Discurso del decano del Colegio de Abogados, Javier Lara, en el Día de Andalucía 2017
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Discurso del decano del Colegio de Abogados de Málaga
con motivo del Día de Andalucía
Francisco Javier Lara, decano del Colegio de Abogados.
Lugar: Monumento a Blas Infante, pasillo del Matadero.
Día y hora: Martes, 28 de febrero de 2017. 12.00 horas.
Alcalde de Málaga, miembros de la corporación municipal, excelentísimas
e ilustrísimas autoridades, medios de comunicación...
Buenos días y gracias por permitirme pronunciar unas palabras en este
acto con motivo del Día de Andalucía en nombre de los malagueños y, en
especial, en el de los más de 6.000 abogados a los que tengo el honor de
representar.
Mis primeras palabras son para Pablo Ráez, un verdadero ejemplo de
lucha, dignidad y liderazgo que hoy mismo recibe la Medalla de la Ciudad
de Marbella. Nuestros pensamientos y nuestras oraciones están con él.
Es un verdadero honor estar hoy aquí y tener la oportunidad de hacer
unas breves reflexiones sobre el desarrollo y las oportunidades de nuestra
tierra a raíz de la aprobación del Estatuto de Andalucía y del trigésimo
sexto aniversario de la creación de nuestra comunidad autónoma.
Y lo hacemos junto a la figura de Blas Infante, malagueño nacido en
Casares, que además de político fue notario, y que es reconocido
oficialmente como el ‘Padre de la Patria Andaluza’.
Queridos amigos, ser andaluz es un orgullo que no está alcance de todo el
mundo, si bien es cierto que los andaluces tenemos el lujo de nacer
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donde queremos. Sólo así se entiende el amor por nuestra tierra de tanta
y tanta gente que ha nacido fuera de ella.
El Día de Andalucía es una jornada de celebración, de fiesta, de
reivindicación. Pero también es un momento ideal para detenernos a
reflexionar con espíritu crítico y constructivo.
Normalmente, el día a día nos absorbe y nos deja poco tiempo para ver el
camino que hemos recorrido y, sobre todo, para evaluar si estamos en la
senda correcta para llegar al destino que nos hemos marcado. En este
punto, es fundamental saber adónde queremos llegar. Y creo que a veces
no lo tenemos claro.
Estamos orgullosos de ser andaluces, pero ¿por qué? ¿Tenemos motivos o
no es más que una práctica chovinista y provinciana? ¿Hemos avanzado
tanto como creemos? ¿Acaso menos de lo que nos habíamos propuesto?
¿Cuáles son nuestras prioridades? ¿Qué estamos haciendo para conseguir
nuestros objetivos?
A los andaluces nunca nos han regalado nada, de eso estoy seguro. Lo
mucho o poco que tenemos es fruto de nuestro esfuerzo, tesón y
perseverancia.
Un ejemplo claro es el propio Estatuto de Andalucía, que tiene una fuente
de legitimidad específica, con un encaje modélico en la Constitución
Española y ratificado por los andaluces y andaluzas en 1981, hace ya 36
años.
Otras comunidades autónomas, más desarrolladas en otros órdenes,
deberían tomar nota de cómo se hacen las cosas. La igualdad, la
solidaridad y la justicia social son aspectos inquebrantables de la
convivencia en nuestro país.
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Ningún español es más que otro ni puede tener más derechos u
obligaciones en función de su lugar de nacimiento. Andalucía, insisto,
desempeña un papel modélico en este sentido. Y así debe seguir siendo.
El respecto a la legalidad vigente y a la Constitución Española es la línea
que nunca se ha de rebasar. Muchos quieren darnos lecciones de
convivencia y de tolerancia, pero las palabras se las lleva el viento.
Ninguna región ha sido y es más solidaria que la nuestra, donde siempre
hemos acogido a las personas que vienen de fuera con los brazos abiertos.
Y lo hacemos sin esfuerzo, sin pensarlo, sin imposturas, porque es parte
de nuestra personalidad. Y en esta manera de ser y de pensar radica
buena parte de nuestro éxito.
Y dentro de este carácter abierto de los andaluces, los malagueños
siempre han llevado la voz cantante. Incluso lo llevamos en nuestro
escudo. Málaga, “muy hospitalaria, muy benéfica”.
Quizás el hecho de ser ciudad marinera y portuaria haya contribuido a lo
largo de los siglos a imprimir esa forma de ser, aunque durante muchos
años la ciudad no haya sacado todo el rendimiento posible al mar, una
situación que afortunadamente se está corrigiendo en los últimos años.
Queda mucho camino por recorrer, de eso no hay duda. Estar orgulloso de
ser andaluz no oculta una visión crítica, constructiva, serena y razonada de
la realidad.
