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LECCIÓN 1 METODOLOGÌA DE LA ENSEÑANZA
A. Metodología de la Enseñanza
1. Relaciones entre concepciones de la enseñanza y objetivos de enseñanza
1.2 Las perspectivas en la metodología de la enseñanza
1.2.1 La perspectiva logocéntrica
1.2.2 La perspectiva psicocéntrica
2. ESTRATEGIAS DOCENTES Y MÉTODOS DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE
EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR
2.1 Estrategias centradas en prácticas educativas en contextos reales
2.2 Estrategias centradas en prácticas educativas en contextos no reales
2.3 Estrategias centradas en el docente
METODOLOGÍA DE LA ENSEÑANZA
La concepción constructivista de la instrucción. Hacia un replanteamiento del triángulo
interactivo
El diseño Instruccional, para el caso de la programación de aula, presenta una vertiente
psicológica y otra científica. La primera implica que el profesorado del aula y sus
colaboradores (de manera muy especial el orientador) sean capaces de efectuar una
adaptación tanto de los objetivos como de los contenidos del currículum, y la segunda exige
que reúnan y secuencien esos elementos del currículum a través de unidades que se
encuentren muy próximas a los alumnos y alumnas que componen el grupo de clase, para
que, a través de esta contextualización, resulten motivantes y generen un aprendizaje
significativo.
La programación de aula bien sea a largo plazo, bien a corto, representa la adaptación del
proyecto educativo y del curricular del centro a la realidad concreta del aula, constituye el
tercer nivel de concreción del diseño Instruccional y es lo que se conoce como microdiseño
de la instrucción.
Este enorme y complejo despliegue se realiza para que unos alumnos adquieran en un
contexto Instruccional específico (aula), de manera adecuada, unos saberes (contenidos)
determinados por la cultura con la finalidad de que puedan dar o elaborar respuestas
adaptadas (objetivos) a la mayor parte de las demandas del entorno socio-cultural en el que
se encuentran inmersos.
Cuatro son pues los elementos básicos que maneja el profesor a la hora de efectuar el diseño
Instruccional a corto plazo (Serrano y Pons, 2006:4344): el contexto específico de su aula,
los alumnos, los contenidos y los objetivos. En efecto, lo primero que debe hacer el
planificador de la instrucción es determinar las condiciones materiales, psicosociales y
contextuales de las que debe partir para efectuar un diseño realista (adaptado a esas
circunstancias y condiciones), efectivo (que permita lograr las metas que se propone) y
eficiente (para conseguir el máximo rendimiento con el mínimo coste posible).
En relación con las condiciones materiales, el profesor tiene que considerar los
equipamientos a los que puede tener acceso, los espacios y los tiempos y la disponibilidad de
los recursos necesarios para su acción docente. En lo que toca a los elementos contextuales
deberá analizar el contexto histórico-geográfico (evolución y tipología del alumnado, entorno
físico y ecológico desde un enfoque próximo-distal), el socio-cultural y económico (tipo de
población, sectores económicos, servicios, dinámica de la actividad cultural) y el legal
(decretos, órdenes, resoluciones emanadas de la administración educativa).
Finalmente y en relación con los elementos psicosociales, deberá tomar en cuenta, en primer
término, las características individuales de los alumnos (nivel cognitivo, motivacional y
comportamental), identificando las necesidades educativas especiales que pudieran presentar
así como las características del grupo-aula (número de alumnos, cohesión grupal,
necesidades, intereses y expectativas generales, presencia de minorías étnicas autóctonas);
en segundo lugar, deberá considerarse a sí mismo como sujeto de la instrucción
(características personales y docentes, conocimientos sobre la teoría educativa) y, en tercero,
deberá conocer el entorno familiar de los alumnos (nivel socio-económico y cultural,
ambiente familiar, valores, costumbres, actitudes hacia la escuela). Este diagnóstico de la
situación inicial siempre es realizado por el profesor, bien sea de forma implícita o explícita
y, en este último caso, bien se haga de forma poco elaborada o técnicamente.
Tras esta primera aproximación diagnóstica el profesor se encuentra ante una toma genérica
de decisiones que implica una reformulación de los objetivos generales, una consideración
de los contenidos a desarrollar y una toma de perspectiva sobre los procedimientos
metodológicos que debe utilizar. La consideración genérica de los contenidos instruccionales
obliga al planificador de la instrucción a una matización sobre las características y
modalidades que esos contenidos pueden adoptar:
1) contenidos vinculados con el conocimiento declarativo, que deberán ser adquiridos
mediante la puesta en marcha de esquemas presentativos y operatorios (en tanto que tienen
un componente presentativo), suelen denominarse contenidos informativos y se encuentran
constituidos por hechos (piezas de información arbitrariamente asociadas), conceptos
(representaciones mentales y genéricas de un conjunto de objetos, hechos o aspectos que
comparten características comunes) y principios (conjuntos de conceptos relacionados que
permiten explicar o predecir lo que ocurre en la realidad);
2) contenidos vinculados con el conocimiento procedimental, que deberán ser adquiridos
mediante la puesta en marcha de esquemas y operatorios (en tanto que tienen un componente
procedimental), suelen denominarse contenidos procedimentales y son conocimientos sobre
el modo de actuar para alcanzar un objetivo, resolver un problema o elaborar un producto; y
3) contenidos actitudinales, que orientan y encauzan a los alumnos a inclinarse, preferir,
elegir o actuar de manera determinada sobre aspectos específicos de la realidad.
Los objetivos suponen metas a conseguir a través de los contenidos y hacen alusión a
determinadas competencias, capacidades o habilidades que los alumnos han de alcanzar.
Existe una lógica deductiva en el planteamiento de los objetivos que va desde los de mayor
amplitud hasta los más concretos (generales: intenciones educativas muy amplias y sin
indicar su conexión con las materias, temas o cuestiones a enseñar; específicos: intenciones
educativas restringidas a aspectos muy concretos, especialmente en referencia con
determinados contenidos educativos; operativos: intenciones educativas con un alto nivel de
concreción que permiten ser evaluados sin equivocación a causa de unos criterios bien
definidos como cantidad requerida, exactitud, condiciones específicas).
A la hora de establecer los objetivos y su relación con los contenidos se puede efectuar un
proceso vertical donde los objetivos determinan la selección de los contenidos (figura 3) o
los contenidos seleccionados facilitan un tipo u otro de objetivos (figura 4) o un proceso
horizontal en el que contenidos y objetivos se consideran como un par dialéctico (figura 5).
De esta manera, cuando el profesor intenta diseñar el proceso de instrucción en su aula puede
proceder de diversas maneras, concretamente factorial de 3 (3!), que dependerán del papel
que los alumnos, los objetivos y los contenidos instruccionales jueguen en ese proceso. Es
evidente que esos seis tipos posibles de diseños instruccionales vendrán determinados por la
teoría educativa (implícita o explícita) del profesor, concretada en términos de fines
educativos y supuestos básicos sobre los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
En primer lugar, el profesor puede partir de los objetivos como elemento director del proceso
instruccional y, teniendo en cuenta las características psicosociales de sus alumnos,
plantearse cómo debe seleccionar y organizar los contenidos curriculares para que puedan
alcanzarlos. Este tipo de diseño, que suele ser muy común en educación infantil y que
podríamos denominar diseño teleocéntrico primario, respondería a la siguiente secuencia
jerárquica:
En segundo lugar, el profesor también podría, partiendo de esos objetivos, plantearse qué
contenidos instruccionales serían los más adecuados para alcanzarlos y organizar su actividad
docente a partir de estos parámetros. Este diseño podría denominarse diseño teleocéntrico
secundario y se ajustaría al siguiente diagrama de flujo:
En tercer lugar, el planificador instruccional podría considerar los contenidos como el
cigüeñal de los procesos de enseñanza y aprendizaje y, teniendo en cuenta la población
escolar a la que va dirigido, fijar los propios objetivos. Este diseño que podríamos designar
como diseño logocéntrico primario suele ser bastante frecuente en los niveles superiores de
la enseñanza obligatoria y responde a la siguiente secuencia:
En cuarto lugar, el docente podría partir de los contenidos instruccionales y fijar los objetivos
a partir de esos contenidos, planteando un diseño logocéntrico secundario que responde
básicamente a la lección magistral y que haría que su acción docente siguiera la siguiente
secuencia:
En quinto lugar, puede partir de los alumnos como eje central del proceso, para establecer la
subsecuente diferenciación de objetivos adaptados a las características de esos alumnos y
terminar estableciendo qué contenidos y de qué manera se deberán organizar para que
alcancen los objetivos fijados diferencialmente. Este tipo de diseño, que podríamos
denominar diseño psicocéntrico primario, responde a la siguiente secuencia:
En sexto lugar, se puede partir igualmente de los alumnos, pero considerando los contenidos
instruccionales como antecedente y los objetivos como consecuente, es decir, dadas las
características de los alumnos, qué contenidos curriculares debe seleccionar y cómo debe
estructurarlos y organizarlos con el fin de que puedan ser asimilados por los estudiantes. Este
tipo de diseño, que podríamos denominar diseño psicocéntrico secundario, se plantea
objetivos estrictamente instruccionales y responde a la siguiente secuencia:
Además de estos seis tipos de diseño, donde las relaciones entre los elementos del proceso
Instruccional se encuentran sometidos a una marcada relación jerárquica, a finales de la
década de los setenta e inicios de los ochenta, comienzan a aparecer otros tipos de diseño que
están vehiculados por tres cambios esenciales. En primer lugar (ver figura 5), el hecho de que
los contenidos y los objetivos empiezan a cobrar un sentido dialéctico (ley de la coincidencia
de los opuestos no contradictorios); en segundo término, el deslizamiento de la psicología de
la educación hacia una de la instrucción que conducirá a una transformación de los objetivos
educativos en instruccionales y, en tercer lugar, una reconceptualización de los procesos de
enseñanza y aprendizaje que llevará, en el constructivismo radical, a la consideración de estos
últimos como reestructuraciones de los instrumentos cognitivos del individuo, que son el
resultado de las interacciones que se producen entre alumnos y contenidos durante la
instrucción. Desde estos planteamientos, el modelo de diseño Instruccional en el
constructivismo más radical responde al siguiente diagrama:
Sin embargo, la rápida evolución del paradigma dialéctico en que se enmarca el
constructivismo con la pronta incorporación al modelo cognitivo inicial de las perspectivas
socio-cultural y lingüística y, en general de los enfoques posmodernos en psicología (Coll,
2001b), junto con la necesidad epistemológica que emana de las propias leyes dialécticas en
donde no puede regir el principio del tercio excluso (Serrano, 2003) y la transformación del
principio de interacción por el de interactividad (Colomina, Onrubia y Rochera, 2001),
plantea la necesidad de incluir la dimensión "profesor" en un análisis efectivo de los procesos
de enseñanza y aprendizaje en igualdad con las otras dos dimensiones de la unidad de análisis
(alumnos y contenidos). El diseño Instruccional constructivista responderá a la unidad de
análisis de los procesos de enseñanza y aprendizaje: el triángulo didáctico o triángulo
interactivo.
