1. Arzobispado de Arequipa
Domingo
07 de junio
del 2015
LA ColumnA
De Mons. Javier Del Río Alba
CORPUS CHRISTI
La Iglesia católica celebra hoy la solemnidad del
Cuerpo y la Sangre de Cristo, más conocida por
su nombre en latín: Corpus Christi. Esta fiesta
nos remonta a la Última Cena, es decir a ese acto
a través del cual nuestro Señor Jesucristo,
mediante los signos que realiza, anticipa lo que
pocos momentos después realizará en su propio
cuerpo. Me refiero al gran misterio de su pasión,
muerte y resurrección. Misterio de amor a través
del cual Jesús, verdadero Dios y verdadero
hombre, se entrega a la muerte por nosotros, para
cumplir así a plenitud la misión para la cual el
Padre lo ha enviado. Gracias a ese acto de amor,
nuestros pecados quedan perdonados en la
sangreredentoradenuestroSeñor Jesucristo.
En la Cruz, Jesús se entrega a la muerte
totalmente confiado a la voluntad de su Padre,
porque sabe que su Padre no lo va a abandonar en
la muerte. Y, ciertamente, Dios Padre acoge el
sacrificio de su Hijo, lo resucita de entre los
muertos y, llevándolo con Él al Cielo, el Padre y
el Hijo nos envían desde ahí al Espíritu Santo,
que los cristianos recibimos el día de nuestro
bautismo y de nuestra confirmación. Es el
mismo Espíritu que Dios envía a la Iglesia cada
día, de modo especial cuando celebramos el
sacramento de la Eucaristía, en el cual hacemos
memoria de la pasión, muerte y resurrección de
nuestro Señor Jesucristo y Él se nos entrega en su
cuerpoyensu sangre.
Por eso, por un lado, la fiesta del Corpus Christi
nos traslada al Cenáculo, al lugar donde se
celebró la Ultima Cena, pero al mismo tiempo
nos recuerda la presencia permanente de Jesús
entre nosotros. Cuando Jesús subió al Cielo no se
olvidó de la Iglesia, ni de la humanidad, sino que
ha querido quedarse con nosotros; y esa
presencia real de Jesús de Nazaret, verdadero
Dios y verdadero hombre, esa presencia real en
su cuerpo y en su sangre, en su alma y en su
divinidad, es decir todo Él presente en este
mundo, está contenida en el sacramento de la
Eucaristía, en ese pan y ese vino que, a través de
las palabras de consagración pronunciadas por el
sacerdote, Dios mismo los transforma en el
cuerpoylasangredeCristo.
En la santísima Eucaristía se encierra todo el
bien espiritual de la Iglesia. La Eucaristía es
como el corazón vibrante de la Iglesia. La fiesta
del Corpus Christi nos recuerda que Dios nos ha
creado para vivir en comunión con Él y con
todos los hombres, para que participemos de la
victoria de Jesucristo sobre el pecado y la
muerte. En ese sentido, esta fiesta es también una
invitación a participar siempre en la Misa
dominical y a, debidamente confesados, recibir
en ella la comunión eucarística, el cuerpo y la
sangre de Cristo, para experimentar en lo
profundo de nuestro ser que también nosotros,
pocoapoco,vamossiendodivinizados.
Finalmente, la fiesta del Corpus Christi nos
recuerda también que la presencia real de Cristo
está en los sagrarios de tod s nuestros templos yo
capillas, y que Jesús espera ahí nuestra visita.
Los momentos de intimidad con Jesús ante el
sagrario nunca son tiempo perdido, porque
estando ante Él, Jesús nos da su gracia para que
nosotros podamos vivir santamente, ser felices
en este mundo y, llegado el momento partir,
alcancemos con Él la gloria de la resurrección y
vivamos con la Santísima Trinidad por toda la
eternidad.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa