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OBRAS COMPLETAS DE
LUIS GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ
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1
México, 1998
Clío
, TOMO XIII
Sahuayo
7
El asunto de la presente monografía es bastante más complejo, múl-
tiple y conmovedor de lo que parece a primera vista. Se trata de la
historia de una comunidad que está a punto de cumplir su primer
milenio de vida. Se trata de una existencia histórica que se desen-
vuelve en tres escenarios a cual más de bellos: una sierra, un lago y
una llanura que llevan los nombres de Altos de [almich, laguna
de Chapala y ciénega de Guaracha. Van a verse miles de hombres de
distinto color y condición: indios mexicas, rubios y morenos españo-
les, negros de África, mulatos, cambujos, mestizos y criollos. Van a
verse miles de personas multicolores ocupadas en multitud de que-
haceres: caza, pesca, recolección, agricdltura, ganadería, industria
artesanal, comercio, arriería, milicia, relaciones, reproducción, emi-
gración, apodos, guisos y fritangas, cometungas y fiestas, política de
campanario, religión y cultura.
El autor no es enteramente novato en el tema. Es de San José de
Gracia, uno de los frutos desprendidos del árbol sahuayense. Traba-
ja allí cerca, en El Colegio de Michoacán, establecido en Zamora. Ha
publicado la tradición de la punta occidental de la sahuayanía con el
nombre de Pueblo en vilo. Le han llegado desde la, niñez muchos ru-
mores, seres, cosas, ruidos, perfumes, antiguallas y novedades del
mero Sahuayo. Aunque sólo pudo destinar ocho meses a la hechura
de esta obra, suplió la prisa con la casi oriundez y el amor al asunto.
Como quiera, el autor reconoce que la oriundez y el cariño no son
suficientes garantías de buena factura, corno tampoco abona nada el
Señoras y señores, un momento...
Prólogo
Portada: Plaza principal de Sahuayo, 1924.
Foto Estudio Guerrero.
Queda prohibida la reproducción parcial o total
de esta obra, por cualquier medio -incluidos
los electrónicos-, sin permiso escrito por parte
de los titulares de los derechos.
ISBN968 6932 71 2 Obras Completas
ISBN970 663 001 5 Sahuayo (tomo XIII)
© Luis González y González
D.R.©Editorial Clío, Libros y Vídeos, S.A. de C.V.
Primera edición, 1998
Diseño de portada: Álvaro Figueroa
Selección de imágenes: Marcela Noguez, con la coordinacíón de Xavier Guzmán
Formación y tipografía: Quinta del Agua Ediciones, S.A. de C.V.
Corrección: Gilda Castíllo y Eduardo Méndez
Índice onomástico: Natalia Mata Navarrete
Producción editorial: Lourdes Martínez Ocampo
Coordinación editorial: Rossana Reyes Vega y Ana García Bergua
8 9
nes, donde se dice que estos polvos son consecuencia de aquellos
lodos, que tal cosa corresponde a tal ley ineludible, o que lo hecho se
hizo porque así lo quiso éste o aquél. Quizá por poca imaginación o
por las prisas, adoptó como arquitectura de la monografía de
Sahuayo la ya usada en la monografía de Zamora. Ambas se compo-
nen de ocho capítulos y una extensa relación de fuentes. El primer
capítulo, después de dar un pormenor de las imágenes recibidas acer-
ca de Sahuayo, dice cómo llegar a éste y describe los paisajes que le
sirven de asiento, pues el autor, aun a sabiendas de que la pintura
de paisaje no está de moda, la practica desde que leía al incompara-
ble Azorín. El segundo capítulo da cuenta de la.larga aurora de
Sahuayo. Loscuatro capítulos siguientes resumen la economía, la or-
ganización social, la política, la cultura y las relaciones exteriores de
cuatro momentos distintos de la vida sahuayense. Los dos últimos
capítulos se proponen destechar al Sahuayo de hoy en día y ver a su
gente sin mucha ropa, lo mismo de la barriga para abajo que de aquí
para arriba.
En todos los capítulos se han hecho los malabarismos necesarios
para no caer en la presentación a base de cuadros estadísticos y de
gráficas. También se le han puesto interrupciones al lenguaje solem-
ne, pues esta historia de Sahuayo no aspira a ser un misal o un re-
pertorio de discursos conmemorativos. Es mejor que se le califique
de chocarrera que no de estirada. Además, es muy sabroso escribir
como se habla.
Hicieron muy grato este camino de ida y vuelta a un asunto inte-
resante los compañeros de ruta. El autor recibió apoyo de un buen
número de personas. Del licenciado Enrique Gálvez Montes, quien,
como buen sahuayense, ama a Sahuayo sobre todas las cosas y
quien puso a disposición del autor material abundante y útil para
escribir e ilustrar esta monografía, como lo muestran a las daras las
muchas menciones que se hacen de él en las notas a pie de página.
Otra notable contribución es la del licenciado Jesús Núñez Gálvez y
la de algunos de sus colaboradores en el Ayuntamiento de Sahuayo.
El autor también recuerda agradecido la ayuda de los párrocos de
Santiago y de Guadalupe, así como la de los sacerdotes Vicente
Girarte y Enrique Mireles. De hecho, obtuvo muchas ayudantías en
que forme parte de El Colegio Nacional, pero cree que en esta oca-
sión su obra no fue un bodrio.
Los lectores del libro pueden ser lo que les venga en gana; pero si
son científicos sociales, turistas o sahuayenses, mucho mejor. Los
primeros lo encontrarán muy deficiente, y tal vez por lo mismo, se
animen a superarlo y1 en definitiva, a profundizar en un tema de in-
terés. Los segundos lo encontrarán excesivo, con más noticias de las
que han menester las personas que sólo van de paso; pero quizá su
extensión y frondosidad los obligue a quedarse otro día en Sahuayo
con el correspondiente disfrute de su hospitalidad y atractivos. Los
terceros lo encontrarán corto en anécdotas y alabanzas y grande en
la descripción de tiempos largos y calmosos, y procurarán suplir su
aridez con hermosas y finas remembranzas. Ojalá el autor logre esti-
mular a los lectores que tuvo en mente mientras iba al tema Sahuayo
y mientras volvía de él.
El viaje de ida, aunque hecho sin mayores preparativos y a
matacaballo, fue muy placentero. El autor se puso en marcha con las
alforjas casi vacías de ideas previas y de prejuicios científicos y sin
suficientes itinerarios. Recogiólos materiales de esta obra a las carre-
ras, sin conversaciones calmosas con ningún informante vivo, sin lec-
tura paciente de viejos manuscritos, sin repaso divagante de series
periódicas y sin absorción total de tantos libros como leyó. Aunque
también aprisa, redujo las miles de informaciones reunidas al análi-
sis crítico, pues piensa, como el Che Guevara, que "la verdad históri-
ca debe respetarse, y que fabricarla a capricho no conduce a ningún
resultado bueno". Aunque los hechos muchas veces no son de rostro
agraciado, son, con todo, menos mal parecidos que los errores de
hecho. Por otro lado, al hacer la selección de los acaeceres de verdad
sucedidos, tuvo muy en cuenta que fuesen importantes y no sólo
cáscaras, pues el autor cree, como Collingwood, que "la labor del
historiador puede comenzar descubriendo el aspecto externo de un
hecho, pero nunca puede estancarse ahí; siempre debe recordar que
el hecho fue una acción, y que su tarea principal estriba en reflexio-
nar sobre esta acción para discernir el pensamiento de su agente".
El camino de regreso no fue menos amable ni más tranquilo que
el de ida. El autor apenas se detuvo en la estación de las explicado-
LUIS GONZÁLEZ y GONZÁLEZ
Zamora, 1 ºde abril de 1979
Sahuayo, algunas tan valiosas como las de don Alberto Barragán,
. don Ignacio Gómez, don Leopoldo Ochoa y el doctor Enrique Saha-
gún Cortés.
Fuera de Sahuayo, dos colaboradores de la mayor importancia
fueron los compañeros desde el principio de la aventura de El Cole-
gio de.Michoacán, el doctor Francisco Miranda Godínez, quien no
da consejo que sea desechable, y el maestro Álvaro Ochoa, quien
colmó al autor de datos útiles para la reconstrucción de la historia
sahíiayense. De este mismo tipo fue la inapreciable ayuda de don
José María Ávalos. Como en todas las ocasiones, una ayuda más allá
de todo elogio fue la de Armida.
13
1 Archivo General de Indias, Justicia, Leg. 130, ff. 959-1973. Publicado por J. Be-
nedict Warren, La conquista de Michoacán, Morelia, Fimax, 1977, pp. 414-415.
2 Instituto Nacional de Antropología e Historia, Colección Gómez de Orozco,
rns. 171, ff. 17-28. Publicado por Warren, op. cit., p. 232.
3 Papeles de la Nueva España, Madrid, 1905-1906,2ª serie.
4 Ramón López Lara, El obispado de Michoacán en el siglo XVII. Informe inédito de
beneficios, pueblos y lenguas, Morelia, Fímax, 1973, p. 106.
5 The Newberry Líbrary en Chicago, Ayer Col., M 1106 A.
6 Archivo General de la Nación,Historia, vol. 72, ff. 44-45.
7 AGNM,Historia, vol. 73, f. 79.
de Sahuayo no son abundantes ni minuciosas. En los siglos españo-
les, su nombre es invocado muy pocas veces y escrito de diez mane-
ras distintas. En un informe de 1528 lo escriben Coraynzanguayan,1
y en otra versión del mismo informe, Cabayo.2 La "Suma de visitas"
lo llama Zanguayo y el mapa de Ortelius de 1570, Zanguyo.3 La
"Minuta y razón de las doctrinas que hay ~nel obispado de Michoa-
cán", hecha en 1631, dice Santiago Tzaguaio;4 y la descripción que
hizo en 1649 Arnaldo de Isassy de la "capital, pueblos, minas y co-
sas raras" de las diócesis de Michoacán, Santiago Saguaio.5 En el
siglo xvm, antes de escribirlo como ahora, fue escrito Zaggayo, Za>
hg~yo y Saguayo.6 Según una relación cllil 1789, el toponímico de es-
critura tan cambiante significa "lugar de sarna" .7 Según p~~~~~res
posteriores, debe. traducirse al españolcorno tortuga sobre jícara,
pues para estos trad.i~tfü:es,
la palabra S~J;tuayo resultode la juntura
Sahuayo fue editado por primera vez por el Gobierno del Estado de Míchoacán en
1979, dentro de la colección Monografías Municipales del Estado de Michoacán,
Las imágenes recibidas
Il1
'{
Telón de fondo
15
8
Ramón Sánchez, Bosquejo estadístico e histórico del distritode fiquilpan de [uárez,
Morelia, Impr. EIM Porfirio Díaz, 1896, p. 74.
9
Jo~eph Anto~io.de Villaseñor y Sánchez, Theatroamericano. Descripcióngeneral
de los reznos y promnaasde la Nueva España y su jurisdicción, México, Impr. de la Viu-
da de D. Joseph Bernardo de Hogal, 1746-1748, vol. II, pp. 76-77.
10
Juan José Martínez de Lejarza, Análisis estadístico de la provincia de Michoacán
en 1822, Morelía, Fimax, 1974, pp. 161-162.
11 José Guadalupe Romero, Míchoacán y Guanajuato en 1860. Noticias para formar
la historia y la estadística del obispado de Michoacán, Morelia, Fimax, 1972, p. 104.
12
Antonio García Cubas, Diccionariogeográfico, históricoy biográfico de los Estados
Unidos Mexicanos, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888-
1891, vol. V, pp. 10-11. Manuel Rivera Cambas, México pintoresco, artístico y monu­
mental, México, Impr, de la Reforma, 1880-1883, vol. V, pp. 10-11.
13
Crescencio García, "Noticias históricas, geográficas y estadísticas del distrito
de Xiquilpan", en Boletín del Centro de Estudios de la Revolución Lázaro Cárdenas, oc-
tubre de 1978, núm. 2, pp. 26-31.
de los términos nahuas izacuatl, que quiere decir vasija hecha con la
mitad de un coco, y ayotl, que significa tortuga."
Sólo en el último siglo de la era colonial Sahuayo llegó a ser noti-
cia en libro impr~so. Don [oseph Antonio de Villaseñor y Sánchez,
en el Tñeairo Americano o Descripción general de los reinos y provincias
de la.Nueva España, dado a la luz pública.e.QJZf?_ póría Imprenta de
la Viuda de don Ioseph Bernardo de Hogal, en la parte destinada
a la diócesis de Michoacán, en el capítulo referente a la alcaldía ma-
yor de Zamora, dice: "El pueblo de Zanguyo es cabecera de curato,
cuyo parroquial es el convento de religiosos agustinos que adminis-
tran la doctrina, así en ella, como en pueblos y haciendas sujetos."?
La información de Villaseñor no podía ser más pobre e inexacta, sal-
vo en el aspecto demográfico, Tampoco se demora en la relación de
los demás pueblos de la parroquia· sahuayense. La primera imagen
sustanciosa y en letras de molde de Sahuayo data de 1822, del se-
gundo año de la vida independiente de México. En el famoso Análi­
sis estadístico de la provincia de Michoacán, compilado e impreso por
don Juan José Martínez de Lejarza, se lee: "Sahuayo es un pueblo
grande del partido de Zamora, con cura, ayuntamiento, población
crecida [...] Es templado y produce bastante maíz; tiene crías de ga-
nado vacuno y de lana, caballar y de cerda. Sus habitantes comer-
cian también con el producto de la pesca que les proporciona la
inmediación al lago de Chapala.?"
Treinta y ocho años después, el canónigo don José Guadalupe Ro-
mero, en las Noticiasparaformarla estadísticadel obispadode Michoacán,
repite lo dicho por Lejarza y añade: "En las haciendas (del curato de
Sahuayo) se crían hasta 3 mil vacas de ordeña." No faltan los sahua-
yenses ocupados "en engordas de puercos" ni los que van a vender-
los a Guadalajara. El canónigo Romero asegura que los padres
~
franciscanos convirtieron a los indios, quienes, según por las armas
recogidas en las inmediaciones de Sahuayo, debieron ser muy beli-
cosos en su gentilidad." Lo mismo piensan don Antonio García Cu-
bas, autor del Diccionariogeográfico,histórico y biográficode los Estados
UnidosMexicanos,y don Manuel Rivera Cambas, autor del Méxicopin­
toresco,artísticoy monumeniai, pues ambos reproducen en sus respec-
tivas obras la pintura hecha por el canónigo Romero.12
El prefecto García, en las "Noticias históricas, geográficas y esta-
dísticas del distrito de Xiquilpan", que le publicó en 1873 el Boletín
de la Sociedad Mexicana de Geografía, informa con menos estrechez y
más exactitud que sus antecesores acerca del "pueblo antiguo" de
Sahuayo así: está a dos leguas de [iquilpan, es cabecera de un enor-
me municipio poseedor de una "inmensidad de terreno muy pobla-
do" 1 cuyos pobladores se dedican a media docena de actividades
lucrativas: 1) "crías de ganado caballar, vacuno y de cerda"; 2) "siem-
bras de garbanzo, maíz y frijol"; 3) pesca en el lago de Chapala; 4)
"caza de patos y ánsares"; 5) acarreo a México y Cuadalajara de "nu-
merosas partidas de cerdos gordos", y 6) comercio con "efectos de
todas clases" dentro del recinto "del pueblo que tiene 5 688 habitan-
tes". El prefecto García anota dos rasgos muy típicos: lo igualado de
la gente y lo árabe del caserío. "En Sahuayo no se encuentra un capi-
talista de primer orden" pero tampoco "se conoce la miseria". "Por
cualquier rumbo que el viajero avance a Ja población [...] al divisar
allá entre la bruma la tubulada torre", que cual minarete se eleva en
el centro del "caserío agrupado en medio de una colina árida", y al
sentir el calor ardiente propio del sitio "se figura uno caminando por
allá en el desierto arábigo" y "próximo a entrar en una población
mahometana" P
14
17
16 Manuel Barbosa, Apuntes para la historia de Míchoacán, Morelia, Taller de la
EIPD, 1909. Mariano de Jesús Torres, Historia civil y eclesiástica de Michoacán desde
los tiempos antiguos hasta nuestros días, Morelia, 1905. .
11 Álvaro Ochoa,Jiquilpan, Gobierno del Estado de Michoacán,México, 1978.
is [ean Meyer, La Cristíada, México,Siglo XXI, 1973-1974,vol. I principalmente.
19 FranciscoGarcíaUrbizu, Zamora y Sahuayo, Zamora, Talleres Guía, 1963, 179 +
56 + 30 pp. José Prado Sánchez, Sahuayo; tradícíones y leyendas, edición ~el autor,
Sahuayo,1976, 115 pp. José GudiñoVillanueva,Recuerdos de Sahuayo, s.p.i., 170 pp.
Las noticias acerca de Sahuayo, tan escasas en el periodo colonial,
.. tan a cuentagotas todavía en el siglo xrx, en el xx han venido a ser
relativamenteabundantes. Son escuetas, breves y esporádicas las que
brindan las cuatro historias generales de Michoacán, las ya en desu-
so de don Manuel Barbosa y de don Mariano de Jesús Torres, y las
aún vigentes: la gubernamental y florida del profesor Jesús Romero
Flores, que circula en varias formas y tamaños, y la clerical y dura
de leer del padre jesuita José Bravo Ugarte, en tres volúmenes de
poco grosor y peso.16 También aparecen chispas de Sahuayo en va-
rios paisajes de seis microhistorias: Esteban Chávez, Quitupan (1954);
Luis González, Pueblo en vilo (1968, 1971y1979), La tierra donde esta­
mos (1972) y Zamora (1978); José RomeroVargas,Cotija (1973) y,sobre
todo, Álvaro Ochoa, Jiquilpan (1978).17 También prodiga figuras y
acciones del rumbo una obra muy acatada y leída desde que salió
por primera vez a la luz pública en 1974: [ean Meyer, La Cristiada, en
tres volúmenes." Tres libros de reciente publicación se ocupan casi
nomás del tema: Francisco García Urbizu, Sahuayo y Zamora (1963);
José Prado Sánchez, Sahuayo: tradiciones y leyendas (1976); y José
Gudiño Villanueva, Recuerdos de Sahuayo (1978). Aquél da la impre-
sión de ser un libro hecho de prisa. Los dos restantes son productos
auténticos del amor a la patria chica; es decir, a la matría, que en este
caso es la ciudad de las fiestas de julio y diciembre, de las orquestas
de música cordial, donde todo mundo grita, reza y canta, donde unos
tejen sombreros porque la tierra es muy soleada y otros tejen h~~-
raches porque es tierra de lodos. En las obras de Prado y de Gudmo
se tiene la impresión de estar en el verdadero e íntimo Sahuayo.19
Esa impresión se acrecienta con la lectura de los poetas de la Asocia-
ción Propulsora del Arte (APA): Alberto Barragán Degollado, Isidro
16
14 Sánchez,op. cít., pp. 19, 29, 96, 99, 125, 138, 144, etcétera.
15
José Rubén Romero, Apuntes de un lugareño, México,Editora de Periódicos,
1955, pp. 74-80.
El administrador de rentas públicas don Ramón Sánchez, un vie-
jecito con bigotes de aguacero y barbas de chivo, en su Bosquejo
estadístico e histórico del distrito de Jiquilpan de [uárez, publicado en
1896, anota en el haber de Sahuayo una superficie municipal de 737
kilómetros cuadrados; aguas "dulces y límpidas" en su laguna; tie-
rras de fertilidad bien asombrosa en las proximidades del agua;
fiebres palúdicas y diarreas; recolección, caza y pesca muy lucrati-
vas; agricultura y pastoreo notables; talleres confeccionadores de
sombreros; comercio activísimo gracias a que los mercaderesde Sa-
huayo son "amantes de vender muchas mercancías, aunque sea con
poca o ninguna utilidad"; 7199 habitantes en la cabecera municipal
y 18 878 en el municipio; gente chic, fina y sincera, y del pueblo,
sucia, insolente, igualada y proclive a poner apodos; costumbre
masculina de corear los discursos del 16 de septiembre con tiros al
aire; hábito de lascasas inconclusas; resignación a los callejones mal
empedrados, a los lodazalesy a las tolvaneras; vida heroica en tiem-
pos de la lucha por la independencia en virtud del caudillajeejercido
por el cura Marcos Castellanos y el ranchero Luis Macías; brotes de
conservadurismo; pocos hijos ilustres y mucha gente bullanguera.14
Treinta años más tarde, don José Rubén Romerodifunde una ima-
gen más íntima que la de don Ramón Sánchez. En Apuntes de un lu­
gareño, se lee: "Sahuayo es un pueblo grande, triste, con edificios
buenos, pero a medio construir [...] En el verano, con las lluvias, el
río arrastra una gran corriente que con frecuencia inunda los barrios
cercanos,llevándosereses y chozaspequeñas[...] Es un pueblode ran-
cheros mal vestidos, hirsutos, pero nobles y dadivosos, capaces en
un arranque, de cualquier hombrada. Andan por las calles en man-
gas de camisa, arreando las vacas como en una común pastoría, sin
más preocupaciones que las de hartar el cuerpo de quesos, dulces y
demás platos familiares,y el alma de novenas, trisagios y misas can-
tadas. Porque en esta materia son fanáticos irredentos y no habrá ja-
más poder humano que pueda tocarlos."15
19
26 Genaro Correa Pérez et al., Geografía del estado de Michoacán. l. Geografía Física,
México, Gobierno del Estado de Michoacán, 1974. ·
21 Eric R Wolf, "Fisonomía del suelo mexicano"1 en México, nuestra gran heren­
cia, México, Seleccionesdel Reader's Digest, 1973, p. 23.
2s Dirección Nacional de Caminos, Memorias del camino nacional México­Morelia­
Guadalajara, México, DAPP, 1939, p. 95.
que se antoja bautizar con los nombres de camino de la sierra, cami-
no de los valles y camino del gran Bajío; los tres, pavimentados. El
de la sierra, desde la salida de la ciudad de México, toma el rum-
bo del poniente por el monte de las Cruces, donde conviven ahora
árboles y casas, pájaros y gente. Después de.trepar a más de 3 000
metros, la carretera coge la bajada hasta el valle de Toluca, en otra
época cubierto de bosques y de pantanos y hoy árido y desnudo."
Por este camino, la vegetación arbórea se vuelve a recuperar en la
sierra de Zitácuaro, y otra vez se pierde en los valles de Tuxpan y de
Tajimaroa.En seguida la carretera se transfigura en uno de los cami-
nos más arbolados, bellos y sinuosos del mundo; viborea sobre los
pliegues de Mil Cumbres, que no han logrado deforestar miles de
rapamontes.28 Luego baja al valle de Guayangareo nomás para asis-
tir al espectáculo de Morelia. Visto éste, sube otra vez al eje volcáni-
co, donde se consigue una admirable combinación de montañas, de
caminos de Sahuayo,
diga nombres de lugares, curvas de nivel, caminos y mil datos más;
la geológica, rocas; la edafológica, la variedad de tierras; la de uso
del suelo, los actuales aprovechamientos agrícolas,pecuarios y bosco-
sos;y la carta de usos potenciales del suelo, las virtudes de la super-
ficie sahuayense. También puede iniciarse el contacto con la zona a
través de la Geografía de Michoacán que le mandó hacer el goberna-
dor Servando Chávez al ingeniero Genaro Correa Pérez y a un equi-
po de geógrafos.26 Como quiera, el mejor modo de iniciación en la
sabiduría sahuayense es el de ir al lugar mismo, hoy uno de los más
accesibles de México desde cualesquiera de los puntos cardinales.
Pongamos que se vive en la metrópoli. Desde ésta parten los
18
20 Asociación Propulsora del Arte, De esta tierra nuestra. Antología poética,
Sahuayo, 1972.
2i Diccionario Porrüa de historia, biograffa y geografía de México, México, Porrúa,
19761 4ª ed., vol. II, pp. 1829-1830.
22 Jesús Romero Flores, Diccionario michoacano de historia y geografía, Morelía,
Talleres Tip, de la ETI Álvaro Obregón, 1960, pp. 392-393.
23 Pedro M. Llaca,Michoacán, México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público,
1940, vol. II.
24 Enrique Gálvez Montes, Ensayo económico del lago y de la ciénega de Chapa/a,
México, 1959.
25 Véase también las cartas F-13-D-88relativas a la villa de Chavinda, E-13-B-18
de Tarecuato y la de [íquilpan de [uárez,
Juárez Rangel, Luis Arceo Preciado, María Magallón, Ausencia Áva-
los, Ignacio Núñez Contreras y Luis Girarte Martínez."
