2. CAPITULO PRIMERO
Prometí escribir el nacimiento, progreso y fin de las dos Ciudades, la de
Dios y la de este siglo, en la cual anda ahora peregrinando el linaje
humano; prometí, digo, escribir esto después de haber convencido y
refutado, con los auxilios de la divina gracia, a los enemigos de la Ciudad
de Dios que prefieren y anteponen sus dioses a Cristo, autor y fundador de
esta Ciudad, .
Pero después, desde el padre Abraham hasta el tiempo de los reyes de
Israel, donde concluimos el Libro XVI, y desde allí hasta la venida de
nuestro Salvador en carne humana, que es hasta donde llega el libro
XVII, parece que ha caminado sola, en lo que hemos ido escribiendo, la
Ciudad de Dios, siendo así que tampoco en este siglo ha caminado sola la
Ciudad de Dios, sino ambas juntas a lo menos, en el linaje humano, como
desde el principio;
3. CAPITULO II
En la sociedad humana (que por más extendida que esté por toda
la tierra, y por muy apartados y diferentes lugares que ocupe, está
ligada con la comunión y lazo indisoluble de una misma
naturaleza
De aquí provino, no sin alta providencia de Dios, en cuya mano
está que cada uno salga, vencido o vencedor en la guerra, que unos
tuviesen reinos y , otros viven sujetos a los que reinan.
Así que reinaba ya Nino, segundo rey de los asirios, habiendo
sucedido a su padre, Belo, que fue el primero que reinó en aquel
reino, cuando nació Abraham en la tierra, de los caldeos
Pero todo esto, antes de la fundación de Roma, en comparación
del reino de los asirios, se tuvo por cosa fútil y de poco, momento;
aunque confiese también Salustio, historiador romano, que en
Grecia florecieron mucho los atenienses,
4. CAPITULO III
En estos tiempos, según la divina promesa, le nació a Abraham, siendo de
cien años, su hijo Isaac, de Sara, su esposa, la cual, siendo estéril y
anciana, estaba desahuciada de poder tener hijos
El reino de los argivos comenzó juntamente con los nietos de Abraham, y
el primero que reinó fue macho
En esta era, reinando en Argos el rey Phoroneo, principió la Grecia a
ilustrarse mas con algunos sabios estatutos promulgados en varias
pragmáticas y leyes Con todo, habiendo muerto Pego, hermano menor de
Phoroneo, le erigieron un templo donde estaba su cadáver y sepulcro, para
que le adorasen como a dios y le sacrificasen ,
hija de Inacho, llamándose después Isis, fue adorada y venerada como
grande diosa en Egipto; aunque otros escriben que de Etiopía vino a reinar
a Egipto, y porque gobernó por muchos años y con justicia, y les enseñó
muchas artes y ciencias, luego que falleció la tributaron el honor de tenerla
por diosa,
5. CAPITULO IV
De los tiempos de Jacob y de su hijo José
Reinando en Asiria Baleo, su rey décimo un hombre solo tuvo dos
nombres (siendo más verosímil que tomaron un hombre por otro los
que sus escritos pusieron otro nombre), y reinando Apis, tercer rey de
los argivos, murió Isaac, de ciento y ochenta años, y dejó sus dos
gemelos de ciento y veinte. El menor de ellos, que era Jacob, y
pertenecía a la Ciudad de Dios, de que vamos escribiendo, habiendo
Dios reprobado al mayor, tenía doce hijos entre los cuales, al que se
llamó José le vendieron sus hermanos a unos mercaderes que pasaban
a Egipto, viviendo aún su abuelo Isaac.
Llegó José a la presencia de Faraón y de los trabajos que sufrió, y de
estado humilde en que se vio, fue ensalzado a otro más eminente y
distinguido, siendo de edad de treinta años
6. CAPITULO V
De Apis, rey de los argivos, a quien los egipcios llamaron Serapis, y
le veneraron como a Dios
Por estos tiempos, Apis rey de los argivos, habiendo navegando a
Egipto y muerto allí, le constituyeron aquellas gentes ilusas por
uno de los mayores dioses de Egipto.
