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1
La mujer en la Antigua Grecia. Género, vida y representación
Juan Carlos Calomarde García
Resumen: Este trabajo aborda la cuestión de la desigualdad de sexos presente en la
Antigua Grecia. Para ello, se estudia la mitología griega y el derecho, de manera que se
concluye que la construcción del género femenino en Grecia, responde a la intención de
que la mujer se dirija el oikos, y se olvide de las labores públicas.
Palabras clave: Mujer, Grecia, género, desigualdad
Introducción
Gerda Lerner apunta en su obra, La creación del patriarcado, que en realidad es
imposible encontrar en la historia sociedades que hubieran sido matriarcales. Lo que
han existido son sociedades matrilineales en las que la descendencia se producía a
través de línea materna, sin embargo también en éstas, las mujeres se encontraban
sometidas al poder político y social del hombre1
.
La Antigua Grecia, no era ninguna excepción, y existía un patriarcado sostenido
por una evidente desigualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, considero
interesante llevar a cabo una aproximación dirigida a desentrañar tres aspectos sobre los
que convendría profundizar. Primero, si dicha desigualdad alcanzaba, en el ámbito
jurídico, los niveles que comúnmente se le atribuyen. Segundo, si más allá del mundo
del derecho la mujer se encontraba igualmente sometida. Tercero y último, desentrañar
si existía alguna meta concreta que dotara, para los hombres, de una finalidad práctica al
patriarcado.
La principal desigualdad radicaba en que la mujer, generalmente, no era
considerada ciudadana. Por ese motivo, carecía de la mayoría de derechos, de manera
que no podía tener apenas propiedades, ni contraer matrimonio libremente. Asimismo,
en Atenas ello significó no poder ocupar cargos públicos, ni tomar la palabra en la
Asamblea. Se trataba de un sistema ideado por hombres, cuya finalidad reproductiva era
evidente, ya que la mujer quedaba excluida de los asuntos públicos que quedaban en
1
LERNER, Gerda. La creación del patriarcado. Editorial Crítica, S.A. Barcelona 1990
2
manos de los varones. Aquel hecho en Grecia, en donde la participación pública poseía
gran importancia, debido a su concepción comunitaria de la vida, no era casual.
Sin embargo, en la práctica las mujeres también influían en el ámbito público a
través de sus maridos, hecho éste que motivó a Solón a redactar una ley que declarara
nulas las decisiones que pudiera tomar un hombre bajo influencia de una mujer2
. El
contenido de la ley no es digno de admiración, pero sirve para demostrar que era un
hecho que podía suceder con cierta frecuencia.
A pesar de ello, y aunque la desigualdad jurídico – política parezca ser clara, el
caso griego tiene sus particularidades que merecen ser observadas. Y el primer matiz en
donde el pensamiento griego cobra mayor originalidad en su mitología.
Una reconstrucción del género femenino griego a través de la mitología
La religión griega es una excelente manera de acercarnos al pensamiento griego.
Evidentemente, la finalidad de los mitos era dar explicación a hechos que no podían ser
comprendidos de manera racional, como por ejemplo los fenómenos meteorológicos.
Asimismo, a través de los mitos es posible conocer mejor a los griegos, o al menos la
visión que ellos tenían de sí mismos.
En cualquier caso, conviene remarcar que los acercamientos que se produzcan
en este sentido deben tener en cuenta que se trata de recreaciones. Por tanto, si el
objetivo de estudiar a la religión antigua es conocer a la mujer griega, habrá que
considerar que nos encontraremos ante una representación o idealización que los
hombres hacen de ellas. Sin embargo, si se aspira a descubrir los aspectos que
contribuyeron a modelar al género femenino, es una fuente valiosísima, ya que éste, de
igual manera que la religión, fue construido por los varones de aquella época.
Por lo tanto, estudiar algunos mitos de la religión griega nos ayudará a
comprender de qué manera el hombre antiguo diseñó el género que las mujeres griegas
interiorizaron. En este sentido, hay que destacar que no se trata de una religión de
carácter misógino, sobre todo si se compara con otras religiones que surgieron
posteriormente, aunque al ser creada por hombres sitúa a la mujer en un plano de
inferioridad. Empero, y a pesa de ello, se trata de una inferioridad que en muchos
aspectos debería matizarse, tal y como se hará a continuación.
2
MIRÓN PÉREZ, María Dolores. El Gobierno de la casa en Atenas clásica: Género y poder en el Oikos.
Stud, hist., Hs antig. 18, 2000, pp. 103-117. Pág. 110.
3
Es importante tener en cuenta, que aunque los dioses son proyecciones del
hombre de su tiempo, puede no resultado acertado trasladar completamente el
comportamiento de los dioses a la sociedad griega, pues no hay que olvidar que también
son relatos de ficción. Sin embargo, por lo menos en los mitos que se van a analizar
inmediatamente, sí es posible observar ciertos matices de lo narrado, para poder extraer
ideas acerca del comportamiento de la sociedad griega.
El mito de Pandora
Cualquier análisis que estudie a la mujer y la religión griega debe comenzar por
el archiconocido mito de Pandora. No obstante, la historia comienza con Prometeo,
quien según los griegos, fue quien creó al ser humano, y le regaló el don del fuego. No
obstante, este hecho, junto a otros anteriores, encolerizó a Zeus y le acabó imponiendo
uno de los castigos más crueles y conocidos de la mitología3
. Posteriormente, el dios de
dioses acabó de urdir su venganza también para con la humanidad, y por ello ordenó
crear a Pandora, y entregársela, junto con una tinaja que la mujer no debía abrir, en
matrimonio a Epimeteo, quien ingenuamente aceptó. Pandora, con el tiempo no pudo
resistir la tentación de mirar que contenía aquella tinaja y al abrirla surgieron de ella los
males del mundo, tales como el hambre, la vejez, la enfermedad, etc. Pero, es curioso
que aquella ánfora, en lo más profundo de su interior, contuviera también la esperanza.
Es posible establecer inmediatamente un paralelismo con la mitología cristiana.
Eva, también con su curiosidad, parece que condenó a la humanidad. Sin embargo, el
interrogante respecto de Pandora es, ¿por qué aquel recipiente también contenía la
esperanza? Es decir, ¿qué impulso a los hombres que escribieron aquel relato a
relacionar el comportamiento femenino con los males del mundo, pero también con la
esperanza? La esperanza es un elemento con connotaciones absolutamente positivas, y
el hecho de que fuera una mujer quien la llevara a la humanidad no hay que pasarlo por
alto. Ello tampoco implica ignorar que los griegos concebían a la mujer como la
portadora de los males que asolaban a todos los hombres, pero fue precisamente eso:
“solamente” la portadora.
3
El castigo consistía en que una vez Prometeo fue atado a una roca, un buitre (también se habla de un
águila) le devoraba por el día el hígado y las vísceras. Por la noche estas partes se regeneraban, pero al día
siguiente el buitre volvía picotear sobre los órganos de Prometeo. De esta manera, el tormento debería ser
absolutamente insufrible. Y así continuó siéndolo hasta que Heracles lo liberó.
4
La consecuencia de que los dioses enviaran los males a la humanidad descansa
sobre la actuación de Prometeo, no como en la mitología cristiana quien fue Eva la
principal incitadora. En la mitología griega parece que la mujer cumple más el papel de
medio, ya que ella transportaba las penurias en su ánfora, pero no tenía culpa alguna de
ello. Esa visión pragmática de la mujer, como instrumento parece encajar mejor con lo
que pudo ser el mundo griego antiguo, ya que también era vista como necesaria para
alumbrar a nuevos ciudadanos. Una visión de la mujer que la relegaba al ámbito
privado, pero no porque se le considerara mala o incapaz, sino porque la sociedad griega
se identificaba en términos de esa división competencial. Una división que,
evidentemente, beneficiaba a los varones, quienes habían diseñado el sistema y
decidieron aprovecharse de él, atribuyéndose las labores de gobierno.
Por otra parte, siempre quedará el interrogante de la urgencia con la que
procedió Prometeo para entregar el fuego a los hombres. Si antes de que Pandora
abriera su ánfora no existía el hambre ni la enfermedad, ¿para qué necesitaba el ser
humano el fuego?, ¿acaso Prometeo intuía que Zeus tenía pensado enviar esas
calamidades a la humanidad de igual manera? De ser así, ¿cómo se las habría hecho
llegar?
La disputa entre Atenea y Poseidón
Otro de los casos más significativos, en relación con el tema en cuestión, es la
disputa que protagonizaron Atenea y Poseidón, por el dominio de la región del Ática.
Los habitantes de esta zona deseaban situarse bajo la égida de alguno de estos dos
dioses, y darle su nombre a la polis. De esta manera, los habitantes del Ática pidieron a
los dioses que les otorgaran un regalo, para que así pudieran elegir el que más les
gustase.
A continuación, Poseidón golpeó con su tridente una roca y de ella brotó un
manantial de agua salada (en ocasiones se habla también de un caballo). Por el
contrario, Atenea creó un olivo. Los ciudadanos optaron por considerar más útil el
regalo de Atenea, ya que de él podrían obtener alimento, mientras que el manantial de
agua salada, como es natural, no lo consideraron especialmente aprovechable. Por
consiguiente, Atenea pasó a convertirse en la diosa principal de la ciudad, la cual recibió
por nombre Atenas.
