglas de juego de nuestra sociedad actual. Solo así se logrará la igualdad real. La historia de las mujeres afrodescendientes no es la de las víctimas, aun- que hayan sido victimizadas. Han sido desde siempre y desde antes, sustento de la sociedad uruguaya. En el marco del “Día Internacional de las mujeres afrodescendientes y de la diáspora” (25 de Julio), desde el Departamento de las Mujeres Afrodescendientes de Inmujeres (MIDES), nos hemos propuesto colaborar para reconstruir la historia y reivindicar el papel de estas mujeres. Queremos compartir con la ciudadanía una minúscula parte de los enormes aportes que las mujeres afrodescendientes han hecho a lo largo del bicente- nario de nuestro país. Esperamos que despierte en todas y todos el interés por revisar nuestra historia y fundamentalmente, nuestro presente y futuro. Alicia Esquivel 3
  • 4. Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad Con Memorando: Haciendo memoria junto a las Mujeres Afrodescendientes La Asamblea General de Naciones Unidas definió el 2011 como “Año Internacional de los Afro descendientes con el objetivo es fortalecer el compromiso político de erradi- car la discriminación contra esas personas y promover una mayor conciencia y respe- to a su diversidad y cultura.” Asegurando que “Los afrodescendientes se encuentran entre las personas más afectadas por el racismo” y que “La comunidad internacional no puede aceptar la marginación de comunidades enteras debido al color de su piel. Como afirma la Declaración Universal de Derechos Humanos, todas las personas na- cen libres e iguales en dignidad y derechos”. Uruguay, la “Suiza de América” del Siglo XX, también conocida durante el Siglo XIX como la “Atenas del Plata” ingresa a la segunda década del siglo XXI con el desafío de cumplir el mandato de Naciones Unidas respecto de la población afrodescendiente, coincidiendo con el Bicentenario del comienzo de la Gesta Independentista. El presente nos exige transitar un camino que creíamos ya recorrido: el de la identidad uruguaya. ¿Quiénes y cómo somos?. Dejar de lado mitos y tradiciones, para mirar y mirarnos, para re-conocernos. La conmemoración del Bicentenario nos invita a construir una nueva memo- ria, no solo colectiva, sino inclusiva. Mujer Afromontevideana ¿Por qué incluir? Porque la diversidad no debe ser subalternidad1 Las memorias son posibles porque existen los olvidos, y olvidar es dejar fue- ra. Tanto las sociedades como las personas tienden a dejar fuera todo aquello que un sector dominante considera o consideró en algún momento prescin- dible o de escasa importancia. Es así que, desde el comienzo de nuestra his- toria oficial, se ha omitido a las mujeres en general y a las afrouruguayas en particular. Es necesario reconstruir los relatos de cronistas e historiadores e historiadoras, para descubrir que los protagonistas de esta trama no fueron solamente próceres de bronce y mármol sino que, junto a ellos y algunas ve- ces en la misma vanguardia, marchaban las mujeres. ¿Quiénes fueron las lanceras de Artigas? Mujeres africanas algunas, afro orientales la mayoría, participaron en todos los procesos que nos condujeron a la Independencia y posterior consolida- ción de la nación. Las lanceras acompañaron al Prócer en la victoria, en el dolor de la traición y hasta su muerte en el exilio. Algunas de ellas fueron Rita N. de Carvalho, Rosa Antonia de Moreira, Maria Clara y Elena Pereira, Dominga Maxa, Damiana Segovia, Josefa Antonia Jiménez y María Viaña2, y 1. Antonio Gramsci definía la subalternidad como una también la legendaria Soledad Cruz inmortalizada en la novela de Gonzalo condición de subordinación, entendida en términos de “clase, casta, género, oficio, o de cualquier otra Abella. manera” (Guha / Spivak 1988). Surge entonces la pregunta, ¿fueron simplemente mujeres esclavizadas du- 2. Caula Nelson, Artigas Ñemoñaré, TOMO 2, rante la colonia que dejaron la escoba y tomaron las armas? La respuesta nos Ediciones B Uruguay S.A., 2011. 4
