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TENDENCIAS DE EVOLUCIÓN DE LA AGRICULTURA
DEL SIGLO XXI
Miren Etxezarreta*
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 19
1. INTRODUCCIÓN
La agricultura en España y Cataluña
a principios del próximo siglo (las pre-
dicciones en economía no se pueden
hacer a plazo muy largo) será la resul-
tante de una serie de fuerzas que, con-
juntamente, la conformarán de una for-
ma específica. No se puede hablar de
agricultura sin revisar antes, siquiera
sea brevemente, la orientación de estas
fuerzas determinantes.
Las más importantes entre ellas son:
– La evolución de la economía
mundial. La agricultura está cada día
más vinculada al resto de la economía,
con lo que para estudiar las líneas de
evolución de la agricultura y el sistema
alimentario hay que partir de la proba-
ble evolución de la economía en el
mundo y en Europa. Para ello hay que
considerar, en primer lugar, la tenden-
cia a la globalización, es decir la inte-
gración de las decisiones económicas a
nivel mundial principalmente bajo los
criterios del mercado; en segundo lu-
gar, la evolución de los bloques regio-
nales, particularmente para nosotros la
Unión Europea y, finalmente, dentro de
este bloque la economía de España y el
caso específico de Catalunya. Por otro
lado, como parte específica del contex-
to mundial, hay que destacar y estudiar
la evolución de los mercados agrarios
mundiales así como las tendencias de la
oferta y la demanda de los principales
productos agropecuarios.
– Las empresas transnacionales
(ETN), que constituyen los grandes
agentes de decisión que operan en la
economía mundial y determinan su di-
námica. De ellas depende en gran parte
la evolución de los sistemas producti-
vos y de consumo en los distintos paí-
ses, y por lo tanto el sistema de la pro-
ducción agropecuaria. Para entender
qué puede suceder en la agricultura
hay que partir del análisis de las estrate-
gias que se prevé seguirán las grandes
empresas transnacionales en el conjun-
to del sistema alimentario.
– El otro gran agente que ha confor-
mado las agriculturas de los países cen-
trales desde el final de la II Guerra Mun-
dial es la intervención pública. En los
países desarrollados, el apoyo de los
gobiernos al sector agropecuario ha
*. Economista Agraria. Departament d’Economia
Aplicada. Universitat Autònoma de Barcelona.
sido determinante en su evolución.
Además, en la actualidad, se están pro-
duciendo otras conformaciones de nivel
superior en forma de bloques regiona-
les –en el caso de Europa la Unión Eu-
ropea– que tienen también un papel im-
portante en la dirección de la política
económica y agraria. No sólo esto, sino
que existen instituciones públicas inter-
nacionales de carácter mundial, que
cada vez tienen más incidencia en el de-
sarrollo de la estructura productiva y de
los flujos externos de los países. El FMI
y el Banco Mundial son bien conocidos
al respecto, pero en los últimos años y
respecto a la agricultura están siendo de
gran importancia las disposiciones del
GATT, hoy denominado Organización
Mundial de Mercado (OMC), además de
acuerdos como el Multilateral de Inver-
siones (AMI). Sólo intentando detectar
en qué dirección se orientará la acción
de los estados y las instituciones supra-
nacionales, en qué líneas se desarrollará
la política agraria en los principales paí-
ses y regiones, se podrá intentar perci-
bir la orientación probable de la econo-
mía y la agricultura española en los
primeros años del próximo siglo.
Todo este conglomerado de fuer-
zas, que se interrelacionan estrecha-
mente entre sí, cristalizará en unos mer-
cados mundiales agrarios, en unas
transacciones agrarias internacionales y
en unos sistemas de producción y con-
sumo internacionalizados, que gradual-
mente van conformando la actividad
agraria a nivel de sector, país y de em-
presa/explotación. El contexto en el
que hay que estudiar la evolución pro-
bable de la agricultura de España y de
Catalunya es el de las estrategias de las
empresas transnacionales y la actuación
de las instituciones públicas, en el mar-
co de la evolución de la economía
mundial.
2. EL MARCO DE ANÁLISIS
2.1. La economía mundial y los
bloques regionales
Desde el final de la II Guerra Mun-
dial hasta mediados de los setenta, el
sistema económico de los países cen-
trales era un sistema capitalista de mer-
cado centrado en la dimensión estatal y
estrechamente regulado por los estados
respectivos. Particularmente las agricul-
turas, crecientemente integradas por la
agroindustria, estaban fuertemente pro-
tegidas por los estados. A partir de esta
época el modelo evoluciona hacia:
– Unas economías nacionales cada
vez más abiertas, con las grandes em-
presas transnacionales (financieras y
productivas) libres de regulaciones pú-
blicas, como los agentes decisorios prin-
cipales, que integran los diversos países
en redes unitarias de decisión empresa-
rial. Es lo que viene a conocerse como la
era de la globalización.1
– La actuación económica se reali-
za siguiendo el criterio de la competiti-
vidad a nivel mundial. Es decir, lo que
importa es la situación de las empresas
respecto a los mercados mundiales y no
al nivel de país y su demanda interna.
Sumergidas en los mercados mundia-
les, las empresas se ven sometidas a
20 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
1. Para un tratamiento detallado de este punto véase
Miren ETXEZARRETA, «Globalización e intervención
pública», Mientras Tanto, nº 70.
una competencia feroz en todo el mun-
do, incluso dentro de los propios esta-
dos donde se albergan (en principio,
los países como tales unidades no pue-
den competir aunque pueden ayudar a
que las empresas situadas en ellos sean
más competitivas). Se pasa –o se inten-
ta pasar– de países con una coherencia
económica nacional a una economía
competitiva a nivel global. Este debilita-
miento de los intereses a nivel de esta-
do frente a los internacionales constitu-
ye una característica principal de la
redefinición actual del orden económi-
co mundial.
– A nivel de país, se considera que
las exportaciones tienen que ser el mo-
tor del desarrollo. Esto hace que los go-
biernos estimen que son las grandes
empresas transnacionales las que en-
tienden de los mercados mundiales y
tienen el conocimiento gerencial para
gestionarlos y, por tanto, tratan de que
se establezcan en sus respectivos terri-
torios. De esta forma surge la compe-
tencia entre los estados para atraer a ta-
les empresas. Todo ello genera el
fenómeno que se ha dado en llamar
«gobierno por las empresas» (enterprise
governance) que supone que los go-
biernos ceden a las grandes empresas
el manejo de la orientación económica
de sus territorios, subordinando su polí-
tica económica a los intereses de los
grandes capitales privados.
– Para responder a todas estas con-
diciones cambiantes, la economía mun-
dial conducida por las grandes ETN, se
está reorganizando permanentemente y
a un ritmo cada vez más rápido. Para de-
fenderse y contraatacar en la lucha com-
petitiva mundial, a la estrategia de la glo-
balización se le añade la de la regionali-
zación.2
Se constituyen bloques regiona-
les que consisten en uniones económi-
cas de diversos niveles entre varios
países, que se unen hacia dentro para
ser más competitivos hacia fuera. Son
bloques competitivos y «extravertidos».
La configuración actual de la Unión Eu-
ropea se sitúa en este contexto.
– La globalización y la regionaliza-
ción competitiva implican una política
económica que favorezca la operación
sin trabas de los capitales mundiales: li-
beralización y desregulación de la eco-
nomía. Libertad para la expansión de
los mercados, que las empresas operen
sin restricciones de ninguna clase, que
la intervención pública en ningún mo-
mento trabe la operación de las empre-
sas, sino que al contrario, tome las me-
didas adecuadas para impulsarlas.
Libertad para comerciar y libertad para
producir a nivel del mundo, con proce-
sos fundamentales de integración inter-
sectorial no limitados por las fronteras
nacionales (la deslocalización de los
procesos productivos). Asimismo la
apertura de todos los ámbitos de la
vida pública a las actividades de las
empresas (privatización, mundializa-
ción de la licitación pública, debilita-
miento del estado del bienestar). En
una palabra lo que ya es bien conocido
como una política económica neolibe-
ral, que se establece tanto a nivel de
país como de bloques regionales, sien-
do también dominante como orienta-
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 21
2. Con una aparente contradicción entre ambas ten-
dencias, que sólo se hacen compatibles si se entien-
de que la regionalización es una estrategia para ser
más potentes dentro de la competitividad a nivel
mundial.
ción de la política económica interna-
cional.
– La agricultura es un sector pro-
fundamente insertado en esta compleja
dinámica. Esta afecta tanto a la produc-
ción y circulación agrarias, como a los
mercados mundiales de productos agra-
rios. A medida que los mercados globa-
les de capitales participan también en
los sistemas alimentarios integrándolos
y transformándolos, las relaciones fi-
nancieras y tecnológicas comunes afec-
tan de forma creciente a este sector dan-
do lugar a cambios de alcance en los
mercados mundiales de los productos
agrarios, que afectan a los sistemas pro-
ductivos y, al mismo tiempo, a una pro-
funda reestructuración de los sistemas
agroalimentarios mundiales. Sólo par-
tiendo de una consideración de estas
variables es posible entender en su ver-
dadera dimensión las transformaciones
que están teniendo lugar en el ámbito
agrario.
2.1.1. Tendencias en los mercados
agrarios mundiales
Ya se ha señalado que, como una
parte específica del contexto mundial
que afecta directamente a la agricultura,
es necesario detenerse a precisar cuál
se prevé que sea la evolución de los
mercados agrarios mundiales:
– La oferta. Se prevé una produc-
ción creciente en casi todos los países y
para la mayoría de los productos agra-
rios básicos.3
Los países centrales man-
tienen o acrecientan ligeramente la pro-
ducción agrícola subvencionada: en Es-
tados Unidos, la ley agraria de 1990
estimuló el proceso desregulador que
había empezado en 1985, y se conside-
ra que la Farm Bill de 1996 es una «au-
torización» para aumentar la produc-
ción siguiendo las orientaciones de los
mercados; en la UE la producción total
sigue también aumentando pero menos
que antes de la Reforma de la PAC de
1992, excepto en la producción bovina
donde la crisis de las llamadas «vacas
locas» (BSE) ha dado lugar a un fuerte
descenso del consumo y, por ende, de
la producción (ver apartado 2.3.). Por
el lado de muchos países periféricos
intermedios, aunque su producción de
alimentos básicos se estima que será
todavía inferior a la demanda, también
aumentará su producción agraria, espe-
cialmente aquella dedicada a la expor-
tación (para poder pagar el servicio de
la deuda externa). Incluso bastantes pa-
íses pobres conseguirán mejorar su
producción. A ello hay que añadir la
potencialidad de aumento de produc-
ción que ofrecen los países del Este,
que si bien a corto plazo presentan una
demanda adicional, a plazo medio hay
que tener en cuenta que duplican la
mano de obra agraria de la Unión Euro-
pea y aumentan su superficie agrícola
en un 50 %, con una estructura agraria
favorable. Asimismo no se puede olvi-
dar la importancia de la aparición de
China en los mercados mundiales y su
impacto en los mercados de productos
alimenticios. Aunque son evoluciones
difíciles de prever con precisión hay
que tenerlas en cuenta.
– La demanda. A nivel global la de-
22 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
3. Los datos para este apartado están basados princi-
palmente en el informe de la OCDE «Las perspectivas
agrícolas, 1997-2001», de 1997 y en los comentarios
sobre los mercados mundiales de la Agenda 2000.
manda crecerá poco, si bien hay que
distinguir entre los diversos países y al-
gunos productos: por una parte, Japón
y Corea del Sur han hecho amplio uso
de las importaciones alimentarias de
Estados Unidos para apoyar su proceso
de industrialización, por otra parte, al-
gunos productos, como la carne de cer-
do, han experimentado un importante
aumento en su demanda, en los países
centrales para sustituir la de bovino (en
Europa su demanda ha descendido en
un 15 % en 1996 y en Estados Unidos
ha disminuido también por primera
vez), y en los países del sureste asiático,
por el explosivo aumento del consumo.
El proceso en Japón y Corea del
Sur presenta algunos puntos de interés
que justifican el dedicarles un breve
apartado:
Es sabido que Japón y los tigres del
sureste asiático tienen una agricultura
altamente protegida a causa, principal-
mente, de la fuerza política de su po-
blación rural. No obstante, durante los
últimos años, han aceptado sustanciales
importaciones, principalmente de Esta-
dos Unidos, que está forzando perma-
nentemente para que liberalicen su co-
mercio agrario.4 Pero han sido unas
importaciones diferenciadas: importa-
ban trigo y piensos para producir ali-
mentos baratos para los trabajadores
urbanos y protegían el arroz, base de
los ingresos de sus agricultores. «Estos
desarrollos reflejan la bifurcación de la
agricultura de Japón y Corea del Sur,
que expresa de forma clara la proble-
mática de su liberalización. Por un par-
te, está el sector productor de arroz en
el interior, representado políticamente
por distritos electorales agrarios muy
activos (incluyendo a los parientes en
los distritos urbanos) y sus aliados en el
sistema cooperativo. Por otra parte, es-
tán los intereses agroalimentarios no
arroceros (incluyendo a los manufactu-
radores de alimentos y otras agroindus-
trias) que dependen de los circuitos in-
ternacionales de materias primas. Por
ejemplo, la producción de leche y car-
ne de bovino se realiza con sistemas de
alimentación muy especializados, que
dependen de productos importados.
Esta dependencia, manejada política-
mente para reducir el coste de los sub-
sidios agrarios y estabilizar los salarios
sitúa a los gobiernos en el centro de la
controversia, ya que parecen contrade-
cir los argumentos de seguridad ali-
mentaria mientras que aumentan la
protección efectiva por medio de la
producción subsidiada de carne» (Mc-
Michael; Kim, 1994, p. 34).
Estas importaciones no sólo son de-
bidas a las presiones de Estados Uni-
dos. Existen también otras razones: la
importancia política de su agricultura y
sus agricultores decrece sustancialmen-
te (en Corea del Sur la proporción del
PIB obtenido en la agricultura pasó del
37 % en 1960 al 14 % en 1983; en Japón
pasó del 23 % en 1955 al 3 % en 1985 y
el 85 % de sus agricultores lo son a
tiempo parcial). Además, un acelerado
proceso de industrialización y la conso-
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 23
4.«El objetivo político de Estados Unidos es preser-
var la ventaja para sus bien subsidiados agricultores
en una economía mundial crecientemente competi-
tiva y desestructurada, [para ello] mantienen una lu-
cha contra el proteccionismo cultural y las inflexibi-
lidades de la agricultura del Sudeste asiático, por
muy contradictorio que ello sea con la retórica neo-
liberal. No es cuestión de abrir la caja de Pandora»,
McMichael; Kim 1994, 45.
lidación de un proletariado urbano
conduce a intentar mantener salarios
bajos produciendo carnes con granos
importados baratos, impulsando, al
mismo tiempo el desarrollo de una in-
dustria alimentaria propia con materias
primas baratas (aunque Japón tiene la
capacidad de producir sus materias pri-
mas alimentarias en el exterior median-
te sus inversiones en otros países, sien-
do una ironía que parte de esta
inversión está teniendo lugar precisa-
mente en los propios Estados Unidos).
Finalmente, pero no menos importante,
una agricultura que pierde importancia
se convierte en un medio de negocia-
ción para otras concesiones en la OMC:
«Las políticas agrarias japonesas depen-
den más de los intereses generales de la
economía que de la evolución de los
productores de arroz y sus apoyos [...].
Es evidente que la protección a los agri-
cultores se está convirtiendo cada vez
en más problemática, no solo por su
coste para el gobierno y los consumi-
dores, sino también por la impresión
negativa que este proteccionismo reci-
be en los foros internacionales [....]. Ja-
pón disminuyó el precio garantizado al
arroz cuatro veces entre 1986 y 1991»
(McMichael; Kim, 1994, p. 39, 45 y 73).
La liberalización japonesa del arroz
puede entenderse sólo como un quid
pro quo para apoyar la liberalización
(general) del GATT del que depende
tanto la economía japonesa.
Por todo ello es muy probable que,
fruto de la industrialización rápida, el
proteccionismo agrario vaya disminu-
yendo gradualmente y la demanda de
productos agrarios aumente en estos
países. No obstante, no es una liberali-
zación incontrolada, sino estrechamen-
te gestionada por las administraciones
respectivas, a pesar de los esfuerzos de
Estados Unidos por lograr una liberali-
zación más rápida y generalizada.
Para el lector español es interesante
constatar que el proceso que comenta-
mos acerca de la evolución de la produc-
ción de bienes salario básicos en Japón
y, sobre todo, en Corea del Sur, es muy
similar a lo que ha ido ocurriendo en el
Estado español desde mediados de los
años cincuenta respecto a la producción
de carnes baratas (pollo y carne de cerdo
principalmente) y exactamente por las
mismas razones (industrialización rápida
y deseo de ampliar las exportaciones de
productos no agrarios). Ello muestra que
la dinámica del capitalismo moderno
conduce a muchos países de desarrollo
dependiente por las mismas vías.
En las demás regiones del mundo el
crecimiento de la demanda dependerá
del crecimiento de la población y el au-
mento de rentas. Si bien se calcula que
entre 1995 y 2005 la población mundial
aumentará en más de 85 millones de
habitantes al año, una gran parte de lo
que suceda con la demanda dependerá
de la evolución de las rentas, y las pre-
visiones respecto a ésta son más incier-
tas (aunque hay perspectivas favorables
para algunos países en desarrollo, para
otros las predicciones son más pesimis-
tas). La mayoría de previsiones consi-
deran que los aumentos en la produc-
ción agraria bastarán para controlar el
aumento general en la demanda.
No obstante, la producción y el
consumo no se da en los mismos paí-
ses, por lo que aumentará el comercio
mundial de productos alimentarios.
24 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
También hay que tener en cuenta la im-
portancia creciente de los mercados
mundiales de commodities (productos
no elaborados o con procesos muy ele-
mentales de elaboración), controlados
por muy pocas empresas –el comercio
mundial de granos está controlado por
seis grandes empresas, todas ellas esta-
dounidenses, excepto una que es ar-
gentina (Bunge; Born). Asimismo, «las
previsiones sobre los mercados agrarios
a largo plazo son favorables para los
países exportadores [...] y casi todos los
analistas pronostican que, en general,
los precios de los productos agrícolas
serán altos hasta el año 2006 y quizá
más adelante [...]»(CCEE, 1997, p. 25).5
Ello no obsta para que dentro de los
precios altos, la OCDE perciba una ten-
dencia a un decrecimiento lento de los
mismos debido a que, a salvo de acon-
tecimientos impredecibles como varia-
ciones climáticas o conflictos sociales
graves, se prevé una gradual disminu-
ción del proteccionismo (aunque se
mantenga un proteccionismo camufla-
do en los países centrales más impor-
tantes), un aumento de la competencia
mundial y a que el aumento global de
la producción agraria se considera ca-
paz de absorber los posibles incremen-
tos de la demanda de los productos
agrarios fundamentales.
Según la Agenda 2000, no obstante
«a pesar de este contexto mundial favo-
rable, las perspectivas para los produc-
tos agrícolas en Europa no son espe-
cialmente halagüeñas. Suponiendo que
se mantengan las políticas actuales,
persistirán en los próximos años dife-
rencias entre los precios de la Unión y
los precios mundiales de muchos pro-
ductos [...], es probable que a partir del
año 2000 empiecen a acumularse exce-
dentes no exportables [...]. También
pueden plantearse crecientes proble-
mas en los sectores de los cereales, el
azúcar, el vino, el aceite de oliva, la le-
che desnatada en polvo y otros produc-
tos lácteos. La Unión corre el peligro de
perder una parte cada vez mayor de su
participación en mercados mundiales
en plena expansión».6
Hay que mencionar, también, la
creciente internacionalización de los
mercados de frutas y hortalizas frescas,
incluidas las clasificadas como produc-
ciones no tradicionales, y zumos y flo-
res, que están también experimentando
una profunda reestructuración.7
Aun-
que de menor importancia global, son
relevantes para determinados países,
entre ellos España.
Los mercados de frutas y hortalizas,
enlatados o en conserva, hace muchos
años que se convirtieron en globales.
Cuando la tecnología de los alimentos
congelados se desarrolló, la produc-
ción de frutas y hortalizas dio otro im-
portante paso hacia la internacionaliza-
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 25
5. Es de interés constatar que los grandes producto-
res son los países desarrollados (Estados Unidos y la
UE), que, en principio, serán los ámbitos producti-
vos más favorecidos por esta situación de los merca-
dos mundiales, a expensas de los países en desarro-
llo y los países pobres que se verán obligados a
importar los alimentos básicos.
6. Una no puede menos que preguntarse si tan som-
brías perspectivas no pueden estar influidas por la
necesidad de justificar el cambio de política agraria
que la propia Agenda 2000 propone.
7. Tampoco habría que olvidar el vino aunque no lo
consideraremos en este artículo.
ción de sus mercados (las hortalizas
producidas en un país se venden con-
geladas a miles de kilómetros). La no-
vedad de la época actual consiste en
que los mercados de frutas y hortalizas
frescas se están también convirtiendo
en mercados globales. Algunos países
en desarrollo están intentando entrar
en los mercados mundiales de estos
productos y estimular el consumo de
mercancías más exóticas así como el
de productos normales fuera de las es-
taciones en que normalmente se pro-
ducen. La tendencia es creciente a me-
dida que las clases medias urbanas se
preocupan más por sus dietas alimen-
tarias y se habitúan a consumir todo
tipo de frutas y hortalizas en cualquier
época del año frente al consumo esta-
cional de épocas anteriores. Así las
manzanas, las uvas y las cerezas de
Chile se venden en nuestros mercados
junto con otros productos más exóticos
como la piña, el aguacate y otros me-
nos conocidos, por no mencionar los
mercados de Estados Unidos llenos de
frutas y productos de primor produci-
dos en México, o la importancia de Co-
lombia como exportadora de flores.
En esta evolución inciden principal-
mente dos aspectos: por un lado, la im-
portancia concedida a los modelos de
política económica basados en las ex-
portaciones desde la crisis de la deuda
de los años ochenta. Los países en de-
sarrollo se han visto obligados a desa-
rrollar sus exportaciones para pagar su
deuda externa y el sector agrario es uno
de los pocos que les permite exportar.
Por otro lado, las empresas comerciali-
zadoras de estos productos han estimu-
lado grandemente este comercio. Tanto
las grandes empresas transnacionales
que, algunas desde hace muchos años,
se han dedicado a este tipo de comer-
cio,8 como las potentes empresas distri-
buidoras de alimentación –grandes su-
perficies– en los países centrales que
están posibilitando y forzando esta ten-
dencia, facilitada y permitida por la mo-
derna tecnología.