5
En este mito, la mujer vence al hombre, y lo hace además por méritos propios,
ya que demuestra comprender mejor las necesidades de los humanos (no en vano era la
diosa de la inteligencia). De esta manera, es posible que los griegos, y en concreto los
atenienses, observen en la mujer las cualidades propicias para dirigir algunos asuntos
particulares, ya que si los hombres mandaran en el oikos (la concepción griega de
hogar) podrían dilapidar la fortuna si emulan el acto de Poseidón.
Asimismo, también existe una famosa interpretación del mito que busca
responder al porqué las mujeres no participan en la vida pública. Se dice, que los
hombres votaron a favor de Poseidón y las mujeres por Atenea, así que el primero,
enfurecido al perder los comicios por un solo voto, inundó el Ática. De modo que, la
condición para que las aguas volvieran a su sitio fue privar a las mujeres del voto.
Este es un buen ejemplo, de cómo a través de la religión se pretende justificar un
comportamiento que probablemente se comprenda al observar los elementos
patriarcales presentes en la sociedad ateniense. Sin embargo, ello no es óbice para
destacar cómo la sociedad griega narraba sin problema alguno como su temible dios
Poseidón perdió contra Atenea, que era una diosa, pero también mujer. De la misma
manera, la importancia de este mito no es baladí para la sociedad ateniense, pues era el
mito fundacional de su polis, en donde Atenea fue la divinidad más adorada.
La relación entre Zeus y Hera
El último de los hechos religiosos que va a ser tratado es la relación mantenida
entre Zeus y Hera. Zeus es conocido por pretender a la casi totalidad de mujeres que se
cruzaban en su camino, siendo una de las leyendas más conocidas las del Rapto de
Europa4
. En ella, Zeus adoptó el aspecto de un toro bravo para poder engañar a la joven
princesa fenicia, Europa, y poder llevarla a un lugar en el cual poder yacer con ella. Por
el contrario, Hera es el prototipo ideal de esposa fiel, que, debido a las constantes
infidelidades de su marido, pasaba la mayor parte de su tiempo urdiendo venganzas
contra los amantes de éste.
En este caso, Zeus representa al hombre griego, al cual le preocupa sobre todo la
paternidad. La fidelidad masculina en el matrimonio (sin olvidar que los griegos no
tenían una palabra específica para él) era más laxa que como podría entenderse en la
4
Esta leyenda ha sido inmortalizada en varios óleos, destacando especialmente el pintado en 1590 por
Martin de Vos.
6
actualidad. Precisamente, lo que preocupaba al hombre griego era dejar descendencia,
mientras la mujer permanecía en su casa.
En cambio, a la mujer se la presentaba como buena esposa y ama de casa, de
hecho al no salir a la calle tanto como el hombre, tenía más difícil cometer adulterio. De
todas maneras, el adulterio estaba peor considerado si lo cometía la mujer. Por ello, es
posible que ellas valoraran más la fidelidad marital, ya que si se encontraban en
matrimonios que normalmente no habían elegido, y pasaban una parte considerable del
tiempo en sus casas, mientras sus maridos se dedicaban a asuntos públicos, es sensato
que al menos esperaran que éste les fuera fiel.
Conclusión
Estos tres hechos religiosos ayudan a comprender un poco mejor de qué manera
se fue configurando el género femenino. Gracias al mito de Pandora, pudimos observar
como ésta fue utilizada por Zeus para llevar calamidades, aunque también esperanza, a
la humanidad. Gracias a este mito, pudo extraerse la idea de que los griegos podían
tener una visión algo instrumentalista de la mujer. Por otra parte, la disputa entre Atenea
y Poseidón, nos indica que, a pesar de lo anteriormente dicho, no se tenía una
concepción negativa de la mujer cuya importancia y respetabilidad en Grecia era mayor
que en otras culturas. Por último, la relación entre Zeus y Hera, sí podría ser una
extrapolación, aunque deliberadamente exagerada, de cómo los griegos concebían las
relaciones amorosas.
La mujer para el derecho griego: la eterna menor de edad
El camino correcto para proseguir el análisis, es bajar de lo celestial a lo terrenal,
y la mejor manera de hacerlo es acometiendo un sucinto análisis de algunos puntos del
ordenamiento jurídico griego. Antes de continuar, hay que mencionar que Atenas es la
polis de la que se tiene mejor conocimiento de su derecho, aunque ello no debe implicar
que el estudio quede aislado del resto del territorio heleno. Aclarado este punto, el
derecho se puede considerar como las reglas coercitivas que sirven para construir una
determinada sociedad políticamente organizada. De ese modo, si nos fijamos en el
derecho podremos otear la situación de la mujer en la ley, lo que nos ayudará a
completar el análisis. En este sentido, también merece ser tenido en cuenta que el
7
derecho era elaborado por hombres y, primeramente, buscaban salvaguardar una
condición ventajosa sobre la mujer.
Por consiguiente, la mujer en Grecia, estaba en una situación en la que
perennemente era considerada como menor de edad. Así pues, se encontraba
subordinada legalmente, primero a su padre, y luego a su marido. Este status jurídico
afectaba fundamentalmente a la hora de prestar consentimiento para casarse y a su
régimen de propiedades. A pesar de ello, la mujer era indispensable para transmitir la
ciudadanía. Por último, las mujeres no eran consideradas exactamente ciudadanas, así
que no tenían tampoco derechos políticos, quedando los asuntos públicos en manos de
los hombres. Este hecho, al que ya se ha aludido, será explicado con mayor detalle en el
próximo apartado.
La mujer griega no opinaba respecto al hecho de contraer matrimonio. Desde
pequeña se encontraba bajo la tutela del llamado kirios, normalmente su padre, quien
tenía encomendado también el cuidado de sus hermanos menores de edad, y de su
madre. Una vez la mujer alcanzaba cierta edad, su kirios debía negociar la llamada dote
con el hombre que la pretendía. Ésta era el conjunto de bienes que el padre entregaba al
hombre que contraía matrimonio con su tutelada. Este acuerdo recibía el nombre de
engye, al cual le seguía el llamado gamos que se producía cuando la mujer se instalaba
en casa de su nuevo marido. Todo ese proceso debía ser negociado por hombres, si no
era el padre, podría ser su hermano e incluso su abuelo (paterno).
Si la convivencia no funcionaba y el divorcio se presentaba como inevitable,
éste, en primer lugar, era presentado por el marido, quien sencillamente a través del
repudio echaba a la mujer de casa y ésta era devuelta a su familia. A su vez, incluso el
propio padre de la mujer, en algunos casos, y siempre que aún no hubieran hijos, podría
ejercer la llamada <<sustracción>>.
A pesar de esas acciones, la mujer también podía elegir divorciarse de manera
unilateral, aunque este proceso a priori podría resultar más complicado. En principio, se
contempla que la mujer para conseguir el divorcio debía hacerlo a través de su kirios,
que en aquellos momentos sería su marido. Sin embargo, la rigidez del derecho griego
(en este caso ateniense) no es tal, y hay testimonios de mujeres que buscaron divorciarse
directamente5
. En esos casos, la mujer podía usar la llamada deserción o abandono,
aunque para que éste fuera válido debía presentarse ante un arconte. Esto parece
5 Como ejemplo es posible citar el caso (y otros más) de Hipareta, la mujer de Alcibíades, recogidos en el
libro de Claude Mossé: La Mujer en la Grecia. Págs. 62 y siguientes.
8
indicarnos que el día a día de la mujer griega no tenía que ser tan estricto, como la
propia normativa da a entender.
En cualquier caso, lo recogido, en referencia al matrimonio, situaba en un plano
mucho más ventajoso al hombre, quien además de poder divorciarse de la mujer con
mucha más facilidad, tenía la posibilidad de elegir mediante la negociación con su
kirios. Este ordenamiento jurídico buscaba materializar el papel de la mujer como
“criadora de ciudadanos”. Evidentemente, conocían que esa función que llevaba a cabo
la mujer era necesaria, sin embargo se la imponían a través de medidas legales de
carácter coercitivo.
La desigualdad de géneros también afecta a otro aspecto tan importante como es
el régimen de propiedades. Jesús Cepeda recoge en un artículo suyo que <<Una mujer
no podía entrar en una transacción económica más allá del valor de un medimno de
cebada, medida que podría alimentar a una familia durante cinco o seis días>>6
Esta
afirmación choca con aquellas que sostienen que la mujer no tenía posesiones o
capacidad de negociación en la Antigua Grecia. Obviamente, cualquier comparación
con las propiedades que podía amasar un hombre arrojaría un resultado claramente
desigual, aunque las mujeres sí podían tener objetos personales.
