Inmoralandia era una región muy grande constituida por varios países con diferentes razas y costumbres. En casi todos se practicaba la doble moral, ya que decían una cosa y hacían otra. Los valores eran impuestos y la impunidad estaba al orden del día.
El poder en los países ricos se ejercía con hipocresía siendo autoritario, injusto y con altos índices de despotismo.
La mayoría de los países poderosos se habían armado de forma irracional, y mientras hablaban de libertad, de la no proliferación de armas, las comercializaban por debajo de cuerda a quien las solicitara.
La doble moral existió siempre y en Inmoralandia proliferaba gracias a los políticos corruptos que hacían negocios con delincuentes poniendo de manifiesto su falta de ética para dilatar los procesos, evitando que la justicia actuara debidamente empleando artimañas.
Los gobernantes creaban sus propios códigos morales, instaurando carteles de contratación, despojando de propiedades a los más pobres, y disfrutando de beneficios judiciales gracias al apoyo de abogados prestigiosos y corruptos.
Como en casi todas las actuaciones había dinero de por medio, y no importaba si se trataba de algo que perjudicaba a alguien, o a algún país mediante acciones ficticias encaminadas al enriquecimiento, a la estafa a particulares o al erario público.
La doble moral no solo aparecía en las acciones ilícitas también era empleada para arremeter contra situaciones que perjudicaban intereses particulares.
1. David Francisco Camargo Hernández. Nacionalidad Colombiano.
Escritor, humanista y economista con especialización, maestría y
doctorado. Artista plástico. Inventor. Guionista. Becario de
universidades europeas. Director Fundación Sueños de Escritor y
ediciones Dafra. Premios literarios y académicos en los años 2001-
2005-2008-2010-2016-2017 en eventos internacionales. Profesor de
posgrado. Investigador CVLAC Colciencias. Conferencista
internacional basando los temas en sus propios libros. Propende por
una economía «más humana, más igualitaria, capaz de contribuir a
mejorar la calidad de vida de la comunidad». En 2010 algunas de sus
publicaciones fueron traducidas a varios idiomas. Una de las más
destacadas se titula: “cómo regionalizar el país”. Y por «su
sobresaliente trayectoria literaria y pensamiento comprometido
con los problemas de la cotidianidad».
Así como en el desarrollo de políticas dirigidas a la
formación académica, las Universidades tienen el
compromiso de centrar su atención en los estudiantes
como los ejes transformadores de la sociedad, de igual
manera por ser éstos los protagonistas principales tienen
la responsabilidad y el reto de aportar herramientas que
les permitan interactuar armónicamente con las
instituciones educativas.
Es por ello que desde las aulas de clase se debe gestar la
investigación dirigida hacia la construcción de valores
fundamentales que tengan como resultado la formación
de profesionales íntegros. Por tal razón este Código de
Ética va dirigido a los estudiantes de educación superior,
su finalidad es contribuir a la orientación de los
comportamientos individuales y colectivos, enfatizar en
los derechos, el cumplimiento de los deberes
procurando entregar un contenido crítico que permita
adoptar posiciones que impulsen la toma de decisiones
que beneficien al grueso de la población estudiantil.
David Francisco Camargo Hernández. Nacionalidad Colombiano.
Escritor, humanista y economista con especialización, maestría y
doctorado. Artista plástico. Inventor. Guionista. Becario de
universidades europeas. Director Fundación Sueños de Escritor y
ediciones Dafra. Premios literarios y académicos en los años 2001-
2005-2008-2010-2016-2017 en eventos internacionales. Profesor de
posgrado. Investigador CVLAC Colciencias. Conferencista
internacional basando los temas en sus propios libros. Propende
por una economía «más humana, más igualitaria, capaz de
contribuir a mejorar la calidad de vida de la comunidad». En 2010
algunas de sus publicaciones fueron traducidas a varios idiomas.
Una de las más destacadas se titula: “cómo regionalizar el país”. Y
por «su sobresaliente trayectoria literaria y pensamiento
comprometido con los problemas de la cotidianidad».
Inmoralandia era una región muy grande constituida por varios países
con diferentes razas y costumbres. En casi todos se practicaba la doble
moral, ya que decían una cosa y hacían otra. Los valores eran impuestos y
la impunidad estaba al orden del día.
El poder en los países ricos se ejercía con hipocresía siendo autoritario,
injusto y con altos índices de despotismo.
La mayoría de los países poderosos se habían armado de forma
irracional, y mientras hablaban de libertad, de la no proliferación de
armas, las comercializaban por debajo de cuerda a quien las solicitara.
La doble moral existió siempre y en Inmoralandia proliferaba gracias a los
políticos corruptos que hacían negocios con delincuentes poniendo de
manifiesto su falta de ética para dilatar los procesos, evitando que la
justicia actuara debidamente empleando artimañas.
Los gobernantes creaban sus propios códigos morales, instaurando
carteles de contratación, despojando de propiedades a los más pobres, y
disfrutando de beneficios judiciales gracias al apoyo de abogados
prestigiosos y corruptos.
Como en casi todas las actuaciones había dinero de por medio, y no
importaba si se trataba de algo que perjudicaba a alguien, o a algún país
mediante acciones ficticias encaminadas al enriquecimiento, a la estafa a
particulares o al erario público.
La doble moral no solo aparecía en las acciones ilícitas también era
empleada para arremeter contra situaciones que perjudicaban intereses
particulares.