La cuestión es que en la actualidad
algunos países en desarrollo se han
convertido en importantes exportado-
res de frutas y hortalizas frescas y que,
además, este comercio está en manos
de poderosas empresas. Esto significa
que, a pesar de una demanda creciente
para algunos productos, aumenta fuer-
temente la competencia para los prove-
edores tradicionales y, al mismo tiem-
po, que las empresas comercializadoras
controlan cada vez más la producción.
En el caso de España esta situación
es novedosa sólo en cuanto a que el
mercado español se ha convertido en
consumidor de frutas y verduras de
otros países, ya que la exportación de
frutas (principalmente cítricos) y verdu-
ras a otros países ha sido uno de los
principales productos de exportación
tradicional del país. No obstante, dado
que la nueva situación de internaciona-
lización creciente puede afectar a nues-
tro comercio de estos productos –prin-
cipalmente en el suministro a Europa–
y a su consumo interno, es necesario
también tenerla en cuenta.
En resumen, que en la evolución
de los mercados mundiales habrá que
26 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
8. Las primeras empresas dedicadas al comercio in-
ternacional de productos frescos son las empresas
bananeras.
tener en cuenta diversas líneas de evo-
lución y tendencias emergentes. McMi-
chael las resume de la siguiente mane-
ra: primero, la reorganización de la
antigua Unión Soviética y China y su
probable impacto en el comercio mun-
dial; segundo, la evolución de los agro-
exportadores con excedentes, como Es-
tados Unidos y la Comunidad Europea;
tercero, las perspectivas de los exporta-
dores de los países del Sur; cuarto, la
creciente importancia de las importa-
ciones agroalimentarias del este asiáti-
co, especialmente de Japón; y quinto,
la posibilidad de la integración agroali-
mentaria regional, alterando las pautas
anteriores de comercio de bloques y las
relaciones de suministro transnaciona-
les globales/regionales, en particular
reestructurando las inversiones de las
grandes empresas hacia el sur a medida
que disminuye el proteccionismo en el
norte (McMichael 1994, 289).
2.2. Las estrategias mundiales de
las ETN agroalimentarias
Es muy difícil detectar con precisión
las estrategias mundiales de las grandes
empresas agroalimentarias, ya que cada
una de ellas intenta precisamente una
estrategia particular que la diferencie
de las demás y le sea ventajosa. Por
esto únicamente es posible referirse a
las ETN y sus estrategias en muy gran-
des trazos.
Es sabido que a partir del fin de la II
Guerra Mundial, la agricultura fue inte-
grada por la agroindustria en su propio
ámbito y en la economía en general (el
proceso se había iniciado antes en Esta-
dos Unidos). Por un lado, las empresas
de factores de producción agrarios y las
de alimentación y distribución modela-
ban la evolución de la producción agra-
ria y las prácticas de las explotaciones,
y por otro lado, las vinculaba de forma
creciente a las demás variables de la
economía como tipos de interés y siste-
mas de crédito, la fiscalidad, los ingre-
sos de los consumidores, etc. Muchas
de las empresas que constituyeron este
sistema eran grandes empresas transna-
cionales. Gradualmente, se produjo la
concentración de la producción agraria
en explotaciones cada vez más moder-
nas y de mayor capacidad productiva.
Y, en conjunto, una fuerte moderniza-
ción de la agricultura y un aumento
muy sustancial de la producción y la
productividad. Este sistema fue caracte-
rizado en los años setenta como siste-
ma agroalimentario y se considera que
la agricultura moderna se desenvuelve
enmarcada en estas coordenadas.
Sin alterar sustancialmente esta for-
ma de integración de las explotaciones
productivas en el sistema agroalimenta-
rio se pueden detectar ciertos aspectos
que profundizan en esta relación y al
mismo tiempo la modifican. Entre estos
aspectos se pueden destacar:
– El hecho de que se está produ-
ciendo constantemente un intensísimo
proceso de amalgamas, reestructuración
y concentración en las grandes empre-
sas transnacionales industriales o co-
merciales que controlan la producción
agraria. Las empresas transnacionales de
factores de producción agrarios, además
de los bancos e instituciones financieras,
crecen y se concentran constantemente
constituyendo empresas multinaciona-
les de maquinaria o químicas de gran
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 27
entidad. Por ejemplo, cuatro empresas
principales (Ford, Case, Massey Fergu-
son and John Deere) controlan el 77 %
del mercado de maquinaria agrícola en
el Reino Unido. En Europa Occidental
el número de empresas independientes
de fertilizantes cayó de 56 en 1980 a 29
en 1990. En el Reino Unido sólo dos
ETN (Norsk Hydro y Kemura) contro-
lan el 90 % del mercado de fertilizantes
y están, además, situadas entre los prin-
cipales productores europeos. Kemura
gastó 257 millones de dólares desde
1986 a 1991 en compras de empresas,
triplicando su capacidad de producción
y Norsk Hydro es el mayor productor
europeo. Esta gran concentración que,
por un lado, les proporciona un inmen-
so poder, por otro, les vincula estrecha-
mente a la coyuntura agraria y les hace
bastante vulnerables a los problemas
de la misma. Por ejemplo, en el Reino
Unido, la introducción de las cuotas le-
cheras supuso a las empresas de pien-
sos compuestos una caída en sus ventas
de 4 millones de toneladas en 1983 a
2,5 millones en 1987. Y una incidencia
parecida en los tractores, fertilizantes y
todo tipo de inputs agrarios.9
Por el lado de las empresas alimen-
tarias la magnitud y concentración em-
presarial no es menor. Basta citar nom-
bres como Nestlé, Beatrice Foods,
Unilever, etc. Destaca de nuevo el Rei-
no Unido donde, en fecha tan tempra-
na como 1979, estaban localizadas
quince de las veintiuna mayores em-
presas alimentarias de Europa (todos
los datos de Marsden y Whatmore 1994,
p. 117-118). La creciente competencia
internacional y la desigual adopción de
tecnologías, junto con la inelasticidad
de la demanda de productos alimenta-
rios, motivó una caída de la tasa de be-
neficios de las industrias alimentarias
durante los años ochenta. Éstas perci-
bieron que los beneficios reales en el
poder de mercado se basaban en la di-
ferenciación del valor añadido de los
productos y la aproximación a los
mercados y a la distribución al por me-
nor. Para capturar estos ámbitos del
mercado, se produjo entonces un pro-
ceso de reajuste empresarial, mediante
compras y ventas de empresas, que
condujo a una concentración acelera-
da. Por ejemplo, para reforzar su posi-
ción en los mercados europeos, entre
1983 y 1988 Unilever vendió noventa
empresas (que le reportaron unos 2,3
billones de libras esterlinas) y compró
cien empresas (que le costaron 4,7 bi-
llones de libras esterlinas); asimismo,
Koulberg Kravis Roberts (KKR), otra
gran multinacional del sector, compró
otro gigante RJR Nabisco, y así en un
elevado número de transacciones.
Bastantes de entre ellas se mostraron
poco rentables y han dado lugar a
nuevos procesos de reajuste, en gene-
ral dirigidos a mantener las líneas bási-
cas de especialización empresarial y
abandonando nuevas líneas que habí-
an introducido con las amalgamas em-
presariales. Las empresas transnacio-
nales de comercio de frutas y verduras
son también destacados ejemplos de
esta hipermovilidad empresarial, pero
no disponemos del espacio suficiente
para recoger su amplia y, frecuente-
mente contradictoria, dinámica (Fried-
land, 1994).
28 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
9. Es interesante constatar que hace dos o tres años,
según la prensa, fueron los productores de fertili-
zantes quienes dieron la alarma acerca de la caída
de la producción agraria en España.
– El ámbito de operaciones de las
industrias agroalimentarias (IAA), que
siempre ha sido internacional, se inserta
plenamente en la globalización de la
economía mundial. Es en tanto que las
IAA se globalizan y ello supone cam-
bios importantes en sus formas de ope-
ración, que estas transformaciones inci-
den y afectan muy significativamente a
la dinámica de la producción agraria. Es
decir, en esencia la forma de control di-
recto de la agricultura por las IAA no ha
cambiado, pero en tanto en cuanto se
altera la forma de operar de éstas, ello
repercute en el ámbito agrario. Por
ejemplo, la globalización supone que la
mayoría de las ETN propugnan la libe-
ralización total de la economía y los
mercados agrarios. Argumentan que la
eficiencia económica requiere la libera-
lización y presionan para reducir los
subsidios y las cuotas de importación y
establecer un sistema de mercados no
regulados, según ellos necesarios para
eliminar las ineficiencias. Esta nueva
perspectiva gobernará el sistema agra-
rio mundial a expensas de las agricultu-
ras organizadas «nacionalmente». Un
análisis de la agricultura actual requiere
recoger la dinámica de estas dos eras: la
nacional y la postnacional o global. Se
conoce bastante bien lo que ha ido suce-
diendo en la primera, pero muy poco y
casi no existen teorías para analizar la
segunda. No obstante, solo la yuxtaposi-
ción de ambas permitirá entender la re-
estructuración global de la agricultura
como un proceso fluido y conflictivo si-
multáneamente.
– Respecto a la producción, las
nuevas formas de operación de las ETN
llevan a internacionalizar la producción
sectorial, a industrializar la producción
agraria y a diluir los límites de los siste-
mas de producción.
La creciente internacionalización de
la producción. El producto final es pro-
ducido por una combinación de proce-
sos en una multiplicidad de países. Por
ejemplo: los pollos o los cerdos que se
venden a la industria cárnica en Catalu-
ña, y cuyos productos se venderán en la
UE, son producidos en Lleida, con em-
briones originarios de Holanda o China,
con piensos que contienen la soja de
Argentina o Estados Unidos, la mandio-
ca de Tailandia, los fármacos de Alema-
nia...y de cuyos efluvios (estiércoles) se
va a disponer en la India. Como los au-
tomóviles o los aviones –en los cuales
muchos componentes que se producen
en distintas factorías y en economías di-
ferentes se unen por medio de empre-
sas transnacionales a través de subsidia-
rias directas o subcontratantes– el sector
ganadero se conecta, a través de la in-
dustria transnacional de piensos, a los
ganaderos especializados. Se habla de
crear un «ternero mundial» –¿clónico?–
como de crear un «coche mundial», etc.,
son productos «made in the world» (he-
chos en el mundo).
– La «industrialización» de la pro-
ducción agraria. La tecnología moder-
na, generada en las IAA está condu-
ciendo a la creciente industrialización
de la producción agraria, especialmen-
te de productos tropicales. A medida
que las IAA aumentan su capacidad de
manejo de productos agrarios, el mar-
gen de las transformaciones inducidas
se amplía, suponiendo, cada vez más,
cambios radicales y posibilidades de
sustitución muy acrecentadas entre los
productos agrarios. El cambio hacia las
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 29
materias primas industriales se acelera.
Así, aunque la sustitución del azúcar de
caña por la sacarosa se remonta al blo-
queo napoleónico en Europa, actual-
mente los químicos industriales extraen
nuevos edulcorantes a partir de cerea-
les, o grasas a partir de distintos vegeta-
les que se sustituyen entre sí. Como en
los países capitalistas de clima templa-
do se producen eficientemente aceites
y granos y los programas de apoyo
agrario mantuvieron alta la producción,
no es sorprendente que a pesar del au-
mento de demanda para edulcorantes y
aceites, la relación real de intercambio
para las exportaciones tropicales cayera
desde los años cincuenta y sesenta,
(McMichael, 1994, p. 264). A medida
que las industrias manufactureras de
productos alimentarios pueden repro-
ducir las propiedades naturales de in-
gredientes tradicionales, «sustituyen»
los productos de los agricultores que
se ven reducidos a producir sólo mate-
rias primas básicas más que bienes de
consumo final. La sustitución y la con-
centración empresarial significa un
gran aumento de la competencia entre
productos y que los esfuerzos para au-
mentar las exportaciones tropicales
sólo llevan a una espiral viciosa de caí-
da de precios. El círculo se cierra si se
tiene en cuenta que el maíz, la mandio-
ca y otros productos básicos se convier-
ten en productos de exportación para
usarlos en piensos o en la producción
de ingredientes genéricos, como saca-
rosa o azúcares. No sólo compite el
consumo humano con el animal, sino
que todos los productos se convierten
en materias primas para mercancías
complejas digeribles que pasan a través
de la producción y distribución por las
grandes empresas.
«La tendencia dominante actual-
mente es la de producir bienes dura-
deros para destinos lejanos y la supre-
sión de particularidades de tiempo y
lugar, tanto en la agricultura como en
los consumos alimentarios. Más rápida-
mente que nunca, las IAA desconectan
la producción del consumo y los vuel-
ven a relacionar a través de compras y
ventas. Han creado un sistema produc-
tivo para la economía mundial». La re-
orientación de los bienes agrarios bási-
cos como productos de exportación
para la industria alimentaria global eli-
mina las consideraciones de lugar
orientándose al servicio de los merca-
dos de consumo globales. «Los alimen-
tos ya no son solo algo producido por
los agricultores y comprado por los
consumidores, sino un producto de las
empresas capitalistas para obtener be-
neficios con suministros, elaboración
y distribución transnacionales» (McMi-
chael 1994).
Asimismo, se diluyen los límites de
las líneas de producción (o itinerarios
por producto). El sistema establecido
después de la II guerra mundial en los
países desarrollados –época de la regu-
lación nacional– constaba básicamente
de tres grandes bloques: el complejo
ganadero, que representa desde sus
orígenes la globalización, incluso antes
de que esta palabra fuera acuñada,
pues ya después de la guerra incluía el
suministro mundial de la alimentación
animal; la producción de cereales, en el
que se centraba la protección a la agri-
cultura de estos países, y la producción
de mercancías duraderas (aceites, azú-
car...), consecuencia de los modelos
nacionales de la agricultura subsidiada
con sus raíces en la agroindustrializa-
30 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
ción. Sobre la base de estos tres blo-
ques se establecían unas relaciones in-
ternacionales que han ido conduciendo
al control de la agricultura mundial por
los países centrales.10
Desde la mitad de los años setenta,
se asiste a una creciente integración de
estos bloques bajo el dominio del com-
plejo ganadero. Este, de forma crecien-
te integra a los otros dos complejos más
«nacionales». Sólo a través de este pro-
ceso de integración se pueden enten-
der, por ejemplo, las conexiones entre
la producción intensiva de maíz en Es-
tados Unidos, de mandioca en Tailan-
dia, y la producción extensiva de gana-
do en la Amazonia, las conservas de
carne en la frontera mexicana, las ham-
burguesas congeladas que utilizan los
subproductos de la carne de ternera de
primera en los supermercados de todo
el mundo y los McDonald’s de Buda-
pest y Hong Kong. Además, «[...] estas
cadenas «de carne» interrelacionadas in-
tersectan con cadenas paralelas de pa-
tatas o ensaladas para formar «un pro-
ducto» final que de forma arbitraria se
puede denominar agrario (patatas irra-
diadas) o industrial (patatas fritas con-
geladas) o de servicios (un plato de pa-
tatas fritas calientes)» (McMichael, 1994,
p. 281). El complejo ganadero, recom-
binándose con los otros dos, ejemplifi-
ca la amplitud y las consecuencias so-
ciales y políticas de la comercialización
de los productos agrarios a nivel mun-
dial. Junto con la internacionalización
del consumo –ver más adelante– y la
creciente desigualdad de rentas lleva
incluso a prever la diferenciación de la
producción de ganado para consumi-
dores ricos y para consumidores po-
bres: un tipo de ganado para los consu-
midores de élite y producción ganadera
barata para el «fast food».
Toda esta dinámica lleva a que la
competencia a nivel mundial entre la
producción agraria de los diversos paí-
ses y los diversos productores aumente
de forma exponencial en el marco de
mercados dominados por las industrias
alimentarias. La lucha por la supervi-
viencia es feroz. Una agricultura que
compite a nivel mundial implica una
pesada carga para los productores, y
especialmente para aquellos que no
disponen de factores en condiciones
ventajosas. Casi eliminadas las condi-
ciones naturales como ventaja, sólo de-
pende de los avances en tecnología
productiva y de la mano de obra barata.
Los agricultores de un país que no ten-
gan ventaja en alguno de ambos facto-
res tendrán mayores dificultades para
su operación y supervivencia.
Asimismo, dado que las empresas
alimentarias realizan compras de gran
volumen, pueden conducir a la espe-
cialización de la producción agraria de
regiones enteras que producirán para
los mercados globales, con frecuencia
situados en lugares que no tienen nin-
guna relación con la producción y de-
pendiendo de las compras de una o po-
cas empresas. En este caso puede ser
muy difícil para los agricultores de la
región salir de ese nicho de producción
y compra del producto por las IAA. Ta-
rea mucho más ardua si se consideran
también las posibilidades que propor-
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 31
10. En este apartado seguimos el sugerente artículo
de H. FRIEDMANN, 1994 a donde remitimos al lector
ya que no podemos entrar en la descripción detalla-
da de todos los aspectos del mismo.
ciona la industrialización de la agricul-
tura a la que nos hemos referido más
arriba. En este contexto no podemos
dejar de referirnos a un comentario de
Friedmann en el artículo mencionado:
«La humilde patata, el alimento más ba-
rato para las clases trabajadoras indus-
triales de Europa y Norte América es un
ejemplo de la simultanea transforma-
ción de las dietas y la industrialización
de la agricultura. Las patatas se han
convertido en la base de uno de los ma-
yores imperios empresariales del mun-
do, McCain, cuyo producto principal
consistía en patatas fritas congeladas,
seguidos por otros productos de alto
valor añadido. Para asegurarse un su-
ministro regular de productos frescos
standard, McCain reorganizó la agricul-
tura tradicional de muchas comunida-
des en el este de Canadá. Suscribiendo
contratos monopolistas que especifica-
ban la mayor parte de aspectos de la
producción subordinó a las explotacio-
nes familiares y creó una región de mo-
nocultivo» (Friedmann, 1994, p. 264).
– En cuanto a la demanda, las ETN
alimentarias y en particular las grandes
empresas de distribución tienen una
alta capacidad de influir en los hábitos
de consumo de la población, mediante
lo cual rigen el tipo de productos que
se van a presentar en el mercado, ais-
lando al productor agrario de la de-
manda final. Por un lado, nuestra dieta,
bajo el influjo de una potente publici-
dad a nivel mundial, y de la transnacio-
nalización de las empresas distribuido-
ras de alimentos, se va conformando
cada vez más a los hábitos de consumo
de los países más ricos. En ella, los
productos manufacturados y distribui-
dos por las empresas alimentarias son
los que se consumen principalmente,
lo que permite que, con un comercio
liberalizado, tanto la materia prima
como los propios productos alimenta-
rios manufacturados provengan de
cualquier país si ello es más conve-
niente para la empresa alimentaria que
lo produce y/o comercializa (¿quién
sabe dónde se produce la harina de las
productoras de pastas y las múltiples
variantes de pastelitos que ofrecen los
supermercados, la leche o los ingre-
dientes lácteos que se utiliza en la in-
creíble variedad de productos lácteos
existentes e incluso el vino utilizado
para el envasado de calidades popula-
res?).11 Las explotaciones agrarias se
dedican cada vez más a producir mate-
rias primas indiferenciadas para la in-
dustria alimentaria, que establece sus
normas y exigencias.12
Incluso ya he-
mos visto que los productos frescos
pueden venir de lejanas tierras.
Las IAA incorporan nuevas estrate-
gias de ventas dirigidas a los mercados
globales y regionales más que naciona-
les y con una significativa diferencia-
32 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
11. En España esta situación está parcialmente ate-
nuada todavía —sólo parcialmente— por la legisla-
ción protectiva comunitaria. No obstante, ésta está
siendo desmantelada gradualmente desde la refor-
ma de 1992 y disminuirá todavía más a partir de
1999, como se explica en el apartado 2.3.
12. Puede parecer que esta afirmación se contradice
con la también reciente tendencia, precisamente, a
valorizar la producción agraria por medio de su di-
ferenciación mediante variedades específicas, deno-
minaciones de origen, etc. Ambas tendencias exis-
ten y son simultáneas, pero si se tiene en cuenta la
importancia cuantitativa de la tendencia diferencia-
dora frente a la de homogeneización se puede per-
cibir la diferencia entre la importancia de ambas
para el mundo agrario, siendo mucho más intensa la
segunda.
ción de los mismos. Parecen observarse
dos segmentos de mercado: a) merca-
dos de productos masivos, sean locales
o extranjeros, que de forma creciente se
conforman a estándars globales (ali-
mentos baratos para las clases popula-
res) y b) mercados de nuevos productos
especializados, orientados a nichos de
mercado segmentados, tales como pro-
ductos frescos y/o exóticos (para los
consumidores ricos). Parcialmente, am-
bos grupos de productos pueden ser
complementarios, pues algunos de es-
tos productos pueden ser subproductos
de los de otro mercado –el solomillo
para un mercado de consumidores de
alto poder adquisitivo se complementa
con la carne picada para los más modes-
tos– pero también puede llevar a espe-
cializar las regiones en función de estos
mercados diferenciados, por ejemplo si
ciertas áreas se dedican a producir el
grano barato para la producción animal,
mientras otras pueden producir para
mercados de élite.
– La internacionalización producti-
va, la creciente industrialización de la
producción agraria y alimentaria y la
tecnología moderna permite a las em-
presas utilizar muy diversos tipos de tra-
bajadores y de condiciones laborales.
Cada vez es mayor el recurso a mano de
obra contratada de forma precaria y con
niveles salariales más bajos que consti-
tuyen una parte sustancial de la mano
de obra utilizada en la agricultura. No
sólo la mano de obra para tareas tempo-
rales como la cosecha o siembra, que ha
sido siempre tradicional en la agricultu-
ra, sino, por ejemplo, el recurso perma-
nente para las tareas habituales a traba-
jadores inmigrantes de menor nivel de
salario y exigencias laborales.
2.3. Las tendencias de la política
agraria
– Una de las características a desta-
car de la evolución de la agricultura
después de la II Guerra Mundial en los
países desarrollados es, como se sabe,
el fuerte apoyo público de cada estado
a su agricultura y ganadería. Aunque la
administración estadounidense ya hacía
tiempo que apoyaba fuertemente su
agricultura, el final del conflicto marca
un período donde el apoyo público se
intensifica en este país y se refuerza en
Europa Occidental, justificado por la
necesidad de reforzar su «seguridad ali-
menticia» que se había visto amenazada
por la guerra y de proporcionar a la
agricultura familiar un nivel de vida
adecuado. El Tratado de Roma firmado
en 1957 muestra ya con claridad la im-
portancia de la política agraria en el
contexto europeo. De aquí que un aná-
lisis de las tendencias de la agricultura
en el futuro tenga que considerar como
elemento básico las tendencias de evo-
lución de la política agraria, tanto a ni-
vel de los principales países producto-
res agrarios como y especialmente de la
Unión Europea.