Los libros de viaje y las guías turísticas observan la costumbre de
olvidar a Sahuayo porque no tiene monumentos artísticos, ni rare-
zas naturales, ni demasiado folklore, ni balnearios de agua caliente,
ni sitios históricos de índole oficial. Por el contrario, en las obras de
carácter enciclopédico Sahuayo nunca deja de comparecer. El Díccío­
nario Porrúa le destina doscientas palabras: "Con población original-
mente azteca, se ha mezclado notablemente hasta diluirse el elemento
indígena." Los sahuayenses "lucharon por la reforma y por la revo-
lución". "Clima templado con veranos cálidos y lluvias moderadas
de junio a septiembre. Terrenos de regadío. Produce maíz, frijol, tri-
go, garbanza y jitomate, La cría y engorda de ganado porcino y va-
cuno se realiza en gran escala; sé obtienen grandes volúmenes de
leche, que son industrializados; también tiene yacimientos de car-
bón.'?' El Diccionario michoacano de historia y geografía comete algu-
nos errores en el millar de voces que consagra a la descripción de
Sahuayo y su contorno." El Míchoacán de don Pedro Llaca le destina
miles de términos no siempre atinados.23 En lo económico, la mejor
imagen es obra de don Enrique Gálvez Montes.24
Todavía se puede emprender la destapadura de Sahuayo sin co-
rrer el albur de ser visto como descubridor de lo ya descubierto. Cabe
iniciar la búsqueda a través de las cinco cartas del Departamento
de Estudios del Territorio Nacional (Detenal) que llevan el título de
Sahuayo de Morelos y la cifra F-13-D-87.25 La carta topográfica pro-
21
32 González, op. cit., pp. 52-53.
33 Luis Conzález, Zamora, México, Gobierno del Estado de Michoacán, 1978, pp.
18-19.
34
J. R Poinsett, Notas sobre México, México, [us, 1973, p. 201: La región del Bajío
"es rica y fértil y está muy cuidadosamente cultivada; produce a la perfección to-
dos los frutos de Europa y muchos de los peculiares de los trópicos".
y es hoy el vasto valle de Zacapu, lleno de canales, sembraduras, va-
cunos y hombres." Traspuesta la ciudad de Zacapu, el suelo se vuel-
ve abrupto. La cinta de asfalto cruza ahora la sierra de Purépero,
estribación de la sierra volcánica transversal. Después de muchas
vueltas y revueltas entre encinares, el camino desemboca en la caña-
da de los Once Pueblos y de las huertas; brinca unas lomas y cae al
anchuroso valle de Tangancícuaro; brinca otra altura menor y entra
al más ilustre valle del occidente de Michoacán, al ubérrimo de Za-
mora." Transcurre por el borde de la meseta tarasca hasta llegar al
vallecillo de Tangamandapio, después del cual sigue el valle de Cha-
vinda, grandote y de buen ver. Tras lomita, asoma el plan de Guara-
cha; se palpan las arrugas del casco del viejo latifundio; se oyen los
repiques de muchos pueblos; se divisan las arboledas de Jiquilpan y
se huelen las fritangas de Sahuayo.
El tercer camino es el más común y el menos asombroso de los
tres. Dividido en cuatro carriles, arranca de México por el rumbo del
norte; trasciende la sierra de Guadalupe; prosigue por un paisaje de
coloración austera y de carácter huraño, y se introduce a la ciudad
de Querétaro. De allí en adelante recorre la ancha y larga canoa del
Bajío de Guanajuato. Desde las ventanillas del automóvil se ven a
uno y otro lado las pinceladas azules de los cerros. Al frente, todo es
llanura tapizada de trigales, milpas, huertas, zanjas, charcos, vacu-
nos, humanos, ciudades, pueblos y ranqherías. Desde los días de la
Nueva España, el Bajío ha sido un "ejemplo de fertilidad bien admi-
rable"1 irrigado por el Lerma y sus afluentes." Es también una de las
zonas más pobladas de la república con multitud de villas y cuatro
ciudades mayores: Celaya, Salamanca, Irapuato y León. La carretera
que seguimos no toca a León; en Irapuato tuerce hacia La Piedad;
avanza junto al ferrocarril México-Guadalajara; cruza el Lerma y se
mete a las calles empinadas y tortuosas de La Piedad; todavía bajo
20
29
"Carta general del estado de Michoacán", en Michoacán 1962­1968 México
Litográfica Delta, 1968. ' '
30
Luis González, La tierra donde estamos, México, Banco de Zamora, 1971, p. 48.
~l Paul Waitz, "Reseña geológica de la cuenca del río Lerma", en Boletín de /a
Sociedad Mexicana de Geografía y Estad{stíca, México, 1943, t. LVIII, p. 123.
lagunas y de pueblos sombreados y apacibles. La carretera bordea
por el sur de la ciudad, la laguna y las islas de Pátzcuaro; sigue por
sierras ásperas al paraíso de Uruapan, tan lleno de árboles fornidos
y frondosos, de donde sale un camino asfaltado hacia la tierra calien-
te de Apatzingán y otro hacia la tierra fría de la meseta tarasca, que
es el que ahora nos conduce entre paisajes de tarjeta postal, entre pi-
nares, caseríos de sombra y. silencio y cumbres de perfil volcánico
hasta la cañada donde se junta, en el primero de los Once Pueblos,
con el camino siguiente, también muy celebrado por su variedad y
abundancia de belleza.29
El camino de los valles coincide con el de la sierra volcánica trans-
versal en el tramo último y en el primer tramo: México-Toluca. Al
partir de Toluca, más o menos paralelamente al ferrocarril moreliano
y al río Lerma, cruza el triste valie de Ixtlahuaca, lleno de casitas en
~rden disperso; continúa, por un pelado Iomerío, a El Oro, hoy ves-
tido de blanco. A poco andar, entra al cañón de Tlalpujahua; pero no
se atreve a cruzar la laberintosa villa de calles estrechas, silenciosas
y añorantes. La carretera sigue por la falda occidental de la sierra
del Cóporo y, después de algunos momentos de grata travesía, se
introduce de plano al altísimo, transparente y silicoso valle de Ma-
ravatío. La desnudez de la planicie de Maravatío contrasta con los
bosques de encinas y pinos de la sierra de Ucareo, cuyo costado oc-
cidental se acomoda al valle de Zinapécuaro, mitad líquido (lago de
Cuitzeo) y mitad sólo irrigado (llanuras de Queréndaro).3º En segui-
da viene el valle de Guayangareo, recinto de Morelía, donde se junta
otra vez este camino con el serrano; pero mientras uno deja en se-
guida el valle, el otro continúa por él hasta topar con los volcanes
extinguidos que custodian la laguna de Pátzcuaro.31 La carretera va
junto y por el norte del lago de infinitas transfiguraciones antes de
subir y reptar de nuevo entre conos para caer luego y correr dere-
chamente por una llanura luminosa que hasta hace poco fue aguada
23
40 Germán Behn, "El lago de Chapala y su cuenca", en Boletín de la Junta Auxiliar
Jalisciense de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, sep.-oct. de 1956, vol. X,
núms. 1 y 2, p. 31
41 García Urbizu, op. cit.,pp. 25-27.
adosada a la abrupta serranía del Tigre, una de las fracciones de la
sierra volcánica. Al municipio actual de Sahuayo le pertenece una
porción muy corta de la mentada mesa; pero en tiempos todavía
cercanos le tocaba una cuarta parte de esas alturas que han tenido
muchos nombres y ninguno. Acaso debieran llamarse los Altos de
[almich: lo de "altos" por su parecido a los Altos de Jalisco, que se
mesa de San José,
tenido tales tinajas; pero a fines del terciario o plioceno y al princi-
pio del cuaternario (tiempo glacial o mejor dicho ~luvíal en nuest.ra
latitud) deben haber sido mayúsculos." Sin agrav10 a la verdad his-
tórica cabe imaginar la gran laguna del Bajío de Guanajuato y la un
poco menos grande del Bajíode Zamora, ésta ornada de islas. E~ piso
que hoy ocupa la ciudad de Sahuayo fue hasta hace poco medio la-
custre y medio terrestre."
En el contorno sahuayense se dan cita tres paisajes distintos: una
sierra, un valle y una laguna. Sin salir del recinto de la ciudad, sin
trasponer las calles de lo que era en tiempos de don Porfirio la villa
de Sahuayo, se tiene la triple experiencia de las arrugas de la monta-
ña, de la tirantez de la llanura y del rostro cambiante del lago. En la
parte cerril también hubo lagunetas en la época diluvial, como pare-
cen probarlo breves acumulaciones de toba y otros sedimentos. Como
quiera, las lagunillas de la parte alta se escurrieron rápidamente ape-
nas transcurrida la era de los diluvios. El lago de lo que es ahora la
planicie de Guaracha duró mucho más tiempo y la laguna de Chapala
comenzó a escurrirse, por obra del hombre, hace menos de un siglo.
Todavía a principios de la presente centuria usted podía embarcarse
en Sahuayo para recorrer lo que los cursis llamaban el mar chapálíco,
o bien salir en carreta por el sur para pasear por el valle de Guara-
cha, o trepar hacia el oeste en un buen cuaco a la
22
35
Jorge A. Vivó, "La depresión Chapala-Acambay", en Anuario de Geografía,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1972, vol. XII, p. 50 y ss.
36
Severo Díaz, "La desecación del lago de Chapala", en Boletín de la Junta Auxi­
liar [alisciense de la Sociedad Mexicana de Geograf{a y Estadística, sep.-oct. de 1956,
vol. X, pp. 13-18.
37
Waitz, "Reseña geológica de la cuenca del río Lerma", op. cit., pp. 127-128.
38
Alejandro de Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, Méxi-
co, Porrúa, 1966, vol. I, p. 35.
39
Universidad Nacional Autónoma de México, Anuario de Geografía.
el aroma de las zahúrdas recorre un buen trecho; suavemente va por
unos lomeríos mientras el Lerma se sume en la barranca de Yuré-
cuaro. De aquí, se camina derechamente por los llanos de Vistaher-
mosa y Briseñas, que, sin interrupción de cerros, se unen a la ciénega
de Chapala, de la que Sahuayo es reina."
Según los geólogos, el Bajío,los valles del norte de Michoacán y
aun el eje volcánico fueron mar hasta finales del cretácico. Entonces
emergió del océano todo lo ahora conocido por altiplanicie mexi-
cana. De ésta, el trozo de terreno comprendido entre la ciudad de
México y Sahuayo pasó por tres intervenciones quirúrgicas antes
de conseguir la fisonomía actual. En el mioceno se formaron las de-
presiones que van desde la de Tolucay Acambay hasta la de Chapala.
A través del plioceno, hubo "emisiones del interior [...] que dieron
origen a un pujante vulcanismo que cubrió de conos gigantescos,
grandes corrientes de lava y material suelto" a la franja de tierras
hundidas." El diluvio de fuego fue seguido por diluvios de agua. A
intensos chaparrones atribuye el geólogo Paul Waitz la formación de
las lagunas que hubo en lo que ahora son Bajío,valles normichoaca-
nos y ciénega de Chapala.37
Desde la época española quedó bien sentada la tesis de que las
planicies occidentales, situadas al norte y al sur del río Lerma, fue-
ron en una época remota una serie de lagunas escalonadas hasta el
día en que el río Santiago rompió la cordillera occidental y tuvo sali-
da al océano Pacífico.38 Según el barón Alejandro de Humboldt, los
lagos de Cuitzeo y de Chapala son únicamente "los restos de aque-
llos enormes depósitos de agua que al parecer existieron en otra edad
geológica en las grandes y altas llanuras de la cordillera" .39 Según
don Germán Behn, no sabemos qué extensión y profundidad hayan
25
47 Loe. cit.
43 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Cartas geológicas F-13-D-86
y F-13-D-87.
49 González, Pueblo en vilo, p. 42.
50 Correa Pérez, op. cit., p~. 147-162.
51 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Carta de climas, Guadala-
jara, 13 Q-(IV).
52 González, Pueblo en vilo, p. 14.
las Cuevas, Española, San Pedro y Juan Diego) y occidental (Tolu-
quilla y Teocuitatlán).47
El subsuelo de la meseta o repisa es generalmente basáltico.A poco
de excavar en la superficie da uno con rocas de grano fino, oscuras y
densas, que fueron corrientes de lava. Casi todo es basalto, aunque
hay pequeños trozos de aluviones y de tobas.48 Un 95 por ciento de
la extensión de la mesa, si no más, tiene un subsuelo de rocas ígneas,
que vulgarmente se llaman riscos o peñas si son grandes, pesados, y
sirven para hacer cimientos y cercas; piedra o pedruzco si caben en
el hueco de la mano; lajas si son delgadas y útiles en la confección
de pisos; y canteras, comolas comunes en los muros de una casa ele-
gante." En fin, es una tierra joven, un tanto inquieta y temblorosa."
Conforme a las leyes de nuestro Departamento de Estudios del
Territorio Nacional, el clima de los Altos de Jalmich o repisa de San
José debe llamarse C(Wl) (W) b (í') g, que en semicristiano quiere
decir: clima templado subhúmedo con lluvias veraniegas, con vera-
no fresco, pues aun la temperatura del mes más caliente es inferior a
los 22 grados centígrados y con inviernos apenas fríos, pues la tem-
peratura del mes más helado es superior a los 10 grados centígra-
dos; con poca oscilación temperamental que se calibra entre cinco y
siete grados. El mes de mayor calor es mayo y el de mayor frío, ene-
ro." En términos comunes y corrientes, cabe decir: pocos veranos
habrá en el mundo tan suaves, tan deliciosos. Se cuentan con los
.ti
dedos los días soporíferos. Pocos inviernos habrá en el globo terrá-
queo tan fáciles de soportar. Sin embargo, no son infrecuentes las
heladas negras en las noches invernales.52 Por lo que mira a lluvias,
hay dos tiempos: el de secas, que va de noviembre a junio; y el llu-
vioso, de julio a octubre. Aquél conoce en los años de vacas gordas
las aguanieves o cabañuelas de enero, y ninguna otra agua celestial.
24
42 Luis González, Pueblo en vilo. Microhistoria de San ]osé de Gracia, México, El
Colegio de México, 1972,p. 20.
43 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Cartas topográficas
F-13-D-85Zacoako de Torres, F-13-D-86Tízapán el Alto y F-13-D-87Sahuayo de
Morelos,
44 Relacionesgeográficasde la di6cesis de Michoacán, 1579­1580, Guadalajara, 1958,
p. 9.
45 González, Pueblo en vilo, p. 14.
46 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Cartas topográficas cita-
das y la F-13-12Guadalajara.
levantan al lado norte de la laguna de Chapala, y lo de [almich por-
que los altos del sur de la laguna, en un 70 por ciento, pertenecen al
estado de Jalisco y en el 30 por ciento restante al estado de Michoa-
cán. Alguna vez se llamó mesa del Juruneo porque así se llamaba el
chipote que tiene a la mitad, lo que ahora se nombra el cerro de
Larios.42 Por razones subjetivas se le llama aquí mesa de San José, y
no de BuenosAires o del valle de la Manzanilla, que son otras pobla-
ciones del rumbo con el mismo derecho que San José a ser epónimas.
LosAltos de Jalmich o la mesa de SanJosé es tierra alta y ofrecida
a 2 mil metros sobre el nivel del mar y a poco menos de 500 sobre
el nivel de la ciudad de Sahuayo.43 Trátase de un lomerío cuadrilon-
go, que en tiempos del transporte a caballo se recorría en media
jornada de sur a norte y en jornada y media de este a oeste. La su-
perficie total de la repisa sobrepasá los mil kilómetros cuadrados. Por
el lado sur, como ya se dijo, se adosa al Tigre, que es una serranía
"de mucha montaña y aspereza".44 Al poniente, una vez bajados
700 metros, raya con el hondón de Sayula. Por el viento del norte,
colinda con las aguas de Chapala: y por el levante, también cuesta
de por medio, se codea con el valle de Guaracha. La repisa no es
la adusta montaña ni la planicie amena.45 Tiene cumbres superiores
a los 2 200metros de altura: BuenosAires, García, Divisadero, Larios,
La Caja, Gober, Picacho, Las Gallinas, San Francisco, Las Tablas y
López." Posee llanuras de considerable extensión: Pie de Puerco,
Toluquilla, Paso de Piedra, Churintzio, Santa Rosa, San Miguel y.El
Refugio. No carece de barrancas hondas: una la parte por en medio
y le proporciona cauce al río de la Pasión (la barranca de la Breña);
otras hienden sus lados oriental (La Chicharra), norte (Tuxcueca,de
27
57 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Cartas geológicas.
56 González, Pueblo en vilo, p. 15.
59
Departamento de Estudios del Territorio Nacional, F-13-D-87,uso potencial
del suelo.
60 González, Pueblo en vilo, p. 15.
61 Correa Pérez, op. cii., p. 365.
mitad es vertisol: cosa de un tercio, luvisol; y en las cuestas pesadas
no falta el litosol de roca dura y continua.57 En la zona se dice que es
un suelo predominantemente de pradera, de uso pecuario, en el que
no faltan los manchones de milpas y de bosques." Según los mapas
de uso potencial del suelo preparados por Detenal,59 brillan por su
ausencia los suelos de agricultura intensiva; no cubren ni una docea-
va parte del piso los suelos arables y susceptibles de labranza. Por
lo menos la mitad de la superficie soporta una praticultura no inten-
sa, pero sí moderada; y casi cubren la cuarta parte del conjunto las
tierras que no sirven para cosa alguna, los suelos enteramente po-
bres, de clase octava, de clase última, de tipo E, que es el improduc-
tivo, pues se trata de terrenos ya muy pedregosos, ya de mucha
pendiente o bien con ambas limitantes. La mesa de SanJosé no esun
hueso fácil de roer. El lomerío ventoso, fresco, pobretón y reluciente
viste una alfombra hecha de zacate y de plantas ratizas y aromáti-
cas, de la que sobresalen árboles nudosos y arbustos protegidos por
púas. En tiempo de secas domina el aspecto alto y arisco de la vege-
tación: el maguey, el nopal, el huizache, el tepame, la uña de gato,
el encino y el roble; en la época de los aguaceros, lo más visible es el
pasto verde, y al final de la estación lluviosa lo que atrae a la vista
son amapolas, girasoles y otros colorines naturales. Por lo demás, el
aire trasciende a boñiga." Pastos y matorrales se concentran en las
porciones menos quebradas; el bosque mixto es de la parte próxima
a la serranía del Tigre y de las laderas aún no taladas de los cerros
de Las Gallinas, Gober, La Caja y Larios. En las zonas afolladas cre-
cen vegetales del género Ficus.61 En general, la vegetación de las tie-
rras altas próximas a Sahuayo es para servicio de los animales
herbívoros, hoy tan numerosos en la zona.
En otros tiempos, antes de la invasión de los vacunos, dentro
de la numerosa fauna natural sobresalían los mamíferos dañinos:
26
53 Domingo Lázaro de Arregui, Descripción de la Nueva Galicia, Sevilla, Impr. de
Hijos de A. Padura, 1946,pp. 23-25.
54
Nicolás Antonio de Ornelas Mendoza y Valdivia, Crónica de la provinciade San­
tiago de Xalisco, Cuadalajara, Instituto Jalisciense de Antropología e Historia, 1962,
p. 97.
55 González, Pueblo en vilo, p. 15.
56
Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Guadalajara, hoja F-13-12.
"El tiempo de aguas es puro llover y tronar." Caen de 800 a mil mi-
límetros de lluvia casi siempre en compañía de relámpagos y true-
nos. Pese a todo, no es una región húmeda. En los últimos días de
octubre comienzan a soplar los vientos calimotes. "Las nubes se di-
sipan; la verde alfombra vegetal se transfigura en amarilla y aún
grisácea, y lo blanco del cielo en azul. Oro abajo y azul arriba sordos
colores del tiempo de secas."53
Los 100 días de lluvia surten de agua a docena y media de arro-
yos repentinos y corredores que descienden a saltos de la repisa
(Sahuayo, [íquílpan, Rayo, Juan Diego, Soromutal, San Pedro, Sali-
tre, Salto, de la Uva...). La mayor parte del drene de la comarca está
a cargo de un río de flujo inconstante, de marcha veloz y de lecho
profundo al que se nombra río de la Pasión "por correr entre unos
riscos de peña muy altos, en los que están como pintadas insignias
de la Pasión de Cristo, de suerte que no ha habido quien pueda lle-
gar a dichas peñas tajadas, por su eminencia, y así, permitiéndose
dichas insignias a la vista, están defendidas al tacto".54 En el tempo-
ral de lluvias, a raíz de las grandes tormentas, el río de la Pasión
arrastra torrentes pavorosos y ensordecedores. En el temporal seco
casi se seca; se vuelve un hilillo que da risa y suena a cristal." An-
tes casi toda el agua donada a fa meseta se escurría por su río y sus
arroyos; ahora ya hay algunos bordos y presas que detienen una parte
del agua llovida. Así los más o menos breves embalses de Las Fuen-
tes, El Valle,El Sabino, La Manzanilla, Los Corrales, Santa Rosa, Vo-
lantín, San Rafael, Los Cuartos y Las Cebollas."
Las aguas retenidas en presas y bordos sirven para dar de beber
al ganado y para regar suelos de los bajíos que circundan a la mesa,
y pocas veces para los suelos de la misma. El piso de los Altos de
Jalmich es de buena marca, pero maleado por las piedras; más de la
29
66 Correa Pérez, op. cit., p. 139.
67 J. Duran, "Sector Chapala-La Barca", en Boletín de Geografía, México, UNAM,
1972, año XII, p. 50.
68 Correa Pérez, op. cit.,pp. 160-162.
69 R. H. Barlow, op. cít.1 p. 280.
10 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Guadalajara, 13-A-(IV).
arcillosos, o bien de fragmentos minúsculos o milimétricos despren-
didos de rocas ígneas que quedaron por allí después del retiro de las
aguas." La excepción la hacen los dos cerrillos (Pelón y Cotijarán),
que en la jerga geológica se llaman brechas volcánicas. La otrora in-
tensa agitación volcánica aún se da en muy pequeñas dosis, en for-
ma casi ridícula, por medio de géiseres enanos. En el rumbo de Los
Negritos, las rocas son permeables en grado sumo; el agua circula
generalmente por el interior de ellas sin mayores estorbos, y cuan-
do los géiseres se presentan en alguna roca menos permeable, el
agua surge a la superficie en forma de chorros negros, lodosos y cá-
lidos." Otra característica del bolsón de Guaracha es lo tembloroso.
A cada generación de hombres le toca recibir el susto de un sismo
mayor.Aún no se olvidan los bailoteos de 1770, 1806,1844, 1875,1912
y 1941.68
Los primeros españoles que visitaron la bolsa dijeron de ella: "Es
tierra templada que toca más en caliente que no fría. Del mes de oc-
tubre hasta el mes de enero hace fresco [...J Los aires que soplan del
norte y del noroeste" son por lo regular blandos. "Por los meses de
enero y febrero son algo más recios", pero nunca asoladores.69 En tér-
minos de la geografía moderna, dícese que fa llanura de Guaracha
ostenta un temperamento de tipo (A) C (Wo)(W) a (e) g, o lo que es
lo mismo, el clima más caluroso de los templados, un clima con tem-
peratura media anual superior a los 18 w-adoscentígrados e inferior
a los 20; con verano caliente, con un calor en el aire que sobrepa-
sa los 22 grados; con temperamento extremo que varía entre 7 y 14
grados, que hace tiritar en algunos días del invierno y sudar copio-
samente en mayo, que es el mes de mayor calor," La planicie de
Guaracha queda comprendida entre las isoyetas de 600 y 800 milí-
metros. Esto quiere decir que posee el más seco de los climas
subhúmedos. Las lluvias suelen comenzar en los primeros días de
28
62 González, Pueblo en 11ilo, p. 16.
63
González, Zamora, pp. 18-20. ·
64 R. H. Barlow, "Relación de Xiquilpan y su partido, 157911, en Tlalocan, vol. I,
núm. 4, p. 280.
65 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Cartas geológicas F-13-D-87
Sahuayo y F-13-D-88VilJa Chavínda.
que se explaya enfrente de Sahuayo por donde sale el sol. El valle o
bolsón guaracheño queda comprendido en la zona abajeña, subzona:
Bajío zamorano.63 Está a unos 1600 metros de altura sobre el nivel
del mar; 400metros más bajo que el lomerío josefino; 30 metros más
hondo que los valles de Zamora y Chavinda; un poco más alto que
la superficie de la laguna de Chapala. Según la Relación de Xiquilpan
de 1579, es "tierra llana y muy rasa".64 Únicamente el cerrito Pelón
y la colina de Cotijarán sobresalen de la planicie¡ lucen como islotes
redondos y pelados de una llanura de casi 10 mil hectáreas, tirante
entre dos sierras flacas y una sierra gorda. Por el oriente le hace
cerco la loma del Moral y otros cerrillos; por el norte, la angosta
sierra de Pajacuarán, donde suben bien alto los cerros Muerto, Som-
brerete y Grande; y por el sur, la imponente sierra volcánica trans-
versal, allí representada por las moles de San Francisco, el Tigre y
cerro Grande."
Los geólogos suelen despachar la definición del valle de Guara-
cha así: el subsuelo de tal valle o bolsa es de aluviones o depósitos
bolsón de Guaracha,
huindoro, gato montés, mapache, jabalí, zorra, ardilla, rata, armadi-
llo, venado, lobo y coyote; los ovíparos de altos vuelos: águila, agui-
lilla, alondra, codorniz, güitlacoche, golondrina, chupamírto, gavilán
y otras alas; reptiles venenosos: víboras de cascabel, hocicos de puer-
co y coralillos; serpientes sin malicia: alicantes y lagartijas, y millo-
nes de millones de hormigas, arañas, grillos, lombrices, escarabajos,
abejas, chochos, chahuixtles, pinacates, alumbradores, mosquitos y
tijerillas.62 Tanto la vegetación como la animalia del piso de arriba de
la región sahuayense eran distintos a plantas y animales del
31
75
Moreno García, op. cit., p. 85.
