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Instituto de educación superior
“René Favaloro”
Espacio: Formación en DDHH, Ética y Ciudadanía.
Tema: “Memoria, Verdad y Justicia” Trabajo de investigación.
Profesor: Palacios Héctor.
Integrantes:
● Moreno Adrián.
● Ruiz Liza.
● Sznaider, Alejandro Fabián.
Fecha de entrega: 16/11/2021
Cohorte: 2018
2021
Introducción
Este trabajo, propone un acercamiento al estudio de lo que fue la dictadura 1976
denominada “Proceso de Reorganización Nacional” en Argentina en donde se
encuentra información de cómo se instauró la misma. Así también hace énfasis en
los movimientos que surgieron como lucha a la resistencia por la libertad, y lo que
es fundamental es un estudio en cómo se intenta en la actualidad conservar viva la
memoria, sobre esos aberrantes hechos que se vivió en esa época.
Desarrollo
El 24 de marzo es la oportunidad de recordar en las escuelas que paso durante la
última dictadura argentina.
En el día nacional de la memoria por la verdad y la justicia se conmemora el golpe
de estado de 1976, el más sangriento de la historia argentina y a las 30 mil víctimas
del terrorismo de estado.
Fueron años muy duros en los que se perdieron muchas vidas. Por eso usamos la
expresión “nunca más” cada vez que nos referimos a ese periodo oscuro de nuestra
historia.
¿Qué paso el 24 de marzo de 1976?
En dicha fecha se produjo en argentina un golpe de estado que dio inicio a la última
dictadura militar. El día nacional de la memoria por la verdad y la justicia
conmemora a las víctimas de dicha dictadura, autodenominadas por los propios
responsables como “Proceso de Reorganización nacional”, que usurpo el gobierno
del estado nacional argentino entre esa fecha y el 10 de diciembre de 1983.
El 24 de marzo se propone como un día de reflexión y análisis para que toda la
población comprenda las grabes consecuencias sociales, políticas y económicas de
la última dictadura militar. También para que todos y todas asumamos el
compromiso en la defensa y vigencia de los derechos y las garantías establecidos
por la constitución nacional, y el fortalecimiento del régimen político democrático.
Para repasar lo sucedido en esos años, el 24 de marzo las fuerzas armadas
realizaron en la argentina un golpe de estado que derroco al gobierno constitucional
de MARIA ESTELA MARTINEZ DE PERON. Nuestro sistema de gobierno, basado
en la constitución nacional y en la división de poderes (ejecutivo, legislativo y
judicial) fue arrasado.
Desde ese día la dictadura disolvió el congreso, impidió el funcionamiento de los
partidos políticos, prohibió la actividad sindical, anulo la expresión de libertad y
suspendió las garantías constitucionales de todos los ciudadanos y las ciudadanas.
Madrugada del 24 de marzo de 1976, Plaza de mayo. Buenos aires. Archivo
memoria abierta. Héctor Osvaldo Vázquez.
Desde 1976 hasta 1983, el estado argentino en manos de una junta militar de
gobierno instalo en todo el país un aparato represivo para llevar adelante la
persecución y eliminación de todo adversario político, que culminó con la
desaparición sistemática y forzada de miles de personas. Para ellos, se utilizó la
fuerza pública estatal de manera ilegal, y se instalaron más de 500 centros
clandestinos de detención-muchos de los cuales funcionaban en instituciones
públicas, como comisarias, escuelas y hospitales, ubicados en zonas urbanas.
Esta no era la primera dictadura que atravesaba la argentina, pero si la única que se
caracterizó con la expresión <terrorismo de estado >. Esto se daba a algunas
características singulares que la distinguen de las anteriores: la desaparición forzada
y sistemática de personas, la instalación y el funcionamiento de los centros
clandestinos de detención en todo el país, la apropiación sistemática de menores,
los delitos sexuales, la censura y las prohibiciones en el ámbito cultural, el ejercicio
del terror como forma de disciplinamiento de toda la sociedad. Entre 1976 7 1983
hubo 30.000 personas detenidas desaparecidas. Ciudadanos y ciudadanas que
resultaron víctimas de la represión cuyos cuerpos nunca fueron entregados a sus
familiares.
La dictadura pretendió borrar el nombre y la historia de sus víctimas, privando a sus
familiares y también a toda comunidad de la posibilidad de hacer un duelo frente a la
perdida.
Las consecuencias de todo lo vivido durante esos años continúan en el presente. El
proceso de justicia sobre estos crímenes se constituyó en una de las vías posibles
para reconstruir esa historia, acercarse a la verdad y sentar las bases de la
democracia duradera.
A 45 años del golpe ¿Qué paso con el proceso de justicia?
La última dictadura cívico-militar argentina, iniciada en 1976, no fue la única que
vulnero derechos de los ciudadanos y las ciudadanas, tampoco fue la única
dictadura de nuestra historia. No obstante, tubo algunos rasgos distintivos que la
constituyen en una experiencia limite, un punto de reflexión que moviliza reflexiones
profundas en la sociedad y preguntas por aquellos que es esencial para la vida
común, para no volver a repetir ese pasado.
Se distinguen de otra dictadura por haber llevado a cabo un plan sistemático de
desaparición de personas, lo que dio origen al termino tristemente argentino
desaparecidos –y un plan sistemático de apropiación de niños y niñas, en el marco
de del terrorismo de estado. Además, intento borrar toda huella de los crímenes
cometidos mediante la clandestinidad de la represión y la práctica de la desaparición
de personas, e intento garantizar la impunidad mediante leyes dictadas por los
propios represores.
El 24 de marzo tiene una carga muy particular en la memoria colectiva de nuestro
pueblo. Esta fecha condensa una experiencia límite de nuestra historia reciente: el
terrorismo de estado, y a la vez funciona como un día emblemático para reflexionar
acerca de la vida en sociedad, la democracia y la vigencia irrenunciable de los
derechos humanos. La vida en nuestro país, la propia concepción sobre lo que
es el ser humano, no ha sido igual después de ese 24 de marzo. La política
reparatoria sobre sus consecuencias, la lucha de diversos sectores sociales y
amplios consenso creado en torno a la memoria, la verdad y la justicia son los
elementos centrales que nos permiten llenar de significado vitales a nuestra
democracia, conquistada en el plano institucional en 1983.