– Aumento de la producción y apa-
rición de nuevos problemas:13
el apoyo
del sector público, el desarrollo de la
agroindustria y de la tecnología aplica-
ble al sector y una demanda mundial
creciente impulsó fuertemente la pro-
ductividad y la producción agraria en
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 33
13. Son múltiples los trabajos que describen y anali-
zan esta evolución, si bien no son tan numerosos
los existentes en castellano. Véanse por ejemplo: A.
MOLLARD, Les paysans exploitées, París, Armand Co-
lin, 1978; L. MALASSIS, Economie agro-alimentaire,
vol. I, Cujas , 1973; D. GOODMAN; M. REDCLIFT (ed.),
los países centrales y ha originado cam-
bios importantes en la división interna-
cional de la producción agraria. Al co-
mienzo de los años ochenta, los países
centrales habían pasado a ser los princi-
pales productores agrarios del mundo
en detrimento de la producción que tra-
dicionalmente provenia de los países
periféricos.
Este crecimiento de la producción
agraria en los países centrales ha gene-
rado nuevos problemas. El aumento de
la producción por parte de los países
más poderosos del mundo, frente a una
demanda que no ha crecido en la mis-
ma proporción14 ha conducido a una
durísima intensificación de la compe-
tencia entre los principales productores
y exportadores y a un aumento sustan-
cial de los fondos públicos asignados al
apoyo a la agricultura. Esta situación
que se enfrenta, además, en un período
en que de modo general se pone en
cuestión la intervención pública en la
economía, ha llevado a un replantea-
miento sustancial de la política agraria.
Dado que ella constituye uno de los
elementos esenciales del sistema ali-
mentario mundial, los cambios en la
política agraria suponen que los esta-
dos centrales se involucran directamen-
te en la reestructuración del mismo.
Estados Unidos, como principal
productor agrario del mundo, se ha ido
encontrando con una competencia
fuertemente acrecentada por los países
de la UE, que tras la integración de Es-
paña y Portugal pasó a ocupar el pri-
mer puesto como exportador agrario
mundial. Asimismo, otros países tradi-
cionalmente productores agrarios (Aus-
tralia, Nueva Zelanda, Argentina... hasta
trece que han constituido el denomina-
do grupo Cairns), junto con otros que
se han visto obligados a aumentar sus
exportaciones para poder pagar los in-
tereses de la deuda, constituyen en la
actualidad un sistema mundial de pro-
ducción y exportación agraria en durísi-
ma competencia.
Como las relaciones comerciales se
alteraron a expensas de la hegemonía
de Estados unidos, ello llevó a este país
a recurrir de forma creciente a presio-
nes bilaterales y, al mismo tiempo, a
forzar la inclusión de los temas agrarios
en la Ronda Uruguay del GATT que ini-
ciada en 1986 se completó en 1992. En
ella, Estados Unidos, que desde prici-
pios de los años ochenta practicó una
política económica neoliberal, propug-
naba la desaparición de los subsidios
agrarios, principalmente a la exporta-
ción, y la liberalización de los mercados
agrarios, en general fuertemente prote-
gidos. Los países del grupo Cairns apo-
yaron esta posición, principalmente
con objeto de recuperar parte de los
mercados europeos y contrarrestar la
potencia de la fuertemente protegida
agricultura europea. Por su parte los di-
rigentes de la UE, que participan de la
tendencia neoliberal de la política eco-
nómica, tampoco veían con malos ojos
una disminución de la protección a la
34 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
The international farm crisis, London, Masmillan,
1989; T. MARSDEN; P. LOWE; S. WHATMORE., Rural res-
tructuring, David Fulton Publishers, 1990. En caste-
llano: R. FENOLLAR., La agro-industria en España,
Madrid, MAPA, 1999.
14. Es bien sabido que la producción de mercancías
no depende de las necesidades sino de la deman-
da. De aquí que el mundo se encuentre con una
producción agraria en exceso al mismo tiempo que
millones de personas no alcanzan a cubrir sus ne-
cesidades alimentarias. Tristes paradojas de una de-
terminada organización social.
agricultura que está absorbiendo partes
sustanciales del raquítico presupuesto
de la Unión. Desde mediados de los
años ochenta, por tanto, todo estaba
preparado para un cambio sustancial
en las tendencias de evolución de la
política agraria en los principales países
centrales.
– Las tendencias actuales de la po-
lítica agraria consisten en la liberaliza-
ción y la desregulación. La política
agraria en la actualidad se dirige hacia
la sustancial disminución de la inter-
vención pública en el apoyo a los siste-
mas de producción agraria: la liberali-
zación de los mercados, la disminución
si no desaparición de la protección y,
especialmente la eliminación de los
subsidios a la exportación son los pun-
tos principales que se potencian. Se
apoyan dentro de los estados reformas
agrarias que desmantelan los proyectos
«nacionales» bajo el argumento de que
son necesarios procesos de ajuste es-
tructural para eliminar ineficiencias y
asegurar un régimen de libre comercio.
El tema de la «seguridad alimenticia»,
que fue tan poderoso para potenciar el
apoyo público a la agricultura, práctica-
mente ha desaparecido de la escena.
Los estados centrales no parecen creer
en el peligro de guerras que puedan
afectarla y consideran que la seguridad
alimenticia de los distintos países se lo-
gra mediante un sistema global agroali-
mentario basado en el comercio mun-
dial de los productos agrarios o las
subvenciones (para los países más po-
bres) en lugar de mediante estrategias
de suficiencia alimentaria nacionales.
Estas líneas de actuación se iniciaron a
mediados de los ochenta, y se consoli-
daron con las negociaciones del GATT
terminadas en 1992. Continúan en la
misma dirección en la actualidad tal y
como se puede percibir en la Farm Bill
de 1996 en Estados Unidos y en las pro-
puestas de Santer para la próxima mo-
dificación de la agricultura comunita-
ria15
además de que se iniciará una
nueva Ronda de la OMC en 1999 que
profundizará a lo largo de las mismas lí-
neas.
En esta dinámica de la intervención
pública no son ajenas las presiones de
las industrias transnacionales que pre-
tenden operar sin trabas a nivel mun-
dial, como ya hemos señalado en el
apartado anterior. La reestructuración
agraria actual se hace en una época de
decreciente regulación estatal y de for-
ma creciente bajo la égida de las ETN y
de los mercados que reorganizan sus-
tancialmente el sector a medida que de-
clinan las capacidades reguladoras de
los estados y cambian sus objetivos. Por
ejemplo, las ETN han sabido utilizar
bien el GATT para desarmar la protec-
ción a las explotaciones agrarias (ya
que constituyen una barrera para sus
operaciones globales) acelerando la
mercantilización de la alimentación y la
reestructuración de la agricultura en los
países del centro, mientras que no su-
cede lo mismo para la disminución del
apoyo a la a la agroindustria.
No obstante, es necesario matizar
estas afirmaciones. Dentro de una ten-
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 35
15. Para un detallado tratamiento de los cambios en
la política agraria de la Comunidad Europea véase
Miren ETXEZARRETA, et al., La agricultura familiar
frente a las nuevas políticas comunitarias, cap. 2,
Madrid, MAPA, 1996.; y Miren ETXEZARRETA y Lour-
des VILADOMIU, Crónica de una década de la agri-
cultura española., Madrid, MAPA y CIS, 1997.
dencia general a la liberalización de los
mercados y a la disminución del apoyo
público a la agricultura subsisten toda-
vía importantes elementos proteccionis-
tas de la agricultura en los países centra-
les. Tanto Estados Unidos como la UE
tratan todavía de mantener sus agricul-
turas con el importante recurso al apoyo
público (si bien teóricamente éste debe-
ría descender en magnitud). No sólo re-
curriendo a elementos proteccionistas
menos visibles y aparentemente más
compatibles con las normas del GATT
–proteccionismo no tarifario sino basa-
do en normas de calidad (en el que son
tan hábiles los japoneses), apoyos a las
rentas de los agricultores, subvenciones
por actividades relacionadas con el me-
dio ambiente, etc.– sino también a través
del establecimiento de bloques econó-
micos regionales (Unión Europea, Trata-
do de Libre Comercio y otros). Estos, en
una interesante combinación de protec-
cionismo y competitividad hacia el exte-
rior, constituyen áreas privilegiadas de
comercio interno ampliado que, por lo
menos, permite alargar en el tiempo los
procesos de liberalización total de mer-
cados como pretende la OMC. Es decir,
los principales países centrales propug-
nan la apertura y desregulación de las
economías de otros países, pero conti-
núan manteniendo importantes elemen-
tos proteccionistas para los mercados
agrarios en sus territorios.
Como elementos que apuntan las
principales direcciones de desarrollo de
la política agraria en el futuro inmedia-
to comentamos a continuación, muy
brevemente, las principales orientacio-
nes de la Farm Bill 1996 de Estados
Unidos y las propuestas de Santer para
la política agraria comunitaria:
– La ley agraria (Farm Bill 1996) de
Estados Unidos. En este país, cada cin-
co años se aprueba una ley agraria que
actualiza su ley agraria básica de 1949 y
por la que se establece el marco global
para la política agraria del período. La
aprobada en 1996 presenta algunas mo-
dificaciones en los sistemas vigentes de
apoyo agrario16 que hacen útil su consi-
deración.
La Farm Bill de 1996 esencialmente:
a) Elimina las retiradas subvencio-
nadas de las superficies de cultivo (aho-
ra únicamente se autorizará la retirada
de tierras con subvención con una justi-
ficación medio ambiental).
b) Nominalmente pretende avanzar
hacia la eliminación de los pagos por
diferencias, pero debido a la importan-
cia de esta medida se establece un pro-
cedimiento gradual para lograrlo, man-
teniendo cierto tipo de pagos en razón
de «la transición al mercado agrícola»
pero convirtiéndolos en pagos a la ren-
ta durante 7 años por una cantidad glo-
bal, con base en los pagos histórica-
mente percibidos.
36 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
16. Recuérdese que el sistema de apoyo agrario es-
tadounidense se basa en los pagos diferenciales por
los que se paga a los agricultores la diferencia entre
el precio de mercado y el precio objetivo fijado (tar-
get price) para los productos para cuya producción
el agricultor se ha cualificado, en las subvenciones
por reducción de superficie de cultivo, por las que
se paga una subvención por las tierras que obligato-
riamente se han de dejar baldías, y por el sistema de
préstamos market loan por los que se conceden
créditos a los agricultores que pueden ser reembol-
sados por la entrega de productos valorados al tar-
get price, lo que en definitiva supone garantizar di-
cho precio para el producto.
c) Finalmente, a diferencia del siste-
ma anterior en que sólo se disponía de
una posibilidad limitada de cambiar de
productos si se pretendía cobrar los pa-
gos diferenciales, ahora se liberalizan
los controles en el sentido de que los
agricultores pueden sembrar cualquier
producto que deseen y permanecer
cualificados para percibir los pagos, (de
esta forma se elimina también la res-
ponsabilidad federal en el control de la
oferta de productos básicos).
d) Los market loan (créditos de
mercado) se sostienen pero los precios
garantizados quedan limitados a un má-
ximo correspondiente a los precios al-
canzados en 1995.
Por otra parte, se mantienen e in-
cluso se amplían los programas a la ex-
portación mediante diversos mecanis-
mos, se amplían también los programas
sobre conservación de suelos y se com-
pleta la ley con reducidas aportaciones
a créditos de campaña y la asignación
de una cantidad testimonial al desarro-
llo rural.
Arriesgándonos a sintetizar las líneas
principales de la ley se puede señalar
que suponen el mantenimiento de una
política agraria activa –se mantiene la
ley agraria contra el parecer de los más
radicales que pretendían su elimina-
ción–, dedicando todavía fondos muy
sustanciales al apoyo a la producción y
aumentando el apoyo a las ayudas am-
bientales y a la exportación. Pero que,
al mismo tiempo, desregulan parcial-
mente el sector –eliminación de contro-
les a la retirada de tierras o a los pro-
ductos que cualificaban para obtener
las ayudas–, disminuyen el apoyo di-
recto a la producción –fijación de pre-
cios máximos para los market loans y
eliminación de los pagos diferenciales
convirtiéndolos en pagos temporales a
la renta–, pero estimulan las exporta-
ciones. Es decir, nos parece que la ley
se dirige a aproximar la producción
agraria a las condiciones de mercado,
pero de forma gradual, a diferencia de
la que planteó Reagan a principios de
los años ochenta de desregulación rápi-
da, causando con ello una tremenda
crisis en la agricultura estadounidense.
Por otra parte, no parece que Estados
Unidos esté dispuesto a disminuir su
presencia en los mercados mundiales
ya que hay que destacar el decidido
apoyo a las exportaciones aunque no
consistan en subvenciones directas
prohibidas por la OCM.
Los efectos que esta ley puede tener
dependerán de muchos aspectos, parti-
cularmente de la situación de los mer-
cados internos y mundiales, pero pare-
ce que señalan hacia un probable
aumento de la producción, si bien no
demasiado acusado, y a una continui-
dad de la transformación estructural ha-
cia la potenciación de las empresas
productivas más potentes, junto con el
incremento de la competencia en los
mercados mundiales por parte de Esta-
dos Unidos. La desregulación de la re-
ducción de la superficie de cultivo y la
mayor flexibilidad respecto a los pro-
ductos que cualifican para percibir las
ayudas es probable que conduzca a
que se cultive una mayor extensión de
tierra y, por lo tanto, aumente la pro-
ducción. Pero, al mismo tiempo, hay
que tener en cuenta que al mantenerse
congeladas las subvenciones a la tierra
por razones ambientales es también
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 37
posible que muchas tierras ahora baldí-
as por obligación se integren en dichos
programas y el aumento de producción
no sea tan acentuado. Por otra parte, es
difícil predecir en qué dirección opera-
rán la fijación de precios de apoyo má-
ximos, y la desconexión entre el nivel
de precios de mercado y las ayudas a
las rentas. Según la teoría económica,
en principio, una reducción de los pre-
cios conduciría a una disminución de
la producción. Pero hay que matizar
este planteamiento con distintas consi-
deraciones: por un lado, reducir los
precios de garantía no supone reducir
los precios de mercado si éstos se sitú-
an por encima de aquéllos (como es el
caso en la actualidad), y, por otro, está
también ampliamente confirmado que
en muchas ocasiones en la agricultura
una reducción de precios conduce a un
aumento de la oferta para compensar
las rentas disminuidas por la reducción
de precios. De aquí que la mayoría de
comentaristas parecen concluir que a
corto plazo, a causa de los altos precios
de mercado y de que las tierras adicio-
nales cultivadas no serán muchas, el
impacto de la ley en la producción no
será muy intenso, aunque a plazo más
largo, parece existir un cierto consenso
de que la aproximación a las condicio-
nes de mercado conducirá a un au-
mento de la producción en aquellas
explotaciones que puedan producir
con precios más bajos, mientras que
aumentarán las dificultades de las ex-
plotaciones menos potentes, general-
mente de menor dimensión. Es bastan-
te impresionante la información que
señala que en Estados Unidos, en el
área del Pacífico, se están desarrollan-
do tremendos complejos de integra-
ción vertical para los mercados asiáti-
cos: desarrollos iniciados por empresas
como Mitsubishi, Marubini, Nippon
Meats e Ithoan, que incluyen explota-
ciones de hasta 60.000 cabezas de ga-
nado, o en la región Riverina, detrás
del río Murray, conocida por sus explo-
taciones de gran dimensión donde des-
de 1988 han comenzado a operar ex-
plotaciones ganaderas con capacidad
de producción de 250.000 cabezas
(Lawrence G.; Frank V., 1994, p. 88).
Producciones y exportaciones que sólo
pueden conducir a una mayor compe-
tencia en los mercados mundiales.
– El otro gran bloque de propues-
tas de modificación de la política agra-
ria se refiere a las propuestas que hace
el presidente de la Comisión Europea
Santer para reformar la PAC, compren-
didas en la denominada Agenda 2000
que presenta las propuestas de la políti-
ca de la Comunidad para el fin de siglo.
Estas líneas de política están todavía en
un estadio de proposición y debate, lo
que puede suponer que no sean apro-
badas tal como ahora se plantean, pero
indican ya las líneas principales por
donde éstas van a transcurrir. Por ello y
de forma provisional las recogemos
brevemente y comentamos sobre ellas
(todas las citas de este apartado se re-
fieren a la Agenda 2000 tal como se co-
noce en Octubre de 1997).
En los aspectos agrícolas de la
Agenda 2000 se parte de una evalua-
ción de la reforma de la PAC de 1992,
que se considera ha sido favorable en
sus líneas generales. Se señala explícita-
mente que se siguen las opciones toma-
das en el informe de 1995 sobre la estra-
tegia en materia agrícola, presentado en
el Consejo Europeo de Madrid «[que]
38 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
abogaba en favor de una evolución más
racional de la producción agraria a tra-
vés de la mayor adecuación de los pre-
cios a la realidad del mercado y la conti-
nuidad del proceso de ajuste estructural
[...] y que proponía profundizar y am-
pliar la reforma de 1992 prosiguiendo la
reorientación hacia el sistema de pa-
gos directos en lugar del de apoyo a los
precios, y el desarrollo de una política
rural coherente que acompañase este
proceso».
Como objetivos principales de la
PAC hay que destacar que se considera
en primer lugar el relanzamiento/au-
mento de la competitividad interna y
externa, aunque parece que la segunda
preocupa más a la UE ya que añaden
«para que los productores de la UE se
beneficien por completo de la evolu-
ción favorable del mercado mundial»,
junto con la seguridad y calidad de los
alimentos (¿efecto de las «vacas locas»?),
y el de «garantizar un nivel de vida justo
a la comunidad rural y contribuir a la
estabilidad de la renta agraria». Nótese
la referencia a la comunidad rural y no
sólo a los agricultores y también que no
se espera que este nivel de vida se pue-
da obtener sólo con la agricultura, ya
que entre los objetivos se añade de for-
ma explícita «la creación de empleo al-
ternativo y nuevas fuentes de ingresos
para los agricultores y sus familias». A
todo ello se adjunta «la integración de
los objetivos medio ambientales de la
PAC».
Se prevé que la situación del sector
agropecuario continuará experimentan-
do transformaciones rápidas y que, por
ello, «la agricultura deberá adaptarse a
nuevos cambios en la evolución del
mercado, la política de mercados y las
normas de los intercambios comercia-
les». Se constata la favorable situación
que presentan actualmente los merca-
dos mundiales y los precios para los
productos agrarios, pero, a pesar de
ello, se considera que si no hubiera un
cambio de política los stocks de pro-
ductos agrarios y ganaderos continuarí-
an siendo muy elevados (incluso en el
caso del bovino, y a pesar de los con-
troles de oferta motivados por la crisis
de la BSE, se mantiene esta estimación).
En este contexto, las medidas principa-
les que se proponen para lograr estos
objetivos consisten en:
a) Fijar unos precios máximos de in-
tervención inferiores a los actuales (ce-
reales y bovino), complementados por
pagos a la renta, por superficie en las
tierras cultivables, independientemente
del producto o de que se trate de tierras
retiradas, y por cabezas de ganado para
el bovino. Respecto a esta última se
considera que los pagos complementa-
rios por cabeza, que deben favorecer la
extensificación, aumentarán considera-
blemente sobre el nivel actual cuando el
sistema sea totalmente operativo.
b) Añadir unos incentivos especiales
en forma de ayuda suplementaria para
los productos proteaginosos y mantener
los del trigo duro.
c) Se advierte a los agricultores que
el sistema actual para la leche no dura-
rá, aunque en estas propuestas se opte
por un enfoque que descarta solucio-
nes radicales como recortes drásticos
de precios o la abolición rápida del sis-
tema de cuotas. Por ello se plantean
prorrogar el sistema de cuotas hasta el
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 39
2006, reducir gradualmente los precios
de sostenimiento hasta un 10 % a lo lar-
go del período e introducir un nuevo
pago anual por vacas lecheras que lle-
varía a igualarlas con las primas a las
vacas nodrizas.
d) Respecto a los productos medite-
rráneos se posponen las propuestas del
tabaco y el aceite (ahora ya son conoci-
das estas últimas), se planea la revisión
de la del vino pendiente de aprobación
desde 1994 y se programa el segui-
miento de la de frutas y hortalizas.17
e) Se declara la necesidad de simpli-
ficar y descentralizar la política agraria
de la Comunidad, aunque se explicita
que esta última no debe conducir a su
renacionalización.
f) Se propone establecer un límite in-
dividual aplicable a todos los pagos di-
rectos de ayuda a la renta concedidos en
virtud de las OCM, pero señalan que los
estados miembros podrán introducir cri-
terios de diferenciación de conformidad
con una serie de normas aceptadas en co-
mún. Lo que no deja de ser incongruente
con la preocupación por la renacionaliza-
ción puesto que la posible diferenciación
refuerza las tendencias a la renacionaliza-
ción de las políticas agrarias.
g) Se señala explícitamente la in-
conveniencia de aplicar los instrumen-
tos de apoyo de la PAC a los países de
Europa Central.
h) Hay que mencionar, también, la
importancia que se concede a las medi-
das medioambientales: «En los próximos
años, se otorgará un papel predominan-
te a los instrumentos agroambientales
para fomentar el desarrollo sostenible
de las zonas rurales y responder a la cre-
ciente demanda de servicios ambienta-
les por parte de la sociedad». No sólo la
concesión de pagos directos y la retirada
de tierras se supeditará al cumplimiento
de determinadas condiciones medioam-
bientales sino que se reforzarán y am-
pliarán las medidas de conservación y
mejora del medio ambiente. Además, se
menciona la posibilidad de pagos direc-
tos nacionales para medidas medioam-
bientales.
i) Las propuestas se detienen de
forma especial en la problemática de
las zonas rurales. Por una parte afecta-
das negativamente por la dinámica
agraria que se prevé, y por otra, con
posibilidades de nuevas oportunidades
por las funciones medioambientales y
recreativas que se considera ha de satis-
facer. Frente a la filosofía de paridad de
rentas para los agricultores familiares
que presidió la PAC hasta mediados de
los años ochenta, y tras un largo perío-
do de evolución (Etxezarreta et al.,
1995), la política comunitaria se plantea
actualmente bajo la orientación de que
una parte importante de las explotacio-
nes familiares no podrán asegurar úni-
camente por la actividad agraria un ni-
vel de vida adecuado a las familias
agricultoras y que muchas de entre
ellas habrán de recurrir a la diversifica-
ción de actividades agrarias y no agra-
rias y la pluralidad de ingresos para al-
canzarlo. Se considera que las nuevas
demandas que la sociedad hace del es-
17. Es curiosa la diferencia en importancia relativa
que se concede a los productos «continentales» (ce-
reales, proteaginosas, ganado y lácteos) frente a la
brevedad e imprecisión de las referencias a los pro-
ductos mediterráneos.
