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Orígenes y desarrollo de la minería
Joaquín Armengot
José Antonio Espí
Fernando Vázquez
Departamento de Ingeniería
Geológica
E.T.S. de Ingenieros de Minas
de Madrid
Los utensilios de piedra y su
evolución tecnológica.
Una de las pocas cosas que
hacen del hombre un ser úni-
co en el reino animal, es su
capacidad para construir he-
rramientas. Mientras que
otras criaturas, los chimpan-
cés por ejemplo, emplean ob-
jetos naturales como herra-
En la actualidad, se ha llega-
do a la conclusión de que la
minería nace y progresa a
causa de la necesidad de
materiales adecuados para
el desarrollo de cada Civiliza-
ción. Por ello, no es de extra-
ñar que los primeros vesti-
gios mineros se encuentren
en todo el Paleolítico. En Es-
paña existen espléndidos
ejemplos de explotaciones
de silex, de muy buena cali-
dad, como, por ejemplo, en
la provincia de Madrid. Des-
de entonces y hasta nues-
tros días, la minería no ha
dejado de desarrollarse de
una manera continua.
Nowadays, it is known
that mining appears and is
developed in relation with
the necessity to obtain
materials adapted for the
development of each Civi-
lization. For this reason,
the first mining vestiges
are in the Palaeolithic. In
Spain we have splendid
examples of very good
quality silex operations, as
in the Madrid province. Since
then and until our days, the
mining is developing in a
continuous way.
Figura 1. Se denomina “chopper” a un instrumento toscamente labrado que busca la
aparición de bordes cortantes y sin una idea preconcebida. El material suele ser muy
variado, buscando la tenacidad de la roca y la posibilidad de crear aristas muy agudas.
mientas improvisadas para
necesidades inmediatas, el
hombre crea utensilios para
su uso futuro.
Así como la evolución física
del hombre se investiga a
través de la zoología, su de-
sarrollo como criatura pen-
sante viene fijado por los ti-
pos de herramientas que
producían sus culturas. El
primero y más largo periodo
del desarrollo humano es el
Paleolítico, o periodo anti-
guo de la Edad de Piedra,
que comenzó hace aproxi-
madamente 2,5 millones de
años y duró hasta el año
8.000 a.C.
Sin lugar a dudas, las eviden-
cias más antiguas de la utili-
zación por los homínidos de
utensilios de piedra proceden
de la cuenca del río Omo, en
el sur de Etiopía (2,4 millones
de años) y de la Garganta de
Olduvai, en Tanzania (2 millo-
nes de años). Estos útiles
(“chopper”), extremadamen-
te primitivos, están formados
por núcleos de basalto, cuar-
zo cristalino, o bien, de sílice
amorfa (“chert”), a los que,
mediante percusión, se les
han extraído lascas, a fin de
producir cierto filo. La selec-
ción de estos materiales indi-
ca que los homínidos (“Homo
Habilis”) apreciaban las ca-
racterísticas de ciertas rocas y
minerales.
Hace 1,5 millones de años, en
el Centro y Este de África,
apareció la industria lítica
denominada Achelense, atri-
buida a la especie “Homo
Erectus”. Esta cultura indus-
trial logró conformar los
utensilios de piedra con una
forma pre-establecida, bus-
cando la simetría de las he-
rramientas así como el labra-
do en ambas caras de la pie-
dra (bifacial). Estas innova-
ciones exigieron mejores cali-
dades de materiales, siendo
Palabras clave: Historia de la Minería, Patrimonio Minero, Arqueología Minera
Key words: Mining History, Mining Heritage, Mining Archaeology
ARTÍCULO
17
ARTÍCULO
los preferidos las cuarcitas, la
obsidiana (vidrio volcánico),
el “chert” y el pedernal.
Los instrumentos del Achelen-
se se mantienen con pocas
modificaciones durante más
de un millón de años, hasta
hace poco más de 200.000. El
perior) comienzan a proliferar
formas que distinguen estética-
mente unas culturas regionales
de otras, a causa, probablemen-
te, de los materiales disponibles
y de los diferentes usos. El Ho-
mo Neanderthalis y el Homo Sa-
piens (Cro Magnon) son los artí-
fices de esta cultura. En ese
se han encontrado en las po-
blaciones indígenas de Papúa,
en donde se siguen fabrican-
do con la técnica milenaria.
Seguramente, un aspecto
fundamental de la elabora-
ción de estos útiles era el
material de partida, que de-
bía ser tenaz y al mismo
tiempo contar con una dure-
za inferior a la de la arena
de cuarzo que lo debía des-
gastar. Por ello, la materia
prima más utilizada en todo
el mundo fueron las rocas íg-
neas básicas (serpentinitas,
gabros, basaltos y otras). Qui-
zás la más adecuada era el
mineral de sillimanita (fibro-
lita), no sólo por su enorme
tenacidad sino, también, por
la forma de sus núcleos, muy
parecida a la del objeto final.
Debido a la especialización
de la materia prima, estos ar-
tefactos viajaban a grandes
distancias y sin duda eran ob-
jeto de comercio.
La Edad de Piedra: búsqueda
de materiales de calidad y
primeros balbuceos de la
minería
Cuando los homínidos comen-
zaron a fabricar herramientas
a partir de las rocas y guijarros,
pronto se darían cuenta de
que aquellos que mejores pro-
piedades poseían no siempre
se encontraban cerca de su há-
bitat habitual y que, además,
su abundancia era limitada.
método entró en Europa de
la mano de otro homínido, el
Homo Heidelbergensis. Du-
rante este enorme periodo
de tiempo, la manufactura
de los instrumentos y sus ma-
teriales ha seguido las mis-
mas pautas, a pesar de haber
sido patrimonio de diversas
sociedades.
El periodo Musteriense abar-
ca desde los 200.000 hasta los
40.000 años de antigüedad y
se desarrolla en Europa,
Oriente Próximo y África. Los
útiles adquieren diseños más
refinados, buscando la esbel-
tez de las piezas, el corte más
agudo y, también, una mayor
productividad en su confec-
ción. Por ello, la calidad de
los materiales se convierte en
imprescindible y su selección
se realiza con mucho rigor
Hace aproximadamente 12.000
años finaliza la época de la Pie-
dra Tallada y, simultáneamente,
en Asia y África (Paleolítico Su-
tiempo, se fabrican en piedra
hojas muy finas y cortantes, bu-
riles, raspadores, etc, todos rea-
lizados en materiales de muy
buena calidad con predominio
del pedernal y del “chert”. La
gran productividad industrial
de este periodo, así como la
efectividad de las herramientas
fabricadas, son el preludio del
agotamiento de la caza, quizás
de la desaparición del Homo
Neanderthalis y de la necesidad
de evolucionar a otro estilo de
sociedad, la de los agricultores.
El perfeccionamiento final de
la piedra llegó con su puli-
mento. La herramienta, que
primeramente era fabricada
según los cánones de la pie-
dra tallada, buscando la for-
ma de lágrima, era desgasta-
da posteriormente sobre una
base, también de piedra, con
arena fina de cuarzo. Con
ello surgían esbeltas formas,
con tal atractivo, que a veces
constituían objetos rituales,
como los que en la actualidad
Figura 2. Una vez elegido el material más adecuado, el hombre primitivo fue
capaz de desarrollar una tecnología que le permitía crear instrumentos cortantes
y duraderos. La calidad del material condicionaba a su vez los resultados
obtenidos, lo que obligaba a una cuidadosa selección de los mismos. Al
agotarse los recursos locales se hacía preciso efectuar grandes
desplazamientos para su obtención, lo que dio lugar a un incipiente comercio.
Figura 3. Núcleo de silex o pedernal. Este material natural
fue intensamente utilizado durante todo el paleolítico. Sus
propiedades singulares lo hacían enormemente atractivo
para el hombre paleolítico: su facturación resulta predecible
cuando se le golpea con una cierta habilidad y los bordes
así labrados son muy cortantes.
18
Las rocas son pesadas, y tan
sólo sirven, entre otras cosas,
para transformarlas en útiles
necesarios para la producción
de alimentos. Su recogida, so-
bre todo cuando se buscan
buenos materiales, consume
energía que debe añadirse a
la empleada en el trabajo de
conseguir alimentos.
De la misma manera que los
chimpancés realizan una estra-
tegia de ahorro de energía,
llevando las piedras necesarias
para romper los frutos muy
duros y acumulando monto-
nes de ellas en una posición
cercana a su fuente de alimen-
tación, así los primeros homí-
nidos, con capacidad mental
suficiente para producir útiles,
transportaban los instrumen-
tos en sus desplazamientos y
buscaban, a distancias lejanas,
los mejores fragmentos de ro-
cas y minerales para producir
su tosco instrumental.
A medida que la tecnología
de fabricación evolucionaba
(muy lentamente, por cierto),
las propiedades demandadas
a las materias primas minera-
les fueron cada vez más exi-
gentes. La calidad debía ser
un factor determinante en la
localización de talleres de
confección de instrumentos,
que posteriormente viajaban
hacia apartados lugares.
El método Levalois para fabri-
cación de herramientas de
piedra, a la vez que exigía una
gran destreza manual, preci-
saba de minerales de grano
muy fino, como por ejemplo
los pedernales, que poseen
una excelente rotura y un filo
muy acusado y permanente.
Sin embargo, con el tiempo, la
gran cantidad de instrumen-
tos fabricados supuso el ago-
tamiento de sus manifestacio-
nes superficiales, por lo que
hubo que recurrir al la extrac-
ción subterránea de bloques
de silex.
En el tránsito entre el Paleo-
litico (Edad de la Piedra Ta-
llada) al Neolítico (Edad de
la Piedra Pulimentada) apa-
recieron en Europa multitud
de manifestaciones de mi-
nería subterránea: en Fran-
cia, Alemania, Suiza, Bélgi-
ca, Holanda, Dinamarca, Po-
lonia y España. Tal era la
apetencia de núcleos de si-
lex de buena calidad, que el
agotamiento de los grandes
cantos superficiales provocó
su búsqueda en el interior
de las rocas que lo contenían.
Así, en uno de los yacimien-
tos más famosos, el de
Rijckholt, en Holanda, se
profundizaron pozos de
hasta 15 metros y luego,
por medio de galerías, se si-
guió el nivel de nódulos de
pedernal. Se calcula que es-
tas minas, hace 5.000 años,
produjeron 150 millones de
útiles. Los pozos se abrían
utilizando las herramientas
construidas con el mismo si-
lex y, de manera muy ardua,
excavaban la caliza golpeán-
dola con pesadas mazas uni-
das a astas de ciervo.
Minería Neolítica de Silex de
Casa Montero (Vicálvaro,
Madrid) [1]
El yacimiento de Casa Monte-
ro ha sido localizado en el
denominado tramo D de la
M-50 que enlaza las carrete-
ras N-II y N-III. Se encuentra
en el Término Municipal de
Madrid, distrito de Vicálvaro,
sobre los escarpes de la mar-
gen derecha del Jarama. El
interés y excepcionalidad del
yacimiento han provocado la
modificación del trazado de
la M-50 a su paso por el yaci-
miento arqueológico.
En los niveles arcillosos de
una serie sedimentaria del
Mioceno medio (alrededor
de 15 millones de años)
aparecen varios horizontes
continuos, con abundancia
de ópalo y sílex. Se presen-
tan con morfología varia-
ble, que va desde pequeños
nódulos arriñonados hasta
bloques de varios metros,
de forma irregular, y calidad
variable.
La limpieza y desbroce del
área de afección dejaron al
descubierto un total de
2.690 estructuras subterrá-
neas, distribuidas de forma
muy heterogénea. En total
se han excavado un total de
188 fosas. Las estructuras
excavadas hasta el momen-
to han permitido constatar
tres fases en el yacimiento:
Neolítica, Bronce medio y
contemporánea/actual.
La fase correspondiente a la
minería neolítica es, cuantita-
tivamente, la mejor represen-
tada en el yacimiento y la
más singular en el contexto
de la prehistoria peninsular.
De las 2.690 estructuras locali-
zadas en el área de excava-
Figura 4. Las cuarcitas como material de partida
en la fabricación de útiles resulta mucho menos
adecuada que el silex, pero en ausencia de éste,
en la cabecera del río Jarama, también llegó a
ser utilizada.
Figura 5. Instrumentos realizados en silex de no muy
buena calidad (grano algo grueso, muchas inclusiones y
algunas oquedades). Paleolítico Medio. Madrid, terrazas
del río Manzanares. Colección de Alberto Navarro.