  • 5. 2011 Año Internacional de los Afrodescendientes remite a la historia de otras naciones, en el continente africano donde las mu- jeres no solo hicieron la guerra sino que fueron estrategas y gobernantes, ca- paces de dirigir imperios y hacerlos prósperos antes de la llegada del invasor. Luchadoras, solidarias y resistentes, las africanas supieron convertir su situación de esclavitud en un medio de liberación. Desde el interior de la sociedad esclavista apoyaron activamente la lucha por la Independencia y se incorporaron a la misma, siendo reconocidas por el Jefe de los Orientales. Otras mujeres como Elena de Silva, “africana de nación Mina” (hoy Ghana), nacida en 1747, hizo testamento en 1836, dejando sus bienes a la causa de la República. Su descendencia había integrado la tropa artiguista. No fue sólo en las luchas por la independencia donde las mujeres afro uru- guayas tuvieron un papel destacado en nuestra historia. El siglo XX las en- frentó a nuevos desafíos y fue desde la prensa que María Esperanza Barrios, haciéndose cargo de los editoriales de la Revista Nuestra Raza (1917), lanzó su campaña contra el trabajo infantil y a favor de la educación. Clementina Silva fue sufragista, y promovió activamente el ejercicio del voto femenino. Iris Cabral organizó el primer sindicato de empleadas do- mésticas, en una época en la que el castigo físico a las “sirvientas” era la nor- ma. Ambas fundaron del primer Comité Antifascista del Uruguay, en víspe- ras de la II Guerra Mundial. Más adelante, en abril de 1936 junto a Maruja Pereyra participó del Congreso Nacional de Mujeres. Sara Caetano se convirtió en la primera abogada afro uruguaya egresada de la Universidad de la República y hay otras tantas que estamos recuperan- do a partir del rescate de la memoria del colectivo afro, en sus publicaciones y relatos familiares. El racismo estructural y la discriminación operan, convirtiendo la diver- sidad en sub alternidad. Esto significa que las mujeres afro uruguayas son las menos reconocidas puesto que un sector dominante en la sociedad establece jerarquías, donde se valora aquello que se “asemeja” a ese sector. A pesar de ello, se educaron y educaron a sus hijos e hijas biológicos y de adopción, tran- sitando por los estrechos espacios que dejaba una una sociedad que apenas las aceptaba como “amas de leche” o empleadas de servicio. La historia de nuestro país ha sido contada de forma parcial, con grandes omisiones que fomentan el olvido. Estamos proponiendo la reconstrución de la imagen tradicional que se ha creado desde el discurso oficial en torno a las afrodescendientes. Esta nos define como integrantes de una “raza fiel y sufrida” (de María, Isidoro 1976, vol.III -262) a la que se suma la supuesta subalternidad de la condición femenina. Las afro uruguayas lograron man- tener su identidad y al mismo tiempo formar y formarse como intelectuales, poetas, periodistas, artistas, técnicas, obreras especializadas, profesionales y Sara Caetano muchos más. Aunque todavía no son suficientes, crearon el sentimiento de Primera abogada afrouruguaya colectivo, mantuvieron tradiciones y hoy conforman un movimiento que cre- egresada de la UdelaR ce sin pausa en la conquista de sus derechos. 5