40 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
pacio rural en términos de nuevas for-
mas de vida y de ámbito para el ocio
proporcionan oportunidades inéditas
que pueden ser aprovechadas por las
familias, agricultoras o no, que vivan en
el medio rural. Por tanto, se mantiene
que esta forma de organización econó-
mica puede facilitar la supervivencia
económica de las explotaciones agra-
rias familiares, mejorar su nivel de vida
y adecuarlo a formas más modernas. Al
mismo tiempo puede constituir un ele-
mento importante para el mantenimien-
to y reactivación socioeconómica de las
zonas rurales, incluso de aquellas más
deprimidas. Bajo este enfoque la políti-
ca agraria comunitaria desde mediados
de los años ochenta, pero particular-
mente en la reforma de 1992, ha esta-
blecido y reforzado los elementos de
apoyo y estímulo a la diversificación de
actividades económicas (incluyendo
aquí muchas de las medioambientales),
convirtiendo la política de desarrollo
rural en una de las piezas centrales de
la PAC respecto a la agricultura familiar.
En la Agenda 2000 aunque se señala
que se deberían potenciar estas nuevas
posibilidades se establece que debería
de hacerse básicamente mediante «la re-
organización de los instrumentos de po-
lítica rural existentes». Es decir, parece
apuntar a que las ayudas al desarrollo
rural no se incrementarán sustancial-
mente. Se limitan a señalar la reestructu-
ración financiera que éstos experimen-
tarán y que se aplicarán de forma
horizontal y descentralizada.
En líneas generales, como en el
caso de Estados Unidos, queda claro
que la UE no renuncia a una política
agraria activa, si bien, también de forma
similar a la de éstos, se trata de separar
de forma creciente el apoyo a los agri-
cultores de la producción agropecuaria.
Como allí, el apoyo a los precios es de-
creciente y uno de los objetivos princi-
pales de la reforma es que la agricultura
actúe basada en las condiciones del
mercado. También hay que señalar
que, en lo que hemos leído, no apare-
cen referencias a los mercados exterio-
res en relación con la disminución de
los subsidios a las exportaciones (pro-
bablemente porque en la reforma de la
PAC de 1992 ya se planteaba su gradual
desaparición). Por el contrario, el inte-
rés por el desarrollo rural es más explí-
cito y financieramente superior (aun-
que continúa siendo reducido, pues a
pesar del aumento en los fondos estruc-
turales éstos son una reducida parte del
presupuesto de la Unión). Posiblemen-
te ello sea debido al mayor número de
agricultores familiares en Europa, a que
las medidas que se están tomando des-
de mediados de los años ochenta (in-
tensificadas con la reforma de 1992)
han podido afectar con mayor intensi-
dad a la agricultura familiar europea y,
especialmente, al grave estado de la si-
tuación laboral no agraria en la Unión
que impide la emigración de la mano
de obra excedente en el sector agrario.
En conjunto, se deduce la tendencia
a la aproximación gradual a las condi-
ciones de mercado y un aumento de la
competencia. Si a ello se añade la deci-
dida voluntad política de no ampliar el
presupuesto comunitario y que las de-
mandas para la utilización de recursos
son crecientes, mientras disminuye con-
siderablemente la importancia política
del sector, no es difícil pronosticar una
disminución, prudente y gradual, pero
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 41
disminución al fin, de los apoyos al sec-
tor agrario en la Unión Europea y la ne-
cesidad del ajuste de éste a las condicio-
nes de mercado. Junto con un aumento
de los recursos para objetivos medio-
ambientales y ayudas limitadas al desa-
rrollo rural, ya que aunque en una con-
sideración superficial éstas pueden
parecer considerables, ello es debido a
que se concentran en determinadas áre-
as y en programas que no existían hasta
hace relativamente pocos años, pero el
volumen de la misma es limitado.
Probablemente, el conjunto de esta
situación aumentará la dualidad del sis-
tema productivo agrario en la UE. Si ya
a principios de los años noventa, la
propia Comunidad era consciente de
que el 80 % de la producción agraria y
los subsidios correspondían al 20 % de
las explotaciones, esta concentración
ha debido de aumentar. Por un lado,
porque aunque se señala que la volun-
tad es de desvincular los subsidios
agrarios de la producción, la separación
es todavía débil. Recordemos que los
pagos por superficie y cabezas de gana-
do y la media de la producción regional
constituyen la base del sistema de apo-
yo, por lo que los grandes productores
recibirán subsidios de volumen supe-
rior. Por otra parte, porque si priman
las condiciones de mercados acusada-
mente competitivos, serán los produc-
tores con costes más bajos los que po-
drán mantenerse mejor (y no hay que
olvidar que las economías de escala
son un importante elemento de reduc-
ción de costes). Los pequeños y media-
nos productores experimentarán cada
vez mayores problemas para mantener-
se sólo de la agricultura y tenderán a
ejercer la pluriactividad, combinando la
agricultura con otras actividades, o al-
ternativamente, abandonarán del todo
la actividad agropecuaria. En la Agenda
2000 se prevé «una drástica disminu-
ción del número de explotaciones agra-
rias y de trabajadores del sector».
A las políticas de los países más
poderosos hay que añadir las tenden-
cias de las orientaciones de las institu-
ciones internacionales: FMI, Banco
Mundial, y especialmente, la Organiza-
ción Mundial de Comercio que sustitu-
ye al GATT. En la nueva ronda de ne-
gociaciones comerciales multilaterales
que se iniciará en 1999 se prevén nue-
vas presiones para reducir la protección
fronteriza, disminuir las subvenciones a
la exportación y reestructurar la ayuda
interior para conseguir instrumentos
más disociados de la producción. Es
decir, la política agraria mundial de las
grandes instituciones internacionales
propugna también la disminución del
apoyo público a la producción agraria y
la reestructuración del sector siguiendo
las indicaciones de los mercados.
Resumiendo, en las tendencias de
la política agraria tanto a nivel de insti-
tuciones internacionales como en Esta-
dos Unidos y la Comunidad Europea,
que no solamente se cuentan entre los
principales productores mundiales sino
que marcan la pauta de la política agra-
ria en el mundo, van a seguir como
orientaciones de política económica las
de la desregulación y privatización: dis-
minución de la intervención y el apoyo
públicos directos a la actividad agraria,
reestructuración de los apoyos y apro-
ximación de la actividad agraria a las
condiciones de los mercados agrarios
mundiales, sometidos a una intensísima
42 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
y creciente competencia. Esta evolu-
ción parece que se verá atemperada
por la presión política que sea capaz de
ejercer el lobby de los intereses agrarios
–otrora poderoso pero ahora en dismi-
nución frente al poder de la agroindus-
tria y la globalización de los mercados–
y a la situación de los mercados labora-
les que, si como está sucediendo en Eu-
ropa se muestran incapaces de absor-
ber la mano de obra desplazada,
pueden forzar a la ralentización parcial
del proceso.
La gradual y cautelosa reestructura-
ción de la intervención pública de la
agricultura que orienta a ésta hacia la
dinámica de los mercados tiene otras
consecuencias más amplias. La desre-
gulación disminuye la capacidad de los
estados para orientar el desarrollo agra-
rio y este vacío facilita el control de la
agricultura por la agroindustria. De esta
forma, la iniciativa pasa cada vez más a
las empresas y a las instituciones finan-
cieras, quienes encaminan la produc-
ción agraria en las líneas adecuadas
para potenciar la agroindustrialización,
integrada por las compañías agroali-
mentarias internacionales y dirigida de
forma creciente a los mercados globa-
les.
2.4. Algunos elementos específicos
Además de los elementos que se
han señalado hasta ahora quedan por
mencionar ciertos aspectos específicos
que afectan significativamente a la
agricultura y que no pueden ser inclui-
dos en los grupos anteriores. Entre
ellos creemos que es conveniente men-
cionar:
– La creciente importancia conce-
dida a los aspectos ambientales y la
ecología. Esta preocupación social, que
se ha expandido recientemente en los
países centrales, constituye un elemen-
to de incidencia contradictoria en el de-
sarrollo agrario. Por una parte, la cre-
ciente preocupación medioambiental
lleva a inquietarse mucho más por las
prácticas productivas de una agricultura
intensiva concentrada que deteriora la
tierra y el agua. En consecuencia, el in-
tento de mantener y mejorar el medio
ambiente conduce a medidas de apoyo
de política agraria que potencian la de-
sintensificación y revierten en el mante-
nimiento de una sociedad rural y una
agricultura más dispersa y diversificada.
Pero, por otra parte, la gran agricultura
genera unos problemas ambientales de
tal magnitud que es difícil que sus noci-
vos efectos puedan ser compensados
por las políticas medioambientales. Las
opiniones son encontradas acerca de
cuál será el efecto neto de ambas líneas
de desarrollo. Buttel (1992) ha descrito
el proceso de incorporar consideracio-
nes verdes en las políticas económicas,
políticas y sociales del estado como
«ambientalización» y considera que esta
ambientalización tiene la capacidad de
desafiar las bases de las tecnologías y
los modelos productivistas. Otros auto-
res (Lawrence G.; Frank V., 1994) son
menos optimistas dada la escala de pro-
ducción agropecuaria y la consiguiente
contaminación ambiental. Por ejemplo,
se sabe que los deshechos de una ex-
plotación de 40.000 cabezas de ganado
son equivalentes a los producidos por
una ciudad de 500.000 habitantes. Ade-
más, a medida que las regulaciones am-
bientales son más estrictas en los países
centrales, la respuesta de los grandes
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 43
productores parece residir en exportar
las líneas de producción destructivas
del ambiente a la periferia y la semipe-
riferia, que las acepta por su necesidad
de capitales extranjeros. El efecto neto
es empeorar las condiciones de vida de
la semiperiferia y aumentar su depen-
dencia sin disminuir el volumen total
del deterioro ambiental.
– La incidencia del cambio tecnoló-
gico, especialmente la biotecnología.
Los estudiosos del sector están tratan-
do de determinar si la biotecnología
llevará a un crecimiento evolutivo del
sistema agroalimentario, tal como lo co-
nocemos, con una creciente subordina-
ción de la agricultura a la industria y su
organización en itinerarios por produc-
tos específicos (sistemas por productos)
y a su completa industrialización o bien
conducirá a un cambio radical en las re-
laciones económicas, sociales y técni-
cas del sistema agroalimentario. Hasta
mediados de los años setenta se consi-
deraba que había bastantes posibilida-
des de que se produjera la segunda si-
tuación, pero hacia mediados de los
años noventa la opinión mayoritaria al
respecto se puede sintetizar con pala-
bras de los principales estudiosos en la
materia como que: «veinte años des-
pués del descubrimiento del DNA, la
difusión de la biotecnología en el siste-
ma agroalimentario es muy lenta, su
impacto está restringido a áreas y sec-
tores específicos y los productos agra-
rios comercializados son todavía muy
pocos. Los científicos sociales en gene-
ral tienden a revisar la interpretación
del «potencial revolucionario de la bio-
tecnología» en favor de análisis más
realistas de su impacto a corto plazo»
(P. Bye; M. Fonté, 1994, p. 242) conce-
diendo más atención a los obstáculos y
límites de la difusión de las biotecnolo-
gías, aunque a mediados de 1997 la apa-
rición de los animales clónicos vuelve a
presentar un nuevo signo de interroga-
ción ante la aparente enorme capaci-
dad de transformación de la biotecno-
logía.
Bye y Fonté en un análisis basado
en la tecnología de producción agra-
ria, aducen que aunque los aumentos
de producción y estandarización de
productos tienden a reducir las opcio-
nes técnicas a la estandarización, los
desajustes y discontinuidades entre las
técnicas derivadas de las formas mecá-
nicas y biológicas que se multiplican
en el actual modelo técnico de pro-
ducción y la incertidumbre creciente
de mercados y monedas pueden alte-
rar esta situación. Consideran que jun-
to con las nuevas funciones emergen-
tes para la agricultura y las nuevas
políticas agrarias que se dirigen a ob-
jetivos más macroeconómicos, además
de la creciente demanda de alimentos
de calidad, tienden a aumentar la va-
riabilidad e inestabilidad de los ajustes
técnicos y conducen a la aparición de
otro modelo con objetivos más com-
plejos: gestión y reproducción de los
recursos naturales (incluyendo exce-
dentes de tierra agraria creados por la
concentración de la producción en
partes cada vez más restringidas del
territorio), preservación de las comu-
nidades rurales y protección de la sa-
lud, la calidad y el medio ambiente.
Para estos autores frente al modelo de
agricultura intensiva dominante, que
denominan «de utilización de tierra y
ahorro de mano de obra», se abren
nuevas posibilidades para innovacio-
44 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
nes graduales y para las rupturas téc-
nicas (especialmente la biotecnología).
De hecho, consideran que la relativa
flexibilidad y dimensión de las empre-
sas de biotecnología les proporciona
una vía como vehículos del cambio
técnico, precisamente porque están en
la mejor posición para unir tanto la
producción en masa como la produc-
ción especializada. Por tanto, prevén
un modelo distinto de desarrollo agra-
rio que se expresará en formas de pro-
ducción, técnicas y bases de conoci-
miento heterogéneos que integrarán
las nuevas limitaciones de precios y
promoverán una mejor utilización de
recursos naturales como agua, luz y
calidad del suelo. A este modelo lo
conceptúan como de «ahorro de tierra,
uso de agua y luz». La coexistencia de
los dos modelos que, explicitan, «está
claro que evolucionan siguiendo dis-
tintas normas y objetivos y que ocu-
pan distintas posiciones en los siste-
mas de innovación». (P. Bye; M. Fonté,
1994, p. 251).
– La importancia de los aspectos
espaciales respecto a la agricultura. Se
plantean dos cuestiones: el tema de la
integridad territorial y el del desarrollo
espacial. La agricultura está estrecha-
mente asociada al espacio y ello intro-
duce en el tema su vinculación al lugar
y a una cultura, junto con la cuestión
de soberanía. El ámbito rural (que has-
ta muy recientemente se igualaba al
agrario pero que ya no constituyen tal
unidad) se percibe como una de las
bases de la esencia de los pueblos. Es
probablemente por ello que, hasta
ahora, los estados modernos han con-
cedido una atención a la agricultura su-
perior a la de otros sectores, o a la que
le correspondería por aspectos estricta-
mente económicos. Con frecuencia
la liberalización comercial agraria se
percibe como una amenaza cultural y
también por ello es resistida con más
intensidad de lo que justificarían estric-
tamente sus elementos económicos. A
causa de la identificación de la agricul-
tura con el lugar y la nación, el inte-
grarla en el régimen del GATT es pro-
fundamente simbólico del intento de
legitimizar la integración mundial de
los mercados.
En un aspecto más concreto, la
concentración de la producción agraria
y la desaparición de muchas explota-
ciones plantea otra cuestión de interés
como es la gestión del espacio. Hasta
hace muy pocos años, prácticamente la
totalidad del esfuerzo de mantenimien-
to y gestión del espacio la realizaba
una población rural basada en la agri-
cultura. Población que en los países
centrales ya no es suficiente para cum-
plir este papel. Se están haciendo es-
fuerzos significativos para que se man-
tenga una población rural en la
actualidad, pero se acepta que en su
mayor parte ésta esté desligada de la
agricultura y, en muchos casos, de la
tierra (el turismo rural sería la actividad
que continuaría manteniendo la vincu-
lación con la tierra pero las relaciones
entre ésta y el agente económicamente
activo pueden cambiar muy radical-
mente su relación).18 El tipo de gestión
del territorio compatible con la agricul-
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 45
18. El agricultor dependía directamente de la tierra
que trabajaba, fuese o no su propietario, mientras
que en el caso del turismo rural el ambiente o el
paisaje que lo motiva es con mucha mayor frecuen-
cia un bien público.
tura y el mundo rural del siglo XXI y la
política económica necesaria para ase-
gurarla no es una cuestión baladí, a me-
nos que las sociedades futuras opten
por un territorio rural no gestionado en
modo alguno.
3. LA REESTRUCTURACIÓN DE LA
AGRICULTURA
Los elementos que hemos mencio-
nado hasta ahora y las complejas varia-
bles en que se basan, influyéndose mu-
tuamente y reaccionando entre sí, son
los que están impulsando y conforman-
do una reestructuración agraria de gran
magnitud. Que, además, es cada vez
más rápida. Si rápido fue el cambio des-
de la II Guerra Mundial, y acelerado en
el período 1986-1996 no va a ser menos
veloz a partir de 1997-2006 y más ade-
lante.
Para completar el planteamiento re-
alizado hasta ahora y obtener una idea
de la evolución general del ámbito agra-
rio, a continuación vamos a resumir bre-
vemente las principales líneas de con-
junto que parecen desprenderse de
toda esta compleja dinámica y que
orientan esta reestructuración. No obs-
tante, hay que empezar señalando que
a causa de las múltiples influencias en
curso, y a las diversas líneas de evolu-
ción que las mismas pueden presentar
es prácticamente imposible predecir las
probables líneas de evolución con un
alto grado de certeza. A pesar de ello,
correremos el riesgo, e intentaremos
ofrecer una panorámica, aunque sea li-
mitada, de las líneas de fuerza principa-
les que parecen detectarse en la diversi-
dad de los procesos de reestructuración:
– Una reestructuración bajo la he-
gemonía del capital privado. La rees-
tructuración que está teniendo lugar
está orientada por las grandes empre-
sas transnacionales, supone la ruptura
de los sistemas nacionales agrarios re-
gulados y el cambio de la iniciativa
desde los estados a los bancos y a las
empresas agroalimentarias internacio-
nales. Ha cristalizado en la reorganiza-
ción del sistema alimentario mundial
por medio de la competencia, el papel
de los bloques comerciales regionales
(UE y TLC principalmente) y las nego-
ciaciones del GATT (ahora OMC), de-
bilitando la protección a las explotacio-
nes agrarias y profundizando en la
agroindustrialización de la agricultura y
la alimentación.
– Competencia. Uno de los aspec-
tos clave de esta reestructuración es
que todo el mundo compite con todo el
mundo. Actualmente se produce a nivel
mundial y para el consumo en merca-
dos mundiales. Y aún los ámbitos que
parecen más remotos se ven afectados
por esta dinámica.
– Internacionalización de la pro-
ducción. Cada vez más la producción
agraria se convierte en la producción de
materias primas para la agroindustria,
que elabora productos de consumo para
los mercados mundiales. La producción
se presenta «descompuesta» en sus di-
versas partes para dar lugar a un produc-
to de consumo final «integrado» (made
in the world) formado por la conjunción
de distintos elementos que se convier-
ten en un producto único de consumo.
– Agricultura intensiva. La línea do-
minante parece ser la de la continua-
46 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
ción del modelo de agricultura intensi-
va de la postguerra: aumento del volu-
men producido, estandarización de los
productos, especialización, tecnologías
duras y concentración de la producción
en grandes explotaciones para la pro-
ducción a costes decrecientes para la
industria agroalimentaria que produce
para los mercados urbanos. Todo ello
no ya a nivel de estados sino mundial.
– Heterogeneidad. No obstante la
complejidad y diversidad de la agricul-
tura moderna impiden establecer esce-
narios lineales de homogeneización
agroalimentaria en los que la agricultu-
ra se convierte únicamente en un sub-
sector de la industria. Ya se ha señalado
que para algunos autores frente al mo-
delo de agricultura intensiva dominante
se abren nuevas posibilidades de desa-
rrollo agrario que se expresarán en for-
mas de producción, técnicas y bases de
conocimiento heterogéneos.
Se ha hecho referencia al debate,
hasta ahora minoritario, acerca de si la
evolución de los sistemas agroalimenta-
rios va a conducir a una homogeneiza-
ción acrecentada de los mismos o si
surgen espacios que indiquen la posibi-
lidad de una variedad de estrategias de
ajuste y un aumento de la heterogenei-
dad (véanse, por ejemplo, las distintas
posiciones de Friedland y Stanley por
un lado y de Bye y Fonté por otro en
McMichael, 1994). En mi opinión, no
obstante, el poder de los grandes agen-
tes que controlan la producción y la
tecnología, y su interés básico en pro-
fundizar la homogeneidad productiva y
la estandarización del producto son ele-
mentos más poderosos que los que
aducen Bye y Fonté. Y es difícil detec-
tar los agentes activos que tengan fuer-
za suficiente para propulsar los otros
modelos. Por ello, aunque nunca se
puede negar cierto margen para la di-
versidad, considero que si se produce
la coexistencia de los dos modelos ésta
se produciría, en todo caso, con el mo-
delo de homogeneización como domi-
nante, y las variantes más heterogéneas
en condiciones de marginalidad y su-
bordinación a aquél.
– Desregulación. La regulación y
los apoyos públicos de los estados van
disminuyendo y los mercados y sis-
temas productivos están cada vez más
liberalizados. Ello lleva a que la agricul-
tura dependa cada vez más exclusiva-
mente de las decisiones de las empre-
sas agroalimentarias y a que sólo los
productores más fuertes puedan mante-
ner su actividad agraria, planteándose
grandes dificultades para la superviven-
cia de los más débiles, muchos de los
cuales no pueden resistir en el sector,
dándose una especie de «darwinismo
agrario» de permanencia sólo de los
más fuertes.
A pesar de ello, la agricultura mo-
derna no es sólo el resultado espontá-
neo de la organización de los mercados
sino que resulta de una construcción
política y social. El desafío actual al
proteccionismo agrario es un desafío al
proteccionismo social identificado con
el estado nación del siglo XX. La cues-
tión de la supervivencia de los sistemas
agrarios y la ruralidad en el futuro ten-
drá que plantearse probablemente a
través del filtro de la organización polí-
tica de la agricultura, a nivel nacional y
global. Es posible que la lucha que se
plantea debido a la mercantilización del
Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 47
medio ambiente y la vida social se rela-
cione con cuestiones de control y revi-
talización de los sistemas locales de ali-
mentación. En el inmediato futuro es
necesario examinar esta lucha en sus
diversas formas en todo el mundo, qui-
zá dividiéndola entre el norte, con sus
preocupaciones por la diversidad de la
alimentación y el medio ambiente y el
sur, con preocupaciones acerca de su
autonomía y la estabilidad de las pobla-
ciones rurales.
