1. Alumna: Elsa Michelle Gomez Grant
Catedrático: Rosa María Morales Lemus
Clase: Educación Ambiental
Fecha: 24 de Julio del 2022
2. INTRODUCCION
Algunas medidas estructurales para la mitigación de los efectos de los desastres
naturales son: códigos de construcción y especificaciones de materiales,
reacondicionamiento de las estructuras existentes para que sean más
resistentes a desastres y la construcción de diques u otros mecanismos
protectores. Las medidas no estructurales se concentran en identificar las zonas
propensas a desastres y en limitar su uso. Algunos ejemplos de estas medidas
son: zonificación del uso de la tierra, incentivos tributarios, programas de seguros
y reubicación de residentes fuera del área de riesgo. Es válido decir que en los
países en desarrollo se debe enfatizar el uso de medidas de mitigación no
estructurales, ya que las medidas estructurales tienen un costo directo que debe
ser sumado a los costos de un proyecto. Las medidas no estructurales pueden
ciertamente involucrar algunos costos de capital y/o operacionales, pero éstos
son generalmente menores a los de las medidas estructurales
Las Naciones Unidas declararon la década del 90 como el "Decenio Internacional
para la Reducción de Desastres Naturales". Para muchos países en vías de
desarrollo, esta década también representa un período en el cual enfrentar
desastres naturales es sinónimo de desarrollo: el costo de rehabilitación y
reconstrucción después de los desastres al consumir el capital disponible,
reduce significativamente las fuentes para nuevas inversiones. Las pérdidas son
pavorosas. Desde 1960 eventos naturales como terremotos, huracanes,
inundaciones, sequías, desertificación y derrumbes en la región de América
Latina y el Caribe han terminado con la vida de 180.000 personas, afectado a
100 millones más y causado pérdidas por más de US$ 54 mil millones en daños
a la propiedad. Los índices de destrucción han aumentado década tras década.
Los efectos adversos en el empleo, en la balanza comercial y en el
endeudamiento externo se han seguido sintiendo anos después de ocurrido un
desastre. Aquellas actividades cuyo propósito es promover el desarrollo,
frecuentemente exacerban el impacto de los eventos naturales. Lo peor del caso
es que los países más pobres y específicamente, los segmentos más pobres de
su población, son los que sufren los impactos más severos. Los programas
3. internacionales de ayuda y rehabilitación sólo compensan una pequeña parte de
las pérdidas sufridas por los países afectados. Las buena noticia es que, de la
totalidad de los problemas del medio ambiente, los riesgos naturales presentan
la situación más manejable: pueden ser identificados rápidamente, se dispone
de medidas de mitigación y los beneficios al reducir la vulnerabilidad pueden, en
gran parte, ser mayores que los costos. Más aún, la experiencia demuestra que
el impacto de los eventos naturales puede ser reducido. El mejoramiento de los
sistemas de prevención y evacuación ha reducido extraordinariamente el número
de muertes causadas por huracanes. La combinación de medidas estructurales
y no estructurales de mitigación ha demostrado que reduce los efectos de los
terremotos, derrumbes, inundaciones y sequías. Los países de la región son
lentos para tomar acciones de reducción de vulnerabilidad o solicitar
financiamiento para ellas, los organismos de financiamiento para el desarrollo
están poco dispuestos a financiarlas y la mayoría de los organismos de
cooperación para el desarrollo prestan muy pocos servicios en estos aspectos.
A pesar de la eficacia de las medidas de mitigación en función al costo, más del
90 por ciento de los fondos internacionales destinados al manejo de amenazas
naturales de esta región, están destinados a actividades de preparación, auxilio,
rehabilitación y reconstrucción de desastres, quedando solamente un 10 por
ciento destinado a actividades de prevención.
4. Fenómenos naturales a los que estamos expuestos en
Honduras.
América Latina y el Caribe, además de ser una región proclive a los desastres
naturales por su ubicación geográfica y los fenómenos climáticos cíclicos, es
altamente vulnerable a sus consecuencias económicas y sociales. Entre los
años 2000 y 2019, 152 millones de personas en la región fueron afectadas
por 1.205 desastres naturales. Estas calamidades incluyen inundaciones,
tormentas tropicales, terremotos, sequias, deslizamientos, incendios y eventos
volcánicos, entre otros (OCHA, 2020). Entre 1997 y 2017 uno de cada cuatro
desastres registrados en el mundo ocurrió en la región, donde además se
concentró el 53% de las pérdidas económicas mundiales por desastres de origen
climático (UNDRR, 2021).