Las relaciones profesor-alumnos-contenido: el triángulo interactivo
Desde la perspectiva anterior podemos afirmar que los principios explicativos de la
concepción constructivista nos presentan el aprendizaje académico como el resultado de un
complejo proceso relacional establecido en torno a tres elementos: los alumnos que
aprenden, los contenidos que se aprenden y el profesor que ayuda a esos alumnos a construir
significados y a atribuir sentido a los contenidos que aprenden.
Por tanto tenemos, en primer lugar, lo que los alumnos aportan al acto de aprender, que es su
actividad mental constructiva y que actúa como mediadora entre la enseñanza del profesor y
los contenidos cuyo aprendizaje deben llevar a cabo. En segundo lugar, nos encontramos con
la influencia educativa que ejerce el profesor a través de su conducta didáctica y que actúa
como elemento mediador entre la actividad mental constructiva de los alumnos y los
significados vehiculados por los propios contenidos instruccionales. Finalmente, nos
encontramos con la naturaleza singular y las características específicas de los contenidos
académicos que "mediatizan" la actividad conjunta que el profesor y los alumnos despliegan
en torno a ellos. Estos tres elementos conforman la unidad de análisis de los procesos de
enseñanza y de aprendizaje desde la perspectiva del paradigma constructivista y constituyen
el llamado triángulo didáctico o triángulo interactivo, cuyos vértices se encuentran
ocupados por cada uno de ellos: profesor, alumnos y contenido (figura 6).
La adopción del triángulo didáctico como unidad de análisis de los procesos instruccionales
supone asumir un modelo molecular de análisis que ya no se centra, de manera atomística,
en las características del contenido, en la conducta instruccional del profesor o en la actividad
constructiva del alumno, ni siquiera en el análisis, lineal y más o menos jerarquizado, de las
relaciones interpersonales profesor-alumno en el aula o en el de las interacciones de carácter
logocéntrico entre los estudiantes y los contenidos o las tareas de aprendizaje. La asunción
del triángulo interactivo equivale a considerar como unidad mínima significativa para
comprender los procesos de enseñanza y de aprendizaje en el aula, la articulación, en un
todo significativo, de las actuaciones del profesor y los alumnos en torno a un
determinado contenido, lo que equivale a sustituir el concepto de interacción (función)
por el de interactividad (funcionamiento).
Para el paradigma constructivista, el concepto funcional de interactividad supone la
imposibilidad de comprender, por ejemplo, lo que dice y hace el profesor sin tener en
cuenta lo que han dicho o hecho los alumnos, igual que no es posible comprender lo que
dice y hace el profesor si no es bajo la perspectiva de anticipación sobre lo que dirán y
harán los alumnos, porque ello es consecuente con la reciprocidad, mutualidad y
contingencia de las actuaciones de los participantes en situación de interacción. Además,
como postulan las propuestas sobre el análisis ecológico del aula, para entender los
comportamientos de los participantes en un momento determinado hay que tener en
cuenta los contextos y patrones de actividad conjunta en los que se ubican esos
comportamientos, donde precisamente esta contextualización es la que hace que cobren
su auténtico protagonismo los contenidos instruccionales y las tareas de aprendizaje que
conducen a su adquisición, tal y como manifiesta claramente el legado que sobre los
procesos de aprendizaje nos han dejado las investigaciones realizadas, tanto desde el
paradigma ecológico, como desde las teorías del procesamiento humano de la
información (Mayer, 1999).
Desde esta perspectiva sobre el profesor, en tanto planificador de la instrucción, parece
recaer una serie de responsabilidades, tareas y toma de decisiones que van a afectar tanto a
los sistemas estructurales físico y social (organización del aula, establecimiento del sistema
de relaciones sociales y didácticas), como procedimentales (metodología, adaptaciones
curriculares significativas o no significativas, organización logocéntrica de los contenidos,
estructuración de las tareas). Si tratamos de resumir en una única proposición el abanico de
toma de decisiones que debe realizar el profesor "en solitario", podríamos situarla en el nivel
de diseño y consistiría en encontrar el equilibrio entre el currículo (estructuración de
contenidos y objetivos) y la instrucción (el modo de alcanzarlos, teniendo en cuenta las
características de sus alumnos). En este sentido, si realizamos una inspección por los
componentes del diseño Instruccional (figura 7) podemos observar que el único triángulo
interactivo que existe es el formado por "alumnos - contenidos -objetivos" (o su equivalente
"alumnos - estructura de tarea - estructura de meta") que, como apuntamos con anterioridad,
refleja claramente la manera de abordar el diseño Instruccional por parte del profesor (diseños
psicométrico, logocéntrico y teleocéntrico
Desde esta perspectiva, la función del profesor es lograr el equilibrio necesario entre los tres
elementos básicos en los procesos de enseñanza y de aprendizaje, así como sus interacciones
y sus relaciones de interdependencia. En primer lugar, debe determinar cuál es el tipo de
interacción entre iguales más adecuado para el proceso (interacción alumno ↔ alumno). En
segundo, determinar qué objetivos quiere alcanzar y cómo debe organizarlos (relación entre
objetivos) para generar una interdependencia positiva entre los alumnos (interacción alumnos
↔ objetivos). En tercer lugar, determinar cuáles son los contenidos más adecuados para
alcanzar los objetivos propuestos (interrelación objetivos ↔ contenidos), establecer una
organización logocéntrica de los mismos (relación entre ellos) y plantear las tareas para que
los alumnos puedan aprender de manera significativa los contenidos asignados (interacción
alumnos ↔ contenidos).
Además, dada la diversidad del aula, los alumnos tendrán marcados objetivos diferenciales;
el profesor debe organizar una estructura de tarea que posibilite que cada uno alcance el nivel
de significatividad de un contenido de acuerdo con sus capacidades (interacción entre
contenidos y el binomio alumnos ↔ objetivos). Igualmente, deberá tener en cuenta que el
logro de unos objetivos determinados vendrá condicionado por el tipo de interacción que
exista entre el alumno y la tarea a desarrollar (interacción entre objetivos y el binomio
alumnos ↔ contenidos) y considerar que el alumno sólo se verá motivado si la tarea le
permite alcanzar las metas que espera (interacción entre los alumnos y el binomio objetivos
↔ contenidos). Finalmente debe determinar cuál debe ser su rol en estos procesos
interactivos.
, respectivamente), según centre su atención en uno u otro de los vértices del triángulo.
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-66662008000300002
Esta modificación a la unidad de análisis del constructivismo no cambia la concepción
sustantiva básica del paradigma, al contrario, nuestro discurso sigue siendo integrador
de las posturas propias de los constructivismos de orientación cognitiva, socio-cultural y
social ya que, como acabamos de ver, proponemos que el profesor debe actuar
respetando y aprovechando la actividad constructiva del alumno (que se produce, como
proponía Jean Piaget, a través de un proceso de equilibración mayorante), garantizando
los procesos de andamiaje (que se basan en la ley vygotskiana de la doble formación de
los procesos psicológicos superiores) y conociendo y permitiendo conocer las reglas
educacionales básicas de comunicación en el aula, con el fin de intervenir y organizar
las actividades de manera que se posibilite y favorezca el proceso de negociación de
significados en torno a lo que se hace y a lo que se dice (como postulan los enfoques
posmodernos en psicología).
Seguimos admitiendo que el profesor deberá tener muy en cuenta que los contextos de
interacción son construidos por las propias personas que participan en el acto educativo
y que los intercambios no se pueden producir bajo el principio de todo-o-nada, es decir,
bajo la dicotomía maniquea de que ocurren bajo un respeto absoluto a las reglas o no
se producen, porque la realidad del aula es tan compleja que sería un error considerar
las interacciones que se generan en ella como la "escenificación" de un guión con un
reparto de roles establecidos de antemano. Lo que afirmamos es que el guión (diseño),
aunque debe ser flexible, es necesario; que el guión reúne las características de una
secuencia instruccional y que, por lo tanto, es imprescindible ampliar el concepto
de secuencia didáctica para transformarlo en secuencia instruccional que sería "la
unidad procesual mínima del proceso de instrucción que incluye todos los componentes de
este proceso (objetivos, contenidos, tareas de aprendizaje y de evaluación) y en la que es
posible identificar claramente el inicio y la conclusión". Esto nos lleva a reorganizar la unidad
de análisis del paradigma constructivista porque con nuestra propuesta se amplían el número
de interacciones y se modifica la posición del profesor desde un punto de vista instrumental.
Establecer el principio de que estos procesos tienen una función social y socializadora, obliga
a plantearse las relaciones entre el desarrollo individual y el contexto socio-cultural en que
tiene lugar ese desarrollo, es decir, a conjugar lo interpersonal con lo intrapersonal. Instaurar
el principio de la doble finalidad del aprendizaje supone admitir que aprender no sólo consiste
en dominar unos contenidos (saber qué es y/o cómo se hace), sino atribuir sentido a lo que
se aprende y al propio acto de aprender, es decir, a conjugar los contenidos y las metas del
aprendizaje.
Finalmente, implantar el principio de que los procesos de enseñanza y aprendizaje están
mediados nos obliga a efectuar tres consideraciones: a) la actividad constructiva del aprendiz
como elemento mediador entre los procesos de enseñanza y de aprendizaje; b) al profesor (y,
en su caso, los iguales) como agente(s) mediador(es) entre el aprendiz y los conocimientos
que debe aprender, las metas a alcanzar y las competencias que debe adquirir y, c) la
estructura de estos contenidos instruccionales mediatizan la actividad que el profesor y los
alumnos despliegan sobre ellos.
Esta concepción de los procesos de enseñanza y aprendizaje descarta la posibilidad, que
planteábamos al principio, de tres tipos de diseño (psicocéntrico, logocéntrico y
teleocéntrico), por cuanto el profesor debe armonizar (equilibrar) los tres vértices del
triángulo instruccional. Hemos pasado, por tanto, de una unidad de análisis de las secuencias
didácticas, basada fundamentalmente en el eje de la construcción de significados, a una de
análisis tridimensional de las secuencias instruccionales, basada en la construcción de
significados, la atribución de sentido y la adquisición de competencias.