Terminamos con una cita bastante
libre de la obra de McMichael, que he-
mos utilizado tan reiteradamente en
este trabajo, y que sintetiza perfecta-
mente la posición que me hubiera gus-
tado transmitir en este artículo: «La re-
estructuración global que estamos
experimentando, no es simplemente
un tipo de «limpieza general» inspirada
en el pensamiento neoclásico, o una
reafirmación del poder del norte sobre
el sur, o un movimiento de la produc-
ción en masa a la producción flexible...
Es, también, una reformulación de las
relaciones políticas entre los estados,
vía la integración global. Estas relacio-
nes globales se imponen por las com-
pañías transnacionales o las agencias
multilaterales a través del mercado, con
nuevos sistemas de regulación funda-
dos en principios económicos abstrac-
tos más que en los compromisos socia-
les asociados con la nación-estado.
Cómo evolucionarán estas relaciones y
las reacciones frente a las mismas de
los grupos de ciudadanos, producto-
res, trabajadores y consumidores es
una cuestión abierta. Pero una cosa
esta clara: las cuestiones de sostenibili-
dad ambiental y seguridad alimenticia
serán centrales, promoviendo un nue-
vo foco de atención social sobre la or-
ganización de la agricultura y la dispo-
niblidad de sus productos. Los siste-
mas agroalimentarios jugarán un papel
central en el cambio político que defi-
nirá esta era de transición» (McMichael,
1994, p. 295).
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Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 49

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2 tendencias siglo 21

  • 1. TENDENCIAS DE EVOLUCIÓN DE LA AGRICULTURA DEL SIGLO XXI Miren Etxezarreta* Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 19 1. INTRODUCCIÓN La agricultura en España y Cataluña a principios del próximo siglo (las pre- dicciones en economía no se pueden hacer a plazo muy largo) será la resul- tante de una serie de fuerzas que, con- juntamente, la conformarán de una for- ma específica. No se puede hablar de agricultura sin revisar antes, siquiera sea brevemente, la orientación de estas fuerzas determinantes. Las más importantes entre ellas son: – La evolución de la economía mundial. La agricultura está cada día más vinculada al resto de la economía, con lo que para estudiar las líneas de evolución de la agricultura y el sistema alimentario hay que partir de la proba- ble evolución de la economía en el mundo y en Europa. Para ello hay que considerar, en primer lugar, la tenden- cia a la globalización, es decir la inte- gración de las decisiones económicas a nivel mundial principalmente bajo los criterios del mercado; en segundo lu- gar, la evolución de los bloques regio- nales, particularmente para nosotros la Unión Europea y, finalmente, dentro de este bloque la economía de España y el caso específico de Catalunya. Por otro lado, como parte específica del contex- to mundial, hay que destacar y estudiar la evolución de los mercados agrarios mundiales así como las tendencias de la oferta y la demanda de los principales productos agropecuarios. – Las empresas transnacionales (ETN), que constituyen los grandes agentes de decisión que operan en la economía mundial y determinan su di- námica. De ellas depende en gran parte la evolución de los sistemas producti- vos y de consumo en los distintos paí- ses, y por lo tanto el sistema de la pro- ducción agropecuaria. Para entender qué puede suceder en la agricultura hay que partir del análisis de las estrate- gias que se prevé seguirán las grandes empresas transnacionales en el conjun- to del sistema alimentario. – El otro gran agente que ha confor- mado las agriculturas de los países cen- trales desde el final de la II Guerra Mun- dial es la intervención pública. En los países desarrollados, el apoyo de los gobiernos al sector agropecuario ha *. Economista Agraria. Departament d’Economia Aplicada. Universitat Autònoma de Barcelona.
  • 2. sido determinante en su evolución. Además, en la actualidad, se están pro- duciendo otras conformaciones de nivel superior en forma de bloques regiona- les –en el caso de Europa la Unión Eu- ropea– que tienen también un papel im- portante en la dirección de la política económica y agraria. No sólo esto, sino que existen instituciones públicas inter- nacionales de carácter mundial, que cada vez tienen más incidencia en el de- sarrollo de la estructura productiva y de los flujos externos de los países. El FMI y el Banco Mundial son bien conocidos al respecto, pero en los últimos años y respecto a la agricultura están siendo de gran importancia las disposiciones del GATT, hoy denominado Organización Mundial de Mercado (OMC), además de acuerdos como el Multilateral de Inver- siones (AMI). Sólo intentando detectar en qué dirección se orientará la acción de los estados y las instituciones supra- nacionales, en qué líneas se desarrollará la política agraria en los principales paí- ses y regiones, se podrá intentar perci- bir la orientación probable de la econo- mía y la agricultura española en los primeros años del próximo siglo. Todo este conglomerado de fuer- zas, que se interrelacionan estrecha- mente entre sí, cristalizará en unos mer- cados mundiales agrarios, en unas transacciones agrarias internacionales y en unos sistemas de producción y con- sumo internacionalizados, que gradual- mente van conformando la actividad agraria a nivel de sector, país y de em- presa/explotación. El contexto en el que hay que estudiar la evolución pro- bable de la agricultura de España y de Catalunya es el de las estrategias de las empresas transnacionales y la actuación de las instituciones públicas, en el mar- co de la evolución de la economía mundial. 2. EL MARCO DE ANÁLISIS 2.1. La economía mundial y los bloques regionales Desde el final de la II Guerra Mun- dial hasta mediados de los setenta, el sistema económico de los países cen- trales era un sistema capitalista de mer- cado centrado en la dimensión estatal y estrechamente regulado por los estados respectivos. Particularmente las agricul- turas, crecientemente integradas por la agroindustria, estaban fuertemente pro- tegidas por los estados. A partir de esta época el modelo evoluciona hacia: – Unas economías nacionales cada vez más abiertas, con las grandes em- presas transnacionales (financieras y productivas) libres de regulaciones pú- blicas, como los agentes decisorios prin- cipales, que integran los diversos países en redes unitarias de decisión empresa- rial. Es lo que viene a conocerse como la era de la globalización.1 – La actuación económica se reali- za siguiendo el criterio de la competiti- vidad a nivel mundial. Es decir, lo que importa es la situación de las empresas respecto a los mercados mundiales y no al nivel de país y su demanda interna. Sumergidas en los mercados mundia- les, las empresas se ven sometidas a 20 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 1. Para un tratamiento detallado de este punto véase Miren ETXEZARRETA, «Globalización e intervención pública», Mientras Tanto, nº 70.
  • 3. una competencia feroz en todo el mun- do, incluso dentro de los propios esta- dos donde se albergan (en principio, los países como tales unidades no pue- den competir aunque pueden ayudar a que las empresas situadas en ellos sean más competitivas). Se pasa –o se inten- ta pasar– de países con una coherencia económica nacional a una economía competitiva a nivel global. Este debilita- miento de los intereses a nivel de esta- do frente a los internacionales constitu- ye una característica principal de la redefinición actual del orden económi- co mundial. – A nivel de país, se considera que las exportaciones tienen que ser el mo- tor del desarrollo. Esto hace que los go- biernos estimen que son las grandes empresas transnacionales las que en- tienden de los mercados mundiales y tienen el conocimiento gerencial para gestionarlos y, por tanto, tratan de que se establezcan en sus respectivos terri- torios. De esta forma surge la compe- tencia entre los estados para atraer a ta- les empresas. Todo ello genera el fenómeno que se ha dado en llamar «gobierno por las empresas» (enterprise governance) que supone que los go- biernos ceden a las grandes empresas el manejo de la orientación económica de sus territorios, subordinando su polí- tica económica a los intereses de los grandes capitales privados. – Para responder a todas estas con- diciones cambiantes, la economía mun- dial conducida por las grandes ETN, se está reorganizando permanentemente y a un ritmo cada vez más rápido. Para de- fenderse y contraatacar en la lucha com- petitiva mundial, a la estrategia de la glo- balización se le añade la de la regionali- zación.2 Se constituyen bloques regiona- les que consisten en uniones económi- cas de diversos niveles entre varios países, que se unen hacia dentro para ser más competitivos hacia fuera. Son bloques competitivos y «extravertidos». La configuración actual de la Unión Eu- ropea se sitúa en este contexto. – La globalización y la regionaliza- ción competitiva implican una política económica que favorezca la operación sin trabas de los capitales mundiales: li- beralización y desregulación de la eco- nomía. Libertad para la expansión de los mercados, que las empresas operen sin restricciones de ninguna clase, que la intervención pública en ningún mo- mento trabe la operación de las empre- sas, sino que al contrario, tome las me- didas adecuadas para impulsarlas. Libertad para comerciar y libertad para producir a nivel del mundo, con proce- sos fundamentales de integración inter- sectorial no limitados por las fronteras nacionales (la deslocalización de los procesos productivos). Asimismo la apertura de todos los ámbitos de la vida pública a las actividades de las empresas (privatización, mundializa- ción de la licitación pública, debilita- miento del estado del bienestar). En una palabra lo que ya es bien conocido como una política económica neolibe- ral, que se establece tanto a nivel de país como de bloques regionales, sien- do también dominante como orienta- Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 21 2. Con una aparente contradicción entre ambas ten- dencias, que sólo se hacen compatibles si se entien- de que la regionalización es una estrategia para ser más potentes dentro de la competitividad a nivel mundial.
  • 4. ción de la política económica interna- cional. – La agricultura es un sector pro- fundamente insertado en esta compleja dinámica. Esta afecta tanto a la produc- ción y circulación agrarias, como a los mercados mundiales de productos agra- rios. A medida que los mercados globa- les de capitales participan también en los sistemas alimentarios integrándolos y transformándolos, las relaciones fi- nancieras y tecnológicas comunes afec- tan de forma creciente a este sector dan- do lugar a cambios de alcance en los mercados mundiales de los productos agrarios, que afectan a los sistemas pro- ductivos y, al mismo tiempo, a una pro- funda reestructuración de los sistemas agroalimentarios mundiales. Sólo par- tiendo de una consideración de estas variables es posible entender en su ver- dadera dimensión las transformaciones que están teniendo lugar en el ámbito agrario. 2.1.1. Tendencias en los mercados agrarios mundiales Ya se ha señalado que, como una parte específica del contexto mundial que afecta directamente a la agricultura, es necesario detenerse a precisar cuál se prevé que sea la evolución de los mercados agrarios mundiales: – La oferta. Se prevé una produc- ción creciente en casi todos los países y para la mayoría de los productos agra- rios básicos.3 Los países centrales man- tienen o acrecientan ligeramente la pro- ducción agrícola subvencionada: en Es- tados Unidos, la ley agraria de 1990 estimuló el proceso desregulador que había empezado en 1985, y se conside- ra que la Farm Bill de 1996 es una «au- torización» para aumentar la produc- ción siguiendo las orientaciones de los mercados; en la UE la producción total sigue también aumentando pero menos que antes de la Reforma de la PAC de 1992, excepto en la producción bovina donde la crisis de las llamadas «vacas locas» (BSE) ha dado lugar a un fuerte descenso del consumo y, por ende, de la producción (ver apartado 2.3.). Por el lado de muchos países periféricos intermedios, aunque su producción de alimentos básicos se estima que será todavía inferior a la demanda, también aumentará su producción agraria, espe- cialmente aquella dedicada a la expor- tación (para poder pagar el servicio de la deuda externa). Incluso bastantes pa- íses pobres conseguirán mejorar su producción. A ello hay que añadir la potencialidad de aumento de produc- ción que ofrecen los países del Este, que si bien a corto plazo presentan una demanda adicional, a plazo medio hay que tener en cuenta que duplican la mano de obra agraria de la Unión Euro- pea y aumentan su superficie agrícola en un 50 %, con una estructura agraria favorable. Asimismo no se puede olvi- dar la importancia de la aparición de China en los mercados mundiales y su impacto en los mercados de productos alimenticios. Aunque son evoluciones difíciles de prever con precisión hay que tenerlas en cuenta. – La demanda. A nivel global la de- 22 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 3. Los datos para este apartado están basados princi- palmente en el informe de la OCDE «Las perspectivas agrícolas, 1997-2001», de 1997 y en los comentarios sobre los mercados mundiales de la Agenda 2000.
  • 5. manda crecerá poco, si bien hay que distinguir entre los diversos países y al- gunos productos: por una parte, Japón y Corea del Sur han hecho amplio uso de las importaciones alimentarias de Estados Unidos para apoyar su proceso de industrialización, por otra parte, al- gunos productos, como la carne de cer- do, han experimentado un importante aumento en su demanda, en los países centrales para sustituir la de bovino (en Europa su demanda ha descendido en un 15 % en 1996 y en Estados Unidos ha disminuido también por primera vez), y en los países del sureste asiático, por el explosivo aumento del consumo. El proceso en Japón y Corea del Sur presenta algunos puntos de interés que justifican el dedicarles un breve apartado: Es sabido que Japón y los tigres del sureste asiático tienen una agricultura altamente protegida a causa, principal- mente, de la fuerza política de su po- blación rural. No obstante, durante los últimos años, han aceptado sustanciales importaciones, principalmente de Esta- dos Unidos, que está forzando perma- nentemente para que liberalicen su co- mercio agrario.4 Pero han sido unas importaciones diferenciadas: importa- ban trigo y piensos para producir ali- mentos baratos para los trabajadores urbanos y protegían el arroz, base de los ingresos de sus agricultores. «Estos desarrollos reflejan la bifurcación de la agricultura de Japón y Corea del Sur, que expresa de forma clara la proble- mática de su liberalización. Por un par- te, está el sector productor de arroz en el interior, representado políticamente por distritos electorales agrarios muy activos (incluyendo a los parientes en los distritos urbanos) y sus aliados en el sistema cooperativo. Por otra parte, es- tán los intereses agroalimentarios no arroceros (incluyendo a los manufactu- radores de alimentos y otras agroindus- trias) que dependen de los circuitos in- ternacionales de materias primas. Por ejemplo, la producción de leche y car- ne de bovino se realiza con sistemas de alimentación muy especializados, que dependen de productos importados. Esta dependencia, manejada política- mente para reducir el coste de los sub- sidios agrarios y estabilizar los salarios sitúa a los gobiernos en el centro de la controversia, ya que parecen contrade- cir los argumentos de seguridad ali- mentaria mientras que aumentan la protección efectiva por medio de la producción subsidiada de carne» (Mc- Michael; Kim, 1994, p. 34). Estas importaciones no sólo son de- bidas a las presiones de Estados Uni- dos. Existen también otras razones: la importancia política de su agricultura y sus agricultores decrece sustancialmen- te (en Corea del Sur la proporción del PIB obtenido en la agricultura pasó del 37 % en 1960 al 14 % en 1983; en Japón pasó del 23 % en 1955 al 3 % en 1985 y el 85 % de sus agricultores lo son a tiempo parcial). Además, un acelerado proceso de industrialización y la conso- Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 23 4.«El objetivo político de Estados Unidos es preser- var la ventaja para sus bien subsidiados agricultores en una economía mundial crecientemente competi- tiva y desestructurada, [para ello] mantienen una lu- cha contra el proteccionismo cultural y las inflexibi- lidades de la agricultura del Sudeste asiático, por muy contradictorio que ello sea con la retórica neo- liberal. No es cuestión de abrir la caja de Pandora», McMichael; Kim 1994, 45.
  • 6. lidación de un proletariado urbano conduce a intentar mantener salarios bajos produciendo carnes con granos importados baratos, impulsando, al mismo tiempo el desarrollo de una in- dustria alimentaria propia con materias primas baratas (aunque Japón tiene la capacidad de producir sus materias pri- mas alimentarias en el exterior median- te sus inversiones en otros países, sien- do una ironía que parte de esta inversión está teniendo lugar precisa- mente en los propios Estados Unidos). Finalmente, pero no menos importante, una agricultura que pierde importancia se convierte en un medio de negocia- ción para otras concesiones en la OMC: «Las políticas agrarias japonesas depen- den más de los intereses generales de la economía que de la evolución de los productores de arroz y sus apoyos [...]. Es evidente que la protección a los agri- cultores se está convirtiendo cada vez en más problemática, no solo por su coste para el gobierno y los consumi- dores, sino también por la impresión negativa que este proteccionismo reci- be en los foros internacionales [....]. Ja- pón disminuyó el precio garantizado al arroz cuatro veces entre 1986 y 1991» (McMichael; Kim, 1994, p. 39, 45 y 73). La liberalización japonesa del arroz puede entenderse sólo como un quid pro quo para apoyar la liberalización (general) del GATT del que depende tanto la economía japonesa. Por todo ello es muy probable que, fruto de la industrialización rápida, el proteccionismo agrario vaya disminu- yendo gradualmente y la demanda de productos agrarios aumente en estos países. No obstante, no es una liberali- zación incontrolada, sino estrechamen- te gestionada por las administraciones respectivas, a pesar de los esfuerzos de Estados Unidos por lograr una liberali- zación más rápida y generalizada. Para el lector español es interesante constatar que el proceso que comenta- mos acerca de la evolución de la produc- ción de bienes salario básicos en Japón y, sobre todo, en Corea del Sur, es muy similar a lo que ha ido ocurriendo en el Estado español desde mediados de los años cincuenta respecto a la producción de carnes baratas (pollo y carne de cerdo principalmente) y exactamente por las mismas razones (industrialización rápida y deseo de ampliar las exportaciones de productos no agrarios). Ello muestra que la dinámica del capitalismo moderno conduce a muchos países de desarrollo dependiente por las mismas vías. En las demás regiones del mundo el crecimiento de la demanda dependerá del crecimiento de la población y el au- mento de rentas. Si bien se calcula que entre 1995 y 2005 la población mundial aumentará en más de 85 millones de habitantes al año, una gran parte de lo que suceda con la demanda dependerá de la evolución de las rentas, y las pre- visiones respecto a ésta son más incier- tas (aunque hay perspectivas favorables para algunos países en desarrollo, para otros las predicciones son más pesimis- tas). La mayoría de previsiones consi- deran que los aumentos en la produc- ción agraria bastarán para controlar el aumento general en la demanda. No obstante, la producción y el consumo no se da en los mismos paí- ses, por lo que aumentará el comercio mundial de productos alimentarios. 24 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
  • 7. También hay que tener en cuenta la im- portancia creciente de los mercados mundiales de commodities (productos no elaborados o con procesos muy ele- mentales de elaboración), controlados por muy pocas empresas –el comercio mundial de granos está controlado por seis grandes empresas, todas ellas esta- dounidenses, excepto una que es ar- gentina (Bunge; Born). Asimismo, «las previsiones sobre los mercados agrarios a largo plazo son favorables para los países exportadores [...] y casi todos los analistas pronostican que, en general, los precios de los productos agrícolas serán altos hasta el año 2006 y quizá más adelante [...]»(CCEE, 1997, p. 25).5 Ello no obsta para que dentro de los precios altos, la OCDE perciba una ten- dencia a un decrecimiento lento de los mismos debido a que, a salvo de acon- tecimientos impredecibles como varia- ciones climáticas o conflictos sociales graves, se prevé una gradual disminu- ción del proteccionismo (aunque se mantenga un proteccionismo camufla- do en los países centrales más impor- tantes), un aumento de la competencia mundial y a que el aumento global de la producción agraria se considera ca- paz de absorber los posibles incremen- tos de la demanda de los productos agrarios fundamentales. Según la Agenda 2000, no obstante «a pesar de este contexto mundial favo- rable, las perspectivas para los produc- tos agrícolas en Europa no son espe- cialmente halagüeñas. Suponiendo que se mantengan las políticas actuales, persistirán en los próximos años dife- rencias entre los precios de la Unión y los precios mundiales de muchos pro- ductos [...], es probable que a partir del año 2000 empiecen a acumularse exce- dentes no exportables [...]. También pueden plantearse crecientes proble- mas en los sectores de los cereales, el azúcar, el vino, el aceite de oliva, la le- che desnatada en polvo y otros produc- tos lácteos. La Unión corre el peligro de perder una parte cada vez mayor de su participación en mercados mundiales en plena expansión».6 Hay que mencionar, también, la creciente internacionalización de los mercados de frutas y hortalizas frescas, incluidas las clasificadas como produc- ciones no tradicionales, y zumos y flo- res, que están también experimentando una profunda reestructuración.7 Aun- que de menor importancia global, son relevantes para determinados países, entre ellos España. Los mercados de frutas y hortalizas, enlatados o en conserva, hace muchos años que se convirtieron en globales. Cuando la tecnología de los alimentos congelados se desarrolló, la produc- ción de frutas y hortalizas dio otro im- portante paso hacia la internacionaliza- Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 25 5. Es de interés constatar que los grandes producto- res son los países desarrollados (Estados Unidos y la UE), que, en principio, serán los ámbitos producti- vos más favorecidos por esta situación de los merca- dos mundiales, a expensas de los países en desarro- llo y los países pobres que se verán obligados a importar los alimentos básicos. 6. Una no puede menos que preguntarse si tan som- brías perspectivas no pueden estar influidas por la necesidad de justificar el cambio de política agraria que la propia Agenda 2000 propone. 7. Tampoco habría que olvidar el vino aunque no lo consideraremos en este artículo.
  • 8. ción de sus mercados (las hortalizas producidas en un país se venden con- geladas a miles de kilómetros). La no- vedad de la época actual consiste en que los mercados de frutas y hortalizas frescas se están también convirtiendo en mercados globales. Algunos países en desarrollo están intentando entrar en los mercados mundiales de estos productos y estimular el consumo de mercancías más exóticas así como el de productos normales fuera de las es- taciones en que normalmente se pro- ducen. La tendencia es creciente a me- dida que las clases medias urbanas se preocupan más por sus dietas alimen- tarias y se habitúan a consumir todo tipo de frutas y hortalizas en cualquier época del año frente al consumo esta- cional de épocas anteriores. Así las manzanas, las uvas y las cerezas de Chile se venden en nuestros mercados junto con otros productos más exóticos como la piña, el aguacate y otros me- nos conocidos, por no mencionar los mercados de Estados Unidos llenos de frutas y productos de primor produci- dos en México, o la importancia de Co- lombia como exportadora de flores. En esta evolución inciden principal- mente dos aspectos: por un lado, la im- portancia concedida a los modelos de política económica basados en las ex- portaciones desde la crisis de la deuda de los años ochenta. Los países en de- sarrollo se han visto obligados a desa- rrollar sus exportaciones para pagar su deuda externa y el sector agrario es uno de los pocos que les permite exportar. Por otro lado, las empresas comerciali- zadoras de estos productos han estimu- lado grandemente este comercio. Tanto las grandes empresas transnacionales que, algunas desde hace muchos años, se han dedicado a este tipo de comer- cio,8 como las potentes empresas distri- buidoras de alimentación –grandes su- perficies– en los países centrales que están posibilitando y forzando esta ten- dencia, facilitada y permitida por la mo- derna tecnología. La cuestión es que en la actualidad algunos países en desarrollo se han convertido en importantes exportado- res de frutas y hortalizas frescas y que, además, este comercio está en manos de poderosas empresas. Esto significa que, a pesar de una demanda creciente para algunos productos, aumenta fuer- temente la competencia para los prove- edores tradicionales y, al mismo tiem- po, que las empresas comercializadoras controlan cada vez más la producción. En el caso de España esta situación es novedosa sólo en cuanto a que el mercado español se ha convertido en consumidor de frutas y verduras de otros países, ya que la exportación de frutas (principalmente cítricos) y verdu- ras a otros países ha sido uno de los principales productos de exportación tradicional del país. No obstante, dado que la nueva situación de internaciona- lización creciente puede afectar a nues- tro comercio de estos productos –prin- cipalmente en el suministro a Europa– y a su consumo interno, es necesario también tenerla en cuenta. En resumen, que en la evolución de los mercados mundiales habrá que 26 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 8. Las primeras empresas dedicadas al comercio in- ternacional de productos frescos son las empresas bananeras.
