Este retrato de Héctor Agosti es breve y preciso. Se debe a la pluma de Raúl Larra, y lo rescatamos a treinta años de la partida de Héctor. Que nunca se fue del todo, sino que vuelve con una obra digna de ser puesta en valor presente. Para quienes no la conocen todavía, la lectura de Conversaciones con Héctor P. Agosti, del periodista y escritor Julio Ardiles Gray, puede servir de introducción, que no por amena y llana deja de presentar motivos para el debate. Estas entrevistas, destinadas a integrar un proyecto editorial del diario de Jacobo Timerman La Opinión, ante el estallido de la dictadura militar de 1976 durmieron el sueño de los justos por más de tres décadas, incluidos varios períodos de gobiernos constitucionales. Hoy, en publicación conjunta del Departamento de Ediciones del CCC y la Asociación Héctor P. Agosti, salen a la palestra para aportar a la actual batalla de ideas, bajo el minucioso cuidado de Carlos Agosti –hermano y albacea literario de Héctor– y Alexia Massholder, autora de una notable tesis de grado sobre HPA.2 De ella diremos que, si HPA no fue mero custodio de la obra de Aníbal Ponce ni de –en esa línea genealógica– José Ingenieros, sino que se dedicó a renovarlas, Massholder posee una apreciable caja de herramientas con las que puede interpretar y renovar la obra de Agosti.
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Conversaciones con Héctor P. Agosti
1. 169
JULIO ARDILES GRAY
Conversaciones con Héctor P. Agosti
Ediciones del CCC, Buenos Aires, 2014
Conversaciones con Héctor P. Agosti:
una cita impostergable
Porteño cabal, caminador de su ciudad, de la que estaba enamorado, Agosti
hizo de su vida un arte, donde se conjugaban la pasión, la belleza, la fidelidad
al Partido Comunista y a la Revolución, que resumían su humanismo, su ham-
bre de justicia y fraternidad,
su amor por la gente.
Este retrato de Héctor Agosti es breve y preciso. Se debe a la pluma
de Raúl Larra, y lo rescatamos a treinta años de la partida de Héctor.
Que nunca se fue del todo, sino que vuelve con una obra digna de ser
puesta en valor presente. Para quienes no la conocen todavía, la lectu-
ra de Conversaciones con Héctor P. Agosti, del periodista y escritor Julio
Ardiles Gray1
, puede servir de introducción, que no por amena y llana
deja de presentar motivos para el debate. Estas entrevistas, destinadas
a integrar un proyecto editorial del diario de Jacobo Timerman La
Opinión, ante el estallido de la dictadura militar de 1976 durmieron el
1
Julio Ardiles Gray. Escritor y periodista tucumano (1922-2009), Doctor Honoris Causa
por la Universidad de su provincia. En la década del ‘40, fundó con Manuel J. Castilla
el movimiento cultural La Carpa, del que formaron parte, entre otros artistas e intelec-
tuales del NOA, los poetas Raúl Galán y Nicandro Pereyra. Autor de obras poéticas,
narrativas y teatrales, su novela El inocente fue llevada al cine por el director Gerardo
Vallejo. Acreditó 70 años de fecunda labor en los medios gráficos.
2. 170 realidad económica 290 16 de febrero/31 de marzo de 2015
sueño de los justos por más de tres décadas, incluidos varios períodos
de gobiernos constitucionales. Hoy, en publicación conjunta del
Departamento de Ediciones del CCC y la Asociación Héctor P. Agosti,
salen a la palestra para aportar a la actual batalla de ideas, bajo el
minucioso cuidado de Carlos Agosti –hermano y albacea literario de
Héctor– y Alexia Massholder, autora de una notable tesis de grado
sobre HPA.2
De ella diremos que, si HPA no fue mero custodio de la
obra de Aníbal Ponce ni de –en esa línea genealógica– José
Ingenieros, sino que se dedicó a renovarlas, Massholder posee una
apreciable caja de herramientas con las que puede interpretar y reno-
var la obra de Agosti.