Creemos, además, que esta nueva unidad de análisis de los procesos de enseñanza y
aprendizaje puede ayudar a los profesores a reflexionar mejor sobre su propia actividad
docente, lo que en teoría debe mejorar su formación, ya que todo proceso de formación del
profesorado debe tener como eje fundamental la reflexión, en y sobre la acción docente, ya
que sólo es posible formar profesionales reflexivos mediante un proceso de análisis de la
propia actividad profesional (Schón, 1992).
ESTRATEGIAS DOCENTES Y MÉTODOS DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE EN
LA EDUCACIÓN SUPERIOR
El término estrategia se emplea cada vez con mayor frecuencia en la literatura pedagógica,
a pesar de sus múltiples acepciones e interpretaciones. Son indiscutibles las ventajas que su
adecuada utilización puede ofrecer en los procesos educativos.
Ante un mundo en constante proceso de cambio, la educación sigue siendo la respuesta
pedagógica estratégica para dotar a los estudiantes de herramientas intelectuales, que les
permitirán adaptarse a las incesantes transformaciones del mundo laboral y a la expansión
del conocimiento. Por ello, la necesidad de la planificación y el uso de estrategias docentes
que potencien aprendizajes reflexivos y una educación para afrontar los cambios, la
incertidumbre y la dinámica del mundo actual, se fundamenta en la actualidad, entre otros
aspectos por:
• el crecimiento vertiginoso de la información y la infinitud del conocimiento humano;
• el acelerado avance de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones;
• la proyección del aprendizaje a lo largo de toda la vida, lo cual pone al docente ante la
necesidad de preparar a los estudiantes para que puedan aprender por sí mismos y sean
capaces de dirigir su propio aprendizaje, a través del dominio consciente de sus recursos
para generar estrategias y definir, emplear y evaluar los procedimientos necesarios para
resolver problemas, atendiendo a las condiciones del medio y a las suyas propias;
• los nuevos modos de aprender, basados en el descubrimiento y la participación, con
sistemas más flexibles, que permitan incorporar las herramientas tecnológicas para la
búsqueda de información y compartir problemas, proyectos y tareas en la vida cotidiana.
Al abordar el estudio de las estrategias docentes y los métodos de enseñanza-aprendizaje se
requiere desde el inicio la precisión conceptual, debido a la falta de criterios unánimes en su
conceptualización desde las ciencias pedagógicas. Al respecto, es preciso considerar algunas
de sus acepciones brevemente y explicar el significado que se le otorga a cada uno de ellos,
sin pretender agotar la diversidad de posiciones al respecto.
En la literatura se pueden encontrar las denominaciones siguientes: estrategias de enseñanza,
estrategias de aprendizaje, estrategias de enseñanza-aprendizaje, estrategias o técnicas
didácticas, estrategias docentes, entre otras, las cuales se utilizan indistintamente. Ello
obedece a que sus fronteras son difusas y en ocasiones pueden ser utilizadas con múltiples
significaciones. Además, en no pocas oportunidades se tiende a la utilización de palabras
como táctica, técnica, procedimiento, etc., para hacer referencia a las estrategias, lo que trae
como consecuencia disímiles problemas de interpretación.
Las anteriores consideraciones hacen que sea necesario precisar las relaciones que se
establecen entre estrategia y táctica. La consulta en la bibliografía especializada1
sobre el
particular permite arribar a las siguientes consideraciones:
• Las estrategias son consideradas a un nivel macro o global; mientras que las tácticas se
instauran en una dimensión micro o específica.
• El término estrategia alude al empleo consciente, reflexivo y regulativo de acciones y
procedimientos – de dirección, educación, enseñanza o aprendizaje, según el caso– en
condiciones específicas.
• Las tácticas suelen verse como procedimientos para la consecución de una finalidad.
• Una táctica es un procedimiento específico que se aplica y que tributa a todo el proceso, a
la estrategia en general.
Ortiz destaca como los rasgos esenciales de las estrategias en el ámbito pedagógico
presuponen la planificación de acciones a corto, mediano y largo plazo; no son estáticas, son
susceptibles al cambio, la modificación y la adecuación de sus alcances por la naturaleza
pedagógica de los problemas a resolver; poseen un alto grado de generalidad de acuerdo con
los objetivos y los principios pedagógicos que se asuman, así como la posibilidad de ser
extrapoladas a diversas situaciones; y permiten lograr la racionalidad de tiempo, recursos y
esfuerzos.2
Lo planteado permite expresar los aspectos más generales de las estrategias en el ámbito
pedagógico, sin llegar a una definición exacta de las mismas. Específicamente, al realizar la
distinción entre estrategias de enseñanza y estrategias de aprendizaje, es necesario partir de
la idea de que el proceso de enseñanza-aprendizaje es síntesis, por lo que ha sido un error
divorciar uno del otro. No obstante, pueden distinguirse ambos tipos de estrategias si se tiene
en cuenta que, en el caso de las estrategias de enseñanza, el énfasis está en la planificación,
el diseño, la secuenciación, la elaboración y la realización del contenido; mientras que las
estrategias de aprendizaje se refieren a las acciones de los alumnos que se dan durante el
aprendizaje e influyen en la motivación, la asimilación, la interpretación, la retención y la
transferencia de la información.3
Díaz y Hernández4
expresan que la investigación sobre estrategias de enseñanza ha abordado
aspectos como el diseño y el empleo de objetivos de enseñanza, preguntas insertadas,
ilustraciones, modos de respuesta, organizadores anticipados, redes semánticas, mapas
conceptuales y esquemas de estructuración de textos. Por su parte, la investigación sobre
estrategias de aprendizaje se ha enfocado en el campo del denominado aprendizaje
estratégico, a través del diseño de modelos de intervención, cuyo propósito es dotar a los
estudiantes de estrategias efectivas para el aprendizaje independiente.
Así, las estrategias de aprendizaje son procesos de toma de decisiones, en las cuales el
estudiante elige y recupera los conocimientos que necesita para cumplimentar una
tarea.5
Estas estrategias son procedimientos personales que permiten, por una parte, el
control, la selección y la ejecución de métodos y técnicas para el procesamiento de la
información; y por el otro, planificar, evaluar y regular los procesos cognitivos que
intervienen en dicho proceso.
En la bibliografía se recogen diversos tipos de estrategias de aprendizaje, entre las que se
destacan estrategias: de apoyo, cognitivas o de procesamiento de la información,
metacognitivas, entre otras. Todas constituyen procesos complejos de toma de decisiones
personalizadas que parten de una necesidad y que conllevan a la permanente autorregulación
en función de predicciones, anticipaciones, cambios y reformulaciones, en estrecha
correspondencia con la búsqueda del logro de los objetivos trazados de la forma más
eficiente.
Es necesario destacar que las estrategias de aprendizaje son susceptibles de ser enseñadas por
parte del docente, de esta forma el aprendizaje no es solo la adquisición de conocimientos
sino también la búsqueda de “[…] los medios que conducen a la solución de los
problemas…”6
Ello llega a constituirse en un aprendizaje estratégico, ya que el estudiante de
forma consciente elige, planifica, coordina y aplica los métodos y los procedimientos
necesarios para conseguir un objetivo o aprendizaje.
Las estrategias de enseñanza y las de aprendizaje se encuentran involucradas, en virtud de la
unidad entre enseñar y aprender. Por lo que cada vez es más frecuente la utilización de la
expresión estrategias de enseñanza-aprendizaje, las cuales pueden ser consideradas como
secuencias integradas, más o menos extensas y complejas, de acciones y procedimientos
seleccionados y organizados que, atendiendo a todos los componentes del proceso, persiguen
alcanzar los fines educativos propuestos.7
Bajo este criterio, la aplicación reflexiva de un sistema secuencial de acciones y
procedimientos para la enseñanza presupone necesariamente el condicionamiento de las
acciones del estudiante. Es por ello que es inapropiado enfocar estrategias de enseñanza como
algo independiente de las estrategias de aprendizaje, pues significa concebir una división que
es contraria a la propia dinámica del proceso de enseñanza-aprendizaje.
En otro orden, se pueden encontrar en ocasiones ideas que reducen el concepto de estrategia
de enseñanza-aprendizaje a un conjunto de métodos de enseñanza, todo lo cual presupone
una limitación de su alcance pues, aunque en ellas se contemplan acciones relacionadas con
la selección y la combinación de diversos métodos para promover los aprendizajes, sus
acciones deben tener en cuenta la articulación práctica de todos los componentes del proceso
docente-educativo.
Es por ello que, en este mismo sentido, Ortiz utiliza la expresión estrategia didáctica, lo cual
presupone enfocar el cómo enseña el docente y cómo aprende el alumno, a través de un
proceso donde los últimos aprenden a pensar y a participar activa, reflexiva y creadoramente.
En tal sentido, las estrategias didácticas no se limitan a los métodos y las formas con los que
se enseña, sino que además incluyen acciones que tienen en cuenta el repertorio de
procedimientos, técnicas y habilidades que tienen los estudiantes para aprender; lo cual,
como expresa el mencionado autor, es una concepción más consecuente con las tendencias
actuales de la Didáctica.
Otra expresión utilizada es la de estrategia docente, considerada como un plan flexible y
global que alude al empleo consciente, reflexivo y regulativo de acciones que se conciben
para alcanzar los objetivos del proceso docente-educativo. Asimismo, expresa la
intencionalidad de las acciones que guían la selección de los métodos más apropiados para
la dirección del aprendizaje, teniendo en cuenta las condiciones en que este proceso
transcurre, la diversidad de los estudiantes, los contenidos y los procesos.
Los aspectos anteriormente señalados tienen una connotación especial en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, pues implica retomar lo planteado al inicio de este artículo, donde se
expresa que este es un proceso de dirección, lo que presupone la utilización de estrategias
por parte del docente para responder a las necesidades y exigencias sociales.
A partir de lo analizado, es válido utilizar el término estrategia docente para significar las
secuencias de acciones que, atendiendo a todos los componentes del proceso, guían la
selección de los métodos y los recursos didácticos más apropiados para la dirección del
aprendizaje, teniendo en cuenta las condiciones en que este proceso transcurre, la diversidad
de los estudiantes, los contenidos y los procesos, para alcanzar los fines educativos
propuestos.
