BIOGRAFIA MARIANO MELGAR presentacion en power point
Dioses con pies de barro: la eterna infancia del hombre
1. Dioses de barro
Observo con curiosidad de adolescente el cuadro antiguo y ennegrecido. Una mujer
insolente enseña un cuello rodeado de una piel de armiño. Me recuerda las tardes en el sofá de la
casa de mi abuela. Leyendo libros que olían a alcanfor y papel viejo.
Luego el silencio. Los pasos pequeñitos que se alejaban corredor adelante. Y el sueño.
Así transcurrieron partes inconcretas de mi infancia. Retazos que, por alguna extraña razón, aún
considero inacabados. O quizá insuficientes.
Los hombres solemos vivir en esa indefinición de eterna infancia. Y las mujeres nos miran con
indisimulada superioridad.
Me pasa a menudo cuando hay una docena de botellines tirados a nuestros pies. Cuando estamos
sentados en unos poyetes de piedra y hablamos los cuatro amigos de la infancia. Nos cuelga el
cigarrillo de los labios. Las manos crispadas, el cuerpo enjuto, los hombros caídos y la mirada
taciturna. De la cerveza vertida nacen madreselvas y continuamente se vomitan esporas.
No parecemos niños. Pero lo somos. Ahogados en cuerpos de hombre. Dioses con pies de barro.
Y cambiamos de rumbo. Hacia las emponzoñadas callejas del puerto. Allí donde no nos esperan
mujeres ni esposas. Dónde cada recuerdo trae un regalo fantasma de nostalgias.
Aun guardamos las herrumbrosas llaves de nuestras casas infantiles. Y los nombres de nuestros
maestros. La pedagogía eterna que nacía del alma herrumbrosa. De las mañanas medio soleadas.
Aquellas de extraña luz y de reflejos que, en ocasiones, nos invaden al entornar los ojos.
Y así pasamos el poco tiempo que se nos duerme entre semana.
Luego nos dicen que nos confundimos. Que nuestra misión es más alta. Pero somos conscientes de
la rudeza de darnos la mano con un pasado que el común de los mortales ignora.
Los cuatro andando lejos, separándonos de la criatura irreverente que fuimos en la infancia. Los
cuatro andando en círculos concéntricos para no separarnos en demasía. Para no orillar jamás
nuestras vidas puras e inocuas.
Está claro el mensaje de volver a ser niños para encontrar la verdad. ¿Y si nos enjaezan el espíritu
para dejarnos sumidos en el olvido del tiempo?
Otra noche que nos despedimos. Otra mañana que nacerá intacta para hablar de otras tantas ideas
que nos nacieron yermas. Y otra vulgar espera. Otra pelea a las puertas del bar en que nos hicimos
mayores siendo niños para siempre.
PEQUEÑO LEMMING