Memoria, verdad y justicia son banderas de lucha, pero también procesos que se
retroalimentan. Es importante recordar siempre lo sucedido en esos años y a sus
víctimas, para que estos hechos no se repitan, como lo es también conocer la
verdad, esa verdad negada por los propios responsables de los mayores crímenes
cometidos en nuestro pasado reciente, para poder trasmitir y enseñar a los y las más
jóvenes. Pero también resulta imprescindible juzgar y condenar dichos crímenes
para que nuestro pueblo pueda procesar el daño sufrido. Los procesos de memoria,
verdad y justicia tienen un sentido preparatorio para las víctimas, pero también para
el conjunto de la sociedad ya que propician la construcción de consensos básicos
para la vida en democracia, y promueven sobre esta base la reconstrucción de los
lazos sociales. Como señala Hannah Arendt en la vida del espíritu, el juicio sobre el
pasado se realiza en función del presente y del futuro. Los juicios de esta naturaleza
son una de las formas de representación del pasado que posibilita evaluarlo
críticamente y dan lugar a procesos de elaboración social de las experiencias límite.
La visibilizacion de los delitos sexuales cometidos durante el terrorismo de
estado:
La reapertura de los juicios por crímenes cometidos durante la última dictadura
militar argentina, ha permitido empezar a visibilizar las distintas formas de violencia
sexual ejercidas especialmente contra las mujeres detenidas durante la última
dictadura militar. Sin embargo, como señala la investigadora Victoria Álvarez, si bien
estas formas de violencia se incorporaron recientemente al debate judicial, las
denuncias por violencia sexual formaron parte de los relevamientos de la CONADEP
y pudieron escucharse durante el juicio a las juntas militares llevado a cabo por el
estado argentino en 1985.
Claramente aquello que nosotras las mujeres sufrimos por ser mujer, los manoseos,
los vejámenes, las violaciones, todo aquello que padecimos por nuestra condición de
mujeres, lo teníamos naturalizado. Pensábamos que era lo que nos tocaba por ser
mujeres. De manera que me lo calle, y no solamente en el juicio a las juntas. La
violación y otros abusos sexuales graves de cautivas eran una forma especialmente
grave de tortura, pero no estaban visibilizados como tales por la justicia. Luego de la
publicación del NUNCA MÁS y del juicio a las juntas, es posible visualizar la
conformación y consolidación de una memoria sobre la violencia política y las
desapariciones en la argentina vinculado a la labor de la Conadep. Este nuevo
régimen de memoria conflictivo y cambiante se centró en la denuncia de la
desaparición de personas y relego a un segundo plano los relatos sobre otras
formas de violación, como la violencia sexual.
Una iniciativa de abuelas de plaza de mayo que acompañan todos los organismos
de derechos humanos y también el programa de Educación y memoria del ministerio
de educación de la nación, Otra propuesta es trabajar con las actividades diseñadas
para estos niveles en el recurso de 24 de marzo y genero:<de la casa a la plaza>,
parte de la colección <el género de la Patria>
Las madres y abuelas de plaza de mayo iniciaron un camino incansable de lucha por
encontrar a sus hijos y nietos desaparecidos por la sangrienta dictadura militar.
Comenzaron a movilizarse luego de que se cumpliera el primer mes de que la
dictadura tomara el poder. El primer día en que las madres y abuelas de plaza de
mayo se reunieron para exigir la aparición con vida de sus hijos y nietos
desaparecidos, fue el sábado 30 de abril de 1976 el día en que, por primera vez, un
grupo de mujeres se reunió en la plaza de mayo para exigir la aparición de sus hijos.
En aquella jornada, un total de 14 mujeres asistieron a dicho espacio público para
tratar de hacerle llegar in mensaje al gobierno nacional y también a la población que
transitaba por la zona.
Identidad: faro insignia de las madres y abuelas.
Escuchar a Elsa Pavón representa un mix de ciertas cantidades de emoción,
vitalidad, lucha y amor. Cada palabra, cada gesto, cada risa y cada llanto
transmiten el contagio de un grupo en lucha. Eso son las madres y abuelas de plaza
de mayo: cuerpos en lucha constante. Sólo por razones de extensión, podríamos
abordar dos grandes frases de Elsa en la charla que tuvimos. Una tiene que ver
con la lucha por la identidad. En determinado momento, Elsa comenzó a repensar el
significado que le asignamos al término “lucha”. Ella manifestó que no estaba del
todo convencida con su uso, pero que todavía no pudo encontrar otra
palabra que (a pesar de su denominación) signifique lo mismo. Quizá la
lucha implica una otredad, un adversario al que vencer (como si habláramos de
“guerra” o “batalla”), cuando la propuesta de las madres y abuelas era otra:
buscaban justicia, verdad y memoria, no venganza ni victoria; querían a sus hijos/as,
a sus nietos/as, y que la sociedad no olvidara jamás lo que vivieron. No logramos
resolver esas dicotomías. Tampoco Elsa pudo profundizar sobre el tema. Todo
quedó en un vacío pero a la vez sumamente profundo: una mujer que vivió
el terror y se enfrentó a él, sigue repensando cómo denominar aquello que
hace desde el preciso instante en que se apropiaron de su nieta y
desaparecieron a su hija y su nuero. Aquí surgió la otra frase de Elsa que tanto
nos impactó: “a la nena la encontré, a ellos (refiriendo a su hija y a su nuero) los
sigo buscando”. Si bien de aquí podríamos derivar un sin número de aristas, nos
quedaremos en el sentimiento. Cuando escuchamos aquella afirmación lo primero
que sentimos fue dolor y tristeza. Como generación que no vivió en un país
gobernado por el horror, de manera sistemática y desde el aparato estatal, fue difícil
desentrañar aquello que nos generó la frase de Elsa. ¿Qué sentirá Elsa desde aquél
18 de mayo de 1978.
contrario: era parte del mismo plan sistemático que propiciaba la desaparición
de ciertos sectores de la población. La apropiación de menores fue impulsada y
ejecutada por el propio Estado terrorista. La sociedad estaba quebrada: había
una “pelea” que dar contra los “subversivos” y eso gestaba una idea de
otredad en donde no importaba lo que le sucediera al prójimo sino que siempre
lo que pasaba “era por algo” (el famoso “algo habrán hecho” que vimos en
clase y que se replica incluso hasta la actualidad en distintos ámbitos de
entendimiento).
En esa construcción violenta, en esa lógica relacional instaurada, las
madres y abuelas salieron libres y desinhibidas a las calles (cuando pocas
personas lo hacían) para reclamar derechos que hoy entendemos como
básicos.