  • 6. Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad Las familias montevideanas que podían permitirse una trabajadora doméstica, solían optar por los servicios del “comisionista” para que les encontratra una “mu- chacha de afuera”. Se trataba de una “cita a ciegas” para jóvenes mujeres del inte- rior del país, en su mayoría afrodescendientes, el costo económico era del pasaje del tren más el primer mes de sueldo. El empleo era “con cama” es decir que la persona vivía en casa de sus patrones encontrándose al servicio de los mismos las veinticuatro horas del día. Así fué como Praxedes llegó a Montevideo desde la ciudad de Melo. Malos tratos, escasa comida y mucho trabajo fue lo que encontró en aquella casa del barrio Pocitos. Imposibilitada de regresar a Melo porque debía el sueldo al comisionista, no conocía la ciudad y por tanto no podía ubicar a ninguna de sus conocidas, ni contactar a su novio pues le estaba prohibido como condición de empleo, llevaba su disgusto como una mochila mientras hacía las compras que la patrona le había mandado. Allí, en una calle cualquiera, se encontró con Maria Delia, otra de suscompañeras de la iglesia que había venido a trabajar, en ese mismo lugar le contó su tragedia y encontró en su amiga no solo consuelo sino la solución, junto a la casa donde trabajaba Maria Delia buscaban empleada. Juntas fueron hasta allí y se concretó el nuevo trabajo, Maria Delia la acompañó hasta la casa y junto a ella estuvo mientras habló con la patrona, juntó sus cosas y así comenzó su nueva vida en Montevideo. Más tarde se casó con Atalibar y nunca dejaron de estar vinculados a las organi- zaciones “de la raza”. Praxedes fue la última presidenta de la Comisión de damas del Club Nueva Vida. Vila de Prado3sostiene que “El imaginario étnico es considerado el anclaje de la identidad, sin embargo la memoria colectiva (y por lo tanto la identidad colectiva) es el producto de un proceso de transformaciones culturales y contactos sociales, a través del curso del tiempo, en los que de algún modo distintos grupos disputan por el espacio y los recursos” 3. Vila de Prado, R. op.cit. 6
  • 7. 2011 Año Internacional de los Afrodescendientes Guardianas de la Identidad; Creadoras del Futuro De acuerdo con las investigaciones, los contingentes de personas africanas negociados durante la trata estaban conformados por un treinta por ciento de mujeres. Territorios como el del Río de la Plata y sus dos ciudades (Monte- video y Buenos Aires), apreciaron especialmente esas “cargas” femeninas. Es así que las esclavizadas predominaban en la plaza montevideana y en los es- tablecimientos rurales. Eran amas de leche, cocineras, lavanderas, cumplían con dobles funciones, se insertaban en la familia patricia y al mismo tiempo mantenían y transmitían lenguaje y tradiciones. Existen muchas palabras provenientes de lenguas africanas que se identi- fican en el español del Uruguay. Palabras como “mucama, mondongo, ma- lambo, mandinga,” entre otras, son usadas cotidianamente en nuestra habla. Esto en una muestra del imperceptible proceso de inclusión que se opera desde la sociedad colonial en adelante. Las palabras no aparecen de modo aislado, sino que se incluyen en un contexto que progresivamente fortalece al colectivo afro. Las mujeres cuentan historias, relatos que provienen de sus experiencias existenciales. No refieren necesariamente a la realidad africana, ni al territorio del que fueron arrancadas sino que traducen un sentimiento y un modo de supervivencia en contextos hostiles. Se produce entonces una metamorfosis en el discurso social del segmento afro. Misia Sara y familia Las mujeres esclavizadas tenían pequeños ámbitos de autoridad, uno de ellos era la cocina. Allí, de modo indirecto, se convertían nuevamente en due- ñas de su territorio. En las cocinas se recibía a otras mujeres esclavizadas que por variadas razones concurrían a la casa, donde se organizaban eventos y se transmitían noticias. La etapa republicana produjo escasos cambios en la situación de los escla- vizados en general y de las mujeres en particular. Tengamos en cuenta que la “dueña” de personas esclavizadas, salvo casos aislados, era casi tan prisionera (en tanto mujer) como sus esclavizadas en cuanto a la disposición de normas caseras se refiere. El abolicionista por su parte, comenzó incluyendo a la mujer teniendo en cuenta solamente su