2. “De dos géneros de hombres que caminan a
diferentes fines”.
El primero que nació dé nuestros primeros padres
fue Caín, que pertenece a la ciudad de los hombres; y
después Abel, que pertenece a la ciudad de Dios.
No todo hombre malo será bueno, no obstante,
ninguno será bueno que no haya sido malo.
3. Así que dice la Sagrada Escritura: de Caín que
fundó una ciudad; pero Abel, como peregrino, no la
fundó, porque la ciudad de los santos es soberana y
celestial, aunque produzca en la tierra los ciudadanos,
en los cuales es peregrina hasta que llegue el tiempo
de su reino, cuando llegue a juntar a todos,
resucitados con sus cuerpos, y entonces se les
entregará el reino prometido, donde con su príncipe;
rey de los siglos, reinarán sin fin para siempre.
4. “De los hijos de la carne y de los hijos de
promisión”.
Los dos hijos de Abraham:el uno, que es Ismael,
nació naturalmente, según la carne, de la esclava
llamada Agar; pero el otro, que es Isaac, nació
milagrosamente, según la divina promesa, de Sara,
que era libre. Uno y otro fueron hijos de Abraham;
pero al uno le engendró el curso ordinario que
significa la naturaleza, y al otro le produjo la promesa,
que representa la gracia; en el uno se manifiesta la
costumbre y uso humano, y en el otro se nos
recomienda el beneficio divino.
5. Echa de casa a la esclava y a su hijo,
porque no ha de entrar en la herencia el hijo
de la esclava con el hijo de la esposa libre y
legítima. Nosotros, hermanos, no somos hijos
de la esclava, sino de la libre, lo cual debemos
a Cristo, que nos puso en libertad.
6. “De la esterilidad de Sara, a la cual hizo fecunda la divina
gracia”.
Porque Sara era estéril y sin esperanza de tener hijos
en el orden físico y natural.
Nació, pues, Ismael como nacen los hombres,
conforme a la ley y curso ordinario de la naturaleza; y
por eso dijo la Escritura, según la carne, no porque
estos beneficios no sean de Dios, o porque aquello, esto
es la generación, no lo haga Dios, cuya sabiduría, como
insinúa el sagrado texto, «con fortaleza toca de fin a fin,
y con suavidad dispone todas las cosas»; Sino que para
significar cómo la gracia concede gratuitamente a los
hombres el don de Dios.
7. “De la guerra o paz que tiene la ciudad
terrena”.
Y porque no es tal este bien, que libre y excuse
de angustias a sus amadores, por eso la ciudad
de ordinario anda desunida y dividida entre sí con
pleitos, guerras y batallas, procurando alcanzar
victorias, o mortales o, a lo menos, efímeras; pues
por cualquier parte que se quisiese levantar
haciendo guerra contra la otra parte suya,
pretende ser victoriosa y triunfadora de las
gentes, siendo cautiva y esclava de los vicios; y
si, cuando vence, se ensoberbece, es mortífera.
8. Estos son bienes y dones de Dios pero si no
haciendo caso de los mejores, que pertenecen a la
ciudad soberana, donde habrá segura victoria en
eterna y constante paz, se desean esto bienes, de
manera que ellos solos se tengan por tales y se
amen y quieras más que los que son mejores,
necesariamente resultarán de ello miseria o se
acrecentarán las que ya existan.
9. “El primer autor y fundador de la ciudad terrena fue
fratricida, cuya impiedad imitó con la muerte de su
hermano el fundador de Roma”.
Caín, el primer fundador de la ciudad terrena, fue
fratricida, porque vencido de la envidia mató a Abel,
ciudadano de la Ciudad Eterna; que era peregrino en
esta tierra.
Con la sangre fraternal se regaron las murallas que
primeramente se construyeron en aquella ciudad pues
de este modo se fundó Roma cuando Rómulo mató a su
hermano Remo, según refiere la historia romana.
10. Abel no pretendía señorío en la ciudad que
fundaba su hermano, y éste mató por la diabólica
envidia que apasiona a los malos contra los buenos.
No podrá disfrutar esta posesión el que no quiere
que todos gocen de ella, y tanto más amplia y
extensa la hallará cuanto más ampliamente amare y
deseare en ella compañía.
La carne desea contra el espíritu y el espíritu
contra la carne.
11. “De los sufrimientos que padecen también en la
peregrinación de esta vida por la pena del pecado
los ciudadanos de la Ciudad de Dios, de los cuales
se libran y sanan curándolos Dios”.
Nos convertimos al espíritu que, gobernado por
Dios, no consiente, con su auxilio, en cosas malas; y
este espíritu le tendrá ahora el hombre, y le dirigirá
con más tranquilidad; y después, habiendo recobrado
enteramente la salud y tomada posesión de la
inmortalidad sin pecado alguno, reinará con paz
eterna.
12. “De la causa y pertinacia del pecado de Caín, y
cómo no fue bastante a hacerle desistir de la maldad
que había concebido el hablarle Dios”.
¿No ves que si ofreces bien y no repartes bien has
pecado?
Porque sus acciones eran perversas y detestables y
las de su hermano santas y buenas.
los buenos se sirven del mundo para venir a gozar de
Dios; pero los malos, al contrario, para gozar del mundo
se quieren servir de Dios.