No tenían nada que perder, sus hijos y nietos estaban desaparecidos y no
había fuerza (política o militar) que las frenara. Esa valentía, influenciada por el amor
y la esperanza, logró traspasar las fronteras de nuestro país e incluso podría servir
de ejemplo perfecto para sintetizar el significado de “lucha”. De allí que el
emocionante encuentro con Elsa fue tan especial. Con laburo en la calle, la tarea del
grupo de mujeres fue comenzar a desandar el camino del olvido, en donde sus
nietos y nietas fueron privados de su historia de vida. Recuperar el derecho a
la verdad. Estos niños y niñas que ahora son adultos fueron objeto de los
actos más aberrantes que marcaron todo el desarrollo posterior de su vida,
principalmente viendo vulnerados su derecho a la identidad, a saber quiénes son, de
dónde vienen. A fin de cuentas, saber su historia. Así fue como desde el
campo científico nace el llamado “índice de abuelidad” que, a pesar de las
dificultades, fue impuesto en los tribunales como necesidad ineludible. Así fue
como Elsa nos relató que pudo recuperar a su nieta Paula. El camino transitado fue
duro. Elsa lloró. Se emocionó; nos emocionó. Su historia es reflejo y demostración
de la génesis de las madres y abuelas de plaza de mayo. Sin ningún tipo de
colaboración oficial, aquellas mujeres pusieron en sus hombros la búsqueda de
sus nietos y nietas, transformando el dolor y la desolación sufrida en acciones
colectivas. Porque podía más la necesidad de encontrarlos, que el miedo a lo que
podía sucederles. Y así lo hicieron. Sabían cómo nadie que estos niños estaban
vivos y debían encontrarlos. Porque no buscaron, buscan ni buscarán venganza,
necesitan respuestas. De ellas debemos aprender y acompañar en su
búsqueda constante, exigiendo al Poder Judicial investigaciones de todos los
hechos cometidos en la última dictadura militar y las consecuencias que
continuamos arrastrando hasta la actualidad. Para conocer la verdad. Para
mantener la memoria. Para reclamar justicia.
Malvinas: heridas que nunca sanan
La ocupación de las Islas Malvinas tomó por sorpresa a la sociedad
argentina, cuyo conocimiento respecto de dicho territorio era escaso. Aún menos
sabrían que aquella ofensiva militar fue producto de una decisión anticipada, sin
contar con el planeamiento suficiente. La tercera junta militar se encontraba en
apuros, en especial por la presión internacional derivada del informe publicado por la
CIDH (en el que se exponían abiertamente las violaciones a derechos humanos
acaecidos en el país) y la debacle económica que impulsó fuertes reclamos
sociales. La estabilidad de los genocidas comenzaba a menguar. Ante tal
realidad, apelar a la “causa Malvinas” parecía traer sólo beneficios: la
recuperación del territorio permitiría avivar el sentimiento nacional y
análogamente reducir el descontento fomentado, enviando un mensaje a la
comunidad internacional.
Su lectura social fue acertada: el común de la población salió a festejar la
toma de Malvinas como si fuera un gol en el Mundial de Fútbol. Por
momentos todo fue festejo dentro del país donde reinaba el terror clandestino.
De un momento a otro, todo el país miraba hacia el sur, luego de décadas
sin prestar atención. Detrás de esta obra teatral dirigida por la Junta Militar, estaba
la verdadera realidad: pibes jóvenes, sin los elementos ni capacidades necesarias
para afrontar una guerra, subsumidos por el frío y el hambre, luchando
ciegamente contra un enemigo exterior que debía ser erradicado.
Con mucha emoción, luego de escuchar a Mario Volpe, pudimos entender que la
“cuestión Malvinas” desde el accionar estatal fue y es también una reiteración de
las lógicas lesivas del derecho a la identidad y negacionistas de la condición
humana: i) antes de la guerra –con los objetivos ya mencionados–, no les
importó quiénes eran los que iban a combatir, cómo estaban, qué sabían o no hacer
y qué querían; ii) durante ella, en Malvinas se reprodujo la misma
sistemática inhumana y degradante con vejámenes y torturas contra los
combatientes y; iii) finalmente, mientras algunos quedaron en el olvido, los
sobrevivientes eran silenciados en una maquinaria que constituyó un
verdadero proceso de desmalvinización.
En tal sentido, para el gobierno militar la terminación de la guerra
precipitó su propio final. Para gran parte de la población civil, dicho fin fue
tan sólo eso, unos días de descontento y luego el olvido y el silencio. Los
jóvenes sobrevivientes volvieron y se encontraron con eso: una sociedad que
les daba la espalda.
Sin embargo, junto con la lucha de las madres y abuelas de plaza de mayo, los
excombatientes unidos intentaron construir el camino hacia el reconocimiento de
sus derechos. Mario Volpe es uno de los cuerpos en lucha que pudieron
conseguir, por ejemplo, la decisión del Juzgado Federal Nº 10 en la CC 9580/2011
que reconoció el derecho a la verdad de los 123 soldados sepultados como NN en el
cementerio de Darwin. Asimismo, pudieron avanzar en el proceso de
identificación llevado a cabo por el Comité de la Cruz Roja, otorgando
certeza a casi cien familias.
¿Esto es positivo? Claro que sí, de eso no hay duda. Pero fácticamente
ingresa en constante fricción con los intentos latentes de consagración de la
impunidad de quienes detentan el poder. La conocida decisión de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, con escasa legitimidad y aunque hoy
intentando ser rebatida ante el sistema interamericano de Derechos Humanos,
está íntimamente vinculada con la lógica de impunidad sobre la que
está construida la idiosincrasia de nuestros gobernantes. Lo que comenzó con un
fuerte proceso de desmalvinizar y desterrar toda verdad histórica sobre lo ocurrido
en manos de las FFAA, continuó con la lógica imperialista y colonialista de
entrega y facilitamiento de las condiciones de explotación por parte de los
poderes extranjeros y gracias a las políticas de gobiernos democráticamente
elegidos en los últimos años.
Como sociedad, tenemos una deuda pendiente, una discusión que todavía sigue en
pie. Durante décadas la causa quedó reservada únicamente a defensores del
pasado régimen militar, reinando una visión bélica respecto de la
recuperación de las islas. Pero esta perspectiva es errónea y ha sido
desterrada por muchísimos ex combatientes, quienes lograron convertir a
Malvinas en una verdadera causa de derechos humanos y en clave
latinoamericana. El proceso de memoria, verdad y justicia debe ser con las Malvinas
y, por ello, el camino empieza y debe seguir principalmente hacia nosotros
mismos y hacia nuestros pares, con independencia de las políticas del
gobierno de turno, pues al final del día las Malvinas fueron, son y serán del
pueblo argentino.
En medio de la impunidad, la lucha por la verdad
Si hay algo que nos marcó en el paso por el curso fue la posibilidad de
derribar algunos mitos que se fueron construyendo a lo largo de la historia
reciente y formar un arquetipo de opinión personal que esperamos
perfeccionar con el tiempo. Esto nos lleva a afirmar que no hay impunidad
más triste que la que se configura en vigencia de la democracia para
proteger a quienes perpetraron los más aberrantes crímenes contra la humanidad.