En los últimos 37 años se ha producido el mayor avance económico y
social de la historia de nuestra tierra, aunque es necesario ser realista y
ambicioso. Podríamos haber hecho las cosas mejor. Y aún podemos
mejorar.
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Y desde aquí proclamo que Málaga debería haber desempeñado un papel
más protagonista en todo este proceso. Hemos sido muy
condescendientes y a veces no somos conscientes de nuestro potencial
como gran capital del Sur de Europa. Sin menospreciar a nadie. Todas las
provincias han puesto su granito de arena y los éxitos deben ser
compartidos, pero eso no es óbice para que seamos conscientes del peso
de la sociedad civil malagueña en este proceso de modernización.
Hay áreas muy importantes notoriamente mejorables: la educación, la
sanidad, el saneamiento integral y, sobre todo, el desempleo. Es muy
difícil que una región salga adelante con la tasa de paro que arrastramos
desde hace años.
Y sin embargo, Málaga es líder en turismo, es un referente en innovación y
desarrollo, en nuevas tecnologías… una de cada tres empresas que se
crean en Andalucía nace en nuestra provincia, que es el verdadero motor
económico de la comunidad…
Y sin embargo no recibimos el trato que merecemos. Todo lo que tenemos
nos lo hemos ganado a pulso.
En las últimas semanas hemos recibido la visita de Su Majestad el Rey
Felipe VI con motivo del Foro Transfiere –al que tuve la oportunidad de
asistir–, hemos acogido una cumbre Hispano Francesa con la presencia de
los presidentes Mariano Rajoy y François Hollande, y el pasado mes de
octubre celebramos el Congreso de la Abogacía ICAMÁLAGA, inaugurado
también por el presidente del Gobierno con la participación más de 1.600
letrados procedentes de toda España.
Hace años que oímos hablar, por ejemplo, de que Málaga podría acoger
una Consejería de la Junta de Andalucía. Se hablaba de Turismo… ¿Por qué
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no se ha hecho? Sevilla es la capital y es sede del Parlamento, del
Gobierno andaluz y de numerosas instituciones públicas. Granada es sede
del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía. ¿Qué necesita demostrar
Málaga para que se reconozca su importancia a nivel institucional en la
comunidad autónoma?
Málaga es la provincia andaluza donde se gestionan más expedientes de
Justicia Gratuita, con casi 40.000 al año, atendiendo a las personas que se
encuentran en una situación de desprotección, de vulnerabilidad: víctimas
de violencia machista, trata de seres humanos, personas detenidas,
extranjeros en situación irregular, personas con algún tipo de
discapacidad…
Y los inmigrantes que llegan en pateras, esas personas que llegan
asustadas y sin nada que perder, a las que les ofrecemos asistencia
jurídica y les orientamos para que puedan conocer y defender sus
derechos. Porque tienen derechos, aunque ellos muchas veces los
desconozcan.
También Málaga es donde más escritos se presentan a través de Lexnet,
con más de 84.000 en poco más de un año. Este sistema está llamado a
conseguir el ‘papel cero’ en los juzgados y los profesionales malagueños
están demostrando su compromiso y su capacidad de adaptación a las
nuevas tecnologías.
Parece una broma, pero sin gracia, que Málaga, con su potencial, aún no
tenga ni siquiera una Sala de lo Civil y de lo Penal del Tribunal Superior de
Justicia, cuya creación está prevista en la vigente Ley Orgánica del Poder
Judicial.
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El Colegio de Abogados cuenta con el apoyo expreso del alcalde de Málaga
en esta petición, y con la promesa del ministro de Justicia de que, si se
demuestra su necesidad, se pondrá en marcha. Estoy seguro de que así
será, aunque también estoy seguro de que tendremos que seguir
trabajando para conseguirlo. No nos rendiremos.
Hablando de Justicia. Es fundamental y urgente que se actualicen los
baremos para que los abogados de oficio andaluces perciban unas
retribuciones justas por el trabajo que realizan. Es un servicio público que
se paga a una media de menos de dos euros la hora. Esto es un
despropósito, no se puede abusar del carácter solidario de los abogados ni
de su vocación social.
Y no digamos si comparamos esas retribuciones con las de otros
territorios del resto de España: estamos en el furgón de cola y no es
admisible. Dicho esto, es cierto que al menos estamos ya al día en los
pagos al turno de oficio, pero no nos podemos conformar con eso, que es
lo mínimo: cobrar por el trabajo que se hace.
Sinceramente creo que los abogados de oficio merecen un
reconocimiento de la sociedad y a veces encontramos más trabas que
halagos. Claro que hay casos excepcionales, como el del Ayuntamiento de
Málaga, que fue el primero en España en dar el nombre de estos
profesionales a una calle de la ciudad. Gracias, alcalde.
Luego le siguieron otros homenajes en Benalmádena, Vélez-Málaga,
Ronda, Coín, Marbella, Torrox y Mijas. Además, en Estepona nos
entregaron el año pasado un reconocimiento precisamente en el Día de
Andalucía.