Entre las cualidades esenciales de las estrategias docentes se destacan la contextualización,
la secuenciación de las acciones y la flexibilidad. Es por ello que se consideran como
condiciones inherentes a la estrategia: la correspondencia estricta y la interrelación dialéctica
entre recursos y acciones, así como la selección y la combinación secuenciada de métodos y
procedimientos didácticos, en correspondencia con los componentes del proceso docente-
educativo y el doble control, para determinar su efectividad y para emprender su
mejoramiento.1
El éxito y el carácter de una estrategia docente depende en gran medida de cómo se haya
secuenciado y, por ende, qué y cómo los estudiantes aprenden. Por otra parte, las estrategias
son susceptibles a ser modificadas, a partir de las propias transformaciones que se vayan
operando en el proceso. Ello implica la permanente valoración de sus resultados, con el fin
de establecer las adecuaciones y los cambios requeridos para lograr los objetivos.
Las estrategias docentes pueden estar sustentadas en diferentes modelos de aprendizaje
(conductista, cognitivista, humanista, constructivista e histórico-cultural) y tener diversos
enfoques (inductivos, deductivos y mixtos). Hoy se revela una tendencia hacia la búsqueda
de modelos y enfoques integradores, que intentan incorporar lo más valioso de lo aportado
por las concepciones precedentes y que constituyen resultados científicos indiscutibles de las
ciencias pedagógicas.
Entre los principales aportes para la concepción de las estrategias docentes de estos enfoques
se destacan: la personalización del proceso, el carácter activo del sujeto que aprende, la
vinculación de lo cognitivo con lo afectivo, la consideración del contexto donde se produce
el aprendizaje, la armonía entre el trabajo individual y el colectivo, la comunicación maestro-
alumno y alumno-alumno, la necesidad de potenciar el autoaprendizaje y el papel del docente
como gestor del proceso de enseñanza-aprendizaje.
A pesar de la diversidad de criterios en cuanto a la terminología utilizada e
independientemente de las diferencias en la nomenclatura, como características esenciales de
las estrategias docentes tanto para una concepción del aprendizaje como para un proceso
estratégico se reconocen las siguientes:
• Las acciones de enseñanza se subordinan al aprendizaje y guían la actividad de los alumnos
para alcanzar los objetivos propuestos.
• Los métodos seleccionados están orientados a propiciar el cuestionamiento, la actitud de
búsqueda, el procesamiento de la información, el reconocimiento de la propia identidad,
el aprender a autorregularse, el desarrollo de un pensamiento crítico y la solución de
problemas.
• El importante valor de la metacognición, pues el estudiante debe ser capaz de tener un
control de su proceso de aprendizaje e identificar sus estrategias, sus métodos para resolver
problemas, así como el conocimiento que necesita para ello.
• La importancia de la comunicación y las interacciones sociales en el proceso de enseñanza-
aprendizaje, donde se socializa el conocimiento individual, enriqueciéndolo y
potenciándolo en el conocimiento colectivo que surge como producto de la actividad
grupal, por lo que se debe estimular la cooperación entre los participantes y el desarrollo
de habilidades de trabajo en grupo.
• El desarrollo de la actitud positiva hacia el aprendizaje y el respeto por la autonomía del
estudiante.
Por último, se realiza una breve referencia a los métodos de enseñanza-aprendizaje, ya que
ellos constituyen la vía, o el camino, que se adopta en la ejecución del proceso de enseñanza-
aprendizaje para que, haciendo uso del contenido, los estudiantes puedan alcanzar el objetivo.
Constituyen el elemento más dinámico de este proceso que concreta la relación de los sujetos
en cada eslabón por los que transita.
Los métodos de enseñanza-aprendizaje se diferencian de las estrategias docentes por su
carácter práctico y operativo, mientras que las estrategias se identifican por su carácter global
y de coordinación de acciones a mediano y largo plazo. Las estrategias docentes tienen mayor
alcance que los métodos de enseñanza-aprendizaje, y como parte de la estrategia docente es
necesario seleccionar de forma armónica los métodos que implican acciones productivas en
el aprendizaje para alcanzar los objetivos.
Sin embargo, en la práctica no siempre resulta fácil delimitar claramente las fronteras que
separan las estrategias docentes de los métodos de enseñanza-aprendizaje, ni de estos con las
técnicas y los procedimientos que componen un método. Por ejemplo, algunos prefieren
utilizar el término estrategia de enseñanza-aprendizaje por el de métodos de enseñanza-
aprendizaje, otros lo usan indistintamente, lo cual puede limitar el alcance de las primeras,
como ya ha sido argumentado.
Entre los métodos de enseñanza-aprendizaje que en los últimos tiempos han sido reconocidos
por la Didáctica y que deben estar en el repertorio de los docentes, se encuentran: el
aprendizaje basado en problemas, el aprendizaje basado en proyectos, él método de casos,
las simulaciones dramatizadas o través de las tecnologías, el método de situación, las
discusiones, las dinámicas de grupo y el aprendizaje colaborativo en el aula, entre otros.
Todos pueden combinarse con técnicas participativas, analogías, demostraciones, mapas
conceptuales, gráficos, etc., para favorecer el desarrollo de las actividades formativas.
El aprendizaje basado en problemas es un método de trabajo activo, centrado en el
aprendizaje, en la investigación y la reflexión para llegar a la solución de un problema
planteado, donde los alumnos participan constantemente en la adquisición del conocimiento,
la actividad gira en torno a la discusión y el aprendizaje surge de la experiencia de trabajar
sobre la solución de problemas que son seleccionados o diseñados por el profesor. La
solución de problemas genera conocimientos y promueve la creatividad, estimula el
autoaprendizaje, la argumentación y la toma de decisiones, favorece el desarrollo de
habilidades interpersonales y de trabajo en equipo.
El aprendizaje basado en proyectos es un método que permite un proceso permanente de
reflexión, parte de enfrentar a los alumnos a situaciones reales que los llevan a comprender
y aplicar aquello que aprenden como una herramienta para resolver problemas o proponer
mejoras en las comunidades en donde se desenvuelven. Con la realización del proyecto, el
alumno debe discutir ideas, tomar decisiones, evaluar la puesta en práctica de la idea del
proyecto, siempre sobre la base de una planificación de los pasos a seguir. Además, involucra
a los estudiantes en la solución de problemas y otras tareas significativas, les permite trabajar
de manera autónoma y favorece un aprendizaje contextuado y vivencial.
El método de casos parte de la descripción de una situación concreta con finalidades
pedagógicas. El caso se propone a un grupo para que individual y colectivamente lo sometan
al análisis y a la toma de decisiones. Al utilizar el método del caso se pretende que los
alumnos estudien la situación, definan los problemas, lleguen a sus propias conclusiones
sobre las acciones que habría que emprender y contrasten ideas, las defiendan y las reelaboren
con nuevas aportaciones. La situación puede presentarse mediante un material escrito,
filmado, dibujado o en soporte informático o audiovisual. Generalmente, plantea problemas
que no tienen una única solución, por lo que favorece la comprensión de los problemas
divergentes y la adopción de diferentes soluciones mediante la reflexión y el consenso.
En sentido general, además de lo ya señalado, la utilización armónica y combinada de los
métodos reseñados mejora la autoestima y la flexibilidad de los estudiantes, propicia el
autoconocimiento, el conocimiento de los otros y la autonomía para el aprendizaje, favorece
la motivación al trabajar con situaciones reales, propicia un ambiente de intercambio y
diálogo, con más responsabilidades individuales y grupales.
La concepción de las estrategias docentes estará en dependencia de: los objetivos a lograr,
las características del contenido (este condiciona el modo de cómo se aprende, de acuerdo
con la ciencia o el área de que se trate), las características del grupo con el cual se trabajará,
del espacio y los recursos con que se cuenta, y del dominio de los métodos por parte del
profesor, de las competencias o habilidades a desarrollar.
En las estrategias docentes es necesario que se haga referencia a cómo se organiza y dirige
la actividad de aprendizaje, para lo que se requiere determinar en cada momento de la
actividad qué acciones deben ser realizadas por los estudiantes y cuáles por el profesor, en
su función de director. Esto significa que se estructure la actividad siguiendo las etapas de
cualquier actividad humana: la orientación, la ejecución y el control valorativo, que tiene
lugar a lo largo de todo el proceso.
De este modo, en las estrategias docentes se debe partir de definir los objetivos generales y
los específicos, la planificación de las acciones para la selección de los recursos didácticos,
los medios, los métodos y las actividades que corresponden a estos objetivos en el proceso
de aprendizaje. También, debe explicarse la metodología a seguir; esto es, la explicación de
qué se va a hacer y cómo, incluyendo las actividades y las tareas que desarrollarán los
alumnos para alcanzar los objetivos. Asimismo, debe planificarse la evaluación y el control
para la valoración permanente de las mismas.
Al concebir las actividades, es importante que se tenga en cuenta que varias de ellas ayuden
al aprendizaje colaborativo y al trabajo grupal y fortalezcan las relaciones entre los
estudiantes, por lo que se deben orientar y organizar de manera tal que el estudiante sienta la
necesidad de agruparse para poder resolver la tarea, y reforzar así el papel educativo que
tienen estas acciones en su formación integral.
Sería interminable la lista de estrategias particulares que podrían concebirse con la utilización
de diferentes métodos y combinaciones de ellos, pero al utilizar estrategias docentes
centradas en el aprendizaje de los alumnos, los roles tradicionales cambian, tanto del
alumnado como del profesor. Este último ayudará a los alumnos a reflexionar, identificar
necesidades de información y los guiará a alcanzar las metas de aprendizaje propuestas.
CONCLUSIONES
Las estrategias docentes se diseñan para resolver problemas de la práctica educativa e
implican un proceso de planificación en el que se produce el establecimiento de secuencias
de acciones, con carácter flexible, orientadas hacia el fin a alcanzar.
En las estrategias docentes se interrelacionan dialécticamente en un plan global los objetivos
que se persiguen, los recursos didácticos, los métodos de enseñanza-aprendizaje y las
actividades para alcanzarlos, a partir de fases o etapas relacionadas con las acciones de
orientación, ejecución y control de la actividad de aprendizaje.
Como parte de la estrategia docente, deben elaborarse recursos didácticos que permitan
proporcionar información, motivar a los estudiantes, guiar los aprendizajes, desarrollar
habilidades, evaluar los conocimientos y habilidades, y proporcionar espacios para la
expresión y la creación.
Las estrategias docentes son válidas en su totalidad en un momento y un contexto específicos.
