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Nació en Ribera del Fresno (Badajoz) el 11 de marzo de 1754 en el seno
de un hogar campesino. Sus padres, don Juan Antonio Meléndez Valdés y
doña María de los Ángeles Díaz Cacho, procedían respectivamente de los
pueblos de Salvaleón y Mérida.
No era el primer hijo, sino que antes habían venido al mundo: Antonia
(1734), Esteban (1739), Vicente (1742), Agustina (1745), Isabel (1752)
y, después, Manuel (1756), entre otros. La familia trasladó pronto su
residencia a la cercana villa de Almendralejo, tal vez para favorecer la
educación de sus hijos,
Apuntaban una marcada afición por los estudios. En 1761, cuando el
futuro poeta contaba tan sólo siete años de edad, falleció su madre,
suceso que marcó de manera inexorable su personalidad, siempre
sensible y melancólica, con necesidad de apoyarse en la amistad.
En 1767 se trasladó a la corte para continuar su aprendizaje, siempre
bajo la protección de su hermano Esteban y con el deseo de su padre de
promocionar las inquietudes de su hijo. Estudió latín y Filosofía durante
tres cursos académicos en el Colegio de Santo Tomás,
Completó su formación a lo largo de dos años en los prestigiosos Reales
Estudios de San Isidro, libres ya de la tutela jesuítica tras la disolución de
la Congregación, donde aprendió lengua griega y filosofía moral. En 1772
se trasladó a Salamanca para iniciar su formación superior en la Facultad
de Derecho
Durante el curso siguiente (1773-1774), Meléndez tuvo que estudiar
Historia del Derecho, al tiempo que profundizaba en los libros III y IV de
las Instituta de Justiniano. José de Cadalso, por razones de su profesión
militar, llegó aquel año a la ciudad del Tormes.
Su presencia en la ciudad fue determinante para marcar el camino que
tomaría la nueva lírica en las creaciones de los jóvenes poetas de la
llamada Escuela Poética Salmantina, inició a Iglesias de la Casa y a
Meléndez en el cultivo de la poesía anacreóntica
La muerte de su padre, en agosto de 1774, le produjo una gran
depresión, por lo que estrechó la relación con su hermano Esteban. Se
2. refugió en los versos, en la disciplina escolar y en la lectura. Completó su
formación humanística instruyéndose en métrica y mitología clásica
Finalizó sus estudios de Derecho y realizó las prácticas de bufete exigidas
en este último año de carrera. En octubre se le expidió el título oficial.
Curiosamente, había pasado el año entero dando clase de Letras y
explicando los versos del poeta latino Horacio, lo que confirma la
profunda formación humanística del jurista extremeño.
El poeta alcanzaría pronto el refrendo público. Hacía tres años que la Real
Academia Española de la Lengua había decidido organizar unos concursos
de poesía . En el de 1780 Meléndez Valdés obtuvo el premio con Batilo
que ese mismo año editaría en Madrid
Se caso una muchacha de Salamanca de familia acomodada, María
Andrea de Coca y Figueroa, en 1782 unió su destino al del afamado
poeta. El matrimonio no tuvo hijos, lo cual le permitió dedicarse, sin las
ataduras de las obligaciones familiares, a sus propias aficiones
intelectuales y literarias.
Tras la boda, Meléndez pasó a vivir al domicilio de su suegro donde
permaneció durante siete años. Este período fue sumamente fructífero en
su formación personal afianzándose en las convicciones ilustradas por
medio de la lectura. Su actuación universitaria está marcada por su
profesional entrega a la enseñanza.
En marzo de 1791 fue nombrado Oidor de la Real Chancillería de
Valladolid. La estancia en la ciudad castellana, además de significar un
ascenso en su carrera judicial, le aproximaba a sus familiares y amigos
salmantinos, y al mismo tiempo a la capital del reino
En enero de 1792 el Consejo de Castilla encomendó a Meléndez un
proyecto que acabaría ocasionándole múltiples problemas: reunir en uno
solo los cinco hospitales que existían en la ciudad de Ávila La iniciativa del
municipio respondía a los nuevos proyectos reformistas del gobierno de
Carlos III
La eficacia, el celo y la paciencia que Meléndez puso en esta difícil
empresa al servicio del bien común acabaron sin llegar al puerto definitivo
3. que esperaba el magistrado. Durante el viaje que hizo a Madrid,
aprovechó para promover un nuevo proyecto Presentó ante el Consejo de
Castilla en la petición para crear una revista .
Comenzada la guerra tuvo que trasladarse a varias localidades
diferentes. El desenlace fue feliz, ya que las autoridades locales les
comunicaron el sobreseimiento de la causa y su inmediata puesta en
libertad. Para evitar nuevos incidentes, Meléndez y su acompañante
volvieron rápidamente a Madrid.
Volvió a los asuntos jurídicos en 1809. Fue nombrado fiscal de la Junta
que estaba encargada de dictaminar sobre los Negocios Contenciosos que
tramitaba el Consejo Real. Era una de las más altas instancias legales del
reino. Esto significaba un compromiso firme de colaboración con el
invasor
Durante estos duros años de agitación política y militar la actividad
poética del magistrado estuvo bastante abandonada. Sin embargo,
Meléndez retornó pronto a la literatura como miembro de la Comisión de
Teatros. Sabemos que compuso al menos dos poemas en alabanza del
rey José I
Sin embargo, el avance de las tropas nacionales hacia la capital iba a
cambiar de nuevo la inestable fortuna del magistrado, que le abocaría al
duro exilio. La retirada del rey José I, en agosto de 1812, arrastró consigo
una gran cantidad de tropas, familias francesas aposentadas en España y
la cohorte de españoles comprometidos con su régimen. La huida hacia
Francia se hizo por el camino real del norte, pasando por Valladolid.
Huido a Fracia, residió sucesivamente en Toulouse, Montpellier, Nimes ,
Alais y Montauban; su salud se deteriora y se ve aquejado de fuertes
depresiones y cuatro años más tarde fallece en Montpellier. Sus restos
volvieron a Madrid en 1900