La memoria tiene sus automatismos insondables. O no tanto.
Recordar a HPA es, para quien escribe este comentario, repensar de
inmediato la función del intelectual; sobre esta reflexión sobrevuela,
como de costumbre, otra sombra querida y respetada: la de Antonio
Gramsci. Tanto HPA como AG son ejemplos verídicos del ejercicio teó-
rico-práctico del intelectual que se siente parte de la sociedad y proce-
de en consecuencia. Y porque no se considera ni extraño ni externo a
su contexto y a su tiempo, observa la realidad, pero no desde el alto
mirador de Próspero3
, sino que cavila, se reconcentra para discurrir y
producir pensamiento, y luego publica, difunde, habla, interviene. Y
actúa según sus ideales y principios. Dice siempre lealmente su pen-
samiento, porque un pensamiento, si es auténtico y potente, es una
verdad que hace su camino, aunque ese camino sea lento, arduo, fra-
goso, abundante en enormes bloques de piedra, sobre todo si se lidia
contra el orden social hegemónico y sus alienaciones. Con esta talla
de intelectuales el combate de ideas sale de lo abstracto y se transfor-
ma en lucha real. No sorprende, entonces, que un jefe policial, en el
transcurso de una de las tantas prisiones padecidas por el adolescente
HPA durante la Década Infame en la Argentina, haya dicho: “No puedo
ponerlo en libertad, porque es un mozo que escribe mucho”. Pocos
años antes, Benito Mussolini había dicho del joven secretario general
del PC italiano, Antonio Gramsci: “Hay que tenerlo encerrado por lo
menos veinte años”.
Ese joven de Balvanera que aparece en fotos tomadas a sus 18 ó 19
años con un sombrero negro con el ala levantada, al estilo de campe-
2
Massholder, Alexia, El Partido Comunista y sus intelectuales. Pensamiento y acción de
Héctor P. Agosti, Buenos Aires, Ediciones Luxemburg, 2014.
3
Próspero: protagonista de La Tempestad de Shakespeare. Observador desde su ata-
laya, Próspero se siente testigo y fiscal del mundo, sobre el que pretende influir a su
voluntad mediante la magia. El cubano Roberto Fernández Retamar ha leído y anali-
zado esta obra en su Calibán.
3. 171Galera de corrección
sino piamontés en día de fiesta, todavía sin anteojos y con la mirada
que parece avizorar un futuro difícil pero no imposible, ha comenzado a
escribir en forma metódica y organizada bajo las dictadura de los gene-
rales Uriburu y Justo. Entre tanto, llega hasta su celda el eco de las noti-
cias que hablan de la amplia reacción solidaria que despierta su encie-
rro. En la populosa marcha unitaria del 1º de Mayo de 1936, su retrato
desfilaría, junto con los de Henri Barbusse y Máximo Gorki, los tres pin-
tados por Antonio Berni, en la columna de la AIAPE4
.
El exigente telescopio intelectual de HPA conoce tempranamente a
Gramsci a través de sus artículos periodísticos en L’Ordine Nuovo.
“Decir la verdad es siempre revolucionario” es el lema del periódico, de
neta inspiración leninista. Después será la ávida búsqueda de los
Cuadernos de la cárcel, que Gramsci ha escrito con lápiz. Si bien en la
URSS se consolida el gobierno de la Revolución, que irradia destellos
de un nuevo amanecer, y la palabra de Vladimir Illich siembra optimis-
mo histórico y certeza de futuro, en el resto de Europa han sido venci-
das las revoluciones de la inmediata posguerra, y en Italia triunfa el fas-
cismo. Es una época sombría. Intramuros, Gramsci produce un suceso
de incuestionable trascendencia: organiza un curso de estudios teórico-
políticos. Desde entonces, en todas las prisiones del mundo habitadas
por comunistas, si las condiciones objetivas del encierro lo permiten, se
instalan las famosas universidades de cuadros revolucionarios, aunque
una página suelta de Marx, o de Mariátegui, o de Fidel, o del Che, pue-
dan significar inenarrables castigos. En paralelo, HPA organiza “La
Comuna”, con los expresos objetivos de levantar el espíritu, promover
la educación, la recreación, la mejor higiene y alimentación de los dete-
nidos. Estar en prisión con Héctor significaba, según compañeros
suyos, cursar materias de Historia, Sociología, Política y Literatura en
una suerte de Academia entre rejas. (Es obvio que esto no fue posible
en las cárceles y centros de detención clandestina de la dictadura del
‘76).