76
Correa Pérez, op. cit., p. 365.
77
R. H. Barlow, op. cit., p. 286.
76 Sánchez, op. cii., p. 30.
al viento noreste y norte de la ciudad de Sahuayo, tan próximos a
ella cornolos dos paisajes ya recorridos, tan sahuayenses como la re-·
pisa de San José y el bolsón de Guaracha, aunque desde los puntos
la laguna y la cíénega de Chapala,
migajón o limo arcilloso. Cuando está seca, toma una coloración gri-
sácea y una textura compacta y firme [...lRumbo a Sahuayo la tierra
se va haciendo más café [...] La porosidad es poca." Apenas pasan
las lluvias, sube a la superficie el dañoso álcali negro, el suelo se
agrieta y el valle adquiere la fisonomía de un enorme rompecabe-
zas." Con todo, son terrenos muy aptos para la agricultura; tierras
sólo un poco menos ricas que las de Zamora, suelos que en la escala
de los expertos de Cetenal, dentro de una escala de ocho, ocupan el
número dos; campos de extensa superficie labrantía, llanura de pan,
de maíz y de caña de azúcar, llena de luz y desnuda de atavíos su-
perfluos, pradera con uno que otro arbolito enclenque y torturado
por el hombre.
Antes de que los humanos se dieran el gusto de sustituir la flora
silvestre con la cultivada, en el centro del bolsón de Guaracha debie-
ron abundar los saprofitos acuáticos; en las tierras menos profundas
debió predominar la vegetación de pradera, salpicada de arbustos
grandes y árboles pequeños de hojas minúsculas; y en los bordes al-
tos, los chaparrales y el bosque mixto." Hoy lucen en el centro, en
los márgenes y aun en los bordos las sementeras de maíz y de milo.
No hace mucho que aquello fue un vasto cañaveral, una larga plan-
tación de caña de azúcar. Antes de la actual ganadería vacuna, des-
tacaban en la región el chirrido de las ranas y el ululeo de los lobos
en medio de los carrizales,77 y en vez de las numerosas gallinas de
hoy,las aves78 que ya sólo se ven en otro de los paisajes sahuayenses,
en la zona de
30
71
Sánchez, op. cii., pp. 43-44.
72
Heriberto Moreno García, Guaracha; tiempos viejos y tiempos nuevos, México,
1978, p. 86.
73
Correa Pérez, op. cit., p. 208.
74 Ibídem, p. 319.
junio y concluir en los primeros de octubre.71 La gran mayoría de los
días del otoño y del invierno "son claros y de noches profundas y
estrelladas". Si aparecen los vientos que azotan del lado de la lagu-
na, el frío se endurece: caen en la zona de cinco a diez heladas du-
rante el invierno. "Lascabañuelas no son abundantes ni duraderas."?
Los primeros días primaverales, por claros y tibios, son una deli-
cia; los últimos, por nubosos y calientes, un suplicio, al que sustitu-
ye el temporal lluvioso con el tormento del agua, con las lluvias bien-
hechoras y molestas.
Por naturaleza, el valle de Guaracha es de drenaje difícil. En otros
tiempos/ los ríos de [iquilpan, de Sahuayo y de Jaripo y no pocos
arroyuelos nunca se daban abasto en la tarea de escurrirlo oportu-
namente. Para librarlo de las inundaciones, "se construyó la presa
de San Antonio Guaracha con una capacidad de 30 millones de me-
tros cúbicos". Las corrientes de desagüe se hicieron coincidir en un
río que concluye su papel "en la estación Las Palmas", desde donde
se bombean los líquidos para arrojarlos a la laguna de Chapala."
Próxima a la de San Antonio está también ya la presa de Jaripo. Con
todo, todavía en el temporal de lluvias se forman charcos, la tierra
se empantana, el valle bebe y bebe silencioso, la bolsa de Guaracha
chorrea humedad por sus innumerables poros, la llanura se trans-
forma en vasto ranero, húmedo y soleado. La naturaleza del bolsón
no es de vida fácil.
El suelo de la semilacustre bolsa de Guaracha es vertisol, como
los demás de la zona sahuayense. A diferencia del piso de la parte
alta, éste no es pedregoso. Se trata de terrenos de textura pesada, ne-
gros y cargados de arcilla cementante. Se hinchan y se tornan
chiclososcon la humedad; se endurecen y agrietan con la resequedad.
Son ligeramente salinos y con más de un 15 por ciento de saturación
de sodio."Sin tanto cientificismo inútil, Heriberto Moreno lo descri-
be muy bien: "La tierra húmeda es negra, masosa, pegajosa, como
33
81
Alonso de la Mota y Escobar, Descripci6n geográfica de los reinos de Nueva Galicia,
Nueva Vizcaya y Nuevo Le6n, México, Pedro Robredo, 1940,pp. 56-57.
82 Diego de Basalenque, Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de
Míchoacán del orden de N. P. S. Agustín, México,Jus, 1963, pp. 201~202.
83
Cf. Federico Peña Aguirre, "Aspectos generales del.problema del lago de
Chapala", en Boletín de la Junta Auxiliar Jalisciense de la Sociedad Mexicana de Geogr~­
ffa y Estadística, sep.-oct. de 1956, vol. X, núms. 1-2, pp. 85-86.
84 Matías de la Mota Padilla, Historia del reino de Nueva Galícia en la América sep­
tentrional, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1973,p. 31.
65 Luis Pérez Verdía, Apuntes históricos sobre la guerra de independencia en falisco,
Guadalajara, Ediciones ITG, 1953,p. 100.
86 Cf. Peña Aguirre, art. cit., pp. 86-87.
ella".81 Fray Diego de Basalenque agregó en 1650: "es la mayor la-
guna que hay en la Nueva España [...] Está cercada por las cuatro
partes de muchos pueblos [...] Hay mucha abundancia de bagre
y pescado blanco".82 Fray Francisco de Pareja propaló en 1687: "Hay
una laguna hermosísima que está en un lugar que se llama Chapala,
tan dilatada que ordinariamente le han llamado Mare Chapalicum."83
El licenciado Ángel Matías de la Mota Padilla se explayó aún más en
1742: "Es el mar chapálico tan especial, que siendo sus aguas dulces
y saludables, son sus arenas limpias, y está libre de cieno y atollade-
ros, y sus playas en partes muy esparcidas, y en partes las aguas cho-
can con riscos y peñascos, levantando olas que quiebran en peñas y
arrecifes, y sus resacas arrojan conchas y caracoles." Según el licen-
ciado de la Mota, es tan hermoso, grande y rico el mar chapálico que
basta y sobra para adornar y abastecer un reíno."
La procesión de los piropos continuó después de la independen-
cia, si bien las floresarrojadas a la laguna en el Méxicoindependiente
suenan menos espontáneas y más cursis que las coloniales. Don Luis
Pérez Verdía dice de Chapala que es un "lago encantado", desper-
tador de numerosos "recuerdos en el corazón". Seguramente exage-
ra cuando escribe: "Sus cristalinas aguas, su cielo siempre azul, su
suave dima y sus dilatados horizontes, todo viene a aumentar su be-
lleza.?" También se le pasa la mano a don Manuel Caballero al re-
ferirse, en 1893, al mar de Chapala y '~us márgenes encantados,
sus aguas diáfanas y sus peces deliciosos"." Quizá los sahuayenses
no creen a pie juntillas lo que dicen cuando cantan: "Chapala, es tu
32
79
Ernesto Ramos Meza, Lago de Chapaia. Testimonio y paisaje, Guadalajara, Edi-
ciones Tlacuilo, 1965, pp. 18-19.
,
8~
Enciclopedia de Mé~!co, vol. 3, p. 265. En Enrique Gálvez Montes, Ensayo eco­
nomico del lago y de la cienega de Chapala, p. 60, se dice: "El área de embalse es de
114200 hectáreas"; en la p. 62 se lee que en 1959 la capacidad del lago de Chapala
'~aum.entó" a 7 mil millone~ de m3, aproximadamente" y en la p. 63: "Hay que dis-
tmgmr entre el almacenamiento total y el almacenamiento útil."
de vista del estómago y del bolsillo valgan más la laguna y la ciénega,
como se les dice vulgarmente aunque sin la corrección debida. Lo
correcto, según los diccionarios, sería el llamarles lago y ciénaga;
aquello por lo grande, y esto porque así lo pronuncian los españo-
les. La laguna es tan vasta que ha merecido el apodo de mar cha-
pálico. De hecho es el lago natural mayor de México y el tercero por
su extensión de la América hispánica. En ésta sólo lo exceden el
Titicacade Suramérica y elNicaragua de Centroamérica.79 Antes de la
reducción que le impuso el porfiriato medía más de cien kilómetros
de oriente a poniente, y cosa de treinta en su parte más ancha. Enton-
ces cubría una superficie de 2 350 kilómetros cuadrados, de casi un
cuarto de millón de hectáreas. Ahora sólo ocupa una superficie de
1 740 kilómetros cuadrados a la cota máxima de 97.80.Hoy su capa-
cidad de almacenamiento es de 8 mil millones de metros cúbicos."
El mar chapálico yace en medio de una herradura de sierras azu-
les. Por el angosto corredor del oriente, no interrumpido por cerros,
recibe las grandes contribuciones de los ríos Lerma y Duero. Antes
cubrían el lado sur la sierra de Pajacuarán y la repisa de San José,
y ahora sólo ésta. La punta del poniente la tapa la sierra de la Difun-
ta; y la parte del norte concluye en las sierras de la Viga y del
Atravesaño y los cerros de San Francisco, Punta Grande y Gomeño.
Quizá ningún otro sitio de Méxicoha recibido tantospiropos como
esta laguna circuida de montañas. Fray Alonso de la Mota y Escobar
escribió en 1606: "Hace el río Lerma un lago, laguna o mar a la traza
y forma del Jordán, en el paraje Genezareth, que llaman mar de Ti-
berio, de la cual laguna sale este río con la misma pujanza que entra
[...] Es un mar muy hondable [...] de agua dulce y delicada, limpia
sobremanera que no cría en sí hierba alguna." El lago de Chapala
-concluye fray Alonso- "se parece a la mar aun en enojarse como
35
90
Behn, op. cit., p. 28.
9J Behn, loe. cit.
92 Ramos Meza, op. cit., p. 21.
93 José Vicente Palencia, "Trasunto de la tragedia del lago de Chapala", en Bole­
tín de la Junta Auxiliar Jalisciense de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística,
sep.-oct. de 1956,vol. X, núms. 1-2, p. 41.
94 Enrique Gálvez Montes, op. cit., pp. 22 y 61.
húmedo."9º La época más caliente, con temperaturas apenas supe-
riores a los 22 grados centígrados, va de abril a junio. En la estación
invernal son raros los fríos intensos, aunque nunca faltan las hela-
das vigorosas y dañinas. De noviembre a marzo el viento dominante
es el "de adentro", el que sale de la laguna.91 De julio a octubre so-
plan aires del noreste, que traen las lluvias primero y las heladas
después. De improviso, de agosto a septiembre, embiste el viento
zamorano de manera agresiva, impetuosa, huracanada y derriba
milpas, tumba árboles, hunde embarcaciones y forma gigantescas co-
lumnas de agua.92 A causa del viento zamorano, la laguna no es el
paraíso. Tampocoes uniformemente bella. Susporciones sahuayenses
son las menos angeladas, y las más ricas.
Todala laguna sepresta para el remo y para la red;y la parte orien-
tal, también para el arado. El suelo de la mitad oeste, el más hundi-
do bajo las aguas, es de una pobreza conmovedora. El suelo de la otra
mitad, el menos hundido aun antes de la desecación, es de una rique-
za admirable. La porción dominada por Sahuayo, la conocida desde
muy antiguo con el nombre de la ciénega, ha sido el embalse natural
de las avenidas del Lerma y del Duero. En siglos pasados, durante
algunos meses, las aguas dejaban temporalmente libres suelos ubé-
rrimos, que rendían magníficas cosechas.93 A principios de este si-
glo, como lo veremos con detalle en páginas posteriores, se procedió
al escurrimiento artificial de las 50 mil hectáreas de la ciénega, casi
todas del entonces municipio de Sahuayo.94 Los suelos descubiertos,
de marca vertisol, aunque ligeramente salinos y con más del 15 por
ciento de saturación de sodio, son aptos para la agricultura inten-
siva; son tan fértiles como los de la bolsa de Guaracha, son de lo
mejorcito en el panorama mexicano. La desecación de la parte sahua-
yense de la laguna de Chapala dio lugar a lo que Bernardo García
34
87
Vicente T. Mendoza, La canción mexicana. Ensayo de clasificación y antología,
México,UNAM-Instituto de Investigaciones Estéticas, 1961,p. 421.
88
Cf. Severo Díaz, op. cit., pp. 16-18.
89
Crescencio García, op. cit., p. 51.
laguna novia romántica como ninguna", o al repetir la canción de
Pepe Guízar que en alguna parte grita: "Chapala, eres paisaje para
las almas enamoradas."87 Y es de suponerse que todas estas cursi-
lerías serán muy pronto del todo inaplicables a una laguna que se
afea cada vez más con la mugre de una creciente y mecanizada po-
blación que se agrupa alrededor de ella en ciudades, pueblos y
rancherías.
La laguna de hoy,sucia y vuelta patrimonio de los científicos, sólo
se presta para párrafos como el de Robert H. Palmer: "La estructura
geológica de la región de Chapala [...J consiste en un ancho y bajo
anticlinal con un eje de oriente a poniente y cuya parte central se ha
hundido con relación a los flancos a lo largo de fallas paralelas al
eje, tanto al norte como al sur [...] De las fallas principales las del
extremo norte y la del extremosur son las más grandes y conspicuas
[...] La más austral de las dos fallas del lado norte transcurre por la
población de Chapala [...] Por su plano de ruptura se eleva el agua
caliente de los baños de Chapala [...] La falla de en medio del lado
sur, forma el arrecife que sobresale del agua en la Angostura. Es
muy probable que por el plano de ruptura de esta falla se eleve el
líquido de los. manantiales calientes de Tizapán [...J La tercera falla
del lado sur pasa por debajo del agua [...] Gas, aceite y asfalto se
elevan al través del líquido a lo largo de esta depresión subacuá-
tica."88 La hulla blanca o chicle negro que brota de las aguas, las cali-
zas de Palo Alto y las piedras de afilar de las playas del sur de la
laguna le hicieron abrigar muchas esperanzas a don Crescencio
García, el prefecto y cronista del partido de Jiquilpan y Sahuayo en
la pasada centuria.89 ·
En la presente centuria se ha buscado sobre todo la explotación
turística y agrícola de la laguna. Se han esparcido a los cuatro vien-
tos la belleza y la bondad climática de los contornos de Chapala. Se
dice: "El lago modifica notablemente la temperatura calurosa de la
región, haciendo con sus brisas que predomine un ambiente fresco y
37
99 Arnold J. Toynbee, Estudio de la historia. Compendio I­IV, Madrid, Alíanza, 1970,
pp. 159,217. .
100 La historia de la conquista de la ciénega es en buena medida el asunto trata-
do por Enrique Gálvez Montes en su Ensayo económico del lago y de la ciénega de
Chapa/a.
raron en gorilas, ni contornos físicos tan severos como el per~etua-
mente helado de Groenlandia, o el siempre pobre de los desiertos
totales, que echan a perder todo trabajo por gr~n~e que sea." ~ª!
paisajes más adecuados que otros para el florecimiento y la fructifi-
cación del hombre. Los paisajes que les han tocado a los sahuayenses
son de los que estimulan o pueden estimular al hombre. El de la mesa
de San José tiene limitantes de suelo y de orografía suficientes para
incitar el ingenio y el quehacer de los ganaderos, que no para cerrar-
los a toda esperanza de progreso. El tesoro de las llanuras del bol-
són de Guaracha y de la ciénega de Chapala ahora puede parecer un
don gratuito de la naturaleza; pero, como se verá en esta historia, h.a
sido producto tanto de la invención humana c?mo de la generosi-
dad natural. Como quiera, tampoco se puede afumar que los panta-
nos originales de estos rumbos eran imposibles de !ri~urar ~or el
diente humano. Fueron por siglos un reto que parecia invencible y
que al fin se vencíó.P'Se trata de un dominio s~bre el ~e~io que está
a punto de concluirse como tarea, pero que viene reahzandose des-
de muy atrás con la concurrencia de las razas del mundo. Se trata de
un esfuerzo comenzado en la prehistoria por los indios; seguido a
partir de la conquista española por blanc~s y ~egros; y ~ech? reali-
dad o casi por la raza cósmica, por la conjunción de vanos tipos de
hombres, por un tipo de moreno mexicano que se forjó en el contor-
no sahuayense desde los días de la Nueva España de la manera como
se dice en el capítulo siguiente.
36
95
Bernardo García Martínez.. "Consideraciones corográficas", en Historia gene­
ral de México, México, El Colegio de México, 1976, vol. I, p. 39.
96
C. Cuesta Terrón, "La fauna de Chapala", en Memorias de la Sociedad Científica
Antonio Alzate, México, 1925, vol. 44.
97
Mota y Escobar, op. cii., pp. 56-57.
98 Ramos Meza, op. cit.,pp. 22-23.
llama "extensos y fértiles campos sembrados de legumbres, cerea-
les, garbanzos, frijol, papas y camotes"."
Lo que antes eran confusos pantanos, carrizales, tules y superfi-
cies plateadas son ahora llanuras verdes de felpa fina. En las otras
orillas del lago subsiste la vegetación original de pradera y chaparral.
La gente ribereña le ha concedido poca importancia a la flora quizá
porque se ha dejado encantar por la fauna. El lago cría abundantes
peces: mojarra, boquinete, carpa, bagre, sardina, popocha, charal, ca-
marón." "Cría entre otros peces unos que los indios llaman en su
lengua amiloies y el español llama pescado blanco¡ es mayor de me-
dia vara, su carne excede en blancura a una leche cuajada[ ...] es su-
mamente sano [...] Sólo la acedia de Sevilla le remeda algo en lo
delicado; no tiene espina, más que sólo la de la armazón."97 La lagu-
na de Chapala cría tanta variedad de peces como de aves acuáticas.
De la laguna viven los patos real, golondrino, pinto, zambullidor, bo-
rrego y pichilingüe; la gallareta, la gallinita, el corvejón, el tagarote;
las garzas blanca, morena y roja; el tildío, la gaviota, el carcamán, el
.zaracúas, el zocuilote, el pelícano, la espátula, el ganso, el ánsar y
la concha.98
La gente asentada en el ámbito sahuayense ha cumplido, por par-
tida triple, con la ley de la reto-respuesta formulada por Arnold
Toynbee;ha tenido la suerte de contar con un contorno asaz estimu-
lante por aquello de "cuanto mayor es la dificultad, mayor es el estí-
mulo", aunque no al grado de que la dificultad sea insuperable. De
hecho, las civilizaciones surgen "en ambientes que no son extraor-
dinariamente difíciles ni extraordinariamente fáciles". Hasta ahora
los mayores desarrollos humanos se han producido en un justo me-
dio entre una falta de severidad y un exceso de ella; un medio que
sin ser paradisíaco no llegue a infernal. Ni la "grande y famosa na-
ción de los haz-lo-que-quieras" que por falta de esfuerzo degene-
39
1 Otto Schóndube, "El territorio cultural de occidente", enJalisco antes de la inde­
pendencia, Guadalajara, Departamento de Bellas Artes, 1976, p. 21.
2 Federico A. Solórzano, "La prehistoria de Jalisco", en ibídem, pp. 15-18.
3 Ignacio Bernal, "El tiempo prehistórico", en Historia mínima de México, Méxi-
co, El Colegio de México,1973, pp. 7-8.
al ámbito sahuayense bien pudo ser prehistórica. Otto Schóndube
vislumbra que "las playas de los antiguos lagos pleistocénícos [...]
deben haber sido una especie de imán para los cazadores por la ri-
queza de la fauna que vivía en sus orillas". Hasta hoy no se han en-
contrado vestigios de tal gente en las riberas de la laguna de Chapala,
pero sí en la vecina región cenagosa de Sayula, donde hubo dos ha-
llazgos: una lasca de obsidiana entre los restos de un mamut, y dos
puntas parecidas a las del complejo Clovis y, por lo mismo, de una
antigüedad de doce mil a quince mil años.' En torno a la laguna de
Chapala únicamente se han descubierto fósiles de los mamíferos que
acostumbraban matar los cazadores. Aéstos los arqueólogos los ima-
ginan vestidos con abrigos de pieles, sin casa, nómadas, de arco y
flecha, carnívoros que no alérgicos a los vegetales.2 Dícese, como si
alguien lo hubiera visto, que además de cazar, pescaban fauna la-
custre y recogían frutos silvestres.'
Los arqueólogos hablan de una triple revolución habida en lo que
es hoy el territorio de México unos cuatro mil años antes de Cristo.
Entonces empezó el ejercicio de la agricultura, la multiplicación de
la gente y el orden social. El cultivo de maíz, frijol, calabaza y chile,
La llegada del indio
Desfile de actores
41
8 Ignacio Bernal, Teotihuacán: descubrimientos, reconstrucciones, México, Instituto
Nacional de Antropología e Historia, 1963.
9 José Corona Núñez, "Los teotihuacanos en el occidente de México", en
Teotihuacán. XI mesa redonda, México, Sociedad Mexicana de Antropología, 1972, pp.
253-256.
10 Bernal, "El tiempo prehispánico", pp. 25-30.
11 Arturo Oliveros, "Michoacán", en Señoríos y estados militaristas, México, Insti-
tuto Nacional de Antropología e Historia, 1976, p. 99.
Los posibles contactos con las remotas tierras de Ecuador y Co-
lombia no excluyen las relaciones con una realidad relativamente
próxima,la delimperio teotihuacano.Teotihuacánalcanzó un esplen-
dor deslumbrante entre los años 350 y 650 de nuestra era, por los
tiempos en que se hundía en el Viejo Mundo el imperio romano..
Como es bien sabido, los teotihuacas son autores de un buen núme-
ro de maravillas: agriculturade terraza, de chínampa y de riego; ar-
quitecturade espléndidos palaciosy de enormes pirámides; escultura
de barro y de jade, muy admirada por críticos e historiadores; extra-
ordinariapintura al fresco; reÍigión con culto solemne a Quetzalcóatl,
y gobierno autoritario presidido por sacerdotes reyes.8 Teotihuacán
irradió su cultura en distintas direcciones; desde luego, hacia el oc-
cidentehasta Nayarit.9 Alrededor del año 700, Teotihuacánfue inva-
dida e incendiada por bárbaros. Muchos de los pobladores salidos
con vida de la incineración de la urbe se plantaron en otros sitios.
Otros prefirieron hacer buenas migas con los que chamuscarona su
ciudad. De la mescolanza de vencidos cultos y de vencedores bárba-
. ros salió una nueva civilización conocida con el nombre de tolteca,
que tuvo su mejor momentohacia el año 1000.10
En la época de la emigración de los teotihuacanos producida por
el incendio de Teotihuacán, empieza en la zona contigua a la laguna
de Chapala la inmigración de personas de habla náhuatl, quizá pró-
fugosde la chamusca." Esos inmigrantespudieron habersidolos fun-
dadoresde Sahuayo, de Cojumatlán y de Tizapán. En Sahuayo no se
han hecho investigaciones arqueológicas no obstante la abundancia
de vestigios en Rincón de San Andrés. En cambio, en Cojumatlán,el
arqueólogo Lister, mediante métodos de datación fidedignos, com-
probó la existencia, entre los años 1000y 1200, de una congregación
humanaimportante que dejócomo huellas de su vida cajetestrípodes
40
4 Schóndube, op. cit., p. 25.
5
Arturo Oliveros, Excavaci6n de dos tumbas en El Opeño, Míchoacán, México,
ENAH, 1971.
6 Ramón Piña Chan, Una visión del México prehispánico, México, UNAM, 1967,
p. 283.