Desde la vuelta de la democracia hasta la actualidad han surgido
numerosos procesos de construcción de la impunidad. Pero, lejos de profundizar
sobre ello, pretendemos hacer foco en cierto elemento que fue esencial para
hacerle frente desde la esfera local: los juicios por la verdad. La sentencia de la
Causa 13 del Juicio a las Juntas tuvo sus aciertos al reconstruir
fidedignamente algunos de los hechos acontecidos y el Plan Sistemático
de terror estatal elaborado por la organización militar. La principal influencia de
este juicio fue la posterior apertura y desarrollo de numerosas causas por
estos crímenes de estado, poniendo en jaque la estrategia fomentada desde el
Gobierno consistente en que sea un número considerablemente reducido de
enjuiciamientos y se impulse una concepción dudosamente amplia de la
obediencia debida respecto de quienes ejecutaron las órdenes. En este contexto, la
solución oficial fue la sanción de una ley que frene los procesos (“Punto Final”) y,
posteriormente debido al fracaso de aquella, una ley que obligue al Poder Judicial a
no seguir el proceso contra quienes ejecutaron las órdenes (“Obediencia
Debida”).
Lo que nos interesa destacar es que la sanción de estas leyes -
conjuntamente con los indultos-fueron claves en la consagración de la impunidad en
democracia. Con cierta mirada crítica, el derecho es un discurso clandestino
que dice más por lo que oculta que por lo que vemos26. Como todo discurso social,
su utilización dota de sentido a las conductas, aquí, convirtiendo a los seres
humanos en sujetos al mismo tiempo que opera como legitimante del poder–
instituye y dota de autoridad, facultado a decir o hacer–. Los jueces no son ajenos a
esta mecánica sino que son actores que detentan el uso de la palabra para operar y
preservar el poder.
Visto desde esta perspectiva pareciera que la democracia tal como fue
planteada en ese momento seguía manteniendo un status quo de protección a
la agencia militar. ¿Cómo hacerles entender que no hay nada más desgastante para
una democracia joven que nacer de los albores de la impunidad? Cada
interpretación implica una elección, con las consecuencias que ello trae
consigo.
Más allá de las razones políticas existentes, aparentemente en el marco de
una afrenta entre el poder residual de las FFAA y el sostenimiento del sistema
democrático, todos los discursos e interpretaciones –como ejercicios de poder–
estuvieron destinados a detener o lentificar los juzgamientos por los delitos de
lesa humanidad cometidos desde 1976.Frente a la adversidad de un sistema
institucional que no da respuesta, sino que interpone obstáculos, la fuerza de
las organizaciones de derechos humanos y de los familiares de las víctimas del
terrorismo de Estado pudo más. Como siempre, las respuestas justas vendrán
desde sus manos. Junto con el acompañamiento del CELS, los familiares
iniciaron la búsqueda de estrategias jurídicas que le permitieran superar los
obstáculos que representaba el contexto de impunidad, de esta forma se
arribaría a diversos requerimientos judiciales con base en el derecho a la verdad:
los reclamantes (en muchos casos familiares de desaparecidos, pero
también estaba el caso de víctimas directas que había sobrevivido al
terrorismo estatal) tenían derecho a conocer cuál había sido el destino final de sus
seres queridos.
Los juicios por la Verdad permitieron que quienes habían sido víctimas de las
violaciones masivas a los derechos humanos pudieran expresarse libremente
ante tribunales constitucionales, ejercer su derecho a ser escuchadas y, lo
que es más importante, sentir una breve sensación de “alivio” por poder contar
los terribles acontecimientos sufridos28. Estos efectos reparadores no
quedaban limitados a las víctimas y familiares de desaparecidos que actuaban en
las causas, sino que se hizo extensible a la sociedad toda, promoviendo un
esclarecimiento de los hechos acontecidos, de su propia historia.
Mediante los Juicios por la verdad -posteriormente con mayor medida gracias a
la apertura de los juicios de lesa humanidad-la sociedad argentina pudo entablar un
vínculo directo con las víctimas y sobrevivientes de la dictadura militar,
permitiéndonos recomponer los lazos sociales posteriormente achacados por el
régimen dictatorial.
Pero no fue la única herramienta. La ciudadanía tomó la bandera dela lucha
contra la impunidad29y emprendió un camino de reclamo social: los llamados
“escraches”. El uso del poder fáctico y el ejercicio de la interpelación se volvieron
patrimonio del pueblo y ello motivó también el ejercicio constante de la televisación
de las demandas populares. Esto, más allá de las críticas actuales que pueden
caberle al uso del poder mediático, selectivo y partidario, tiene un trasfondo
muy rico: cuando las demandas colectivas no son suficientemente atendidas
por los órganos encargados de decir el derecho (políticos, legislativos o
jurisdiccionales), aquellas serán transmitidas a los medios masivos de
comunicación social con igual o mayor potencialidad, lo que no se traduce en
herramienta de venganza privada sino más bien en mecanismo para el
reclamo por la verdad histórica.
Los juzgamientos, sociales o judiciales, requieren de consensos:
interpelarnos como pueblo en repensar constantemente nuestros valores y
compromisos, al mismo tiempo que se garantiza nuestra intervención en el debate
(que podamos entrar y ser parte de los juicios), desde el hogar o la calle,
dejará mejores resultados para la memoria y la verdad de lo sucedido.
En definitiva, nada está dado: por los derechos tenemos que luchar, y esa
lucha debe darse en los espacios de poder como lo es en nuestras facultades.
Conclusión
Después de leer, conocer las diferentes posturas y autores que hablan sobre lo que
fue el “Procesos de Reorganización Nacional” podemos decir que como futuro
profesores, debemos estar dispuestos a replantearnos lo que paso y cual fueron los
motivos que llevaron a tan desastrosa situación por la que paso nuestro país en
esos tiempos aciagos de nuestra historia.
Como así también hoy, hay que replantearnos: ¿Qué está pasando con nuestra
democracia? Sin lugar a dudas es el mejor instrumento que tenemos para
transformar nuestra realidad ¿pero en que está fallando? ¿Porque nuestra nación
no puede tomar un rumbo claro? Y surjan preguntas o pedidos como; ¡Que vuelvan
los militares! o con los militares se “vivía mejor”. Debemos ser conscientes y tener
memoria, no nos podemos dejar llevar por lo que se hablan desde diferentes postura
ideológicas; queriendo sacar rédito político y negando o cuestionado por los
horribles momentos que paso nuestro país. No podemos dejar de levantar la voz del
“nunca más” en nuestro país debemos ser ejemplo, para cualquier parte del mundo
que un estado militar de terror, es lo que más desastre causa a una nación.