La diferencia de grupos, estudiantes, profesores, materiales y contexto obliga a cada maestro
a ser “creador” de estrategias docentes y métodos de enseñanza-aprendizaje.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1. Rodríguez del Castillo MA. Aproximaciones al estudio de las estrategias como resultado
científico. Centro de Ciencias e Investigaciones Pedagógicas de la Universidad Pedagógica
Félix Varela; 2004.
2. Ortiz E. Estrategias educativas y didácticas en la Educación Superior. Pedagogía
Universitaria. 2004;IX(5):2.

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  • 1. LECCIÓN 1 METODOLOGÌA DE LA ENSEÑANZA A. Metodología de la Enseñanza 1. Relaciones entre concepciones de la enseñanza y objetivos de enseñanza 1.2 Las perspectivas en la metodología de la enseñanza 1.2.1 La perspectiva logocéntrica 1.2.2 La perspectiva psicocéntrica 2. ESTRATEGIAS DOCENTES Y MÉTODOS DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR 2.1 Estrategias centradas en prácticas educativas en contextos reales 2.2 Estrategias centradas en prácticas educativas en contextos no reales 2.3 Estrategias centradas en el docente METODOLOGÍA DE LA ENSEÑANZA La concepción constructivista de la instrucción. Hacia un replanteamiento del triángulo interactivo El diseño Instruccional, para el caso de la programación de aula, presenta una vertiente psicológica y otra científica. La primera implica que el profesorado del aula y sus colaboradores (de manera muy especial el orientador) sean capaces de efectuar una adaptación tanto de los objetivos como de los contenidos del currículum, y la segunda exige que reúnan y secuencien esos elementos del currículum a través de unidades que se encuentren muy próximas a los alumnos y alumnas que componen el grupo de clase, para que, a través de esta contextualización, resulten motivantes y generen un aprendizaje significativo. La programación de aula bien sea a largo plazo, bien a corto, representa la adaptación del proyecto educativo y del curricular del centro a la realidad concreta del aula, constituye el tercer nivel de concreción del diseño Instruccional y es lo que se conoce como microdiseño de la instrucción. Este enorme y complejo despliegue se realiza para que unos alumnos adquieran en un contexto Instruccional específico (aula), de manera adecuada, unos saberes (contenidos) determinados por la cultura con la finalidad de que puedan dar o elaborar respuestas adaptadas (objetivos) a la mayor parte de las demandas del entorno socio-cultural en el que se encuentran inmersos. Cuatro son pues los elementos básicos que maneja el profesor a la hora de efectuar el diseño Instruccional a corto plazo (Serrano y Pons, 2006:4344): el contexto específico de su aula,
  • 2. los alumnos, los contenidos y los objetivos. En efecto, lo primero que debe hacer el planificador de la instrucción es determinar las condiciones materiales, psicosociales y contextuales de las que debe partir para efectuar un diseño realista (adaptado a esas circunstancias y condiciones), efectivo (que permita lograr las metas que se propone) y eficiente (para conseguir el máximo rendimiento con el mínimo coste posible). En relación con las condiciones materiales, el profesor tiene que considerar los equipamientos a los que puede tener acceso, los espacios y los tiempos y la disponibilidad de los recursos necesarios para su acción docente. En lo que toca a los elementos contextuales deberá analizar el contexto histórico-geográfico (evolución y tipología del alumnado, entorno físico y ecológico desde un enfoque próximo-distal), el socio-cultural y económico (tipo de población, sectores económicos, servicios, dinámica de la actividad cultural) y el legal (decretos, órdenes, resoluciones emanadas de la administración educativa). Finalmente y en relación con los elementos psicosociales, deberá tomar en cuenta, en primer término, las características individuales de los alumnos (nivel cognitivo, motivacional y comportamental), identificando las necesidades educativas especiales que pudieran presentar así como las características del grupo-aula (número de alumnos, cohesión grupal, necesidades, intereses y expectativas generales, presencia de minorías étnicas autóctonas); en segundo lugar, deberá considerarse a sí mismo como sujeto de la instrucción (características personales y docentes, conocimientos sobre la teoría educativa) y, en tercero, deberá conocer el entorno familiar de los alumnos (nivel socio-económico y cultural, ambiente familiar, valores, costumbres, actitudes hacia la escuela). Este diagnóstico de la situación inicial siempre es realizado por el profesor, bien sea de forma implícita o explícita y, en este último caso, bien se haga de forma poco elaborada o técnicamente. Tras esta primera aproximación diagnóstica el profesor se encuentra ante una toma genérica de decisiones que implica una reformulación de los objetivos generales, una consideración de los contenidos a desarrollar y una toma de perspectiva sobre los procedimientos metodológicos que debe utilizar. La consideración genérica de los contenidos instruccionales obliga al planificador de la instrucción a una matización sobre las características y modalidades que esos contenidos pueden adoptar: 1) contenidos vinculados con el conocimiento declarativo, que deberán ser adquiridos mediante la puesta en marcha de esquemas presentativos y operatorios (en tanto que tienen un componente presentativo), suelen denominarse contenidos informativos y se encuentran constituidos por hechos (piezas de información arbitrariamente asociadas), conceptos (representaciones mentales y genéricas de un conjunto de objetos, hechos o aspectos que comparten características comunes) y principios (conjuntos de conceptos relacionados que permiten explicar o predecir lo que ocurre en la realidad);
  • 3. 2) contenidos vinculados con el conocimiento procedimental, que deberán ser adquiridos mediante la puesta en marcha de esquemas y operatorios (en tanto que tienen un componente procedimental), suelen denominarse contenidos procedimentales y son conocimientos sobre el modo de actuar para alcanzar un objetivo, resolver un problema o elaborar un producto; y 3) contenidos actitudinales, que orientan y encauzan a los alumnos a inclinarse, preferir, elegir o actuar de manera determinada sobre aspectos específicos de la realidad. Los objetivos suponen metas a conseguir a través de los contenidos y hacen alusión a determinadas competencias, capacidades o habilidades que los alumnos han de alcanzar. Existe una lógica deductiva en el planteamiento de los objetivos que va desde los de mayor amplitud hasta los más concretos (generales: intenciones educativas muy amplias y sin indicar su conexión con las materias, temas o cuestiones a enseñar; específicos: intenciones educativas restringidas a aspectos muy concretos, especialmente en referencia con determinados contenidos educativos; operativos: intenciones educativas con un alto nivel de concreción que permiten ser evaluados sin equivocación a causa de unos criterios bien definidos como cantidad requerida, exactitud, condiciones específicas). A la hora de establecer los objetivos y su relación con los contenidos se puede efectuar un proceso vertical donde los objetivos determinan la selección de los contenidos (figura 3) o los contenidos seleccionados facilitan un tipo u otro de objetivos (figura 4) o un proceso horizontal en el que contenidos y objetivos se consideran como un par dialéctico (figura 5).
  • 4. De esta manera, cuando el profesor intenta diseñar el proceso de instrucción en su aula puede proceder de diversas maneras, concretamente factorial de 3 (3!), que dependerán del papel que los alumnos, los objetivos y los contenidos instruccionales jueguen en ese proceso. Es evidente que esos seis tipos posibles de diseños instruccionales vendrán determinados por la teoría educativa (implícita o explícita) del profesor, concretada en términos de fines educativos y supuestos básicos sobre los procesos de enseñanza y de aprendizaje. En primer lugar, el profesor puede partir de los objetivos como elemento director del proceso instruccional y, teniendo en cuenta las características psicosociales de sus alumnos, plantearse cómo debe seleccionar y organizar los contenidos curriculares para que puedan alcanzarlos. Este tipo de diseño, que suele ser muy común en educación infantil y que podríamos denominar diseño teleocéntrico primario, respondería a la siguiente secuencia jerárquica: En segundo lugar, el profesor también podría, partiendo de esos objetivos, plantearse qué contenidos instruccionales serían los más adecuados para alcanzarlos y organizar su actividad docente a partir de estos parámetros. Este diseño podría denominarse diseño teleocéntrico secundario y se ajustaría al siguiente diagrama de flujo: En tercer lugar, el planificador instruccional podría considerar los contenidos como el cigüeñal de los procesos de enseñanza y aprendizaje y, teniendo en cuenta la población escolar a la que va dirigido, fijar los propios objetivos. Este diseño que podríamos designar como diseño logocéntrico primario suele ser bastante frecuente en los niveles superiores de la enseñanza obligatoria y responde a la siguiente secuencia: En cuarto lugar, el docente podría partir de los contenidos instruccionales y fijar los objetivos a partir de esos contenidos, planteando un diseño logocéntrico secundario que responde básicamente a la lección magistral y que haría que su acción docente siguiera la siguiente secuencia:
  • 5. En quinto lugar, puede partir de los alumnos como eje central del proceso, para establecer la subsecuente diferenciación de objetivos adaptados a las características de esos alumnos y terminar estableciendo qué contenidos y de qué manera se deberán organizar para que alcancen los objetivos fijados diferencialmente. Este tipo de diseño, que podríamos denominar diseño psicocéntrico primario, responde a la siguiente secuencia: En sexto lugar, se puede partir igualmente de los alumnos, pero considerando los contenidos instruccionales como antecedente y los objetivos como consecuente, es decir, dadas las características de los alumnos, qué contenidos curriculares debe seleccionar y cómo debe estructurarlos y organizarlos con el fin de que puedan ser asimilados por los estudiantes. Este tipo de diseño, que podríamos denominar diseño psicocéntrico secundario, se plantea objetivos estrictamente instruccionales y responde a la siguiente secuencia: Además de estos seis tipos de diseño, donde las relaciones entre los elementos del proceso Instruccional se encuentran sometidos a una marcada relación jerárquica, a finales de la década de los setenta e inicios de los ochenta, comienzan a aparecer otros tipos de diseño que están vehiculados por tres cambios esenciales. En primer lugar (ver figura 5), el hecho de que los contenidos y los objetivos empiezan a cobrar un sentido dialéctico (ley de la coincidencia de los opuestos no contradictorios); en segundo término, el deslizamiento de la psicología de la educación hacia una de la instrucción que conducirá a una transformación de los objetivos educativos en instruccionales y, en tercer lugar, una reconceptualización de los procesos de enseñanza y aprendizaje que llevará, en el constructivismo radical, a la consideración de estos últimos como reestructuraciones de los instrumentos cognitivos del individuo, que son el resultado de las interacciones que se producen entre alumnos y contenidos durante la instrucción. Desde estos planteamientos, el modelo de diseño Instruccional en el constructivismo más radical responde al siguiente diagrama: Sin embargo, la rápida evolución del paradigma dialéctico en que se enmarca el constructivismo con la pronta incorporación al modelo cognitivo inicial de las perspectivas socio-cultural y lingüística y, en general de los enfoques posmodernos en psicología (Coll, 2001b), junto con la necesidad epistemológica que emana de las propias leyes dialécticas en donde no puede regir el principio del tercio excluso (Serrano, 2003) y la transformación del principio de interacción por el de interactividad (Colomina, Onrubia y Rochera, 2001), plantea la necesidad de incluir la dimensión "profesor" en un análisis efectivo de los procesos de enseñanza y aprendizaje en igualdad con las otras dos dimensiones de la unidad de análisis
  • 6. (alumnos y contenidos). El diseño Instruccional constructivista responderá a la unidad de análisis de los procesos de enseñanza y aprendizaje: el triángulo didáctico o triángulo interactivo. Las relaciones profesor-alumnos-contenido: el triángulo interactivo Desde la perspectiva anterior podemos afirmar que los principios explicativos de la concepción constructivista nos presentan el aprendizaje académico como el resultado de un complejo proceso relacional establecido en torno a tres elementos: los alumnos que aprenden, los contenidos que se aprenden y el profesor que ayuda a esos alumnos a construir significados y a atribuir sentido a los contenidos que aprenden. Por tanto tenemos, en primer lugar, lo que los alumnos aportan al acto de aprender, que es su actividad mental constructiva y que actúa como mediadora entre la enseñanza del profesor y los contenidos cuyo aprendizaje deben llevar a cabo. En segundo lugar, nos encontramos con la influencia educativa que ejerce el profesor a través de su conducta didáctica y que actúa como elemento mediador entre la actividad mental constructiva de los alumnos y los significados vehiculados por los propios contenidos instruccionales. Finalmente, nos encontramos con la naturaleza singular y las características específicas de los contenidos académicos que "mediatizan" la actividad conjunta que el profesor y los alumnos despliegan en torno a ellos. Estos tres elementos conforman la unidad de análisis de los procesos de enseñanza y de aprendizaje desde la perspectiva del paradigma constructivista y constituyen el llamado triángulo didáctico o triángulo interactivo, cuyos vértices se encuentran ocupados por cada uno de ellos: profesor, alumnos y contenido (figura 6).
