2. Organizaciones ambientales manifestaron su preocupación
por un nuevo proyecto nuclear que se instalaría en
la Patagonia argentina, a unos 600 kilómetros de la región
de Aysén. Esto, en el marco de un acuerdo que el
presidente, Mauricio Macri, firmó con su par chino Xi
Jinping, en mayo pasado, en materia energética.
Se trata de la instalación de un reactor nuclear que
comprometería territorio argentino de la provincia de Río
Negro, localizada a unos 600 kilómetros del límite chileno
en la región de Aysén. El reactor tendría una potencia de
1.150 megawatts y se ubicaría en un sector cercano al Golfo
de San Matías y la Península Valdés, ambas zonas
declaradas Patrimonio Mundial Natural por la Unesco.
3. Esto responde a una política energética que Macri ha venido
levantando desde hace meses atrás. En 2016, el gobierno argentino
solicitó el ingreso a la Agencia de Energía Nuclear (AEN), entidad que
articula la cooperación entre los países que cuentan con tecnología
nuclear avanzada.
En mayo pasado la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) aceptó su petición bajo el criterio de que todos los
proyectos desarrollados con este tipo de energía deben tener fines
exclusivamente pacíficos.
Posteriormente, se firmó un acuerdo comercial con su par chino Xi
Jinping para financiar dos centrales nucleares, que tendrían fecha de
construcción para 2018 y 2020.
El director del Comité Pro Defensa Flora y Fauna (Codeff), Peter
Hartmann comentó una situación paradójica respecto del tema:
“Mientras el presidente Macri firmaba el acuerdo con China para instalar
dos nuevos reactores, un trabajador fallecía envenenado por agua que
contenía material radioactivo en ese país”. En medios de prensa locales,
se detallaba que el caso respondía a un intento de homicidio y que los
análisis realizados al trabajador arrojaron una radiación de “130 y 180
milisieverts, cuando la medida máxima tolerada para un funcionario
expuesto a la actividad nuclear es de 20 milisievrts por año”.
4. Con estos antecedentes, se evidenciaba el alto riesgo humano y
tecnológico de utilizar este tipo de energía. Ante cualquier
accidente nuclear se tiene una radiación atómica en la zona que
se extiende por 300 mil años.
Lo otro son los residuos nucleares donde la radiación dura
exactamente lo mismo. Además, esas centrales necesitan
combustible que es el uranio y que en este momento los
argentinos lo están importando.
5. Especialistas enfatizaron que esta es una amenaza a territorios
comunes y que el daño a los ecosistemas no responde a divisiones
fronterizas. Por lo mismo, se explicó que se han realizado reuniones
con las organizaciones ciudadanas del país vecino para acordar
acciones conjuntas, una de ellas es la campaña que ha iniciado
la Asamblea de Chubut “En la Patagonia NO”.
En los proyectos de cooperación energética binacional debería quedar
eliminado el intercambio con algún material radioactivo proveniente
de este tipo de centrales.
En este contexto, un grupo de organizaciones de la Patagonia argentina
dirigieron una carta al Embajador de China en ese país, Yang Wanming,
expresando:
“Más allá de la decisión de los gobiernos argentino y rionegrino, los
habitantes patagónicos rechazan dicha acción por inconsulta, arbitraria
e ilegítima. Por considerar esta fuente de energía como sucia, peligrosa
y costosa”.
6. No sólo se rechaza la central nuclear sino el circuito
completo del uranio, desde la prospección hasta los
residuos, la infraestructura asociada y los usos que se
le quiere dar a esa energía, especialmente porque cada
uno de esos procesos contradice los objetivos y
compromisos de atender el cambio climático.
Cabe destacar que de concretarse la construcción de
estas dos centrales nucleares, Argentina se convertiría
en el país con más plantas nucleares de América
Latina, superando a Brasil que cuenta con tres y
México con dos reactores.