De aquella confluencia entre Gramsci y HPA resulta la introducción en
la Argentina, y tal vez en América latina, traducciones mediante5
, de la
obra del primero, hecho que reportó un portentoso enriquecimiento del
pensamiento marxista. También implicó una diferenciación, en medio
de ineludibles tensiones, de la errónea concepción de que el marxismo
4
AIAPE, Asociación de Intelectuales, Artistas y Periodistas Argentinos, construida
durante la Década Infame, en línea con la Alianza de Intelectuales para la Defensa de
la Cultura, organización antifascista surgida del Congreso Escritores de Valencia, y
que se reunió en Barcelona en medio de los bombardeos franquistas.
5
Lautaro y Nueva Visión, editoriales sostenidas por el PC argentino, fueron las prime-
ras en publicar en nuestro medio la obra de Antonio Gramsci.
4. 172 realidad económica 290 16 de febrero/31 de marzo de 2015
podía ser una continuidad, en pleno siglo XX, del neoliberalismo del
siglo XIX, como venía sosteniendo una corriente historiográfica dentro
del PC argentino. HPA supo dar y ganar la batalla en su interior. Otro
resultado sorprendente y audaz es su lectura en clave gramsciana de
las obras del poeta romántico argentino del siglo XIX, Esteban
Echeverría, que de su viaje a Europa había vuelto impregnado de las
ideas de un naciente socialismo utópico. “Hoy Gramsci –afirma Horacio
González– es casi una categoría académica, y en todo el mundo siguen
publicándose tesis y distintos trabajos sobre él, pero había que traerlo a
a la Argentina en aquella época, con la carga revulsiva que tenía
Gramsci.”
HPA es audaz. Escribe su Echeverría en clave de interpretación
gramsciana. Algunos de sus jóvenes discípulos habrán de cuestionar
esta decisión de colocar la obra de un poeta romántico argentino del
siglo XIX bajo la proyección de una obra de un pensador del siglo XX.
José Aricó, que no era alumno de Agosti pero sí su dedicado seguidor,
arriesga afirmar que se trata de una impostación. No tiene en cuenta
que Gramsci toma algunos elementos del Manifesto della Giovine Italia
(1831), inspirado por Giuseppe Mazzini6
, contemporáneo de
Echeverría7
–quien de algún modo lo había adoptado como maestro–, y
otras veces le aplica su aguda crítica. Pero de ningún modo lo ignora. Y
que muchos conceptos de aquel “Manifesto” están incorporados en el
manifiesto de nuestra Generación del ‘37. De modo que incorporar el
análisis gramsciano a las tradiciones críticas del pensamiento argentino
es absolutamente válido.
De este rescate de los jóvenes años de HPA y de su fecundo descu-
brimiento de Antonio Gramsci, pasamos a sobrevolar aquí los ricos
recuerdos de Agosti sobre su actividad partidaria –no exenta de tensio-
nes–, sobre el encuentro cara a cara con Juan Domingo Perón vuelto
del exilio, sobre todas las expectativas de su trabajo político en el
Encuentro Nacional de los Argentinos, entre otras construcciones que
ya son historia. Preferimos pasar ahora a la segunda parte de estas
conversaciones, donde se reconocen los originales aportes y agudas
observaciones de Agosti para una teoría de la cultura. Como, por ejem-
plo, cuando cita:
...los recientes estudios de Faye sobre el lenguaje del fascismo han mostrado
6
Giuseppe Mazzini (1805-1872). Periodista y político que bregó, como su tocayo, el
político y militar Garibaldi, por la unificación de Italia, con el objetivo de liberarla de
sujeciones extranjeras, e instalar una democracia popular bajo un Estado
Republicano.