  • 7. La adopción del triángulo didáctico como unidad de análisis de los procesos instruccionales supone asumir un modelo molecular de análisis que ya no se centra, de manera atomística, en las características del contenido, en la conducta instruccional del profesor o en la actividad constructiva del alumno, ni siquiera en el análisis, lineal y más o menos jerarquizado, de las relaciones interpersonales profesor-alumno en el aula o en el de las interacciones de carácter logocéntrico entre los estudiantes y los contenidos o las tareas de aprendizaje. La asunción del triángulo interactivo equivale a considerar como unidad mínima significativa para comprender los procesos de enseñanza y de aprendizaje en el aula, la articulación, en un todo significativo, de las actuaciones del profesor y los alumnos en torno a un determinado contenido, lo que equivale a sustituir el concepto de interacción (función) por el de interactividad (funcionamiento). Para el paradigma constructivista, el concepto funcional de interactividad supone la imposibilidad de comprender, por ejemplo, lo que dice y hace el profesor sin tener en cuenta lo que han dicho o hecho los alumnos, igual que no es posible comprender lo que dice y hace el profesor si no es bajo la perspectiva de anticipación sobre lo que dirán y harán los alumnos, porque ello es consecuente con la reciprocidad, mutualidad y contingencia de las actuaciones de los participantes en situación de interacción. Además, como postulan las propuestas sobre el análisis ecológico del aula, para entender los comportamientos de los participantes en un momento determinado hay que tener en cuenta los contextos y patrones de actividad conjunta en los que se ubican esos comportamientos, donde precisamente esta contextualización es la que hace que cobren su auténtico protagonismo los contenidos instruccionales y las tareas de aprendizaje que conducen a su adquisición, tal y como manifiesta claramente el legado que sobre los procesos de aprendizaje nos han dejado las investigaciones realizadas, tanto desde el paradigma ecológico, como desde las teorías del procesamiento humano de la información (Mayer, 1999). Desde esta perspectiva sobre el profesor, en tanto planificador de la instrucción, parece recaer una serie de responsabilidades, tareas y toma de decisiones que van a afectar tanto a los sistemas estructurales físico y social (organización del aula, establecimiento del sistema de relaciones sociales y didácticas), como procedimentales (metodología, adaptaciones curriculares significativas o no significativas, organización logocéntrica de los contenidos, estructuración de las tareas). Si tratamos de resumir en una única proposición el abanico de toma de decisiones que debe realizar el profesor "en solitario", podríamos situarla en el nivel de diseño y consistiría en encontrar el equilibrio entre el currículo (estructuración de contenidos y objetivos) y la instrucción (el modo de alcanzarlos, teniendo en cuenta las características de sus alumnos). En este sentido, si realizamos una inspección por los componentes del diseño Instruccional (figura 7) podemos observar que el único triángulo interactivo que existe es el formado por "alumnos - contenidos -objetivos" (o su equivalente "alumnos - estructura de tarea - estructura de meta") que, como apuntamos con anterioridad, refleja claramente la manera de abordar el diseño Instruccional por parte del profesor (diseños psicométrico, logocéntrico y teleocéntrico Desde esta perspectiva, la función del profesor es lograr el equilibrio necesario entre los tres elementos básicos en los procesos de enseñanza y de aprendizaje, así como sus interacciones y sus relaciones de interdependencia. En primer lugar, debe determinar cuál es el tipo de interacción entre iguales más adecuado para el proceso (interacción alumno ↔ alumno). En segundo, determinar qué objetivos quiere alcanzar y cómo debe organizarlos (relación entre
  • 8. objetivos) para generar una interdependencia positiva entre los alumnos (interacción alumnos ↔ objetivos). En tercer lugar, determinar cuáles son los contenidos más adecuados para alcanzar los objetivos propuestos (interrelación objetivos ↔ contenidos), establecer una organización logocéntrica de los mismos (relación entre ellos) y plantear las tareas para que los alumnos puedan aprender de manera significativa los contenidos asignados (interacción alumnos ↔ contenidos). Además, dada la diversidad del aula, los alumnos tendrán marcados objetivos diferenciales; el profesor debe organizar una estructura de tarea que posibilite que cada uno alcance el nivel de significatividad de un contenido de acuerdo con sus capacidades (interacción entre contenidos y el binomio alumnos ↔ objetivos). Igualmente, deberá tener en cuenta que el logro de unos objetivos determinados vendrá condicionado por el tipo de interacción que exista entre el alumno y la tarea a desarrollar (interacción entre objetivos y el binomio alumnos ↔ contenidos) y considerar que el alumno sólo se verá motivado si la tarea le permite alcanzar las metas que espera (interacción entre los alumnos y el binomio objetivos ↔ contenidos). Finalmente debe determinar cuál debe ser su rol en estos procesos interactivos. , respectivamente), según centre su atención en uno u otro de los vértices del triángulo. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-66662008000300002
  • 9. Esta modificación a la unidad de análisis del constructivismo no cambia la concepción sustantiva básica del paradigma, al contrario, nuestro discurso sigue siendo integrador de las posturas propias de los constructivismos de orientación cognitiva, socio-cultural y social ya que, como acabamos de ver, proponemos que el profesor debe actuar respetando y aprovechando la actividad constructiva del alumno (que se produce, como proponía Jean Piaget, a través de un proceso de equilibración mayorante), garantizando los procesos de andamiaje (que se basan en la ley vygotskiana de la doble formación de los procesos psicológicos superiores) y conociendo y permitiendo conocer las reglas educacionales básicas de comunicación en el aula, con el fin de intervenir y organizar las actividades de manera que se posibilite y favorezca el proceso de negociación de significados en torno a lo que se hace y a lo que se dice (como postulan los enfoques posmodernos en psicología). Seguimos admitiendo que el profesor deberá tener muy en cuenta que los contextos de interacción son construidos por las propias personas que participan en el acto educativo y que los intercambios no se pueden producir bajo el principio de todo-o-nada, es decir, bajo la dicotomía maniquea de que ocurren bajo un respeto absoluto a las reglas o no se producen, porque la realidad del aula es tan compleja que sería un error considerar las interacciones que se generan en ella como la "escenificación" de un guión con un reparto de roles establecidos de antemano. Lo que afirmamos es que el guión (diseño), aunque debe ser flexible, es necesario; que el guión reúne las características de una
  • 10. secuencia instruccional y que, por lo tanto, es imprescindible ampliar el concepto de secuencia didáctica para transformarlo en secuencia instruccional que sería "la unidad procesual mínima del proceso de instrucción que incluye todos los componentes de este proceso (objetivos, contenidos, tareas de aprendizaje y de evaluación) y en la que es posible identificar claramente el inicio y la conclusión". Esto nos lleva a reorganizar la unidad de análisis del paradigma constructivista porque con nuestra propuesta se amplían el número de interacciones y se modifica la posición del profesor desde un punto de vista instrumental. Establecer el principio de que estos procesos tienen una función social y socializadora, obliga a plantearse las relaciones entre el desarrollo individual y el contexto socio-cultural en que tiene lugar ese desarrollo, es decir, a conjugar lo interpersonal con lo intrapersonal. Instaurar el principio de la doble finalidad del aprendizaje supone admitir que aprender no sólo consiste en dominar unos contenidos (saber qué es y/o cómo se hace), sino atribuir sentido a lo que se aprende y al propio acto de aprender, es decir, a conjugar los contenidos y las metas del aprendizaje. Finalmente, implantar el principio de que los procesos de enseñanza y aprendizaje están mediados nos obliga a efectuar tres consideraciones: a) la actividad constructiva del aprendiz como elemento mediador entre los procesos de enseñanza y de aprendizaje; b) al profesor (y, en su caso, los iguales) como agente(s) mediador(es) entre el aprendiz y los conocimientos que debe aprender, las metas a alcanzar y las competencias que debe adquirir y, c) la estructura de estos contenidos instruccionales mediatizan la actividad que el profesor y los alumnos despliegan sobre ellos. Esta concepción de los procesos de enseñanza y aprendizaje descarta la posibilidad, que planteábamos al principio, de tres tipos de diseño (psicocéntrico, logocéntrico y teleocéntrico), por cuanto el profesor debe armonizar (equilibrar) los tres vértices del triángulo instruccional. Hemos pasado, por tanto, de una unidad de análisis de las secuencias didácticas, basada fundamentalmente en el eje de la construcción de significados, a una de análisis tridimensional de las secuencias instruccionales, basada en la construcción de significados, la atribución de sentido y la adquisición de competencias. Creemos, además, que esta nueva unidad de análisis de los procesos de enseñanza y aprendizaje puede ayudar a los profesores a reflexionar mejor sobre su propia actividad docente, lo que en teoría debe mejorar su formación, ya que todo proceso de formación del profesorado debe tener como eje fundamental la reflexión, en y sobre la acción docente, ya que sólo es posible formar profesionales reflexivos mediante un proceso de análisis de la propia actividad profesional (Schón, 1992). ESTRATEGIAS DOCENTES Y MÉTODOS DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR El término estrategia se emplea cada vez con mayor frecuencia en la literatura pedagógica, a pesar de sus múltiples acepciones e interpretaciones. Son indiscutibles las ventajas que su adecuada utilización puede ofrecer en los procesos educativos.