[1] Resumen del trabajo de Susana Consuegra, Mª del Mar Gallego y Nuria Castañeda. Trabajos de Prehistoria 61, nº2, 4002, pp127-140.
ARTÍCULO
19
ARTÍCULO
ción, 2.500 aproximadamente
corresponden a pozos de ex-
tracción de sílex.
Los pozos de tipo chimenea se
documentan en toda la superfi-
cie del yacimiento. Tienen pare-
des regulares, de tendencia ver-
tical con profundidades com-
prendidas entre 0,64 y 7,35 m.
Las bocas se abren hasta adqui-
rir diámetros de entre 1,40 y
2,10 m. Los pozos cilíndricos,
con diámetro máximo en la bo-
ca de 1,60 m, son los más nu-
merosos y se distribuyen por
todo el yacimiento. En 45 de
los pozos excavados era posible
observar las vetas de sílex atra-
vesadas, hasta cuatro en un
mismo pozo. En 38 pozos se ha
documentado la existencia de
excavaciones laterales en cotas
próximas a la base. Son verda-
deras “covachas” de forma
irregular y dimensiones varia-
bles que permitirían, en mo-
mentos inmediatos al abando-
no de la extracción en el inte-
rior del pozo, el mayor aprove-
chamiento de la veta inferior.
La semejanza con otras explo-
taciones prehistóricas permite
aventurar el uso de escalas de
madera o cuerda que, sin em-
bargo, pudo ser sustituido por
simples cuñas de madera que,
con la ayuda de la pared
opuesta, serían suficiente para
hacer practicable el pozo. Para
construir los pozos se han de-
tectado diversos tipos de he-
rramientas: mazas, picos, cu-
ñas, etc. Las mazas, realizadas
en cuarcita, de sección cua-
drangular, con un peso aproxi-
mado de 1,5 kg. Se está traba-
jando en la hipótesis de que
estas mazas golpeasen cuñas o
picos de sílex que penetraran
en la tierra a modo de cincel.
Existen algunos ejemplos de
cuñas con pesos entre 150 y
300 g y de picos, más numero-
sos, de 130 g de peso medio.
Casa Montero presenta un re-
gistro lítico extraordinariamen-
te abundante, unas 31,6 tone-
ladas. El objetivo principal de
la explotación lítica de Casa
Montero es la producción de
soportes laminares de silex con
destino a la fabricación de
utensilios de uso muy variado.
En Dinamarca y en Francia
(Grand Pressigny), se ha encon-
trado una minería destinada al
comercio de barras imperfectas
de pedernal, muy apreciado sin
duda por su color miel y su faci-
lidad de labrado.
Los metales básicos y sus
características
Todos los arqueólogos e inves-
tigadores están de acuerdo en
que fue el cobre el primer me-
tal trabajado por el hombre,
debido, sin duda, a la enorme
facilidad que presenta para
ello. Por ejemplo, el “cobre na-
tivo” (metal casi puro que se
encuentra en algunas partes
superficiales de los yacimien-
tos) se puede trabajar, bien en
frío, por simple martillado,
bien calentándolo tan sólo a
unos 300º C, lo que aumenta
su maleabilidad. Lograr esta
temperatura estaba al alcance
del hombre del neolítico.
El uso de las aleaciones entre
metales surge de manera es-
pontánea. El cobre, fácil de
trabajar, tiene la desventaja
de su baja dureza. Esta pro-
piedad se mejora trabajándo-
lo con el martillo, aunque es-
ta solución no resulta defini-
tiva. Sin embargo, los prime-
ros metalúrgicos observaron
que de ciertos minerales que
Figura 6. Hojas de silex con cantos muy afilados, a pesar del tiempo transcurrido. El silex, aunque
no muy abundante, se utilizó en enormes cantidades. De esta forma, el rendimiento en la talla de
los instrumentos, con elevado aprovechamiento del material de partida, constituyó un objetivo de
la tecnología de la época, utilizando las hojas desprendidas de la talla de los útiles de mayor
tamaño. El silex de buena calidad llegó a ser muy apreciado, buscándose incluso mediante
pocillos y galerías. Terrazas del Manzanares. Colección de Alberto Navarro.
Figura 7. El pulimento de la piedra
supone un extraordinario cuidado en su
elaboración, incluyendo una acertada
elección de las rocas trabajadas. Así,
las rocas ígneas básicas (verdes,
densas, tenaces y que admiten bien el
pulimento) han sido las más utilizadas,
pero otras rocas y minerales (sobretodo
la sillimanita) también se han utilizado
frecuentemente. Museo Histórico
Minero D. Felipe de Borbón y Grecia
(MHMFBG).
20
ra se conseguía una atmósfera
muy reductora (oxidación par-
cial del carbón vegetal de la
carga, que reducía el óxido
mineral), logrando con ello la
separación de los metales,
fundamentalmente el cobre,
del resto de los elementos que
le acompañan en el mineral
(casi siempre oxidado).
En Europa, el periodo Calcolí-
tico aparece ya en el siglo VI
a.C. en la región de los Balca-
nes. La Península Ibérica en-
tra en el Calcolítico hacia el
tercer milenio a.C. y se desa-
rrolla asociado a la cultura de
contenían cobre se obtenía un
metal mucho más duro. Eran
los bronces arsenicales, ya que
el arsénico le presta dureza con
su presencia. El excesivo arséni-
co ponía en peligro la salud de
los metalúrgicos y cuando se
produjo de manera fortuita la
aleación cobre y estaño, a prin-
cipios del tercer milenio a.C., es-
tos dos metales conformaron
una época de metal más duro y
más resistente a la corrosión, la
Edad del Bronce.
Las primeras evidencias de su
uso se encuentran en Irán y
Anatolia hacia el séptimo y oc-
La extracción secuencial de
los metales: la minería nace
definitivamente
Aunque hoy en día se tiene la
seguridad de que ciertas técni-
cas metalúrgicas del cobre se
conocieron ya en los milenios
séptimo y octavo a.C., los pri-
meros vestigios existentes de
una minería reconocible proce-
den del cuarto milenio a.C. En
Europa, en ese tiempo y en su
parte SE (área balcánica), el pe-
riodo Calcolítico se desarrolla
plenamente en Gumelnitza en
Vinça y está representado por
sus hachas de cobre arsenical. A
esta cultura, se encuentran aso-
ciadas explotaciones de cierta
envergadura, como las de Ai
Bunar. Estas labores consistían
en trincheras de 10 m a 80 m
de longitud y de 2 a 20 m de
profundidad. El arranque se
realizaba con mazas de piedra
sobre la roca, que previamente
se había calentado con hogue-
ras, apagadas con agua, a fin
de provocar su agrietamiento.
Ya en el tercer milenio a.C., los
faraones egipcios enviaban ex-
pediciones, en las épocas más
favorables (después del perio-
do de lluvias), a una zona de
minería superficial, en el Sinaí y
en Timma, a fin de abastecerse
de turquesas y de cobre. Se cal-
cula que sólo en la cuenca mi-
nera de Timma se excavaron
10.000 pozos. Su profundidad
variaba entre 4 y 8 m y un diá-
metro de 0,9 m. Se tallaba, con
picos de piedra o de cobre, en
la arenisca que contenía el mi-
neral, una corona que se cerra-
Figura 8.
Instrumentos de
corte del
Paleolítico
Superior
realizados en un
silex de buena
calidad: grano
muy fino, aspecto
de vidrio y
transparencia en
algunos casos.
Terrazas del
Manzanares, en
Madrid.
Colección de
Alberto Navarro.
tavo milenio a.C. No obstante,
la fusión de este metal precisa
una temperatura de 1.083º C, y
ésta no se alcanzó hasta mil
años después, en el quinto mi-
lenio a.C.
Se ha denominado periodo
Calcolítico al del tránsito entre
la Edad de Piedra y la de los
Metales. En esta época, la in-
vención del horno metalúrgico
fue la innovación más impor-
tante. Con el soplado por me-
dio de la boca (largas varas
huecas que se introducían en
el fuego) o mejor, con primiti-
vos fuelles realizados con pie-
les de animales, el metalúrgico
del momento podía alcanzar
los 1.100º C. A esa temperatu-
Los Millares (Almería). Se di-
ferencia de las culturas euro-
peas antes mencionadas por
su carácter muy local, en un
modelo en que casi todas las
poblaciones poseían su pro-
pia metalurgia.
Otros metales que aparecen
en la etapa pre-metalúrgica
de la Humanidad son el oro y
la plata, siempre nativos; es
decir, el metal sin combinar
con otros elementos. Natural-
mente, estos metales no re-
sultan abundantes y su prime-
ra aparición fue muy escasa.
Además de ellos, existen ves-
tigios de que el hierro meteó-
rico (procedente del espacio)
también fue utilizado.
Figura 9. Los bloques de pedernal de buena calidad
acabaron siendo escasos debido a la gran utilización
del silex durante miles de años.
ARTÍCULO
21
ARTÍCULO
gran imperio, basado en gran
medida en su poderío tecno-
lógico y su gran organización
industrial.
La gran novedad de la mine-
ría romana fue sin duda la
“mecanización”, incipiente,
claro está, pero sin duda pre-
cursora de la industria extrac-
tiva de hoy. La irrupción de
una nueva tecnología para el
aprovechamiento de los re-
ba con forma cónica extrayen-
do el bloque interior. Una vez
en el nivel que contenía el mi-
neral, se avanzaban galerías de
explotación. Los cálculos actua-
les señalan que una mina ex-
plotada con tres pozos produ-
cía 300 kilos de cobre metal. De
esta manera, si se trabajasen 20
minas al año con 100 mineros,
el producto anual sería de unos
600 kg de cobre.
Tan importante como la mi-
na era el horno de fundición.
Desde los primitivos artilu-
gios de piedra, en donde el
mineral y el carbón vegetal
llenaban un hueco realizado
en la tierra y protegido con
paredes de piedra resistente,
hasta los verdaderos hornos
del siglo XIV a.C. de Timma,
en donde una tobera desem-
bocaba a la media altura de
una pequeña cuba tapizada
de piedra y arcilla. Por la to-
bera se insuflaba aire proce-
dente de unos fuelles de piel
y en el fondo del horno exis-
tía una cubeta para recoger
el metal fundido. La asocia-
ción del estaño con el cobre
rebajaba el punto de fusión
del nuevo metal (bronce) au-
mentando la fluidez del pro-
ducto y, al solidificarse, la
aleación resultante (bronce)
resultaba mucho más dura
que el cobre puro. Estas alea-
ciones se solían obtener en
otros hornos especiales, en
donde los metales se refun-
dían dentro de un crisol de
arcilla.
Sin lugar a dudas, la aparición
de la civilización Romana
marca un hito en la minería
de todo el Mundo y todavía
causa asombro lo que tal civi-
lización llegó a realizar para
obtener el dominio de un
La minería romana se enfren-
tó con gran audacia a los re-
tos de explotar a una profun-
didad mucho mayor que la de
sus antecesores. Baste citar al-
gunos ejemplos: en el Neolíti-
co se habían alcanzado pro-
fundidades de hasta 15 m
en las minas de silex de
Spiennes, Bélgica; en Tim-
ma, en Israel, se profundiza-
ron pozos de 30 m para ex-
traer el mineral de cobre,
pero en Cartagena, algunos
pozos superaban los 100 m
de profundidad en la época
romana. Naturalmente, con
la profundidad crecía el pro-
blema de las invasiones de
surgencias de agua que im-
pedían en muchos casos se-
guir profundizando las labo-
res. Por ello, los ingenieros
romanos mejoraron ideas y
modelos heredados de Gre-
cia, como fueron las norias y
los tornillos de Arquímedes
que, en saltos de 4 m y en
cascada, extraían el agua de
las profundidades.
Los mineros romanos emple-
aron siempre útiles de hie-
rro, tales como picos, aza-
das, cuñas, punteros y ma-
zas. También hacían obras
de sostenimiento de los hue-
cos de explotación con ma-
dera y muros de piedra, y a
Figura 10. Puntas
de flecha
primorosamente
talladas en ópalos
del Sahara
argelino. Es el
Paleolítico tardío.
Figura 11. Pieza de obsidiana y núcleo de la misma roca,
después de haberle extraído multitud de lajas para fabricar
instrumentos de corte .La obsidiana posee propiedades
físicas semejantes a las del sílex, produciendo en su tallado
cantos extremadamente cortantes. Copan. Honduras
Figura 12. En el Neolítico, además de la aparición de la
agricultura, la cerámica, el comienzo de la estratificación
de la sociedad y otros cambios muy drásticos en la
civilización humana, también se cuidó con esmero la
fabricación y apariencia de los útiles de la vida cotidiana.