7
Schóndube, op. cit., p. 21. Paul Kirchhoff, "La cultura del occidente a través de
su arte", en Arte precolombino del occidente de México, México, SEP, 1946, pp. 49-67.
el aumento de la población y los primeros síntomas de vida en co-
mún y de bienestar llegaron juntos. Se construyeron casuchas de ba-
jareque y de otros materiales que dejan escasísimos restos.4 Aquellas
chozas sirvieron de albergue a los hombres y también a cachivaches
de piedra y de barro. Por razones defensivas, los albergues se cons-
truyeron unos junto a otros, en forma de aldea, y sus moradores se
organizaron en tribus. Hacia el año 1500 antes de Cristo, la organi-
zación social y el nivel de vida de algunas tribus consiguen mejorías
considerables. Así pasó no lejos del Sahuayo actual, en el valle de
Zamora, donde se produjo un estilo de vida que se llama convencio-
nalmente preclásico, donde se hizo la civilización lopeña.5 Muy cer-
ca de Sahuayo, en el Otero, en una loma de la jurisdicción de
Jiquilpan, se pueden ver todavía las ruinas de edificios, plataformas,
plazas, juego de pelota, escalinatas, muros con losas cuatrapeadas,
muros con piedras redondas unidas con lodo, muros construidos con
metates, terrazas y otros vestigios admirables, que se conjetura sean
de comienzos de la era cristiana.6
Se presume que la gente del Otero vivía del cultivo del maíz, del
chile y del jitomate, pero también de la pesca y la caza, tan abundan-
te en los alrededores. Es de suponerse que destinaban no poco tiem-
po al culto a los antepasados. Abundan allí las cámaras de tiro,
consistentes en un pozo con casetas funerarias a los lados. Aparte
del occidente de México, este tipo de tumbas sólo se hizo entonces
en lo que hoy es Colombia y Ecuador. Próximas a los entierros se
hallan piedras con depresiones a manera de mapas que también es
fácil hallar en algunas partes de Suramérica, que no en otras regio-
nes de México. Según Schóndube, las dos coincidenciasdan a enten-
der que hubo relaciones entre el México occidental y la Suramérica
noroccidental.7
43
,, 17 Schondube, op. cit., p. 24.
18 Relación de las ceremonias y ritos y poblací6n y gobierno de los indios de la provincia
de Michoacán (1541), Madrid, Aguilar, 1956, p. 117.
19 J. Benedict Warren, La conquista de Michoacán 1521­1530, Morelia, Fimax, 1977,
pp. 3-4.
20 Ramón Sánchez, Bosquejo estadístico e histórico del distrito de Jiquilpan de Juárez,
Morelia, Impr. EIM Porfirio Díaz, 1896, p. 98.
en el segundo y tercer decenio del siglo xvr, la gente de Sahuayo se
entendía en náhuatl, hablaba como los mexicanos y no como los
purépechas. Al contrario, Jiquilpan se atarascaba a toda velocidad;
arribo de los españoles,
político a multitud de pueblos." Desde la fundación de Pátzcuaro
en 1370, el imperio purépecha obtuvo una respetabilidad que alcan-
zó su apogeo en el reinado de Tzitzipandácuare (ca. 1454-1479), el
rey conquistador de los señoríos del occidente desde la sierra de
Purépero hasta Tamazula y Zapotitlán.18
El imperio purépecha o tarasco estuvo en un tris de ser tan gran-
de como el tenochca o azteca. Por el oriente llegó hasta donde ahora
llega Michoacán: por el sur, hasta un poco más allá de los ríos Tepal-
catepec y Balsas, y en un punto, hasta el océano Pacífico; por el nor-
te, el río Lerma le servía de límite; y hacia el oeste englobaba una
buena parte del actual Jalisco (Tamazula, Tuxpan, Zapotlán, Zacoalco,
Atoyac, Techaluta, Mazamitla, Teocuitatlán, Zapátaro y Cocula) y a
los pueblos occidentales de Michoacán, incluso los de la laguna de
Chapala." Quizá algunos señoríos de la ribera norte del lago, como
el del cacique Xitomatl o [itomate, nunca fueron vencidos por los
tarascos; pero ninguno de los pueblos de la ribera sur se salvó del
imperialismo purépecha, pudo evitar el ser pisoteado por el guara-
che de los reyes de Tzintzuntzan, escapó al deber de pagarle tributo
al señor de la cabeza rapada. Como quiera, contra lo que dice Ra-
món Sánchez, Sahuayo, si no independiente, sí permaneció en su len-
gua y sus costumbres durante la dominación tarasca." Se puede
afirmar sin mayores dudas que al
42
12
Robert H. Lister, Excavations at Cojumatlán, Michoacán, Mexico, Alburquerque,
New México Publícations in Anthropology, 1949, p. 48.
13
,Clement W. Meighan y Leonard J. Foote, Excavations at Tizapdn el Alto, falisco,
Los Angeles, University of California, Latin American Center, 1968..
14
Piña Chan, op. cii., p. 285.
15
Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organi­
zación de las antiguas posesiones españolas de América y Oceanía, Madrid, 1864-1884,
vol. XIII, p. 63.
16 Oliveros, "Michoacán", p. 133.
de apoyos multiformes; ornamentos de concha, cuentas de collar y
brazaletes; carnales, agujas, arpones de hueso y otros utensilios.12 Los
arqueólogos Meighan y Foote descubrieron en las cercanías de Tiza-
pán montículos formados por jacales derruidos en los que se usó una
cerámica semejante a la de Cojumatlán, que, según las fechas arroja-
das por el carbono 14, data de los años 1100 a 1200.13 De los tepalcates
descubiertos en los dos sitios citados, se infiere que sus pobladores
practicaban la agricultura en tierras de humedad; pescaban en el lago
con arpones, fisgas, redes y nazas: cazaban venados y aves lacustres;
hacían multitud de instrumentos de terracota y de piedra; curtían
pieles; enredaban hilos; construían chozas con materiales poco du-
raderos, y usaban del metal en la hechura de algunos útiles.14
Según don Wigberto Jiménez Moreno, la zona explorada por Lister
era de indios teces: es decir, de origen tolteca. Allí, en el magnífico
hábitat chapálico, vivieron sin mayores molestias hasta 1350. De allí
en adelante, dieron por molestarlos los feroces purépechas o tarascos.
Se ignora la patria de origen de estos depredadores. Algunos quie-
ren hacerlos oriundos de Suramérica, basados en una carta escrita
en 1524 por Rodrigo de Albornoz donde éste dice haber oído de los
tarascos que muy antes venían a las costas de Michoacán, en pira-
guas, mercaderes de las islas del sur," Otros suponen que la gente
tarasca llegó del noroeste, durante el postclásico, en junta con las tri-
bus chichimecas. Todos están de acuerdo en que la tribu escogió para
vivir, allá por 1200, la sierra volcánica transversal en su parte
michoacana, y una vez establecida allí, hizo un coctel o ponche
con su propia cultura y la de los pueblos que previamente vivían en
Michoacán.16 En cosa de un siglo, los recién llegados se convirtieron
en el único grupo que, aparte del azteca, pudo reunir bajo su control
45
23 Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España,
México,Porrúa, 1970, p. 389.
24
Warren,op. cii., pp. 85-91.
25
Luis González, Pueblo en vilo, México,El Colegio de México, 1968,pp. 30-31.
26 Peter Gerhard,A Guide to the Historica/ Geography of New Spain, Cambridge,At
the UniversityPress,1972, pp. 239-242.
27
Warren,op. cit., pp. 218-220.
200 españoles de a pie y miles de indios; susto y encierro de Tzin-
tzicha; hallazgo del emperador escondido por parte de la gente de
Olid; sumisión de los tarascos a los españoles más que por cobardía
por haberles visto cara de dios; rápido regreso del capitán Olid a
Tenochtitlán, según las malas lenguas, porque acababa de casar con
mujer joven y de buen ver que no quiso llevar consigoa la conquista
de Michoacán.23
En seguida de Olid, vienen a Michoacán otros capitanes. Aquí
nos interesan las entradas de Antonio de Carvajal y de Alonso de
Ávalos. Carvajal era un hombre con mucha experienciaen el Nuevo
Mundo, pues había llegado a él en 1509y hecho conquistas en Puer-
to Rico, en Cuba y en el oriente de México.Carvajal estuvo en el im-
perio sometido por Olid un año después que éste. Durante un año
combatió sin complacencias, a garrote limpio, las prácticas religio-
sas de los nativos, y levantó la nómina y el censo de las poblaciones
de la vasta dominación purépecha, nómina y censo que servirían de
basepara el subsiguientereparto de encomiendas.24Alonso de Ávalos
salió hacia el occidente por el mismo tiempo que Carvajal, pero con
destino distinto. Ávalos era un pariente de Hernán Cortés que, sin
mayores esfuerzos, con la mano en la cintura, conquistó losseñoríos
occidentales que tributaban al emperador tarasco." Con los pueblos
por él sometidos,formó la llamada provincia de Ávalos, que com-
prendió en un principio las tierras de un~triángulo con vértices en
Tecolotlán,Sahuayo y Tuxpan y cuyo centro fue Sayula.26 Loque pos-
teriormente sería la mitad oeste de la parroquia y el municipio de
Sahuayo formó parte de la provincia y de la encomienda del pode-
roso primo de Hernán Cortés.27
El pueblo de Sahuayo y las vecinas tierras bajas y cenagosas de
Caro, Guarachan, Pajacuarán, Chaparaco y Jacona fueron dadas en
44
21
Ramón López Lara, El obispado de Míchoacán en el siglo XVII, Morelia, Fimax,
1973, p. 106. .
22
Relaciones geográficas de la dioceeis de Michoacán, Cuadalajara,Siglo XVI, 1958,
vol. I, pp. 9-10.
se volvía Huanimba en un santiamén y dejaba de hacer ronda con
los pueblos de Ixtlán, Pajacuarán, Cojumatlán, y Sahuayo.21 En [iquíl-
pan, desde poco antes de la llegada de los españoles, residía un ca-
pitán enviado por el rey tarasco y el cacique Noxti, éste oriundo de
Amula. El capitán y el cacique daban mucha guerra a las poblacio-
nes circunvecinas. A los aprehendidosen tales luchas los conducían
al Cerrito Pelón, que en aquella época se llamaba Apatzingán, "los
abrían por medio y les quitaban el corazón y lo comían"." No sabe-
rnos cuántos corazones sahuayenses se hayan engullido los de
Jiqui.lpan, pero sí es de presumirseque sus roces con Sahuayono eran
precisamente amorosos. En vivo pleito los hubo a la mano la con-
quista española.
En 1519 entró a México el huracán conocido con el nombre de
"conquista", cuyos episodios más memorables son los siguientes:
llegada a las costas del golfo de México, en forma sucesiva, de los
capitanes Francisco Hernández de Córdobay Juan de Grijalva; des-
embarcodel astuto y valeroso capitán Hernán Cortés al frente de al-
gunos centenares de soldados; zozobra de Moctezuma, el emperador
de los aztecas, y de su consejo de brujos; recepción entusiasta de las
huestes de Cortéspor parte de los pueblos abatidos por Moctezuma:
pavor en Tenochtitlán, la metrópoli del imperio azteca; entrada de
Cortés a la ciudad empavorecida;efímera luna de mielentredon Her-
nán, el vestido de hierro, y Moctezuma,el de la silla de oro; pedrea
y muerte de Moctezurna;ascenso,enfermedady defunción de Cuitlá-
~uac; malos procederes del güero Alvarado; subida al trono impe-
rial de Cuauhtémoc y resistenciaheroica,verdaderamente a la altura
del arte de Tenochtitlán;muerte del emperador de los tarascos por
culpa de la viruela; entronización de Tzintzicha en tarascolandia·
caída de la capital azteca y reguero del anuncio: "Todo México Te~
nochtitlán hiede a difunto"; temblor en las corvas del emperador
tarasco al enterarse que los españoles se morían de ganas de cono-
cerlo; entrada a Michoacán de Cristóbal de Olid con 70de a caballoI
47
30 Warren, op. cit., pp. 411-415. AGI, Justicia, leg. 130 ff. 959-973. Archivo del Ins-
tituto Nacional de Antropología e Historia (AINAH en adelante), Colección Gómez
de Orozco, ms, 171, ff. 17-28 v.
31 Warren, op. cít., p. 177.
32 AGI, Justicia, leg. 229.
33Warren, op. cit., pp.110-112.
34 Es muy vasta la literatura acerca de Quiroga. Tres libros fundamentales son:
Francisco Miranda, Don Vasco de Quiroga y su colegía de San Nicolás, Morelía, Fimax,
1972. Benedict J. Warren, Vasco de Quiroga y sus hospitales­pueblos de Santa Fe, Mo-
relia, Universidad Michoacana, 1977¡ Silvio Zavala. La utopía de Tomás Moro en la
Nueva España y otros estudios, México, Robredo, 1937.
35 Warren, La conquista de Michoacán, op. cii., pp.120- 121.
en particular o tampoco a la Corona de España. Como quiera, se les
hizo a los sahuayenses el apercibimiento de rutina: si no acatan el
vasallaje español se enviarán hombres de guerra para destruirlos y
hacerlos esclavos, porque así conviene al servicio de su majestad y a
la pacificación de esta tierra. 30
Por si no bastara con la advertencia,
el bachiller Ortega en persona fue al extremo noroccidental de Mi-
choacán, a donde se encontraba Sahuayo.31 Y aún no se iba el bachi-
ller Ortega cuando los sahuayenses recibieron, junto con los demás
pueblos del occidente, la amenaza de una visita del licenciado Nuño
de Guzmán, a quien obedecían, por gana o por fuerza, multitudes,
y de quien se decía que era la gente más enviciada del mundo, con
seis o siete vicios: "mal cristiano, perjuro, infame, borracho, maldi-
ciente, difamador, amancebado públicamente con india" y matachín
entusiasta.32 Pero, como está bien comprobado, la amenaza de visita
no se cumplió.
Enseguida de los caballeros tronantes, empezaron a llegar los pea-
tones humildísimos que acaudillaban fray Martín de la Coruña y don
Vascode Quiroga. Fray Martín tuvo fama de ascético, caritativo, de-
voto y levítador." Dizque muchos, en diversas ocasiones, lo vieron
levantarse del piso en éxtasis, costumbre que nunca adquirió Qui-
roga. Éste nomás fue sabio, iracundo, justiciero, utópico y primer
obispo de Michoacán.34 Al llamado de fray Martín acudieron a Mi-
choacán, hacia 1530,fray Ángel de Valencia,fray Juan Badiana, fray
Miguel de Bolonia, fray Juan de Padilla y fray Juan de San Miguel."
Al de San Miguel se debe la hechura del convento de Jiquilpan, así
46
26
Archivo G€neral de Indias (AGI en adelante), Justicia, leg. 123, núm. 1. Tam-
bién Arturo Rodríguez Zetina, [acona y Zamora, México,[us, 1956, pp. 117-126.
i9 Warren, op. cii., pp. 232-234. Gerhard, op. cit., p. 401.
encomienda, por Cortés mismo, el 24 de agosto de 1524, a Juan de
Albornoz.28 Antes de que Albornoz fuese a ver y deslindar su enco-
mienda, mientras el encomendero se entretenía en la pacificación de
Pánuco, Cortés encomendó a uno de sus mejores amigos, al valeroso
Gonzalo de Sandoval, la misma zona. Según Albornoz, cuando re-
gresó Cortés de Honduras en 1526 hecho un basilisco por lo mal que
le había ido al meterse en Honduras y por lo requetemal que se ha-
bían portado sus lugartenientes durante su ausencia, decidió quitar
encomiendas a troche moche, y uno de los despojados fue Albornoz.
El encomendero que vino a sustituir al destituido se obligó, como el
anterior, a ver que se les diera doctrina cristiana y buen tratamiento
a los indios de Sahuayo y circunvecindad a cambio de que los indios
puestos en encomienda le pagasen tributos y le prestasen servicios.
Muchos encomenderos comenzaron por poner en práctica la segun-
da parte del convenio: se hicieron servir y pagar de los indígenas.
Otros, como los de Jacona-Sahuayo-Guaracha, no pudieron ejercer
ninguno de los puntos del contrato de encomienda. Sandoval, quien
quizá ya se sentía enfermo al recibir la encomienda, la cedió a prin-
cipios de 1528,por testamento, a su primo Juan de Sandoval, en vís-
peras de irse Gonzalo a España, donde murió a los pocos días de su
arribo. A la muerte de Gonzalo se armó el pleito por la posesión de
Sahuayo y Jacona entre Albornoz y Pedro Almíndez Chirinos pero
ninguno de los dos obtuvo la apetitosa tajada, quizá porque los
sahuayenses se resistieron a servir, quizá porque la RealCorona dijo:
[basta de pleitos! Vengan· a nos Sahuayo y Jacona.29
En la primavera de 1528 vino a Michoacán, por órdenes del go-
bernador Alonso de Estrada, en plan de juez y para meter orden en
el régimen de encomiendas, el bachiller Juan de Ortega, quien, como
principio de arreglo, reunió en Tzintzuntzan a los señores y princi-
pales de los pueblos y los hizo saber qué tributo debían pagar y a
qué señor. Por Sahuayo se presentó Acucecarit, quien dijo que su
pueblo no quería servir, aunque no quedó claro si a un encomendero
Plaza, 16 de septiembre de 1921.
48
36 Álvaro Ochoa, fiquilpan, México, Gobierno del Estado de Míchoacán, 1978,
p. 30.
37 Francisco del Paso y Troncoso, Papeles de la Nueva España, 2~ serie. Geografía y
Estadística, Madrid, 1905-1906, vol. I, núms. 457 y 811.
38 José Romero Vargas, Cotija, cuna de trotamundos, México,Progreso, 1973, p. 46.
39 González, op. cü., p. 40.
4~ Diego de Basalenque, Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de
Michoacán del Orden de NPS Agustín, México, [us, 1963, p. 380.
41 Andrés Cavo, Historia de México, México, Patria, 1949, p. 35.
42 Francoís Chevalier, La formación de los grandes latifundios en México, México,
Problemas Agrícolas e Industriales de México, 1956, pp. 79-80.
corno, junto con fray [acobo Daciano, la evangelización de los pue-
blos de la ciénega de Cha pala. 36
Por quince años, si no más, los
sahuayenses dependieron en lo religioso de [iquilpan: pero en cuan-
to se fundó el convento agustino de [acorta, pasaron a depender de
él. Según la suma de visitas de 1555, eran sujetos de [acona los pue-
blos de Tangamandapio, Pajacuarán, Ixtlán, Guaracha y Sahuayo.37
Por 1570, al convertirse .Ixtlán en parroquia administrada por cléri-
gos, Sahuayo, Caro, Cojumatlán y Guarachita fueron uncidos a ella."
Mientras Sahuayo se acomodaba como sujeto de Ixtlán en lo reli-
gioso y de Zamora en lo civil, padeció tres tipos de azotes: la peste,
la invasión de ganados y el agrarismo a la española. Las pestes o epi-
demias comenzaron a golpear muy duro a partir de la grande de
1545,que produjo más de un millón de víctimas en lo que ahora es
territorio de México.A esa peste general siguió la particular de 1567,
que vino en junta con desborde del lago de Chapala y con temblor
de tierra. 39 A la catástrofe privativa de los pueblos chapalinos suce-
dió un terremoto, un cometa, un eclipse y "una grande peste de la
que murieron infinitos indios" .40 Entrada la primavera de 1575,los
aborígenes comenzaron a sentir fuertes dolores de cabeza, seguidos
de calentura, inquietud, flujo de sangre y muerte." Muchas pobla-
ciones se redujeron a muy poca cosa, entre ellas Sahuayo, que a par-
tir de entonces más que tierra de indios lo fue de vacas.
Alas ciénegas próximas a Sahuayo, desde 1545, anualmente, en
las secas, empezó el acarreo de cientos de miles de cabezas de gana-
do mayor y menor, las más, cabezas de vacas y borregos.42 Hubo una
doble causa en la persistencia de tan abundante invasión de gana-
Panorámica, ca. 1930.
T
Sahuayo, al fondo la parroquia, foto de C.B. Waite, ca. 1910.
49
.
43
Conzález, op. cii., p. 38.
44 Archivo General de la Nación (AGNM en adelante), Tierras, vol. 1193, ff.
89-91,95-96,etcétera.
45Cf. Ochoa, op. cit., p. 39.
46 AGNM,Tierras, vol. 1193,f. 59 v. Véase también Sánchez, op. cit., p. 96-99.
·.;;
dos. El virrey don Antonio de Mendoza acababa de disponer que la
ganadería abandonara el centro del país por los perjuicios que aca-
rreaba a las sementeras de los indios, y de prohibir a los españoles
tener rebaños sin poseer estancias. Entre 1550y1556 se despacharon
unos 20 ucases para que las estancias se concedieran lejos de las po-
blaciones, se vigilaran los ganados y se enviaran jueces ambulantes
para hacerlos respetar. Todo esto culminó con las ordenanzas sobre
el agro de 1567del marqués de Palees,y con la multitud de mercedes
de tierra otorgadas a los ganaderos españoles en el corregimiento de
Jiquilpan y en la alcaldía mayor de Zamora; es decir, en el Bajío
zamorano, o lo que es lo mismo, en el contorno sahuayense."
Como consecuencia de la legislación ganadera y del desplome de-
mográfico, el reparto de tierras, principalmente entre españoles, fue
el fenómeno mayor del último tercio del siglo xvt, Los virreyes Luis
de Velasco primero y segundo, marqués de Palees, Martín Enrí-
quez de Almanza y Lorenzo Suárez mercedaron estancias de gana-
do mayor que medían 1 755 hectáreas, sitios de ganado menor con
una superficie de 780 hectáreas, caballerías de sembradura con ex-
tensión de 43 hectáreas, fanegas de alrededor de 4 hectáreas y sola-
res de 1 700 metros cuadrados. Los Altos de [almich o mesa de San
Joséfue repartida entre amigos y familiares del poderoso señor Alon-
so de Ávalos, entre FranciscoRodríguez, los señores Ruiz de Alcaraz,
Juan Pérez Calvillo, Pedro Larios, Francisco de Saavedra y Gonzalo
de Fígueroa." En el bolsón de Guaracha, recibieron sitios de ganado
mayor y menor y caballerías de tierras laborables los Ruiz de Alcaraz,
Simón Díaz, Francisco Gutiérrez, Alonso de Rebollar,Juan de Cueva
y algunos indios príncipales.f Entre los indios que alcanzaron dota-
ción de tierras a la española, individualmente, se mencionan a don
Martín, principal de Juruneo, caserío que estaba cerca de donde hoy
está San José de Gracia, y a doña María Magdalena, "india cacique
principal del pueblo de Sahuayo".46 Ambos tuvieron litigios por las
l
1
1
!
Plaza principel, foto de C.B. Waite, ca. 1910.
51
50
Luis González, Zamora, México, Gobierno del Estado de Michoacán, 1978,
pp. 42-44.
51
Juan López de Velasco, Geografía y descripci6n universal de las Indias, Madrid,
Furtanet, p. 241, cit. por Ochoa, op. cit., p. 37.
52 González, Pueblo en vilo, op. cit., pp. 46-48.
53
AGNM, Tierras.
esclavo a las llanuras próximas al decaído caserío indígena de Sa-
huayo, lo que se tradujo en una bendición para los pocos indios
sobrevivientes, pues dejaron de ser compelidos "a trabajar contra su
voluntad[ ... ] en haciendas ajenas", a ser tamemes o cargadores y a
sufrir injuriosos "tratamientos y otros desaguisados contra razón"
que recibían de continuo.53 Por otra parte, los recién venidos detu-
vieron la despoblación de la zona, pues no se morían tan fácilmente
como los naturales y eran poco o nada castos. También le metieron
más fuerza que la que podían meterle los indios a las tareas rudas y,
en general, hicieron posible la marcha inicial de una reciente hacien-
da, que será la consorte inseparable e insoportable de Sahuayo por
tres siglos y pico.
· A principios del siglo xvnse formó una de las más grandes.ylucí-
das haciendas que haya habido en el occidente mexicano: la hacien-
da de Guaracha. Uno puede explicarse lajormación de tan enorme
latifundio acudiendo a las razones aducidas por los expertos: "En la
Nueva España existía un mercado muy reducido para los productos
agrícolas." Por otra parte, "las condiciones climáticas de una gran
parte de las tierras del altiplano hacían muy eventuales los años bue-
nos para la agricultura [.;.]" En la lucha "contra las limitaciones im-
'puestas por el mercadoy contra las irregularidades inherentes a los
cultivos de temporal, los ricos agricultores de la colonia idearon una
venida delnegro
fundada villa de Zamora:" la de otros, en Iiquilpan, unos de los pue-
blos. "más políticos de aquellas partes";51 y la de unos terceros, en
Sayula,. sede de la provincia de Ávalos.52 Como quiera, entonces su-
cedió, de manera inusitada, la
50
47
AGNM, Tierras, vol. 839, exp. 2 y Archivo General de Notarías del Estado de
Míchoacán, legs. 10, 11, exp. 29-bis. La copia de los documentos respectivos la debo
a la gentileza del profesor Álvaro Ochoa. ·
48
Antonio de Ciudad Real, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nuéva
España, México, UNAM, 1976, vol. I,p. 28.
