1. Carta Pastoral
La educación en el Paraguay
Introducción
1- Animados por los sentimientos del Corazón de Cristo, que sentía
compasión ante los problemas de su pueblo (Mt. 14, 14); inspirados
por su Espíritu, que escrutaba los signos de los tiempos (Lc. 12,54-
56) y sabía lo que había en el corazón de cada hombre (Jn. 2,24);
movidos por su llamado a evangelizar, es decir, a proclamar su
Evangelio, la Buena Noticia del amor y el proyecto del Padre para
todos los hombres (Mt. 28,18-20), los Obispos del Paraguay queremos
compartir con todos nuestros hermanos paraguayos nuestras
inquietudes y esperanzas, por los problemas y la situación actual de
la Educación, que tan hondamente preocupan a la nación entera.
De un modo especial ofrecemos estas reflexiones pastorales a todos
los responsables de la educación, animándoles a seguir trabajando
con entusiasmo y esperanza, en esta incomparable vocación de
servicio a la comunidad nacional.
PRIMERA PARTE: LA SITUACIÓN
2. La riqueza y pluralidad cultural de nuestro pueblo, con su diversidad
de etnias y lenguas, contrastan con la pobreza general de nuestro sistema
educativo.
Un potencial inmenso de sabiduría popular, acumulada en la tradición
y la historia, está oculto, enterrado, como semilla sin fecundar, porque
no hemos atinado aún a sacarla ("educere"), a desarrollarla, hacerla florecer y dar
sus frutos.
3. El bilinguismo
El bilingüismo de gran parte de nuestra población, que debería ser
una fuente multiplicadora de saber y de modos de sentir la vida, se ha
convertido en un obstáculo para la comunicación.
La manera de educar a nuestros hijos no ha logrado que el guaraní, la
lengua materna que nos identifica y nos mantiene vinculados a nuestra
raíces, en la que nuestro pueblo expresa lo más íntimo, lo más bello,
lo más profundo y querido de la vida, tenga acceso a todos los bienes
que aporta la educación, como son el poder generar nuevos recursos
por la capacitación, la ciencia y la tecnología; el poder generalizar
las relaciones humanas sin barreras entre los paraguayos; el tener
acceso también a las instancias de poder político, económico, social, etc. y a los
centros de decisión.
4. Deficiencias
2. La mayoría de nuestro pueblo tiene poco acceso a las Ciencias, a la
Historia, a la Literatura, a la comprensión de los modernos lenguajes
de la Comunicación Social, por deficiencias arrastradas de nuestra Educación.
Un pueblo que es observador y contemplativo, no ha logrado tener
nivel suficiente de conciencia crítica.
Un pueblo capaz de admirar y servirse espontáneamente de la
exuberante naturaleza que lo envuelve, no ha llegado aún a la
modernidad, por falta de información y conocimientos que no le han sido
facilitados.
Un pueblo con extraordinaria capacidad de interioridad, no ha podido
desarollar su capacidad reflexiva, para lograr los niveles de la
investigación y la creatividad.
Un pueblo naturalmente comunicativo no ha sido educado en el diálogo ni para el
diálogo.
Un pueblo con evidente sensibilidad para la belleza y el arte, no ha
sido educado en el dominio de los lenguajes modernos para la
expresión artística más evolucionada.
5. Ha habido momentos estelares de nuestra historia, en los que
hombres y mujeres y hasta nuestros niños, han podido demostrar su
inmenso potencial para defender la vida y crearla, liberándonos de
las garras de la guerra y la muerte, sacando de la nada y la extrema
pobreza, la vida y los medios para vivirla, y creando de lo inerte, la belleza y la
utopía.
Si ahora la gran mayoría de nuestro pueblo no sabe del trabajo técnico
ni de tecnología, no es por su incapacidad, sino porque nuestra
educación no le ha brindado la oportunidad de aprender e introducirse en ellos.
Son las deficiencias de nuestro sistema educativo actual que no ha
sabido desarrollar el caudal de sociabilidad, hospitalidad, acogida,
de nuestro pueblo, para llevarnos a las formas más perfectas de
convivencia, propias de nuestra vocación democrática.