Para fabricar instrumentos de piedra pulimentada se
requieren materiales adecuados, además de un abrasivo
(arena de cuarzo) y mucha paciencia. La sillimanita, las
rocas ígneas máficas ( con tamaño de grano
generalmente fino y minerales no muy duros en su
composición) fueron los más usados en ese periodo. Este
ejemplar procede de Timimoun, en el Sahara argelino
cursos minerales fue el re-
sultado de la aplicación de
innovaciones alcanzadas en
otros campos (la topografía,
los ingenios hidráulicos, la
organización del trabajo,
etc). Además, todos los his-
toriadores están de acuerdo
en reconocer que, en sus co-
mienzos, Roma no era un
pueblo eminentemente mi-
nero, pero en sus conquistas
se encontraron con pobla-
ciones indígenas muy pre-
paradas (tal como ocurrió
en el sur de Hispania). Su la-
bor consistió en aportar
nuevos procedimientos y or-
ganizar una minería a una
escala notablemente mayor
que la primitiva.
22
la reducción del metal con
carbón vegetal, que se reali-
zaba a una temperatura me-
nor a la de fusión del hierro
(1.536ºC). El producto obteni-
do consistía en una mezcla
de hierro metal y escoria,
que obligaba a purificarlo
mediante martillado. El hie-
rro así obtenido tenía poco
carbono y era dúctil y de es-
casa dureza,
La mejora de las propiedades
del hierro sin carbono (hierro
dulce) pasó por su carbura-
ción posterior, dando lugar al
acero. Éste, con mayor dure-
za, también puede mejorar
sus propiedades mediante el
forjado (tratamiento térmico).
veces, cuando el mineral lo
justificaba, realizaban obras
de mampostería.
La Edad del Hierro
A finales del segundo mile-
nio a.C., el suministro de es-
taño al Mediterráneo quedó
colapsado por la aparición
de hordas extranjeras, que
los textos egipcios de la épo-
ca denominaban “pueblos
del mar”. Esta circunstancia
propició la sustitución relati-
vamente rápida del bronce
por un nuevo metal que tí-
midamente y de manera po-
co conocida ya había apare-
cido en algunas manifesta-
ciones. Era el hierro.
El hierro pronto empezó a
usarse en la fabricación de
herramientas, armas y otros
instrumentos. Sin embargo,
sin la escasez de los minera-
les que conformaban el bron-
ce, su sustitución hubiera si-
do mucho más lenta. El bron-
ce funde a una temperatura
que los antiguos podían al-
canzar, mientras que la ob-
tención del hierro metal re-
quería un laborioso proceso.
El sistema empleado en los
primeros tiempos de la Edad
del Hierro (fueron los hititas
en el área de Palestina) era el
uso de un horno de cubeta y
meteorítico. Con la aparición
de los primitivos hornos de
fuelle, se abrió la posibilidad
de la reducción parcial de los
minerales de hierro. Con el
hierro carburado comienza
una vertiginosa expansión,
extendiéndose por el Próxi-
mo Oriente, Chipre y el Mar
Egeo. Pocos siglos después
será conocido y utilizado en
Europa, gracias a la abun-
dancia de sus minerales y de
los bosques necesarios para
la fabricación de carbón ve-
getal. En esta ocasión la nue-
va tecnología coincidió con
las dificultades de abasteci-
miento de los metales que
constituían el bronce, ayu-
dando así a su rápida difu-
sión. Las colonizaciones grie-
ga y fenicia contribuyeron a
que este metal se extendiera
por la Península Ibérica y el
Norte de África, alcanzando
su máximo desarrollo en el
mundo céltico.
En realidad la Edad del Hie-
rro llega hasta nuestros días
y la Revolución Industrial del
siglo XIX se ha sustentado en
la enorme producción de
aceros, si bien desde el punto
de vista del uso y de la de-
manda podríamos separar
tres etapas:
• Desde la aparición del hie-
rro y sus aceros, este me-
tal ha ido sustituyendo a
los demás, a causa de sus
propiedades característi-
cas (dureza, tenacidad, re-
sistencia, etc). También
debido a la posibilidad de
modificarlas y, ciertamen-
te, a la reducción de su
coste a medida que la tec-
nología del horno de re-
ducción mejoraba.
Sin embargo, su uso coe-
xistió con otros muchos
metales durante varios
siglos (el cobre, el esta-
ño y el plomo, durante
la civilización romana,
por ejemplo), hasta el si-
glo XIX. Durante este
tiempo, la producción de
metales fue escasa y, con
Figura 13. La sillimanita (también denominada
“fibrolita” a causa de su apariencia semejante a un
conjunto de fibras) fue elegida por los constructores de
instrumentos de piedra pulimentada. Para conseguirla
había que buscar lugares muy precisos y generalmente
escasos. Además, se han descubierto instrumentos
fabricados a mucha distancia del lugar de su hallazgo,
lo que supone un comercio incipiente. Este ejemplar
procede de Somosierra, en la Comunidad de Madrid.
Figura 14. Dos
ejemplares del
Neolitico español,
realizados en una
roca verde, de
carácter básico, y
en sillimanita.
Figura 15.
Planta y sección
de pozos tipo
“chimenea”.
1. Boca en
embudo.
2. Boca en
cubeta.
3. Boca
cilíndrica.
La Edad del Hierro realmente
comienza a finales del se-
gundo milenio. Se cree que
se empleó por primera vez
en la India, Mesopotamia y
Asia Menor y que se utilizó
en el valle del Indo para ha-
cer herramientas. También se
produjo en Egipto de mane-
ra esporádica, fabricando ob-
jetos de hierro, al que deno-
minaban “cobre del cielo”,
en clara alusión a su origen
ARTÍCULO
23
ARTÍCULO
nuestra visión actual, la
industria se mostraba
muy artesana.
• La Gran Revolución In-
dustrial se apoyó, en
gran medida, en los me-
tales ya conocidos, pero
su consumo, sobre todo
el de los aceros, se dispa-
ró a niveles insospecha-
dos, al formar parte de
los elementos de cons-
trucción y de los ingenios
de una tecnología que
rápidamente se desarro-
llaba al amparo de una
demanda sostenida.
• El siglo XX, o al menos
parte de él, marca una
Visión histórica de la minería
en España
“Las riquezas minerales han
sido una constante en toda la
historia de nuestro país. Se
ignora si el declive actual po-
see un carácter permanente.
En todo caso existen argu-
mentos que defienden la ra-
zón de una producción de mi-
nerales propia”
Desde los albores de la mine-
ría, han existido explotacio-
nes en la Península Ibérica
para la obtención de muy di-
versas sustancias. Hombres
primitivos obtuvieron útiles
La incipiente reactivación ini-
ciada durante la Edad Media
se vio frustrada por el descu-
brimiento de América. Los
hallazgos de cobre en Tasco,
de oro en Carabaya, de plata
en Santo Domingo, en Potosí,
en Guanajuato, etc, motiva-
ron la paralización de la mi-
nería hispana.
Salvo casos aislados, como Al-
madén y Riotinto que mantu-
vieron una actividad creciente
durante el siglo XVIII, no es
hasta mediados del siglo XIX
cuando se inicia una intensa
actividad minera, en la que
los capitales extranjeros, in-
glés y francés fundamental-
mente, juegan un papel pre-
ponderante. A finales de es-
ta centuria se alcanzaban
producciones anuales de más
de 60.000 toneladas de co-
bre, más de dos millones de
toneladas de piritas, más de
13 millones de toneladas de
hierro, etc, que, práctica-
mente, se exportaban a Eu-
ropa. Esta situación conti-
nuó sin variación sensible a
lo largo del primer tercio
del siglo XX, de forma que
una buena parte del desa-
rrollo industrial europeo tu-
vo como base la producción
minera española.
La tradicional tendencia espa-
ñola a la exportación de nu-
merosas sustancias minerales,
anterior a la segunda guerra
mundial, cambió radicalmen-
te ante la enorme demanda
Figura 16. El Neolítico aparece en diferentes períodos absolutos de tiempo
en diferentes lugares, pero llama la atención la similitud en la elección de los
materiales usados y, también, el método de fabricación empleado. Estos dos
instrumentos cortantes proceden de Ecuador, en culturas cercanas a la época
de los primeros españoles en aquellas tierras. Los útiles están fabricados en
rocas volcánicas de tipo básico, de composición cercana a las de los
instrumentos del Neolítico europeo.
Figura 17. Este instrumento minero de asta de venado
se utilizó enmangado. Probablemente se usaba para
introducirlo entre la roca fracturada, o bien, en
terrenos no consolidaos. En la punta mellada se
conservan restos de mineral de cobre. Mina “El
Milagro” Valdelamesa (Asturias) Museo Histórico
Minero D. Felipe de Borbón y Grecia (MHMFBG)
tendencia que por su
proximidad nos resulta
todavía difícil de discer-
nir: En la actualidad con-
viven una enorme varie-
dad de materiales, bien
de origen orgánico (plás-
ticos, cauchos en gene-
ral), de origen mineral
(cerámicas, cementos, ba-
ses para productos quími-
cos) y metales (aceros
aleados, metales ligeros,
metales y aleaciones muy
especiales).
de distintos materiales para el
desarrollo de sus actividades.
Fenicios, cartagineses y roma-
nos laborearon y beneficiaron
oro, plata, cobre, plomo, cinc
y cinabrio (Las Médulas, Thar-
sis, Cartagena, Almadén, etc).
La caída del imperio romano
llevó consigo la de su activa
minería y ésta quedó práctica-
mente paralizada durante si-
glos, ya que durante el domi-
nio árabe la actividad minera
fue muy escasa.
24
ARTÍCULO
25
el oro de los ríos Duero, Ta-
jo, Jalón, etc; explotaron el
cinabrio y mercurio en Sisa-
po (Almadén); y utilizaban
la sal de Cardona para sus
salazones.
Gracias a los romanos se co-
nocen las técnicas utilizadas
por los pueblos antiguos, ibe-
ros y pelasgos. Consistían és-
tas en el arranque del mine-
ral mediante pozos, galerías
o socavones, el cual, previa-
de materias primas que origi-
nó la intensa industrialización
del país, que alcanzó su ma-
yor índice de expansión du-
rante la década de 1960-
1970.
España era el segundo pro-
ductor mundial de mercurio
y piritas, figuraba entre los
diez primeros productores
mundiales de nueve sustan-
cias y producía más de se-
senta. En cuanto a reservas,
ocupaba, a escala mundial,
el primer lugar en reservas
de mercurio, el séptimo en
reservas de potasas, y el oc-
tavo lugar en reservas de
uranio, además de poseer
más de 10.000 millones de
toneladas de sal gema, más
de 2.000 millones de tonela-
das de caolín, unos 500 mi-
llones de toneladas de fel-
despatos, unas 200 millones
de toneladas de attapulgita
e importantes reservas de
sales potásicas, thenardita,
magnesita, rocas ornamen-
tales, etc. Podía considerár-
sele, pues, como uno de los
principales países mineros
de Europa.
Desde la perspectiva histórica
Los instrumentos y restos hu-
manos, de época poco poste-
rior a la Edad de Piedra, en-
contrados en las minas de
Aramo (Asturias), Baños de la
Encina y Linares (Jaén), Cerro
Muriano (Córdoba) y Riotinto
(Huelva) atestiguan la exis-
tencia de labores mineras, en
los albores de la utilización
de los metales por el hombre
de Cro-Magnon y de Furfooz.
La diadema de oro puro en-
contrada en la Cueva de los
Murciélagos (Albuñol) podría
indicar la existencia de activi-
dad minera en el Neolítico,
en el que ya se trabajó el co-
bre, mucho antes de que su
aleación con el estaño diera
paso a la Edad del Bronce.
Los iberos conocieron el
plomo (galena argentífera),
mente a su extracción en ces-
tos de madera y esparto, era
escogido a mano o seleccio-
nado, dentro de la propia mi-
na. Ya en el exterior, se pro-
cedía a triturarlo y a lavarlo
con agua en aparatos de ac-
cionamiento manual, tantas
veces cuantas fueran necesa-
rias. Posteriormente, se fue-
ron introduciendo innovacio-
nes en la bajada de los pozos,
en su diseño y en los métodos
extractivos.