Bibliografía:
MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA: REFLEXIONES SOBRE LOS CUERPOS EN
LUCHA.
Por Agustina Alvarez Di Mauro, Santiago Amilcar Travaglio.

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Trabajo pràctico formación en ddhh, ética y ciudadanía.

  • 1. Instituto de educación superior “René Favaloro” Espacio: Formación en DDHH, Ética y Ciudadanía. Tema: “Memoria, Verdad y Justicia” Trabajo de investigación. Profesor: Palacios Héctor. Integrantes: ● Moreno Adrián. ● Ruiz Liza. ● Sznaider, Alejandro Fabián. Fecha de entrega: 16/11/2021 Cohorte: 2018 2021
  • 2. Introducción Este trabajo, propone un acercamiento al estudio de lo que fue la dictadura 1976 denominada “Proceso de Reorganización Nacional” en Argentina en donde se encuentra información de cómo se instauró la misma. Así también hace énfasis en los movimientos que surgieron como lucha a la resistencia por la libertad, y lo que es fundamental es un estudio en cómo se intenta en la actualidad conservar viva la memoria, sobre esos aberrantes hechos que se vivió en esa época.
  • 3. Desarrollo El 24 de marzo es la oportunidad de recordar en las escuelas que paso durante la última dictadura argentina. En el día nacional de la memoria por la verdad y la justicia se conmemora el golpe de estado de 1976, el más sangriento de la historia argentina y a las 30 mil víctimas del terrorismo de estado. Fueron años muy duros en los que se perdieron muchas vidas. Por eso usamos la expresión “nunca más” cada vez que nos referimos a ese periodo oscuro de nuestra historia. ¿Qué paso el 24 de marzo de 1976? En dicha fecha se produjo en argentina un golpe de estado que dio inicio a la última dictadura militar. El día nacional de la memoria por la verdad y la justicia conmemora a las víctimas de dicha dictadura, autodenominadas por los propios responsables como “Proceso de Reorganización nacional”, que usurpo el gobierno del estado nacional argentino entre esa fecha y el 10 de diciembre de 1983. El 24 de marzo se propone como un día de reflexión y análisis para que toda la población comprenda las grabes consecuencias sociales, políticas y económicas de la última dictadura militar. También para que todos y todas asumamos el compromiso en la defensa y vigencia de los derechos y las garantías establecidos por la constitución nacional, y el fortalecimiento del régimen político democrático. Para repasar lo sucedido en esos años, el 24 de marzo las fuerzas armadas realizaron en la argentina un golpe de estado que derroco al gobierno constitucional de MARIA ESTELA MARTINEZ DE PERON. Nuestro sistema de gobierno, basado en la constitución nacional y en la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) fue arrasado.
  • 4. Desde ese día la dictadura disolvió el congreso, impidió el funcionamiento de los partidos políticos, prohibió la actividad sindical, anulo la expresión de libertad y suspendió las garantías constitucionales de todos los ciudadanos y las ciudadanas. Madrugada del 24 de marzo de 1976, Plaza de mayo. Buenos aires. Archivo memoria abierta. Héctor Osvaldo Vázquez. Desde 1976 hasta 1983, el estado argentino en manos de una junta militar de gobierno instalo en todo el país un aparato represivo para llevar adelante la persecución y eliminación de todo adversario político, que culminó con la desaparición sistemática y forzada de miles de personas. Para ellos, se utilizó la fuerza pública estatal de manera ilegal, y se instalaron más de 500 centros clandestinos de detención-muchos de los cuales funcionaban en instituciones públicas, como comisarias, escuelas y hospitales, ubicados en zonas urbanas. Esta no era la primera dictadura que atravesaba la argentina, pero si la única que se caracterizó con la expresión <terrorismo de estado >. Esto se daba a algunas características singulares que la distinguen de las anteriores: la desaparición forzada y sistemática de personas, la instalación y el funcionamiento de los centros clandestinos de detención en todo el país, la apropiación sistemática de menores, los delitos sexuales, la censura y las prohibiciones en el ámbito cultural, el ejercicio del terror como forma de disciplinamiento de toda la sociedad. Entre 1976 7 1983 hubo 30.000 personas detenidas desaparecidas. Ciudadanos y ciudadanas que resultaron víctimas de la represión cuyos cuerpos nunca fueron entregados a sus familiares. La dictadura pretendió borrar el nombre y la historia de sus víctimas, privando a sus familiares y también a toda comunidad de la posibilidad de hacer un duelo frente a la perdida. Las consecuencias de todo lo vivido durante esos años continúan en el presente. El proceso de justicia sobre estos crímenes se constituyó en una de las vías posibles para reconstruir esa historia, acercarse a la verdad y sentar las bases de la democracia duradera.
  • 5. A 45 años del golpe ¿Qué paso con el proceso de justicia? La última dictadura cívico-militar argentina, iniciada en 1976, no fue la única que vulnero derechos de los ciudadanos y las ciudadanas, tampoco fue la única dictadura de nuestra historia. No obstante, tubo algunos rasgos distintivos que la constituyen en una experiencia limite, un punto de reflexión que moviliza reflexiones profundas en la sociedad y preguntas por aquellos que es esencial para la vida común, para no volver a repetir ese pasado. Se distinguen de otra dictadura por haber llevado a cabo un plan sistemático de desaparición de personas, lo que dio origen al termino tristemente argentino desaparecidos –y un plan sistemático de apropiación de niños y niñas, en el marco de del terrorismo de estado. Además, intento borrar toda huella de los crímenes cometidos mediante la clandestinidad de la represión y la práctica de la desaparición de personas, e intento garantizar la impunidad mediante leyes dictadas por los propios represores. El 24 de marzo tiene una carga muy particular en la memoria colectiva de nuestro pueblo. Esta fecha condensa una experiencia límite de nuestra historia reciente: el terrorismo de estado, y a la vez funciona como un día emblemático para reflexionar acerca de la vida en sociedad, la democracia y la vigencia irrenunciable de los derechos humanos. La vida en nuestro país, la propia concepción sobre lo que es el ser humano, no ha sido igual después de ese 24 de marzo. La política reparatoria sobre sus consecuencias, la lucha de diversos sectores sociales y amplios consenso creado en torno a la memoria, la verdad y la justicia son los elementos centrales que nos permiten llenar de significado vitales a nuestra democracia, conquistada en el plano institucional en 1983. Memoria, verdad y justicia son banderas de lucha, pero también procesos que se retroalimentan. Es importante recordar siempre lo sucedido en esos años y a sus víctimas, para que estos hechos no se repitan, como lo es también conocer la verdad, esa verdad negada por los propios responsables de los mayores crímenes cometidos en nuestro pasado reciente, para poder trasmitir y enseñar a los y las más jóvenes. Pero también resulta imprescindible juzgar y condenar dichos crímenes para que nuestro pueblo pueda procesar el daño sufrido. Los procesos de memoria, verdad y justicia tienen un sentido preparatorio para las víctimas, pero también para el conjunto de la sociedad ya que propician la construcción de consensos básicos para la vida en democracia, y promueven sobre esta base la reconstrucción de los lazos sociales. Como señala Hannah Arendt en la vida del espíritu, el juicio sobre el pasado se realiza en función del presente y del futuro. Los juicios de esta naturaleza son una de las formas de representación del pasado que posibilita evaluarlo críticamente y dan lugar a procesos de elaboración social de las experiencias límite.