capacidad reproductora. Por medio de la llamada ley de libertad de vientres, hijos e hijas de las mujeres esclavizadas nacían libres. Por su parte los hombres conquistaban su libertad al integrarse a los bata- llones. Sin embargo las mujeres siguieron durante muchos años sometidas a una esclavitud de hecho y disfrazada, en una sociedad de orden patriarcal y excluyente. La mujer afro se convierte desde la etapa colonial (aun en situación de esclavitud) en un sostén económico tanto de la familia esclavista, como de su propia familia. Al trabajo que realizaban en la casa que las explotaba le sumaban trabajo externo: lavanderas, pasteleras, planchadoras, traían un in- greso extra que en muchas ocasiones sirvió para comprar la libertad de sus compañeros, de sus hijos e hijas y la suya propia. El Estado uruguayo careció de voluntad para diseñar políticas que garanti- zaran la educación, el trabajo y los medios necesarios para que aquellas per- sonas que fueron esclavizadas y sus descendientes pudieran acceder a una existencia digna. Contrariamente a lo que podemos suponer como el espíritu de la nueva República, el Estado participó en la perpetuación del concepto o Inauguración del Monumento a Ansina paradigma del “blanco puro y bueno” en contraposición al “negro impuro, 7
  • 8. Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad ignorante, etc, etc,” impidiendo su participación en la vida nacional con los mismos derechos que el resto de la población. El documento que en el año 1852, enviara la Junta Económico-Administrativa de Minas al Presidente de la República, Dr. Juan Francisco Giró es ilustrativo: “La libertad dada a la jente de color ante(s) esclava, pasándola a un estado opuesto al que tenía antes de la guerra ha desarrollado en ella ese espíritu de independencia que acompaña siempre al hombre, con dimensiones tales que la hace insubordinada a todo trabajo en que tenga que soportar la autoridad de un superior. Esto hace que lleve una vida holgazana, alimentada por los vicios, cuyas consecuencias pesan sobre las autorida- des del país; y en la necesidad de evitar los males que de aquí pueden originarse, la Junta pide al gobierno reglamente el servicio de la jente de color de un modo útil para ella y a la sociedad en general que, quiere ver efectivas las garantías que acuerda la Constitución del Estado” María Esperanza Barrios El documento es explícito al establecer que los antiguos esclavizados “están en una situación contraria a la anterior”, pero en ningún momento los define como hombres libres. La preocupación se centra en que deben ser “útiles”4 En ese contexto social adverso y racista la figura de la mujer afro cobra particular importancia. La misma que durante la esclavitud compró la liber- tad de sus hijos e hijas y hasta de su marido con el fruto de su trabajo, ahora hace uso de la situación que le ofrece encontrarse “dentro” del espacio fami- liar para mejorar la calidad de vida de su familia. Las mujeres sacrifican su identidad aparente para mimetizarse con sus empleadores o empleadoras y tempranamente descubren que la educación es el camino que debe recorrer el colectivo afro para salir de la subalternidad. Así como aceptan la dádiva de sus patrones en ropas y zapatos en desuso, comienzan a aprovechar libros, revistas, cuadernos y álbumes. A través de ellos acceden a ese universo que el Estado les negaba. Luchadoras, resistentes y estrategas, las mujeres afro uruguayas se incor- poran tempranamente a la actividad periodística, impulsando al resto del colectivo. Desde los llamados “Diarios de la Raza” denuncian y forman opi- nión pública sin esperar invitaciones ni conformarse con el comentario vano de acontecimientos sociales. Sutiles e inteligentes, enmascaran su discurso desde un lugar de enunciación aparentemente humilde y subalterna, cuando en los hechos son las constructoras de importantes movimientos. Ejemplo de ello fueron María Esperanza Barrios fundadora y editorialista de Nuestra Raza, impulsora incansable de la campaña de alfabetización del colectivo afro desde 1917, firme opositora al trabajo infantil que desde sus artículos se en- frenta a propios y ajenos. 4. Hormiga Kandame, Nestor, “Canarios y Esclavos en el origen del Estado uruguayo” Montevideo 2010 8