49
AGNM, Indios, vol. 6, II, exp. 1013, ff. 271-276.
mercedes obtenidas. Don Martín tuvo que seguir juicio contra los
naturales de Teocuitatlán que le tenían tomada su estancia, y a doña
María Magdalena le metieron pleito los indios de [iquilpan por no
estar de acuerdo en la ubicación del sitio de ganado menor y las dos
caballerías de tierra que le fueron concedidas.47
Por lo demás, la entrega de estancias, caballerías y lotes a particu-
lares no detuvo la decadencia de la población indígena y sí sirvió
para que se cometieran abusos y se pusiese en marcha la formación
de extensos ranchos y haciendas. En el último cuarto del siglo xvr
desaparecieron algunas congregaciones de la región sahuayense,
como Juruneo, y otras se redujeron a su mínima expresión, como Sa-
huayo. En 1586, después de una estadía en [íquilpan, fray Alonso
Ponce siguió rumbo a Guadalajara por Cojumatlán, y el minucioso
cronista que lo acompañaba, fray Antonio de Ciudad Real, no dice
que hayan sabido de la existencia de un pueblo con el nombre de
Sahuayo.48 Doce años después, en septiembre de 1598, el virrey
Gaspar de Zúñiga comisionó a Luis Carrillo de Guzmán para que
congregara en caseríos bien trazados a los aborígenes de Jacona,
Ixtlán, Pajacuarán, Xiquilpa, Tlazazalca, Chilchota, Tarecuato, Cho-
candirán, Aranza, Peribán, Tzirosto, Huapatzácuaro, Tancítaro, Pin-
zándaro, Tepalcatepec, Jilotlán, y demás indios restantes, ya cerca de
los ríos de Arimao, ya alrededor de la laguna deTacázcuaro.49 El he-
cho de que en tan larga lista no aparezcan Sahuayo, Cojumatlán y
demás poblaciones de la punta occidental de la alcaldía mayor de
Zamora puede interpretarse comoque los lugares omitidos en la or-
den del virrey ya estaban casi o totalmente deshabitados. En otras
partes la población indígena muerta por las epidemias era parcial'."
mente sustituida por españoles, cosa que no pasó en Sahuayo. Los
gachupines que recibieron tierras en el contorno sahuayense nunca
vivieron en Sahuayo. La residencia de los más estuvo en la recién
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  • 1.
  • 2.
  • 3. 1 1 i OBRAS COMPLETAS DE LUIS GONZÁLEZ Y GONZÁLEZ V /; ¡ .1 ;¡ 1
  • 5. 7 El asunto de la presente monografía es bastante más complejo, múl- tiple y conmovedor de lo que parece a primera vista. Se trata de la historia de una comunidad que está a punto de cumplir su primer milenio de vida. Se trata de una existencia histórica que se desen- vuelve en tres escenarios a cual más de bellos: una sierra, un lago y una llanura que llevan los nombres de Altos de [almich, laguna de Chapala y ciénega de Guaracha. Van a verse miles de hombres de distinto color y condición: indios mexicas, rubios y morenos españo- les, negros de África, mulatos, cambujos, mestizos y criollos. Van a verse miles de personas multicolores ocupadas en multitud de que- haceres: caza, pesca, recolección, agricdltura, ganadería, industria artesanal, comercio, arriería, milicia, relaciones, reproducción, emi- gración, apodos, guisos y fritangas, cometungas y fiestas, política de campanario, religión y cultura. El autor no es enteramente novato en el tema. Es de San José de Gracia, uno de los frutos desprendidos del árbol sahuayense. Traba- ja allí cerca, en El Colegio de Michoacán, establecido en Zamora. Ha publicado la tradición de la punta occidental de la sahuayanía con el nombre de Pueblo en vilo. Le han llegado desde la, niñez muchos ru- mores, seres, cosas, ruidos, perfumes, antiguallas y novedades del mero Sahuayo. Aunque sólo pudo destinar ocho meses a la hechura de esta obra, suplió la prisa con la casi oriundez y el amor al asunto. Como quiera, el autor reconoce que la oriundez y el cariño no son suficientes garantías de buena factura, corno tampoco abona nada el Señoras y señores, un momento... Prólogo Portada: Plaza principal de Sahuayo, 1924. Foto Estudio Guerrero. Queda prohibida la reproducción parcial o total de esta obra, por cualquier medio -incluidos los electrónicos-, sin permiso escrito por parte de los titulares de los derechos. ISBN968 6932 71 2 Obras Completas ISBN970 663 001 5 Sahuayo (tomo XIII) © Luis González y González D.R.©Editorial Clío, Libros y Vídeos, S.A. de C.V. Primera edición, 1998 Diseño de portada: Álvaro Figueroa Selección de imágenes: Marcela Noguez, con la coordinacíón de Xavier Guzmán Formación y tipografía: Quinta del Agua Ediciones, S.A. de C.V. Corrección: Gilda Castíllo y Eduardo Méndez Índice onomástico: Natalia Mata Navarrete Producción editorial: Lourdes Martínez Ocampo Coordinación editorial: Rossana Reyes Vega y Ana García Bergua
  • 6. 8 9 nes, donde se dice que estos polvos son consecuencia de aquellos lodos, que tal cosa corresponde a tal ley ineludible, o que lo hecho se hizo porque así lo quiso éste o aquél. Quizá por poca imaginación o por las prisas, adoptó como arquitectura de la monografía de Sahuayo la ya usada en la monografía de Zamora. Ambas se compo- nen de ocho capítulos y una extensa relación de fuentes. El primer capítulo, después de dar un pormenor de las imágenes recibidas acer- ca de Sahuayo, dice cómo llegar a éste y describe los paisajes que le sirven de asiento, pues el autor, aun a sabiendas de que la pintura de paisaje no está de moda, la practica desde que leía al incompara- ble Azorín. El segundo capítulo da cuenta de la.larga aurora de Sahuayo. Loscuatro capítulos siguientes resumen la economía, la or- ganización social, la política, la cultura y las relaciones exteriores de cuatro momentos distintos de la vida sahuayense. Los dos últimos capítulos se proponen destechar al Sahuayo de hoy en día y ver a su gente sin mucha ropa, lo mismo de la barriga para abajo que de aquí para arriba. En todos los capítulos se han hecho los malabarismos necesarios para no caer en la presentación a base de cuadros estadísticos y de gráficas. También se le han puesto interrupciones al lenguaje solem- ne, pues esta historia de Sahuayo no aspira a ser un misal o un re- pertorio de discursos conmemorativos. Es mejor que se le califique de chocarrera que no de estirada. Además, es muy sabroso escribir como se habla. Hicieron muy grato este camino de ida y vuelta a un asunto inte- resante los compañeros de ruta. El autor recibió apoyo de un buen número de personas. Del licenciado Enrique Gálvez Montes, quien, como buen sahuayense, ama a Sahuayo sobre todas las cosas y quien puso a disposición del autor material abundante y útil para escribir e ilustrar esta monografía, como lo muestran a las daras las muchas menciones que se hacen de él en las notas a pie de página. Otra notable contribución es la del licenciado Jesús Núñez Gálvez y la de algunos de sus colaboradores en el Ayuntamiento de Sahuayo. El autor también recuerda agradecido la ayuda de los párrocos de Santiago y de Guadalupe, así como la de los sacerdotes Vicente Girarte y Enrique Mireles. De hecho, obtuvo muchas ayudantías en que forme parte de El Colegio Nacional, pero cree que en esta oca- sión su obra no fue un bodrio. Los lectores del libro pueden ser lo que les venga en gana; pero si son científicos sociales, turistas o sahuayenses, mucho mejor. Los primeros lo encontrarán muy deficiente, y tal vez por lo mismo, se animen a superarlo y1 en definitiva, a profundizar en un tema de in- terés. Los segundos lo encontrarán excesivo, con más noticias de las que han menester las personas que sólo van de paso; pero quizá su extensión y frondosidad los obligue a quedarse otro día en Sahuayo con el correspondiente disfrute de su hospitalidad y atractivos. Los terceros lo encontrarán corto en anécdotas y alabanzas y grande en la descripción de tiempos largos y calmosos, y procurarán suplir su aridez con hermosas y finas remembranzas. Ojalá el autor logre esti- mular a los lectores que tuvo en mente mientras iba al tema Sahuayo y mientras volvía de él. El viaje de ida, aunque hecho sin mayores preparativos y a matacaballo, fue muy placentero. El autor se puso en marcha con las alforjas casi vacías de ideas previas y de prejuicios científicos y sin suficientes itinerarios. Recogiólos materiales de esta obra a las carre- ras, sin conversaciones calmosas con ningún informante vivo, sin lec- tura paciente de viejos manuscritos, sin repaso divagante de series periódicas y sin absorción total de tantos libros como leyó. Aunque también aprisa, redujo las miles de informaciones reunidas al análi- sis crítico, pues piensa, como el Che Guevara, que "la verdad históri- ca debe respetarse, y que fabricarla a capricho no conduce a ningún resultado bueno". Aunque los hechos muchas veces no son de rostro agraciado, son, con todo, menos mal parecidos que los errores de hecho. Por otro lado, al hacer la selección de los acaeceres de verdad sucedidos, tuvo muy en cuenta que fuesen importantes y no sólo cáscaras, pues el autor cree, como Collingwood, que "la labor del historiador puede comenzar descubriendo el aspecto externo de un hecho, pero nunca puede estancarse ahí; siempre debe recordar que el hecho fue una acción, y que su tarea principal estriba en reflexio- nar sobre esta acción para discernir el pensamiento de su agente". El camino de regreso no fue menos amable ni más tranquilo que el de ida. El autor apenas se detuvo en la estación de las explicado-
  • 7. LUIS GONZÁLEZ y GONZÁLEZ Zamora, 1 ºde abril de 1979 Sahuayo, algunas tan valiosas como las de don Alberto Barragán, . don Ignacio Gómez, don Leopoldo Ochoa y el doctor Enrique Saha- gún Cortés. Fuera de Sahuayo, dos colaboradores de la mayor importancia fueron los compañeros desde el principio de la aventura de El Cole- gio de.Michoacán, el doctor Francisco Miranda Godínez, quien no da consejo que sea desechable, y el maestro Álvaro Ochoa, quien colmó al autor de datos útiles para la reconstrucción de la historia sahíiayense. De este mismo tipo fue la inapreciable ayuda de don José María Ávalos. Como en todas las ocasiones, una ayuda más allá de todo elogio fue la de Armida.
  • 8. 13 1 Archivo General de Indias, Justicia, Leg. 130, ff. 959-1973. Publicado por J. Be- nedict Warren, La conquista de Michoacán, Morelia, Fimax, 1977, pp. 414-415. 2 Instituto Nacional de Antropología e Historia, Colección Gómez de Orozco, rns. 171, ff. 17-28. Publicado por Warren, op. cit., p. 232. 3 Papeles de la Nueva España, Madrid, 1905-1906,2ª serie. 4 Ramón López Lara, El obispado de Michoacán en el siglo XVII. Informe inédito de beneficios, pueblos y lenguas, Morelia, Fímax, 1973, p. 106. 5 The Newberry Líbrary en Chicago, Ayer Col., M 1106 A. 6 Archivo General de la Nación,Historia, vol. 72, ff. 44-45. 7 AGNM,Historia, vol. 73, f. 79. de Sahuayo no son abundantes ni minuciosas. En los siglos españo- les, su nombre es invocado muy pocas veces y escrito de diez mane- ras distintas. En un informe de 1528 lo escriben Coraynzanguayan,1 y en otra versión del mismo informe, Cabayo.2 La "Suma de visitas" lo llama Zanguayo y el mapa de Ortelius de 1570, Zanguyo.3 La "Minuta y razón de las doctrinas que hay ~nel obispado de Michoa- cán", hecha en 1631, dice Santiago Tzaguaio;4 y la descripción que hizo en 1649 Arnaldo de Isassy de la "capital, pueblos, minas y co- sas raras" de las diócesis de Michoacán, Santiago Saguaio.5 En el siglo xvm, antes de escribirlo como ahora, fue escrito Zaggayo, Za> hg~yo y Saguayo.6 Según una relación cllil 1789, el toponímico de es- critura tan cambiante significa "lugar de sarna" .7 Según p~~~~~res posteriores, debe. traducirse al españolcorno tortuga sobre jícara, pues para estos trad.i~tfü:es, la palabra S~J;tuayo resultode la juntura Sahuayo fue editado por primera vez por el Gobierno del Estado de Míchoacán en 1979, dentro de la colección Monografías Municipales del Estado de Michoacán, Las imágenes recibidas Il1 '{ Telón de fondo
  • 9. 15 8 Ramón Sánchez, Bosquejo estadístico e histórico del distritode fiquilpan de [uárez, Morelia, Impr. EIM Porfirio Díaz, 1896, p. 74. 9 Jo~eph Anto~io.de Villaseñor y Sánchez, Theatroamericano. Descripcióngeneral de los reznos y promnaasde la Nueva España y su jurisdicción, México, Impr. de la Viu- da de D. Joseph Bernardo de Hogal, 1746-1748, vol. II, pp. 76-77. 10 Juan José Martínez de Lejarza, Análisis estadístico de la provincia de Michoacán en 1822, Morelía, Fimax, 1974, pp. 161-162. 11 José Guadalupe Romero, Míchoacán y Guanajuato en 1860. Noticias para formar la historia y la estadística del obispado de Michoacán, Morelia, Fimax, 1972, p. 104. 12 Antonio García Cubas, Diccionariogeográfico, históricoy biográfico de los Estados Unidos Mexicanos, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1888- 1891, vol. V, pp. 10-11. Manuel Rivera Cambas, México pintoresco, artístico y monu­ mental, México, Impr, de la Reforma, 1880-1883, vol. V, pp. 10-11. 13 Crescencio García, "Noticias históricas, geográficas y estadísticas del distrito de Xiquilpan", en Boletín del Centro de Estudios de la Revolución Lázaro Cárdenas, oc- tubre de 1978, núm. 2, pp. 26-31. de los términos nahuas izacuatl, que quiere decir vasija hecha con la mitad de un coco, y ayotl, que significa tortuga." Sólo en el último siglo de la era colonial Sahuayo llegó a ser noti- cia en libro impr~so. Don [oseph Antonio de Villaseñor y Sánchez, en el Tñeairo Americano o Descripción general de los reinos y provincias de la.Nueva España, dado a la luz pública.e.QJZf?_ póría Imprenta de la Viuda de don Ioseph Bernardo de Hogal, en la parte destinada a la diócesis de Michoacán, en el capítulo referente a la alcaldía ma- yor de Zamora, dice: "El pueblo de Zanguyo es cabecera de curato, cuyo parroquial es el convento de religiosos agustinos que adminis- tran la doctrina, así en ella, como en pueblos y haciendas sujetos."? La información de Villaseñor no podía ser más pobre e inexacta, sal- vo en el aspecto demográfico, Tampoco se demora en la relación de los demás pueblos de la parroquia· sahuayense. La primera imagen sustanciosa y en letras de molde de Sahuayo data de 1822, del se- gundo año de la vida independiente de México. En el famoso Análi­ sis estadístico de la provincia de Michoacán, compilado e impreso por don Juan José Martínez de Lejarza, se lee: "Sahuayo es un pueblo grande del partido de Zamora, con cura, ayuntamiento, población crecida [...] Es templado y produce bastante maíz; tiene crías de ga- nado vacuno y de lana, caballar y de cerda. Sus habitantes comer- cian también con el producto de la pesca que les proporciona la inmediación al lago de Chapala.?" Treinta y ocho años después, el canónigo don José Guadalupe Ro- mero, en las Noticiasparaformarla estadísticadel obispadode Michoacán, repite lo dicho por Lejarza y añade: "En las haciendas (del curato de Sahuayo) se crían hasta 3 mil vacas de ordeña." No faltan los sahua- yenses ocupados "en engordas de puercos" ni los que van a vender- los a Guadalajara. El canónigo Romero asegura que los padres ~ franciscanos convirtieron a los indios, quienes, según por las armas recogidas en las inmediaciones de Sahuayo, debieron ser muy beli- cosos en su gentilidad." Lo mismo piensan don Antonio García Cu- bas, autor del Diccionariogeográfico,histórico y biográficode los Estados UnidosMexicanos,y don Manuel Rivera Cambas, autor del Méxicopin­ toresco,artísticoy monumeniai, pues ambos reproducen en sus respec- tivas obras la pintura hecha por el canónigo Romero.12 El prefecto García, en las "Noticias históricas, geográficas y esta- dísticas del distrito de Xiquilpan", que le publicó en 1873 el Boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía, informa con menos estrechez y más exactitud que sus antecesores acerca del "pueblo antiguo" de Sahuayo así: está a dos leguas de [iquilpan, es cabecera de un enor- me municipio poseedor de una "inmensidad de terreno muy pobla- do" 1 cuyos pobladores se dedican a media docena de actividades lucrativas: 1) "crías de ganado caballar, vacuno y de cerda"; 2) "siem- bras de garbanzo, maíz y frijol"; 3) pesca en el lago de Chapala; 4) "caza de patos y ánsares"; 5) acarreo a México y Cuadalajara de "nu- merosas partidas de cerdos gordos", y 6) comercio con "efectos de todas clases" dentro del recinto "del pueblo que tiene 5 688 habitan- tes". El prefecto García anota dos rasgos muy típicos: lo igualado de la gente y lo árabe del caserío. "En Sahuayo no se encuentra un capi- talista de primer orden" pero tampoco "se conoce la miseria". "Por cualquier rumbo que el viajero avance a Ja población [...] al divisar allá entre la bruma la tubulada torre", que cual minarete se eleva en el centro del "caserío agrupado en medio de una colina árida", y al sentir el calor ardiente propio del sitio "se figura uno caminando por allá en el desierto arábigo" y "próximo a entrar en una población mahometana" P 14
  • 10. 17 16 Manuel Barbosa, Apuntes para la historia de Míchoacán, Morelia, Taller de la EIPD, 1909. Mariano de Jesús Torres, Historia civil y eclesiástica de Michoacán desde los tiempos antiguos hasta nuestros días, Morelia, 1905. . 11 Álvaro Ochoa,Jiquilpan, Gobierno del Estado de Michoacán,México, 1978. is [ean Meyer, La Cristíada, México,Siglo XXI, 1973-1974,vol. I principalmente. 19 FranciscoGarcíaUrbizu, Zamora y Sahuayo, Zamora, Talleres Guía, 1963, 179 + 56 + 30 pp. José Prado Sánchez, Sahuayo; tradícíones y leyendas, edición ~el autor, Sahuayo,1976, 115 pp. José GudiñoVillanueva,Recuerdos de Sahuayo, s.p.i., 170 pp. Las noticias acerca de Sahuayo, tan escasas en el periodo colonial, .. tan a cuentagotas todavía en el siglo xrx, en el xx han venido a ser relativamenteabundantes. Son escuetas, breves y esporádicas las que brindan las cuatro historias generales de Michoacán, las ya en desu- so de don Manuel Barbosa y de don Mariano de Jesús Torres, y las aún vigentes: la gubernamental y florida del profesor Jesús Romero Flores, que circula en varias formas y tamaños, y la clerical y dura de leer del padre jesuita José Bravo Ugarte, en tres volúmenes de poco grosor y peso.16 También aparecen chispas de Sahuayo en va- rios paisajes de seis microhistorias: Esteban Chávez, Quitupan (1954); Luis González, Pueblo en vilo (1968, 1971y1979), La tierra donde esta­ mos (1972) y Zamora (1978); José RomeroVargas,Cotija (1973) y,sobre todo, Álvaro Ochoa, Jiquilpan (1978).17 También prodiga figuras y acciones del rumbo una obra muy acatada y leída desde que salió por primera vez a la luz pública en 1974: [ean Meyer, La Cristiada, en tres volúmenes." Tres libros de reciente publicación se ocupan casi nomás del tema: Francisco García Urbizu, Sahuayo y Zamora (1963); José Prado Sánchez, Sahuayo: tradiciones y leyendas (1976); y José Gudiño Villanueva, Recuerdos de Sahuayo (1978). Aquél da la impre- sión de ser un libro hecho de prisa. Los dos restantes son productos auténticos del amor a la patria chica; es decir, a la matría, que en este caso es la ciudad de las fiestas de julio y diciembre, de las orquestas de música cordial, donde todo mundo grita, reza y canta, donde unos tejen sombreros porque la tierra es muy soleada y otros tejen h~~- raches porque es tierra de lodos. En las obras de Prado y de Gudmo se tiene la impresión de estar en el verdadero e íntimo Sahuayo.19 Esa impresión se acrecienta con la lectura de los poetas de la Asocia- ción Propulsora del Arte (APA): Alberto Barragán Degollado, Isidro 16 14 Sánchez,op. cít., pp. 19, 29, 96, 99, 125, 138, 144, etcétera. 15 José Rubén Romero, Apuntes de un lugareño, México,Editora de Periódicos, 1955, pp. 74-80. El administrador de rentas públicas don Ramón Sánchez, un vie- jecito con bigotes de aguacero y barbas de chivo, en su Bosquejo estadístico e histórico del distrito de Jiquilpan de [uárez, publicado en 1896, anota en el haber de Sahuayo una superficie municipal de 737 kilómetros cuadrados; aguas "dulces y límpidas" en su laguna; tie- rras de fertilidad bien asombrosa en las proximidades del agua; fiebres palúdicas y diarreas; recolección, caza y pesca muy lucrati- vas; agricultura y pastoreo notables; talleres confeccionadores de sombreros; comercio activísimo gracias a que los mercaderesde Sa- huayo son "amantes de vender muchas mercancías, aunque sea con poca o ninguna utilidad"; 7199 habitantes en la cabecera municipal y 18 878 en el municipio; gente chic, fina y sincera, y del pueblo, sucia, insolente, igualada y proclive a poner apodos; costumbre masculina de corear los discursos del 16 de septiembre con tiros al aire; hábito de lascasas inconclusas; resignación a los callejones mal empedrados, a los lodazalesy a las tolvaneras; vida heroica en tiem- pos de la lucha por la independencia en virtud del caudillajeejercido por el cura Marcos Castellanos y el ranchero Luis Macías; brotes de conservadurismo; pocos hijos ilustres y mucha gente bullanguera.14 Treinta años más tarde, don José Rubén Romerodifunde una ima- gen más íntima que la de don Ramón Sánchez. En Apuntes de un lu­ gareño, se lee: "Sahuayo es un pueblo grande, triste, con edificios buenos, pero a medio construir [...] En el verano, con las lluvias, el río arrastra una gran corriente que con frecuencia inunda los barrios cercanos,llevándosereses y chozaspequeñas[...] Es un pueblode ran- cheros mal vestidos, hirsutos, pero nobles y dadivosos, capaces en un arranque, de cualquier hombrada. Andan por las calles en man- gas de camisa, arreando las vacas como en una común pastoría, sin más preocupaciones que las de hartar el cuerpo de quesos, dulces y demás platos familiares,y el alma de novenas, trisagios y misas can- tadas. Porque en esta materia son fanáticos irredentos y no habrá ja- más poder humano que pueda tocarlos."15
  • 11. 19 26 Genaro Correa Pérez et al., Geografía del estado de Michoacán. l. Geografía Física, México, Gobierno del Estado de Michoacán, 1974. · 21 Eric R Wolf, "Fisonomía del suelo mexicano"1 en México, nuestra gran heren­ cia, México, Seleccionesdel Reader's Digest, 1973, p. 23. 2s Dirección Nacional de Caminos, Memorias del camino nacional México­Morelia­ Guadalajara, México, DAPP, 1939, p. 95. que se antoja bautizar con los nombres de camino de la sierra, cami- no de los valles y camino del gran Bajío; los tres, pavimentados. El de la sierra, desde la salida de la ciudad de México, toma el rum- bo del poniente por el monte de las Cruces, donde conviven ahora árboles y casas, pájaros y gente. Después de.trepar a más de 3 000 metros, la carretera coge la bajada hasta el valle de Toluca, en otra época cubierto de bosques y de pantanos y hoy árido y desnudo." Por este camino, la vegetación arbórea se vuelve a recuperar en la sierra de Zitácuaro, y otra vez se pierde en los valles de Tuxpan y de Tajimaroa.En seguida la carretera se transfigura en uno de los cami- nos más arbolados, bellos y sinuosos del mundo; viborea sobre los pliegues de Mil Cumbres, que no han logrado deforestar miles de rapamontes.28 Luego baja al valle de Guayangareo nomás para asis- tir al espectáculo de Morelia. Visto éste, sube otra vez al eje volcáni- co, donde se consigue una admirable combinación de montañas, de caminos de Sahuayo, diga nombres de lugares, curvas de nivel, caminos y mil datos más; la geológica, rocas; la edafológica, la variedad de tierras; la de uso del suelo, los actuales aprovechamientos agrícolas,pecuarios y bosco- sos;y la carta de usos potenciales del suelo, las virtudes de la super- ficie sahuayense. También puede iniciarse el contacto con la zona a través de la Geografía de Michoacán que le mandó hacer el goberna- dor Servando Chávez al ingeniero Genaro Correa Pérez y a un equi- po de geógrafos.26 Como quiera, el mejor modo de iniciación en la sabiduría sahuayense es el de ir al lugar mismo, hoy uno de los más accesibles de México desde cualesquiera de los puntos cardinales. Pongamos que se vive en la metrópoli. Desde ésta parten los 18 20 Asociación Propulsora del Arte, De esta tierra nuestra. Antología poética, Sahuayo, 1972. 2i Diccionario Porrüa de historia, biograffa y geografía de México, México, Porrúa, 19761 4ª ed., vol. II, pp. 1829-1830. 22 Jesús Romero Flores, Diccionario michoacano de historia y geografía, Morelía, Talleres Tip, de la ETI Álvaro Obregón, 1960, pp. 392-393. 23 Pedro M. Llaca,Michoacán, México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público, 1940, vol. II. 24 Enrique Gálvez Montes, Ensayo económico del lago y de la ciénega de Chapa/a, México, 1959. 25 Véase también las cartas F-13-D-88relativas a la villa de Chavinda, E-13-B-18 de Tarecuato y la de [íquilpan de [uárez, Juárez Rangel, Luis Arceo Preciado, María Magallón, Ausencia Áva- los, Ignacio Núñez Contreras y Luis Girarte Martínez." Los libros de viaje y las guías turísticas observan la costumbre de olvidar a Sahuayo porque no tiene monumentos artísticos, ni rare- zas naturales, ni demasiado folklore, ni balnearios de agua caliente, ni sitios históricos de índole oficial. Por el contrario, en las obras de carácter enciclopédico Sahuayo nunca deja de comparecer. El Díccío­ nario Porrúa le destina doscientas palabras: "Con población original- mente azteca, se ha mezclado notablemente hasta diluirse el elemento indígena." Los sahuayenses "lucharon por la reforma y por la revo- lución". "Clima templado con veranos cálidos y lluvias moderadas de junio a septiembre. Terrenos de regadío. Produce maíz, frijol, tri- go, garbanza y jitomate, La cría y engorda de ganado porcino y va- cuno se realiza en gran escala; sé obtienen grandes volúmenes de leche, que son industrializados; también tiene yacimientos de car- bón.'?' El Diccionario michoacano de historia y geografía comete algu- nos errores en el millar de voces que consagra a la descripción de Sahuayo y su contorno." El Míchoacán de don Pedro Llaca le destina miles de términos no siempre atinados.23 En lo económico, la mejor imagen es obra de don Enrique Gálvez Montes.24 Todavía se puede emprender la destapadura de Sahuayo sin co- rrer el albur de ser visto como descubridor de lo ya descubierto. Cabe iniciar la búsqueda a través de las cinco cartas del Departamento de Estudios del Territorio Nacional (Detenal) que llevan el título de Sahuayo de Morelos y la cifra F-13-D-87.25 La carta topográfica pro-