La invasión de propuestas de la pseudocultura, que nos llega importada
por los medios de comunicación masiva, espcialmente por la TV y su
programación alienante, presiona violentamente la sensibilidad
receptiva de nuestro pueblo, provocándole desorientaciones y desvíos,
porque se encuentra indefenso ante el avasallamiento de lenguajes
tan sofisticados y manipuladores.
Muchas son, sin duda, las razones de nuestra pobreza generalizada,
pero entre ellas hay que incluir las fallas de nuestra educación.
3. 6. Necesidad de una Reforma Educativa.
Los Obispos no pretendemos analizar y enumerar todas las falencias
de nuestro sistema educativo; porque no es nuestra misión la de ofrecer
un estudio técnico y exhaustivo sobre la situación y los problemas de la educación.
Recogemos, eso si, el sentir de nuestros hermanos. Nos solidarizamos
con ellos y pedimos una educación que capacite a todos nuestros
niños, jóvenes y adultos para la vida, de manera que todos puedan
vivir una vida digna y verdaderamente humana, propia de la
humanidad en estos tiempos de graves desafíos culturales.
Pedimos, por lo tanto, un replanteamiento de nuestros modos y
sistemas de educar, porque abrigamos la convicción y la esperanza
de que nuestro pueblo y Paraguay como nación, podrá alistarse en la
fila de las naciones que superaron el subdesarrollo educativo y cultural.
Todo esto clama por una Reforma Educativa.
7. Responsabilidad
Serán los profesionales y expertos de la educación, juntamente con
todos los responsables implicados en ella: padres de familia,
educandos, organizaciones culturales, gremiales, sindicales, los
artistas, intelectuales, políticos, representantes del pueblo y los
gobernantes, quienes en diálogo contínuo, encontrarán los nuevos caminos para
la educación.
La Iglesia ofrece también su larga experiencia secular en este campo,
tan característico de su misión evangelizadora. Ella, como "Madre y
Maestra", quiere ser fiel a Cristo, que fue y se definió precisamente como Maestro.
Y, por eso, la Iglesia solidaria con sus hijos, especialmente con los
marginados de la educación escolarizada, se une al reclamo de sus
reivindicaciones y derechos pidiendo "una nueva educación para todos".
No es sólo nuestra preocupación ante los problemas de la educación
y sus consecuencias, es nuestra sensibilidad ante el dolor y la pobreza
de cientos de miles de niños, jóvenes y adultos, que no recibieron esa
educación "gratuita y obligatoria", garantizada por la Constitución
(Art. 89), es nuestra "hambre y sed de justicia", es nuestra adhesión a
la defensa de los derechos humanos, que reconocen el derecho a la
educación, es nuestro corazón de pastores y nuestra vocación de
seguidores de Cristo, lo que nos ha movido a ofrecer nuestra inquietud,
nuestra sencilla reflexión y a manifestar nuestro pedido y nuestras esperanzas.
SEGUNDA PARTE: LAS EXIGENCIAS
8. Necesidad de una antropología
4. El trabajo del educador está orientado por una visión clara de lo que
es y de lo que debe ser el hombre. Toda educación tiene como columna
vertebral una visión antropológica concreta.
"El objetivo de toda educación genuina es el de humanizar y
personalizar al hombre, sin desviarlo, antes bien, orientándolo
eficazmente hacia su fin último, que trasciende la finitud del hombre" (D. P. 1024).
Hay quienes piensan que la educación es solamente un proceso de
desarrollo armónico de las potencialidades, e incurren así en su
sicologismo educativo, que reduce toda la persona a una de sus dimensiones.
Otros piensan que es solamente un proceso de desarrollo de su
sociabilidad y mediatizan entonces el hombre a la sociedad,
conviertiéndolo en pieza de la misma, en vez de ser persona que crea,
se integra y convive en sociedad.
La educación no puede hacerse sin una visión y comprensión correcta
de la existencia humana. Por eso la educación, además de la sicología,
la sociología, las ciencias de la educación en general, necesita una
filosofía profunda, que asuma al hombre en toda su integridad y complejidad.