  • 9. 2011 Año Internacional de los Afrodescendientes Muchos hay, que se encogen filosóficamente de hombros y exclaman: «que dia- blos, no va a: ser «dotor»; en vez de tenerlo en la escuela lo coloco y con lo que gane me ayuda a vivir».5 …no ignoramos (--aunque así se crea--) que las circunstancias son críticas; pero tambien creemos que a ese mismo niño se le pueden reservar aunque sea un par de horas para que concurra a un colegio a educarse. Habiendo Buena voluntad todo se puede arreglar; nada es imposible, esto es bien sabido6 “La atención que se da al tema de la educación en la comunidad afro-uruguaya en esta serie de artículos refleja un discurso mas amplio que estaba ocurriendo en los periódicos Afro-Uruguayos al principio del siglo XX. Con la instalación de la Refor- ma Vareliana en 1877, Uruguay se volvió al primer país en la América en ofrecer la educación primaria, la cual que era laica, gratuita y obligatoria. A partir de esta ley, el número de las escuelas aumentó rápidamente, y la educa- ción primaria se volvió accesible a todo el mundo. Los periódicos Afro-Uruguayos, como Nuestra Raza estimularon a sus lectores para que sus hijos pudieran recibir educación en las escuelas del estado. Algunas veces se recibieron comentarios sobre la pobreza que sufrían, y cómo algunas familias tenían que mandar a sus hijos a trabajar en vez de inscribirles en la escuela. En respuesta a estos comentarios, Maria Esperanza Barrios escribió Hechos dolorosos: niños que no concurren a la escuela, y su respuesta dos meses después, Refutando Errores, en la cual insistió que, a pesar de los obstáculos eco- nómicos de las familias Afro-Uruguayas, la educación era demasiado importante para negarsela a sus hijos...” D. Brown 2011. 5. “Hechos Dolorosos: niños que no concurren a la escuela,” Nuestra Raza, Julio, Año. 1. Nº13, (1917): 2 6. “Refutando Errores,” Nuestra Raza, Julio, año. 1, Nº 15 (1917): 1 9
  • 10. Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad 10
  • 11. 2011 Año Internacional de los Afrodescendientes 11
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  • 13. 2011 Año Internacional de los Afrodescendientes Feministas, periodistas, sufragistas, militantes, en un mundo en guerra Desde fines del siglo XIX Uruguay ha tenido organizaciones de mujeres y son conocidas tanto sus fundadoras como algunas de sus militantes destacadas. La tradición excluyente ha atribuido a las mujeres de clase media y alta, o profesionales (maestras, educadoras) la integración de estas organizaciones. Sin embargo no fueron las únicas. Rita Ribeiro el 3 de julio de 1927 se convirtió en la primera mujer sudame- ricana en ejercer el sufragio en la localidad de Cerro Chato de Uruguay. Maruja Pereyra e Iris Cabral, afrodescendientes que ganaban su vida en el trabajo doméstico y las “labores”, no solo integraron el equipo de redacción de la Revista Nuestra Raza sino que llevaron al debate por los Derechos de la Mujer, la situación que atravesaba el mundo ante el avance del fascismo. Mientras en Etiopía Shawa, la hija del Ras organizaba la resistencia y se con- Iris Cabral vertía en la mayor fuerza de oposición al invasor. En 1936 es el año en que co- mienza la Guerra de España (conocida como Guerra Civil Española). La República es atacada por las fuerzas fas- cistas con el apoyo de Hittler en Alemania, mientras Mus- solini desde Italia continúa su campaña “civilizadora” del continente africano inva- diendo Abisinia bajo la mira- da indiferente de la Liga de las Naciones (equivalente a lo que hoy es Naciones Unidas). Las mujeres afrodescen- Maruja Pereyra dientes, siguen de cerca el desarrollo del conflicto y dan la voz de alerta. En la misma época, con su participación en el Primer Congreso de Mujeres realizado en abril del mismo año, reivindican los derechos civiles y eco- nómicos de la mujer en una sociedad que aún está muy lejos de ser equitativa. Nuestra raza, Marzo 1937 13
