La economía mundial ha cambiado de un modelo de producción intensivo en recursos a uno basado en la información, el conocimiento y los servicios. Esto ha llevado a empresas más flexibles que se adaptan a las necesidades de los consumidores, el crecimiento de pequeñas y medianas empresas, y la formación de redes empresariales. Una revolución tecnológica conduce a cambios estructurales en la producción, distribución, comunicación y consumo, así como cambios sociales profundos.