9. Antropología cristiana
La educación no se nutre de una definición abstracta del hombre. Se
propone alcanzar un ideal humano, partiendo de una definición
existencial sobre el hombre, del hombre en toda su verdad, en todas
sus dimensiones inmanentes y trascendentes, del hombre concreto y
situado en la historia, donde cada uno adquiere un nombre, porque
cada uno es persona, que encierra un misterio y tiene su propia historia
que lo une a los otros seres de igual dignidad.
Nuestra antropología concibe al hombre como ser integral que goza
de la dignidad de ser imagen de Dios; por lo tanto, de hijo de Dios y
llamado a su liberación y total realización en Cristo Jesús. Solo Cristo
revela la verdadera grandeza del hombre y solo en El es plenamente
concocida su realidad más intima. Por causa del pecado el hombre se
encuentra en permanente tension entre la vida y la muerte, el amor y
el odio, la gracia y el misterio de la iniquidad.
Queremos al hombre comprometido en este mundo, pero abierto hacia
Dios; con una vida que transcurre en el tiempo, pero que apunta a un
destino más allá de la historia; ciudadano de la tierra, donde colabora
en el Reino de Dios que se inicia aquí, y ciudadano del cielo donde el
reino llega a su plenitud; peregrino por los caminos de la tierra, en
permanente tensión hacia lo eterno; un enamorado de la belleza del
mundo que contempla sorprendido, y un ser inquieto que vive en la
acción para transfromarlo; creado y señor de la creación; cargado de
5. debilidades, limitaciones y pecados e insaciable buscador del amor,
la libertad, el bien y la verdad…
La antropología cristiana ha confirmado con sabiduría de siglos, que
nuestro deseo constante de superación es connatural al hombre, es
respuesta al don de Dios que nos hizo "a su imagen" y nos ha llamado
a plasmar esa imagen en la vida personal y comunitaria siguiendo el
consejo de Cristo: "Sed perfectos como el Padre Celestial es perfecto" (Mt. 5, 48).
San Pablo le escribió a los Colosenses que hay que "enseñar a cada
persona con mucha sabiduría, para hacer a todo hombre perfecto en
Cristo" (Col. 1,28). Y completó su pensamiento al decir a los de Efeso:
"hasta llegar a ser el hombre perfecto, con esa madurez adulta, que
hará de nosotros la plenitud de Cristo" (Ef. 4, 13).
Los cristianos hemos reconocido en Cristo el modelo y la meta, en
quien podemos encontrar la "rega suprema" (Col. 2, 6) y el ideal humano.
10. ¿Qué es la Educación?
En Educación nunca se puede decir que ya está todo hecho. El ser
humano es un ser en aprendizaje perpétuo, que necesita aprender
desde el nacimiento hasta la muerte. Por eso consideramos a la
educación en todos sus niveles y en sus múltiples formas, sea
sistemática y no sistemática, formal, informal y refleja, temporal y permanente.
La educación no es asunto solo de maestros y escuelas. Es un hecho
social, es un proceso, mediante el cual la sociedad comunica de un
modo creador su cultura, transmite su herencia cultural, y capacita a
los niños, jóvenes y adultos para que alcancen su realización y puedan
transformar la sociedad y la cultura mejorándolas.
La misma naturaleza de la educación, las consecuencias de un
diagnóstico veraz y de una adecuada evaluación de las necesidades
de la fidelidad a nuestra identidad e historia, las exigencias de nuestra
antropología cristiana y el proyecto de persona, comunidad y nación
que queremos ser exigen una nueva educación.
Para crecer como mujeres y hombres paraguayos, cualquier sistema
educativo que se elija, debe promover los valores que responden a estos
fundamentos.
Pero no sólo los paraguayos como personas, sino el Paraguay como
nación y sociedad necesita un replanteamiento de nuestra educación.
Para construir, desarrollar y transformar la sociedad necesitamos una
nueva educación. Porque no hay sociedad sin desarrollo, ni cambio
de la sociedad sin educación.
6. La educación no debe estar sometida a ninguna ideología política.
Por esto, cuando el educador hace de su servicio y de su profesión un
instrumento de poder, dominación y sometimiento, traiciona su
vocación y el sentido de su vida, porque siembra semillas de la
parálisis social y la muerte en el corazón de los educandos y de la sociedad.