  • 14. Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad Penúltima reflexión1 1. Porque la última reflexión les corresponde a ustedes ... Por Beatriz Ramirez En los años cincuenta la bonanza económica de la post guerra se sentía en la sociedad uruguaya. Entre otros factores, esto facilitó que la incorporación de las personas afrodescendientes al ámbito productivo fuese cada vez mayor. Esta inserción fue seguida de una creciente participación del colectivo en los sindicatos y en los partidos políticos, fundamentalmente al Partido Co- munista, al Partido Socialista, y también al Partido Demócrata Cristiano. Esta situación da cuenta de nuevas ideas, estrategias y desafíos para el colectivo. Los tumultuosos sesentas, seguidos de los duros años de la dictadura, en- contraron a las personas afrodescendientes con otra capacidad organizativa. La Asociación Cultural y Social Uruguay (ACSU), el histórico “Club Uru- guay” fue de las pocas instituciones que sobrevivió a la fragmentación que duró de fines de los años cincuenta hasta principios de los sesenta. Bajo la presidencia de Amanda Rorra se convirtió en un espacio resistente de la cultura afro uruguaya. Trabajaba para conservar las tradiciones y or- ganización del colectivo y brindaba también instrucción para jóvenes bajo la forma de actividades sociales en apariencia inocuas. ACSU se mantuvo funcionando hasta su clausura por la dictadura, pero para entonces ya había sembrado su semilla de resistencia. Las mujeres afrodescendientes siempre han estado presentes. En este pe- ríodo en particular se organizaron y dieron el marco y la tónica a un movi- miento debilitado. Desde la Iglesia Católica surge la Fundación Afrouruguaya (Fundafro), que crea el programa de Desarrollo para las afrouruguayas y los afrourugua- yos. Nace de allí la revista Mundo afro (1988) que dará paso, al año siguiente, a las Organizaciones Mundo Afro (OMA). Estas llevarán adelante el Progra- ma de Desarrollo. Paralelamente, y con fuerte presencia en la calle, el movimiento “Amandla” comienza a hacer su camino. Asimismo otras instituciones como CECUPI, UAFRO, AFRICANIA, CECAU ADACAU (entre otras) comienzan a desa- rrollarse. Del proceso iniciado por Mundo Afro surgen filiales en Artigas (Mun- doafro Artigas), Rivera (Mundoafro Rivera), Movimiento Juvenil Afro, Insti- tuto de Formación Afro, Grupo de Mujeres Afrouruguayas (GAMA) y otras expresiones que luego se autonomizan como, Mauii, Afrogama, Mizangas Afroartesanas, Ufama al Sur(cooperativas de viviendas). En el interior del país sobrevive el Club Uruguay de Melo, nace la Pastoral de Tacuarembó, el Grupo Ansina recuperando antiguos nombres, entre otros. Todas las orga- nizaciones surgen con una integración y presidencia mayoritaria de mujeres que comienzan a incorporar la perspectiva de género en sus políticas y programas. La etapa de recuperación democrática encuentra al movimiento afrodes- cendiente más fortalecido. También los grupos de las feministas uruguayas, el movimiento amplio de mujeres y grupos de la diversidad sexual contribuyen para que la sociedad uruguaya avance y comience a resquebrajar su autoper- cepción. Se comenzó a cuestionar fuertemente la imagen del Uruguay “suizo”, masculino y rubio que no es representativo de la diversidad del país. Las mujeres provenientes de diversos colectivos comenzaron a tomar la 14