Tras las pérdidas humanas, las viviendas representan las pérdidas económicas
más significativas y un reto social en el periodo pos-desastre. Según un informe
de la UNDRR para el periodo entre 1990 y 2013, 1.130.310 viviendas fueron
destruidas y 6.524.398 dañadas como consecuencia de un desastre natural.
Esto representa un promedio anual de viviendas destruidas por cada 100 mil
habitantes de 8,9 para eventos intensivos y 5,2 para eventos extensivos. El costo
total de los siniestros se estima en más de 42,1 mil millones de dólares. En
Guatemala, por ejemplo, la vivienda representa el 46% del impacto económico
de los desastres naturales (Brenesl, 2019).
De los 600 millones de personas que viven en América Latina, casi el 80% de la
población habita en ciudades, de modo que la región enfrenta una “urbanización”
de los desastres naturales (Watanabe, 2015). Para discutir sobre los retos y
perspectivas de la política pública de vivienda y desarrollo urbano en los
desastres naturales, el pasado 26 de abril se llevó a cabo el Webinar
“Reconstrucción de vivienda” organizado por la Plataforma de Prácticas del
Hábitat Urbano y Vivienda (UHPH). Además de la presencia de las autoridades
del gobierno de Honduras representadas por el señor ministro de la Presidencia,
Ebal Díaz y el presidente de la Comisión Nacional de Vivienda y Asentamientos
Urbanos, Sergio Amaya, funcionarios de gobiernos de la región, directivos de
instituciones multilaterales, expertos, empresarios y organizaciones civiles
compartieron las experiencias, lecciones y recomendaciones que destacamos a
continuación.
A nivel nacional, el contexto institucional de gestión del riesgo de desastres en
Honduras presenta como características más relevantes su carácter reactivo y
asistencialista. La respuesta ante las amenazas naturales consiste
fundamentalmente en acciones post-desastre puntuales en situaciones de
emergencia y en la ayuda de los organismos internacionales y de las redes
oficiales de emergencia. El organismo gubernamental que gestiona la
prevención y la atención post-desastres a nivel nacional es la Comisión
Permanente de Contingencias (COPECO), creada en 1990, cuyas acciones
5. están más orientadas a brindar ayuda en situaciones de emergencia que a la
formulación y aplicación de medidas de prevención, preparación y mitigación.
Sin embargo, impulsado por la catástrofe causada por el huracán Mitch, el
Gobierno hondureño ha iniciado un proceso de ampliación del marco institucional
y de la gestión del riesgo en el que cabe destacar algunos avances importantes
como el establecimiento del Programa de Mitigación de Desastres Naturales
(PMDN), que tiene como objetivo identificar las áreas geográficas vulnerables, y
la propuesta de ley de creación de una nueva estructura nacional basada en los
conceptos de gestión de riesgos y vulnerabilidad: el Sistema Nacional de Gestión
de Riesgos (SINAGER).Un segundo modelo de gestión del riesgo es el modelo
local. Recientes estudios han subrayado la importante función de las
instituciones de ámbito local en la prevención de desastres y en la respuesta de
emergencia. En este contexto destacan el Plan Municipal de Gestión de Riesgo,
que incluye aspectos como la zonificación y las normativas de uso de la tierra en
función del nivel de amenaza, y el Plan Estratégico Municipal, donde se
contemplan las cuestiones relativas a las inversiones destinadas a la mitigación
de desastres. Se ha propuesto asimismo la consolidación operativa
descentralizada y la ampliación del Sistema Nacional de Áreas Protegidas de
Honduras (SINAPH), el cual prevé la participación conjunta de los sectores
locales públicos y privados y de la sociedad civil. En relación con la política en
materia de tierras, cabe destacar que el modelo de desarrollo de Honduras,
especialmente el contenido en los marcos de política posteriores al huracán
Mitch, muestra una fuerte dependencia de la captación de fondos externos, por
lo que la ayuda oficial al desarrollo constituye un eje de trabajo fundamental para
el Estado. Dentro de ese contexto, muchos de los proyectos negociados han
incluido la variable de tenencia de tierras como un factor prioritario. Marcos
estratégicos como el Plan Maestro de Reconstrucción y Transformación
Nacional (PMRTN) y la Estrategia para la Reducción de la Pobreza (ERP) son
indicativos de la importancia concedida al tema de la tenencia de tierras. El
PMRTN, cuyo objetivo primordial es la protección de los recursos naturales de
las cuencas hidrográficas, asocia la tenencia de la tierra con la regulación de su
uso. La ERP, por su parte, contempla el acceso a la tierra y su titulación por parte
de la población pobre como factores clave para la creación de oportunidades y
el empoderamiento de la población. Constituyen asimismo una prioridad los
sistemas de información de la propiedad (SURE y SINIT), que desempeñan una
función importante al facilitar datos sobre las características físicas de los suelos
y los derechos sobre la tierra constituidos y registrados.