  • 6. La visibilizacion de los delitos sexuales cometidos durante el terrorismo de estado: La reapertura de los juicios por crímenes cometidos durante la última dictadura militar argentina, ha permitido empezar a visibilizar las distintas formas de violencia sexual ejercidas especialmente contra las mujeres detenidas durante la última dictadura militar. Sin embargo, como señala la investigadora Victoria Álvarez, si bien estas formas de violencia se incorporaron recientemente al debate judicial, las denuncias por violencia sexual formaron parte de los relevamientos de la CONADEP y pudieron escucharse durante el juicio a las juntas militares llevado a cabo por el estado argentino en 1985. Claramente aquello que nosotras las mujeres sufrimos por ser mujer, los manoseos, los vejámenes, las violaciones, todo aquello que padecimos por nuestra condición de mujeres, lo teníamos naturalizado. Pensábamos que era lo que nos tocaba por ser mujeres. De manera que me lo calle, y no solamente en el juicio a las juntas. La violación y otros abusos sexuales graves de cautivas eran una forma especialmente grave de tortura, pero no estaban visibilizados como tales por la justicia. Luego de la publicación del NUNCA MÁS y del juicio a las juntas, es posible visualizar la conformación y consolidación de una memoria sobre la violencia política y las desapariciones en la argentina vinculado a la labor de la Conadep. Este nuevo régimen de memoria conflictivo y cambiante se centró en la denuncia de la desaparición de personas y relego a un segundo plano los relatos sobre otras formas de violación, como la violencia sexual. Una iniciativa de abuelas de plaza de mayo que acompañan todos los organismos de derechos humanos y también el programa de Educación y memoria del ministerio de educación de la nación, Otra propuesta es trabajar con las actividades diseñadas para estos niveles en el recurso de 24 de marzo y genero:<de la casa a la plaza>, parte de la colección <el género de la Patria> Las madres y abuelas de plaza de mayo iniciaron un camino incansable de lucha por encontrar a sus hijos y nietos desaparecidos por la sangrienta dictadura militar.
  • 7. Comenzaron a movilizarse luego de que se cumpliera el primer mes de que la dictadura tomara el poder. El primer día en que las madres y abuelas de plaza de mayo se reunieron para exigir la aparición con vida de sus hijos y nietos desaparecidos, fue el sábado 30 de abril de 1976 el día en que, por primera vez, un grupo de mujeres se reunió en la plaza de mayo para exigir la aparición de sus hijos. En aquella jornada, un total de 14 mujeres asistieron a dicho espacio público para tratar de hacerle llegar in mensaje al gobierno nacional y también a la población que transitaba por la zona. Identidad: faro insignia de las madres y abuelas. Escuchar a Elsa Pavón representa un mix de ciertas cantidades de emoción, vitalidad, lucha y amor. Cada palabra, cada gesto, cada risa y cada llanto transmiten el contagio de un grupo en lucha. Eso son las madres y abuelas de plaza de mayo: cuerpos en lucha constante. Sólo por razones de extensión, podríamos abordar dos grandes frases de Elsa en la charla que tuvimos. Una tiene que ver con la lucha por la identidad. En determinado momento, Elsa comenzó a repensar el significado que le asignamos al término “lucha”. Ella manifestó que no estaba del todo convencida con su uso, pero que todavía no pudo encontrar otra palabra que (a pesar de su denominación) signifique lo mismo. Quizá la lucha implica una otredad, un adversario al que vencer (como si habláramos de “guerra” o “batalla”), cuando la propuesta de las madres y abuelas era otra: buscaban justicia, verdad y memoria, no venganza ni victoria; querían a sus hijos/as, a sus nietos/as, y que la sociedad no olvidara jamás lo que vivieron. No logramos resolver esas dicotomías. Tampoco Elsa pudo profundizar sobre el tema. Todo quedó en un vacío pero a la vez sumamente profundo: una mujer que vivió el terror y se enfrentó a él, sigue repensando cómo denominar aquello que hace desde el preciso instante en que se apropiaron de su nieta y desaparecieron a su hija y su nuero. Aquí surgió la otra frase de Elsa que tanto nos impactó: “a la nena la encontré, a ellos (refiriendo a su hija y a su nuero) los sigo buscando”. Si bien de aquí podríamos derivar un sin número de aristas, nos quedaremos en el sentimiento. Cuando escuchamos aquella afirmación lo primero que sentimos fue dolor y tristeza. Como generación que no vivió en un país gobernado por el horror, de manera sistemática y desde el aparato estatal, fue difícil desentrañar aquello que nos generó la frase de Elsa. ¿Qué sentirá Elsa desde aquél 18 de mayo de 1978. contrario: era parte del mismo plan sistemático que propiciaba la desaparición de ciertos sectores de la población. La apropiación de menores fue impulsada y ejecutada por el propio Estado terrorista. La sociedad estaba quebrada: había una “pelea” que dar contra los “subversivos” y eso gestaba una idea de otredad en donde no importaba lo que le sucediera al prójimo sino que siempre lo que pasaba “era por algo” (el famoso “algo habrán hecho” que vimos en clase y que se replica incluso hasta la actualidad en distintos ámbitos de entendimiento).