  • 15. 2011 Año Internacional de los Afrodescendientes palabra, a dialogar acuerdos y negociar tensiones. Contaban con un fuerte respaldo que se iba consolidando a nivel internacional, a través de distintas conferencias internacionales de Naciones Unidas: la de Derechos Humanos de Viena (1993), la de Población y Desarrollo de El Cairo (1994), la de la Mujer de Beijing (1995) y por la último la Conferencia Mundial contra el Racismo de Durban (2001). En ese contexto las organizaciones comienzan a generar una impronta internacional y regional. A pesar de las diferentes posturas del colectivo de afrodescendientes, Uru- guay ha logrado en las últimas décadas del siglo XX y en las primeras del siglo XXI posicionarse en la política internacional, regional y nacional. Como fruto de la actividad de las OMA, en 1990 Montevideo es sede del primer Seminario sobre Racismo y Xenofobia, con delegados de las Américas, Europa y organismos interna- cionales. A nivel internacional el movimiento de mujeres negras comienza un pro- ceso de fuerte articulación continental con expresiones regionales. Fruto de este esfuerzo conjunto se realiza el “Primer Encuentro de Mujeres Afrolatinas y Afrocaribeñas” que se realizó en Santo Domingo Republica Dominicana (1992). Uruguay es la sede para cono sur desde 1992 a nuestros días. Es así que durante el gobierno departamental a cargo del Dr. Tabaré Váz- quez se crea el primer mecanismo de equidad racial departamental: la Uni- dad Temática Municipal por los Derechos de los Afrodescendientes. La mis- ma responde a las viejas reivindicaciones que el colectivo venía reclamando y gestionando a través de distintas estrategias de incidencia política de las OMA. Estas convocaron a las diversas instituciones que se formaron en un esbozo de Federación afro. Asimismo, el colectivo continúa avanzando y durante el primer gobierno nacional del Frente Amplio se negociaron nuevamente por parte de Mun- do Afro siete mecanismos de equidad racial (MEC, MIDES, MSP, IMM, MOTVMA, MTSS) de alcance nacional. Entre ellos el departamento de Mu- jeres Afro descendientes en la órbita del MIDES. Aún hoy cuando continúan los procesos de transformación dentro del co- lectivo. Surgen nuevas formas organizativas como los movimientos de UM- BUNTU, NZINGA, Triangulación Kultural, Asamblea Afro, Espacio Afro regional y la RED NAMUA que agrupa a colectivos de mujeres afrodescen- dientes de Rocha, Rivera, Cerro Largo, Montevideo, Canelones y Cerro Cha- to. En todas las organizaciones se observa una importante integración de mu- jeres que se agrupan de acuerdo a características diversas pero fuertemente identificadas con la tradición afro: son artesanas, mujeres jóvenes, mujeres rurales, domésticas, etc. todas y cada una optando por el empoderamiento de su identidad afro y su ciudadanía como uruguayas. El proceso de institucionalización iniciado desde el 2005 establece la necesidad de implementación de políticas públicas hacia las personas afrodescendientes. En este proceso el Estado, junto a la sociedad civil, han dado pasos en un diálogo y construcción compleja. El diseño de políticas públicas requiere, como condición indispensable que se desagreguen los datos estadísticos por sexo y etnia, que se incorpore la variable género en los programas de equidad racial y que se fortalezca la institucionalidad existente. 15
  • 16. Mujeres Afro uruguayas: raíz y sostén de la identidad La acción focalizada sobre la población afrodescendiente, particularmente las mujeres y las/os jóvenes aparece como un imperativo inexorable para el Es- tado uruguayo. Conforme a lo ratificado en los convenios internacionales se viene dando cumplimiento a los acuerdos. Los procesos que han generado la enorme desventaja histórica de las personas afrodescendientes, especialmente las mujeres, deben ser revertidos. Es tiem- po de escribir una historia que incluya a este segmento de la población, y para ello estamos trabajando. 16