El significado de esta limitación nuevamente va encaminado a modelar un tipo
de persona cuya vida transcurrirá mayormente en el interior de su casa. De esa manera,
se les permitía tener ciertos utensilios siempre y cuando fueran útiles en ese ámbito, otro
tipo de objetos más encaminados a ser utilizados en el exterior no serían adecuados para
mantener el objetivo señalado. Asimismo, las mujeres tampoco podían heredar, ya que
eso lo hacían sus hermanos. Sin embargo, en ausencia de éstos se producía un hecho
curioso, y es que la mujer que se encontraba en esa situación pasaba a ser epíclera, por
lo que retendría temporalmente esos bienes, hasta que se casaba y entonces sí, pasaban a
sus herederos.
Por último, es interesante fijar la atención en un aspecto muy llamativo. Las
mujeres atenienses también sirven para transmitir legalmente la ciudadanía, ya que el
hijo de una mujer no ateniense, el conocido como metréxenos, no tenía rango de
ciudadano. Este hecho puede interpretarse desde una doble visión. La primera de ellas
concluiría que ello refuerza la idea de que el papel de la mujer es meramente
reproductor. La segunda, incluso sin suponer forzosamente una contradicción con la
6
CEPEDA, Jesús. Transmisión hereditaria a través de la mujer en la Grecia clásica. Espacio, Tiempo y
Forma, Serie II, Historia Antigua, t. 13, 2000, págs. 159-186. Págs. 161 - 162
9
primera, podría implicar un reconocimiento a la importancia de la mujer ateniense, ya
que convierten su participación en un elemento indispensable para perpetuar la
ciudadanía. De modo que, si el varón tuviera descendencia con una extranjera, sus hijos
no podrían ser ciudadanos atenienses.
La diferencia fundamental: el ámbito publico es masculino y el privado femenino
Este hecho ya ha sido nombrado en varias ocasiones a lo largo del trabajo. Y es
que, podría considerarse como la consecuencia principal a la que se ve abocada toda la
construcción relacionada con el género femenino. Tanto la idealización representada a
través de la mitología, como el ordenamiento jurídico, van guiando a los griegos hacia
esta dualidad. Una dualidad que, como tal, es necesaria para el correcto funcionamiento
de la sociedad griega y, más en concreto, las polis que tengan regímenes como el
ateniense.
Es cierto, que en teoría es el hombre quien “cede” ese gobierno de la casa a su
esposa, pues no hay que olvidar que él es el kirios, quedando la mujer a merced de su
tutela. Sin embargo, parece ser que es habitual que el varón delegue en su esposa estas
labores. El oikos, como ámbito correspondiente a la mujer, es un concepto que incluye,
además de la casa como entidad física, los bienes que en ella habitan, y también la
familia. Por tanto, la mujer quedaba como verdadera ama o reina de la casa, ya que no le
correspondían, por ejemplo, labores de limpieza, puesto que éstas recaían sobre los
esclavos. La mujer <<administra los bienes de la casa, controla los ingresos y gastos,
cuida los productos almacenados en ella, distribuye y dirige los trabajos domésticos de
las esclavas y esclavos, a los que está encargada de educar y cuidar (7, 35-37, 41), y,
en suma, se ocupa del gobierno de lo de dentro, de un modo comparable a como la
reina abeja dirige la colmena (7, 33-34). >>7
. No se trata, de un concepto equiparable
al que se entiende actualmente por ama o amo de casa, sino se trata de un verdadero
gestor de los recursos económicos y humanos del oikos.
Mientras tanto, el hombre también se encarga de representar ese oikos hacia el
exterior, aunque sus labores públicas eran otras. Los varones podían votar en la
asamblea, ocupar cargos y formar parte de los tribunales. En ese sentido, la democracia
7
MIRÓN PÉREZ, María Dolores. El gobierno de la casa en Atenas clásica: Género y poder en el Oikos.
Stud, hist., Hs antig. 18, 2000, pp. 103-117. Pág. 107
10
ateniense, y otros sistemas parecidos, lograron cotas de participación altísimas, aunque
éstas no alcanzaban a todas las personas, ni tan si quiera a todos los hombres.
Un análisis de esta dualidad, primeramente debería destacar que el papel de la
mujer no se consideraba poco importante, ya que los griegos conocían perfectamente
que sin él no podría desarrollarse la civilización griega. Ahora bien, dicho papel fue
interiorizado por las mujeres como algo natural, predestinado incluso, puesto que ellas
mismas colaboraban en reproducir estos mismos esquemas en sus hijos e hijas.
Lo cuestionable, es que alrededor de una categoría como es el sexo
(hombre/mujer) se diseñó todo un esquema social y político. El ideal de mujer sobre el
que se construyó esta organización fue Hera, la esposa de Zeus. Esa idea celestial
consiguió ser descendida hasta lo humano para cobrar forma en la mujer griega.
Para comprender mejor dicha construcción, es interesante rescatar ese doble
concepto de <<patriarcado de coerción>> y <<patriarcado de consentimiento>>,
desarrollado por Alicia Puleo. El primero de ellos se impone mediante la fuerza o
coerción (como pueda ser el derecho); el segundo funciona de una manera más sutil, y
consigue consolidar una aparente libertad que, en realidad, encubre un sistema que
impulsa a alcanzar unas metas que ya se encuentran absolutamente prefijadas y son
coincidentes con los intereses del varón. Considero, que en algunas sociedades ambos
tipos de patriarcado se encuentran entrelazados y el éxito de éste dependerá de la buena
sintonía entre ambos.
En la sociedad griega esa coerción se ejercía impidiendo a la mujer formar parte
de la Asamblea; no pudiendo elegir con quien se casa; o limitando su régimen de
propiedades. El aspecto sutil se correspondería con la interiorización de algunos valores
de la religión griega, y también con la aceptación tácita del rol asignado. Todo ello
desemboca en esa rígida dualidad que separa a hombres y mujeres en ámbitos distintos.
Aunque, y a pesar de ello, no creo que el problema se centre en que a uno le
corresponde el oikos y a otro lo público, ya que por ejemplo Jenofonte tenía muy claro
que ambos son complementarios e igualmente necesarios y dependientes8
. El principal
inconveniente se encuentra en que un ámbito pertenece <<naturalmente>> (también
como arguye Jenofonte) a uno u otro género, negando por tanto la posibilidad de elegir.
De hecho, todo el entramado analizado, puede estar dirigido a que esta imposibilidad no
sea cuestionada.
8
MIRÓN PÉREZ, María Dolores. El gobierno de la casa en Atenas clásica: Género y poder en el Oikos.
Stud, hist., Hs antig. 18, 2000, pp. 103-117. Pág. 107
11
Sin embargo, si los que confeccionaron el sistema (los varones) establecieron
que la división debía ser de esa manera, también debe hacernos reflexionar. ¿Fue una
elección totalmente consciente?, ¿o por el contrario se trataba de un pensamiento
heredado que los griegos solamente trasladaron a su organización? En este sentido, hay
que recordar que desde la sedentarización humana, los que fueron cazadores, y no se
adaptaron totalmente a este nuevo modo de vida, acabaron ocupando puestos de
vigilancia y defensa en estos primeros poblados. Dichos puestos recayeron sobre
hombres, mientras que las mujeres, mayores conocedoras de las plantas, centraron su
labor en la agricultura. Es decir, desde una época muy temprana los hombres ocuparon
la parcela “exterior” al hogar, mientras a la mujer se le asignó la parcela “interior”.
Dos últimas consideraciones
El estudio se ha centrado en la interpretación del mito religioso (como
representación del ideal – y aspiración – de mujer) y un sucinto análisis de una parte del
derecho griego (como elemento vertebrador del modelo político – social). A través de
estos dos elementos se ha podido comprender mejor la consecuencia de qué manera se
produce la división entre el ámbito privado y el público, y como éstos finalmente han
recaído en mujeres y hombres respectivamente.
Sin embargo, todo panorama presenta casos excepcionales. En Esparta, aunque
el papel de la mujer no era radicalmente diferente al que se ha descrito, ésta contaba con
algo más de libertad y un prestigio mucho mayor. Asimismo, es interesante hacer un
breve repaso a algunas mujeres griegas famosas, y examinar las condiciones en las que
surgieron así como de la respetabilidad de la que gozaron
El caso particular de la mujer en Esparta
La polis de los lacedemonios poseía un rígido sistema político, que en poco se
parecía a su homologo ateniense. El régimen espartano era una oligarquía dominada por
un órgano llamado Gerousía, compuesto de 28 ancianos más los dos reyes9
. La
Gerousía ejercía una férrea vigilancia sobre la sociedad espartana, para que ésta no
abandonara sus costumbres.
9
Esparta formalmente era una diarquía
12
Paradójicamente, en esta sistema, aparentemente más represivo que el ateniense,
las mujeres disfrutaban de una mayor libertad. Las diferencias radicaban en que las
mujeres podían poseer tierras y heredar parte del patrimonio. No hay que subestimar
estas, relativamente pequeñas, ventajas ya que podían contribuir a que la mujer
alcanzara una mayor autonomía. A pesar de ello, su principal papel continuaba siendo el
alumbrar a nuevos ciudadanos, que en el caso de los espartanos debían ser sanos, pues
lo contrario en la sociedad espartana equivalía a una prematura sentencia de muerte.