  • 12. 21 32 González, op. cit., pp. 52-53. 33 Luis Conzález, Zamora, México, Gobierno del Estado de Michoacán, 1978, pp. 18-19. 34 J. R Poinsett, Notas sobre México, México, [us, 1973, p. 201: La región del Bajío "es rica y fértil y está muy cuidadosamente cultivada; produce a la perfección to- dos los frutos de Europa y muchos de los peculiares de los trópicos". y es hoy el vasto valle de Zacapu, lleno de canales, sembraduras, va- cunos y hombres." Traspuesta la ciudad de Zacapu, el suelo se vuel- ve abrupto. La cinta de asfalto cruza ahora la sierra de Purépero, estribación de la sierra volcánica transversal. Después de muchas vueltas y revueltas entre encinares, el camino desemboca en la caña- da de los Once Pueblos y de las huertas; brinca unas lomas y cae al anchuroso valle de Tangancícuaro; brinca otra altura menor y entra al más ilustre valle del occidente de Michoacán, al ubérrimo de Za- mora." Transcurre por el borde de la meseta tarasca hasta llegar al vallecillo de Tangamandapio, después del cual sigue el valle de Cha- vinda, grandote y de buen ver. Tras lomita, asoma el plan de Guara- cha; se palpan las arrugas del casco del viejo latifundio; se oyen los repiques de muchos pueblos; se divisan las arboledas de Jiquilpan y se huelen las fritangas de Sahuayo. El tercer camino es el más común y el menos asombroso de los tres. Dividido en cuatro carriles, arranca de México por el rumbo del norte; trasciende la sierra de Guadalupe; prosigue por un paisaje de coloración austera y de carácter huraño, y se introduce a la ciudad de Querétaro. De allí en adelante recorre la ancha y larga canoa del Bajío de Guanajuato. Desde las ventanillas del automóvil se ven a uno y otro lado las pinceladas azules de los cerros. Al frente, todo es llanura tapizada de trigales, milpas, huertas, zanjas, charcos, vacu- nos, humanos, ciudades, pueblos y ranqherías. Desde los días de la Nueva España, el Bajío ha sido un "ejemplo de fertilidad bien admi- rable"1 irrigado por el Lerma y sus afluentes." Es también una de las zonas más pobladas de la república con multitud de villas y cuatro ciudades mayores: Celaya, Salamanca, Irapuato y León. La carretera que seguimos no toca a León; en Irapuato tuerce hacia La Piedad; avanza junto al ferrocarril México-Guadalajara; cruza el Lerma y se mete a las calles empinadas y tortuosas de La Piedad; todavía bajo 20 29 "Carta general del estado de Michoacán", en Michoacán 1962­1968 México Litográfica Delta, 1968. ' ' 30 Luis González, La tierra donde estamos, México, Banco de Zamora, 1971, p. 48. ~l Paul Waitz, "Reseña geológica de la cuenca del río Lerma", en Boletín de /a Sociedad Mexicana de Geografía y Estad{stíca, México, 1943, t. LVIII, p. 123. lagunas y de pueblos sombreados y apacibles. La carretera bordea por el sur de la ciudad, la laguna y las islas de Pátzcuaro; sigue por sierras ásperas al paraíso de Uruapan, tan lleno de árboles fornidos y frondosos, de donde sale un camino asfaltado hacia la tierra calien- te de Apatzingán y otro hacia la tierra fría de la meseta tarasca, que es el que ahora nos conduce entre paisajes de tarjeta postal, entre pi- nares, caseríos de sombra y. silencio y cumbres de perfil volcánico hasta la cañada donde se junta, en el primero de los Once Pueblos, con el camino siguiente, también muy celebrado por su variedad y abundancia de belleza.29 El camino de los valles coincide con el de la sierra volcánica trans- versal en el tramo último y en el primer tramo: México-Toluca. Al partir de Toluca, más o menos paralelamente al ferrocarril moreliano y al río Lerma, cruza el triste valie de Ixtlahuaca, lleno de casitas en ~rden disperso; continúa, por un pelado Iomerío, a El Oro, hoy ves- tido de blanco. A poco andar, entra al cañón de Tlalpujahua; pero no se atreve a cruzar la laberintosa villa de calles estrechas, silenciosas y añorantes. La carretera sigue por la falda occidental de la sierra del Cóporo y, después de algunos momentos de grata travesía, se introduce de plano al altísimo, transparente y silicoso valle de Ma- ravatío. La desnudez de la planicie de Maravatío contrasta con los bosques de encinas y pinos de la sierra de Ucareo, cuyo costado oc- cidental se acomoda al valle de Zinapécuaro, mitad líquido (lago de Cuitzeo) y mitad sólo irrigado (llanuras de Queréndaro).3º En segui- da viene el valle de Guayangareo, recinto de Morelía, donde se junta otra vez este camino con el serrano; pero mientras uno deja en se- guida el valle, el otro continúa por él hasta topar con los volcanes extinguidos que custodian la laguna de Pátzcuaro.31 La carretera va junto y por el norte del lago de infinitas transfiguraciones antes de subir y reptar de nuevo entre conos para caer luego y correr dere- chamente por una llanura luminosa que hasta hace poco fue aguada
  • 13. 23 40 Germán Behn, "El lago de Chapala y su cuenca", en Boletín de la Junta Auxiliar Jalisciense de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, sep.-oct. de 1956, vol. X, núms. 1 y 2, p. 31 41 García Urbizu, op. cit.,pp. 25-27. adosada a la abrupta serranía del Tigre, una de las fracciones de la sierra volcánica. Al municipio actual de Sahuayo le pertenece una porción muy corta de la mentada mesa; pero en tiempos todavía cercanos le tocaba una cuarta parte de esas alturas que han tenido muchos nombres y ninguno. Acaso debieran llamarse los Altos de [almich: lo de "altos" por su parecido a los Altos de Jalisco, que se mesa de San José, tenido tales tinajas; pero a fines del terciario o plioceno y al princi- pio del cuaternario (tiempo glacial o mejor dicho ~luvíal en nuest.ra latitud) deben haber sido mayúsculos." Sin agrav10 a la verdad his- tórica cabe imaginar la gran laguna del Bajío de Guanajuato y la un poco menos grande del Bajíode Zamora, ésta ornada de islas. E~ piso que hoy ocupa la ciudad de Sahuayo fue hasta hace poco medio la- custre y medio terrestre." En el contorno sahuayense se dan cita tres paisajes distintos: una sierra, un valle y una laguna. Sin salir del recinto de la ciudad, sin trasponer las calles de lo que era en tiempos de don Porfirio la villa de Sahuayo, se tiene la triple experiencia de las arrugas de la monta- ña, de la tirantez de la llanura y del rostro cambiante del lago. En la parte cerril también hubo lagunetas en la época diluvial, como pare- cen probarlo breves acumulaciones de toba y otros sedimentos. Como quiera, las lagunillas de la parte alta se escurrieron rápidamente ape- nas transcurrida la era de los diluvios. El lago de lo que es ahora la planicie de Guaracha duró mucho más tiempo y la laguna de Chapala comenzó a escurrirse, por obra del hombre, hace menos de un siglo. Todavía a principios de la presente centuria usted podía embarcarse en Sahuayo para recorrer lo que los cursis llamaban el mar chapálíco, o bien salir en carreta por el sur para pasear por el valle de Guara- cha, o trepar hacia el oeste en un buen cuaco a la 22 35 Jorge A. Vivó, "La depresión Chapala-Acambay", en Anuario de Geografía, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1972, vol. XII, p. 50 y ss. 36 Severo Díaz, "La desecación del lago de Chapala", en Boletín de la Junta Auxi­ liar [alisciense de la Sociedad Mexicana de Geograf{a y Estadística, sep.-oct. de 1956, vol. X, pp. 13-18. 37 Waitz, "Reseña geológica de la cuenca del río Lerma", op. cit., pp. 127-128. 38 Alejandro de Humboldt, Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, Méxi- co, Porrúa, 1966, vol. I, p. 35. 39 Universidad Nacional Autónoma de México, Anuario de Geografía. el aroma de las zahúrdas recorre un buen trecho; suavemente va por unos lomeríos mientras el Lerma se sume en la barranca de Yuré- cuaro. De aquí, se camina derechamente por los llanos de Vistaher- mosa y Briseñas, que, sin interrupción de cerros, se unen a la ciénega de Chapala, de la que Sahuayo es reina." Según los geólogos, el Bajío,los valles del norte de Michoacán y aun el eje volcánico fueron mar hasta finales del cretácico. Entonces emergió del océano todo lo ahora conocido por altiplanicie mexi- cana. De ésta, el trozo de terreno comprendido entre la ciudad de México y Sahuayo pasó por tres intervenciones quirúrgicas antes de conseguir la fisonomía actual. En el mioceno se formaron las de- presiones que van desde la de Tolucay Acambay hasta la de Chapala. A través del plioceno, hubo "emisiones del interior [...] que dieron origen a un pujante vulcanismo que cubrió de conos gigantescos, grandes corrientes de lava y material suelto" a la franja de tierras hundidas." El diluvio de fuego fue seguido por diluvios de agua. A intensos chaparrones atribuye el geólogo Paul Waitz la formación de las lagunas que hubo en lo que ahora son Bajío,valles normichoaca- nos y ciénega de Chapala.37 Desde la época española quedó bien sentada la tesis de que las planicies occidentales, situadas al norte y al sur del río Lerma, fue- ron en una época remota una serie de lagunas escalonadas hasta el día en que el río Santiago rompió la cordillera occidental y tuvo sali- da al océano Pacífico.38 Según el barón Alejandro de Humboldt, los lagos de Cuitzeo y de Chapala son únicamente "los restos de aque- llos enormes depósitos de agua que al parecer existieron en otra edad geológica en las grandes y altas llanuras de la cordillera" .39 Según don Germán Behn, no sabemos qué extensión y profundidad hayan
  • 14. 25 47 Loe. cit. 43 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Cartas geológicas F-13-D-86 y F-13-D-87. 49 González, Pueblo en vilo, p. 42. 50 Correa Pérez, op. cit., p~. 147-162. 51 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Carta de climas, Guadala- jara, 13 Q-(IV). 52 González, Pueblo en vilo, p. 14. las Cuevas, Española, San Pedro y Juan Diego) y occidental (Tolu- quilla y Teocuitatlán).47 El subsuelo de la meseta o repisa es generalmente basáltico.A poco de excavar en la superficie da uno con rocas de grano fino, oscuras y densas, que fueron corrientes de lava. Casi todo es basalto, aunque hay pequeños trozos de aluviones y de tobas.48 Un 95 por ciento de la extensión de la mesa, si no más, tiene un subsuelo de rocas ígneas, que vulgarmente se llaman riscos o peñas si son grandes, pesados, y sirven para hacer cimientos y cercas; piedra o pedruzco si caben en el hueco de la mano; lajas si son delgadas y útiles en la confección de pisos; y canteras, comolas comunes en los muros de una casa ele- gante." En fin, es una tierra joven, un tanto inquieta y temblorosa." Conforme a las leyes de nuestro Departamento de Estudios del Territorio Nacional, el clima de los Altos de Jalmich o repisa de San José debe llamarse C(Wl) (W) b (í') g, que en semicristiano quiere decir: clima templado subhúmedo con lluvias veraniegas, con vera- no fresco, pues aun la temperatura del mes más caliente es inferior a los 22 grados centígrados y con inviernos apenas fríos, pues la tem- peratura del mes más helado es superior a los 10 grados centígra- dos; con poca oscilación temperamental que se calibra entre cinco y siete grados. El mes de mayor calor es mayo y el de mayor frío, ene- ro." En términos comunes y corrientes, cabe decir: pocos veranos habrá en el mundo tan suaves, tan deliciosos. Se cuentan con los .ti dedos los días soporíferos. Pocos inviernos habrá en el globo terrá- queo tan fáciles de soportar. Sin embargo, no son infrecuentes las heladas negras en las noches invernales.52 Por lo que mira a lluvias, hay dos tiempos: el de secas, que va de noviembre a junio; y el llu- vioso, de julio a octubre. Aquél conoce en los años de vacas gordas las aguanieves o cabañuelas de enero, y ninguna otra agua celestial. 24 42 Luis González, Pueblo en vilo. Microhistoria de San ]osé de Gracia, México, El Colegio de México, 1972,p. 20. 43 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Cartas topográficas F-13-D-85Zacoako de Torres, F-13-D-86Tízapán el Alto y F-13-D-87Sahuayo de Morelos, 44 Relacionesgeográficasde la di6cesis de Michoacán, 1579­1580, Guadalajara, 1958, p. 9. 45 González, Pueblo en vilo, p. 14. 46 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Cartas topográficas cita- das y la F-13-12Guadalajara. levantan al lado norte de la laguna de Chapala, y lo de [almich por- que los altos del sur de la laguna, en un 70 por ciento, pertenecen al estado de Jalisco y en el 30 por ciento restante al estado de Michoa- cán. Alguna vez se llamó mesa del Juruneo porque así se llamaba el chipote que tiene a la mitad, lo que ahora se nombra el cerro de Larios.42 Por razones subjetivas se le llama aquí mesa de San José, y no de BuenosAires o del valle de la Manzanilla, que son otras pobla- ciones del rumbo con el mismo derecho que San José a ser epónimas. LosAltos de Jalmich o la mesa de SanJosé es tierra alta y ofrecida a 2 mil metros sobre el nivel del mar y a poco menos de 500 sobre el nivel de la ciudad de Sahuayo.43 Trátase de un lomerío cuadrilon- go, que en tiempos del transporte a caballo se recorría en media jornada de sur a norte y en jornada y media de este a oeste. La su- perficie total de la repisa sobrepasá los mil kilómetros cuadrados. Por el lado sur, como ya se dijo, se adosa al Tigre, que es una serranía "de mucha montaña y aspereza".44 Al poniente, una vez bajados 700 metros, raya con el hondón de Sayula. Por el viento del norte, colinda con las aguas de Chapala: y por el levante, también cuesta de por medio, se codea con el valle de Guaracha. La repisa no es la adusta montaña ni la planicie amena.45 Tiene cumbres superiores a los 2 200metros de altura: BuenosAires, García, Divisadero, Larios, La Caja, Gober, Picacho, Las Gallinas, San Francisco, Las Tablas y López." Posee llanuras de considerable extensión: Pie de Puerco, Toluquilla, Paso de Piedra, Churintzio, Santa Rosa, San Miguel y.El Refugio. No carece de barrancas hondas: una la parte por en medio y le proporciona cauce al río de la Pasión (la barranca de la Breña); otras hienden sus lados oriental (La Chicharra), norte (Tuxcueca,de
  • 15. 27 57 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Cartas geológicas. 56 González, Pueblo en vilo, p. 15. 59 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, F-13-D-87,uso potencial del suelo. 60 González, Pueblo en vilo, p. 15. 61 Correa Pérez, op. cii., p. 365. mitad es vertisol: cosa de un tercio, luvisol; y en las cuestas pesadas no falta el litosol de roca dura y continua.57 En la zona se dice que es un suelo predominantemente de pradera, de uso pecuario, en el que no faltan los manchones de milpas y de bosques." Según los mapas de uso potencial del suelo preparados por Detenal,59 brillan por su ausencia los suelos de agricultura intensiva; no cubren ni una docea- va parte del piso los suelos arables y susceptibles de labranza. Por lo menos la mitad de la superficie soporta una praticultura no inten- sa, pero sí moderada; y casi cubren la cuarta parte del conjunto las tierras que no sirven para cosa alguna, los suelos enteramente po- bres, de clase octava, de clase última, de tipo E, que es el improduc- tivo, pues se trata de terrenos ya muy pedregosos, ya de mucha pendiente o bien con ambas limitantes. La mesa de SanJosé no esun hueso fácil de roer. El lomerío ventoso, fresco, pobretón y reluciente viste una alfombra hecha de zacate y de plantas ratizas y aromáti- cas, de la que sobresalen árboles nudosos y arbustos protegidos por púas. En tiempo de secas domina el aspecto alto y arisco de la vege- tación: el maguey, el nopal, el huizache, el tepame, la uña de gato, el encino y el roble; en la época de los aguaceros, lo más visible es el pasto verde, y al final de la estación lluviosa lo que atrae a la vista son amapolas, girasoles y otros colorines naturales. Por lo demás, el aire trasciende a boñiga." Pastos y matorrales se concentran en las porciones menos quebradas; el bosque mixto es de la parte próxima a la serranía del Tigre y de las laderas aún no taladas de los cerros de Las Gallinas, Gober, La Caja y Larios. En las zonas afolladas cre- cen vegetales del género Ficus.61 En general, la vegetación de las tie- rras altas próximas a Sahuayo es para servicio de los animales herbívoros, hoy tan numerosos en la zona. En otros tiempos, antes de la invasión de los vacunos, dentro de la numerosa fauna natural sobresalían los mamíferos dañinos: 26 53 Domingo Lázaro de Arregui, Descripción de la Nueva Galicia, Sevilla, Impr. de Hijos de A. Padura, 1946,pp. 23-25. 54 Nicolás Antonio de Ornelas Mendoza y Valdivia, Crónica de la provinciade San­ tiago de Xalisco, Cuadalajara, Instituto Jalisciense de Antropología e Historia, 1962, p. 97. 55 González, Pueblo en vilo, p. 15. 56 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Guadalajara, hoja F-13-12. "El tiempo de aguas es puro llover y tronar." Caen de 800 a mil mi- límetros de lluvia casi siempre en compañía de relámpagos y true- nos. Pese a todo, no es una región húmeda. En los últimos días de octubre comienzan a soplar los vientos calimotes. "Las nubes se di- sipan; la verde alfombra vegetal se transfigura en amarilla y aún grisácea, y lo blanco del cielo en azul. Oro abajo y azul arriba sordos colores del tiempo de secas."53 Los 100 días de lluvia surten de agua a docena y media de arro- yos repentinos y corredores que descienden a saltos de la repisa (Sahuayo, [íquílpan, Rayo, Juan Diego, Soromutal, San Pedro, Sali- tre, Salto, de la Uva...). La mayor parte del drene de la comarca está a cargo de un río de flujo inconstante, de marcha veloz y de lecho profundo al que se nombra río de la Pasión "por correr entre unos riscos de peña muy altos, en los que están como pintadas insignias de la Pasión de Cristo, de suerte que no ha habido quien pueda lle- gar a dichas peñas tajadas, por su eminencia, y así, permitiéndose dichas insignias a la vista, están defendidas al tacto".54 En el tempo- ral de lluvias, a raíz de las grandes tormentas, el río de la Pasión arrastra torrentes pavorosos y ensordecedores. En el temporal seco casi se seca; se vuelve un hilillo que da risa y suena a cristal." An- tes casi toda el agua donada a fa meseta se escurría por su río y sus arroyos; ahora ya hay algunos bordos y presas que detienen una parte del agua llovida. Así los más o menos breves embalses de Las Fuen- tes, El Valle,El Sabino, La Manzanilla, Los Corrales, Santa Rosa, Vo- lantín, San Rafael, Los Cuartos y Las Cebollas." Las aguas retenidas en presas y bordos sirven para dar de beber al ganado y para regar suelos de los bajíos que circundan a la mesa, y pocas veces para los suelos de la misma. El piso de los Altos de Jalmich es de buena marca, pero maleado por las piedras; más de la
  • 16. 29 66 Correa Pérez, op. cit., p. 139. 67 J. Duran, "Sector Chapala-La Barca", en Boletín de Geografía, México, UNAM, 1972, año XII, p. 50. 68 Correa Pérez, op. cit.,pp. 160-162. 69 R. H. Barlow, op. cít.1 p. 280. 10 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Guadalajara, 13-A-(IV). arcillosos, o bien de fragmentos minúsculos o milimétricos despren- didos de rocas ígneas que quedaron por allí después del retiro de las aguas." La excepción la hacen los dos cerrillos (Pelón y Cotijarán), que en la jerga geológica se llaman brechas volcánicas. La otrora in- tensa agitación volcánica aún se da en muy pequeñas dosis, en for- ma casi ridícula, por medio de géiseres enanos. En el rumbo de Los Negritos, las rocas son permeables en grado sumo; el agua circula generalmente por el interior de ellas sin mayores estorbos, y cuan- do los géiseres se presentan en alguna roca menos permeable, el agua surge a la superficie en forma de chorros negros, lodosos y cá- lidos." Otra característica del bolsón de Guaracha es lo tembloroso. A cada generación de hombres le toca recibir el susto de un sismo mayor.Aún no se olvidan los bailoteos de 1770, 1806,1844, 1875,1912 y 1941.68 Los primeros españoles que visitaron la bolsa dijeron de ella: "Es tierra templada que toca más en caliente que no fría. Del mes de oc- tubre hasta el mes de enero hace fresco [...J Los aires que soplan del norte y del noroeste" son por lo regular blandos. "Por los meses de enero y febrero son algo más recios", pero nunca asoladores.69 En tér- minos de la geografía moderna, dícese que fa llanura de Guaracha ostenta un temperamento de tipo (A) C (Wo)(W) a (e) g, o lo que es lo mismo, el clima más caluroso de los templados, un clima con tem- peratura media anual superior a los 18 w-adoscentígrados e inferior a los 20; con verano caliente, con un calor en el aire que sobrepa- sa los 22 grados; con temperamento extremo que varía entre 7 y 14 grados, que hace tiritar en algunos días del invierno y sudar copio- samente en mayo, que es el mes de mayor calor," La planicie de Guaracha queda comprendida entre las isoyetas de 600 y 800 milí- metros. Esto quiere decir que posee el más seco de los climas subhúmedos. Las lluvias suelen comenzar en los primeros días de 28 62 González, Pueblo en 11ilo, p. 16. 63 González, Zamora, pp. 18-20. · 64 R. H. Barlow, "Relación de Xiquilpan y su partido, 157911, en Tlalocan, vol. I, núm. 4, p. 280. 65 Departamento de Estudios del Territorio Nacional, Cartas geológicas F-13-D-87 Sahuayo y F-13-D-88VilJa Chavínda. que se explaya enfrente de Sahuayo por donde sale el sol. El valle o bolsón guaracheño queda comprendido en la zona abajeña, subzona: Bajío zamorano.63 Está a unos 1600 metros de altura sobre el nivel del mar; 400metros más bajo que el lomerío josefino; 30 metros más hondo que los valles de Zamora y Chavinda; un poco más alto que la superficie de la laguna de Chapala. Según la Relación de Xiquilpan de 1579, es "tierra llana y muy rasa".64 Únicamente el cerrito Pelón y la colina de Cotijarán sobresalen de la planicie¡ lucen como islotes redondos y pelados de una llanura de casi 10 mil hectáreas, tirante entre dos sierras flacas y una sierra gorda. Por el oriente le hace cerco la loma del Moral y otros cerrillos; por el norte, la angosta sierra de Pajacuarán, donde suben bien alto los cerros Muerto, Som- brerete y Grande; y por el sur, la imponente sierra volcánica trans- versal, allí representada por las moles de San Francisco, el Tigre y cerro Grande." Los geólogos suelen despachar la definición del valle de Guara- cha así: el subsuelo de tal valle o bolsa es de aluviones o depósitos bolsón de Guaracha, huindoro, gato montés, mapache, jabalí, zorra, ardilla, rata, armadi- llo, venado, lobo y coyote; los ovíparos de altos vuelos: águila, agui- lilla, alondra, codorniz, güitlacoche, golondrina, chupamírto, gavilán y otras alas; reptiles venenosos: víboras de cascabel, hocicos de puer- co y coralillos; serpientes sin malicia: alicantes y lagartijas, y millo- nes de millones de hormigas, arañas, grillos, lombrices, escarabajos, abejas, chochos, chahuixtles, pinacates, alumbradores, mosquitos y tijerillas.62 Tanto la vegetación como la animalia del piso de arriba de la región sahuayense eran distintos a plantas y animales del