Los cartagineses encontra-
ron en España una minería
avanzada e intensificaron al
máximo la producción de
aquellos minerales indispen-
sables para el sostenimiento
de su formidable máquina
de guerra.
Sobresalía la actividad de la
industria del hierro, necesaria
para la fabricación de las ar-
mas, en la zona del Moncayo,
con minas de hierro y los ríos
Jalón y Queiles, a cuyas finas
aguas se atribuía la propie-
dad de templar el hierro.
También debió ser intensa la
extracción de plata, dada la
gran cantidad de monedas
acuñadas en Cartago Nova.
Igualmente fue importante
la acuñación de moneda de
cobre.
La primera época de la domi-
nación romana se caracterizó
por el sometimiento de las
tribus a las que exigían oro,
plata, tributos y esclavos, con-
siguiendo así satisfacer sus
necesidades de metales no-
bles. La voracidad de los pri-
meros romanos provocó el
continuo levantamiento de
las tribus hispánicas con gue-
rras sangrientas y sufrimien-
tos atroces por ambas partes.
Fue este un período poco
propicio para que los nuevos
colonizadores se preocuparan
de una explotación regular
de las minas.
Puede decirse que ninguna
dominación anterior fue tan
Figura 18. La tecnología de la fabricación de pesados
martillos mineros con una muesca en su perímetro,
aunque de apariencia bastante simple, exigía una
buena elección de los materiales y una cierta destreza.
Los mayores ejemplares probablemente trabajaban
colgando de una cuerda y ejecutar así un movimiento
pendular contra la roca a destrozar.
Figura 19. En la metalurgia más primitiva, un horno
de fundición tan sólo era un hoyo en la tierra en
donde se introducían varas para el soplado del
combustible y el aumento consiguiente de la
temperatura. Este, así esquematizado, al menos
posee una protección lateral y un fuelle de pieles.
La carga de mineral, siempre de metal oxidado o
carbonatado, se mezclaba con carbón vegetal.
Figura 20. Hacha plana de bronce de forma
simple. Su concepción es muy parecida a la de
instrumentos muy actuales. Mina “El Milagro”
Valdelamesa (Asturias) Museo Histórico Minero
D. Felipe de Borbón y Grecia (MHMFBG).
ARTÍCULO
jado, de la Unión (Murcia),
o en las de Riotinto, en la
de Huelva, pese a la dificul-
tad de realizar el desagüe
con ingenios basados en la
rueda de noria y el tornillo
de Arquímedes.
La técnica minera utilizada
por los romanos consistía en
pozos y galerías, general-
mente rectangulares de pe-
queña sección y profundida-
depredadora como la romana
en esta primera época, en la
que la producción minera
provenía, prácticamente en
su totalidad del expolio.
Sin embargo, posteriormente,
alcanzada la paz, Roma aco-
mete la explotación de la ri-
queza mineral de España y la
minería alcanza su mayor au-
ge. Hasta tiempos recientes,
no existía yacimiento alguno
que no hubiera sido trabaja-
do por ellos.
El documento más significa-
tivo sobre la organización de
la minería romana es una
placa de bronce con parte de
la Lex metalli Vispascensis,
hallada en los escoriales de
la mina Algares, al sur de
Ajustrel (Portugal). Recoge
las ordenanzas de las minas y
su organización en distritos
bajo la dependencia de un
Procurator Metallorum Jussu
Imperatoris.
El oro se extraía de la sierra
de Córdoba, León y Asturias;
la plata de la Sierra de Carta-
gena, Sierra Morena y Canta-
bria; el cobre de las minas de
Riotinto, especialmente, Al-
mería y Asturias; el cinabrio
de Almadén y Asturias; el
hierro de la zona cantábrica,
el Moncayo y el valle del
Ebro.
La profundidad alcanzada
llegó hasta los 200 m en al-
gunas minas, como en la Ca-
siano de Prado, en la provin-
cia de Córdoba; Cabezo Ra-
que, al hincharse, al ser hu-
medecidas, provocaran su
desprendimiento y derrum-
be. Cuando el terreno lo
permitía, como en la extrac-
ción del oro de Las Médulas
(León), las labores de pozos
y galerías eran complemen-
tadas con la utilización de
grandes cantidades de agua,
para provocar el arranque y
lavado de los materiales (mé-
todo de ruina montium o
arrugia).
La fortificación se hacía ge-
neralmente con madera y
obra de mampostería. Los
utensilios empleados eran
cuñas, martillos, picas, ha-
chas, palas, cestos, esporto-
nes, tornos, etc. La noria y
el tornillo de Arquímides
fueron los métodos más uti-
lizados para las labores de
desagüe.
La fusión y/o copelación de
los minerales se realizaba
cargando los hornos con el
mineral y los fundentes. A
veces, estos hornos tenían
grandes chimeneas adosadas
sobre las laderas para alcan-
zar gran altura; procedi-
miento seguido en tiempos
más recientes. Los escoriales
de época romana en nume-
rosas minas atestiguan la
perfección de los procedi-
mientos metalúrgicos, ya
que prácticamente se en-
cuentran exentas de oro, co-
bre o plata.
La ordenación de la minería
en tiempo visigótico figura
recogida en el Código de
Alarico, que sigue los princi-
pios generales de la época
romana para el laboreo de
las minas, con la salvedad de
que su producto quedó para
beneficio del pueblo hispa-
no y satisfacer sus necesida-
des, y no fue para financiar
guerras o expediciones de
invasores.
Siguió extrayéndose el oro
de los ríos (Duero, Segre, Ge-
nil, etc); la plata de la Sierra
Figura 21. Este martillo de mina del Museo FBG ha
sido muy cuidado en su realización y su edad se
podría situar entre el Neolítico y la Edad de Bronce
temprana. Fuenteovejuna.(Córdoba) (MHMFBG).
Figura 22. Hacha de bronce. Esta aleación de
cobre y estaño (a veces cobre con arsénico) supuso
un paso adelante, pues la unión de estos metales
endurecía enormemente al cobre y aumentaba la
resistencia a la oxidación. Este tipo de instrumento se
denomina “Hacha de talón con anillas.” Estas
últimas se utilizaban para asegurar la hoja al
mango. Se encontró en Pola de Laviana (Asturias) y
pertenece a la Edad de Bronce Final. (MHMFBG).
Figura 23. Este cráneo humano, perteneciente a un
minero joven de la Edad del Bronce, fue encontrado
en la mina de cobre asturiana de “El Milagro”
Valdelamesa (Asturias) En las explotaciones antiguas
se aprecian señales del empleo del fuego para
calentar y resquebrajar la roca. (MHMFBG).
des que no sobrepasaban
los 100 m. En ocasiones, po-
zos escalonados con los que
se conseguía alcanzar las
mayores profundidades. Era
empleado el fuego para
ablandar el terreno y tam-
bién cuñas de madera intro-
ducidas en el mismo para
26
de Cartagena y Hornachue-
los (Córdoba); el hierro de
Constantina y el Cerro del
Hierro (Sevilla); el cobre de
Riotinto; el mercurio de Al-
madén; el mármol de Macael
(Almería).
Los distintos reinos de Astu-
rias, Aragón, Castilla, León,
formados en la época de la
reconquista, establecieron el
principio de propiedad real
de las minas, criterio mante-
nido hasta nuestros días, con
las lógicas modificaciones im-
puestas por el devenir de los
tiempos.
Importantes innovaciones
técnicas se introducen en el
beneficio y empleo de los
metales, como por ejemplo
el de la energía hidráulica,
la utilización del carbón de
piedra o fósil, el cobreado
del hierro por cementación y
la producción de acero en
crisol.
Algunos metales, como el
hierro, el cobre y el estaño
para la producción del bron-
ce, el oro y la plata, etc, de-
bieron de ser objeto de in-
tensa explotación en la épo-
ca del Imperio, con el fin de
suministrar los elementos
necesarios para confeccio-
nar útiles guerreros, así co-
mo para financiar las nume-
rosa guerras mantenidas por
los ejércitos de Carlos V y
Felipe II.
El espíritu de la legislación
minera de Felipe II se ha man-
tenido tradicionalmente, im-
poniéndose a cambios poste-
riores que se demostraron in-
fructuosos para el desarrollo
de la minería.
Particularmente intensa fue
la actividad en las minas de
Almadén, para satisfacer la
demanda europea de mercu-
rio y las necesidades del Nue-
vo Mundo para la amalgama-
ción del oro y la plata, y en
las de plata de Guadalcanal
(Sevilla) y Aracena (Huelva).
porcionando importantes
rentas a la Corona y al erario
público.
El establecimiento de las en-
señanzas de la Ingeniería de
Minas, en 1777, constituye
un hito importante para el
desarrollo que la minería es-
pañola adquiere en épocas
posteriores.
En la primera mitad del si-
glo XIX se descubren las fa-
mosas minas de plata de
Hiendelaencina (Guadalaja-
ra), las de galena argentífera
ARTÍCULO
27
Asimismo, fue significativo el
aumento de la producción de
alumbre para su utilización
en la industria textil y del
cuero.
La plata y el mercurio consti-
tuyeron el principal estímulo
para la innovación técnica en
la minería, junto con el pro-
greso para esta industria que
supuso el descubrimiento de
América.
No obstante, las actividades
mineras se vieron condiciona-
das por la fuerte oposición de
agricultores y ganaderos, la
escasez de mano de obra y el
escaso interés de la sociedad
hacia ellas, de forma que el
rey Felipe II estableció estí-
mulos para su promoción, ya
que las rentas obtenidas le
eran indispensables.
Con Carlos II entró en deca-
dencia el Imperio español y
con ello finaliza una época en
la que la minería no fue aje-
na a los vaivenes políticos y
económicos que jalonaron su
último período.
Es evidente que las vicisitudes
de la minería española duran-
te los siglos XVII-XIX fueron
diversas y variadas, de acuer-
do con los importantes acon-
tecimientos políticos que sa-
cudieron al país (Guerras de
Sucesión e Independencia y
pérdida de las colonias ameri-
canas) Pero las actividades ex-
tractivas se mantuvieron pro-
Figura 24. La minería romana aunque empleaba
masivamente la mano de obra humana, también
introduce los más recientes inventos aplicados a la
industria de la superficie. La minería romana utiliza
casi exclusivamente las herramientas de hierro, como
este pico de la mina de plata de La Lapilla en la
provincia de Huelva.
Figura 25. Sin duda, el hierro procedente del
espacio (meteoritos metálicos) fue la primera
manifestación del uso de este metal en la fabricación
de instrumentos, tal como éste, procedente de las
culturas andinas y utilizado, una vez atado a una
larga correa como arma de combate.
Figura 26. Molino Californiano, utilizado aun hoy en
día por la minería artesanal del sur de Colombia.
Todavía quedan en el mundo 11 millones de pequeños
mineros trabajando en dramáticas condiciones.
de Sierra Almagrera y co-
mienza el desarrollo y expan-
sión de la minería asturiana
del carbón y de las cuencas
carboníferas de Sierra More-
na. La hulla y el hierro fue-
ron la base para el desarrollo
industrial, propiciado por la
construcción de líneas de fe-
rrocarril y puertos. En 1873,
tiene lugar la venta de las fa-
mosas minas de Riotinto a
una compañía inglesa.
ARTÍCULO
A pesar del notable descenso
del número de explotaciones
de minerales metálicos, en la
actualidad existen tres pro-
La primera mitad del siglo XX
marca el período de mayor
actividad e importancia para
determinados sectores de la
minería española, pero tam-
bién marca, en su final, el
cierre de la práctica totalidad
de la minería metálica del
país por agotamiento de sus
yacimientos o por dificulta-
des de utilización de deter-
minados minerales como
mercurio, uranio, plomo, as-
bestos, etc.
Igualmente, puede afirmarse
que el desarrollo de la indus-
tria química europea se ha rea-
lizado merced al aprovecha-
miento de las piritas del suro-
este peninsular, como mena
de azufre para la fabricación
de ácido sulfúrico.
Si bien, como queda dicho,
la práctica totalidad de la
minería metálica y una bue-
na parte de la energética
(carbones y uranio) han de-
saparecido, el sector de las
rocas ornamentales y el de
los minerales industriales
han conseguido mantener
un elevado nivel de activi-
dad. Dentro de la Unión Eu-
ropea, España ocupa, tras
Italia, un destacado lugar
tanto en la producción de
piedra natural (granitos,
mármoles y pizarras), como
en su exportación.
yectos mineros de gran cali-
dad y de tecnología de van-
guardia. Se trata de RÍO
NARCEA GOLD MINES que en
sus explotaciones de El Va-
lle y Carlés (Asturias) produ-
ce cinco toneladas de oro a
y en el yacimiento de Agua
Blanca (Badajoz) níquel, co-
bre y platino. Además la
compañía COBRE LAS CRUCES,
en su proyecto de Las Cru-
ces (Sevilla) producirá en
breve 60.000 toneladas de
cobre metal cada año.