Aún así, esas relativas libertades empequeñecían si se comparan con el inmenso
honor, que suponía para los lacedemonios, tener una lápida. En Esparta, solamente
había dos maneras de conseguirla: si un soldado caía en el campo de batalla, o si una
mujer moría dando a luz. Es cierto que, en ambos casos, podría parecer que no era
suficiente consuelo, sin embargo aquel símbolo era muy respetado en Esparta e
implicaba todo un honor.
En cualquier caso, cabe preguntarse sobre cuáles serían las razones de esa mayor
libertad para la mujer espartana. Para obtener una respuesta, primero habría que acudir
al elemento que rige la vida en Esparta, y éste es la guerra. Javier Negrete, en su libro,
La gran aventura de los griegos, sostiene que de igual manera que durante la Segunda
Guerra Mundial las mujeres experimentaron una mayor autonomía, en Esparta sucedía
algo parecido. En una polis en donde los hombres guerreaban constantemente, las
mujeres debían tener una mayor autonomía para poder gestionar sin éstos los
patrimonios. ¿Fue una decisión voluntaria de los espartanos? Es difícil de saber, de
todas maneras, el fuerte carácter de las mujeres espartanas era conocido en toda Grecia,
lo que debe indicar que aunque tuvieran asignado su papel, no se encontraban, por lo
general, sometidas a los hombres.
Mujeres griegas famosas
Se ha descrito la evidente situación discriminatoria sufrida por la mujer en
Grecia. Sin embargo, es necesario cuestionarse acerca de porqué aquel lastre no fue
óbice para que hubiera un número considerable de mujeres relevantes. Considero
apropiado nombrar a algunas de ellas:
- Aglaonice de Tesalia: Fue autora de Tratados y Profesora de Ciencias Naturales.
Asimismo, protagonizó una de las primeras rebeliones femeninas. En la
13
actualidad, los libros de historia la recogen como la primera astrónoma de la
Grecia antigua.
- Aspasia de Mileto: Es cierto que pudo ser conocida por su relación con Pericles.
No obstante, fue maestra de retórica y de historia. Su figura no pasó
desapercibida la Atenas de Pericles
- Hiparquía de Maronea: Fue una de las primeras mujeres que se dedicó a la
filosofía. Se le conoce por sus apariciones en cueros, con la intencionalidad de
demostrar que no necesitaba de cosas materiales.
- Safo de Lesbos: Se dedicó a la poesía y a la lírica. También fue pensadora y
estudiosa griega. Tal era su fama que los comentaristas griegos la incluyeron en
la lista de los «nueve poetas líricos».
- Cleobulina: Su historia se relaciona con la de Cleóbulo de Lindos, uno de los
siete sabios de Grecia, de la que es hija. Cleobulina, brilló con luz propia como
autora de enigmas en hexámetros.
- Artemisia I de Caria: Acabó siendo ni más ni menos que tirana de Halicarnaso.
Aunque griega participó en la Batalla de Salamina a las órdenes del rey persa
Jerjes, quien confiaba plenamente en ella, no en vano ocupó el rango de
comandante.
Esta es solo una pequeña muestra, de hecho la lista completa se alargaría
bastante más. La cantidad de mujeres de este tipo, solamente puede indicar que, a pesar
de que los griegos entendían que el lugar natural de la mujer era el ámbito privado, no
había ningún impedimento añadido para que cualquier persona griega desarrollara las
inquietudes intelectuales que deseara. Por ello, mujeres como las nombradas pudieron
contribuir al pensamiento de la humanidad y fueron tremendamente respetadas. Solo de
esa manera se puede entender que su legado haya llegado hasta nuestros días.
Es por ello, que se hace difícil comprender la intención de artículos como el de
<<Algunas consideraciones en torno a la condición de la mujer en la Grecia antigua >>,
de Paula Fuentes, cuando hace la siguiente reflexión: <<Como no podía ser de otra
manera, tratándose de ideas del pensamiento griego, se consideró que la forma de
actuar de la mujer no se regía por la razón, sino por las pasiones y la emotividad, junto
con ello se asumió su inferioridad intelectual; idea que se construye a través de los
14
siglos de la mano de la filosofía y la literatura.>>10
Asimismo, apoya esa teoría en
testimonios de Sócrates, Platón y Aristóteles. Paula parece atribuir a la totalidad de los
griegos esta opinión, lo cual parece una afirmación cuanto menos atrevida. Además
cuando nombra a estos tres autores11
, no cita que mantuvieron una visión desfavorable a
la democracia ateniense, hecho que los sitúa en un plano particular.
Por el contrario, el pensamiento de la sociedad griega no parecía ser ese, ya que
personas, no menos representativas para los griegos, como Cleóbulo de Lindos, uno de
los siete sabios, abogaba porque las mujeres también tuvieran acceso a la educación; de
manera que no debía considerarlas intelectualmente inferiores, sino equiparables al
hombre. Otro gran filósofo, Pitágoras parece que tuvo como alumna a la filósofa,
Arignota de Samos, por lo que le debía parecer sensato invertir su tiempo en enseñar sus
conocimientos a mujeres. De la misma manera, se sospecha que Aspasia influyó
considerablemente en algunas decisiones políticas de Pericles. Este conocido político,
cuyo liderazgo y talento son incuestionables, no se habría dejado aconsejar por alguien a
quien considerara intelectualmente inferior.
En este sentido, considero vital diferenciar entre aquellos griegos, que sin duda
hubo, que pudieron considerar a la mujer intelectualmente inferior; y el sentir general
que no tenía que coincidir con esa visión. De lo contrario, sería muy difícil explicar el
gran elenco de filósofas y otras pensadoras de primer nivel que tuvo Grecia. De hecho,
bastaría sencillamente con comparar la cantidad de mujeres famosas que hubo en la
Grecia antigua, con las que posteriormente contó la Edad Media, en donde la
consideración hacia la mujer era peor. No se debe olvidar que los griegos contaban
cómo Atenea fue más astuta que Poseidón.
Conclusión
A través de este trabajo, he pretendido explicar sobre qué pilares se asentó la
discriminación hacia la mujer griega. La mujer en la Antigua Grecia tenía asignado un
doble objetivo: alumbrar nuevos ciudadanos y encargarse de la organización del oikos.
Para que la mujer cumpliera con ese papel, había que construir una identidad de género
10
SANTIBÁÑEZ FUENTES, Paula. Algunas consideraciones en torno a la condición de la mujer en la
Grecia antigua. Intus-Legere Historia / issn 0718-5456 / Año 2012, Vol. 6, Nº 1; pp. 7-18. Págs. 10 – 11.
11
Sócrates fue maestro de Platón, al que parece que contagió su animadversión por la democracia
ateniense. De la misma manera, Sócrates aunque más moderado en ese sentido, tampoco contemplaba la
democracia ateniense con un gran entusiasmo.
15
que fuera favorable a la consecución de esas metas. Para ello, yo entiendo que la
religión griega ha tenido un papel destacado, y que Hera representa la mujer ideal para
el hombre griego. Asimismo, Pandora simboliza la concepción instrumentalista que se
tenía de la mujer griega. Sin embargo, también estaba Atenea para demostrar que la
mujer no era considerada menos inteligente que los hombres. ¿Podría ser una
advertencia para que los hombres no subestimaran a las mujeres?
Sin embargo, esa situación se materializó a través del ordenamiento jurídico, el
cual consagraba una desigualdad que convertía a la mujer en una eterna menor de edad.
Para ello, la mujer contaba un minúsculo régimen de propiedad y no podía decidir con
quien contraer matrimonio, aunque sí se guardaba ciertas facultades cuando pudiera
desear divorciarse.
Todo ello desencadenó en lo que yo he denominando la diferencia fundamental.
El ámbito privado recae en la mujer y el público en el hombre. Así pues, he defendido
que uno no es menos importante que el otro, de hecho son labores complementarias;
aunque, lo inaceptable se encuentra en que la asignación se lleva a cabo en función del
género, y sin que medie voluntad alguna del sujeto en el reparto. La construcción de
género en Grecia y el patriarcado existente respondían principalmente a este motivo.
Empero, una vez examinado el original caso de Esparta, he decidido hacer
hincapié en el hecho de que todo lo anterior no tenía porqué significar que la mujer
fuera considerada intelectualmente inferior al hombre. Es cierto que tenía un papel
asignado, y en Atenas se le prohibió participar en los asuntos políticos, aunque creo que
ello responde más bien a que si ellas participaban en política no quedaría nadie para
hacerse cargo del oikos, ya que a los hombres parecía no entusiasmarles encargarse de
él. Solamente Aristófanes se planteó, en la Asamblea de las mujeres, cómo sería si en
vez de los hombres hubieran gobernado las mujeres.
Bibliografía
BUIS, Emiliano J. Matrimonios en crisis y respuestas legales: el divorcio unilateral o de
común acuerdo en el derecho ateniense. Faventia 25/1, 2003 9-29
CEPEDA, Jesús. Transmisión hereditaria a través de la mujer en la Grecia clásica.
Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, t. 13, 2000, págs. 159-186.
