1. ANÁLISIS DE PELÍCULAS: EL DISCURSO DEL
REY (spoilers)
Por Daniel Castro (Guionista en Chamberí)
“El discurso del Rey” ha sido la gran triunfadora este año en
los Oscars, llevándose los premios más importantes.
Siguiendo el modelo de otros posts, voy a hacer un
pequeño análisis de su guión.
A partir de aquí, todo está lleno de spoilers.
Si sigues leyendo, te la juegas.
Breve resumen:
Jorge, duque de York, que está aquejado de una severa
tartamudez, trata de superarla, con ayuda de un logopeda,
mientras los acontecimientos le llevan al trono del Reino
Unido y se avecina la Segunda Guerra Mundial.
Protagonista:
2. Jorge, duque de York.
Antagonista:
La tartamudez
Aliados:
Lionel Logue, logopeda
Isabel, duquesa de York
Empleados, primeros ministros, políticos (Churchill,
Chamberlain, Baldwin…)
Obstáculos:
Edward, hermano de Jorge,
Jorge V, padre de Jorge,
Abad de Westminster
Objetivo del protagonista: superar su tartamudez, poder
ejercer con aplomo el liderazgo de su país.
Pequeño análisis de la estructura:
3. Detonante: Jorge, duque de York, trata de dar un discurso
para clausurar la Exposición Universal. Absoluto fracaso.
(Minuto 1)
Primer acto:
Jorge se trata con malos logopedas. Su mujer localiza a
Lionel Logue, un tipo más excéntrico. Jorge acude a él
pero… su métodos le espantan. Logue le entrega un disco
que ha grabado usando un truco.
Primer punto de giro: Jorge escucha el disco que Logue
ha grabado y… descubre que los métodos del logopeda
pueden funcionar. Por fin, se abre cierta esperanza para él.
(Minuto 35)
Segundo acto:
Jorge es tratado por Logue, con métodos poco
convencionales. Poco a poco, se van encontrando algunos
motivos psicológicos a su tartamudez: bloqueo ante figuras
críticas, educación muy severa…
La muerte de su padre lleva a Edward, hermano mayor de
Jorge, al trono. Éste planea casarse con una divorciada.
Jorge trata de convencerle de lo contrario.
Humillado por su hermano, que se burla de su tartamudez,
Jorge atribuye la culpa de su fracaso a Logue y le despide.
4. Edward abdica antes que dejar a la mujer que ama. Jorge
ocupa el trono.
Ahora que ocupa el trono, la presión sobre él es aún mayor.
Incapaz de dar un discurso, sufre una gran crisis: cree que
no está a la altura de su puesto.
Jorge decide acudir de nuevo a Logue. Éste le ayuda a salir
bien librado de su ceremonia de coronación.
Segundo punto de giro: Sin embargo, poco después de
coronarse, llega su mayor desafío: el primer ministro
Baldwin informa al rey Jorge VI de la inminencia de la
guerra contra Alemania (Minuto 92).
Tercer acto:
Inglaterra entra oficialmente en guerra. Es imprescindible
que el Rey dirija un discurso animoso y patriótico a sus
súbditos. Es su gran desafío.
Climax: Jorge se enfrenta a su gran antagonista, la
tartamudez, en un discurso crucial.
Gracias a la ayuda de Logue, pronuncia sin tartamudear el
discurso. Es felicitado por todos: ha logrado convertirse en
el líder que el país necesitaba. (Minuto 112).
5. Nota; como siempre, esta es mi propuesta de estructura
siguiendo el esquema convencional. El primer acto duraría
unos 35 minutos, el segundo, unos 60, el tercero, 20.
Hay otras posibilidades de estructura y estoy seguro de que
podéis proponer alguna interesante en la sección de
comentarios.
Vamos ahora con mi opinión sobre el guión de esta película.
Más subjetiva que lo anterior si cabe.
Mi análisis
“El discurso del Rey” narra una pequeña anécdota histórica
sucedida en un momento especialmente relevante de la
historia reciente. La voz de un rey, como la de cualquier
figura política, es su mejor arma para comunicar, convencer
y liderar a su pueblo. Un rey que tartamudea puede parecer
un líder débil, una figura endeble.
En mi opinión, el gran hallazgo de la película es mostrar
que este defecto del habla que en otra persona y/o en otro
momento hubiera resultado irrelevante, resultaba de gran
importancia para el Rey de Inglaterra, en vísperas de la
Segunda Guerra Mundial.
Conocer esta anécdota, investigar sobre ella y decidir
escribir una película con una trama aparentemente tan
nimia es, en mi opinión, lo mejor del trabajo de guión de “El
discurso del Rey”. Por lo que leo en la entrada de la
Wikipedia sobre la película, fue David Seidler, que ha
obtenido el Oscar al guión original por esta película, quien
tuvo la idea inicial de la película, ya que, habiendo sufrido
la tartamudez, se sintió especialmente identificado con el
problema del monarca. Esto confirma lo que decía Jean
Claude Carrière sobre el guionista: “Sucede con bastante
frecuencia que un guionista es una persona cultivada. Y
tiene razón en serlo, incluso aunque su cultura, adquirida a
6. menudo según el azar de su trabajo, sea dispersa e
incompleta”.