Bibliografía
Consuegra S. Gallego M.M.
y Castañeda N. (2004). Tra-
bajos de Prehistoria 61, nº2,
pp127-140.
Eiroa J.J. (2000). Nociones
de Prehistoria general.
Ariel Prehistoria. Editorial
Ariel. 670 pp.
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6.Http://home.entouch.net/
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(1981) Libro del Centenario
de Peñarroya-España.(1881-
1981). Madrid.
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Los metales, IV Jornadas
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cas de Cartagena.
Vázquez Guzmán, F.(1983)
Depósitos minerales de Es-
paña. IGME, Madrid.
Figura 27. Minas
de Riotinto.
Explotación a
cielo abierto
“Corta Atalaya”.
La gran mineria
llevada a cabo en
los siglos XIX y
XX eliminó gran
parte de los
vestigios de la
antigua minería
romana.
Figura 28. Cesto de esparto y madera para el transporte
de minerales, encontrado en las minas romanas de
Mazarrón (Murcia) que se conserva en la Escuela
Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Madrid.
Figura 29.
Explotación romana
de oro en Las
Médulas (León). Se
calcula que los
romanos movieron
200 millones de
metros cúbicos
para extraer
150 miligramos de
oro de cada uno
de ellos.
28

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  • 1. Orígenes y desarrollo de la minería Joaquín Armengot José Antonio Espí Fernando Vázquez Departamento de Ingeniería Geológica E.T.S. de Ingenieros de Minas de Madrid Los utensilios de piedra y su evolución tecnológica. Una de las pocas cosas que hacen del hombre un ser úni- co en el reino animal, es su capacidad para construir he- rramientas. Mientras que otras criaturas, los chimpan- cés por ejemplo, emplean ob- jetos naturales como herra- En la actualidad, se ha llega- do a la conclusión de que la minería nace y progresa a causa de la necesidad de materiales adecuados para el desarrollo de cada Civiliza- ción. Por ello, no es de extra- ñar que los primeros vesti- gios mineros se encuentren en todo el Paleolítico. En Es- paña existen espléndidos ejemplos de explotaciones de silex, de muy buena cali- dad, como, por ejemplo, en la provincia de Madrid. Des- de entonces y hasta nues- tros días, la minería no ha dejado de desarrollarse de una manera continua. Nowadays, it is known that mining appears and is developed in relation with the necessity to obtain materials adapted for the development of each Civi- lization. For this reason, the first mining vestiges are in the Palaeolithic. In Spain we have splendid examples of very good quality silex operations, as in the Madrid province. Since then and until our days, the mining is developing in a continuous way. Figura 1. Se denomina “chopper” a un instrumento toscamente labrado que busca la aparición de bordes cortantes y sin una idea preconcebida. El material suele ser muy variado, buscando la tenacidad de la roca y la posibilidad de crear aristas muy agudas. mientas improvisadas para necesidades inmediatas, el hombre crea utensilios para su uso futuro. Así como la evolución física del hombre se investiga a través de la zoología, su de- sarrollo como criatura pen- sante viene fijado por los ti- pos de herramientas que producían sus culturas. El primero y más largo periodo del desarrollo humano es el Paleolítico, o periodo anti- guo de la Edad de Piedra, que comenzó hace aproxi- madamente 2,5 millones de años y duró hasta el año 8.000 a.C. Sin lugar a dudas, las eviden- cias más antiguas de la utili- zación por los homínidos de utensilios de piedra proceden de la cuenca del río Omo, en el sur de Etiopía (2,4 millones de años) y de la Garganta de Olduvai, en Tanzania (2 millo- nes de años). Estos útiles (“chopper”), extremadamen- te primitivos, están formados por núcleos de basalto, cuar- zo cristalino, o bien, de sílice amorfa (“chert”), a los que, mediante percusión, se les han extraído lascas, a fin de producir cierto filo. La selec- ción de estos materiales indi- ca que los homínidos (“Homo Habilis”) apreciaban las ca- racterísticas de ciertas rocas y minerales. Hace 1,5 millones de años, en el Centro y Este de África, apareció la industria lítica denominada Achelense, atri- buida a la especie “Homo Erectus”. Esta cultura indus- trial logró conformar los utensilios de piedra con una forma pre-establecida, bus- cando la simetría de las he- rramientas así como el labra- do en ambas caras de la pie- dra (bifacial). Estas innova- ciones exigieron mejores cali- dades de materiales, siendo Palabras clave: Historia de la Minería, Patrimonio Minero, Arqueología Minera Key words: Mining History, Mining Heritage, Mining Archaeology ARTÍCULO 17
  • 2. ARTÍCULO los preferidos las cuarcitas, la obsidiana (vidrio volcánico), el “chert” y el pedernal. Los instrumentos del Achelen- se se mantienen con pocas modificaciones durante más de un millón de años, hasta hace poco más de 200.000. El perior) comienzan a proliferar formas que distinguen estética- mente unas culturas regionales de otras, a causa, probablemen- te, de los materiales disponibles y de los diferentes usos. El Ho- mo Neanderthalis y el Homo Sa- piens (Cro Magnon) son los artí- fices de esta cultura. En ese se han encontrado en las po- blaciones indígenas de Papúa, en donde se siguen fabrican- do con la técnica milenaria. Seguramente, un aspecto fundamental de la elabora- ción de estos útiles era el material de partida, que de- bía ser tenaz y al mismo tiempo contar con una dure- za inferior a la de la arena de cuarzo que lo debía des- gastar. Por ello, la materia prima más utilizada en todo el mundo fueron las rocas íg- neas básicas (serpentinitas, gabros, basaltos y otras). Qui- zás la más adecuada era el mineral de sillimanita (fibro- lita), no sólo por su enorme tenacidad sino, también, por la forma de sus núcleos, muy parecida a la del objeto final. Debido a la especialización de la materia prima, estos ar- tefactos viajaban a grandes distancias y sin duda eran ob- jeto de comercio. La Edad de Piedra: búsqueda de materiales de calidad y primeros balbuceos de la minería Cuando los homínidos comen- zaron a fabricar herramientas a partir de las rocas y guijarros, pronto se darían cuenta de que aquellos que mejores pro- piedades poseían no siempre se encontraban cerca de su há- bitat habitual y que, además, su abundancia era limitada. método entró en Europa de la mano de otro homínido, el Homo Heidelbergensis. Du- rante este enorme periodo de tiempo, la manufactura de los instrumentos y sus ma- teriales ha seguido las mis- mas pautas, a pesar de haber sido patrimonio de diversas sociedades. El periodo Musteriense abar- ca desde los 200.000 hasta los 40.000 años de antigüedad y se desarrolla en Europa, Oriente Próximo y África. Los útiles adquieren diseños más refinados, buscando la esbel- tez de las piezas, el corte más agudo y, también, una mayor productividad en su confec- ción. Por ello, la calidad de los materiales se convierte en imprescindible y su selección se realiza con mucho rigor Hace aproximadamente 12.000 años finaliza la época de la Pie- dra Tallada y, simultáneamente, en Asia y África (Paleolítico Su- tiempo, se fabrican en piedra hojas muy finas y cortantes, bu- riles, raspadores, etc, todos rea- lizados en materiales de muy buena calidad con predominio del pedernal y del “chert”. La gran productividad industrial de este periodo, así como la efectividad de las herramientas fabricadas, son el preludio del agotamiento de la caza, quizás de la desaparición del Homo Neanderthalis y de la necesidad de evolucionar a otro estilo de sociedad, la de los agricultores. El perfeccionamiento final de la piedra llegó con su puli- mento. La herramienta, que primeramente era fabricada según los cánones de la pie- dra tallada, buscando la for- ma de lágrima, era desgasta- da posteriormente sobre una base, también de piedra, con arena fina de cuarzo. Con ello surgían esbeltas formas, con tal atractivo, que a veces constituían objetos rituales, como los que en la actualidad Figura 2. Una vez elegido el material más adecuado, el hombre primitivo fue capaz de desarrollar una tecnología que le permitía crear instrumentos cortantes y duraderos. La calidad del material condicionaba a su vez los resultados obtenidos, lo que obligaba a una cuidadosa selección de los mismos. Al agotarse los recursos locales se hacía preciso efectuar grandes desplazamientos para su obtención, lo que dio lugar a un incipiente comercio. Figura 3. Núcleo de silex o pedernal. Este material natural fue intensamente utilizado durante todo el paleolítico. Sus propiedades singulares lo hacían enormemente atractivo para el hombre paleolítico: su facturación resulta predecible cuando se le golpea con una cierta habilidad y los bordes así labrados son muy cortantes. 18
  • 3. Las rocas son pesadas, y tan sólo sirven, entre otras cosas, para transformarlas en útiles necesarios para la producción de alimentos. Su recogida, so- bre todo cuando se buscan buenos materiales, consume energía que debe añadirse a la empleada en el trabajo de conseguir alimentos. De la misma manera que los chimpancés realizan una estra- tegia de ahorro de energía, llevando las piedras necesarias para romper los frutos muy duros y acumulando monto- nes de ellas en una posición cercana a su fuente de alimen- tación, así los primeros homí- nidos, con capacidad mental suficiente para producir útiles, transportaban los instrumen- tos en sus desplazamientos y buscaban, a distancias lejanas, los mejores fragmentos de ro- cas y minerales para producir su tosco instrumental. A medida que la tecnología de fabricación evolucionaba (muy lentamente, por cierto), las propiedades demandadas a las materias primas minera- les fueron cada vez más exi- gentes. La calidad debía ser un factor determinante en la localización de talleres de confección de instrumentos, que posteriormente viajaban hacia apartados lugares. El método Levalois para fabri- cación de herramientas de piedra, a la vez que exigía una gran destreza manual, preci- saba de minerales de grano muy fino, como por ejemplo los pedernales, que poseen una excelente rotura y un filo muy acusado y permanente. Sin embargo, con el tiempo, la gran cantidad de instrumen- tos fabricados supuso el ago- tamiento de sus manifestacio- nes superficiales, por lo que hubo que recurrir al la extrac- ción subterránea de bloques de silex. En el tránsito entre el Paleo- litico (Edad de la Piedra Ta- llada) al Neolítico (Edad de la Piedra Pulimentada) apa- recieron en Europa multitud de manifestaciones de mi- nería subterránea: en Fran- cia, Alemania, Suiza, Bélgi- ca, Holanda, Dinamarca, Po- lonia y España. Tal era la apetencia de núcleos de si- lex de buena calidad, que el agotamiento de los grandes cantos superficiales provocó su búsqueda en el interior de las rocas que lo contenían. Así, en uno de los yacimien- tos más famosos, el de Rijckholt, en Holanda, se profundizaron pozos de hasta 15 metros y luego, por medio de galerías, se si- guió el nivel de nódulos de pedernal. Se calcula que es- tas minas, hace 5.000 años, produjeron 150 millones de útiles. Los pozos se abrían utilizando las herramientas construidas con el mismo si- lex y, de manera muy ardua, excavaban la caliza golpeán- dola con pesadas mazas uni- das a astas de ciervo. Minería Neolítica de Silex de Casa Montero (Vicálvaro, Madrid) [1] El yacimiento de Casa Monte- ro ha sido localizado en el denominado tramo D de la M-50 que enlaza las carrete- ras N-II y N-III. Se encuentra en el Término Municipal de Madrid, distrito de Vicálvaro, sobre los escarpes de la mar- gen derecha del Jarama. El interés y excepcionalidad del yacimiento han provocado la modificación del trazado de la M-50 a su paso por el yaci- miento arqueológico. En los niveles arcillosos de una serie sedimentaria del Mioceno medio (alrededor de 15 millones de años) aparecen varios horizontes continuos, con abundancia de ópalo y sílex. Se presen- tan con morfología varia- ble, que va desde pequeños nódulos arriñonados hasta bloques de varios metros, de forma irregular, y calidad variable. La limpieza y desbroce del área de afección dejaron al descubierto un total de 2.690 estructuras subterrá- neas, distribuidas de forma muy heterogénea. En total se han excavado un total de 188 fosas. Las estructuras excavadas hasta el momen- to han permitido constatar tres fases en el yacimiento: Neolítica, Bronce medio y contemporánea/actual. La fase correspondiente a la minería neolítica es, cuantita- tivamente, la mejor represen- tada en el yacimiento y la más singular en el contexto de la prehistoria peninsular. De las 2.690 estructuras locali- zadas en el área de excava- Figura 4. Las cuarcitas como material de partida en la fabricación de útiles resulta mucho menos adecuada que el silex, pero en ausencia de éste, en la cabecera del río Jarama, también llegó a ser utilizada. Figura 5. Instrumentos realizados en silex de no muy buena calidad (grano algo grueso, muchas inclusiones y algunas oquedades). Paleolítico Medio. Madrid, terrazas del río Manzanares. Colección de Alberto Navarro. [1] Resumen del trabajo de Susana Consuegra, Mª del Mar Gallego y Nuria Castañeda. Trabajos de Prehistoria 61, nº2, 4002, pp127-140. ARTÍCULO 19