  • 9. tener en cuenta diversas líneas de evo- lución y tendencias emergentes. McMi- chael las resume de la siguiente mane- ra: primero, la reorganización de la antigua Unión Soviética y China y su probable impacto en el comercio mun- dial; segundo, la evolución de los agro- exportadores con excedentes, como Es- tados Unidos y la Comunidad Europea; tercero, las perspectivas de los exporta- dores de los países del Sur; cuarto, la creciente importancia de las importa- ciones agroalimentarias del este asiáti- co, especialmente de Japón; y quinto, la posibilidad de la integración agroali- mentaria regional, alterando las pautas anteriores de comercio de bloques y las relaciones de suministro transnaciona- les globales/regionales, en particular reestructurando las inversiones de las grandes empresas hacia el sur a medida que disminuye el proteccionismo en el norte (McMichael 1994, 289). 2.2. Las estrategias mundiales de las ETN agroalimentarias Es muy difícil detectar con precisión las estrategias mundiales de las grandes empresas agroalimentarias, ya que cada una de ellas intenta precisamente una estrategia particular que la diferencie de las demás y le sea ventajosa. Por esto únicamente es posible referirse a las ETN y sus estrategias en muy gran- des trazos. Es sabido que a partir del fin de la II Guerra Mundial, la agricultura fue inte- grada por la agroindustria en su propio ámbito y en la economía en general (el proceso se había iniciado antes en Esta- dos Unidos). Por un lado, las empresas de factores de producción agrarios y las de alimentación y distribución modela- ban la evolución de la producción agra- ria y las prácticas de las explotaciones, y por otro lado, las vinculaba de forma creciente a las demás variables de la economía como tipos de interés y siste- mas de crédito, la fiscalidad, los ingre- sos de los consumidores, etc. Muchas de las empresas que constituyeron este sistema eran grandes empresas transna- cionales. Gradualmente, se produjo la concentración de la producción agraria en explotaciones cada vez más moder- nas y de mayor capacidad productiva. Y, en conjunto, una fuerte moderniza- ción de la agricultura y un aumento muy sustancial de la producción y la productividad. Este sistema fue caracte- rizado en los años setenta como siste- ma agroalimentario y se considera que la agricultura moderna se desenvuelve enmarcada en estas coordenadas. Sin alterar sustancialmente esta for- ma de integración de las explotaciones productivas en el sistema agroalimenta- rio se pueden detectar ciertos aspectos que profundizan en esta relación y al mismo tiempo la modifican. Entre estos aspectos se pueden destacar: – El hecho de que se está produ- ciendo constantemente un intensísimo proceso de amalgamas, reestructuración y concentración en las grandes empre- sas transnacionales industriales o co- merciales que controlan la producción agraria. Las empresas transnacionales de factores de producción agrarios, además de los bancos e instituciones financieras, crecen y se concentran constantemente constituyendo empresas multinaciona- les de maquinaria o químicas de gran Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 27
  • 10. entidad. Por ejemplo, cuatro empresas principales (Ford, Case, Massey Fergu- son and John Deere) controlan el 77 % del mercado de maquinaria agrícola en el Reino Unido. En Europa Occidental el número de empresas independientes de fertilizantes cayó de 56 en 1980 a 29 en 1990. En el Reino Unido sólo dos ETN (Norsk Hydro y Kemura) contro- lan el 90 % del mercado de fertilizantes y están, además, situadas entre los prin- cipales productores europeos. Kemura gastó 257 millones de dólares desde 1986 a 1991 en compras de empresas, triplicando su capacidad de producción y Norsk Hydro es el mayor productor europeo. Esta gran concentración que, por un lado, les proporciona un inmen- so poder, por otro, les vincula estrecha- mente a la coyuntura agraria y les hace bastante vulnerables a los problemas de la misma. Por ejemplo, en el Reino Unido, la introducción de las cuotas le- cheras supuso a las empresas de pien- sos compuestos una caída en sus ventas de 4 millones de toneladas en 1983 a 2,5 millones en 1987. Y una incidencia parecida en los tractores, fertilizantes y todo tipo de inputs agrarios.9 Por el lado de las empresas alimen- tarias la magnitud y concentración em- presarial no es menor. Basta citar nom- bres como Nestlé, Beatrice Foods, Unilever, etc. Destaca de nuevo el Rei- no Unido donde, en fecha tan tempra- na como 1979, estaban localizadas quince de las veintiuna mayores em- presas alimentarias de Europa (todos los datos de Marsden y Whatmore 1994, p. 117-118). La creciente competencia internacional y la desigual adopción de tecnologías, junto con la inelasticidad de la demanda de productos alimenta- rios, motivó una caída de la tasa de be- neficios de las industrias alimentarias durante los años ochenta. Éstas perci- bieron que los beneficios reales en el poder de mercado se basaban en la di- ferenciación del valor añadido de los productos y la aproximación a los mercados y a la distribución al por me- nor. Para capturar estos ámbitos del mercado, se produjo entonces un pro- ceso de reajuste empresarial, mediante compras y ventas de empresas, que condujo a una concentración acelera- da. Por ejemplo, para reforzar su posi- ción en los mercados europeos, entre 1983 y 1988 Unilever vendió noventa empresas (que le reportaron unos 2,3 billones de libras esterlinas) y compró cien empresas (que le costaron 4,7 bi- llones de libras esterlinas); asimismo, Koulberg Kravis Roberts (KKR), otra gran multinacional del sector, compró otro gigante RJR Nabisco, y así en un elevado número de transacciones. Bastantes de entre ellas se mostraron poco rentables y han dado lugar a nuevos procesos de reajuste, en gene- ral dirigidos a mantener las líneas bási- cas de especialización empresarial y abandonando nuevas líneas que habí- an introducido con las amalgamas em- presariales. Las empresas transnacio- nales de comercio de frutas y verduras son también destacados ejemplos de esta hipermovilidad empresarial, pero no disponemos del espacio suficiente para recoger su amplia y, frecuente- mente contradictoria, dinámica (Fried- land, 1994). 28 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 9. Es interesante constatar que hace dos o tres años, según la prensa, fueron los productores de fertili- zantes quienes dieron la alarma acerca de la caída de la producción agraria en España.
  • 11. – El ámbito de operaciones de las industrias agroalimentarias (IAA), que siempre ha sido internacional, se inserta plenamente en la globalización de la economía mundial. Es en tanto que las IAA se globalizan y ello supone cam- bios importantes en sus formas de ope- ración, que estas transformaciones inci- den y afectan muy significativamente a la dinámica de la producción agraria. Es decir, en esencia la forma de control di- recto de la agricultura por las IAA no ha cambiado, pero en tanto en cuanto se altera la forma de operar de éstas, ello repercute en el ámbito agrario. Por ejemplo, la globalización supone que la mayoría de las ETN propugnan la libe- ralización total de la economía y los mercados agrarios. Argumentan que la eficiencia económica requiere la libera- lización y presionan para reducir los subsidios y las cuotas de importación y establecer un sistema de mercados no regulados, según ellos necesarios para eliminar las ineficiencias. Esta nueva perspectiva gobernará el sistema agra- rio mundial a expensas de las agricultu- ras organizadas «nacionalmente». Un análisis de la agricultura actual requiere recoger la dinámica de estas dos eras: la nacional y la postnacional o global. Se conoce bastante bien lo que ha ido suce- diendo en la primera, pero muy poco y casi no existen teorías para analizar la segunda. No obstante, solo la yuxtaposi- ción de ambas permitirá entender la re- estructuración global de la agricultura como un proceso fluido y conflictivo si- multáneamente. – Respecto a la producción, las nuevas formas de operación de las ETN llevan a internacionalizar la producción sectorial, a industrializar la producción agraria y a diluir los límites de los siste- mas de producción. La creciente internacionalización de la producción. El producto final es pro- ducido por una combinación de proce- sos en una multiplicidad de países. Por ejemplo: los pollos o los cerdos que se venden a la industria cárnica en Catalu- ña, y cuyos productos se venderán en la UE, son producidos en Lleida, con em- briones originarios de Holanda o China, con piensos que contienen la soja de Argentina o Estados Unidos, la mandio- ca de Tailandia, los fármacos de Alema- nia...y de cuyos efluvios (estiércoles) se va a disponer en la India. Como los au- tomóviles o los aviones –en los cuales muchos componentes que se producen en distintas factorías y en economías di- ferentes se unen por medio de empre- sas transnacionales a través de subsidia- rias directas o subcontratantes– el sector ganadero se conecta, a través de la in- dustria transnacional de piensos, a los ganaderos especializados. Se habla de crear un «ternero mundial» –¿clónico?– como de crear un «coche mundial», etc., son productos «made in the world» (he- chos en el mundo). – La «industrialización» de la pro- ducción agraria. La tecnología moder- na, generada en las IAA está condu- ciendo a la creciente industrialización de la producción agraria, especialmen- te de productos tropicales. A medida que las IAA aumentan su capacidad de manejo de productos agrarios, el mar- gen de las transformaciones inducidas se amplía, suponiendo, cada vez más, cambios radicales y posibilidades de sustitución muy acrecentadas entre los productos agrarios. El cambio hacia las Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 29
  • 12. materias primas industriales se acelera. Así, aunque la sustitución del azúcar de caña por la sacarosa se remonta al blo- queo napoleónico en Europa, actual- mente los químicos industriales extraen nuevos edulcorantes a partir de cerea- les, o grasas a partir de distintos vegeta- les que se sustituyen entre sí. Como en los países capitalistas de clima templa- do se producen eficientemente aceites y granos y los programas de apoyo agrario mantuvieron alta la producción, no es sorprendente que a pesar del au- mento de demanda para edulcorantes y aceites, la relación real de intercambio para las exportaciones tropicales cayera desde los años cincuenta y sesenta, (McMichael, 1994, p. 264). A medida que las industrias manufactureras de productos alimentarios pueden repro- ducir las propiedades naturales de in- gredientes tradicionales, «sustituyen» los productos de los agricultores que se ven reducidos a producir sólo mate- rias primas básicas más que bienes de consumo final. La sustitución y la con- centración empresarial significa un gran aumento de la competencia entre productos y que los esfuerzos para au- mentar las exportaciones tropicales sólo llevan a una espiral viciosa de caí- da de precios. El círculo se cierra si se tiene en cuenta que el maíz, la mandio- ca y otros productos básicos se convier- ten en productos de exportación para usarlos en piensos o en la producción de ingredientes genéricos, como saca- rosa o azúcares. No sólo compite el consumo humano con el animal, sino que todos los productos se convierten en materias primas para mercancías complejas digeribles que pasan a través de la producción y distribución por las grandes empresas. «La tendencia dominante actual- mente es la de producir bienes dura- deros para destinos lejanos y la supre- sión de particularidades de tiempo y lugar, tanto en la agricultura como en los consumos alimentarios. Más rápida- mente que nunca, las IAA desconectan la producción del consumo y los vuel- ven a relacionar a través de compras y ventas. Han creado un sistema produc- tivo para la economía mundial». La re- orientación de los bienes agrarios bási- cos como productos de exportación para la industria alimentaria global eli- mina las consideraciones de lugar orientándose al servicio de los merca- dos de consumo globales. «Los alimen- tos ya no son solo algo producido por los agricultores y comprado por los consumidores, sino un producto de las empresas capitalistas para obtener be- neficios con suministros, elaboración y distribución transnacionales» (McMi- chael 1994). Asimismo, se diluyen los límites de las líneas de producción (o itinerarios por producto). El sistema establecido después de la II guerra mundial en los países desarrollados –época de la regu- lación nacional– constaba básicamente de tres grandes bloques: el complejo ganadero, que representa desde sus orígenes la globalización, incluso antes de que esta palabra fuera acuñada, pues ya después de la guerra incluía el suministro mundial de la alimentación animal; la producción de cereales, en el que se centraba la protección a la agri- cultura de estos países, y la producción de mercancías duraderas (aceites, azú- car...), consecuencia de los modelos nacionales de la agricultura subsidiada con sus raíces en la agroindustrializa- 30 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
  • 13. ción. Sobre la base de estos tres blo- ques se establecían unas relaciones in- ternacionales que han ido conduciendo al control de la agricultura mundial por los países centrales.10 Desde la mitad de los años setenta, se asiste a una creciente integración de estos bloques bajo el dominio del com- plejo ganadero. Este, de forma crecien- te integra a los otros dos complejos más «nacionales». Sólo a través de este pro- ceso de integración se pueden enten- der, por ejemplo, las conexiones entre la producción intensiva de maíz en Es- tados Unidos, de mandioca en Tailan- dia, y la producción extensiva de gana- do en la Amazonia, las conservas de carne en la frontera mexicana, las ham- burguesas congeladas que utilizan los subproductos de la carne de ternera de primera en los supermercados de todo el mundo y los McDonald’s de Buda- pest y Hong Kong. Además, «[...] estas cadenas «de carne» interrelacionadas in- tersectan con cadenas paralelas de pa- tatas o ensaladas para formar «un pro- ducto» final que de forma arbitraria se puede denominar agrario (patatas irra- diadas) o industrial (patatas fritas con- geladas) o de servicios (un plato de pa- tatas fritas calientes)» (McMichael, 1994, p. 281). El complejo ganadero, recom- binándose con los otros dos, ejemplifi- ca la amplitud y las consecuencias so- ciales y políticas de la comercialización de los productos agrarios a nivel mun- dial. Junto con la internacionalización del consumo –ver más adelante– y la creciente desigualdad de rentas lleva incluso a prever la diferenciación de la producción de ganado para consumi- dores ricos y para consumidores po- bres: un tipo de ganado para los consu- midores de élite y producción ganadera barata para el «fast food». Toda esta dinámica lleva a que la competencia a nivel mundial entre la producción agraria de los diversos paí- ses y los diversos productores aumente de forma exponencial en el marco de mercados dominados por las industrias alimentarias. La lucha por la supervi- viencia es feroz. Una agricultura que compite a nivel mundial implica una pesada carga para los productores, y especialmente para aquellos que no disponen de factores en condiciones ventajosas. Casi eliminadas las condi- ciones naturales como ventaja, sólo de- pende de los avances en tecnología productiva y de la mano de obra barata. Los agricultores de un país que no ten- gan ventaja en alguno de ambos facto- res tendrán mayores dificultades para su operación y supervivencia. Asimismo, dado que las empresas alimentarias realizan compras de gran volumen, pueden conducir a la espe- cialización de la producción agraria de regiones enteras que producirán para los mercados globales, con frecuencia situados en lugares que no tienen nin- guna relación con la producción y de- pendiendo de las compras de una o po- cas empresas. En este caso puede ser muy difícil para los agricultores de la región salir de ese nicho de producción y compra del producto por las IAA. Ta- rea mucho más ardua si se consideran también las posibilidades que propor- Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 31 10. En este apartado seguimos el sugerente artículo de H. FRIEDMANN, 1994 a donde remitimos al lector ya que no podemos entrar en la descripción detalla- da de todos los aspectos del mismo.
  • 14. ciona la industrialización de la agricul- tura a la que nos hemos referido más arriba. En este contexto no podemos dejar de referirnos a un comentario de Friedmann en el artículo mencionado: «La humilde patata, el alimento más ba- rato para las clases trabajadoras indus- triales de Europa y Norte América es un ejemplo de la simultanea transforma- ción de las dietas y la industrialización de la agricultura. Las patatas se han convertido en la base de uno de los ma- yores imperios empresariales del mun- do, McCain, cuyo producto principal consistía en patatas fritas congeladas, seguidos por otros productos de alto valor añadido. Para asegurarse un su- ministro regular de productos frescos standard, McCain reorganizó la agricul- tura tradicional de muchas comunida- des en el este de Canadá. Suscribiendo contratos monopolistas que especifica- ban la mayor parte de aspectos de la producción subordinó a las explotacio- nes familiares y creó una región de mo- nocultivo» (Friedmann, 1994, p. 264). – En cuanto a la demanda, las ETN alimentarias y en particular las grandes empresas de distribución tienen una alta capacidad de influir en los hábitos de consumo de la población, mediante lo cual rigen el tipo de productos que se van a presentar en el mercado, ais- lando al productor agrario de la de- manda final. Por un lado, nuestra dieta, bajo el influjo de una potente publici- dad a nivel mundial, y de la transnacio- nalización de las empresas distribuido- ras de alimentos, se va conformando cada vez más a los hábitos de consumo de los países más ricos. En ella, los productos manufacturados y distribui- dos por las empresas alimentarias son los que se consumen principalmente, lo que permite que, con un comercio liberalizado, tanto la materia prima como los propios productos alimenta- rios manufacturados provengan de cualquier país si ello es más conve- niente para la empresa alimentaria que lo produce y/o comercializa (¿quién sabe dónde se produce la harina de las productoras de pastas y las múltiples variantes de pastelitos que ofrecen los supermercados, la leche o los ingre- dientes lácteos que se utiliza en la in- creíble variedad de productos lácteos existentes e incluso el vino utilizado para el envasado de calidades popula- res?).11 Las explotaciones agrarias se dedican cada vez más a producir mate- rias primas indiferenciadas para la in- dustria alimentaria, que establece sus normas y exigencias.12 Incluso ya he- mos visto que los productos frescos pueden venir de lejanas tierras. Las IAA incorporan nuevas estrate- gias de ventas dirigidas a los mercados globales y regionales más que naciona- les y con una significativa diferencia- 32 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 11. En España esta situación está parcialmente ate- nuada todavía —sólo parcialmente— por la legisla- ción protectiva comunitaria. No obstante, ésta está siendo desmantelada gradualmente desde la refor- ma de 1992 y disminuirá todavía más a partir de 1999, como se explica en el apartado 2.3. 12. Puede parecer que esta afirmación se contradice con la también reciente tendencia, precisamente, a valorizar la producción agraria por medio de su di- ferenciación mediante variedades específicas, deno- minaciones de origen, etc. Ambas tendencias exis- ten y son simultáneas, pero si se tiene en cuenta la importancia cuantitativa de la tendencia diferencia- dora frente a la de homogeneización se puede per- cibir la diferencia entre la importancia de ambas para el mundo agrario, siendo mucho más intensa la segunda.
  • 15. ción de los mismos. Parecen observarse dos segmentos de mercado: a) merca- dos de productos masivos, sean locales o extranjeros, que de forma creciente se conforman a estándars globales (ali- mentos baratos para las clases popula- res) y b) mercados de nuevos productos especializados, orientados a nichos de mercado segmentados, tales como pro- ductos frescos y/o exóticos (para los consumidores ricos). Parcialmente, am- bos grupos de productos pueden ser complementarios, pues algunos de es- tos productos pueden ser subproductos de los de otro mercado –el solomillo para un mercado de consumidores de alto poder adquisitivo se complementa con la carne picada para los más modes- tos– pero también puede llevar a espe- cializar las regiones en función de estos mercados diferenciados, por ejemplo si ciertas áreas se dedican a producir el grano barato para la producción animal, mientras otras pueden producir para mercados de élite. – La internacionalización producti- va, la creciente industrialización de la producción agraria y alimentaria y la tecnología moderna permite a las em- presas utilizar muy diversos tipos de tra- bajadores y de condiciones laborales. Cada vez es mayor el recurso a mano de obra contratada de forma precaria y con niveles salariales más bajos que consti- tuyen una parte sustancial de la mano de obra utilizada en la agricultura. No sólo la mano de obra para tareas tempo- rales como la cosecha o siembra, que ha sido siempre tradicional en la agricultu- ra, sino, por ejemplo, el recurso perma- nente para las tareas habituales a traba- jadores inmigrantes de menor nivel de salario y exigencias laborales. 2.3. Las tendencias de la política agraria – Una de las características a desta- car de la evolución de la agricultura después de la II Guerra Mundial en los países desarrollados es, como se sabe, el fuerte apoyo público de cada estado a su agricultura y ganadería. Aunque la administración estadounidense ya hacía tiempo que apoyaba fuertemente su agricultura, el final del conflicto marca un período donde el apoyo público se intensifica en este país y se refuerza en Europa Occidental, justificado por la necesidad de reforzar su «seguridad ali- menticia» que se había visto amenazada por la guerra y de proporcionar a la agricultura familiar un nivel de vida adecuado. El Tratado de Roma firmado en 1957 muestra ya con claridad la im- portancia de la política agraria en el contexto europeo. De aquí que un aná- lisis de las tendencias de la agricultura en el futuro tenga que considerar como elemento básico las tendencias de evo- lución de la política agraria, tanto a ni- vel de los principales países producto- res agrarios como y especialmente de la Unión Europea. – Aumento de la producción y apa- rición de nuevos problemas:13 el apoyo del sector público, el desarrollo de la agroindustria y de la tecnología aplica- ble al sector y una demanda mundial creciente impulsó fuertemente la pro- ductividad y la producción agraria en Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 33 13. Son múltiples los trabajos que describen y anali- zan esta evolución, si bien no son tan numerosos los existentes en castellano. Véanse por ejemplo: A. MOLLARD, Les paysans exploitées, París, Armand Co- lin, 1978; L. MALASSIS, Economie agro-alimentaire, vol. I, Cujas , 1973; D. GOODMAN; M. REDCLIFT (ed.),
  • 16. los países centrales y ha originado cam- bios importantes en la división interna- cional de la producción agraria. Al co- mienzo de los años ochenta, los países centrales habían pasado a ser los princi- pales productores agrarios del mundo en detrimento de la producción que tra- dicionalmente provenia de los países periféricos. Este crecimiento de la producción agraria en los países centrales ha gene- rado nuevos problemas. El aumento de la producción por parte de los países más poderosos del mundo, frente a una demanda que no ha crecido en la mis- ma proporción14 ha conducido a una durísima intensificación de la compe- tencia entre los principales productores y exportadores y a un aumento sustan- cial de los fondos públicos asignados al apoyo a la agricultura. Esta situación que se enfrenta, además, en un período en que de modo general se pone en cuestión la intervención pública en la economía, ha llevado a un replantea- miento sustancial de la política agraria. Dado que ella constituye uno de los elementos esenciales del sistema ali- mentario mundial, los cambios en la política agraria suponen que los esta- dos centrales se involucran directamen- te en la reestructuración del mismo. Estados Unidos, como principal productor agrario del mundo, se ha ido encontrando con una competencia fuertemente acrecentada por los países de la UE, que tras la integración de Es- paña y Portugal pasó a ocupar el pri- mer puesto como exportador agrario mundial. Asimismo, otros países tradi- cionalmente productores agrarios (Aus- tralia, Nueva Zelanda, Argentina... hasta trece que han constituido el denomina- do grupo Cairns), junto con otros que se han visto obligados a aumentar sus exportaciones para poder pagar los in- tereses de la deuda, constituyen en la actualidad un sistema mundial de pro- ducción y exportación agraria en durísi- ma competencia. Como las relaciones comerciales se alteraron a expensas de la hegemonía de Estados unidos, ello llevó a este país a recurrir de forma creciente a presio- nes bilaterales y, al mismo tiempo, a forzar la inclusión de los temas agrarios en la Ronda Uruguay del GATT que ini- ciada en 1986 se completó en 1992. En ella, Estados Unidos, que desde prici- pios de los años ochenta practicó una política económica neoliberal, propug- naba la desaparición de los subsidios agrarios, principalmente a la exporta- ción, y la liberalización de los mercados agrarios, en general fuertemente prote- gidos. Los países del grupo Cairns apo- yaron esta posición, principalmente con objeto de recuperar parte de los mercados europeos y contrarrestar la potencia de la fuertemente protegida agricultura europea. Por su parte los di- rigentes de la UE, que participan de la tendencia neoliberal de la política eco- nómica, tampoco veían con malos ojos una disminución de la protección a la 34 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 The international farm crisis, London, Masmillan, 1989; T. MARSDEN; P. LOWE; S. WHATMORE., Rural res- tructuring, David Fulton Publishers, 1990. En caste- llano: R. FENOLLAR., La agro-industria en España, Madrid, MAPA, 1999. 14. Es bien sabido que la producción de mercancías no depende de las necesidades sino de la deman- da. De aquí que el mundo se encuentre con una producción agraria en exceso al mismo tiempo que millones de personas no alcanzan a cubrir sus ne- cesidades alimentarias. Tristes paradojas de una de- terminada organización social.