  • 11. Ante un mundo en constante proceso de cambio, la educación sigue siendo la respuesta pedagógica estratégica para dotar a los estudiantes de herramientas intelectuales, que les permitirán adaptarse a las incesantes transformaciones del mundo laboral y a la expansión del conocimiento. Por ello, la necesidad de la planificación y el uso de estrategias docentes que potencien aprendizajes reflexivos y una educación para afrontar los cambios, la incertidumbre y la dinámica del mundo actual, se fundamenta en la actualidad, entre otros aspectos por: • el crecimiento vertiginoso de la información y la infinitud del conocimiento humano; • el acelerado avance de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones; • la proyección del aprendizaje a lo largo de toda la vida, lo cual pone al docente ante la necesidad de preparar a los estudiantes para que puedan aprender por sí mismos y sean capaces de dirigir su propio aprendizaje, a través del dominio consciente de sus recursos para generar estrategias y definir, emplear y evaluar los procedimientos necesarios para resolver problemas, atendiendo a las condiciones del medio y a las suyas propias; • los nuevos modos de aprender, basados en el descubrimiento y la participación, con sistemas más flexibles, que permitan incorporar las herramientas tecnológicas para la búsqueda de información y compartir problemas, proyectos y tareas en la vida cotidiana. Al abordar el estudio de las estrategias docentes y los métodos de enseñanza-aprendizaje se requiere desde el inicio la precisión conceptual, debido a la falta de criterios unánimes en su conceptualización desde las ciencias pedagógicas. Al respecto, es preciso considerar algunas de sus acepciones brevemente y explicar el significado que se le otorga a cada uno de ellos, sin pretender agotar la diversidad de posiciones al respecto. En la literatura se pueden encontrar las denominaciones siguientes: estrategias de enseñanza, estrategias de aprendizaje, estrategias de enseñanza-aprendizaje, estrategias o técnicas didácticas, estrategias docentes, entre otras, las cuales se utilizan indistintamente. Ello obedece a que sus fronteras son difusas y en ocasiones pueden ser utilizadas con múltiples significaciones. Además, en no pocas oportunidades se tiende a la utilización de palabras como táctica, técnica, procedimiento, etc., para hacer referencia a las estrategias, lo que trae como consecuencia disímiles problemas de interpretación. Las anteriores consideraciones hacen que sea necesario precisar las relaciones que se establecen entre estrategia y táctica. La consulta en la bibliografía especializada1 sobre el particular permite arribar a las siguientes consideraciones: • Las estrategias son consideradas a un nivel macro o global; mientras que las tácticas se instauran en una dimensión micro o específica. • El término estrategia alude al empleo consciente, reflexivo y regulativo de acciones y procedimientos – de dirección, educación, enseñanza o aprendizaje, según el caso– en condiciones específicas. • Las tácticas suelen verse como procedimientos para la consecución de una finalidad. • Una táctica es un procedimiento específico que se aplica y que tributa a todo el proceso, a la estrategia en general.
  • 12. Ortiz destaca como los rasgos esenciales de las estrategias en el ámbito pedagógico presuponen la planificación de acciones a corto, mediano y largo plazo; no son estáticas, son susceptibles al cambio, la modificación y la adecuación de sus alcances por la naturaleza pedagógica de los problemas a resolver; poseen un alto grado de generalidad de acuerdo con los objetivos y los principios pedagógicos que se asuman, así como la posibilidad de ser extrapoladas a diversas situaciones; y permiten lograr la racionalidad de tiempo, recursos y esfuerzos.2 Lo planteado permite expresar los aspectos más generales de las estrategias en el ámbito pedagógico, sin llegar a una definición exacta de las mismas. Específicamente, al realizar la distinción entre estrategias de enseñanza y estrategias de aprendizaje, es necesario partir de la idea de que el proceso de enseñanza-aprendizaje es síntesis, por lo que ha sido un error divorciar uno del otro. No obstante, pueden distinguirse ambos tipos de estrategias si se tiene en cuenta que, en el caso de las estrategias de enseñanza, el énfasis está en la planificación, el diseño, la secuenciación, la elaboración y la realización del contenido; mientras que las estrategias de aprendizaje se refieren a las acciones de los alumnos que se dan durante el aprendizaje e influyen en la motivación, la asimilación, la interpretación, la retención y la transferencia de la información.3 Díaz y Hernández4 expresan que la investigación sobre estrategias de enseñanza ha abordado aspectos como el diseño y el empleo de objetivos de enseñanza, preguntas insertadas, ilustraciones, modos de respuesta, organizadores anticipados, redes semánticas, mapas conceptuales y esquemas de estructuración de textos. Por su parte, la investigación sobre estrategias de aprendizaje se ha enfocado en el campo del denominado aprendizaje estratégico, a través del diseño de modelos de intervención, cuyo propósito es dotar a los estudiantes de estrategias efectivas para el aprendizaje independiente. Así, las estrategias de aprendizaje son procesos de toma de decisiones, en las cuales el estudiante elige y recupera los conocimientos que necesita para cumplimentar una tarea.5 Estas estrategias son procedimientos personales que permiten, por una parte, el control, la selección y la ejecución de métodos y técnicas para el procesamiento de la información; y por el otro, planificar, evaluar y regular los procesos cognitivos que intervienen en dicho proceso. En la bibliografía se recogen diversos tipos de estrategias de aprendizaje, entre las que se destacan estrategias: de apoyo, cognitivas o de procesamiento de la información, metacognitivas, entre otras. Todas constituyen procesos complejos de toma de decisiones personalizadas que parten de una necesidad y que conllevan a la permanente autorregulación en función de predicciones, anticipaciones, cambios y reformulaciones, en estrecha correspondencia con la búsqueda del logro de los objetivos trazados de la forma más eficiente. Es necesario destacar que las estrategias de aprendizaje son susceptibles de ser enseñadas por parte del docente, de esta forma el aprendizaje no es solo la adquisición de conocimientos sino también la búsqueda de “[…] los medios que conducen a la solución de los problemas…”6 Ello llega a constituirse en un aprendizaje estratégico, ya que el estudiante de
  • 13. forma consciente elige, planifica, coordina y aplica los métodos y los procedimientos necesarios para conseguir un objetivo o aprendizaje. Las estrategias de enseñanza y las de aprendizaje se encuentran involucradas, en virtud de la unidad entre enseñar y aprender. Por lo que cada vez es más frecuente la utilización de la expresión estrategias de enseñanza-aprendizaje, las cuales pueden ser consideradas como secuencias integradas, más o menos extensas y complejas, de acciones y procedimientos seleccionados y organizados que, atendiendo a todos los componentes del proceso, persiguen alcanzar los fines educativos propuestos.7 Bajo este criterio, la aplicación reflexiva de un sistema secuencial de acciones y procedimientos para la enseñanza presupone necesariamente el condicionamiento de las acciones del estudiante. Es por ello que es inapropiado enfocar estrategias de enseñanza como algo independiente de las estrategias de aprendizaje, pues significa concebir una división que es contraria a la propia dinámica del proceso de enseñanza-aprendizaje. En otro orden, se pueden encontrar en ocasiones ideas que reducen el concepto de estrategia de enseñanza-aprendizaje a un conjunto de métodos de enseñanza, todo lo cual presupone una limitación de su alcance pues, aunque en ellas se contemplan acciones relacionadas con la selección y la combinación de diversos métodos para promover los aprendizajes, sus acciones deben tener en cuenta la articulación práctica de todos los componentes del proceso docente-educativo. Es por ello que, en este mismo sentido, Ortiz utiliza la expresión estrategia didáctica, lo cual presupone enfocar el cómo enseña el docente y cómo aprende el alumno, a través de un proceso donde los últimos aprenden a pensar y a participar activa, reflexiva y creadoramente. En tal sentido, las estrategias didácticas no se limitan a los métodos y las formas con los que se enseña, sino que además incluyen acciones que tienen en cuenta el repertorio de procedimientos, técnicas y habilidades que tienen los estudiantes para aprender; lo cual, como expresa el mencionado autor, es una concepción más consecuente con las tendencias actuales de la Didáctica. Otra expresión utilizada es la de estrategia docente, considerada como un plan flexible y global que alude al empleo consciente, reflexivo y regulativo de acciones que se conciben para alcanzar los objetivos del proceso docente-educativo. Asimismo, expresa la intencionalidad de las acciones que guían la selección de los métodos más apropiados para la dirección del aprendizaje, teniendo en cuenta las condiciones en que este proceso transcurre, la diversidad de los estudiantes, los contenidos y los procesos. Los aspectos anteriormente señalados tienen una connotación especial en el proceso de enseñanza-aprendizaje, pues implica retomar lo planteado al inicio de este artículo, donde se expresa que este es un proceso de dirección, lo que presupone la utilización de estrategias por parte del docente para responder a las necesidades y exigencias sociales. A partir de lo analizado, es válido utilizar el término estrategia docente para significar las secuencias de acciones que, atendiendo a todos los componentes del proceso, guían la selección de los métodos y los recursos didácticos más apropiados para la dirección del aprendizaje, teniendo en cuenta las condiciones en que este proceso transcurre, la diversidad
  • 14. de los estudiantes, los contenidos y los procesos, para alcanzar los fines educativos propuestos. Entre las cualidades esenciales de las estrategias docentes se destacan la contextualización, la secuenciación de las acciones y la flexibilidad. Es por ello que se consideran como condiciones inherentes a la estrategia: la correspondencia estricta y la interrelación dialéctica entre recursos y acciones, así como la selección y la combinación secuenciada de métodos y procedimientos didácticos, en correspondencia con los componentes del proceso docente- educativo y el doble control, para determinar su efectividad y para emprender su mejoramiento.1 El éxito y el carácter de una estrategia docente depende en gran medida de cómo se haya secuenciado y, por ende, qué y cómo los estudiantes aprenden. Por otra parte, las estrategias son susceptibles a ser modificadas, a partir de las propias transformaciones que se vayan operando en el proceso. Ello implica la permanente valoración de sus resultados, con el fin de establecer las adecuaciones y los cambios requeridos para lograr los objetivos. Las estrategias docentes pueden estar sustentadas en diferentes modelos de aprendizaje (conductista, cognitivista, humanista, constructivista e histórico-cultural) y tener diversos enfoques (inductivos, deductivos y mixtos). Hoy se revela una tendencia hacia la búsqueda de modelos y enfoques integradores, que intentan incorporar lo más valioso de lo aportado por las concepciones precedentes y que constituyen resultados científicos indiscutibles de las ciencias pedagógicas. Entre los principales aportes para la concepción de las estrategias docentes de estos enfoques se destacan: la personalización del proceso, el carácter activo del sujeto que aprende, la vinculación de lo cognitivo con lo afectivo, la consideración del contexto donde se produce el aprendizaje, la armonía entre el trabajo individual y el colectivo, la comunicación maestro- alumno y alumno-alumno, la necesidad de potenciar el autoaprendizaje y el papel del docente como gestor del proceso de enseñanza-aprendizaje. A pesar de la diversidad de criterios en cuanto a la terminología utilizada e independientemente de las diferencias en la nomenclatura, como características esenciales de las estrategias docentes tanto para una concepción del aprendizaje como para un proceso estratégico se reconocen las siguientes: • Las acciones de enseñanza se subordinan al aprendizaje y guían la actividad de los alumnos para alcanzar los objetivos propuestos. • Los métodos seleccionados están orientados a propiciar el cuestionamiento, la actitud de búsqueda, el procesamiento de la información, el reconocimiento de la propia identidad, el aprender a autorregularse, el desarrollo de un pensamiento crítico y la solución de problemas. • El importante valor de la metacognición, pues el estudiante debe ser capaz de tener un control de su proceso de aprendizaje e identificar sus estrategias, sus métodos para resolver problemas, así como el conocimiento que necesita para ello.