  • 8. En esa construcción violenta, en esa lógica relacional instaurada, las madres y abuelas salieron libres y desinhibidas a las calles (cuando pocas personas lo hacían) para reclamar derechos que hoy entendemos como básicos. No tenían nada que perder, sus hijos y nietos estaban desaparecidos y no había fuerza (política o militar) que las frenara. Esa valentía, influenciada por el amor y la esperanza, logró traspasar las fronteras de nuestro país e incluso podría servir de ejemplo perfecto para sintetizar el significado de “lucha”. De allí que el emocionante encuentro con Elsa fue tan especial. Con laburo en la calle, la tarea del grupo de mujeres fue comenzar a desandar el camino del olvido, en donde sus nietos y nietas fueron privados de su historia de vida. Recuperar el derecho a la verdad. Estos niños y niñas que ahora son adultos fueron objeto de los actos más aberrantes que marcaron todo el desarrollo posterior de su vida, principalmente viendo vulnerados su derecho a la identidad, a saber quiénes son, de dónde vienen. A fin de cuentas, saber su historia. Así fue como desde el campo científico nace el llamado “índice de abuelidad” que, a pesar de las dificultades, fue impuesto en los tribunales como necesidad ineludible. Así fue como Elsa nos relató que pudo recuperar a su nieta Paula. El camino transitado fue duro. Elsa lloró. Se emocionó; nos emocionó. Su historia es reflejo y demostración de la génesis de las madres y abuelas de plaza de mayo. Sin ningún tipo de colaboración oficial, aquellas mujeres pusieron en sus hombros la búsqueda de sus nietos y nietas, transformando el dolor y la desolación sufrida en acciones colectivas. Porque podía más la necesidad de encontrarlos, que el miedo a lo que podía sucederles. Y así lo hicieron. Sabían cómo nadie que estos niños estaban vivos y debían encontrarlos. Porque no buscaron, buscan ni buscarán venganza, necesitan respuestas. De ellas debemos aprender y acompañar en su búsqueda constante, exigiendo al Poder Judicial investigaciones de todos los hechos cometidos en la última dictadura militar y las consecuencias que continuamos arrastrando hasta la actualidad. Para conocer la verdad. Para mantener la memoria. Para reclamar justicia. Malvinas: heridas que nunca sanan La ocupación de las Islas Malvinas tomó por sorpresa a la sociedad argentina, cuyo conocimiento respecto de dicho territorio era escaso. Aún menos sabrían que aquella ofensiva militar fue producto de una decisión anticipada, sin contar con el planeamiento suficiente. La tercera junta militar se encontraba en apuros, en especial por la presión internacional derivada del informe publicado por la CIDH (en el que se exponían abiertamente las violaciones a derechos humanos acaecidos en el país) y la debacle económica que impulsó fuertes reclamos sociales. La estabilidad de los genocidas comenzaba a menguar. Ante tal realidad, apelar a la “causa Malvinas” parecía traer sólo beneficios: la recuperación del territorio permitiría avivar el sentimiento nacional y análogamente reducir el descontento fomentado, enviando un mensaje a la comunidad internacional.
  • 9. Su lectura social fue acertada: el común de la población salió a festejar la toma de Malvinas como si fuera un gol en el Mundial de Fútbol. Por momentos todo fue festejo dentro del país donde reinaba el terror clandestino. De un momento a otro, todo el país miraba hacia el sur, luego de décadas sin prestar atención. Detrás de esta obra teatral dirigida por la Junta Militar, estaba la verdadera realidad: pibes jóvenes, sin los elementos ni capacidades necesarias para afrontar una guerra, subsumidos por el frío y el hambre, luchando ciegamente contra un enemigo exterior que debía ser erradicado. Con mucha emoción, luego de escuchar a Mario Volpe, pudimos entender que la “cuestión Malvinas” desde el accionar estatal fue y es también una reiteración de las lógicas lesivas del derecho a la identidad y negacionistas de la condición humana: i) antes de la guerra –con los objetivos ya mencionados–, no les importó quiénes eran los que iban a combatir, cómo estaban, qué sabían o no hacer y qué querían; ii) durante ella, en Malvinas se reprodujo la misma sistemática inhumana y degradante con vejámenes y torturas contra los combatientes y; iii) finalmente, mientras algunos quedaron en el olvido, los sobrevivientes eran silenciados en una maquinaria que constituyó un verdadero proceso de desmalvinización. En tal sentido, para el gobierno militar la terminación de la guerra precipitó su propio final. Para gran parte de la población civil, dicho fin fue tan sólo eso, unos días de descontento y luego el olvido y el silencio. Los jóvenes sobrevivientes volvieron y se encontraron con eso: una sociedad que les daba la espalda. Sin embargo, junto con la lucha de las madres y abuelas de plaza de mayo, los excombatientes unidos intentaron construir el camino hacia el reconocimiento de sus derechos. Mario Volpe es uno de los cuerpos en lucha que pudieron conseguir, por ejemplo, la decisión del Juzgado Federal Nº 10 en la CC 9580/2011 que reconoció el derecho a la verdad de los 123 soldados sepultados como NN en el cementerio de Darwin. Asimismo, pudieron avanzar en el proceso de identificación llevado a cabo por el Comité de la Cruz Roja, otorgando certeza a casi cien familias. ¿Esto es positivo? Claro que sí, de eso no hay duda. Pero fácticamente ingresa en constante fricción con los intentos latentes de consagración de la impunidad de quienes detentan el poder. La conocida decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, con escasa legitimidad y aunque hoy intentando ser rebatida ante el sistema interamericano de Derechos Humanos, está íntimamente vinculada con la lógica de impunidad sobre la que está construida la idiosincrasia de nuestros gobernantes. Lo que comenzó con un fuerte proceso de desmalvinizar y desterrar toda verdad histórica sobre lo ocurrido en manos de las FFAA, continuó con la lógica imperialista y colonialista de entrega y facilitamiento de las condiciones de explotación por parte de los poderes extranjeros y gracias a las políticas de gobiernos democráticamente elegidos en los últimos años.
  • 10. Como sociedad, tenemos una deuda pendiente, una discusión que todavía sigue en pie. Durante décadas la causa quedó reservada únicamente a defensores del pasado régimen militar, reinando una visión bélica respecto de la recuperación de las islas. Pero esta perspectiva es errónea y ha sido desterrada por muchísimos ex combatientes, quienes lograron convertir a Malvinas en una verdadera causa de derechos humanos y en clave latinoamericana. El proceso de memoria, verdad y justicia debe ser con las Malvinas y, por ello, el camino empieza y debe seguir principalmente hacia nosotros mismos y hacia nuestros pares, con independencia de las políticas del gobierno de turno, pues al final del día las Malvinas fueron, son y serán del pueblo argentino. En medio de la impunidad, la lucha por la verdad Si hay algo que nos marcó en el paso por el curso fue la posibilidad de derribar algunos mitos que se fueron construyendo a lo largo de la historia reciente y formar un arquetipo de opinión personal que esperamos perfeccionar con el tiempo. Esto nos lleva a afirmar que no hay impunidad más triste que la que se configura en vigencia de la democracia para proteger a quienes perpetraron los más aberrantes crímenes contra la humanidad. Desde la vuelta de la democracia hasta la actualidad han surgido numerosos procesos de construcción de la impunidad. Pero, lejos de profundizar sobre ello, pretendemos hacer foco en cierto elemento que fue esencial para hacerle frente desde la esfera local: los juicios por la verdad. La sentencia de la Causa 13 del Juicio a las Juntas tuvo sus aciertos al reconstruir fidedignamente algunos de los hechos acontecidos y el Plan Sistemático de terror estatal elaborado por la organización militar. La principal influencia de este juicio fue la posterior apertura y desarrollo de numerosas causas por estos crímenes de estado, poniendo en jaque la estrategia fomentada desde el Gobierno consistente en que sea un número considerablemente reducido de enjuiciamientos y se impulse una concepción dudosamente amplia de la obediencia debida respecto de quienes ejecutaron las órdenes. En este contexto, la solución oficial fue la sanción de una ley que frene los procesos (“Punto Final”) y, posteriormente debido al fracaso de aquella, una ley que obligue al Poder Judicial a no seguir el proceso contra quienes ejecutaron las órdenes (“Obediencia Debida”).