7
Esteban Echeverría (1805-1851). Escritor y poeta argentino. Es autor del Dogma
Socialista, La cautiva, El matadero, entre otras obras.
5. 173Galera de corrección
cómo, en determinados momentos del fascismo, ciertas palabras asumen una
función de acto, de acto irracional, pero de acto en sí mismo.
De inmediato asociamos este concepto con las palabras emitidas en
perversa función por parte de los personeros de las grandes corpora-
ciones mediáticas.
Dice, al abordar el tema de la perduración de una obra de arte:
...cuando ya se extinguieron las razones sociales e históricas que pudieron
sustentarla, cosa que Marx vio con tanta sagacidad en el prólogo a la Crítica
de la Economía Política. (…) De manera que si a la obra literaria se la juzga
exclusivamente como “producción” en el contexto de un aparato ideológico,
con prescindencia de los valores específicos a que está destinada por su pro-
6. 174 realidad económica 290 16 de febrero/31 de marzo de 2015
pia razón de ser, la crítica literaria se convierte en ejercicio de sociología; pura
y exclusivamente, en ilustración de una sociología.
Y páginas más adelante retorna al tema para criticar...
...las reflexiones de un sociologismo vulgar que quiera ver un paralelismo
estricto entre el hecho político-social y la manifestación cultural correspon-
diente.
En cuanto al análisis político, cobra vigencia esta reflexión:
Pero ateniéndonos al caso argentino, hay una tradición revolucionaria y una
tradición reaccionaria. Hay una tradición de todas las constantes del pueblo
argentino para alcanzar una visión propia y una solución propia de su proble-
ma, y hay una tradición reaccionaria que está marcada, principalmente, por
una ruptura con lo que tiende a marcar esa independencia nacional.
Y ya en el final de la última entrevista, al hablar de un enemigo que
está visualizado, sostiene que:
Nosotros, en la Argentina, creemos que está representado por la oligarquía
terrateniente, el imperialismo y el gran capital aliado a los intereses del impe-
rialismo extranjero, y que frente a esto se yergue el resto del país que, por
diversos motivos, por circunstancias diferentes, tienen fricciones con las poten-
cias imperialistas y con los monopolios internacionales. La característica de la
América Latina actual es su avance impetuoso en el proceso de liberación
nacional. Yo no sé cuáles serán los caminos que habrán de recorrerse, y es
posible que tengamos que atravesar circunstancias dolorosas. Pero no cabe
duda de que este año del sesquicentenario de Ayacucho estamos en vísperas
de un nuevo Ayacucho, que esta vez será definitivo.
La batalla de Ayacucho, que selló la independencia del Perú y libró a
la América hispana del yugo colonial, tuvo lugar el 9 de diciembre de
1824. Su sesquicentenario se cumplió en 1974. Héctor Agosti parece
pronunciar estas palabras hoy, cuando el 9 de diciembre de 2014 con-
cluimos este artículo, y parece al fin realizable el sueño de la Patria
Grande, con una auténtica integración regional latinoamericana y cari-
beña, conforme a los ideales de San Martín, Bolívar y Martí. Sobre todo,
con el ejemplo cercano de Cuba y su dignidad y bravura a toda prueba,
más la inspiración, la prédica y la práctica de vida de Fidel, y la memo-
ria de todo lo realizado por Hugo Chávez por un socialismo bolivariano.
Todo ello llama a continuar los caminos abiertos para liberar nuestros
pueblos de viejos colonialismos, de neocolonialismos y cualquiera otra
modalidad de opresión. La Segunda Independencia presagiada por
Agosti no está lejos.
Ana María Ramb
Escritora, periodista y editora.
Premio Casa de las Américas 1975.
Personalidad Destacada en la Cultura.