16
MIRÓN PÉREZ, María Dolores. El Gobierno de la casa en Atenas clásica: Género y
poder en el oikos. Stud, hist., Hs antig. 18, 2000, pp. 103-117
LERNER, Gerda. La creación del patriarcado. Editorial Crítica, S.A. Barcelona 1990
MOSSÉ, Claude. La Mujer en la Grecia (1990). Hondarribia. Editorial Nerea, S.A.
NEGRETE, Javier. La gran aventura de los griegos (2009). Madrid. La esfera de los
libros.

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  • 1. 1 La mujer en la Antigua Grecia. Género, vida y representación Juan Carlos Calomarde García Resumen: Este trabajo aborda la cuestión de la desigualdad de sexos presente en la Antigua Grecia. Para ello, se estudia la mitología griega y el derecho, de manera que se concluye que la construcción del género femenino en Grecia, responde a la intención de que la mujer se dirija el oikos, y se olvide de las labores públicas. Palabras clave: Mujer, Grecia, género, desigualdad Introducción Gerda Lerner apunta en su obra, La creación del patriarcado, que en realidad es imposible encontrar en la historia sociedades que hubieran sido matriarcales. Lo que han existido son sociedades matrilineales en las que la descendencia se producía a través de línea materna, sin embargo también en éstas, las mujeres se encontraban sometidas al poder político y social del hombre1 . La Antigua Grecia, no era ninguna excepción, y existía un patriarcado sostenido por una evidente desigualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, considero interesante llevar a cabo una aproximación dirigida a desentrañar tres aspectos sobre los que convendría profundizar. Primero, si dicha desigualdad alcanzaba, en el ámbito jurídico, los niveles que comúnmente se le atribuyen. Segundo, si más allá del mundo del derecho la mujer se encontraba igualmente sometida. Tercero y último, desentrañar si existía alguna meta concreta que dotara, para los hombres, de una finalidad práctica al patriarcado. La principal desigualdad radicaba en que la mujer, generalmente, no era considerada ciudadana. Por ese motivo, carecía de la mayoría de derechos, de manera que no podía tener apenas propiedades, ni contraer matrimonio libremente. Asimismo, en Atenas ello significó no poder ocupar cargos públicos, ni tomar la palabra en la Asamblea. Se trataba de un sistema ideado por hombres, cuya finalidad reproductiva era evidente, ya que la mujer quedaba excluida de los asuntos públicos que quedaban en 1 LERNER, Gerda. La creación del patriarcado. Editorial Crítica, S.A. Barcelona 1990
  • 2. 2 manos de los varones. Aquel hecho en Grecia, en donde la participación pública poseía gran importancia, debido a su concepción comunitaria de la vida, no era casual. Sin embargo, en la práctica las mujeres también influían en el ámbito público a través de sus maridos, hecho éste que motivó a Solón a redactar una ley que declarara nulas las decisiones que pudiera tomar un hombre bajo influencia de una mujer2 . El contenido de la ley no es digno de admiración, pero sirve para demostrar que era un hecho que podía suceder con cierta frecuencia. A pesar de ello, y aunque la desigualdad jurídico – política parezca ser clara, el caso griego tiene sus particularidades que merecen ser observadas. Y el primer matiz en donde el pensamiento griego cobra mayor originalidad en su mitología. Una reconstrucción del género femenino griego a través de la mitología La religión griega es una excelente manera de acercarnos al pensamiento griego. Evidentemente, la finalidad de los mitos era dar explicación a hechos que no podían ser comprendidos de manera racional, como por ejemplo los fenómenos meteorológicos. Asimismo, a través de los mitos es posible conocer mejor a los griegos, o al menos la visión que ellos tenían de sí mismos. En cualquier caso, conviene remarcar que los acercamientos que se produzcan en este sentido deben tener en cuenta que se trata de recreaciones. Por tanto, si el objetivo de estudiar a la religión antigua es conocer a la mujer griega, habrá que considerar que nos encontraremos ante una representación o idealización que los hombres hacen de ellas. Sin embargo, si se aspira a descubrir los aspectos que contribuyeron a modelar al género femenino, es una fuente valiosísima, ya que éste, de igual manera que la religión, fue construido por los varones de aquella época. Por lo tanto, estudiar algunos mitos de la religión griega nos ayudará a comprender de qué manera el hombre antiguo diseñó el género que las mujeres griegas interiorizaron. En este sentido, hay que destacar que no se trata de una religión de carácter misógino, sobre todo si se compara con otras religiones que surgieron posteriormente, aunque al ser creada por hombres sitúa a la mujer en un plano de inferioridad. Empero, y a pesa de ello, se trata de una inferioridad que en muchos aspectos debería matizarse, tal y como se hará a continuación. 2 MIRÓN PÉREZ, María Dolores. El Gobierno de la casa en Atenas clásica: Género y poder en el Oikos. Stud, hist., Hs antig. 18, 2000, pp. 103-117. Pág. 110.
  • 3. 3 Es importante tener en cuenta, que aunque los dioses son proyecciones del hombre de su tiempo, puede no resultado acertado trasladar completamente el comportamiento de los dioses a la sociedad griega, pues no hay que olvidar que también son relatos de ficción. Sin embargo, por lo menos en los mitos que se van a analizar inmediatamente, sí es posible observar ciertos matices de lo narrado, para poder extraer ideas acerca del comportamiento de la sociedad griega. El mito de Pandora Cualquier análisis que estudie a la mujer y la religión griega debe comenzar por el archiconocido mito de Pandora. No obstante, la historia comienza con Prometeo, quien según los griegos, fue quien creó al ser humano, y le regaló el don del fuego. No obstante, este hecho, junto a otros anteriores, encolerizó a Zeus y le acabó imponiendo uno de los castigos más crueles y conocidos de la mitología3 . Posteriormente, el dios de dioses acabó de urdir su venganza también para con la humanidad, y por ello ordenó crear a Pandora, y entregársela, junto con una tinaja que la mujer no debía abrir, en matrimonio a Epimeteo, quien ingenuamente aceptó. Pandora, con el tiempo no pudo resistir la tentación de mirar que contenía aquella tinaja y al abrirla surgieron de ella los males del mundo, tales como el hambre, la vejez, la enfermedad, etc. Pero, es curioso que aquella ánfora, en lo más profundo de su interior, contuviera también la esperanza. Es posible establecer inmediatamente un paralelismo con la mitología cristiana. Eva, también con su curiosidad, parece que condenó a la humanidad. Sin embargo, el interrogante respecto de Pandora es, ¿por qué aquel recipiente también contenía la esperanza? Es decir, ¿qué impulso a los hombres que escribieron aquel relato a relacionar el comportamiento femenino con los males del mundo, pero también con la esperanza? La esperanza es un elemento con connotaciones absolutamente positivas, y el hecho de que fuera una mujer quien la llevara a la humanidad no hay que pasarlo por alto. Ello tampoco implica ignorar que los griegos concebían a la mujer como la portadora de los males que asolaban a todos los hombres, pero fue precisamente eso: “solamente” la portadora. 3 El castigo consistía en que una vez Prometeo fue atado a una roca, un buitre (también se habla de un águila) le devoraba por el día el hígado y las vísceras. Por la noche estas partes se regeneraban, pero al día siguiente el buitre volvía picotear sobre los órganos de Prometeo. De esta manera, el tormento debería ser absolutamente insufrible. Y así continuó siéndolo hasta que Heracles lo liberó.
  • 4. 4 La consecuencia de que los dioses enviaran los males a la humanidad descansa sobre la actuación de Prometeo, no como en la mitología cristiana quien fue Eva la principal incitadora. En la mitología griega parece que la mujer cumple más el papel de medio, ya que ella transportaba las penurias en su ánfora, pero no tenía culpa alguna de ello. Esa visión pragmática de la mujer, como instrumento parece encajar mejor con lo que pudo ser el mundo griego antiguo, ya que también era vista como necesaria para alumbrar a nuevos ciudadanos. Una visión de la mujer que la relegaba al ámbito privado, pero no porque se le considerara mala o incapaz, sino porque la sociedad griega se identificaba en términos de esa división competencial. Una división que, evidentemente, beneficiaba a los varones, quienes habían diseñado el sistema y decidieron aprovecharse de él, atribuyéndose las labores de gobierno. Por otra parte, siempre quedará el interrogante de la urgencia con la que procedió Prometeo para entregar el fuego a los hombres. Si antes de que Pandora abriera su ánfora no existía el hambre ni la enfermedad, ¿para qué necesitaba el ser humano el fuego?, ¿acaso Prometeo intuía que Zeus tenía pensado enviar esas calamidades a la humanidad de igual manera? De ser así, ¿cómo se las habría hecho llegar? La disputa entre Atenea y Poseidón Otro de los casos más significativos, en relación con el tema en cuestión, es la disputa que protagonizaron Atenea y Poseidón, por el dominio de la región del Ática. Los habitantes de esta zona deseaban situarse bajo la égida de alguno de estos dos dioses, y darle su nombre a la polis. De esta manera, los habitantes del Ática pidieron a los dioses que les otorgaran un regalo, para que así pudieran elegir el que más les gustase. A continuación, Poseidón golpeó con su tridente una roca y de ella brotó un manantial de agua salada (en ocasiones se habla también de un caballo). Por el contrario, Atenea creó un olivo. Los ciudadanos optaron por considerar más útil el regalo de Atenea, ya que de él podrían obtener alimento, mientras que el manantial de agua salada, como es natural, no lo consideraron especialmente aprovechable. Por consiguiente, Atenea pasó a convertirse en la diosa principal de la ciudad, la cual recibió por nombre Atenas.