En este sentido, nos parece oportuno recordar ahora lo que Juan Pablo
II nos recomendaba en su histórica visita a Paraguay, cuando se dirigía
a los educadores como "constructores de la sociedad":
"La educación debe seguir un proceso de personalización a partir del
sujeto mismo, y ha de servir para introducirlo en la propia cultura
con sus valores y tradiciones propias. Debe ayudarle a conocer y
comprender otras culturas sin menguar el aprecio por lo que es suyo y constituye
su identidad.
Educar es, pues, acompañar a la persona en su crecimiento, en la
conciencia de sí, en la libertad y autonomía, en responsabilidad.
Asimismo le ayuda a ser protagonista de su propio crecimiento y a
cooperar en el crecimiento de toda la sociedad.
Hay que educar para la solidaridad, ayudando a superar los egoísmos
que generan pobreza y deterioran el tejido social y la moralidad
pública" (J. P. II a los Constructores de la Sociedad, Nº 6).
11. Los educadores
Los educadores tienen la responsabilidad de ser agentes creadores y
transformadores de formas de vida y comunidad; pero con frecuencia
olvidan el valor y el poder que la educación tiene para generar y revitalizar las
sociedades.
El trabajo de los educadores continúa siendo una instancia
fundamental para promover los valores esenciales para la vida y la
convivencia de todos, y para posibilitar la fecundidad y renovación
de la cultura y los cambios de la sociedad.
Ciertamente que los cambios que se producen en la sociedad provienen
de muchos factores, agentes y grupos diferentes; pero la educación,
que capacita para la vida, es responsable de que los educandos puedan
llegar a ser hombres capaces de realizar nuevos propósitos y proyectos
renovados.
Si la mayoría de la sociedad queda atrapada en la ignorancia, en la
impotencia, en la pobreza, todos los responsables de la educación- entre
otros- tendremos que preguntarnos qué hemos hecho, qué estamos
aportando y dejando de aportar, para los cambios necesarios y urgentes.
7. Los cambios en la educación inciden en los cambios de la sociedad,
y estos exigen cambios en los mismos educadores.
En un momento histórico como el presente, los educadores pueden
gozar la grandeza de su vocación, sintiéndose protagonistas de una
educación para el cambio. La vocación de educador es siempre
vocación social y vocación de servicio: de un servicio libre y liberador,
de un servicio social constantemente renovado y renovador, porque
el educador es comunicador, sembrador y cultivador de gérmenes de vida siempre
nueva.
12. Llamado a la solidaridad
La educación es hoy, de hecho, un privilegio para pocos; y se ha
convertido en un instrumento de poder, que en vez de transformar la
sociedad posibilitando la participación de todos en el Bien Común,
refuerza el sistema vigente de desorden e injusticia social.
Los Obispos del Paraguay compartimos el dolor de tantos miles de
padres de familia, sobre todo de áreas suburbanas y del campesino
del país que ven a sus hijos sin futuro, analfabetos -quizas como ellos-,
sin escuela y marginados del trabajo porque no pudieron capacitarse.
Y llamamos a la conciencia de todos los responsables para que
urgentemente, estos niños adolescentes y jóvenes sean atendidos en
su derecho fundamental de la educación gratuita.
Nada valioso podremos hacer en el país sin la educación de nuestros
hijos. Ningún proyecto de democracia caminará sin la justicia y la
garantía de los derechos humanos fundamentales para todos.
TERCERA PARTE: PROPUESTAS
13. Queremos adelantar algunas sugerencias, a modo de propuestas,
para ofrecer nuestra colaboración en esta búsqueda nacional del nuevo
camino para la educación.
Son propuestas surgidas de nuestra reflexión, pero sobre todo son
propuestas que recogen algunos ecos de muchas voces de todos los rincones del
país.
14. El sistema educativo
Nuestro sistema educativo tiene que ser replanteado en todos sus
elementos, porque necesitamos una educación:
- Que elabore una política educativa que responda a las
legítimas aspiraciones de nuestro pueblo y no esté subordinada
a intereses foráneos o a grupos de presión política o económica.
- Que posibilite a todos salir de la pobreza y mejorar la salud y la calidad de vida
8. - Que cambie nuestras actitudes frente a la naturaleza para
salvar el equilibrio ecológico, amenazando por la codicia.