  • 4. ARTÍCULO ción, 2.500 aproximadamente corresponden a pozos de ex- tracción de sílex. Los pozos de tipo chimenea se documentan en toda la superfi- cie del yacimiento. Tienen pare- des regulares, de tendencia ver- tical con profundidades com- prendidas entre 0,64 y 7,35 m. Las bocas se abren hasta adqui- rir diámetros de entre 1,40 y 2,10 m. Los pozos cilíndricos, con diámetro máximo en la bo- ca de 1,60 m, son los más nu- merosos y se distribuyen por todo el yacimiento. En 45 de los pozos excavados era posible observar las vetas de sílex atra- vesadas, hasta cuatro en un mismo pozo. En 38 pozos se ha documentado la existencia de excavaciones laterales en cotas próximas a la base. Son verda- deras “covachas” de forma irregular y dimensiones varia- bles que permitirían, en mo- mentos inmediatos al abando- no de la extracción en el inte- rior del pozo, el mayor aprove- chamiento de la veta inferior. La semejanza con otras explo- taciones prehistóricas permite aventurar el uso de escalas de madera o cuerda que, sin em- bargo, pudo ser sustituido por simples cuñas de madera que, con la ayuda de la pared opuesta, serían suficiente para hacer practicable el pozo. Para construir los pozos se han de- tectado diversos tipos de he- rramientas: mazas, picos, cu- ñas, etc. Las mazas, realizadas en cuarcita, de sección cua- drangular, con un peso aproxi- mado de 1,5 kg. Se está traba- jando en la hipótesis de que estas mazas golpeasen cuñas o picos de sílex que penetraran en la tierra a modo de cincel. Existen algunos ejemplos de cuñas con pesos entre 150 y 300 g y de picos, más numero- sos, de 130 g de peso medio. Casa Montero presenta un re- gistro lítico extraordinariamen- te abundante, unas 31,6 tone- ladas. El objetivo principal de la explotación lítica de Casa Montero es la producción de soportes laminares de silex con destino a la fabricación de utensilios de uso muy variado. En Dinamarca y en Francia (Grand Pressigny), se ha encon- trado una minería destinada al comercio de barras imperfectas de pedernal, muy apreciado sin duda por su color miel y su faci- lidad de labrado. Los metales básicos y sus características Todos los arqueólogos e inves- tigadores están de acuerdo en que fue el cobre el primer me- tal trabajado por el hombre, debido, sin duda, a la enorme facilidad que presenta para ello. Por ejemplo, el “cobre na- tivo” (metal casi puro que se encuentra en algunas partes superficiales de los yacimien- tos) se puede trabajar, bien en frío, por simple martillado, bien calentándolo tan sólo a unos 300º C, lo que aumenta su maleabilidad. Lograr esta temperatura estaba al alcance del hombre del neolítico. El uso de las aleaciones entre metales surge de manera es- pontánea. El cobre, fácil de trabajar, tiene la desventaja de su baja dureza. Esta pro- piedad se mejora trabajándo- lo con el martillo, aunque es- ta solución no resulta defini- tiva. Sin embargo, los prime- ros metalúrgicos observaron que de ciertos minerales que Figura 6. Hojas de silex con cantos muy afilados, a pesar del tiempo transcurrido. El silex, aunque no muy abundante, se utilizó en enormes cantidades. De esta forma, el rendimiento en la talla de los instrumentos, con elevado aprovechamiento del material de partida, constituyó un objetivo de la tecnología de la época, utilizando las hojas desprendidas de la talla de los útiles de mayor tamaño. El silex de buena calidad llegó a ser muy apreciado, buscándose incluso mediante pocillos y galerías. Terrazas del Manzanares. Colección de Alberto Navarro. Figura 7. El pulimento de la piedra supone un extraordinario cuidado en su elaboración, incluyendo una acertada elección de las rocas trabajadas. Así, las rocas ígneas básicas (verdes, densas, tenaces y que admiten bien el pulimento) han sido las más utilizadas, pero otras rocas y minerales (sobretodo la sillimanita) también se han utilizado frecuentemente. Museo Histórico Minero D. Felipe de Borbón y Grecia (MHMFBG). 20
  • 5. ra se conseguía una atmósfera muy reductora (oxidación par- cial del carbón vegetal de la carga, que reducía el óxido mineral), logrando con ello la separación de los metales, fundamentalmente el cobre, del resto de los elementos que le acompañan en el mineral (casi siempre oxidado). En Europa, el periodo Calcolí- tico aparece ya en el siglo VI a.C. en la región de los Balca- nes. La Península Ibérica en- tra en el Calcolítico hacia el tercer milenio a.C. y se desa- rrolla asociado a la cultura de contenían cobre se obtenía un metal mucho más duro. Eran los bronces arsenicales, ya que el arsénico le presta dureza con su presencia. El excesivo arséni- co ponía en peligro la salud de los metalúrgicos y cuando se produjo de manera fortuita la aleación cobre y estaño, a prin- cipios del tercer milenio a.C., es- tos dos metales conformaron una época de metal más duro y más resistente a la corrosión, la Edad del Bronce. Las primeras evidencias de su uso se encuentran en Irán y Anatolia hacia el séptimo y oc- La extracción secuencial de los metales: la minería nace definitivamente Aunque hoy en día se tiene la seguridad de que ciertas técni- cas metalúrgicas del cobre se conocieron ya en los milenios séptimo y octavo a.C., los pri- meros vestigios existentes de una minería reconocible proce- den del cuarto milenio a.C. En Europa, en ese tiempo y en su parte SE (área balcánica), el pe- riodo Calcolítico se desarrolla plenamente en Gumelnitza en Vinça y está representado por sus hachas de cobre arsenical. A esta cultura, se encuentran aso- ciadas explotaciones de cierta envergadura, como las de Ai Bunar. Estas labores consistían en trincheras de 10 m a 80 m de longitud y de 2 a 20 m de profundidad. El arranque se realizaba con mazas de piedra sobre la roca, que previamente se había calentado con hogue- ras, apagadas con agua, a fin de provocar su agrietamiento. Ya en el tercer milenio a.C., los faraones egipcios enviaban ex- pediciones, en las épocas más favorables (después del perio- do de lluvias), a una zona de minería superficial, en el Sinaí y en Timma, a fin de abastecerse de turquesas y de cobre. Se cal- cula que sólo en la cuenca mi- nera de Timma se excavaron 10.000 pozos. Su profundidad variaba entre 4 y 8 m y un diá- metro de 0,9 m. Se tallaba, con picos de piedra o de cobre, en la arenisca que contenía el mi- neral, una corona que se cerra- Figura 8. Instrumentos de corte del Paleolítico Superior realizados en un silex de buena calidad: grano muy fino, aspecto de vidrio y transparencia en algunos casos. Terrazas del Manzanares, en Madrid. Colección de Alberto Navarro. tavo milenio a.C. No obstante, la fusión de este metal precisa una temperatura de 1.083º C, y ésta no se alcanzó hasta mil años después, en el quinto mi- lenio a.C. Se ha denominado periodo Calcolítico al del tránsito entre la Edad de Piedra y la de los Metales. En esta época, la in- vención del horno metalúrgico fue la innovación más impor- tante. Con el soplado por me- dio de la boca (largas varas huecas que se introducían en el fuego) o mejor, con primiti- vos fuelles realizados con pie- les de animales, el metalúrgico del momento podía alcanzar los 1.100º C. A esa temperatu- Los Millares (Almería). Se di- ferencia de las culturas euro- peas antes mencionadas por su carácter muy local, en un modelo en que casi todas las poblaciones poseían su pro- pia metalurgia. Otros metales que aparecen en la etapa pre-metalúrgica de la Humanidad son el oro y la plata, siempre nativos; es decir, el metal sin combinar con otros elementos. Natural- mente, estos metales no re- sultan abundantes y su prime- ra aparición fue muy escasa. Además de ellos, existen ves- tigios de que el hierro meteó- rico (procedente del espacio) también fue utilizado. Figura 9. Los bloques de pedernal de buena calidad acabaron siendo escasos debido a la gran utilización del silex durante miles de años. ARTÍCULO 21
  • 6. ARTÍCULO gran imperio, basado en gran medida en su poderío tecno- lógico y su gran organización industrial. La gran novedad de la mine- ría romana fue sin duda la “mecanización”, incipiente, claro está, pero sin duda pre- cursora de la industria extrac- tiva de hoy. La irrupción de una nueva tecnología para el aprovechamiento de los re- ba con forma cónica extrayen- do el bloque interior. Una vez en el nivel que contenía el mi- neral, se avanzaban galerías de explotación. Los cálculos actua- les señalan que una mina ex- plotada con tres pozos produ- cía 300 kilos de cobre metal. De esta manera, si se trabajasen 20 minas al año con 100 mineros, el producto anual sería de unos 600 kg de cobre. Tan importante como la mi- na era el horno de fundición. Desde los primitivos artilu- gios de piedra, en donde el mineral y el carbón vegetal llenaban un hueco realizado en la tierra y protegido con paredes de piedra resistente, hasta los verdaderos hornos del siglo XIV a.C. de Timma, en donde una tobera desem- bocaba a la media altura de una pequeña cuba tapizada de piedra y arcilla. Por la to- bera se insuflaba aire proce- dente de unos fuelles de piel y en el fondo del horno exis- tía una cubeta para recoger el metal fundido. La asocia- ción del estaño con el cobre rebajaba el punto de fusión del nuevo metal (bronce) au- mentando la fluidez del pro- ducto y, al solidificarse, la aleación resultante (bronce) resultaba mucho más dura que el cobre puro. Estas alea- ciones se solían obtener en otros hornos especiales, en donde los metales se refun- dían dentro de un crisol de arcilla. Sin lugar a dudas, la aparición de la civilización Romana marca un hito en la minería de todo el Mundo y todavía causa asombro lo que tal civi- lización llegó a realizar para obtener el dominio de un La minería romana se enfren- tó con gran audacia a los re- tos de explotar a una profun- didad mucho mayor que la de sus antecesores. Baste citar al- gunos ejemplos: en el Neolíti- co se habían alcanzado pro- fundidades de hasta 15 m en las minas de silex de Spiennes, Bélgica; en Tim- ma, en Israel, se profundiza- ron pozos de 30 m para ex- traer el mineral de cobre, pero en Cartagena, algunos pozos superaban los 100 m de profundidad en la época romana. Naturalmente, con la profundidad crecía el pro- blema de las invasiones de surgencias de agua que im- pedían en muchos casos se- guir profundizando las labo- res. Por ello, los ingenieros romanos mejoraron ideas y modelos heredados de Gre- cia, como fueron las norias y los tornillos de Arquímedes que, en saltos de 4 m y en cascada, extraían el agua de las profundidades. Los mineros romanos emple- aron siempre útiles de hie- rro, tales como picos, aza- das, cuñas, punteros y ma- zas. También hacían obras de sostenimiento de los hue- cos de explotación con ma- dera y muros de piedra, y a Figura 10. Puntas de flecha primorosamente talladas en ópalos del Sahara argelino. Es el Paleolítico tardío. Figura 11. Pieza de obsidiana y núcleo de la misma roca, después de haberle extraído multitud de lajas para fabricar instrumentos de corte .La obsidiana posee propiedades físicas semejantes a las del sílex, produciendo en su tallado cantos extremadamente cortantes. Copan. Honduras Figura 12. En el Neolítico, además de la aparición de la agricultura, la cerámica, el comienzo de la estratificación de la sociedad y otros cambios muy drásticos en la civilización humana, también se cuidó con esmero la fabricación y apariencia de los útiles de la vida cotidiana. Para fabricar instrumentos de piedra pulimentada se requieren materiales adecuados, además de un abrasivo (arena de cuarzo) y mucha paciencia. La sillimanita, las rocas ígneas máficas ( con tamaño de grano generalmente fino y minerales no muy duros en su composición) fueron los más usados en ese periodo. Este ejemplar procede de Timimoun, en el Sahara argelino cursos minerales fue el re- sultado de la aplicación de innovaciones alcanzadas en otros campos (la topografía, los ingenios hidráulicos, la organización del trabajo, etc). Además, todos los his- toriadores están de acuerdo en reconocer que, en sus co- mienzos, Roma no era un pueblo eminentemente mi- nero, pero en sus conquistas se encontraron con pobla- ciones indígenas muy pre- paradas (tal como ocurrió en el sur de Hispania). Su la- bor consistió en aportar nuevos procedimientos y or- ganizar una minería a una escala notablemente mayor que la primitiva. 22