Derechos sobre la tierra y desastres naturales
Como consecuencia de los desastres naturales, las tierras pueden quedar
afectadas por deslizamientos y derrumbes, escurrimiento y erosión acelerada,
sedimentación de cauces y embalses e inundaciones de ríos. En el Código Civil
de Honduras se establece el procedimiento de adquisición de tierras mediante
accesión del suelo como consecuencia de fenómenos naturales y los trámites
judiciales para legalizar las tierras así adquiridas. Si bien las instituciones que
han participado en las actividades de reconstrucción no han señalado
6. situaciones en que se hayan visto afectados los derechos de propiedad,
posesión y tenencia por causa de alteraciones provocadas por desastres, sí han
reconocido el vacío legal existente, que deja a la iniciativa particular el recurso a
las instancias judiciales para solucionar eventuales controversias.
ESTRATEGIAS DE MITIGACION DE AMENAZAS
El manejo de las amenazas naturales generalmente es conducido independiente
a la planificación del desarrollo integrado.
Es importante combinar ambos procesos. De los muchos componentes de
manejo de amenazas naturales, las siguientes técnicas son las más compatibles
con el proceso de planificación: - Evaluación de amenazas naturales: es una
evaluación sobre la ubicación, severidad y posibilidad de que ocurra un evento
natural dentro de un período de tiempo determinado. –
Evaluación de vulnerabilidad: es una estimación de las pérdidas o daños que
puedan ser causados por un evento natural de cierta severidad, incluyendo
daños a la construcción, daños personales e interrupción de las actividades
económicas y del funcionamiento normal de las comunidades.
Evaluación del riesgo: es una estimación de la probabilidad de las pérdidas
esperadas, dado un evento natural determinado.
ESTRATEGIAS PARA AMENAZAS ESPECÍFICAS
¿Cómo incorporan los planificadores las amenazas naturales dentro de un
estudio para el desarrollo integrado de un área? Primero deben determinar
cuáles son los fenómenos, si los hay, que imponen una mayor amenaza y luego
deben preparar una evaluación de los mismos. Tradicionalmente, los
planificadores se basaron en información existente, ya que evaluar los riesgos
era económicamente muy costoso y consumía mucho tiempo como para poder
formar parte de un estudio de planificación del desarrollo.
Hoy en día es posible, usando técnicas desarrolladas por la OEA, llevar a cabo
estas evaluaciones e introducir medidas de mitigación de riesgos en el contexto
de un estudio de desarrollo. Huracanes Los huracanes ocurren en fajas bien
definidas del Caribe y de la costa oeste de América Central. Si un área de estudio
está ubicada dentro de estos cinturones, el planificador puede proceder a
determinar cuáles son las amenazas y buscar medidas de mitigación adecuadas.
Puesto que la ola ciclónica (crecimiento del nivel del mar debido a la acción de
los vientos y a la baja presión barométrica de una tormenta) es la amenaza de
huracán más perjudicial, las áreas de tierras bajas cerca del mar son las más
comprometidas. El monitoreo de tormentas y el uso de sistemas mejorados de
7. alarma y evacuación son los mecanismos más efectivos para salvar vidas.