- Que promueva el diálogo que capacite para la convivencia en paz y armonía.
- Que desarrolle la conciencia social capaz de rehacer el tejido
social de la nación y fomentar la organización y en la
participación de todos en una verdadera democracia.
- Que mueva a la búsqueda de la verdad y anime a la investigación
- Que asegure la justicia y la libertad, desarrollando la
conciencia crítica, y la liberación de todas las opresiones
externas e íntimas y el respeto a los derechos humanos.
- Que habilite para el trabajo con vocación solidaria,
colaborando todos en el Bien Común.
- Que promueva el progreso de la ciencia humanizante y de la moderna
tecnología.
- Que genere el saneamiento moral de la nación, extirpando
de raíz, por convicción y sentido ético, toda corrupción.
- Que desarrolle la sensibilidad para gozar la belleza y saber
expresarla en los ilimitados lenguajes del arte.
- Que oriente para encontrar el sentido de la vida en todas sus
dimensiones, incluyendo su relación con Dios.
- Que potencie el amor, para erradicar la violencia, las
divisiones y realizar una verdadera solidaridad y fraternidad.
15. La escuela: comunidad educativa
La escuela sigue siendo una instancia fundamental para la educación
de nuestro pueblo. De la institución - escuela - se debe pasar a la
escuela, como comunidad educativa, de la cual forman parte todos
los que están comprometidos directamente en ella: profesores,
personal directivo, administrativo y auxiliar y los padres de familia y
los alumnos. De estos se desprende la necesidad de que cada
comunidad educativa tenga su proyecto educativo mediante el cual
lleve a cabo los objetivos, contenido y metodología de la educación.
16- La ley de Educación
Insistimos en la necesidad de una Ley de Educación amplia, profunda
y audaz, que recoja las aspiraciones y los aportes de todos y
proporcione el cause legal que haga posible una labor solidaria y
9. conjunta en bien de nuestro pueblo.
No será posible caminar juntos en este emprendimiento por mucho
tiempo si no se crea éste marco legal para todas sus formas y niveles.
Algunos medios de educación informal, como los de comunicación
social, especialmente la televisión, no pueden seguir sin una
legislación específica que los encuadre en su ineludible
responsabilidad en el campo de la educación directa e indirecta.
17- Formación docente
Consideramos de especial relevancia la Reforma total de la formación
docente y la actualización permanente de la misma, para quienes ya
estan en el ejercicio de la profesión.
Es necesario contar con el estatuto del docente, que defina y garantice
sus derechos y responsabilidades. Y que se revisen y actualicen el
tiempo de su formación, sus programas, la metodología, etc.,
incorporando lo que las ciencias de la educación, el desarrollo
educativo, la investigación y la experiencia vienen exigiendo.
Necesitamos educadores capaces de trabajar no solo para el pueblo,
sino también con el pueblo; que partan de la realidad y lo hagan
además con perspectiva histórica y universal.
Necesitamos educadores que, dado el ritmo de los tiempos, pongan
énfasis en el aprendizaje, más que en la enseñanza; que, creyendo en
el amor, sean capaces de educar para amar, perdonar y vivir en
solidaridad; que, aunque no tuvieren experiencia de democracia, sean
capaces de educar en democracia, que sean capaces de desarrollar la
libertad y la creatividad, y que identificados con la justicia, eduquen
en justicia, para la justicia y los derechos humanos.
18. Justa retribución
La educación no es un costo; es la más importante, valiosa y necesaria
inversión que podemos hacer. Cualquier excusa para no pagar
adecuadamente el trabajo de los educadores, hace dudar de la voluntad
de sus resposables y esteriliza cualquier plan de Reforma. Por otra
parte, no es comprensible porqué los trabajadores de la educación no
tienen por lo menos el sueldo mínimo y los mismos servicios de la
seguridad social que los demás trabajadores, y porqué los educadores
de instituciones privadas no perciben su jubilación de igual manera
que los colegas de las instituciones estatales.