  • 17. 31 75 Moreno García, op. cit., p. 85. 76 Correa Pérez, op. cit., p. 365. 77 R. H. Barlow, op. cit., p. 286. 76 Sánchez, op. cii., p. 30. al viento noreste y norte de la ciudad de Sahuayo, tan próximos a ella cornolos dos paisajes ya recorridos, tan sahuayenses como la re-· pisa de San José y el bolsón de Guaracha, aunque desde los puntos la laguna y la cíénega de Chapala, migajón o limo arcilloso. Cuando está seca, toma una coloración gri- sácea y una textura compacta y firme [...lRumbo a Sahuayo la tierra se va haciendo más café [...] La porosidad es poca." Apenas pasan las lluvias, sube a la superficie el dañoso álcali negro, el suelo se agrieta y el valle adquiere la fisonomía de un enorme rompecabe- zas." Con todo, son terrenos muy aptos para la agricultura; tierras sólo un poco menos ricas que las de Zamora, suelos que en la escala de los expertos de Cetenal, dentro de una escala de ocho, ocupan el número dos; campos de extensa superficie labrantía, llanura de pan, de maíz y de caña de azúcar, llena de luz y desnuda de atavíos su- perfluos, pradera con uno que otro arbolito enclenque y torturado por el hombre. Antes de que los humanos se dieran el gusto de sustituir la flora silvestre con la cultivada, en el centro del bolsón de Guaracha debie- ron abundar los saprofitos acuáticos; en las tierras menos profundas debió predominar la vegetación de pradera, salpicada de arbustos grandes y árboles pequeños de hojas minúsculas; y en los bordes al- tos, los chaparrales y el bosque mixto." Hoy lucen en el centro, en los márgenes y aun en los bordos las sementeras de maíz y de milo. No hace mucho que aquello fue un vasto cañaveral, una larga plan- tación de caña de azúcar. Antes de la actual ganadería vacuna, des- tacaban en la región el chirrido de las ranas y el ululeo de los lobos en medio de los carrizales,77 y en vez de las numerosas gallinas de hoy,las aves78 que ya sólo se ven en otro de los paisajes sahuayenses, en la zona de 30 71 Sánchez, op. cii., pp. 43-44. 72 Heriberto Moreno García, Guaracha; tiempos viejos y tiempos nuevos, México, 1978, p. 86. 73 Correa Pérez, op. cit., p. 208. 74 Ibídem, p. 319. junio y concluir en los primeros de octubre.71 La gran mayoría de los días del otoño y del invierno "son claros y de noches profundas y estrelladas". Si aparecen los vientos que azotan del lado de la lagu- na, el frío se endurece: caen en la zona de cinco a diez heladas du- rante el invierno. "Lascabañuelas no son abundantes ni duraderas."? Los primeros días primaverales, por claros y tibios, son una deli- cia; los últimos, por nubosos y calientes, un suplicio, al que sustitu- ye el temporal lluvioso con el tormento del agua, con las lluvias bien- hechoras y molestas. Por naturaleza, el valle de Guaracha es de drenaje difícil. En otros tiempos/ los ríos de [iquilpan, de Sahuayo y de Jaripo y no pocos arroyuelos nunca se daban abasto en la tarea de escurrirlo oportu- namente. Para librarlo de las inundaciones, "se construyó la presa de San Antonio Guaracha con una capacidad de 30 millones de me- tros cúbicos". Las corrientes de desagüe se hicieron coincidir en un río que concluye su papel "en la estación Las Palmas", desde donde se bombean los líquidos para arrojarlos a la laguna de Chapala." Próxima a la de San Antonio está también ya la presa de Jaripo. Con todo, todavía en el temporal de lluvias se forman charcos, la tierra se empantana, el valle bebe y bebe silencioso, la bolsa de Guaracha chorrea humedad por sus innumerables poros, la llanura se trans- forma en vasto ranero, húmedo y soleado. La naturaleza del bolsón no es de vida fácil. El suelo de la semilacustre bolsa de Guaracha es vertisol, como los demás de la zona sahuayense. A diferencia del piso de la parte alta, éste no es pedregoso. Se trata de terrenos de textura pesada, ne- gros y cargados de arcilla cementante. Se hinchan y se tornan chiclososcon la humedad; se endurecen y agrietan con la resequedad. Son ligeramente salinos y con más de un 15 por ciento de saturación de sodio."Sin tanto cientificismo inútil, Heriberto Moreno lo descri- be muy bien: "La tierra húmeda es negra, masosa, pegajosa, como
  • 18. 33 81 Alonso de la Mota y Escobar, Descripci6n geográfica de los reinos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo Le6n, México, Pedro Robredo, 1940,pp. 56-57. 82 Diego de Basalenque, Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de Míchoacán del orden de N. P. S. Agustín, México,Jus, 1963, pp. 201~202. 83 Cf. Federico Peña Aguirre, "Aspectos generales del.problema del lago de Chapala", en Boletín de la Junta Auxiliar Jalisciense de la Sociedad Mexicana de Geogr~­ ffa y Estadística, sep.-oct. de 1956, vol. X, núms. 1-2, pp. 85-86. 84 Matías de la Mota Padilla, Historia del reino de Nueva Galícia en la América sep­ tentrional, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1973,p. 31. 65 Luis Pérez Verdía, Apuntes históricos sobre la guerra de independencia en falisco, Guadalajara, Ediciones ITG, 1953,p. 100. 86 Cf. Peña Aguirre, art. cit., pp. 86-87. ella".81 Fray Diego de Basalenque agregó en 1650: "es la mayor la- guna que hay en la Nueva España [...] Está cercada por las cuatro partes de muchos pueblos [...] Hay mucha abundancia de bagre y pescado blanco".82 Fray Francisco de Pareja propaló en 1687: "Hay una laguna hermosísima que está en un lugar que se llama Chapala, tan dilatada que ordinariamente le han llamado Mare Chapalicum."83 El licenciado Ángel Matías de la Mota Padilla se explayó aún más en 1742: "Es el mar chapálico tan especial, que siendo sus aguas dulces y saludables, son sus arenas limpias, y está libre de cieno y atollade- ros, y sus playas en partes muy esparcidas, y en partes las aguas cho- can con riscos y peñascos, levantando olas que quiebran en peñas y arrecifes, y sus resacas arrojan conchas y caracoles." Según el licen- ciado de la Mota, es tan hermoso, grande y rico el mar chapálico que basta y sobra para adornar y abastecer un reíno." La procesión de los piropos continuó después de la independen- cia, si bien las floresarrojadas a la laguna en el Méxicoindependiente suenan menos espontáneas y más cursis que las coloniales. Don Luis Pérez Verdía dice de Chapala que es un "lago encantado", desper- tador de numerosos "recuerdos en el corazón". Seguramente exage- ra cuando escribe: "Sus cristalinas aguas, su cielo siempre azul, su suave dima y sus dilatados horizontes, todo viene a aumentar su be- lleza.?" También se le pasa la mano a don Manuel Caballero al re- ferirse, en 1893, al mar de Chapala y '~us márgenes encantados, sus aguas diáfanas y sus peces deliciosos"." Quizá los sahuayenses no creen a pie juntillas lo que dicen cuando cantan: "Chapala, es tu 32 79 Ernesto Ramos Meza, Lago de Chapaia. Testimonio y paisaje, Guadalajara, Edi- ciones Tlacuilo, 1965, pp. 18-19. , 8~ Enciclopedia de Mé~!co, vol. 3, p. 265. En Enrique Gálvez Montes, Ensayo eco­ nomico del lago y de la cienega de Chapala, p. 60, se dice: "El área de embalse es de 114200 hectáreas"; en la p. 62 se lee que en 1959 la capacidad del lago de Chapala '~aum.entó" a 7 mil millone~ de m3, aproximadamente" y en la p. 63: "Hay que dis- tmgmr entre el almacenamiento total y el almacenamiento útil." de vista del estómago y del bolsillo valgan más la laguna y la ciénega, como se les dice vulgarmente aunque sin la corrección debida. Lo correcto, según los diccionarios, sería el llamarles lago y ciénaga; aquello por lo grande, y esto porque así lo pronuncian los españo- les. La laguna es tan vasta que ha merecido el apodo de mar cha- pálico. De hecho es el lago natural mayor de México y el tercero por su extensión de la América hispánica. En ésta sólo lo exceden el Titicacade Suramérica y elNicaragua de Centroamérica.79 Antes de la reducción que le impuso el porfiriato medía más de cien kilómetros de oriente a poniente, y cosa de treinta en su parte más ancha. Enton- ces cubría una superficie de 2 350 kilómetros cuadrados, de casi un cuarto de millón de hectáreas. Ahora sólo ocupa una superficie de 1 740 kilómetros cuadrados a la cota máxima de 97.80.Hoy su capa- cidad de almacenamiento es de 8 mil millones de metros cúbicos." El mar chapálico yace en medio de una herradura de sierras azu- les. Por el angosto corredor del oriente, no interrumpido por cerros, recibe las grandes contribuciones de los ríos Lerma y Duero. Antes cubrían el lado sur la sierra de Pajacuarán y la repisa de San José, y ahora sólo ésta. La punta del poniente la tapa la sierra de la Difun- ta; y la parte del norte concluye en las sierras de la Viga y del Atravesaño y los cerros de San Francisco, Punta Grande y Gomeño. Quizá ningún otro sitio de Méxicoha recibido tantospiropos como esta laguna circuida de montañas. Fray Alonso de la Mota y Escobar escribió en 1606: "Hace el río Lerma un lago, laguna o mar a la traza y forma del Jordán, en el paraje Genezareth, que llaman mar de Ti- berio, de la cual laguna sale este río con la misma pujanza que entra [...] Es un mar muy hondable [...] de agua dulce y delicada, limpia sobremanera que no cría en sí hierba alguna." El lago de Chapala -concluye fray Alonso- "se parece a la mar aun en enojarse como
  • 19. 35 90 Behn, op. cit., p. 28. 9J Behn, loe. cit. 92 Ramos Meza, op. cit., p. 21. 93 José Vicente Palencia, "Trasunto de la tragedia del lago de Chapala", en Bole­ tín de la Junta Auxiliar Jalisciense de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, sep.-oct. de 1956,vol. X, núms. 1-2, p. 41. 94 Enrique Gálvez Montes, op. cit., pp. 22 y 61. húmedo."9º La época más caliente, con temperaturas apenas supe- riores a los 22 grados centígrados, va de abril a junio. En la estación invernal son raros los fríos intensos, aunque nunca faltan las hela- das vigorosas y dañinas. De noviembre a marzo el viento dominante es el "de adentro", el que sale de la laguna.91 De julio a octubre so- plan aires del noreste, que traen las lluvias primero y las heladas después. De improviso, de agosto a septiembre, embiste el viento zamorano de manera agresiva, impetuosa, huracanada y derriba milpas, tumba árboles, hunde embarcaciones y forma gigantescas co- lumnas de agua.92 A causa del viento zamorano, la laguna no es el paraíso. Tampocoes uniformemente bella. Susporciones sahuayenses son las menos angeladas, y las más ricas. Todala laguna sepresta para el remo y para la red;y la parte orien- tal, también para el arado. El suelo de la mitad oeste, el más hundi- do bajo las aguas, es de una pobreza conmovedora. El suelo de la otra mitad, el menos hundido aun antes de la desecación, es de una rique- za admirable. La porción dominada por Sahuayo, la conocida desde muy antiguo con el nombre de la ciénega, ha sido el embalse natural de las avenidas del Lerma y del Duero. En siglos pasados, durante algunos meses, las aguas dejaban temporalmente libres suelos ubé- rrimos, que rendían magníficas cosechas.93 A principios de este si- glo, como lo veremos con detalle en páginas posteriores, se procedió al escurrimiento artificial de las 50 mil hectáreas de la ciénega, casi todas del entonces municipio de Sahuayo.94 Los suelos descubiertos, de marca vertisol, aunque ligeramente salinos y con más del 15 por ciento de saturación de sodio, son aptos para la agricultura inten- siva; son tan fértiles como los de la bolsa de Guaracha, son de lo mejorcito en el panorama mexicano. La desecación de la parte sahua- yense de la laguna de Chapala dio lugar a lo que Bernardo García 34 87 Vicente T. Mendoza, La canción mexicana. Ensayo de clasificación y antología, México,UNAM-Instituto de Investigaciones Estéticas, 1961,p. 421. 88 Cf. Severo Díaz, op. cit., pp. 16-18. 89 Crescencio García, op. cit., p. 51. laguna novia romántica como ninguna", o al repetir la canción de Pepe Guízar que en alguna parte grita: "Chapala, eres paisaje para las almas enamoradas."87 Y es de suponerse que todas estas cursi- lerías serán muy pronto del todo inaplicables a una laguna que se afea cada vez más con la mugre de una creciente y mecanizada po- blación que se agrupa alrededor de ella en ciudades, pueblos y rancherías. La laguna de hoy,sucia y vuelta patrimonio de los científicos, sólo se presta para párrafos como el de Robert H. Palmer: "La estructura geológica de la región de Chapala [...J consiste en un ancho y bajo anticlinal con un eje de oriente a poniente y cuya parte central se ha hundido con relación a los flancos a lo largo de fallas paralelas al eje, tanto al norte como al sur [...] De las fallas principales las del extremo norte y la del extremosur son las más grandes y conspicuas [...] La más austral de las dos fallas del lado norte transcurre por la población de Chapala [...] Por su plano de ruptura se eleva el agua caliente de los baños de Chapala [...] La falla de en medio del lado sur, forma el arrecife que sobresale del agua en la Angostura. Es muy probable que por el plano de ruptura de esta falla se eleve el líquido de los. manantiales calientes de Tizapán [...J La tercera falla del lado sur pasa por debajo del agua [...] Gas, aceite y asfalto se elevan al través del líquido a lo largo de esta depresión subacuá- tica."88 La hulla blanca o chicle negro que brota de las aguas, las cali- zas de Palo Alto y las piedras de afilar de las playas del sur de la laguna le hicieron abrigar muchas esperanzas a don Crescencio García, el prefecto y cronista del partido de Jiquilpan y Sahuayo en la pasada centuria.89 · En la presente centuria se ha buscado sobre todo la explotación turística y agrícola de la laguna. Se han esparcido a los cuatro vien- tos la belleza y la bondad climática de los contornos de Chapala. Se dice: "El lago modifica notablemente la temperatura calurosa de la región, haciendo con sus brisas que predomine un ambiente fresco y
  • 20. 37 99 Arnold J. Toynbee, Estudio de la historia. Compendio I­IV, Madrid, Alíanza, 1970, pp. 159,217. . 100 La historia de la conquista de la ciénega es en buena medida el asunto trata- do por Enrique Gálvez Montes en su Ensayo económico del lago y de la ciénega de Chapa/a. raron en gorilas, ni contornos físicos tan severos como el per~etua- mente helado de Groenlandia, o el siempre pobre de los desiertos totales, que echan a perder todo trabajo por gr~n~e que sea." ~ª! paisajes más adecuados que otros para el florecimiento y la fructifi- cación del hombre. Los paisajes que les han tocado a los sahuayenses son de los que estimulan o pueden estimular al hombre. El de la mesa de San José tiene limitantes de suelo y de orografía suficientes para incitar el ingenio y el quehacer de los ganaderos, que no para cerrar- los a toda esperanza de progreso. El tesoro de las llanuras del bol- són de Guaracha y de la ciénega de Chapala ahora puede parecer un don gratuito de la naturaleza; pero, como se verá en esta historia, h.a sido producto tanto de la invención humana c?mo de la generosi- dad natural. Como quiera, tampoco se puede afumar que los panta- nos originales de estos rumbos eran imposibles de !ri~urar ~or el diente humano. Fueron por siglos un reto que parecia invencible y que al fin se vencíó.P'Se trata de un dominio s~bre el ~e~io que está a punto de concluirse como tarea, pero que viene reahzandose des- de muy atrás con la concurrencia de las razas del mundo. Se trata de un esfuerzo comenzado en la prehistoria por los indios; seguido a partir de la conquista española por blanc~s y ~egros; y ~ech? reali- dad o casi por la raza cósmica, por la conjunción de vanos tipos de hombres, por un tipo de moreno mexicano que se forjó en el contor- no sahuayense desde los días de la Nueva España de la manera como se dice en el capítulo siguiente. 36 95 Bernardo García Martínez.. "Consideraciones corográficas", en Historia gene­ ral de México, México, El Colegio de México, 1976, vol. I, p. 39. 96 C. Cuesta Terrón, "La fauna de Chapala", en Memorias de la Sociedad Científica Antonio Alzate, México, 1925, vol. 44. 97 Mota y Escobar, op. cii., pp. 56-57. 98 Ramos Meza, op. cit.,pp. 22-23. llama "extensos y fértiles campos sembrados de legumbres, cerea- les, garbanzos, frijol, papas y camotes"." Lo que antes eran confusos pantanos, carrizales, tules y superfi- cies plateadas son ahora llanuras verdes de felpa fina. En las otras orillas del lago subsiste la vegetación original de pradera y chaparral. La gente ribereña le ha concedido poca importancia a la flora quizá porque se ha dejado encantar por la fauna. El lago cría abundantes peces: mojarra, boquinete, carpa, bagre, sardina, popocha, charal, ca- marón." "Cría entre otros peces unos que los indios llaman en su lengua amiloies y el español llama pescado blanco¡ es mayor de me- dia vara, su carne excede en blancura a una leche cuajada[ ...] es su- mamente sano [...] Sólo la acedia de Sevilla le remeda algo en lo delicado; no tiene espina, más que sólo la de la armazón."97 La lagu- na de Chapala cría tanta variedad de peces como de aves acuáticas. De la laguna viven los patos real, golondrino, pinto, zambullidor, bo- rrego y pichilingüe; la gallareta, la gallinita, el corvejón, el tagarote; las garzas blanca, morena y roja; el tildío, la gaviota, el carcamán, el .zaracúas, el zocuilote, el pelícano, la espátula, el ganso, el ánsar y la concha.98 La gente asentada en el ámbito sahuayense ha cumplido, por par- tida triple, con la ley de la reto-respuesta formulada por Arnold Toynbee;ha tenido la suerte de contar con un contorno asaz estimu- lante por aquello de "cuanto mayor es la dificultad, mayor es el estí- mulo", aunque no al grado de que la dificultad sea insuperable. De hecho, las civilizaciones surgen "en ambientes que no son extraor- dinariamente difíciles ni extraordinariamente fáciles". Hasta ahora los mayores desarrollos humanos se han producido en un justo me- dio entre una falta de severidad y un exceso de ella; un medio que sin ser paradisíaco no llegue a infernal. Ni la "grande y famosa na- ción de los haz-lo-que-quieras" que por falta de esfuerzo degene-
  • 21. 39 1 Otto Schóndube, "El territorio cultural de occidente", enJalisco antes de la inde­ pendencia, Guadalajara, Departamento de Bellas Artes, 1976, p. 21. 2 Federico A. Solórzano, "La prehistoria de Jalisco", en ibídem, pp. 15-18. 3 Ignacio Bernal, "El tiempo prehistórico", en Historia mínima de México, Méxi- co, El Colegio de México,1973, pp. 7-8. al ámbito sahuayense bien pudo ser prehistórica. Otto Schóndube vislumbra que "las playas de los antiguos lagos pleistocénícos [...] deben haber sido una especie de imán para los cazadores por la ri- queza de la fauna que vivía en sus orillas". Hasta hoy no se han en- contrado vestigios de tal gente en las riberas de la laguna de Chapala, pero sí en la vecina región cenagosa de Sayula, donde hubo dos ha- llazgos: una lasca de obsidiana entre los restos de un mamut, y dos puntas parecidas a las del complejo Clovis y, por lo mismo, de una antigüedad de doce mil a quince mil años.' En torno a la laguna de Chapala únicamente se han descubierto fósiles de los mamíferos que acostumbraban matar los cazadores. Aéstos los arqueólogos los ima- ginan vestidos con abrigos de pieles, sin casa, nómadas, de arco y flecha, carnívoros que no alérgicos a los vegetales.2 Dícese, como si alguien lo hubiera visto, que además de cazar, pescaban fauna la- custre y recogían frutos silvestres.' Los arqueólogos hablan de una triple revolución habida en lo que es hoy el territorio de México unos cuatro mil años antes de Cristo. Entonces empezó el ejercicio de la agricultura, la multiplicación de la gente y el orden social. El cultivo de maíz, frijol, calabaza y chile, La llegada del indio Desfile de actores
  • 22. 41 8 Ignacio Bernal, Teotihuacán: descubrimientos, reconstrucciones, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1963. 9 José Corona Núñez, "Los teotihuacanos en el occidente de México", en Teotihuacán. XI mesa redonda, México, Sociedad Mexicana de Antropología, 1972, pp. 253-256. 10 Bernal, "El tiempo prehispánico", pp. 25-30. 11 Arturo Oliveros, "Michoacán", en Señoríos y estados militaristas, México, Insti- tuto Nacional de Antropología e Historia, 1976, p. 99. Los posibles contactos con las remotas tierras de Ecuador y Co- lombia no excluyen las relaciones con una realidad relativamente próxima,la delimperio teotihuacano.Teotihuacánalcanzó un esplen- dor deslumbrante entre los años 350 y 650 de nuestra era, por los tiempos en que se hundía en el Viejo Mundo el imperio romano.. Como es bien sabido, los teotihuacas son autores de un buen núme- ro de maravillas: agriculturade terraza, de chínampa y de riego; ar- quitecturade espléndidos palaciosy de enormes pirámides; escultura de barro y de jade, muy admirada por críticos e historiadores; extra- ordinariapintura al fresco; reÍigión con culto solemne a Quetzalcóatl, y gobierno autoritario presidido por sacerdotes reyes.8 Teotihuacán irradió su cultura en distintas direcciones; desde luego, hacia el oc- cidentehasta Nayarit.9 Alrededor del año 700, Teotihuacánfue inva- dida e incendiada por bárbaros. Muchos de los pobladores salidos con vida de la incineración de la urbe se plantaron en otros sitios. Otros prefirieron hacer buenas migas con los que chamuscarona su ciudad. De la mescolanza de vencidos cultos y de vencedores bárba- . ros salió una nueva civilización conocida con el nombre de tolteca, que tuvo su mejor momentohacia el año 1000.10 En la época de la emigración de los teotihuacanos producida por el incendio de Teotihuacán, empieza en la zona contigua a la laguna de Chapala la inmigración de personas de habla náhuatl, quizá pró- fugosde la chamusca." Esos inmigrantespudieron habersidolos fun- dadoresde Sahuayo, de Cojumatlán y de Tizapán. En Sahuayo no se han hecho investigaciones arqueológicas no obstante la abundancia de vestigios en Rincón de San Andrés. En cambio, en Cojumatlán,el arqueólogo Lister, mediante métodos de datación fidedignos, com- probó la existencia, entre los años 1000y 1200, de una congregación humanaimportante que dejócomo huellas de su vida cajetestrípodes 40 4 Schóndube, op. cit., p. 25. 5 Arturo Oliveros, Excavaci6n de dos tumbas en El Opeño, Míchoacán, México, ENAH, 1971. 6 Ramón Piña Chan, Una visión del México prehispánico, México, UNAM, 1967, p. 283. 7 Schóndube, op. cit., p. 21. Paul Kirchhoff, "La cultura del occidente a través de su arte", en Arte precolombino del occidente de México, México, SEP, 1946, pp. 49-67. el aumento de la población y los primeros síntomas de vida en co- mún y de bienestar llegaron juntos. Se construyeron casuchas de ba- jareque y de otros materiales que dejan escasísimos restos.4 Aquellas chozas sirvieron de albergue a los hombres y también a cachivaches de piedra y de barro. Por razones defensivas, los albergues se cons- truyeron unos junto a otros, en forma de aldea, y sus moradores se organizaron en tribus. Hacia el año 1500 antes de Cristo, la organi- zación social y el nivel de vida de algunas tribus consiguen mejorías considerables. Así pasó no lejos del Sahuayo actual, en el valle de Zamora, donde se produjo un estilo de vida que se llama convencio- nalmente preclásico, donde se hizo la civilización lopeña.5 Muy cer- ca de Sahuayo, en el Otero, en una loma de la jurisdicción de Jiquilpan, se pueden ver todavía las ruinas de edificios, plataformas, plazas, juego de pelota, escalinatas, muros con losas cuatrapeadas, muros con piedras redondas unidas con lodo, muros construidos con metates, terrazas y otros vestigios admirables, que se conjetura sean de comienzos de la era cristiana.6 Se presume que la gente del Otero vivía del cultivo del maíz, del chile y del jitomate, pero también de la pesca y la caza, tan abundan- te en los alrededores. Es de suponerse que destinaban no poco tiem- po al culto a los antepasados. Abundan allí las cámaras de tiro, consistentes en un pozo con casetas funerarias a los lados. Aparte del occidente de México, este tipo de tumbas sólo se hizo entonces en lo que hoy es Colombia y Ecuador. Próximas a los entierros se hallan piedras con depresiones a manera de mapas que también es fácil hallar en algunas partes de Suramérica, que no en otras regio- nes de México. Según Schóndube, las dos coincidenciasdan a enten- der que hubo relaciones entre el México occidental y la Suramérica noroccidental.7