  • 5. 5 En este mito, la mujer vence al hombre, y lo hace además por méritos propios, ya que demuestra comprender mejor las necesidades de los humanos (no en vano era la diosa de la inteligencia). De esta manera, es posible que los griegos, y en concreto los atenienses, observen en la mujer las cualidades propicias para dirigir algunos asuntos particulares, ya que si los hombres mandaran en el oikos (la concepción griega de hogar) podrían dilapidar la fortuna si emulan el acto de Poseidón. Asimismo, también existe una famosa interpretación del mito que busca responder al porqué las mujeres no participan en la vida pública. Se dice, que los hombres votaron a favor de Poseidón y las mujeres por Atenea, así que el primero, enfurecido al perder los comicios por un solo voto, inundó el Ática. De modo que, la condición para que las aguas volvieran a su sitio fue privar a las mujeres del voto. Este es un buen ejemplo, de cómo a través de la religión se pretende justificar un comportamiento que probablemente se comprenda al observar los elementos patriarcales presentes en la sociedad ateniense. Sin embargo, ello no es óbice para destacar cómo la sociedad griega narraba sin problema alguno como su temible dios Poseidón perdió contra Atenea, que era una diosa, pero también mujer. De la misma manera, la importancia de este mito no es baladí para la sociedad ateniense, pues era el mito fundacional de su polis, en donde Atenea fue la divinidad más adorada. La relación entre Zeus y Hera El último de los hechos religiosos que va a ser tratado es la relación mantenida entre Zeus y Hera. Zeus es conocido por pretender a la casi totalidad de mujeres que se cruzaban en su camino, siendo una de las leyendas más conocidas las del Rapto de Europa4 . En ella, Zeus adoptó el aspecto de un toro bravo para poder engañar a la joven princesa fenicia, Europa, y poder llevarla a un lugar en el cual poder yacer con ella. Por el contrario, Hera es el prototipo ideal de esposa fiel, que, debido a las constantes infidelidades de su marido, pasaba la mayor parte de su tiempo urdiendo venganzas contra los amantes de éste. En este caso, Zeus representa al hombre griego, al cual le preocupa sobre todo la paternidad. La fidelidad masculina en el matrimonio (sin olvidar que los griegos no tenían una palabra específica para él) era más laxa que como podría entenderse en la 4 Esta leyenda ha sido inmortalizada en varios óleos, destacando especialmente el pintado en 1590 por Martin de Vos.
  • 6. 6 actualidad. Precisamente, lo que preocupaba al hombre griego era dejar descendencia, mientras la mujer permanecía en su casa. En cambio, a la mujer se la presentaba como buena esposa y ama de casa, de hecho al no salir a la calle tanto como el hombre, tenía más difícil cometer adulterio. De todas maneras, el adulterio estaba peor considerado si lo cometía la mujer. Por ello, es posible que ellas valoraran más la fidelidad marital, ya que si se encontraban en matrimonios que normalmente no habían elegido, y pasaban una parte considerable del tiempo en sus casas, mientras sus maridos se dedicaban a asuntos públicos, es sensato que al menos esperaran que éste les fuera fiel. Conclusión Estos tres hechos religiosos ayudan a comprender un poco mejor de qué manera se fue configurando el género femenino. Gracias al mito de Pandora, pudimos observar como ésta fue utilizada por Zeus para llevar calamidades, aunque también esperanza, a la humanidad. Gracias a este mito, pudo extraerse la idea de que los griegos podían tener una visión algo instrumentalista de la mujer. Por otra parte, la disputa entre Atenea y Poseidón, nos indica que, a pesar de lo anteriormente dicho, no se tenía una concepción negativa de la mujer cuya importancia y respetabilidad en Grecia era mayor que en otras culturas. Por último, la relación entre Zeus y Hera, sí podría ser una extrapolación, aunque deliberadamente exagerada, de cómo los griegos concebían las relaciones amorosas. La mujer para el derecho griego: la eterna menor de edad El camino correcto para proseguir el análisis, es bajar de lo celestial a lo terrenal, y la mejor manera de hacerlo es acometiendo un sucinto análisis de algunos puntos del ordenamiento jurídico griego. Antes de continuar, hay que mencionar que Atenas es la polis de la que se tiene mejor conocimiento de su derecho, aunque ello no debe implicar que el estudio quede aislado del resto del territorio heleno. Aclarado este punto, el derecho se puede considerar como las reglas coercitivas que sirven para construir una determinada sociedad políticamente organizada. De ese modo, si nos fijamos en el derecho podremos otear la situación de la mujer en la ley, lo que nos ayudará a completar el análisis. En este sentido, también merece ser tenido en cuenta que el
  • 7. 7 derecho era elaborado por hombres y, primeramente, buscaban salvaguardar una condición ventajosa sobre la mujer. Por consiguiente, la mujer en Grecia, estaba en una situación en la que perennemente era considerada como menor de edad. Así pues, se encontraba subordinada legalmente, primero a su padre, y luego a su marido. Este status jurídico afectaba fundamentalmente a la hora de prestar consentimiento para casarse y a su régimen de propiedades. A pesar de ello, la mujer era indispensable para transmitir la ciudadanía. Por último, las mujeres no eran consideradas exactamente ciudadanas, así que no tenían tampoco derechos políticos, quedando los asuntos públicos en manos de los hombres. Este hecho, al que ya se ha aludido, será explicado con mayor detalle en el próximo apartado. La mujer griega no opinaba respecto al hecho de contraer matrimonio. Desde pequeña se encontraba bajo la tutela del llamado kirios, normalmente su padre, quien tenía encomendado también el cuidado de sus hermanos menores de edad, y de su madre. Una vez la mujer alcanzaba cierta edad, su kirios debía negociar la llamada dote con el hombre que la pretendía. Ésta era el conjunto de bienes que el padre entregaba al hombre que contraía matrimonio con su tutelada. Este acuerdo recibía el nombre de engye, al cual le seguía el llamado gamos que se producía cuando la mujer se instalaba en casa de su nuevo marido. Todo ese proceso debía ser negociado por hombres, si no era el padre, podría ser su hermano e incluso su abuelo (paterno). Si la convivencia no funcionaba y el divorcio se presentaba como inevitable, éste, en primer lugar, era presentado por el marido, quien sencillamente a través del repudio echaba a la mujer de casa y ésta era devuelta a su familia. A su vez, incluso el propio padre de la mujer, en algunos casos, y siempre que aún no hubieran hijos, podría ejercer la llamada <<sustracción>>. A pesar de esas acciones, la mujer también podía elegir divorciarse de manera unilateral, aunque este proceso a priori podría resultar más complicado. En principio, se contempla que la mujer para conseguir el divorcio debía hacerlo a través de su kirios, que en aquellos momentos sería su marido. Sin embargo, la rigidez del derecho griego (en este caso ateniense) no es tal, y hay testimonios de mujeres que buscaron divorciarse directamente5 . En esos casos, la mujer podía usar la llamada deserción o abandono, aunque para que éste fuera válido debía presentarse ante un arconte. Esto parece 5 Como ejemplo es posible citar el caso (y otros más) de Hipareta, la mujer de Alcibíades, recogidos en el libro de Claude Mossé: La Mujer en la Grecia. Págs. 62 y siguientes.