19. El analfabetismo
Nos preocupa el alto índice de las distintas formas de analfabetismo
en nuestro pueblo. Desde los que no pueden interpretar ningún
mensaje escrito, aunque hayan ido a la escuela (lectura de lo escrito),
10. hasta los que no saben interpretar los modernos lenguajes de la imagen
y los medios de comunicación social (lectura de la imagen), pasando
por los que no son capaces de recibir e interpretar los signos y
lenguajes de la realidad en la que están inmersos (lectura de la realidad).
El analfabetismo debe ser erradicado urgentemente para satisfacer el
derecho fundamental de "toda persona a la educación" (Declaración
Universal, Art. 26) y para evitar las desastrosas consecuencias
personales y de conflictividad social que desencadena.
20. Descentralización y Regionalización
Pensamos que es imprescindible lograr sucesivamente la
desconcentración, la descentralización y la regionalización de la
educación, a fin de que los planes, currícula y programas estén
orientados de acuerdo a la diversidad de situaciones de las distintas
regiones del país: familias en zonas urbanas, en áreas rurales
microurbanas, campesinos dispersos por el campo, e indígenas de diversas
etnias.
No puede plantearse la educación con los mismos objetivos,
características y exigencias para todos los niños y jóvenes del Paraguay.
Y es urgente que la relación entre educación y trabajo sea realista, de
tal manera que, además de tener "educación básica para todos", la
educación sistemática sea una oportunidad de capacitarse para los primeros
niveles de empleo.
21. Educación popular
La educación popular ha tomado diversas formas en los últimos años,
hasta el punto de constituir un verdadero desafío para todos los que
estamos preocupados por la educación. De hecho, se están realizando
esfuerzos que benefician a muchas personas no alcanzadas por la
educación sistemática y ofrecen una respuesta positiva a las necesidades de los
más podres.
Queremos hacer llegar nuestra voz de aliento y estimular a cuantos
están comprometidos en esta tarea.
22. La Escuela Católica
La Escuela Católica ocupa, en nuestro país, un lugar relevante dentro
del sistema educativo. Su identidad se define por la referencia explícita
a la visión cristiana, de manera que los principios evangélicos se
conviertan para la escuela en normas educativas, motivaciones
interiores y metas finales (cf. La Escuela Católica Nº 34). Ofrece,
por tanto, un verdadero apoyo para el crecimiento en la fe de los
alumnos, a fin de que consigan vivir la síntesis entre fe y cultura, fe y
vida. Debe ser un testimonio vivo de los valores humanos que, en
11. dimensión de fe, son valores cristianos. Por ello, no se puede olvidar
que "la Escuela Católica tiende a formar al cristiano en las virtudes
que lo configuran con Cristo, su modelo, y le permiten colaborar
finalmente en la edificación del reino de Dios" (Ibid Nº. 36).
23. Conclusión
Consideramos que estamos en un momento crucial de nuestra historia.
Ella nos obliga a tomar decisiones audaces a fin de que el cambio
que todos anhelamos responda a los desafíos de un Paraguay nuevo.
Somos conscientes de que un cambio en el sistema educativo es el
principio del cambio que necesita nuestra nación.
Por eso, al mismo tiempo para exhortarnos a todos los responsables
de la educación a trabajar denodadamente, ofrecemos una vez más
nuestra colaboración y renovamos nuestro compromiso.
La Iglesia ha colaborado siempre generosamente en la educación de
todos y especialmente de los más necesitados. Ahora también lo hace
y procuramos, en la medida de nuestras posibilidades, suplir algunas
carencias o limitaciones del sistema, porque comprendemos la
trascendencia y urgencia de la educación.
Los Obispos miramos esta empresa con esperanza, porque -como
decía Juan Pablo II en Asunción- "La Iglesia, fiel a la misión recibida
de Cristo, confía en el hombre. Cree que el hombre puede encontrar
su camino, más aún, que en Cristo Jesús está ya en camino hacia una
nueva humanidad, que es realmente comunidad de hermanos (Juan
Pablo II a los Constructores de la Sociedad Nº. 7)
Confiamos en la presencia permanente de Jesús Maestro y en la
protección maternal de María, Madre de la Iglesia.
Asunción, 24 de marzo de 1991
Domingo de Ramos de la Pasión del Señor
Por mandato de la 125ª Asamblea Plenaria
+ Celso Yegros Estigarribia
Obispo de Carapegua y Secretario General de la CEP