  • 7. la reducción del metal con carbón vegetal, que se reali- zaba a una temperatura me- nor a la de fusión del hierro (1.536ºC). El producto obteni- do consistía en una mezcla de hierro metal y escoria, que obligaba a purificarlo mediante martillado. El hie- rro así obtenido tenía poco carbono y era dúctil y de es- casa dureza, La mejora de las propiedades del hierro sin carbono (hierro dulce) pasó por su carbura- ción posterior, dando lugar al acero. Éste, con mayor dure- za, también puede mejorar sus propiedades mediante el forjado (tratamiento térmico). veces, cuando el mineral lo justificaba, realizaban obras de mampostería. La Edad del Hierro A finales del segundo mile- nio a.C., el suministro de es- taño al Mediterráneo quedó colapsado por la aparición de hordas extranjeras, que los textos egipcios de la épo- ca denominaban “pueblos del mar”. Esta circunstancia propició la sustitución relati- vamente rápida del bronce por un nuevo metal que tí- midamente y de manera po- co conocida ya había apare- cido en algunas manifesta- ciones. Era el hierro. El hierro pronto empezó a usarse en la fabricación de herramientas, armas y otros instrumentos. Sin embargo, sin la escasez de los minera- les que conformaban el bron- ce, su sustitución hubiera si- do mucho más lenta. El bron- ce funde a una temperatura que los antiguos podían al- canzar, mientras que la ob- tención del hierro metal re- quería un laborioso proceso. El sistema empleado en los primeros tiempos de la Edad del Hierro (fueron los hititas en el área de Palestina) era el uso de un horno de cubeta y meteorítico. Con la aparición de los primitivos hornos de fuelle, se abrió la posibilidad de la reducción parcial de los minerales de hierro. Con el hierro carburado comienza una vertiginosa expansión, extendiéndose por el Próxi- mo Oriente, Chipre y el Mar Egeo. Pocos siglos después será conocido y utilizado en Europa, gracias a la abun- dancia de sus minerales y de los bosques necesarios para la fabricación de carbón ve- getal. En esta ocasión la nue- va tecnología coincidió con las dificultades de abasteci- miento de los metales que constituían el bronce, ayu- dando así a su rápida difu- sión. Las colonizaciones grie- ga y fenicia contribuyeron a que este metal se extendiera por la Península Ibérica y el Norte de África, alcanzando su máximo desarrollo en el mundo céltico. En realidad la Edad del Hie- rro llega hasta nuestros días y la Revolución Industrial del siglo XIX se ha sustentado en la enorme producción de aceros, si bien desde el punto de vista del uso y de la de- manda podríamos separar tres etapas: • Desde la aparición del hie- rro y sus aceros, este me- tal ha ido sustituyendo a los demás, a causa de sus propiedades característi- cas (dureza, tenacidad, re- sistencia, etc). También debido a la posibilidad de modificarlas y, ciertamen- te, a la reducción de su coste a medida que la tec- nología del horno de re- ducción mejoraba. Sin embargo, su uso coe- xistió con otros muchos metales durante varios siglos (el cobre, el esta- ño y el plomo, durante la civilización romana, por ejemplo), hasta el si- glo XIX. Durante este tiempo, la producción de metales fue escasa y, con Figura 13. La sillimanita (también denominada “fibrolita” a causa de su apariencia semejante a un conjunto de fibras) fue elegida por los constructores de instrumentos de piedra pulimentada. Para conseguirla había que buscar lugares muy precisos y generalmente escasos. Además, se han descubierto instrumentos fabricados a mucha distancia del lugar de su hallazgo, lo que supone un comercio incipiente. Este ejemplar procede de Somosierra, en la Comunidad de Madrid. Figura 14. Dos ejemplares del Neolitico español, realizados en una roca verde, de carácter básico, y en sillimanita. Figura 15. Planta y sección de pozos tipo “chimenea”. 1. Boca en embudo. 2. Boca en cubeta. 3. Boca cilíndrica. La Edad del Hierro realmente comienza a finales del se- gundo milenio. Se cree que se empleó por primera vez en la India, Mesopotamia y Asia Menor y que se utilizó en el valle del Indo para ha- cer herramientas. También se produjo en Egipto de mane- ra esporádica, fabricando ob- jetos de hierro, al que deno- minaban “cobre del cielo”, en clara alusión a su origen ARTÍCULO 23
  • 8. ARTÍCULO nuestra visión actual, la industria se mostraba muy artesana. • La Gran Revolución In- dustrial se apoyó, en gran medida, en los me- tales ya conocidos, pero su consumo, sobre todo el de los aceros, se dispa- ró a niveles insospecha- dos, al formar parte de los elementos de cons- trucción y de los ingenios de una tecnología que rápidamente se desarro- llaba al amparo de una demanda sostenida. • El siglo XX, o al menos parte de él, marca una Visión histórica de la minería en España “Las riquezas minerales han sido una constante en toda la historia de nuestro país. Se ignora si el declive actual po- see un carácter permanente. En todo caso existen argu- mentos que defienden la ra- zón de una producción de mi- nerales propia” Desde los albores de la mine- ría, han existido explotacio- nes en la Península Ibérica para la obtención de muy di- versas sustancias. Hombres primitivos obtuvieron útiles La incipiente reactivación ini- ciada durante la Edad Media se vio frustrada por el descu- brimiento de América. Los hallazgos de cobre en Tasco, de oro en Carabaya, de plata en Santo Domingo, en Potosí, en Guanajuato, etc, motiva- ron la paralización de la mi- nería hispana. Salvo casos aislados, como Al- madén y Riotinto que mantu- vieron una actividad creciente durante el siglo XVIII, no es hasta mediados del siglo XIX cuando se inicia una intensa actividad minera, en la que los capitales extranjeros, in- glés y francés fundamental- mente, juegan un papel pre- ponderante. A finales de es- ta centuria se alcanzaban producciones anuales de más de 60.000 toneladas de co- bre, más de dos millones de toneladas de piritas, más de 13 millones de toneladas de hierro, etc, que, práctica- mente, se exportaban a Eu- ropa. Esta situación conti- nuó sin variación sensible a lo largo del primer tercio del siglo XX, de forma que una buena parte del desa- rrollo industrial europeo tu- vo como base la producción minera española. La tradicional tendencia espa- ñola a la exportación de nu- merosas sustancias minerales, anterior a la segunda guerra mundial, cambió radicalmen- te ante la enorme demanda Figura 16. El Neolítico aparece en diferentes períodos absolutos de tiempo en diferentes lugares, pero llama la atención la similitud en la elección de los materiales usados y, también, el método de fabricación empleado. Estos dos instrumentos cortantes proceden de Ecuador, en culturas cercanas a la época de los primeros españoles en aquellas tierras. Los útiles están fabricados en rocas volcánicas de tipo básico, de composición cercana a las de los instrumentos del Neolítico europeo. Figura 17. Este instrumento minero de asta de venado se utilizó enmangado. Probablemente se usaba para introducirlo entre la roca fracturada, o bien, en terrenos no consolidaos. En la punta mellada se conservan restos de mineral de cobre. Mina “El Milagro” Valdelamesa (Asturias) Museo Histórico Minero D. Felipe de Borbón y Grecia (MHMFBG) tendencia que por su proximidad nos resulta todavía difícil de discer- nir: En la actualidad con- viven una enorme varie- dad de materiales, bien de origen orgánico (plás- ticos, cauchos en gene- ral), de origen mineral (cerámicas, cementos, ba- ses para productos quími- cos) y metales (aceros aleados, metales ligeros, metales y aleaciones muy especiales). de distintos materiales para el desarrollo de sus actividades. Fenicios, cartagineses y roma- nos laborearon y beneficiaron oro, plata, cobre, plomo, cinc y cinabrio (Las Médulas, Thar- sis, Cartagena, Almadén, etc). La caída del imperio romano llevó consigo la de su activa minería y ésta quedó práctica- mente paralizada durante si- glos, ya que durante el domi- nio árabe la actividad minera fue muy escasa. 24
  • 9. ARTÍCULO 25 el oro de los ríos Duero, Ta- jo, Jalón, etc; explotaron el cinabrio y mercurio en Sisa- po (Almadén); y utilizaban la sal de Cardona para sus salazones. Gracias a los romanos se co- nocen las técnicas utilizadas por los pueblos antiguos, ibe- ros y pelasgos. Consistían és- tas en el arranque del mine- ral mediante pozos, galerías o socavones, el cual, previa- de materias primas que origi- nó la intensa industrialización del país, que alcanzó su ma- yor índice de expansión du- rante la década de 1960- 1970. España era el segundo pro- ductor mundial de mercurio y piritas, figuraba entre los diez primeros productores mundiales de nueve sustan- cias y producía más de se- senta. En cuanto a reservas, ocupaba, a escala mundial, el primer lugar en reservas de mercurio, el séptimo en reservas de potasas, y el oc- tavo lugar en reservas de uranio, además de poseer más de 10.000 millones de toneladas de sal gema, más de 2.000 millones de tonela- das de caolín, unos 500 mi- llones de toneladas de fel- despatos, unas 200 millones de toneladas de attapulgita e importantes reservas de sales potásicas, thenardita, magnesita, rocas ornamen- tales, etc. Podía considerár- sele, pues, como uno de los principales países mineros de Europa. Desde la perspectiva histórica Los instrumentos y restos hu- manos, de época poco poste- rior a la Edad de Piedra, en- contrados en las minas de Aramo (Asturias), Baños de la Encina y Linares (Jaén), Cerro Muriano (Córdoba) y Riotinto (Huelva) atestiguan la exis- tencia de labores mineras, en los albores de la utilización de los metales por el hombre de Cro-Magnon y de Furfooz. La diadema de oro puro en- contrada en la Cueva de los Murciélagos (Albuñol) podría indicar la existencia de activi- dad minera en el Neolítico, en el que ya se trabajó el co- bre, mucho antes de que su aleación con el estaño diera paso a la Edad del Bronce. Los iberos conocieron el plomo (galena argentífera), mente a su extracción en ces- tos de madera y esparto, era escogido a mano o seleccio- nado, dentro de la propia mi- na. Ya en el exterior, se pro- cedía a triturarlo y a lavarlo con agua en aparatos de ac- cionamiento manual, tantas veces cuantas fueran necesa- rias. Posteriormente, se fue- ron introduciendo innovacio- nes en la bajada de los pozos, en su diseño y en los métodos extractivos. Los cartagineses encontra- ron en España una minería avanzada e intensificaron al máximo la producción de aquellos minerales indispen- sables para el sostenimiento de su formidable máquina de guerra. Sobresalía la actividad de la industria del hierro, necesaria para la fabricación de las ar- mas, en la zona del Moncayo, con minas de hierro y los ríos Jalón y Queiles, a cuyas finas aguas se atribuía la propie- dad de templar el hierro. También debió ser intensa la extracción de plata, dada la gran cantidad de monedas acuñadas en Cartago Nova. Igualmente fue importante la acuñación de moneda de cobre. La primera época de la domi- nación romana se caracterizó por el sometimiento de las tribus a las que exigían oro, plata, tributos y esclavos, con- siguiendo así satisfacer sus necesidades de metales no- bles. La voracidad de los pri- meros romanos provocó el continuo levantamiento de las tribus hispánicas con gue- rras sangrientas y sufrimien- tos atroces por ambas partes. Fue este un período poco propicio para que los nuevos colonizadores se preocuparan de una explotación regular de las minas. Puede decirse que ninguna dominación anterior fue tan Figura 18. La tecnología de la fabricación de pesados martillos mineros con una muesca en su perímetro, aunque de apariencia bastante simple, exigía una buena elección de los materiales y una cierta destreza. Los mayores ejemplares probablemente trabajaban colgando de una cuerda y ejecutar así un movimiento pendular contra la roca a destrozar. Figura 19. En la metalurgia más primitiva, un horno de fundición tan sólo era un hoyo en la tierra en donde se introducían varas para el soplado del combustible y el aumento consiguiente de la temperatura. Este, así esquematizado, al menos posee una protección lateral y un fuelle de pieles. La carga de mineral, siempre de metal oxidado o carbonatado, se mezclaba con carbón vegetal. Figura 20. Hacha plana de bronce de forma simple. Su concepción es muy parecida a la de instrumentos muy actuales. Mina “El Milagro” Valdelamesa (Asturias) Museo Histórico Minero D. Felipe de Borbón y Grecia (MHMFBG).