Algunas medidas de mitigación de bajo costo pueden reducir el daño (por
ejemplo, asegurarse que los techos estén atados, cubrir los grandes paneles de
vidrio y quitar las salientes que puedan volar fácilmente). Los pueblos y aldeas
dependen en gran medida de sus propios medios para defenderse de los
huracanes. Por este motivo es necesario preparar a los líderes de las
comunidades y establecer un programa nacional para capacitar y mantener la
comunicación con el personal local. Desertificación Esta amenaza, inducida por
el ser humano, se define como la creación o ampliación de condiciones de tipo
desérticas más allá de los márgenes del desierto. La desertificación ocurre en
zonas áridas o semiáridas estrechamente circunscritas. Esta publicación
clasifica las categorías de desertificación por subdivisiones políticas en
Sudamérica y México. Las acciones de desarrollo que puedan causar o
exacerbar la desertificación en esas zonas deberían ser evitadas. Si un área de
estudio está de una zona con potencial de desertificación, se puede preparar
rápidamente una evaluación de la amenaza usando cuatro parámetros
disponibles en muchas partes: precipitación, textura de los suelos, pendiente y
la relación precipitación-evapotranspiración. Esta técnica define 16 unidades
aptas para el trazado de mapas, de las cuales cada una reúne un conjunto de
características que indican las mejores prácticas de manejo. Una vez
determinados los problemas potenciales, pueden aplicarse medidas de
mitigación y rehabilitación para la cría de ganado, agricultura de secano, erosión
de suelos y salinización. Amenazas geológicas Existe suficiente información
científica como para determinar si los terremotos, las erupciones volcánicas o los
tsunamis constituyen una amenaza significativa en prácticamente cualquier área
de América Latina o del Caribe. Anteriormente no era fácil acceder a esta
información, pero este documento la reúne y la presenta de una manera
apropiada para ser utilizada en el proceso de planificación. Aquellas áreas que
cuentan con grandes posibilidades de sufrir un terremoto de gran escala en los
próximos 20 años, están enumeradas y organizadas por división política. Todos
los volcanes que han erupcionado en América Latina y el Caribe en los últimos
10.000 años están categorizados por intervalos de erupción de largo o corto
plazo. Cualquier área de estudio que esté ubicada dentro de un radio de 30 km.
de un volcán de frecuencia de corto plazo, debe ser considerada como una zona
8. de riesgo de erupción. Los tsunamis afectan la costa oeste de América Latina y
son eventos tan inusuales que se justifica económicamente la aplicación de
medidas de mitigación solamente en áreas donde existen grandes
concentraciones de población. Este documento presenta una lista de las
ciudades amenazadas por este evento e indica para cada una de ellas la máxima
altura probable del tsunami. Inundaciones La información que existe hoy en día
es raras veces suficiente para evaluar el potencial de una inundación en un área
de estudio. Mediante la interpretación de imágenes provenientes de sensores
remotos puede prepararse una evaluación de esta amenaza que encaje dentro
de los límites de tiempo y presupuesto de un estudio de planificación del
desarrollo. Dicha evaluación es útil tanto para el diseño de nuevos proyectos
como para adoptar medidas de mitigación en proyectos de desarrollo existentes
que se encuentran amenazados por este evento. Deslizamientos Como en el
caso anterior, la información existente es raramente suficiente para evaluar el
potencial de deslizamientos en un área de estudio, pero la disponibilidad de
nuevas técnicas hace posible un análisis rápido de dicho potencial. Pueden
ubicarse deslizamientos pasados con fotografías aéreas o imágenes de satélites
y puede trazarse un mapa de zonificación de deslizamientos que muestre la
relación entre ellos y los factores que los causan (material parental, pendiente y
humedad)
9.
10. CONCLUCIONES
1. Tan solo en los últimos 13 años, la deforestación ha arrasado 43 millones
de hectáreas en todo el mundo, acabando con bosques y selvas de forma
masiva y causando un inmenso daño a la calidad de los suelos. Los bosques
todavía cubren alrededor del 30 por ciento de las regiones del mundo, pero
franjas del tamaño de Panamá se pierden indefectiblemente cada año.
2. La solución más viable sería gestionar los recursos vegetales
cuidadosamente mediante la eliminación de los despejes agrícolas para
asegurar que los entornos forestales permanecen intactos
3. La tala que se realice debe hacerse de forma balanceada mediante la
plantación de suficiente árboles jóvenes que sustituyan a los más viejos en
todos los bosques y selvas. El número de nuevas plantaciones de árboles
aumenta cada año, pero el total todavía equivale a una ínfima parte del
área forestal del planeta.