Y la razón por que, después de muerto, no se llamó Apis, sino
Serapis, la da bien obvia Varrón, pues como el arca o
ataúd, dice, en que se coloca al difunto que al presente todos
llaman sarcófago
El buey que con tan particular ilusión y engaño criaba Egipto el
honor suyo con tan copiosos regalos, le llamaban Apis, y
no Serapis, porque sin el sarcófago o sepultura le reverenciaban
vivo
7. CAPÍTULO VI
Quién reinaba en Argos y Asiria cuando murió Jacob en Egipto
Reinando Argo, principió Grecia a usar y gozar de legumbres y
frutos de la tierra, y a tener mieses en la agricultura, habiendo
conducido de fuera las semillas. También Argo, después de
muerto, comenzó a ser venerado por dios, honrándole con
templo y sacrificios. Lo mismo hicieron reinando él, y antes de
él, con cierto hombre particular que murió tocado de un
rayo, llamado Homogiro, por haber sido el primero que unció
los bueyes
8. CAPÍTULO VII
Reinando Mañito, duodécimo rey de los asirios, y
Plemneo, undécimo de los sicionios, y Argo todavía en
Argos, falleció José en Egipto, de edad de ciento y diez años.
Después de su muerte, el pueblo de Dios, creciendo
maravillosamente, estuvo en Egipto ciento cuarenta y cinco
años, viviendo al principio en quietud, hasta que se acabaron y
murieron los que conocían a José.
Pasado algún tiempo, envidiando los egipcios su acrecentamiento
y temiendo de él funestas consecuencias, hasta que salió libre de
este país, padeció innumerables y rigurosas persecuciones, entre
las cuales, no obstante, multiplicando Dios sus hijos, crecía, aunque
oprimido bajo una intolerable servidumbre.
9. CAPÍTULO VIII
En tiempo de qué reyes nació Moisés, y la religión de algunos
dioses que se fue introduciendo por aquellos tiempos
Reinando estos reyes, creen algunos que vivió Prometeo, de
quien aseguran haber formado hombres del lodo, porque fue de
los más científicos que se conocieron, aunque no señalan qué
sabios hubiese en su tiempo.
300 años después, reinando ya Foroneo, segundo rey de los
argivos. En cualquier tiempo que haya sido, adoraban ya a
Minerva como diosa, reinando en Atenas Cecróps, en cuya
época aseguran que esta ciudad fue o restaurada o fundada
10. CAPITULO IX
¿Cuándo se fundó, la ciudad de Atenas, y la razón que da Varrón
de su nombre?
Para explicar que se llamase Atenas, que es nombre efectivamente
tomado de Minerva, la cual en griego se llama Atena, apunta
Varrón esta causa
Cecróps, recibido este oráculo, convocó para que dieran su voto a
todos los ciudadanos de ambos sexos, por ser entonces costumbre
en aquellos países que se hallasen también las mujeres en las
consultas y juntas públicas. Consultada, pues, la multitud
popular, los hombres votaron por
Neptuno, y las mujeres por Minerva Enojado con esto
Neptuno, hizo crecer las olas del mar e inundó y destruyó los
campos de los atenienses; porque no es difícil a los demonios el
derramar y esparcir algo más de lo regular las aguas.
11. CAPITULO X
Lo que escribe Varrón sobre el nombre de Areópago y del
diluvio de Deucalión
Marco Varrón no quiere dar crédito a las fabulosas ficciones en
perjuicio de los dioses.
Estas culpas se cantan y celebran entre los aplausos del
teatro, para aplacar con sus fiestas y juegos a los dioses que
gustan de ellas, ya sean verdaderas, ya sean falsas.
Esto no lo creyó Varrón, por no dar asenso a cosas
incongruentes a la naturaleza o a las costumbres de los dioses;
y, con todo, dándonos é la razón, no fabulosa, sino histórica, del
nombre de Atenas
12. CAPÍTULO XI
En qué tiempo sacó Moisés al pueblo de Israel dé
Egipto; y Jesús Nave, o Josué, que le sucedió, en
tiempo de qué reyes murió
Moisés de Egipto al pueblo de Dios en los últimos días de
Cecróps, rey de Atenas, reinando en Asiria Estacadas, en
Sicionia Marato y en Argos Tropas.
13. CAPÍTULO XII
De las solemnidades sagradas que instruyeron a los falsos
dioses, por aquellos tiempos, los reyes de Grecia, las cuales
coinciden con los tiempos desde la salida de Israel de Egipto
hasta la muerte de Josué
Por estos tiempos, es decir, desde la salida del pueblo de Israel
de Egipto hasta la muerte de Josué, por cuyo medio
Con todo, lo que no debe olvidarse es que los más doctos
refutan y niegan estas sutilezas de sus dioses, diciendo que esta
opinión fabulosa nació de que se halló el muchacho expuesto en
un templo que había en Atenas dedicado a Vulcano y Minerva
io entró el mismo pueblo.