13. “Qué razón hubo para que Caín fundase una
ciudad al principio del linaje humano”.
Conoció Caín a su mujer, concibió y dio a luz a
Enoch, y edificó una ciudad, y llamóla con el nombre
de su hijo Enoch.
14. “De la vida larga que tuvieron los hombres antes
del Diluvio, y cómo era mayor la estatura de los
cuerpos humanos”.
La altura de los cuerpos de los antiguos muchas
veces nos la manifiestan, aun en los siglos últimos,
los huesos que se han descubierto y hallado, porque
son los que duran mucho
15. “De la diferencia que parece haber en el número de
los años entre los libros hebreos y los nuestros”.
16. “De los años de Matusalén, cuya edad parece
que excede al Diluvio catorce años”
Matusalén vivió catorce años después del
Diluvio.
La Sagrada Escritura dice positivamente que
en el Diluvio, de todos los que habla sobre la
tierra, sólo ocho personas escaparon en el Arca
de la ruina universal, en las cuales no fue
incluido Matusalén.
17. “De la Opinión de los que no creen que los
hombres del primer siglo tuvieron tan larga
vida como se escribe”.
18. “Si en la cuenta de los años debemos preferir la
autoridad de los hebreos a la de los setenta
intérpretes”.
19. “Que los años duraban el mismo espacio de tiempo
que ahora en los primeros siglos”.
No fueron tan breves los años que diez de ellos
hicieran uno de los nuestros; sino que fueron tan largos
como los tenemos ahora (que son los que hace el curso
y revolución del sol) los que numeran la vida larga de
aquellos hombres.
20. “Si es creíble que los hombres del primer siglo no
conocieron mujer hasta la edad en que se dice que
engendraron hijos”.
21. “Del derecho de los matrimonios y de cómo los
primeros fueron diferentes de los que después se
usaron”.
Tomaron por mujeres a sus hermanas, lo cual, sin
duda, cuanto más antiguamente lo hicieron los
hombres impeliéndolos la necesidad, más culpable
ha sido después prohibiéndolo la religión.
22. “De los dos padres y jefes que nacieron de un
padre”.
Caín, quiere decir posesión, y así; cuando nació,
dijeron su padre y su madre: «He adquirido un hombre
por don y merced de Dios».
Seth, interpretado, quiere decir resurrección.
23. “Qué se nos significó en Abel, Seth y, Enos, que
parezca pertenecer a Cristo y a su cuerpo esto es,
a su Iglesia”.
24. “De la significación que figura la traslación de
Enoch”.
Desde nuestro primer padre, el séptimo que nació fue
Enoch, que quiere decir dedicatoria.
Este es el que agradó a Dios, porque fue transportado
fuera del mundo y es insigne por el número que le cupo
en la lista de las generaciones, que es del día
consagrado al descanso
25. “Cómo la sucesión de Caín termina en ocho
generaciones, comenzando desde Adán, y entre los
descendientes, del mismo padre Adán, Noé es el
décimo”.
27. “De la caída de los hijos de Dios porqué se
aficionaron a las mujeres extranjeras, por lo cual
todos, exceptuadas ocho personas, merecieron
perecer en él Diluvio”.
Los ciudadanos de la ciudad que peregrina en el
mundo se aficionaron a las que desde el principio se
criaron con malas costumbres en la ciudad terrena, es a
saber, en la sociedad de los hombres terrenos, por la
gentileza y hermosura de los cuerpos de ellas, cuya
hermosura, aunque es un don de Dios bueno y
estimable, sin embargo, lo concede también a los
malos.
28. “Si es creíble que los ángeles, siendo de sustancia
espiritual, se enamoraran de la hermosura de las
mujeres; se casaran con ellos y de ellos nacieron
los gigantes”.
29. “Cómo se debe entender lo que dijo el Señor de los
que hablan de perecer en el Diluvio: «Serán sus días
ciento y veinte años»”.
La causa del Diluvio la refiere el Espíritu Santo de
esta manera: «Viendo el Señor, dice, que se había
multiplicado la malicia de los hombres en la tierra, y que
cada uno no maquinaba en su corazón sino maldades, y
esto continuamente, pensó Dios cómo había criado al
hombre sobre la tierra, y, reflexionando, dijo: «Destruirá
al hombre que crié sobre la tierra; desde el hombre
hasta las bestias, y desde las sabandijas y reptiles que
andan arrastrándose, hasta las aves del cielo; porque
estoy enojado de haberlas criado.»
30. “Que la ira y enojo de Dios no perturba su inmutable
tranquilidad”.
Un juicio y sentencia con que da su respectiva pena y
castigo al pecado; y su pensamiento y meditación es la
razón inmutable de las cosas que han de mudarse
Porque no es Dios como el hombre, que le pesa de
alguna acción que haya ejecutado, sino que tiene sobre
todas las cosas su dictamen y determinación tan fija y
constante, como es cierta e infalible su presciencia.
31. “El Arca que mandó hacer Dios a Noé en todo
significa a Cristo y a su iglesia”.
32. “Del Arca y del Diluvio, y que no debe creerse a los
que admiten sólo la historia sin significación alguna
alegórica, ni a los que defienden sólo las alegorías,
desechando la verdad de la historia”.