1. EL LIBRO DE LOS REFLEJOS
POR KAREM (SEGUNDO AÑO)
Un día como cualquier otro me encontraba en el bosque haciendo mi trabajo de cuidar los
animales de los cazadores y caminar en busca de personas que hayan entrado sin permiso. Estaba
en mi oficina cuando escuché que reportaron un hombre enterrando algo.
—Oficial Thompson, hay un hombre alto y con su rostro cubierto enterrando algo pequeño
cubierto por unas sábanas blancas.
Me puse mi sombrero y salí de inmediato al lugar que me indicó mi compañero. En unos
minutos llegué. Había un hombre como me lo describieron terminando de enterrar un objeto.
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2. —Quédate ahí, sácate la máscara y desentierra lo que enterraste. ¿Dónde está tu permiso? —
dije, y el hombre se volteó, mostrando una máscara de scream.
Parecía una broma. Sentí un escalofrío al no recibir respuesta de su parte.
Alzó sus manos y se quitó la máscara.
Entré en shock: no tenía rostro.
Sacó un arma y me apuntó. Yo estaba asustada, no sabía qué hacer. Dejó de apuntarme, de
repente, y se disparó en la frente. Cayó al piso, salía sangre de él.
Salí corriendo a la estación de los guardabosques, les conté todo. Ellos se rieron, dijeron
que estaba alucinando. Me preguntaban si estaba bien.
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3. Les insistí varias veces y los llevé al lugar. Cuando llegamos no estaba ni el cuerpo ni la
pala.
—Lisa, ¿estás mintiendo? — dijo el oficial Tomás.
—Juro que lo vi, no sé por qué ahora no está, el tipo no tenía rostro— respondí.
Mis compañeros se fueron molestos conmigo.
Después de unas largas horas, cuando ya había anochecido y mi turno de guardia había
terminado, volví a mi casa, desconcertada por todo lo que había sucedido.
Me cambié para dormir, mañana trabajaría de nuevo, y sin embargo no podía hacerlo.
Tenía demasiada curiosidad. Quería saber si lo que el hombre había enterrado seguía en el mismo
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4. mismo lugar. 3 am. Me levanté porque sentí ruidos extraños en el baño. En el camino prendí
la luz. No noté nada extraño hasta que mi vista llegó hasta el espejo.
Me vi sin mi rostro. Y en un abrir y cerrar de ojos, mi rostro nuevamente.
¿Qué me está pasando? Volví a mi habitación, tomé las llaves de mi auto y la linterna, y
conduje hasta el bosque.
Llegué y me bajé, pero dejé prendidas las luces del auto. Prendí la linterna y caminé hacia
donde el hombre se había matado. Me sentía como si me estuvieran observando. Escarbé con mis
manos hasta tocar algo sólido, liso: era un libro.
Lo desenvolví. Parecía muy viejo y tenía un olor muy asqueroso. Olor a muerto. Al
abrirlo la linterna titiló y luego dejó de iluminar. Estaba agitada por el miedo.
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5. Escuché pasos cerca de mí, no podía ver bien. La única luz era la de la luna y las estrellas.
Oí susurros de una voz femenina. Espeluznante, la voz me decía: “cuidado”, “aléjate”. No
entendía el por qué de sus advertencias.
De repente la linterna cayó al piso y alumbró a una chica vestida de negro, tapada con un
velo blanco que le cubría el rostro.
—¿Hola…?— dije, confundida. No sabía quién era esa mujer desconocida, que lentamente
se corrió el velo. Abrí demasiado mis ojos. ¿Podía esto estar pasando?
La mujer era como una réplica de mí misma: mismo rostro, mismo cuerpo, incluso la
misma marca de nacimiento que tengo en el brazo.
Caí al suelo inconsciente presa del terror que sentí.
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6. Las horas pasaron y desperté nuevamente en mi cama. ¿Es que acaso fue un sueño?
Confundida, me levanté y fui al baño. Noté que el libro que desenterré anoche estaba en el
lavamanos, y la canilla abierta. Lo tomé y lo vi con atención. A pesar de estar en el agua, no
estaba mojado. Lo abrí. Al principio tenía una pequeña historia de cuatro páginas llamada El
clon. La leí. Era interesante y a la vez escalofriante.
Tocaron el timbre y bajé a atender. Era una de mis amigas del trabajo. Pasó.
—¿Cómo has estado, Lisa? Me dijeron que tenías alucinaciones— dijo Jannia.
—Estoy bien, y no son alucinaciones. ¡Si supieras las cosas que he visto! Parecía tan real,
aunque sé que en palabras parece mentira.
—Está bien, te creo. Te ayudaré. Porque aunque no lo creas también me han pasado cosas
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7. cosas extrañas, muy extrañas— dijo Jannia.
—¿Como cuáles? — pregunté, con curiosidad.
—Te contaré cuando vuelva del baño.
Me quedé en la sala esperando a Jannia. La televisión se cortó y la sala quedó a oscuras y
con un espeluznante silencio. Escuché golpes. Me acerqué al baño y al espejo. De allí provenían
esos ruidos fuertes pero pasmosos.
Al principio no vi nada raro. Miré atrás, luego al espejo otra vez y vi a una mujer con la
cara desfigurada, que me agarró de los pelos y me metió dentro del espejo.
Sentí que la mujer se había robado mi rostro. Golpeé el espejo y grité. Ella se tapó con una
colcha para cubrir su cuerpo lleno de heridas.
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8. Aún estaba dentro del espejo: un lugar oscuro.
Jannia volvió del baño y la escuché hablándole a esa extraña mujer:
—¿Lisa? ¿Estás bien? ¿Por qué lloras?
Cuando se acercó, la mujer la empujó y con sus larguísimas uñas le quitó la piel de su
rostro. Eso fue lo último que pude presenciar. El libro hablaba de una mujer a la que unos
hombres golpearon y mutilaron y cortaron su cara sólo por ser fea. Eso fue hace 378 años, y
desde hace 378 años esa mujer roba los rostros de las personas algunas veces y otras se los corta.
Busca venganza. Sin importar quiénes sean, ella los mata.
Tres años después: Lisa fue olvidando todos sus recuerdos y su rostro fue desapareciendo
con el tiempo. Se volvió un cuerpo sin rostro: como un maniquí perdido en la oscuridad.
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