  • 11. Lo que nos interesa destacar es que la sanción de estas leyes - conjuntamente con los indultos-fueron claves en la consagración de la impunidad en democracia. Con cierta mirada crítica, el derecho es un discurso clandestino que dice más por lo que oculta que por lo que vemos26. Como todo discurso social, su utilización dota de sentido a las conductas, aquí, convirtiendo a los seres humanos en sujetos al mismo tiempo que opera como legitimante del poder– instituye y dota de autoridad, facultado a decir o hacer–. Los jueces no son ajenos a esta mecánica sino que son actores que detentan el uso de la palabra para operar y preservar el poder. Visto desde esta perspectiva pareciera que la democracia tal como fue planteada en ese momento seguía manteniendo un status quo de protección a la agencia militar. ¿Cómo hacerles entender que no hay nada más desgastante para una democracia joven que nacer de los albores de la impunidad? Cada interpretación implica una elección, con las consecuencias que ello trae consigo. Más allá de las razones políticas existentes, aparentemente en el marco de una afrenta entre el poder residual de las FFAA y el sostenimiento del sistema democrático, todos los discursos e interpretaciones –como ejercicios de poder– estuvieron destinados a detener o lentificar los juzgamientos por los delitos de lesa humanidad cometidos desde 1976.Frente a la adversidad de un sistema institucional que no da respuesta, sino que interpone obstáculos, la fuerza de las organizaciones de derechos humanos y de los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado pudo más. Como siempre, las respuestas justas vendrán desde sus manos. Junto con el acompañamiento del CELS, los familiares iniciaron la búsqueda de estrategias jurídicas que le permitieran superar los obstáculos que representaba el contexto de impunidad, de esta forma se arribaría a diversos requerimientos judiciales con base en el derecho a la verdad: los reclamantes (en muchos casos familiares de desaparecidos, pero también estaba el caso de víctimas directas que había sobrevivido al terrorismo estatal) tenían derecho a conocer cuál había sido el destino final de sus seres queridos. Los juicios por la Verdad permitieron que quienes habían sido víctimas de las violaciones masivas a los derechos humanos pudieran expresarse libremente ante tribunales constitucionales, ejercer su derecho a ser escuchadas y, lo que es más importante, sentir una breve sensación de “alivio” por poder contar los terribles acontecimientos sufridos28. Estos efectos reparadores no quedaban limitados a las víctimas y familiares de desaparecidos que actuaban en las causas, sino que se hizo extensible a la sociedad toda, promoviendo un esclarecimiento de los hechos acontecidos, de su propia historia. Mediante los Juicios por la verdad -posteriormente con mayor medida gracias a la apertura de los juicios de lesa humanidad-la sociedad argentina pudo entablar un vínculo directo con las víctimas y sobrevivientes de la dictadura militar, permitiéndonos recomponer los lazos sociales posteriormente achacados por el régimen dictatorial.
  • 12. Pero no fue la única herramienta. La ciudadanía tomó la bandera dela lucha contra la impunidad29y emprendió un camino de reclamo social: los llamados “escraches”. El uso del poder fáctico y el ejercicio de la interpelación se volvieron patrimonio del pueblo y ello motivó también el ejercicio constante de la televisación de las demandas populares. Esto, más allá de las críticas actuales que pueden caberle al uso del poder mediático, selectivo y partidario, tiene un trasfondo muy rico: cuando las demandas colectivas no son suficientemente atendidas por los órganos encargados de decir el derecho (políticos, legislativos o jurisdiccionales), aquellas serán transmitidas a los medios masivos de comunicación social con igual o mayor potencialidad, lo que no se traduce en herramienta de venganza privada sino más bien en mecanismo para el reclamo por la verdad histórica. Los juzgamientos, sociales o judiciales, requieren de consensos: interpelarnos como pueblo en repensar constantemente nuestros valores y compromisos, al mismo tiempo que se garantiza nuestra intervención en el debate (que podamos entrar y ser parte de los juicios), desde el hogar o la calle, dejará mejores resultados para la memoria y la verdad de lo sucedido. En definitiva, nada está dado: por los derechos tenemos que luchar, y esa lucha debe darse en los espacios de poder como lo es en nuestras facultades.
  • 13. Conclusión Después de leer, conocer las diferentes posturas y autores que hablan sobre lo que fue el “Procesos de Reorganización Nacional” podemos decir que como futuro profesores, debemos estar dispuestos a replantearnos lo que paso y cual fueron los motivos que llevaron a tan desastrosa situación por la que paso nuestro país en esos tiempos aciagos de nuestra historia. Como así también hoy, hay que replantearnos: ¿Qué está pasando con nuestra democracia? Sin lugar a dudas es el mejor instrumento que tenemos para transformar nuestra realidad ¿pero en que está fallando? ¿Porque nuestra nación no puede tomar un rumbo claro? Y surjan preguntas o pedidos como; ¡Que vuelvan los militares! o con los militares se “vivía mejor”. Debemos ser conscientes y tener memoria, no nos podemos dejar llevar por lo que se hablan desde diferentes postura ideológicas; queriendo sacar rédito político y negando o cuestionado por los horribles momentos que paso nuestro país. No podemos dejar de levantar la voz del “nunca más” en nuestro país debemos ser ejemplo, para cualquier parte del mundo que un estado militar de terror, es lo que más desastre causa a una nación.
  • 14. Bibliografía: MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA: REFLEXIONES SOBRE LOS CUERPOS EN LUCHA. Por Agustina Alvarez Di Mauro, Santiago Amilcar Travaglio.