  • 23. 43 ,, 17 Schondube, op. cit., p. 24. 18 Relación de las ceremonias y ritos y poblací6n y gobierno de los indios de la provincia de Michoacán (1541), Madrid, Aguilar, 1956, p. 117. 19 J. Benedict Warren, La conquista de Michoacán 1521­1530, Morelia, Fimax, 1977, pp. 3-4. 20 Ramón Sánchez, Bosquejo estadístico e histórico del distrito de Jiquilpan de Juárez, Morelia, Impr. EIM Porfirio Díaz, 1896, p. 98. en el segundo y tercer decenio del siglo xvr, la gente de Sahuayo se entendía en náhuatl, hablaba como los mexicanos y no como los purépechas. Al contrario, Jiquilpan se atarascaba a toda velocidad; arribo de los españoles, político a multitud de pueblos." Desde la fundación de Pátzcuaro en 1370, el imperio purépecha obtuvo una respetabilidad que alcan- zó su apogeo en el reinado de Tzitzipandácuare (ca. 1454-1479), el rey conquistador de los señoríos del occidente desde la sierra de Purépero hasta Tamazula y Zapotitlán.18 El imperio purépecha o tarasco estuvo en un tris de ser tan gran- de como el tenochca o azteca. Por el oriente llegó hasta donde ahora llega Michoacán: por el sur, hasta un poco más allá de los ríos Tepal- catepec y Balsas, y en un punto, hasta el océano Pacífico; por el nor- te, el río Lerma le servía de límite; y hacia el oeste englobaba una buena parte del actual Jalisco (Tamazula, Tuxpan, Zapotlán, Zacoalco, Atoyac, Techaluta, Mazamitla, Teocuitatlán, Zapátaro y Cocula) y a los pueblos occidentales de Michoacán, incluso los de la laguna de Chapala." Quizá algunos señoríos de la ribera norte del lago, como el del cacique Xitomatl o [itomate, nunca fueron vencidos por los tarascos; pero ninguno de los pueblos de la ribera sur se salvó del imperialismo purépecha, pudo evitar el ser pisoteado por el guara- che de los reyes de Tzintzuntzan, escapó al deber de pagarle tributo al señor de la cabeza rapada. Como quiera, contra lo que dice Ra- món Sánchez, Sahuayo, si no independiente, sí permaneció en su len- gua y sus costumbres durante la dominación tarasca." Se puede afirmar sin mayores dudas que al 42 12 Robert H. Lister, Excavations at Cojumatlán, Michoacán, Mexico, Alburquerque, New México Publícations in Anthropology, 1949, p. 48. 13 ,Clement W. Meighan y Leonard J. Foote, Excavations at Tizapdn el Alto, falisco, Los Angeles, University of California, Latin American Center, 1968.. 14 Piña Chan, op. cii., p. 285. 15 Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organi­ zación de las antiguas posesiones españolas de América y Oceanía, Madrid, 1864-1884, vol. XIII, p. 63. 16 Oliveros, "Michoacán", p. 133. de apoyos multiformes; ornamentos de concha, cuentas de collar y brazaletes; carnales, agujas, arpones de hueso y otros utensilios.12 Los arqueólogos Meighan y Foote descubrieron en las cercanías de Tiza- pán montículos formados por jacales derruidos en los que se usó una cerámica semejante a la de Cojumatlán, que, según las fechas arroja- das por el carbono 14, data de los años 1100 a 1200.13 De los tepalcates descubiertos en los dos sitios citados, se infiere que sus pobladores practicaban la agricultura en tierras de humedad; pescaban en el lago con arpones, fisgas, redes y nazas: cazaban venados y aves lacustres; hacían multitud de instrumentos de terracota y de piedra; curtían pieles; enredaban hilos; construían chozas con materiales poco du- raderos, y usaban del metal en la hechura de algunos útiles.14 Según don Wigberto Jiménez Moreno, la zona explorada por Lister era de indios teces: es decir, de origen tolteca. Allí, en el magnífico hábitat chapálico, vivieron sin mayores molestias hasta 1350. De allí en adelante, dieron por molestarlos los feroces purépechas o tarascos. Se ignora la patria de origen de estos depredadores. Algunos quie- ren hacerlos oriundos de Suramérica, basados en una carta escrita en 1524 por Rodrigo de Albornoz donde éste dice haber oído de los tarascos que muy antes venían a las costas de Michoacán, en pira- guas, mercaderes de las islas del sur," Otros suponen que la gente tarasca llegó del noroeste, durante el postclásico, en junta con las tri- bus chichimecas. Todos están de acuerdo en que la tribu escogió para vivir, allá por 1200, la sierra volcánica transversal en su parte michoacana, y una vez establecida allí, hizo un coctel o ponche con su propia cultura y la de los pueblos que previamente vivían en Michoacán.16 En cosa de un siglo, los recién llegados se convirtieron en el único grupo que, aparte del azteca, pudo reunir bajo su control
  • 24. 45 23 Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, México,Porrúa, 1970, p. 389. 24 Warren,op. cii., pp. 85-91. 25 Luis González, Pueblo en vilo, México,El Colegio de México, 1968,pp. 30-31. 26 Peter Gerhard,A Guide to the Historica/ Geography of New Spain, Cambridge,At the UniversityPress,1972, pp. 239-242. 27 Warren,op. cit., pp. 218-220. 200 españoles de a pie y miles de indios; susto y encierro de Tzin- tzicha; hallazgo del emperador escondido por parte de la gente de Olid; sumisión de los tarascos a los españoles más que por cobardía por haberles visto cara de dios; rápido regreso del capitán Olid a Tenochtitlán, según las malas lenguas, porque acababa de casar con mujer joven y de buen ver que no quiso llevar consigoa la conquista de Michoacán.23 En seguida de Olid, vienen a Michoacán otros capitanes. Aquí nos interesan las entradas de Antonio de Carvajal y de Alonso de Ávalos. Carvajal era un hombre con mucha experienciaen el Nuevo Mundo, pues había llegado a él en 1509y hecho conquistas en Puer- to Rico, en Cuba y en el oriente de México.Carvajal estuvo en el im- perio sometido por Olid un año después que éste. Durante un año combatió sin complacencias, a garrote limpio, las prácticas religio- sas de los nativos, y levantó la nómina y el censo de las poblaciones de la vasta dominación purépecha, nómina y censo que servirían de basepara el subsiguientereparto de encomiendas.24Alonso de Ávalos salió hacia el occidente por el mismo tiempo que Carvajal, pero con destino distinto. Ávalos era un pariente de Hernán Cortés que, sin mayores esfuerzos, con la mano en la cintura, conquistó losseñoríos occidentales que tributaban al emperador tarasco." Con los pueblos por él sometidos,formó la llamada provincia de Ávalos, que com- prendió en un principio las tierras de un~triángulo con vértices en Tecolotlán,Sahuayo y Tuxpan y cuyo centro fue Sayula.26 Loque pos- teriormente sería la mitad oeste de la parroquia y el municipio de Sahuayo formó parte de la provincia y de la encomienda del pode- roso primo de Hernán Cortés.27 El pueblo de Sahuayo y las vecinas tierras bajas y cenagosas de Caro, Guarachan, Pajacuarán, Chaparaco y Jacona fueron dadas en 44 21 Ramón López Lara, El obispado de Míchoacán en el siglo XVII, Morelia, Fimax, 1973, p. 106. . 22 Relaciones geográficas de la dioceeis de Michoacán, Cuadalajara,Siglo XVI, 1958, vol. I, pp. 9-10. se volvía Huanimba en un santiamén y dejaba de hacer ronda con los pueblos de Ixtlán, Pajacuarán, Cojumatlán, y Sahuayo.21 En [iquíl- pan, desde poco antes de la llegada de los españoles, residía un ca- pitán enviado por el rey tarasco y el cacique Noxti, éste oriundo de Amula. El capitán y el cacique daban mucha guerra a las poblacio- nes circunvecinas. A los aprehendidosen tales luchas los conducían al Cerrito Pelón, que en aquella época se llamaba Apatzingán, "los abrían por medio y les quitaban el corazón y lo comían"." No sabe- rnos cuántos corazones sahuayenses se hayan engullido los de Jiqui.lpan, pero sí es de presumirseque sus roces con Sahuayono eran precisamente amorosos. En vivo pleito los hubo a la mano la con- quista española. En 1519 entró a México el huracán conocido con el nombre de "conquista", cuyos episodios más memorables son los siguientes: llegada a las costas del golfo de México, en forma sucesiva, de los capitanes Francisco Hernández de Córdobay Juan de Grijalva; des- embarcodel astuto y valeroso capitán Hernán Cortés al frente de al- gunos centenares de soldados; zozobra de Moctezuma, el emperador de los aztecas, y de su consejo de brujos; recepción entusiasta de las huestes de Cortéspor parte de los pueblos abatidos por Moctezuma: pavor en Tenochtitlán, la metrópoli del imperio azteca; entrada de Cortés a la ciudad empavorecida;efímera luna de mielentredon Her- nán, el vestido de hierro, y Moctezuma,el de la silla de oro; pedrea y muerte de Moctezurna;ascenso,enfermedady defunción de Cuitlá- ~uac; malos procederes del güero Alvarado; subida al trono impe- rial de Cuauhtémoc y resistenciaheroica,verdaderamente a la altura del arte de Tenochtitlán;muerte del emperador de los tarascos por culpa de la viruela; entronización de Tzintzicha en tarascolandia· caída de la capital azteca y reguero del anuncio: "Todo México Te~ nochtitlán hiede a difunto"; temblor en las corvas del emperador tarasco al enterarse que los españoles se morían de ganas de cono- cerlo; entrada a Michoacán de Cristóbal de Olid con 70de a caballoI
  • 25. 47 30 Warren, op. cit., pp. 411-415. AGI, Justicia, leg. 130 ff. 959-973. Archivo del Ins- tituto Nacional de Antropología e Historia (AINAH en adelante), Colección Gómez de Orozco, ms, 171, ff. 17-28 v. 31 Warren, op. cít., p. 177. 32 AGI, Justicia, leg. 229. 33Warren, op. cit., pp.110-112. 34 Es muy vasta la literatura acerca de Quiroga. Tres libros fundamentales son: Francisco Miranda, Don Vasco de Quiroga y su colegía de San Nicolás, Morelía, Fimax, 1972. Benedict J. Warren, Vasco de Quiroga y sus hospitales­pueblos de Santa Fe, Mo- relia, Universidad Michoacana, 1977¡ Silvio Zavala. La utopía de Tomás Moro en la Nueva España y otros estudios, México, Robredo, 1937. 35 Warren, La conquista de Michoacán, op. cii., pp.120- 121. en particular o tampoco a la Corona de España. Como quiera, se les hizo a los sahuayenses el apercibimiento de rutina: si no acatan el vasallaje español se enviarán hombres de guerra para destruirlos y hacerlos esclavos, porque así conviene al servicio de su majestad y a la pacificación de esta tierra. 30 Por si no bastara con la advertencia, el bachiller Ortega en persona fue al extremo noroccidental de Mi- choacán, a donde se encontraba Sahuayo.31 Y aún no se iba el bachi- ller Ortega cuando los sahuayenses recibieron, junto con los demás pueblos del occidente, la amenaza de una visita del licenciado Nuño de Guzmán, a quien obedecían, por gana o por fuerza, multitudes, y de quien se decía que era la gente más enviciada del mundo, con seis o siete vicios: "mal cristiano, perjuro, infame, borracho, maldi- ciente, difamador, amancebado públicamente con india" y matachín entusiasta.32 Pero, como está bien comprobado, la amenaza de visita no se cumplió. Enseguida de los caballeros tronantes, empezaron a llegar los pea- tones humildísimos que acaudillaban fray Martín de la Coruña y don Vascode Quiroga. Fray Martín tuvo fama de ascético, caritativo, de- voto y levítador." Dizque muchos, en diversas ocasiones, lo vieron levantarse del piso en éxtasis, costumbre que nunca adquirió Qui- roga. Éste nomás fue sabio, iracundo, justiciero, utópico y primer obispo de Michoacán.34 Al llamado de fray Martín acudieron a Mi- choacán, hacia 1530,fray Ángel de Valencia,fray Juan Badiana, fray Miguel de Bolonia, fray Juan de Padilla y fray Juan de San Miguel." Al de San Miguel se debe la hechura del convento de Jiquilpan, así 46 26 Archivo G€neral de Indias (AGI en adelante), Justicia, leg. 123, núm. 1. Tam- bién Arturo Rodríguez Zetina, [acona y Zamora, México,[us, 1956, pp. 117-126. i9 Warren, op. cii., pp. 232-234. Gerhard, op. cit., p. 401. encomienda, por Cortés mismo, el 24 de agosto de 1524, a Juan de Albornoz.28 Antes de que Albornoz fuese a ver y deslindar su enco- mienda, mientras el encomendero se entretenía en la pacificación de Pánuco, Cortés encomendó a uno de sus mejores amigos, al valeroso Gonzalo de Sandoval, la misma zona. Según Albornoz, cuando re- gresó Cortés de Honduras en 1526 hecho un basilisco por lo mal que le había ido al meterse en Honduras y por lo requetemal que se ha- bían portado sus lugartenientes durante su ausencia, decidió quitar encomiendas a troche moche, y uno de los despojados fue Albornoz. El encomendero que vino a sustituir al destituido se obligó, como el anterior, a ver que se les diera doctrina cristiana y buen tratamiento a los indios de Sahuayo y circunvecindad a cambio de que los indios puestos en encomienda le pagasen tributos y le prestasen servicios. Muchos encomenderos comenzaron por poner en práctica la segun- da parte del convenio: se hicieron servir y pagar de los indígenas. Otros, como los de Jacona-Sahuayo-Guaracha, no pudieron ejercer ninguno de los puntos del contrato de encomienda. Sandoval, quien quizá ya se sentía enfermo al recibir la encomienda, la cedió a prin- cipios de 1528,por testamento, a su primo Juan de Sandoval, en vís- peras de irse Gonzalo a España, donde murió a los pocos días de su arribo. A la muerte de Gonzalo se armó el pleito por la posesión de Sahuayo y Jacona entre Albornoz y Pedro Almíndez Chirinos pero ninguno de los dos obtuvo la apetitosa tajada, quizá porque los sahuayenses se resistieron a servir, quizá porque la RealCorona dijo: [basta de pleitos! Vengan· a nos Sahuayo y Jacona.29 En la primavera de 1528 vino a Michoacán, por órdenes del go- bernador Alonso de Estrada, en plan de juez y para meter orden en el régimen de encomiendas, el bachiller Juan de Ortega, quien, como principio de arreglo, reunió en Tzintzuntzan a los señores y princi- pales de los pueblos y los hizo saber qué tributo debían pagar y a qué señor. Por Sahuayo se presentó Acucecarit, quien dijo que su pueblo no quería servir, aunque no quedó claro si a un encomendero
  • 26. Plaza, 16 de septiembre de 1921. 48 36 Álvaro Ochoa, fiquilpan, México, Gobierno del Estado de Míchoacán, 1978, p. 30. 37 Francisco del Paso y Troncoso, Papeles de la Nueva España, 2~ serie. Geografía y Estadística, Madrid, 1905-1906, vol. I, núms. 457 y 811. 38 José Romero Vargas, Cotija, cuna de trotamundos, México,Progreso, 1973, p. 46. 39 González, op. cü., p. 40. 4~ Diego de Basalenque, Historia de la provincia de San Nicolás Tolentino de Michoacán del Orden de NPS Agustín, México, [us, 1963, p. 380. 41 Andrés Cavo, Historia de México, México, Patria, 1949, p. 35. 42 Francoís Chevalier, La formación de los grandes latifundios en México, México, Problemas Agrícolas e Industriales de México, 1956, pp. 79-80. corno, junto con fray [acobo Daciano, la evangelización de los pue- blos de la ciénega de Cha pala. 36 Por quince años, si no más, los sahuayenses dependieron en lo religioso de [iquilpan: pero en cuan- to se fundó el convento agustino de [acorta, pasaron a depender de él. Según la suma de visitas de 1555, eran sujetos de [acona los pue- blos de Tangamandapio, Pajacuarán, Ixtlán, Guaracha y Sahuayo.37 Por 1570, al convertirse .Ixtlán en parroquia administrada por cléri- gos, Sahuayo, Caro, Cojumatlán y Guarachita fueron uncidos a ella." Mientras Sahuayo se acomodaba como sujeto de Ixtlán en lo reli- gioso y de Zamora en lo civil, padeció tres tipos de azotes: la peste, la invasión de ganados y el agrarismo a la española. Las pestes o epi- demias comenzaron a golpear muy duro a partir de la grande de 1545,que produjo más de un millón de víctimas en lo que ahora es territorio de México.A esa peste general siguió la particular de 1567, que vino en junta con desborde del lago de Chapala y con temblor de tierra. 39 A la catástrofe privativa de los pueblos chapalinos suce- dió un terremoto, un cometa, un eclipse y "una grande peste de la que murieron infinitos indios" .40 Entrada la primavera de 1575,los aborígenes comenzaron a sentir fuertes dolores de cabeza, seguidos de calentura, inquietud, flujo de sangre y muerte." Muchas pobla- ciones se redujeron a muy poca cosa, entre ellas Sahuayo, que a par- tir de entonces más que tierra de indios lo fue de vacas. Alas ciénegas próximas a Sahuayo, desde 1545, anualmente, en las secas, empezó el acarreo de cientos de miles de cabezas de gana- do mayor y menor, las más, cabezas de vacas y borregos.42 Hubo una doble causa en la persistencia de tan abundante invasión de gana-
  • 27. Panorámica, ca. 1930. T Sahuayo, al fondo la parroquia, foto de C.B. Waite, ca. 1910.
  • 28. 49 . 43 Conzález, op. cii., p. 38. 44 Archivo General de la Nación (AGNM en adelante), Tierras, vol. 1193, ff. 89-91,95-96,etcétera. 45Cf. Ochoa, op. cit., p. 39. 46 AGNM,Tierras, vol. 1193,f. 59 v. Véase también Sánchez, op. cit., p. 96-99. ·.;; dos. El virrey don Antonio de Mendoza acababa de disponer que la ganadería abandonara el centro del país por los perjuicios que aca- rreaba a las sementeras de los indios, y de prohibir a los españoles tener rebaños sin poseer estancias. Entre 1550y1556 se despacharon unos 20 ucases para que las estancias se concedieran lejos de las po- blaciones, se vigilaran los ganados y se enviaran jueces ambulantes para hacerlos respetar. Todo esto culminó con las ordenanzas sobre el agro de 1567del marqués de Palees,y con la multitud de mercedes de tierra otorgadas a los ganaderos españoles en el corregimiento de Jiquilpan y en la alcaldía mayor de Zamora; es decir, en el Bajío zamorano, o lo que es lo mismo, en el contorno sahuayense." Como consecuencia de la legislación ganadera y del desplome de- mográfico, el reparto de tierras, principalmente entre españoles, fue el fenómeno mayor del último tercio del siglo xvt, Los virreyes Luis de Velasco primero y segundo, marqués de Palees, Martín Enrí- quez de Almanza y Lorenzo Suárez mercedaron estancias de gana- do mayor que medían 1 755 hectáreas, sitios de ganado menor con una superficie de 780 hectáreas, caballerías de sembradura con ex- tensión de 43 hectáreas, fanegas de alrededor de 4 hectáreas y sola- res de 1 700 metros cuadrados. Los Altos de [almich o mesa de San Joséfue repartida entre amigos y familiares del poderoso señor Alon- so de Ávalos, entre FranciscoRodríguez, los señores Ruiz de Alcaraz, Juan Pérez Calvillo, Pedro Larios, Francisco de Saavedra y Gonzalo de Fígueroa." En el bolsón de Guaracha, recibieron sitios de ganado mayor y menor y caballerías de tierras laborables los Ruiz de Alcaraz, Simón Díaz, Francisco Gutiérrez, Alonso de Rebollar,Juan de Cueva y algunos indios príncipales.f Entre los indios que alcanzaron dota- ción de tierras a la española, individualmente, se mencionan a don Martín, principal de Juruneo, caserío que estaba cerca de donde hoy está San José de Gracia, y a doña María Magdalena, "india cacique principal del pueblo de Sahuayo".46 Ambos tuvieron litigios por las l 1 1 ! Plaza principel, foto de C.B. Waite, ca. 1910.
  • 29. 51 50 Luis González, Zamora, México, Gobierno del Estado de Michoacán, 1978, pp. 42-44. 51 Juan López de Velasco, Geografía y descripci6n universal de las Indias, Madrid, Furtanet, p. 241, cit. por Ochoa, op. cit., p. 37. 52 González, Pueblo en vilo, op. cit., pp. 46-48. 53 AGNM, Tierras. esclavo a las llanuras próximas al decaído caserío indígena de Sa- huayo, lo que se tradujo en una bendición para los pocos indios sobrevivientes, pues dejaron de ser compelidos "a trabajar contra su voluntad[ ... ] en haciendas ajenas", a ser tamemes o cargadores y a sufrir injuriosos "tratamientos y otros desaguisados contra razón" que recibían de continuo.53 Por otra parte, los recién venidos detu- vieron la despoblación de la zona, pues no se morían tan fácilmente como los naturales y eran poco o nada castos. También le metieron más fuerza que la que podían meterle los indios a las tareas rudas y, en general, hicieron posible la marcha inicial de una reciente hacien- da, que será la consorte inseparable e insoportable de Sahuayo por tres siglos y pico. · A principios del siglo xvnse formó una de las más grandes.ylucí- das haciendas que haya habido en el occidente mexicano: la hacien- da de Guaracha. Uno puede explicarse lajormación de tan enorme latifundio acudiendo a las razones aducidas por los expertos: "En la Nueva España existía un mercado muy reducido para los productos agrícolas." Por otra parte, "las condiciones climáticas de una gran parte de las tierras del altiplano hacían muy eventuales los años bue- nos para la agricultura [.;.]" En la lucha "contra las limitaciones im- 'puestas por el mercadoy contra las irregularidades inherentes a los cultivos de temporal, los ricos agricultores de la colonia idearon una venida delnegro fundada villa de Zamora:" la de otros, en Iiquilpan, unos de los pue- blos. "más políticos de aquellas partes";51 y la de unos terceros, en Sayula,. sede de la provincia de Ávalos.52 Como quiera, entonces su- cedió, de manera inusitada, la 50 47 AGNM, Tierras, vol. 839, exp. 2 y Archivo General de Notarías del Estado de Míchoacán, legs. 10, 11, exp. 29-bis. La copia de los documentos respectivos la debo a la gentileza del profesor Álvaro Ochoa. · 48 Antonio de Ciudad Real, Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nuéva España, México, UNAM, 1976, vol. I,p. 28. 49 AGNM, Indios, vol. 6, II, exp. 1013, ff. 271-276. mercedes obtenidas. Don Martín tuvo que seguir juicio contra los naturales de Teocuitatlán que le tenían tomada su estancia, y a doña María Magdalena le metieron pleito los indios de [iquilpan por no estar de acuerdo en la ubicación del sitio de ganado menor y las dos caballerías de tierra que le fueron concedidas.47 Por lo demás, la entrega de estancias, caballerías y lotes a particu- lares no detuvo la decadencia de la población indígena y sí sirvió para que se cometieran abusos y se pusiese en marcha la formación de extensos ranchos y haciendas. En el último cuarto del siglo xvr desaparecieron algunas congregaciones de la región sahuayense, como Juruneo, y otras se redujeron a su mínima expresión, como Sa- huayo. En 1586, después de una estadía en [íquilpan, fray Alonso Ponce siguió rumbo a Guadalajara por Cojumatlán, y el minucioso cronista que lo acompañaba, fray Antonio de Ciudad Real, no dice que hayan sabido de la existencia de un pueblo con el nombre de Sahuayo.48 Doce años después, en septiembre de 1598, el virrey Gaspar de Zúñiga comisionó a Luis Carrillo de Guzmán para que congregara en caseríos bien trazados a los aborígenes de Jacona, Ixtlán, Pajacuarán, Xiquilpa, Tlazazalca, Chilchota, Tarecuato, Cho- candirán, Aranza, Peribán, Tzirosto, Huapatzácuaro, Tancítaro, Pin- zándaro, Tepalcatepec, Jilotlán, y demás indios restantes, ya cerca de los ríos de Arimao, ya alrededor de la laguna deTacázcuaro.49 El he- cho de que en tan larga lista no aparezcan Sahuayo, Cojumatlán y demás poblaciones de la punta occidental de la alcaldía mayor de Zamora puede interpretarse comoque los lugares omitidos en la or- den del virrey ya estaban casi o totalmente deshabitados. En otras partes la población indígena muerta por las epidemias era parcial'." mente sustituida por españoles, cosa que no pasó en Sahuayo. Los gachupines que recibieron tierras en el contorno sahuayense nunca vivieron en Sahuayo. La residencia de los más estuvo en la recién