  • 17. agricultura que está absorbiendo partes sustanciales del raquítico presupuesto de la Unión. Desde mediados de los años ochenta, por tanto, todo estaba preparado para un cambio sustancial en las tendencias de evolución de la política agraria en los principales países centrales. – Las tendencias actuales de la po- lítica agraria consisten en la liberaliza- ción y la desregulación. La política agraria en la actualidad se dirige hacia la sustancial disminución de la inter- vención pública en el apoyo a los siste- mas de producción agraria: la liberali- zación de los mercados, la disminución si no desaparición de la protección y, especialmente la eliminación de los subsidios a la exportación son los pun- tos principales que se potencian. Se apoyan dentro de los estados reformas agrarias que desmantelan los proyectos «nacionales» bajo el argumento de que son necesarios procesos de ajuste es- tructural para eliminar ineficiencias y asegurar un régimen de libre comercio. El tema de la «seguridad alimenticia», que fue tan poderoso para potenciar el apoyo público a la agricultura, práctica- mente ha desaparecido de la escena. Los estados centrales no parecen creer en el peligro de guerras que puedan afectarla y consideran que la seguridad alimenticia de los distintos países se lo- gra mediante un sistema global agroali- mentario basado en el comercio mun- dial de los productos agrarios o las subvenciones (para los países más po- bres) en lugar de mediante estrategias de suficiencia alimentaria nacionales. Estas líneas de actuación se iniciaron a mediados de los ochenta, y se consoli- daron con las negociaciones del GATT terminadas en 1992. Continúan en la misma dirección en la actualidad tal y como se puede percibir en la Farm Bill de 1996 en Estados Unidos y en las pro- puestas de Santer para la próxima mo- dificación de la agricultura comunita- ria15 además de que se iniciará una nueva Ronda de la OMC en 1999 que profundizará a lo largo de las mismas lí- neas. En esta dinámica de la intervención pública no son ajenas las presiones de las industrias transnacionales que pre- tenden operar sin trabas a nivel mun- dial, como ya hemos señalado en el apartado anterior. La reestructuración agraria actual se hace en una época de decreciente regulación estatal y de for- ma creciente bajo la égida de las ETN y de los mercados que reorganizan sus- tancialmente el sector a medida que de- clinan las capacidades reguladoras de los estados y cambian sus objetivos. Por ejemplo, las ETN han sabido utilizar bien el GATT para desarmar la protec- ción a las explotaciones agrarias (ya que constituyen una barrera para sus operaciones globales) acelerando la mercantilización de la alimentación y la reestructuración de la agricultura en los países del centro, mientras que no su- cede lo mismo para la disminución del apoyo a la a la agroindustria. No obstante, es necesario matizar estas afirmaciones. Dentro de una ten- Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 35 15. Para un detallado tratamiento de los cambios en la política agraria de la Comunidad Europea véase Miren ETXEZARRETA, et al., La agricultura familiar frente a las nuevas políticas comunitarias, cap. 2, Madrid, MAPA, 1996.; y Miren ETXEZARRETA y Lour- des VILADOMIU, Crónica de una década de la agri- cultura española., Madrid, MAPA y CIS, 1997.
  • 18. dencia general a la liberalización de los mercados y a la disminución del apoyo público a la agricultura subsisten toda- vía importantes elementos proteccionis- tas de la agricultura en los países centra- les. Tanto Estados Unidos como la UE tratan todavía de mantener sus agricul- turas con el importante recurso al apoyo público (si bien teóricamente éste debe- ría descender en magnitud). No sólo re- curriendo a elementos proteccionistas menos visibles y aparentemente más compatibles con las normas del GATT –proteccionismo no tarifario sino basa- do en normas de calidad (en el que son tan hábiles los japoneses), apoyos a las rentas de los agricultores, subvenciones por actividades relacionadas con el me- dio ambiente, etc.– sino también a través del establecimiento de bloques econó- micos regionales (Unión Europea, Trata- do de Libre Comercio y otros). Estos, en una interesante combinación de protec- cionismo y competitividad hacia el exte- rior, constituyen áreas privilegiadas de comercio interno ampliado que, por lo menos, permite alargar en el tiempo los procesos de liberalización total de mer- cados como pretende la OMC. Es decir, los principales países centrales propug- nan la apertura y desregulación de las economías de otros países, pero conti- núan manteniendo importantes elemen- tos proteccionistas para los mercados agrarios en sus territorios. Como elementos que apuntan las principales direcciones de desarrollo de la política agraria en el futuro inmedia- to comentamos a continuación, muy brevemente, las principales orientacio- nes de la Farm Bill 1996 de Estados Unidos y las propuestas de Santer para la política agraria comunitaria: – La ley agraria (Farm Bill 1996) de Estados Unidos. En este país, cada cin- co años se aprueba una ley agraria que actualiza su ley agraria básica de 1949 y por la que se establece el marco global para la política agraria del período. La aprobada en 1996 presenta algunas mo- dificaciones en los sistemas vigentes de apoyo agrario16 que hacen útil su consi- deración. La Farm Bill de 1996 esencialmente: a) Elimina las retiradas subvencio- nadas de las superficies de cultivo (aho- ra únicamente se autorizará la retirada de tierras con subvención con una justi- ficación medio ambiental). b) Nominalmente pretende avanzar hacia la eliminación de los pagos por diferencias, pero debido a la importan- cia de esta medida se establece un pro- cedimiento gradual para lograrlo, man- teniendo cierto tipo de pagos en razón de «la transición al mercado agrícola» pero convirtiéndolos en pagos a la ren- ta durante 7 años por una cantidad glo- bal, con base en los pagos histórica- mente percibidos. 36 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 16. Recuérdese que el sistema de apoyo agrario es- tadounidense se basa en los pagos diferenciales por los que se paga a los agricultores la diferencia entre el precio de mercado y el precio objetivo fijado (tar- get price) para los productos para cuya producción el agricultor se ha cualificado, en las subvenciones por reducción de superficie de cultivo, por las que se paga una subvención por las tierras que obligato- riamente se han de dejar baldías, y por el sistema de préstamos market loan por los que se conceden créditos a los agricultores que pueden ser reembol- sados por la entrega de productos valorados al tar- get price, lo que en definitiva supone garantizar di- cho precio para el producto.
  • 19. c) Finalmente, a diferencia del siste- ma anterior en que sólo se disponía de una posibilidad limitada de cambiar de productos si se pretendía cobrar los pa- gos diferenciales, ahora se liberalizan los controles en el sentido de que los agricultores pueden sembrar cualquier producto que deseen y permanecer cualificados para percibir los pagos, (de esta forma se elimina también la res- ponsabilidad federal en el control de la oferta de productos básicos). d) Los market loan (créditos de mercado) se sostienen pero los precios garantizados quedan limitados a un má- ximo correspondiente a los precios al- canzados en 1995. Por otra parte, se mantienen e in- cluso se amplían los programas a la ex- portación mediante diversos mecanis- mos, se amplían también los programas sobre conservación de suelos y se com- pleta la ley con reducidas aportaciones a créditos de campaña y la asignación de una cantidad testimonial al desarro- llo rural. Arriesgándonos a sintetizar las líneas principales de la ley se puede señalar que suponen el mantenimiento de una política agraria activa –se mantiene la ley agraria contra el parecer de los más radicales que pretendían su elimina- ción–, dedicando todavía fondos muy sustanciales al apoyo a la producción y aumentando el apoyo a las ayudas am- bientales y a la exportación. Pero que, al mismo tiempo, desregulan parcial- mente el sector –eliminación de contro- les a la retirada de tierras o a los pro- ductos que cualificaban para obtener las ayudas–, disminuyen el apoyo di- recto a la producción –fijación de pre- cios máximos para los market loans y eliminación de los pagos diferenciales convirtiéndolos en pagos temporales a la renta–, pero estimulan las exporta- ciones. Es decir, nos parece que la ley se dirige a aproximar la producción agraria a las condiciones de mercado, pero de forma gradual, a diferencia de la que planteó Reagan a principios de los años ochenta de desregulación rápi- da, causando con ello una tremenda crisis en la agricultura estadounidense. Por otra parte, no parece que Estados Unidos esté dispuesto a disminuir su presencia en los mercados mundiales ya que hay que destacar el decidido apoyo a las exportaciones aunque no consistan en subvenciones directas prohibidas por la OCM. Los efectos que esta ley puede tener dependerán de muchos aspectos, parti- cularmente de la situación de los mer- cados internos y mundiales, pero pare- ce que señalan hacia un probable aumento de la producción, si bien no demasiado acusado, y a una continui- dad de la transformación estructural ha- cia la potenciación de las empresas productivas más potentes, junto con el incremento de la competencia en los mercados mundiales por parte de Esta- dos Unidos. La desregulación de la re- ducción de la superficie de cultivo y la mayor flexibilidad respecto a los pro- ductos que cualifican para percibir las ayudas es probable que conduzca a que se cultive una mayor extensión de tierra y, por lo tanto, aumente la pro- ducción. Pero, al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que al mantenerse congeladas las subvenciones a la tierra por razones ambientales es también Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 37
  • 20. posible que muchas tierras ahora baldí- as por obligación se integren en dichos programas y el aumento de producción no sea tan acentuado. Por otra parte, es difícil predecir en qué dirección opera- rán la fijación de precios de apoyo má- ximos, y la desconexión entre el nivel de precios de mercado y las ayudas a las rentas. Según la teoría económica, en principio, una reducción de los pre- cios conduciría a una disminución de la producción. Pero hay que matizar este planteamiento con distintas consi- deraciones: por un lado, reducir los precios de garantía no supone reducir los precios de mercado si éstos se sitú- an por encima de aquéllos (como es el caso en la actualidad), y, por otro, está también ampliamente confirmado que en muchas ocasiones en la agricultura una reducción de precios conduce a un aumento de la oferta para compensar las rentas disminuidas por la reducción de precios. De aquí que la mayoría de comentaristas parecen concluir que a corto plazo, a causa de los altos precios de mercado y de que las tierras adicio- nales cultivadas no serán muchas, el impacto de la ley en la producción no será muy intenso, aunque a plazo más largo, parece existir un cierto consenso de que la aproximación a las condicio- nes de mercado conducirá a un au- mento de la producción en aquellas explotaciones que puedan producir con precios más bajos, mientras que aumentarán las dificultades de las ex- plotaciones menos potentes, general- mente de menor dimensión. Es bastan- te impresionante la información que señala que en Estados Unidos, en el área del Pacífico, se están desarrollan- do tremendos complejos de integra- ción vertical para los mercados asiáti- cos: desarrollos iniciados por empresas como Mitsubishi, Marubini, Nippon Meats e Ithoan, que incluyen explota- ciones de hasta 60.000 cabezas de ga- nado, o en la región Riverina, detrás del río Murray, conocida por sus explo- taciones de gran dimensión donde des- de 1988 han comenzado a operar ex- plotaciones ganaderas con capacidad de producción de 250.000 cabezas (Lawrence G.; Frank V., 1994, p. 88). Producciones y exportaciones que sólo pueden conducir a una mayor compe- tencia en los mercados mundiales. – El otro gran bloque de propues- tas de modificación de la política agra- ria se refiere a las propuestas que hace el presidente de la Comisión Europea Santer para reformar la PAC, compren- didas en la denominada Agenda 2000 que presenta las propuestas de la políti- ca de la Comunidad para el fin de siglo. Estas líneas de política están todavía en un estadio de proposición y debate, lo que puede suponer que no sean apro- badas tal como ahora se plantean, pero indican ya las líneas principales por donde éstas van a transcurrir. Por ello y de forma provisional las recogemos brevemente y comentamos sobre ellas (todas las citas de este apartado se re- fieren a la Agenda 2000 tal como se co- noce en Octubre de 1997). En los aspectos agrícolas de la Agenda 2000 se parte de una evalua- ción de la reforma de la PAC de 1992, que se considera ha sido favorable en sus líneas generales. Se señala explícita- mente que se siguen las opciones toma- das en el informe de 1995 sobre la estra- tegia en materia agrícola, presentado en el Consejo Europeo de Madrid «[que] 38 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
  • 21. abogaba en favor de una evolución más racional de la producción agraria a tra- vés de la mayor adecuación de los pre- cios a la realidad del mercado y la conti- nuidad del proceso de ajuste estructural [...] y que proponía profundizar y am- pliar la reforma de 1992 prosiguiendo la reorientación hacia el sistema de pa- gos directos en lugar del de apoyo a los precios, y el desarrollo de una política rural coherente que acompañase este proceso». Como objetivos principales de la PAC hay que destacar que se considera en primer lugar el relanzamiento/au- mento de la competitividad interna y externa, aunque parece que la segunda preocupa más a la UE ya que añaden «para que los productores de la UE se beneficien por completo de la evolu- ción favorable del mercado mundial», junto con la seguridad y calidad de los alimentos (¿efecto de las «vacas locas»?), y el de «garantizar un nivel de vida justo a la comunidad rural y contribuir a la estabilidad de la renta agraria». Nótese la referencia a la comunidad rural y no sólo a los agricultores y también que no se espera que este nivel de vida se pue- da obtener sólo con la agricultura, ya que entre los objetivos se añade de for- ma explícita «la creación de empleo al- ternativo y nuevas fuentes de ingresos para los agricultores y sus familias». A todo ello se adjunta «la integración de los objetivos medio ambientales de la PAC». Se prevé que la situación del sector agropecuario continuará experimentan- do transformaciones rápidas y que, por ello, «la agricultura deberá adaptarse a nuevos cambios en la evolución del mercado, la política de mercados y las normas de los intercambios comercia- les». Se constata la favorable situación que presentan actualmente los merca- dos mundiales y los precios para los productos agrarios, pero, a pesar de ello, se considera que si no hubiera un cambio de política los stocks de pro- ductos agrarios y ganaderos continuarí- an siendo muy elevados (incluso en el caso del bovino, y a pesar de los con- troles de oferta motivados por la crisis de la BSE, se mantiene esta estimación). En este contexto, las medidas principa- les que se proponen para lograr estos objetivos consisten en: a) Fijar unos precios máximos de in- tervención inferiores a los actuales (ce- reales y bovino), complementados por pagos a la renta, por superficie en las tierras cultivables, independientemente del producto o de que se trate de tierras retiradas, y por cabezas de ganado para el bovino. Respecto a esta última se considera que los pagos complementa- rios por cabeza, que deben favorecer la extensificación, aumentarán considera- blemente sobre el nivel actual cuando el sistema sea totalmente operativo. b) Añadir unos incentivos especiales en forma de ayuda suplementaria para los productos proteaginosos y mantener los del trigo duro. c) Se advierte a los agricultores que el sistema actual para la leche no dura- rá, aunque en estas propuestas se opte por un enfoque que descarta solucio- nes radicales como recortes drásticos de precios o la abolición rápida del sis- tema de cuotas. Por ello se plantean prorrogar el sistema de cuotas hasta el Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 39
  • 22. 2006, reducir gradualmente los precios de sostenimiento hasta un 10 % a lo lar- go del período e introducir un nuevo pago anual por vacas lecheras que lle- varía a igualarlas con las primas a las vacas nodrizas. d) Respecto a los productos medite- rráneos se posponen las propuestas del tabaco y el aceite (ahora ya son conoci- das estas últimas), se planea la revisión de la del vino pendiente de aprobación desde 1994 y se programa el segui- miento de la de frutas y hortalizas.17 e) Se declara la necesidad de simpli- ficar y descentralizar la política agraria de la Comunidad, aunque se explicita que esta última no debe conducir a su renacionalización. f) Se propone establecer un límite in- dividual aplicable a todos los pagos di- rectos de ayuda a la renta concedidos en virtud de las OCM, pero señalan que los estados miembros podrán introducir cri- terios de diferenciación de conformidad con una serie de normas aceptadas en co- mún. Lo que no deja de ser incongruente con la preocupación por la renacionaliza- ción puesto que la posible diferenciación refuerza las tendencias a la renacionaliza- ción de las políticas agrarias. g) Se señala explícitamente la in- conveniencia de aplicar los instrumen- tos de apoyo de la PAC a los países de Europa Central. h) Hay que mencionar, también, la importancia que se concede a las medi- das medioambientales: «En los próximos años, se otorgará un papel predominan- te a los instrumentos agroambientales para fomentar el desarrollo sostenible de las zonas rurales y responder a la cre- ciente demanda de servicios ambienta- les por parte de la sociedad». No sólo la concesión de pagos directos y la retirada de tierras se supeditará al cumplimiento de determinadas condiciones medioam- bientales sino que se reforzarán y am- pliarán las medidas de conservación y mejora del medio ambiente. Además, se menciona la posibilidad de pagos direc- tos nacionales para medidas medioam- bientales. i) Las propuestas se detienen de forma especial en la problemática de las zonas rurales. Por una parte afecta- das negativamente por la dinámica agraria que se prevé, y por otra, con posibilidades de nuevas oportunidades por las funciones medioambientales y recreativas que se considera ha de satis- facer. Frente a la filosofía de paridad de rentas para los agricultores familiares que presidió la PAC hasta mediados de los años ochenta, y tras un largo perío- do de evolución (Etxezarreta et al., 1995), la política comunitaria se plantea actualmente bajo la orientación de que una parte importante de las explotacio- nes familiares no podrán asegurar úni- camente por la actividad agraria un ni- vel de vida adecuado a las familias agricultoras y que muchas de entre ellas habrán de recurrir a la diversifica- ción de actividades agrarias y no agra- rias y la pluralidad de ingresos para al- canzarlo. Se considera que las nuevas demandas que la sociedad hace del es- 17. Es curiosa la diferencia en importancia relativa que se concede a los productos «continentales» (ce- reales, proteaginosas, ganado y lácteos) frente a la brevedad e imprecisión de las referencias a los pro- ductos mediterráneos. 40 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
  • 23. pacio rural en términos de nuevas for- mas de vida y de ámbito para el ocio proporcionan oportunidades inéditas que pueden ser aprovechadas por las familias, agricultoras o no, que vivan en el medio rural. Por tanto, se mantiene que esta forma de organización econó- mica puede facilitar la supervivencia económica de las explotaciones agra- rias familiares, mejorar su nivel de vida y adecuarlo a formas más modernas. Al mismo tiempo puede constituir un ele- mento importante para el mantenimien- to y reactivación socioeconómica de las zonas rurales, incluso de aquellas más deprimidas. Bajo este enfoque la políti- ca agraria comunitaria desde mediados de los años ochenta, pero particular- mente en la reforma de 1992, ha esta- blecido y reforzado los elementos de apoyo y estímulo a la diversificación de actividades económicas (incluyendo aquí muchas de las medioambientales), convirtiendo la política de desarrollo rural en una de las piezas centrales de la PAC respecto a la agricultura familiar. En la Agenda 2000 aunque se señala que se deberían potenciar estas nuevas posibilidades se establece que debería de hacerse básicamente mediante «la re- organización de los instrumentos de po- lítica rural existentes». Es decir, parece apuntar a que las ayudas al desarrollo rural no se incrementarán sustancial- mente. Se limitan a señalar la reestructu- ración financiera que éstos experimen- tarán y que se aplicarán de forma horizontal y descentralizada. En líneas generales, como en el caso de Estados Unidos, queda claro que la UE no renuncia a una política agraria activa, si bien, también de forma similar a la de éstos, se trata de separar de forma creciente el apoyo a los agri- cultores de la producción agropecuaria. Como allí, el apoyo a los precios es de- creciente y uno de los objetivos princi- pales de la reforma es que la agricultura actúe basada en las condiciones del mercado. También hay que señalar que, en lo que hemos leído, no apare- cen referencias a los mercados exterio- res en relación con la disminución de los subsidios a las exportaciones (pro- bablemente porque en la reforma de la PAC de 1992 ya se planteaba su gradual desaparición). Por el contrario, el inte- rés por el desarrollo rural es más explí- cito y financieramente superior (aun- que continúa siendo reducido, pues a pesar del aumento en los fondos estruc- turales éstos son una reducida parte del presupuesto de la Unión). Posiblemen- te ello sea debido al mayor número de agricultores familiares en Europa, a que las medidas que se están tomando des- de mediados de los años ochenta (in- tensificadas con la reforma de 1992) han podido afectar con mayor intensi- dad a la agricultura familiar europea y, especialmente, al grave estado de la si- tuación laboral no agraria en la Unión que impide la emigración de la mano de obra excedente en el sector agrario. En conjunto, se deduce la tendencia a la aproximación gradual a las condi- ciones de mercado y un aumento de la competencia. Si a ello se añade la deci- dida voluntad política de no ampliar el presupuesto comunitario y que las de- mandas para la utilización de recursos son crecientes, mientras disminuye con- siderablemente la importancia política del sector, no es difícil pronosticar una disminución, prudente y gradual, pero Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 41