14. CAPITULO XIII
De las fabulosas ficciones que inventaron al tiempo
que comenzaron los hebreos a gobernarse
Después de la muerte de Josué, el pueblo de Dios
comenzó a gobernarse por jueces, en cuyos tiempos
gustaron en ocasiones de la adversidad y
calamidades por sus pecados, y a veces de la
prosperidad en los consuelos por la misericordia de
Dios.
15. CAPÍTULO XIV
En este mismo tiempo hubo también poetas que
se llamaron teólogos porque componían versos
en honor y elogio de los dioses; pero de unos
dioses que, aunque fueron hombres
sabios, fueron hombres o eran elementos de este
mundo, que hizo y crió el Dios verdadero, o
fueron puestos en el orden de algunos
principados y potestades, según la voluntad del
que los crió y no según sus méritos.
16. CAPÍTULO XV
Del fin del reino de los argivos, que fue cuando entre los
laurentes, Pico, hijo de Saturno, sucedió el primero en el reino
de su padre
Por estos tiempos se acabó el reino de los argivos, habiéndose
transferido a Micenas, de donde fue Agamenón, y tuvo su
origen el reino de los laurentes, donde el primero que reinó fue
Pico, hijo de Saturno, siendo juez entre los hebreos
Débora, mujer, aunque por su medio gobernaba
17. CAPÍTULO XVI
De Diomedes, a quien después de la destrucción de Troya
pusieron en el número de los dioses, cuyos compañeros dicen que:
La ruina de Troya, celebrada y cantada por todo el orbe, tanto que
hasta los niños la sabían, por su grandeza y por la excelencia del
ingenioso lenguaje de los escritores, se extendió y divulgó.
Sucedió, reinando ya Latino hijo de Fauno, de quien tomó nombre
el reino de los latinos, cesando ya de llamarse de los laurentes.se
convirtieron en aves.
los griegos, victoriosos, dejando asolada a Troya y regresando a
sus casas, padecieron un fuerte descalabro en el camino, siendo
rotos y
18. CAPÍTULO XVII
Lo que creyó Varrón de las increíbles transfiguraciones de los
hombres
En confirmación de esto, refiere Varrón otras particularidades
no menos increíbles de aquella famosísima maga, llamada
Circe, que convirtió los compañeros de Ulises en bestias; y
asimismo de los árcades, que, llevados por suerte, atravesaban
a nado un estanque donde se transformaban en lobos y con
otras fieras semejantes pasaban su vida por los desiertos de
aquella región; pero si acontecía que no comiesen carne
humana, otra vez al cabo de nueve años, volviendo a pasar a
nado el mismo estanque, recobraban su primera forma de
hombres.
19. CAPÍTULO XVIII
Qué es lo que debe creerse de las transformaciones que, por arte o
ilusión de los demonios, parece a los hombres que realmente se
hacen
Cuanto mayor viésemos que es la potestad de los demonios en
estas cosas terrenas, tanto más firmemente debemos estar asidos
del Medianero, porque subimos de estas cosas bajas y
despreciables a las sumas y necesarias.
20. CAPÍTULO XIX
Por este tiempo, después de entrada a sangre y fuego y
arruinada Troya, vino Eneas con una armada de veinte
naves, en las que se habían embarcado las reliquias de los
troyanos, a Italia, reinando allí Latino; en Atenas, Menestheo;
en Sicionia, Polífices; en Asiria, Tantanes, y siendo juez entre los
hebreos Ladón.
Muerto Latino, reinó Eneas tres años, reinando los referidos
reyes en los mismos pueblos, a excepción de Sicionia, donde a
la sazón reinaba ya Pelasgo, y entre los hebreos era juez
Sansón, del que como fue tan fuerte y valeroso, se creyó haber
sido Hércules. Como Eneas no pareció cuando murió, le
hicieron su dios los latinos.
21. CAPÍTULO XX
Después, reinando los mismos en los insinuados
pueblos, concluido el gobierno republicano de los
jueces, principió el reino de los israelitas en Saúl, en cuyo
tiempo floreció el profeta Samuel, desde el cual comenzó a
haber entre los latinos los reyes que llamaban silvios, por el hijo
de Eneas, que se llamó Silvio.
