2. JUGANDO A SER ADULTOS
• La paternidad a los 16, 15, 14 o incluso 13 y 12 años es una experiencia a todas luces no
deseable para ningún joven. Sin embargo, en Chile las cifras de embarazos y padres
adolescentes aumentan y si bien el gobierno anterior se planteó como meta disminuir las
cifras, lo cierto es que con una educación sexual pobre como la que tenemos, es difícil lograr
aquel anhelo.
• Es por eso que si se habla del embarazo adolescente - considerado como un problema de
salud pública y también social - urge conocer las razones por las cuales estos jóvenes
deciden traer hijos al mundo sin tomar en cuenta las consecuencias de este acto, el que por
muy feliz que los haga, traerá consecuencias no muy agradables en su desarrollo.
• Al respecto, la Doctora en psicóloga, académica de la Pontifica Universidad Católica de Chile
(PUC) e investigadora en proyectos de maternidad adolescente, Consuelo Undurraga Infante,
destaca que a partir de las últimas investigaciones con respecto al embarazo adolescente,
“no todos suceden por casualidad, es decir, hay un porcentaje de mujeres que quiere tener
hijos”.
4. CHILE Y SU POBRE EDUCACIÓN
SEXUAL
• Estamos en un país donde aún los temas relacionados a la sexualidad no son conversados
como se debe, siendo Internet y el círculo de amigos los canales más utilizados por los
jóvenes para “aprender” y responder sus interrogantes.
• Por otro lado, la discriminación hacia los padres adolescentes – en especial hacia las madres
– es un hecho y por lo tanto, la dificultad de terminar los estudios, de trabajar y recibir un
sueldo que les permita vivir de manera al menos digna, es para muchos un imposible,
consiguiendo con esto perpetuar el llamado círculo de la pobreza.
• En aquellos jóvenes de estratos sociales altos el tema es diferente, primero porque en estos
grupos los índices de embarazo son claramente muchos más bajos y por ende, al momento
de vivir la experiencia – donde muchas veces las chicas son obligadas a abortar por sus
propias madres – la vergüenza y la humillación son los sentimientos más recurrentes, aún
cuando tienen la posibilidad de un desarrollo futuro.
5. MAMÁS JÓVENES TIENEN MÁS
RIESGOS A NIVEL BIOLÓGICO.
• La doctora Verónica Gaete afirma que si bien “el embarazo adolescente por sobre
los 15 años no produce mayores complicaciones”, sí bajo esa edad puede traer
consecuencias negativas tanto para la madre como para su hijo, esto porque el
organismo joven aún no se encuentra plenamente desarrollado para la maternidad.
• Así, las complicaciones más relevantes son el mayor índice de mortalidad materna,
de nacimientos prematuros y bajo peso al nacer.
• Según la información más reciente publicada por la Facultad Latinoamericana de
Ciencias Sociales (Flacso, 2008), en cuanto al embarazo adolescente reflejan que son
935 los niños nacidos vivos de madres menores de 15 años y que es el 15,6% del
total de nacidos vivos, hijos de madres menores de 19 años.
6. ¿RECIBEN AYUDA DEL ESTADO?
• El tipo de familia que está construyendo estos adolescentes está invisibilizado desde
el punto de vista de las políticas públicas. Difícilmente, estos jóvenes considerados
menores de edad puedan acceder a determinados derechos en carácter de jefes de
familia o de forma independiente. Por ejemplo, no hay facilidades para que tengan
una vivienda. No siendo óptimo estos adolescentes consideran preferible que el hijo
viva con la madre y se conforman con visitar a ambos. Tienen como prioridad el
conseguir un espacio propio e iniciar un proyecto más autónomo.
7. CONCLUSIÓN
• La maternidad y la paternidad en la adolescencia pueden implicar una crianza
conflictiva, tanto para los padres como para las familias de los adolescentes, ya que
estos aún no han terminado su proceso de socialización y dependen de su familia
de origen tanto económica como afectivamente. Igualmente, a estos conflictos, se le
suman los cambios en los proyectos de vida que deben asumir los jóvenes padres
debido a sus nuevos roles, lo cual beneficia a la desigualdad económica, al aumento
de la pobreza y a la disminución de oportunidades de desarrollo personal – social y
de crecimiento educativo tanto para los padres como para los hijos, aumentando
incluso las probabilidades de la aparición del maltrato infantil, de la violencia
intrafamiliar en la dinámica relacional al interior de las familias, así como de las
familias monoparentales.