  • 24. disminución al fin, de los apoyos al sec- tor agrario en la Unión Europea y la ne- cesidad del ajuste de éste a las condicio- nes de mercado. Junto con un aumento de los recursos para objetivos medio- ambientales y ayudas limitadas al desa- rrollo rural, ya que aunque en una con- sideración superficial éstas pueden parecer considerables, ello es debido a que se concentran en determinadas áre- as y en programas que no existían hasta hace relativamente pocos años, pero el volumen de la misma es limitado. Probablemente, el conjunto de esta situación aumentará la dualidad del sis- tema productivo agrario en la UE. Si ya a principios de los años noventa, la propia Comunidad era consciente de que el 80 % de la producción agraria y los subsidios correspondían al 20 % de las explotaciones, esta concentración ha debido de aumentar. Por un lado, porque aunque se señala que la volun- tad es de desvincular los subsidios agrarios de la producción, la separación es todavía débil. Recordemos que los pagos por superficie y cabezas de gana- do y la media de la producción regional constituyen la base del sistema de apo- yo, por lo que los grandes productores recibirán subsidios de volumen supe- rior. Por otra parte, porque si priman las condiciones de mercados acusada- mente competitivos, serán los produc- tores con costes más bajos los que po- drán mantenerse mejor (y no hay que olvidar que las economías de escala son un importante elemento de reduc- ción de costes). Los pequeños y media- nos productores experimentarán cada vez mayores problemas para mantener- se sólo de la agricultura y tenderán a ejercer la pluriactividad, combinando la agricultura con otras actividades, o al- ternativamente, abandonarán del todo la actividad agropecuaria. En la Agenda 2000 se prevé «una drástica disminu- ción del número de explotaciones agra- rias y de trabajadores del sector». A las políticas de los países más poderosos hay que añadir las tenden- cias de las orientaciones de las institu- ciones internacionales: FMI, Banco Mundial, y especialmente, la Organiza- ción Mundial de Comercio que sustitu- ye al GATT. En la nueva ronda de ne- gociaciones comerciales multilaterales que se iniciará en 1999 se prevén nue- vas presiones para reducir la protección fronteriza, disminuir las subvenciones a la exportación y reestructurar la ayuda interior para conseguir instrumentos más disociados de la producción. Es decir, la política agraria mundial de las grandes instituciones internacionales propugna también la disminución del apoyo público a la producción agraria y la reestructuración del sector siguiendo las indicaciones de los mercados. Resumiendo, en las tendencias de la política agraria tanto a nivel de insti- tuciones internacionales como en Esta- dos Unidos y la Comunidad Europea, que no solamente se cuentan entre los principales productores mundiales sino que marcan la pauta de la política agra- ria en el mundo, van a seguir como orientaciones de política económica las de la desregulación y privatización: dis- minución de la intervención y el apoyo públicos directos a la actividad agraria, reestructuración de los apoyos y apro- ximación de la actividad agraria a las condiciones de los mercados agrarios mundiales, sometidos a una intensísima 42 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
  • 25. y creciente competencia. Esta evolu- ción parece que se verá atemperada por la presión política que sea capaz de ejercer el lobby de los intereses agrarios –otrora poderoso pero ahora en dismi- nución frente al poder de la agroindus- tria y la globalización de los mercados– y a la situación de los mercados labora- les que, si como está sucediendo en Eu- ropa se muestran incapaces de absor- ber la mano de obra desplazada, pueden forzar a la ralentización parcial del proceso. La gradual y cautelosa reestructura- ción de la intervención pública de la agricultura que orienta a ésta hacia la dinámica de los mercados tiene otras consecuencias más amplias. La desre- gulación disminuye la capacidad de los estados para orientar el desarrollo agra- rio y este vacío facilita el control de la agricultura por la agroindustria. De esta forma, la iniciativa pasa cada vez más a las empresas y a las instituciones finan- cieras, quienes encaminan la produc- ción agraria en las líneas adecuadas para potenciar la agroindustrialización, integrada por las compañías agroali- mentarias internacionales y dirigida de forma creciente a los mercados globa- les. 2.4. Algunos elementos específicos Además de los elementos que se han señalado hasta ahora quedan por mencionar ciertos aspectos específicos que afectan significativamente a la agricultura y que no pueden ser inclui- dos en los grupos anteriores. Entre ellos creemos que es conveniente men- cionar: – La creciente importancia conce- dida a los aspectos ambientales y la ecología. Esta preocupación social, que se ha expandido recientemente en los países centrales, constituye un elemen- to de incidencia contradictoria en el de- sarrollo agrario. Por una parte, la cre- ciente preocupación medioambiental lleva a inquietarse mucho más por las prácticas productivas de una agricultura intensiva concentrada que deteriora la tierra y el agua. En consecuencia, el in- tento de mantener y mejorar el medio ambiente conduce a medidas de apoyo de política agraria que potencian la de- sintensificación y revierten en el mante- nimiento de una sociedad rural y una agricultura más dispersa y diversificada. Pero, por otra parte, la gran agricultura genera unos problemas ambientales de tal magnitud que es difícil que sus noci- vos efectos puedan ser compensados por las políticas medioambientales. Las opiniones son encontradas acerca de cuál será el efecto neto de ambas líneas de desarrollo. Buttel (1992) ha descrito el proceso de incorporar consideracio- nes verdes en las políticas económicas, políticas y sociales del estado como «ambientalización» y considera que esta ambientalización tiene la capacidad de desafiar las bases de las tecnologías y los modelos productivistas. Otros auto- res (Lawrence G.; Frank V., 1994) son menos optimistas dada la escala de pro- ducción agropecuaria y la consiguiente contaminación ambiental. Por ejemplo, se sabe que los deshechos de una ex- plotación de 40.000 cabezas de ganado son equivalentes a los producidos por una ciudad de 500.000 habitantes. Ade- más, a medida que las regulaciones am- bientales son más estrictas en los países centrales, la respuesta de los grandes Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 43
  • 26. productores parece residir en exportar las líneas de producción destructivas del ambiente a la periferia y la semipe- riferia, que las acepta por su necesidad de capitales extranjeros. El efecto neto es empeorar las condiciones de vida de la semiperiferia y aumentar su depen- dencia sin disminuir el volumen total del deterioro ambiental. – La incidencia del cambio tecnoló- gico, especialmente la biotecnología. Los estudiosos del sector están tratan- do de determinar si la biotecnología llevará a un crecimiento evolutivo del sistema agroalimentario, tal como lo co- nocemos, con una creciente subordina- ción de la agricultura a la industria y su organización en itinerarios por produc- tos específicos (sistemas por productos) y a su completa industrialización o bien conducirá a un cambio radical en las re- laciones económicas, sociales y técni- cas del sistema agroalimentario. Hasta mediados de los años setenta se consi- deraba que había bastantes posibilida- des de que se produjera la segunda si- tuación, pero hacia mediados de los años noventa la opinión mayoritaria al respecto se puede sintetizar con pala- bras de los principales estudiosos en la materia como que: «veinte años des- pués del descubrimiento del DNA, la difusión de la biotecnología en el siste- ma agroalimentario es muy lenta, su impacto está restringido a áreas y sec- tores específicos y los productos agra- rios comercializados son todavía muy pocos. Los científicos sociales en gene- ral tienden a revisar la interpretación del «potencial revolucionario de la bio- tecnología» en favor de análisis más realistas de su impacto a corto plazo» (P. Bye; M. Fonté, 1994, p. 242) conce- diendo más atención a los obstáculos y límites de la difusión de las biotecnolo- gías, aunque a mediados de 1997 la apa- rición de los animales clónicos vuelve a presentar un nuevo signo de interroga- ción ante la aparente enorme capaci- dad de transformación de la biotecno- logía. Bye y Fonté en un análisis basado en la tecnología de producción agra- ria, aducen que aunque los aumentos de producción y estandarización de productos tienden a reducir las opcio- nes técnicas a la estandarización, los desajustes y discontinuidades entre las técnicas derivadas de las formas mecá- nicas y biológicas que se multiplican en el actual modelo técnico de pro- ducción y la incertidumbre creciente de mercados y monedas pueden alte- rar esta situación. Consideran que jun- to con las nuevas funciones emergen- tes para la agricultura y las nuevas políticas agrarias que se dirigen a ob- jetivos más macroeconómicos, además de la creciente demanda de alimentos de calidad, tienden a aumentar la va- riabilidad e inestabilidad de los ajustes técnicos y conducen a la aparición de otro modelo con objetivos más com- plejos: gestión y reproducción de los recursos naturales (incluyendo exce- dentes de tierra agraria creados por la concentración de la producción en partes cada vez más restringidas del territorio), preservación de las comu- nidades rurales y protección de la sa- lud, la calidad y el medio ambiente. Para estos autores frente al modelo de agricultura intensiva dominante, que denominan «de utilización de tierra y ahorro de mano de obra», se abren nuevas posibilidades para innovacio- 44 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
  • 27. nes graduales y para las rupturas téc- nicas (especialmente la biotecnología). De hecho, consideran que la relativa flexibilidad y dimensión de las empre- sas de biotecnología les proporciona una vía como vehículos del cambio técnico, precisamente porque están en la mejor posición para unir tanto la producción en masa como la produc- ción especializada. Por tanto, prevén un modelo distinto de desarrollo agra- rio que se expresará en formas de pro- ducción, técnicas y bases de conoci- miento heterogéneos que integrarán las nuevas limitaciones de precios y promoverán una mejor utilización de recursos naturales como agua, luz y calidad del suelo. A este modelo lo conceptúan como de «ahorro de tierra, uso de agua y luz». La coexistencia de los dos modelos que, explicitan, «está claro que evolucionan siguiendo dis- tintas normas y objetivos y que ocu- pan distintas posiciones en los siste- mas de innovación». (P. Bye; M. Fonté, 1994, p. 251). – La importancia de los aspectos espaciales respecto a la agricultura. Se plantean dos cuestiones: el tema de la integridad territorial y el del desarrollo espacial. La agricultura está estrecha- mente asociada al espacio y ello intro- duce en el tema su vinculación al lugar y a una cultura, junto con la cuestión de soberanía. El ámbito rural (que has- ta muy recientemente se igualaba al agrario pero que ya no constituyen tal unidad) se percibe como una de las bases de la esencia de los pueblos. Es probablemente por ello que, hasta ahora, los estados modernos han con- cedido una atención a la agricultura su- perior a la de otros sectores, o a la que le correspondería por aspectos estricta- mente económicos. Con frecuencia la liberalización comercial agraria se percibe como una amenaza cultural y también por ello es resistida con más intensidad de lo que justificarían estric- tamente sus elementos económicos. A causa de la identificación de la agricul- tura con el lugar y la nación, el inte- grarla en el régimen del GATT es pro- fundamente simbólico del intento de legitimizar la integración mundial de los mercados. En un aspecto más concreto, la concentración de la producción agraria y la desaparición de muchas explota- ciones plantea otra cuestión de interés como es la gestión del espacio. Hasta hace muy pocos años, prácticamente la totalidad del esfuerzo de mantenimien- to y gestión del espacio la realizaba una población rural basada en la agri- cultura. Población que en los países centrales ya no es suficiente para cum- plir este papel. Se están haciendo es- fuerzos significativos para que se man- tenga una población rural en la actualidad, pero se acepta que en su mayor parte ésta esté desligada de la agricultura y, en muchos casos, de la tierra (el turismo rural sería la actividad que continuaría manteniendo la vincu- lación con la tierra pero las relaciones entre ésta y el agente económicamente activo pueden cambiar muy radical- mente su relación).18 El tipo de gestión del territorio compatible con la agricul- Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 45 18. El agricultor dependía directamente de la tierra que trabajaba, fuese o no su propietario, mientras que en el caso del turismo rural el ambiente o el paisaje que lo motiva es con mucha mayor frecuen- cia un bien público.
  • 28. tura y el mundo rural del siglo XXI y la política económica necesaria para ase- gurarla no es una cuestión baladí, a me- nos que las sociedades futuras opten por un territorio rural no gestionado en modo alguno. 3. LA REESTRUCTURACIÓN DE LA AGRICULTURA Los elementos que hemos mencio- nado hasta ahora y las complejas varia- bles en que se basan, influyéndose mu- tuamente y reaccionando entre sí, son los que están impulsando y conforman- do una reestructuración agraria de gran magnitud. Que, además, es cada vez más rápida. Si rápido fue el cambio des- de la II Guerra Mundial, y acelerado en el período 1986-1996 no va a ser menos veloz a partir de 1997-2006 y más ade- lante. Para completar el planteamiento re- alizado hasta ahora y obtener una idea de la evolución general del ámbito agra- rio, a continuación vamos a resumir bre- vemente las principales líneas de con- junto que parecen desprenderse de toda esta compleja dinámica y que orientan esta reestructuración. No obs- tante, hay que empezar señalando que a causa de las múltiples influencias en curso, y a las diversas líneas de evolu- ción que las mismas pueden presentar es prácticamente imposible predecir las probables líneas de evolución con un alto grado de certeza. A pesar de ello, correremos el riesgo, e intentaremos ofrecer una panorámica, aunque sea li- mitada, de las líneas de fuerza principa- les que parecen detectarse en la diversi- dad de los procesos de reestructuración: – Una reestructuración bajo la he- gemonía del capital privado. La rees- tructuración que está teniendo lugar está orientada por las grandes empre- sas transnacionales, supone la ruptura de los sistemas nacionales agrarios re- gulados y el cambio de la iniciativa desde los estados a los bancos y a las empresas agroalimentarias internacio- nales. Ha cristalizado en la reorganiza- ción del sistema alimentario mundial por medio de la competencia, el papel de los bloques comerciales regionales (UE y TLC principalmente) y las nego- ciaciones del GATT (ahora OMC), de- bilitando la protección a las explotacio- nes agrarias y profundizando en la agroindustrialización de la agricultura y la alimentación. – Competencia. Uno de los aspec- tos clave de esta reestructuración es que todo el mundo compite con todo el mundo. Actualmente se produce a nivel mundial y para el consumo en merca- dos mundiales. Y aún los ámbitos que parecen más remotos se ven afectados por esta dinámica. – Internacionalización de la pro- ducción. Cada vez más la producción agraria se convierte en la producción de materias primas para la agroindustria, que elabora productos de consumo para los mercados mundiales. La producción se presenta «descompuesta» en sus di- versas partes para dar lugar a un produc- to de consumo final «integrado» (made in the world) formado por la conjunción de distintos elementos que se convier- ten en un producto único de consumo. – Agricultura intensiva. La línea do- minante parece ser la de la continua- 46 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
  • 29. ción del modelo de agricultura intensi- va de la postguerra: aumento del volu- men producido, estandarización de los productos, especialización, tecnologías duras y concentración de la producción en grandes explotaciones para la pro- ducción a costes decrecientes para la industria agroalimentaria que produce para los mercados urbanos. Todo ello no ya a nivel de estados sino mundial. – Heterogeneidad. No obstante la complejidad y diversidad de la agricul- tura moderna impiden establecer esce- narios lineales de homogeneización agroalimentaria en los que la agricultu- ra se convierte únicamente en un sub- sector de la industria. Ya se ha señalado que para algunos autores frente al mo- delo de agricultura intensiva dominante se abren nuevas posibilidades de desa- rrollo agrario que se expresarán en for- mas de producción, técnicas y bases de conocimiento heterogéneos. Se ha hecho referencia al debate, hasta ahora minoritario, acerca de si la evolución de los sistemas agroalimenta- rios va a conducir a una homogeneiza- ción acrecentada de los mismos o si surgen espacios que indiquen la posibi- lidad de una variedad de estrategias de ajuste y un aumento de la heterogenei- dad (véanse, por ejemplo, las distintas posiciones de Friedland y Stanley por un lado y de Bye y Fonté por otro en McMichael, 1994). En mi opinión, no obstante, el poder de los grandes agen- tes que controlan la producción y la tecnología, y su interés básico en pro- fundizar la homogeneidad productiva y la estandarización del producto son ele- mentos más poderosos que los que aducen Bye y Fonté. Y es difícil detec- tar los agentes activos que tengan fuer- za suficiente para propulsar los otros modelos. Por ello, aunque nunca se puede negar cierto margen para la di- versidad, considero que si se produce la coexistencia de los dos modelos ésta se produciría, en todo caso, con el mo- delo de homogeneización como domi- nante, y las variantes más heterogéneas en condiciones de marginalidad y su- bordinación a aquél. – Desregulación. La regulación y los apoyos públicos de los estados van disminuyendo y los mercados y sis- temas productivos están cada vez más liberalizados. Ello lleva a que la agricul- tura dependa cada vez más exclusiva- mente de las decisiones de las empre- sas agroalimentarias y a que sólo los productores más fuertes puedan mante- ner su actividad agraria, planteándose grandes dificultades para la superviven- cia de los más débiles, muchos de los cuales no pueden resistir en el sector, dándose una especie de «darwinismo agrario» de permanencia sólo de los más fuertes. A pesar de ello, la agricultura mo- derna no es sólo el resultado espontá- neo de la organización de los mercados sino que resulta de una construcción política y social. El desafío actual al proteccionismo agrario es un desafío al proteccionismo social identificado con el estado nación del siglo XX. La cues- tión de la supervivencia de los sistemas agrarios y la ruralidad en el futuro ten- drá que plantearse probablemente a través del filtro de la organización polí- tica de la agricultura, a nivel nacional y global. Es posible que la lucha que se plantea debido a la mercantilización del Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 47
  • 30. medio ambiente y la vida social se rela- cione con cuestiones de control y revi- talización de los sistemas locales de ali- mentación. En el inmediato futuro es necesario examinar esta lucha en sus diversas formas en todo el mundo, qui- zá dividiéndola entre el norte, con sus preocupaciones por la diversidad de la alimentación y el medio ambiente y el sur, con preocupaciones acerca de su autonomía y la estabilidad de las pobla- ciones rurales. Terminamos con una cita bastante libre de la obra de McMichael, que he- mos utilizado tan reiteradamente en este trabajo, y que sintetiza perfecta- mente la posición que me hubiera gus- tado transmitir en este artículo: «La re- estructuración global que estamos experimentando, no es simplemente un tipo de «limpieza general» inspirada en el pensamiento neoclásico, o una reafirmación del poder del norte sobre el sur, o un movimiento de la produc- ción en masa a la producción flexible... Es, también, una reformulación de las relaciones políticas entre los estados, vía la integración global. Estas relacio- nes globales se imponen por las com- pañías transnacionales o las agencias multilaterales a través del mercado, con nuevos sistemas de regulación funda- dos en principios económicos abstrac- tos más que en los compromisos socia- les asociados con la nación-estado. Cómo evolucionarán estas relaciones y las reacciones frente a las mismas de los grupos de ciudadanos, producto- res, trabajadores y consumidores es una cuestión abierta. Pero una cosa esta clara: las cuestiones de sostenibili- dad ambiental y seguridad alimenticia serán centrales, promoviendo un nue- vo foco de atención social sobre la or- ganización de la agricultura y la dispo- niblidad de sus productos. Los siste- mas agroalimentarios jugarán un papel central en el cambio político que defi- nirá esta era de transición» (McMichael, 1994, p. 295). BIBLIOGRAFÍA ALLAIRE, G.; BOYER R. (1995). La grande transformation de l’agriculture. Pa- rís: INRA/Económica. BUTTEL, F. H. (1992). «Environmentaliza- tion: Origins, Processes, and Impli- cations for Rural Social Change». Rural Sociology, 57(1), 1-28. BYE, P.; FONTÉ M. (1994). «Common, Contradictory and Contingent For- ces. Is the technical model of agri- culture changing radically?». En MC- MICHAEL, P.[ed.], op.cit. COMISIÓN EUROPEA (1997). Agenda 2000. Por una Unión más fuerte y amplia. Bruselas. ETXEZARRETA, M.; CRUZ, J.; GARCÍA, M.; VI- LADOMIU, M. (1995). La agricultura familiar ante las nuevas políticas agrarias comunitarias. Serie Estu- dios. MAPA. Madrid. «FEDERAL AGRICULTURAL IMPROVEMENT AND REFORM ACT OF 1996». (FAIR). Esta- dos Unidos. FRIEDLAND, W. H. (1994). «The global fresh fruit and vegetable system: An industrial organization analysis». En MCMICHAEL, P. [ed.], op.cit. FRIEDMANN, H. (1994). «Distance and du- rability: Shaky foundations of the World Food Economy». En MCMI- CHAEL, P. [ed.], op.cit. GÓMEZ BENITO, C.; GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, J.J. (1997). Agricultura y Sociedad en la España contemporánea. Ma- drid: CIS/MAPA. 48 Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001
  • 31. GOODMAN, D.; REDCLIFT, M.(1989). The international farm crisis. Londres: MacMillan. LAWRENCE, G.; FRANK, V. (1994). «Agricul- tural change in the Semipheriphery: The Murray-Darling Basin, Austra- lia». En MCMICHAEL, P. [ed.], op. cit. LOWE, P.; MARSDEN, T.; WHATMORE, S. (1990). «Technological change and the rural environment». Critical perspectives on rural Change Series. Londres: David Fulton Pb. LOWE, P.; MARSDEN, T.; WHATMORE, S. (1990). «Rural restructuring. Global processes and their responses». Cri- tical perspectives on rural Change Series. Londres: David Fulton Pb. MARSDEN, T. K.; WHATMORE, S. (1994). «Finance Capital and Food Systems Restructuring: National Incorpora- tion of Global dynamics». En MCMI- CHAEL, P. [ed.], op.cit. MCMICHAEL, P. [ed.] (1994). The global restructuring of agro-food systems. Londres: Cornell University Sys- tems. Ithaca & London MCMICHAEL, P.; KIM, C-K. (1994). «Japa- nese and South Korean Agricultural Restructuring in Comparative and Global Perspective». En MCMICHAEL, P. [ed.], op. cit. MOUNIER, A. (1992). Les théories écono- miques de la croissance agricole. París: INRA/Económica. OCDE (1997). «Las perspectivas agrícolas, 1997-2001». París. Dossiers Agraris ICEA · La Catalunya agrària en l’horitzó del 2001 49