Pocas veces hacemos hincapié en este blog en que es muy
conveniente que las personas que quieran escribir guiones,
se interesen en algo más que la televisión o el cine. Tener
afición por la Historia, la Ciencia, la Política, la Pintura, la
Jardinería o la Geografía puede ayudarnos a encontrar
anécdotas que nos resulten personalmente interesantes y
que sean desconocidas por el gran público, anécdotas que
podamos contar con nuestras armas de guionista.
Otro de los puntos fuertes de la película es, en mi opinión,
lo interesante que resulta el conflicto con Edward, heredero
del trono. Su historia de amor con una divorciada, amor
que le lleva incluso a abdicar, podría invitar a hacer un
retrato amable y romántico del hermano mayor del
protagonista. No es el caso: se nos muestra a Edward como
un tipo arrogante, superficial que desprecia a su hermano
menor. Sí, está perdidamente enamorado pero… de una
mujer frívola y maleducada. Para empeorar las cosas,
ambos amantes tienen una inquietante simpatía por los
nazis. La película toma de manera evidente la postura del
establishment más convencional, aplaudiendo que Edward
deba abdicar por amar a la persona “equivocada”. Es en
esta “subtrama” en la que la película alcanza, en mi
opinión, su mayor interés y complejidad. Personajes
innobles actúan de manera muy romántica. Personajes
nobles se comportan, en cierto modo, de manera
conservadora y convencional.
El problema es que esta “subtrama” se presenta por
primera vez en el minuto 30, cuando se nos explica la
relación de Edward y Wallis, y acaba con la abdicación de
Edward, en el minuto 70 de película.
7. ¿De qué va todo el resto de la película? Evidentemente, de
cómo Jorge trata de superar la tartamudez para poder dar
discursos. De su relación con el logopeda que trata de
ayudarle.
Se trata pues de una historia de superación. Hasta un niño
pequeño podría resumir en qué consiste el esquema básico
de estas historias: Un tipo tiene un problema, parece
imposible de solucionar. Acude a un maestro que, a través
de un proceso muy severo, le hace aprender algo sobre sí
mismo, algo imprescindible para superar su problema, algo
que le limita o constriñe. En el proceso, el aprendiz se
rebela contra el maestro varias veces, siente que no está
avanzando, se resiste a cambiar… pero, finalmente,
utilizando las enseñanzas adquiridas, el protagonista logra
su propósito. Sigue siendo el mismo, pero ha cambiado.
Derrota al dragón, gana a los malos o… vence la
tartamudez.
Aquí surge, en mi opinión, uno de los mayores problemas
de la película. “El discurso del Rey” se encuentra a caballo
entre el relato histórico más o menos realista y la
inspiradora historia de superación. Trata de ser ambas
cosas y, siempre en mi opinión, no consigue ser
plenamente ninguna de ellas. Como relato histórico se
centra en una anécdota que, comparada con todos los
acontecimientos que la rodean, es sumamente trivial. ¿A
quién le importa esa tartamudez cuando un Rey está
abdicando por amor y se acerca la peor guerra de la
Historia? Este problema se hace para mí especialmente
evidente cuando, tras el discurso final, todos se apresuran a
felicitarle y darle la enhorabuena, como si lo más
importante para ellos también fuese su lucha contra la
tartamudez: nadie parece darle importancia a que el
discurso que acaba de leer el monarca anuncia la entrada
del país en guerra.
8. Todo esto sería poco importante si nos encontráramos ante
una de esas emocionantes historias de superación que el
cine nos acostumbra a ver. Historias en las que alguien
sufre una bajada a los infiernos de la que sale fortalecido.
De su mano sale también el espectador, contagiado por la
esperanza de que también él, con trabajo y constancia,
logrará superar sus problemas y limitaciones. En mi
opinión, tampoco ocurre esto en “El discurso del Rey”. Tal
vez por fidelidad a los hechos, el trayecto recorrido por
Jorge una vez que acaba la película me parece poco
satisfactorio. A duras penas concluye un discurso a mi
entender poco emocionante. La instrucción de Logue, pese
a tener momentos iconoclastas divertidos (las escenas de
insultos, las canciones…) no deja de sonar a algo mil veces
visto (toda la relación de Jorge con su logopeda parece
extraída de una película como “El Club de los poetas
muertos” o cualquier otra fábula sobre un heterodoxo
educador que saca lo mejor de sus alumnos).
Además, esta instrucción no parece tomar una dirección
concreta. Logue no halla en Jorge (al que se empeña en
llamar Bertie) la clave para vencer su tartamudez. Se
parece apuntar a que este defecto del habla se debe a la
estricta educación recibida pero… no se ahonda en ello,
Jorge no se rebela contra su entorno, tampoco aprende
nada nuevo sobre sí mismo, ni pasa a ser, a partir de
ningún momento, una persona nueva. La trama principal se
revela entonces como algo realista pero también trivial y
leve, estirada de manera algo convencional, con discusiones
tan incomprensibles como la de la escena del parque.
Es muy posible que en esto la película sea fiel a la realidad:
es probable que la tartamudez del Rey Jorge no tuviera una
causa psicológica o que, si la tuviera, el logopeda Logue no
la hallara. Muy posiblemente el Rey no superara nunca del
todo su tartamudez y que sus discursos sólo fueran
moderadamente emocionantes.
9. Esta es, más o menos, la impresión que uno extrae de la
película: que, gracias a un tipo entrañable, un rey sin
excesivo carisma casi superó un defecto del habla. La
realidad es, muchas veces, así de mediocre. A las películas
yo suelo pedirles un poco más. Aunque sea mentira.