  • 8. 8 indicarnos que el día a día de la mujer griega no tenía que ser tan estricto, como la propia normativa da a entender. En cualquier caso, lo recogido, en referencia al matrimonio, situaba en un plano mucho más ventajoso al hombre, quien además de poder divorciarse de la mujer con mucha más facilidad, tenía la posibilidad de elegir mediante la negociación con su kirios. Este ordenamiento jurídico buscaba materializar el papel de la mujer como “criadora de ciudadanos”. Evidentemente, conocían que esa función que llevaba a cabo la mujer era necesaria, sin embargo se la imponían a través de medidas legales de carácter coercitivo. La desigualdad de géneros también afecta a otro aspecto tan importante como es el régimen de propiedades. Jesús Cepeda recoge en un artículo suyo que <<Una mujer no podía entrar en una transacción económica más allá del valor de un medimno de cebada, medida que podría alimentar a una familia durante cinco o seis días>>6 Esta afirmación choca con aquellas que sostienen que la mujer no tenía posesiones o capacidad de negociación en la Antigua Grecia. Obviamente, cualquier comparación con las propiedades que podía amasar un hombre arrojaría un resultado claramente desigual, aunque las mujeres sí podían tener objetos personales. El significado de esta limitación nuevamente va encaminado a modelar un tipo de persona cuya vida transcurrirá mayormente en el interior de su casa. De esa manera, se les permitía tener ciertos utensilios siempre y cuando fueran útiles en ese ámbito, otro tipo de objetos más encaminados a ser utilizados en el exterior no serían adecuados para mantener el objetivo señalado. Asimismo, las mujeres tampoco podían heredar, ya que eso lo hacían sus hermanos. Sin embargo, en ausencia de éstos se producía un hecho curioso, y es que la mujer que se encontraba en esa situación pasaba a ser epíclera, por lo que retendría temporalmente esos bienes, hasta que se casaba y entonces sí, pasaban a sus herederos. Por último, es interesante fijar la atención en un aspecto muy llamativo. Las mujeres atenienses también sirven para transmitir legalmente la ciudadanía, ya que el hijo de una mujer no ateniense, el conocido como metréxenos, no tenía rango de ciudadano. Este hecho puede interpretarse desde una doble visión. La primera de ellas concluiría que ello refuerza la idea de que el papel de la mujer es meramente reproductor. La segunda, incluso sin suponer forzosamente una contradicción con la 6 CEPEDA, Jesús. Transmisión hereditaria a través de la mujer en la Grecia clásica. Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, t. 13, 2000, págs. 159-186. Págs. 161 - 162
  • 9. 9 primera, podría implicar un reconocimiento a la importancia de la mujer ateniense, ya que convierten su participación en un elemento indispensable para perpetuar la ciudadanía. De modo que, si el varón tuviera descendencia con una extranjera, sus hijos no podrían ser ciudadanos atenienses. La diferencia fundamental: el ámbito publico es masculino y el privado femenino Este hecho ya ha sido nombrado en varias ocasiones a lo largo del trabajo. Y es que, podría considerarse como la consecuencia principal a la que se ve abocada toda la construcción relacionada con el género femenino. Tanto la idealización representada a través de la mitología, como el ordenamiento jurídico, van guiando a los griegos hacia esta dualidad. Una dualidad que, como tal, es necesaria para el correcto funcionamiento de la sociedad griega y, más en concreto, las polis que tengan regímenes como el ateniense. Es cierto, que en teoría es el hombre quien “cede” ese gobierno de la casa a su esposa, pues no hay que olvidar que él es el kirios, quedando la mujer a merced de su tutela. Sin embargo, parece ser que es habitual que el varón delegue en su esposa estas labores. El oikos, como ámbito correspondiente a la mujer, es un concepto que incluye, además de la casa como entidad física, los bienes que en ella habitan, y también la familia. Por tanto, la mujer quedaba como verdadera ama o reina de la casa, ya que no le correspondían, por ejemplo, labores de limpieza, puesto que éstas recaían sobre los esclavos. La mujer <<administra los bienes de la casa, controla los ingresos y gastos, cuida los productos almacenados en ella, distribuye y dirige los trabajos domésticos de las esclavas y esclavos, a los que está encargada de educar y cuidar (7, 35-37, 41), y, en suma, se ocupa del gobierno de lo de dentro, de un modo comparable a como la reina abeja dirige la colmena (7, 33-34). >>7 . No se trata, de un concepto equiparable al que se entiende actualmente por ama o amo de casa, sino se trata de un verdadero gestor de los recursos económicos y humanos del oikos. Mientras tanto, el hombre también se encarga de representar ese oikos hacia el exterior, aunque sus labores públicas eran otras. Los varones podían votar en la asamblea, ocupar cargos y formar parte de los tribunales. En ese sentido, la democracia 7 MIRÓN PÉREZ, María Dolores. El gobierno de la casa en Atenas clásica: Género y poder en el Oikos. Stud, hist., Hs antig. 18, 2000, pp. 103-117. Pág. 107
  • 10. 10 ateniense, y otros sistemas parecidos, lograron cotas de participación altísimas, aunque éstas no alcanzaban a todas las personas, ni tan si quiera a todos los hombres. Un análisis de esta dualidad, primeramente debería destacar que el papel de la mujer no se consideraba poco importante, ya que los griegos conocían perfectamente que sin él no podría desarrollarse la civilización griega. Ahora bien, dicho papel fue interiorizado por las mujeres como algo natural, predestinado incluso, puesto que ellas mismas colaboraban en reproducir estos mismos esquemas en sus hijos e hijas. Lo cuestionable, es que alrededor de una categoría como es el sexo (hombre/mujer) se diseñó todo un esquema social y político. El ideal de mujer sobre el que se construyó esta organización fue Hera, la esposa de Zeus. Esa idea celestial consiguió ser descendida hasta lo humano para cobrar forma en la mujer griega. Para comprender mejor dicha construcción, es interesante rescatar ese doble concepto de <<patriarcado de coerción>> y <<patriarcado de consentimiento>>, desarrollado por Alicia Puleo. El primero de ellos se impone mediante la fuerza o coerción (como pueda ser el derecho); el segundo funciona de una manera más sutil, y consigue consolidar una aparente libertad que, en realidad, encubre un sistema que impulsa a alcanzar unas metas que ya se encuentran absolutamente prefijadas y son coincidentes con los intereses del varón. Considero, que en algunas sociedades ambos tipos de patriarcado se encuentran entrelazados y el éxito de éste dependerá de la buena sintonía entre ambos. En la sociedad griega esa coerción se ejercía impidiendo a la mujer formar parte de la Asamblea; no pudiendo elegir con quien se casa; o limitando su régimen de propiedades. El aspecto sutil se correspondería con la interiorización de algunos valores de la religión griega, y también con la aceptación tácita del rol asignado. Todo ello desemboca en esa rígida dualidad que separa a hombres y mujeres en ámbitos distintos. Aunque, y a pesar de ello, no creo que el problema se centre en que a uno le corresponde el oikos y a otro lo público, ya que por ejemplo Jenofonte tenía muy claro que ambos son complementarios e igualmente necesarios y dependientes8 . El principal inconveniente se encuentra en que un ámbito pertenece <<naturalmente>> (también como arguye Jenofonte) a uno u otro género, negando por tanto la posibilidad de elegir. De hecho, todo el entramado analizado, puede estar dirigido a que esta imposibilidad no sea cuestionada. 8 MIRÓN PÉREZ, María Dolores. El gobierno de la casa en Atenas clásica: Género y poder en el Oikos. Stud, hist., Hs antig. 18, 2000, pp. 103-117. Pág. 107
  • 11. 11 Sin embargo, si los que confeccionaron el sistema (los varones) establecieron que la división debía ser de esa manera, también debe hacernos reflexionar. ¿Fue una elección totalmente consciente?, ¿o por el contrario se trataba de un pensamiento heredado que los griegos solamente trasladaron a su organización? En este sentido, hay que recordar que desde la sedentarización humana, los que fueron cazadores, y no se adaptaron totalmente a este nuevo modo de vida, acabaron ocupando puestos de vigilancia y defensa en estos primeros poblados. Dichos puestos recayeron sobre hombres, mientras que las mujeres, mayores conocedoras de las plantas, centraron su labor en la agricultura. Es decir, desde una época muy temprana los hombres ocuparon la parcela “exterior” al hogar, mientras a la mujer se le asignó la parcela “interior”. Dos últimas consideraciones El estudio se ha centrado en la interpretación del mito religioso (como representación del ideal – y aspiración – de mujer) y un sucinto análisis de una parte del derecho griego (como elemento vertebrador del modelo político – social). A través de estos dos elementos se ha podido comprender mejor la consecuencia de qué manera se produce la división entre el ámbito privado y el público, y como éstos finalmente han recaído en mujeres y hombres respectivamente. Sin embargo, todo panorama presenta casos excepcionales. En Esparta, aunque el papel de la mujer no era radicalmente diferente al que se ha descrito, ésta contaba con algo más de libertad y un prestigio mucho mayor. Asimismo, es interesante hacer un breve repaso a algunas mujeres griegas famosas, y examinar las condiciones en las que surgieron así como de la respetabilidad de la que gozaron El caso particular de la mujer en Esparta La polis de los lacedemonios poseía un rígido sistema político, que en poco se parecía a su homologo ateniense. El régimen espartano era una oligarquía dominada por un órgano llamado Gerousía, compuesto de 28 ancianos más los dos reyes9 . La Gerousía ejercía una férrea vigilancia sobre la sociedad espartana, para que ésta no abandonara sus costumbres. 9 Esparta formalmente era una diarquía