Habiendo, pues, reprobado Dios a Saúl para que no reinase
ningún descendiente suyo muerto el sucedió en el reino
David, cuarenta años después que empezó a reinar el impío
Saúl. Entonces los atenienses, después de la muerte de
Cidro, dejaron de tener reyes y comenzaron a tener magistrados
para gobernar la república
22. CAPÍTULO XXI
Cómo entre los reyes del Lacio, el primero, Eneas, y el
duodécimo Aventino, fueron tenidos por dioses
Por no detenerme demasiado, diré que se fundó la ciudad de
Roma como otra segunda Babilonia, y como una hija de la
primera Babilonia, por medio de la cual fue Dios servido
conquistar todo el ámbito de la tierra, y ponerle en
paz, reduciéndole todo bajo el gobierno de una sola república y
bajo unas mismas leyes.
Cuando el reino de los asirios sujetó a casi toda el Asia, aunque
se hizo con las armas, no pudo ser con guerras tan ásperas y
dificultosas
23. CAPÍTULO XXII
cuyas primeras letras hacen el sentido que he
explicado, del mismo modo que los interpretó un sabio en
versos latinos, que existen, contienen lo que sigue:
«Sudará la tierra, será señal del juicio. Del Cielo bajará el
Rey Sempiterno, vestido como esta de carne, a juzgar a
todos los hombres; en cuyo acto verán los fieles y los
infieles a Dios al fin del Siglo sentado en un elevado
trono, y acompañado de los santos. Delante de cuya
presencia se presentarán las almas con sus propios
cuerpos para ser juzgadas; estará el orbe inculto con
espesos matorrales, desecharán los hombres los
simulacros, y todas las riquezas y tesoros escondidos
24. CAPÍTULO XXIII
Por este tiempo dicen algunos que profetizó la sibila Eritrea. De las
Sibilas, escribe Varrón que fueron muchas y una sola. Esta Eritrea
escribió, efectivamente, algunas profecías bien claras sobre
Jesucristo, las cuales también nosotros las tenemos en el idioma latino
en versos mal latinizados; pero no consta si todos ellos son
suyos, como después llegué a entender. Porque Flavino, varón
esclarecido, que fue también procónsul, persona muy elegante y de
una dilatada instrucción en las ciencias, hablando un día conmigo de
Cristo, sacó un libro diciendo que eran los versos de la sibila
Eritrea, mostrándome un lugar donde en los principios de los versos
habla cieno orden de letras dispuestas en tal conformidad.
25. CAPÍTULO XXIV
Cómo reinando Rómulo florecieron los siete sabios. Al mismo
tiempo las diez tribus de Israel fueron llevadas en cautiverio
por los caldeos. Muerto Rómulo, le honraron como a dios.
Reinando Rómulo, escriben que vivió Tales Milesio, uno de los
siete sabios, que después de los teólogos poetas (entre quienes
el más famoso e ilustre fue Orfeo) se llamaron sofos, que en
latín significa sapientes (sabios). En este mismo tiempo las diez
tribus que en la división del pueblo se llamaron Israel fueron
sojuzgadas por los caldeos y conducidas en cautiverio a aquel
país quedándose en la provincia de Judea las dos tribus que se
llamaban de Judá y tenían su corte y capital del reino en
Jerusalén.
26. CAPÍTULO XXV
Qué filósofos florecieron reinando en Roma Tarquino Prisco, y entre los
hebreos Sedecías, cuando fue tomada Jerusalén y arruinado el templo
Reinando entre los hebreos Sedecías, y en Roma Tarquino Prisco, que sucedió a
Ancó Marció, fue llevado en cautiverio a Babilonia el pueblo judaico, asolada
Jerusalén y destruido el famoso templo edificado por Salomón. Porque
amonestándolos y reprendiéndolos los profetas por sus abominables pecados y
maldades, les anunciaron habían de sobrevenirles estas
desdichas, especialmente Jeremías, que les señaló puntualmente hasta el
número de los años que habían de vivir en dura servidumbre.
Por aquel tiempo dicen que floreció Pitaco Mitileno, uno de los siete sabios; y
los otros cinco restantes (a los cuales, por hacerlos siete, les añaden a Thales,
27.
Alumnos:
Edgar Mendoza. 2 semestre (a)
Salvador t. 2 semestre (b)
Materia: historia