Bitacora de Inteligencia Artificial y Herramientas Digitales HD4 Ccesa007.pdf
Caminando por la calle 13
1. CAMINANDO POR LA CALLE 13
Pablo González camina de noche por la carrera séptima en el centro de Soacha; acompañado
de Claudia, su recién conocida compañera de trabajo. Pablo es un joven de 28 años nacido en
Maracaibo, Venezuela. Arribó a Soacha hace año y medio con su esposa e hijos, buscando
una mejor estabilidad la cual su país no podía ofrecerle debido a la crisis política, social y
económica.
Es casi medianoche, Pablo y Claudia se dirigen a la autopista tomando la calle 13.
-Perdón, ¿Dónde me dijiste que vives?- Dice Claudia un poco tímida, observando
cuidadosamente los pequeños jardines encerrados; con varias especies de plantas, arbustos y
árboles que la alcaldía, en alianza con una organización ecológica han decidido plantar en el
corredor peatonal de la calle 13.
-En Ducales- Contesta con voz de cansancio por el día laboral.
-¿Qué piensas hacer?, ¿Vas a venir mañana a continuar con las pruebas de trabajo?-
-No se, el pana que me recomendó el trabajo no me dijo nunca que se hacía una semana de
prueba, y lo peor del caso, si al terminar la semana no rendiste bien, te sacan como si nada-
Expresa Pablo casi resignado y dubitativo
-Bueno ahí sí tienes razón, yo ví el anuncio en Facebook... Y me dije, es la oportunidad para
matar el aburrimiento de este encierro- Esboza Claudia con un gesto de alivio.
-Yo, en cambio estoy corto de plata... y no puedo ponerme a perder tiempo.
¡Tengo dos carajitos que alimentar!-
-La verdad, yo no necesito trabajar. En casa lo tengo todo, solo quería salir a ocuparme con
algo medio serio. Esta cuarentena ya me tiene asfixiada- Contesta Claudia con un tono de
voz egocéntrico.
En ese momento, Pablo piensa y se imagina que Claudia es la típica niñita acomodada de
clase media que no ha tenido que pasar por calamidades, humillaciones y vergüenzas como
las ha pasado él desde que abandonó de manera precaria su país a causa de la crisis.
-Otra niña caribonita que le falta comer mierda- Se dice Pablo, entre sí.
Los monólogos de Pablo se ven interrumpidos por otro comentario de Claudia...
-Cambia la cosa así, ¿No?... Ya le hacían falta unos arreglitos a Soacha para que se vea
mejor. ¡Es que ala!, uno se cansa de ver ñeros y venecos por todo lado-
2. Pablo sin contestar nada e intentando descifrar si Claudia ya se dio cuenta de su acento, se
pregunta si las palabras de Claudia son dichas de una forma burlona y bonachona o lo dice
denotando su prejuicio y rechazo para la población Venezolana.
-¡Además! eso está bien... Que hagan algo para quitar todos esos vendedores ambulantes con
sus casetas y carpas de ropa barata que lo único que hacen es hacer trancón y ocupar espacios
que no son de ellos-
Las palabras de Claudia evocan en Pablo, el recuerdo del primer trabajo que tuvo recién
llegado al municipio; en donde su labor era ayudar a vender medias y ropa interior en una
carpa. Recuerda simpáticamente los días de gran alboroto, donde un río de gente buscaba las
mejores ofertas de ropa y de accesorios. Pablo le gustaba observar el entropico ambiente de
los acelerados compradores, de las madres con sus hijos pequeños casi halados a rastras, de
los jóvenes estudiantes que después de salir del colegio andaban vitriniando por la trece y
entre otras, familias enteras que tenían como plan de fin de semana; salir a comerse un mango
con sal o un ensalada de frutas.
Todo esto traía a Pablo una imagen de un caótico pero agradable municipio.
Sin pensarlo mucho, Pablo en un movimiento, salta repentinamente hacia adentro de uno de
los jardines, y arranca de raíz un arbusto que sus manos logran capturar. Al mismo tiempo
Pablo mirando fijamente a los ojos de Claudia, le dice de forma contundente y sacando todo
su acento maracucho;
- ¿Y tu quien te crees mamaguebo?, mira pa’ qué sirven tus “arreglitos”, pa’ ni una monda-
Claudia estupefacta y asustada, con miedo de que Pablo arremeta de forma violenta contra
ella, decide acelerar el paso sin chistar nada, dejándolo unos metros atrás.
Mientras tanto, Pablo ensimismado y cautivado por la adrenalina que le produce el destrozo y
con ademanes de niño travieso, arranca de nuevo otros arbustos, arrojándolos cerca a las
puertas de los almacenes.
Pablo notando la aceleración del paso de Claudia, grita con vehemencia.
-Empiece a correr, puta-
Claudia anhelando llegar pronto a la autopista, sintiéndose amenazada por la frase que acaba
de salir de la boca de Pablo, lo único que se le ocurre decir en tono de voz sumiso.
-Cálmese, no se desquite con las maticas-
3. Pablo confundido y no esperando esa contestación, da grandes pasos hasta quedar otra vez al
lado de Claudia. los dos se limitan a guardar silencio como si nada de lo anterior hubiera
ocurrido.
Caminan unos metros más. Al llegar a la autopista, Él y ella, sin emitir ningún sonido se
dividen el camino entre norte y sur.
Continuará...
Camilo Carrillo
Soacha 2020