  • 10. ARTÍCULO jado, de la Unión (Murcia), o en las de Riotinto, en la de Huelva, pese a la dificul- tad de realizar el desagüe con ingenios basados en la rueda de noria y el tornillo de Arquímedes. La técnica minera utilizada por los romanos consistía en pozos y galerías, general- mente rectangulares de pe- queña sección y profundida- depredadora como la romana en esta primera época, en la que la producción minera provenía, prácticamente en su totalidad del expolio. Sin embargo, posteriormente, alcanzada la paz, Roma aco- mete la explotación de la ri- queza mineral de España y la minería alcanza su mayor au- ge. Hasta tiempos recientes, no existía yacimiento alguno que no hubiera sido trabaja- do por ellos. El documento más significa- tivo sobre la organización de la minería romana es una placa de bronce con parte de la Lex metalli Vispascensis, hallada en los escoriales de la mina Algares, al sur de Ajustrel (Portugal). Recoge las ordenanzas de las minas y su organización en distritos bajo la dependencia de un Procurator Metallorum Jussu Imperatoris. El oro se extraía de la sierra de Córdoba, León y Asturias; la plata de la Sierra de Carta- gena, Sierra Morena y Canta- bria; el cobre de las minas de Riotinto, especialmente, Al- mería y Asturias; el cinabrio de Almadén y Asturias; el hierro de la zona cantábrica, el Moncayo y el valle del Ebro. La profundidad alcanzada llegó hasta los 200 m en al- gunas minas, como en la Ca- siano de Prado, en la provin- cia de Córdoba; Cabezo Ra- que, al hincharse, al ser hu- medecidas, provocaran su desprendimiento y derrum- be. Cuando el terreno lo permitía, como en la extrac- ción del oro de Las Médulas (León), las labores de pozos y galerías eran complemen- tadas con la utilización de grandes cantidades de agua, para provocar el arranque y lavado de los materiales (mé- todo de ruina montium o arrugia). La fortificación se hacía ge- neralmente con madera y obra de mampostería. Los utensilios empleados eran cuñas, martillos, picas, ha- chas, palas, cestos, esporto- nes, tornos, etc. La noria y el tornillo de Arquímides fueron los métodos más uti- lizados para las labores de desagüe. La fusión y/o copelación de los minerales se realizaba cargando los hornos con el mineral y los fundentes. A veces, estos hornos tenían grandes chimeneas adosadas sobre las laderas para alcan- zar gran altura; procedi- miento seguido en tiempos más recientes. Los escoriales de época romana en nume- rosas minas atestiguan la perfección de los procedi- mientos metalúrgicos, ya que prácticamente se en- cuentran exentas de oro, co- bre o plata. La ordenación de la minería en tiempo visigótico figura recogida en el Código de Alarico, que sigue los princi- pios generales de la época romana para el laboreo de las minas, con la salvedad de que su producto quedó para beneficio del pueblo hispa- no y satisfacer sus necesida- des, y no fue para financiar guerras o expediciones de invasores. Siguió extrayéndose el oro de los ríos (Duero, Segre, Ge- nil, etc); la plata de la Sierra Figura 21. Este martillo de mina del Museo FBG ha sido muy cuidado en su realización y su edad se podría situar entre el Neolítico y la Edad de Bronce temprana. Fuenteovejuna.(Córdoba) (MHMFBG). Figura 22. Hacha de bronce. Esta aleación de cobre y estaño (a veces cobre con arsénico) supuso un paso adelante, pues la unión de estos metales endurecía enormemente al cobre y aumentaba la resistencia a la oxidación. Este tipo de instrumento se denomina “Hacha de talón con anillas.” Estas últimas se utilizaban para asegurar la hoja al mango. Se encontró en Pola de Laviana (Asturias) y pertenece a la Edad de Bronce Final. (MHMFBG). Figura 23. Este cráneo humano, perteneciente a un minero joven de la Edad del Bronce, fue encontrado en la mina de cobre asturiana de “El Milagro” Valdelamesa (Asturias) En las explotaciones antiguas se aprecian señales del empleo del fuego para calentar y resquebrajar la roca. (MHMFBG). des que no sobrepasaban los 100 m. En ocasiones, po- zos escalonados con los que se conseguía alcanzar las mayores profundidades. Era empleado el fuego para ablandar el terreno y tam- bién cuñas de madera intro- ducidas en el mismo para 26
  • 11. de Cartagena y Hornachue- los (Córdoba); el hierro de Constantina y el Cerro del Hierro (Sevilla); el cobre de Riotinto; el mercurio de Al- madén; el mármol de Macael (Almería). Los distintos reinos de Astu- rias, Aragón, Castilla, León, formados en la época de la reconquista, establecieron el principio de propiedad real de las minas, criterio mante- nido hasta nuestros días, con las lógicas modificaciones im- puestas por el devenir de los tiempos. Importantes innovaciones técnicas se introducen en el beneficio y empleo de los metales, como por ejemplo el de la energía hidráulica, la utilización del carbón de piedra o fósil, el cobreado del hierro por cementación y la producción de acero en crisol. Algunos metales, como el hierro, el cobre y el estaño para la producción del bron- ce, el oro y la plata, etc, de- bieron de ser objeto de in- tensa explotación en la épo- ca del Imperio, con el fin de suministrar los elementos necesarios para confeccio- nar útiles guerreros, así co- mo para financiar las nume- rosa guerras mantenidas por los ejércitos de Carlos V y Felipe II. El espíritu de la legislación minera de Felipe II se ha man- tenido tradicionalmente, im- poniéndose a cambios poste- riores que se demostraron in- fructuosos para el desarrollo de la minería. Particularmente intensa fue la actividad en las minas de Almadén, para satisfacer la demanda europea de mercu- rio y las necesidades del Nue- vo Mundo para la amalgama- ción del oro y la plata, y en las de plata de Guadalcanal (Sevilla) y Aracena (Huelva). porcionando importantes rentas a la Corona y al erario público. El establecimiento de las en- señanzas de la Ingeniería de Minas, en 1777, constituye un hito importante para el desarrollo que la minería es- pañola adquiere en épocas posteriores. En la primera mitad del si- glo XIX se descubren las fa- mosas minas de plata de Hiendelaencina (Guadalaja- ra), las de galena argentífera ARTÍCULO 27 Asimismo, fue significativo el aumento de la producción de alumbre para su utilización en la industria textil y del cuero. La plata y el mercurio consti- tuyeron el principal estímulo para la innovación técnica en la minería, junto con el pro- greso para esta industria que supuso el descubrimiento de América. No obstante, las actividades mineras se vieron condiciona- das por la fuerte oposición de agricultores y ganaderos, la escasez de mano de obra y el escaso interés de la sociedad hacia ellas, de forma que el rey Felipe II estableció estí- mulos para su promoción, ya que las rentas obtenidas le eran indispensables. Con Carlos II entró en deca- dencia el Imperio español y con ello finaliza una época en la que la minería no fue aje- na a los vaivenes políticos y económicos que jalonaron su último período. Es evidente que las vicisitudes de la minería española duran- te los siglos XVII-XIX fueron diversas y variadas, de acuer- do con los importantes acon- tecimientos políticos que sa- cudieron al país (Guerras de Sucesión e Independencia y pérdida de las colonias ameri- canas) Pero las actividades ex- tractivas se mantuvieron pro- Figura 24. La minería romana aunque empleaba masivamente la mano de obra humana, también introduce los más recientes inventos aplicados a la industria de la superficie. La minería romana utiliza casi exclusivamente las herramientas de hierro, como este pico de la mina de plata de La Lapilla en la provincia de Huelva. Figura 25. Sin duda, el hierro procedente del espacio (meteoritos metálicos) fue la primera manifestación del uso de este metal en la fabricación de instrumentos, tal como éste, procedente de las culturas andinas y utilizado, una vez atado a una larga correa como arma de combate. Figura 26. Molino Californiano, utilizado aun hoy en día por la minería artesanal del sur de Colombia. Todavía quedan en el mundo 11 millones de pequeños mineros trabajando en dramáticas condiciones. de Sierra Almagrera y co- mienza el desarrollo y expan- sión de la minería asturiana del carbón y de las cuencas carboníferas de Sierra More- na. La hulla y el hierro fue- ron la base para el desarrollo industrial, propiciado por la construcción de líneas de fe- rrocarril y puertos. En 1873, tiene lugar la venta de las fa- mosas minas de Riotinto a una compañía inglesa.
  • 12. ARTÍCULO A pesar del notable descenso del número de explotaciones de minerales metálicos, en la actualidad existen tres pro- La primera mitad del siglo XX marca el período de mayor actividad e importancia para determinados sectores de la minería española, pero tam- bién marca, en su final, el cierre de la práctica totalidad de la minería metálica del país por agotamiento de sus yacimientos o por dificulta- des de utilización de deter- minados minerales como mercurio, uranio, plomo, as- bestos, etc. Igualmente, puede afirmarse que el desarrollo de la indus- tria química europea se ha rea- lizado merced al aprovecha- miento de las piritas del suro- este peninsular, como mena de azufre para la fabricación de ácido sulfúrico. Si bien, como queda dicho, la práctica totalidad de la minería metálica y una bue- na parte de la energética (carbones y uranio) han de- saparecido, el sector de las rocas ornamentales y el de los minerales industriales han conseguido mantener un elevado nivel de activi- dad. Dentro de la Unión Eu- ropea, España ocupa, tras Italia, un destacado lugar tanto en la producción de piedra natural (granitos, mármoles y pizarras), como en su exportación. yectos mineros de gran cali- dad y de tecnología de van- guardia. Se trata de RÍO NARCEA GOLD MINES que en sus explotaciones de El Va- lle y Carlés (Asturias) produ- ce cinco toneladas de oro a y en el yacimiento de Agua Blanca (Badajoz) níquel, co- bre y platino. Además la compañía COBRE LAS CRUCES, en su proyecto de Las Cru- ces (Sevilla) producirá en breve 60.000 toneladas de cobre metal cada año. Bibliografía Consuegra S. Gallego M.M. y Castañeda N. (2004). Tra- bajos de Prehistoria 61, nº2, pp127-140. Eiroa J.J. (2000). Nociones de Prehistoria general. Ariel Prehistoria. Editorial Ariel. 670 pp. Hand print (2004). Hominid tools.pp 1-8. http://www. handprint.com/LS/ANC/stones .html Morton G.R. (1996). Subte- rranean mining and reli- gión in ancient man. P.1- 6.Http://home.entouch.net/ dmd/minino.htm S.M.M. Peñarroya-España. (1981) Libro del Centenario de Peñarroya-España.(1881- 1981). Madrid. Sobrino Vicente, J. L.(1971) Los metales, IV Jornadas Técnicas Minero-Metalúrgi- cas de Cartagena. Vázquez Guzmán, F.(1983) Depósitos minerales de Es- paña. IGME, Madrid. Figura 27. Minas de Riotinto. Explotación a cielo abierto “Corta Atalaya”. La gran mineria llevada a cabo en los siglos XIX y XX eliminó gran parte de los vestigios de la antigua minería romana. Figura 28. Cesto de esparto y madera para el transporte de minerales, encontrado en las minas romanas de Mazarrón (Murcia) que se conserva en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas de Madrid. Figura 29. Explotación romana de oro en Las Médulas (León). Se calcula que los romanos movieron 200 millones de metros cúbicos para extraer 150 miligramos de oro de cada uno de ellos. 28