  • 12. 12 Paradójicamente, en esta sistema, aparentemente más represivo que el ateniense, las mujeres disfrutaban de una mayor libertad. Las diferencias radicaban en que las mujeres podían poseer tierras y heredar parte del patrimonio. No hay que subestimar estas, relativamente pequeñas, ventajas ya que podían contribuir a que la mujer alcanzara una mayor autonomía. A pesar de ello, su principal papel continuaba siendo el alumbrar a nuevos ciudadanos, que en el caso de los espartanos debían ser sanos, pues lo contrario en la sociedad espartana equivalía a una prematura sentencia de muerte. Aún así, esas relativas libertades empequeñecían si se comparan con el inmenso honor, que suponía para los lacedemonios, tener una lápida. En Esparta, solamente había dos maneras de conseguirla: si un soldado caía en el campo de batalla, o si una mujer moría dando a luz. Es cierto que, en ambos casos, podría parecer que no era suficiente consuelo, sin embargo aquel símbolo era muy respetado en Esparta e implicaba todo un honor. En cualquier caso, cabe preguntarse sobre cuáles serían las razones de esa mayor libertad para la mujer espartana. Para obtener una respuesta, primero habría que acudir al elemento que rige la vida en Esparta, y éste es la guerra. Javier Negrete, en su libro, La gran aventura de los griegos, sostiene que de igual manera que durante la Segunda Guerra Mundial las mujeres experimentaron una mayor autonomía, en Esparta sucedía algo parecido. En una polis en donde los hombres guerreaban constantemente, las mujeres debían tener una mayor autonomía para poder gestionar sin éstos los patrimonios. ¿Fue una decisión voluntaria de los espartanos? Es difícil de saber, de todas maneras, el fuerte carácter de las mujeres espartanas era conocido en toda Grecia, lo que debe indicar que aunque tuvieran asignado su papel, no se encontraban, por lo general, sometidas a los hombres. Mujeres griegas famosas Se ha descrito la evidente situación discriminatoria sufrida por la mujer en Grecia. Sin embargo, es necesario cuestionarse acerca de porqué aquel lastre no fue óbice para que hubiera un número considerable de mujeres relevantes. Considero apropiado nombrar a algunas de ellas: - Aglaonice de Tesalia: Fue autora de Tratados y Profesora de Ciencias Naturales. Asimismo, protagonizó una de las primeras rebeliones femeninas. En la
  • 13. 13 actualidad, los libros de historia la recogen como la primera astrónoma de la Grecia antigua. - Aspasia de Mileto: Es cierto que pudo ser conocida por su relación con Pericles. No obstante, fue maestra de retórica y de historia. Su figura no pasó desapercibida la Atenas de Pericles - Hiparquía de Maronea: Fue una de las primeras mujeres que se dedicó a la filosofía. Se le conoce por sus apariciones en cueros, con la intencionalidad de demostrar que no necesitaba de cosas materiales. - Safo de Lesbos: Se dedicó a la poesía y a la lírica. También fue pensadora y estudiosa griega. Tal era su fama que los comentaristas griegos la incluyeron en la lista de los «nueve poetas líricos». - Cleobulina: Su historia se relaciona con la de Cleóbulo de Lindos, uno de los siete sabios de Grecia, de la que es hija. Cleobulina, brilló con luz propia como autora de enigmas en hexámetros. - Artemisia I de Caria: Acabó siendo ni más ni menos que tirana de Halicarnaso. Aunque griega participó en la Batalla de Salamina a las órdenes del rey persa Jerjes, quien confiaba plenamente en ella, no en vano ocupó el rango de comandante. Esta es solo una pequeña muestra, de hecho la lista completa se alargaría bastante más. La cantidad de mujeres de este tipo, solamente puede indicar que, a pesar de que los griegos entendían que el lugar natural de la mujer era el ámbito privado, no había ningún impedimento añadido para que cualquier persona griega desarrollara las inquietudes intelectuales que deseara. Por ello, mujeres como las nombradas pudieron contribuir al pensamiento de la humanidad y fueron tremendamente respetadas. Solo de esa manera se puede entender que su legado haya llegado hasta nuestros días. Es por ello, que se hace difícil comprender la intención de artículos como el de <<Algunas consideraciones en torno a la condición de la mujer en la Grecia antigua >>, de Paula Fuentes, cuando hace la siguiente reflexión: <<Como no podía ser de otra manera, tratándose de ideas del pensamiento griego, se consideró que la forma de actuar de la mujer no se regía por la razón, sino por las pasiones y la emotividad, junto con ello se asumió su inferioridad intelectual; idea que se construye a través de los
  • 14. 14 siglos de la mano de la filosofía y la literatura.>>10 Asimismo, apoya esa teoría en testimonios de Sócrates, Platón y Aristóteles. Paula parece atribuir a la totalidad de los griegos esta opinión, lo cual parece una afirmación cuanto menos atrevida. Además cuando nombra a estos tres autores11 , no cita que mantuvieron una visión desfavorable a la democracia ateniense, hecho que los sitúa en un plano particular. Por el contrario, el pensamiento de la sociedad griega no parecía ser ese, ya que personas, no menos representativas para los griegos, como Cleóbulo de Lindos, uno de los siete sabios, abogaba porque las mujeres también tuvieran acceso a la educación; de manera que no debía considerarlas intelectualmente inferiores, sino equiparables al hombre. Otro gran filósofo, Pitágoras parece que tuvo como alumna a la filósofa, Arignota de Samos, por lo que le debía parecer sensato invertir su tiempo en enseñar sus conocimientos a mujeres. De la misma manera, se sospecha que Aspasia influyó considerablemente en algunas decisiones políticas de Pericles. Este conocido político, cuyo liderazgo y talento son incuestionables, no se habría dejado aconsejar por alguien a quien considerara intelectualmente inferior. En este sentido, considero vital diferenciar entre aquellos griegos, que sin duda hubo, que pudieron considerar a la mujer intelectualmente inferior; y el sentir general que no tenía que coincidir con esa visión. De lo contrario, sería muy difícil explicar el gran elenco de filósofas y otras pensadoras de primer nivel que tuvo Grecia. De hecho, bastaría sencillamente con comparar la cantidad de mujeres famosas que hubo en la Grecia antigua, con las que posteriormente contó la Edad Media, en donde la consideración hacia la mujer era peor. No se debe olvidar que los griegos contaban cómo Atenea fue más astuta que Poseidón. Conclusión A través de este trabajo, he pretendido explicar sobre qué pilares se asentó la discriminación hacia la mujer griega. La mujer en la Antigua Grecia tenía asignado un doble objetivo: alumbrar nuevos ciudadanos y encargarse de la organización del oikos. Para que la mujer cumpliera con ese papel, había que construir una identidad de género 10 SANTIBÁÑEZ FUENTES, Paula. Algunas consideraciones en torno a la condición de la mujer en la Grecia antigua. Intus-Legere Historia / issn 0718-5456 / Año 2012, Vol. 6, Nº 1; pp. 7-18. Págs. 10 – 11. 11 Sócrates fue maestro de Platón, al que parece que contagió su animadversión por la democracia ateniense. De la misma manera, Sócrates aunque más moderado en ese sentido, tampoco contemplaba la democracia ateniense con un gran entusiasmo.
  • 15. 15 que fuera favorable a la consecución de esas metas. Para ello, yo entiendo que la religión griega ha tenido un papel destacado, y que Hera representa la mujer ideal para el hombre griego. Asimismo, Pandora simboliza la concepción instrumentalista que se tenía de la mujer griega. Sin embargo, también estaba Atenea para demostrar que la mujer no era considerada menos inteligente que los hombres. ¿Podría ser una advertencia para que los hombres no subestimaran a las mujeres? Sin embargo, esa situación se materializó a través del ordenamiento jurídico, el cual consagraba una desigualdad que convertía a la mujer en una eterna menor de edad. Para ello, la mujer contaba un minúsculo régimen de propiedad y no podía decidir con quien contraer matrimonio, aunque sí se guardaba ciertas facultades cuando pudiera desear divorciarse. Todo ello desencadenó en lo que yo he denominando la diferencia fundamental. El ámbito privado recae en la mujer y el público en el hombre. Así pues, he defendido que uno no es menos importante que el otro, de hecho son labores complementarias; aunque, lo inaceptable se encuentra en que la asignación se lleva a cabo en función del género, y sin que medie voluntad alguna del sujeto en el reparto. La construcción de género en Grecia y el patriarcado existente respondían principalmente a este motivo. Empero, una vez examinado el original caso de Esparta, he decidido hacer hincapié en el hecho de que todo lo anterior no tenía porqué significar que la mujer fuera considerada intelectualmente inferior al hombre. Es cierto que tenía un papel asignado, y en Atenas se le prohibió participar en los asuntos políticos, aunque creo que ello responde más bien a que si ellas participaban en política no quedaría nadie para hacerse cargo del oikos, ya que a los hombres parecía no entusiasmarles encargarse de él. Solamente Aristófanes se planteó, en la Asamblea de las mujeres, cómo sería si en vez de los hombres hubieran gobernado las mujeres. Bibliografía BUIS, Emiliano J. Matrimonios en crisis y respuestas legales: el divorcio unilateral o de común acuerdo en el derecho ateniense. Faventia 25/1, 2003 9-29 CEPEDA, Jesús. Transmisión hereditaria a través de la mujer en la Grecia clásica. Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua, t. 13, 2000, págs. 159-186.
  • 16. 16 MIRÓN PÉREZ, María Dolores. El Gobierno de la casa en Atenas clásica: Género y poder en el oikos. Stud, hist., Hs antig. 18, 2000, pp. 103-117 LERNER, Gerda. La creación del patriarcado. Editorial Crítica, S.A. Barcelona 1990 MOSSÉ, Claude. La Mujer en la Grecia (1990). Hondarribia. Editorial Nerea, S.A. NEGRETE, Javier. La gran aventura de los griegos (2009). Madrid. La esfera de los libros.