  • 15. • La importancia de la comunicación y las interacciones sociales en el proceso de enseñanza- aprendizaje, donde se socializa el conocimiento individual, enriqueciéndolo y potenciándolo en el conocimiento colectivo que surge como producto de la actividad grupal, por lo que se debe estimular la cooperación entre los participantes y el desarrollo de habilidades de trabajo en grupo. • El desarrollo de la actitud positiva hacia el aprendizaje y el respeto por la autonomía del estudiante. Por último, se realiza una breve referencia a los métodos de enseñanza-aprendizaje, ya que ellos constituyen la vía, o el camino, que se adopta en la ejecución del proceso de enseñanza- aprendizaje para que, haciendo uso del contenido, los estudiantes puedan alcanzar el objetivo. Constituyen el elemento más dinámico de este proceso que concreta la relación de los sujetos en cada eslabón por los que transita. Los métodos de enseñanza-aprendizaje se diferencian de las estrategias docentes por su carácter práctico y operativo, mientras que las estrategias se identifican por su carácter global y de coordinación de acciones a mediano y largo plazo. Las estrategias docentes tienen mayor alcance que los métodos de enseñanza-aprendizaje, y como parte de la estrategia docente es necesario seleccionar de forma armónica los métodos que implican acciones productivas en el aprendizaje para alcanzar los objetivos. Sin embargo, en la práctica no siempre resulta fácil delimitar claramente las fronteras que separan las estrategias docentes de los métodos de enseñanza-aprendizaje, ni de estos con las técnicas y los procedimientos que componen un método. Por ejemplo, algunos prefieren utilizar el término estrategia de enseñanza-aprendizaje por el de métodos de enseñanza- aprendizaje, otros lo usan indistintamente, lo cual puede limitar el alcance de las primeras, como ya ha sido argumentado. Entre los métodos de enseñanza-aprendizaje que en los últimos tiempos han sido reconocidos por la Didáctica y que deben estar en el repertorio de los docentes, se encuentran: el aprendizaje basado en problemas, el aprendizaje basado en proyectos, él método de casos, las simulaciones dramatizadas o través de las tecnologías, el método de situación, las discusiones, las dinámicas de grupo y el aprendizaje colaborativo en el aula, entre otros. Todos pueden combinarse con técnicas participativas, analogías, demostraciones, mapas conceptuales, gráficos, etc., para favorecer el desarrollo de las actividades formativas. El aprendizaje basado en problemas es un método de trabajo activo, centrado en el aprendizaje, en la investigación y la reflexión para llegar a la solución de un problema planteado, donde los alumnos participan constantemente en la adquisición del conocimiento, la actividad gira en torno a la discusión y el aprendizaje surge de la experiencia de trabajar sobre la solución de problemas que son seleccionados o diseñados por el profesor. La solución de problemas genera conocimientos y promueve la creatividad, estimula el autoaprendizaje, la argumentación y la toma de decisiones, favorece el desarrollo de habilidades interpersonales y de trabajo en equipo. El aprendizaje basado en proyectos es un método que permite un proceso permanente de reflexión, parte de enfrentar a los alumnos a situaciones reales que los llevan a comprender
  • 16. y aplicar aquello que aprenden como una herramienta para resolver problemas o proponer mejoras en las comunidades en donde se desenvuelven. Con la realización del proyecto, el alumno debe discutir ideas, tomar decisiones, evaluar la puesta en práctica de la idea del proyecto, siempre sobre la base de una planificación de los pasos a seguir. Además, involucra a los estudiantes en la solución de problemas y otras tareas significativas, les permite trabajar de manera autónoma y favorece un aprendizaje contextuado y vivencial. El método de casos parte de la descripción de una situación concreta con finalidades pedagógicas. El caso se propone a un grupo para que individual y colectivamente lo sometan al análisis y a la toma de decisiones. Al utilizar el método del caso se pretende que los alumnos estudien la situación, definan los problemas, lleguen a sus propias conclusiones sobre las acciones que habría que emprender y contrasten ideas, las defiendan y las reelaboren con nuevas aportaciones. La situación puede presentarse mediante un material escrito, filmado, dibujado o en soporte informático o audiovisual. Generalmente, plantea problemas que no tienen una única solución, por lo que favorece la comprensión de los problemas divergentes y la adopción de diferentes soluciones mediante la reflexión y el consenso. En sentido general, además de lo ya señalado, la utilización armónica y combinada de los métodos reseñados mejora la autoestima y la flexibilidad de los estudiantes, propicia el autoconocimiento, el conocimiento de los otros y la autonomía para el aprendizaje, favorece la motivación al trabajar con situaciones reales, propicia un ambiente de intercambio y diálogo, con más responsabilidades individuales y grupales. La concepción de las estrategias docentes estará en dependencia de: los objetivos a lograr, las características del contenido (este condiciona el modo de cómo se aprende, de acuerdo con la ciencia o el área de que se trate), las características del grupo con el cual se trabajará, del espacio y los recursos con que se cuenta, y del dominio de los métodos por parte del profesor, de las competencias o habilidades a desarrollar. En las estrategias docentes es necesario que se haga referencia a cómo se organiza y dirige la actividad de aprendizaje, para lo que se requiere determinar en cada momento de la actividad qué acciones deben ser realizadas por los estudiantes y cuáles por el profesor, en su función de director. Esto significa que se estructure la actividad siguiendo las etapas de cualquier actividad humana: la orientación, la ejecución y el control valorativo, que tiene lugar a lo largo de todo el proceso. De este modo, en las estrategias docentes se debe partir de definir los objetivos generales y los específicos, la planificación de las acciones para la selección de los recursos didácticos, los medios, los métodos y las actividades que corresponden a estos objetivos en el proceso de aprendizaje. También, debe explicarse la metodología a seguir; esto es, la explicación de qué se va a hacer y cómo, incluyendo las actividades y las tareas que desarrollarán los alumnos para alcanzar los objetivos. Asimismo, debe planificarse la evaluación y el control para la valoración permanente de las mismas. Al concebir las actividades, es importante que se tenga en cuenta que varias de ellas ayuden al aprendizaje colaborativo y al trabajo grupal y fortalezcan las relaciones entre los estudiantes, por lo que se deben orientar y organizar de manera tal que el estudiante sienta la
  • 17. necesidad de agruparse para poder resolver la tarea, y reforzar así el papel educativo que tienen estas acciones en su formación integral. Sería interminable la lista de estrategias particulares que podrían concebirse con la utilización de diferentes métodos y combinaciones de ellos, pero al utilizar estrategias docentes centradas en el aprendizaje de los alumnos, los roles tradicionales cambian, tanto del alumnado como del profesor. Este último ayudará a los alumnos a reflexionar, identificar necesidades de información y los guiará a alcanzar las metas de aprendizaje propuestas. CONCLUSIONES Las estrategias docentes se diseñan para resolver problemas de la práctica educativa e implican un proceso de planificación en el que se produce el establecimiento de secuencias de acciones, con carácter flexible, orientadas hacia el fin a alcanzar. En las estrategias docentes se interrelacionan dialécticamente en un plan global los objetivos que se persiguen, los recursos didácticos, los métodos de enseñanza-aprendizaje y las actividades para alcanzarlos, a partir de fases o etapas relacionadas con las acciones de orientación, ejecución y control de la actividad de aprendizaje. Como parte de la estrategia docente, deben elaborarse recursos didácticos que permitan proporcionar información, motivar a los estudiantes, guiar los aprendizajes, desarrollar habilidades, evaluar los conocimientos y habilidades, y proporcionar espacios para la expresión y la creación. Las estrategias docentes son válidas en su totalidad en un momento y un contexto específicos. La diferencia de grupos, estudiantes, profesores, materiales y contexto obliga a cada maestro a ser “creador” de estrategias docentes y métodos de enseñanza-aprendizaje. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 1. Rodríguez del Castillo MA. Aproximaciones al estudio de las estrategias como resultado científico. Centro de Ciencias e Investigaciones Pedagógicas de la Universidad Pedagógica Félix Varela; 2004. 2. Ortiz E. Estrategias educativas y didácticas en la Educación Superior. Pedagogía Universitaria. 2004;IX(5):2.