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No trabajamos para buscar reconocimientos, lo hemos demostrado con
creces, pero eso no implica que dejemos de reivindicar lo que nos parece
justo.
También es necesario que todos los partidos judiciales de la provincia
tengan sedes judiciales dignas. Los operadores jurídicos y los ciudadanos
lo merecen. Por eso hemos comenzado una campaña de recogida de
firmas en la que pedimos el apoyo de la sociedad civil. Es algo que nos
afecta a todos, no sólo a los profesionales.
Por todo esto, en nombre de los abogados malagueños, propongo que la
Consejería de Justicia se traslade a Málaga, como reconocimiento a la
importancia de esta provincia, a su impulso y dinamismo, a su afán de
superación y apelando al equilibrio institucional en Andalucía.
Lo que es bueno para Andalucía es bueno para Málaga, y lo que es bueno
para Málaga es bueno para Andalucía.
Es necesario un Estatuto andaluz del siglo XXI que reconozca la nueva
realidad de nuestra tierra, de nuestra gente, de las necesidades y
potencialidades de cada uno de los territorios que componen nuestra
comunidad autónoma, de modo que todos nos sintamos cómodos y
asumamos el papel que nos corresponde.
Ha llegado el momento de una nueva descentralización que facilite la vida
de los ciudadanos y que ofrezca un reparto justo de los centros de poder.
No basta con ser la capital de la Costa del Sol. Málaga es mucho más.
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El artículo 9 del Estatuto de Andalucía se refiere a los derechos de los
andaluces y garantiza el respeto a las minorías que residen en nuestro
territorio. También en esto hay que ser tolerantes y valientes.
En el Colegio de Abogados hemos firmado convenios para prevenir y
combatir delitos de odio con la Federación Estatal de Lesbianas, Gais,
Transexuales y Bisexuales (FELGTB), con Movimiento contra la
Intolerancia, con la Federación Nacional de Mujeres Gitanas, con
Andalucía Diversidad y con los ayuntamientos de Marbella, Benalmádena,
Rincón de la Victoria y Torremolinos. También prestamos asesoramiento a
personas mayores, menores y a mujeres que ejercen la prostitución, entre
otros colectivos.
No se pueden permitir desigualdades de ningún tipo, estamos plenamente
concienciados en la lucha contra este tipo de conductas delictivas en las
que unas personas avasallan los derechos de otras aprovechándose de su
situación de vulnerabilidad. En estos delitos no sólo se ataca a una
persona, sino a todo un colectivo, y la sociedad no puede permitirse ese
trato injusto y discriminatorio.
Hay abogados que ayudan a estas personas y colectivos de manera
totalmente gratuita, por vocación. Permítanme que saque pecho de la
labor de la Abogacía, es lo menos que merecen.
También queda mucho por avanzar en materia de igualdad. Las mujeres
siguen soportando la injusta brecha salarial y el llamado ‘techo de cristal’
que les impide acceder en igualdad de oportunidades a puestos de
dirección.
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Y, lo que es peor, siguen siendo víctimas de violencia, ya sea física o
psicológica. En la sociedad nos hemos habituado a una serie de ‘micro-
machismos’ que hemos de abolir de una vez por todas.
No me malinterpreten. El balance de la autonomía andaluza es positivo. Es
cierto que se ha avanzado muchísimo en las últimas décadas.
Aún hemos de librarnos de estereotipos y chistes fáciles que nada tienen
que ver con la realidad. Es mi carácter andaluz, precisamente, el que me
hace ser un luchador incansable, inconformista, el que me dice que aún
queda mucho trabajo por hacer, que no me relaje, que tire de orgullo para
proclamar a los cuatro vientos el papel protagonista de Andalucía en
España y de Málaga en Andalucía.
Andalucía, tierra de ilustres universales, patria de valientes y creadores; de
músicos, médicos, filósofos, deportistas e investigadores; de frailes,
escultores, flamencos, actores y escritores; tierra de Blas Infante, Cánovas
del Castillo, Pablo Ruiz Picasso, de los Larios y los Heredia, de María
Zambrano, de Juan Breva y Francisco Giner de los Ríos; de José Gálvez
Ginachero y de Manuel Alcántara; de Eduardo Ocón y de Fray Leopoldo de
Alpandeire; de Pablo Alborán, Pablo López, Vanessa Martín y de Antonio
Banderas; de Fernando Hierro, de Miguel Ángel Jiménez y del inolvidable
Juan Gómez ‘Juanito’.
Andalucía, tierra de ilustres universales, confía en Málaga para seguir
creciendo, para seguir llegando juntos más alto, más lejos. Para ser
mejores.
Buenas tardes a todos, feliz Día de Andalucía. ¡Viva Málaga! ¡Viva
Andalucía! ¡Viva España!