Tema 8.- PROTECCION DE LOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN.pdf
Historia de la Iglesia I.pptx
1. Historia de la Iglesia I
De Jesús a Lutero
Arturo Rafael Real Peralta
Licenciado en Ciencias Religiosas
Pontificia Universidad Javeriana
Especialista en Estudios Bíblicos
Fundación Universitaria Claretiana
2. Temas:
1. Corrientes y conflictos en el Cristianismo
primitivo
2. Cristianismo y sociedad greco-romana
3. Organización y difusión de las comunidades
cristianas durante los tres primeros siglos
4. El desarrollo de la doctrina cristiana
5. Las grandes controversias teológicas y los
primeros cuatro Concilios ecuménicos
3. Temas
6. Los primeros cuatro Concilios Ecuménicos
7. Los comienzos de la Reforma Religiosas
7.1. Los Albigenses o Cátaros
7.2. Los Valdenses
7.3. Juan Wyclif
7.3.1. Los Lolardos
7.4. Juan Huss
7.4.1. Los Husitas
7.5. Jerónimo Savonarola
8. Los Movimientos Populares
8.1. Beguinas y Begardos
8.2. Los Flagelantes
8.4. Los Taboritas
8.5. Hans Bohm
9. Isabel la Católica
4. Corrientes y conflictos en el
Cristianismo primitivo
La escisión originaria: Judaizantes y Helenistas:
El movimiento de los discípulos de Jesucristo,
después de la ascensión de Jesús de Nazaret, y la
efusión del Espíritu Santo el día de Pentecostés,
no encontró una vía común de desarrollo. Dos
tendencias se enfrentaban en la primitiva
comunidad de Jerusalén, a propósito del
problema de la predicación del Evangelio a los
paganos.
5. Judaizantes
El grupo menos abierto a tales innovaciones, el
de los judaizantes, cuya cabeza era Jacobo
(Santiago), el hermano del Señor, tendía a
reconducir el mensaje cristiano al seno protector
y seguro de la tradición judaica, fiel a las
observancias que imponían la Ley y a las prácticas
cultuales del Templo.
Los judaizantes se proponían evitar cualquier tipo
de contacto contaminador con los paganos y les
imponían la circuncisión.
6. Helenistas
Aquellos cristianos de cultura griega,
provenientes de la diáspora, que se reunían
alrededor de fuertes personalidades como el
protomártir Esteban y luego, tras su muerte
violenta, Apolo de Alejandría y Nicolás de
Antioquía. Los helenistas elaboraron toda una
compleja teología que dejó huellas profundas
en el cristianismo de los primeros siglos.
7. La teología de los helenistas
Con el advenimiento del cristianismo había
llegado la hora de abolir el Templo y la Ley,
instituciones fundamentales, pero habían
rechazado y matado a Jesucristo.
Mantenían que en Jesucristo se había
manifestado la Sabiduría de Dios (teología
sapiencial). El Reino de Dios ya había llegado y
mediante el bautismo, se anticipaba la
resurrección (escatología realizada y cumplida).
8. Concilio de Jerusalén
Las dolorosas fases de este conflicto originario
entre judaizantes y helenistas marcaron todo
el primer siglo, y dieron lugar a la
configuración de diversas tendencias dentro
del judaísmo primitivo. El compromiso al que
se llegó en el Concilio de Jerusalén, el año 49
d.C., convocado para dirimir el conflicto con
los paganos.
9. De los Helenistas a los Encratitas
Aquellos que, entre los helenistas, se habían
considerado desautorizados por el Concilio de
Jerusalén, no sólo aceptaron volver al redil, sino
que, convencidos de la bondad de sus
razonamientos, ampliaron su acción misionera
hacia el mundo pagano, desde Siria a Egipto,
desde Asia Menor a Grecia.
Los auténticos continuadores de estos helenistas
son los encratitas del siglo II, como el sirio
Taziano y el egipcio Julio Cassiano.
10. Los orígenes del gnosticismo
Su actitud en relación con la tradición religiosa
del judaísmo se fue haciendo cada vez más
crítica, hasta llegar, en casos extremos, al rechazo
total y absoluto de Antiguo Testamento.
Su relación, cada vez más fuerte con la
religiosidad pagana los impulsó hacia formas muy
señaladas de sincretismo en el que
progresivamente fueron palideciendo los
caracteres distintivos de la tradición apostólica.
11. Maestros gnósticos
Simón el mago, Menandro, Satornilo,
Carpócrates, Dositeo, Cerinto, Cerdone,
Basílides, Valentino y Marción.
12. Cristianismo y sociedad greco-romana
La predicación del Evangelio a los paganos,
aunque coronada por un cierto éxito, tuvo que
hacer frente, sin embargo, a dificultades y
oposiciones de diverso tipo. Los cristianos
encontraron numerosos obstáculos en el
esfuerzo por definirse a sí mismos como una
entidad, una tercera estirpe a la que no había
que identificar ya con el judaísmo, pero
tampoco era adaptable, sin más, a la
civilización del mundo greco-romano.
13. Las calumnias de los paganos
Antropofagia, incesto, ateísmo. Éstas eran las
tres acusaciones que más se repetían en boca
de los paganos, contra los comportamientos y
las doctrinas de los cristianos.
La primera acusación, la antropofagia,
pretendía equiparar la Eucaristía a una de las
cenas tiesteas en las que eran servidas las
carnes de una criatura sacrificada.
14. Las calumnias de los paganos
La acusación de incesto, por su parte, nacía de un
vulgar equívoco sobre la predicación cristiana del
amor entre hermanos y hermanas.
Pero la acusación de ateísmo contenía, en
cambio, aspectos de verdad que los propios
cristianos no tenían la menor dificultad en
reconocer. Porque, si por ateísmo se entendía el
hecho que los cristianos no aceptaban el culto a
los dioses del pantheón greco-romano, eran
verdaderos ateos, y se sentían orgullosos de
serlo.
15. La reacción de los intelectuales
paganos
El filósofo platónico Celso fue el primero que
abrió hostilidades de manera sistemática
contra el cristianismo mediante su obra
titulada Discurso verdadero, escrita en el año
178.
Un siglo después, otro filósofo platónico
Porfirio de Tiro, compuso La filosofía de los
oráculos.
16. Organización y difusión de las comunidades
cristianas en los tres primeros siglos
Los desarrollos de la liturgia: Toda la vida
interna de las comunidades cristianas giraba
en torno al eje esencial constituido por las
reuniones de carácter litúrgico. Los miembros
de la comunidad se encontraban
periódicamente, con ocasión de la celebración
de los ritos comunitarios, bien en casas
privadas, bien en las áreas de los cementerios
(catacumbas) puestas a su disposición por
cristianos adinerados.
17. Organización y difusión de las comunidades
cristianas en los tres primeros siglos
Únicamente a mediados del siglo III y en zonas
muy periféricas del imperio, como Siria-
Mesopotamia se llegará a la de los primeros
edificios de culto, y la edificación de iglesias se
irá intensificando en torno al año 300, como
una consecuencia más de la larga paz de
aquellos años.
18. Organización y difusión de las comunidades
cristianas en los tres primeros siglos
En los comienzos, la liturgia cristiana, estuvo
centrada esencialmente en la administración
de dos sacramentos: el Bautismo, en agua
corriente, y la Eucaristía, así como la
celebración periódica del domingo, cada
semana y de la Pascua anual.
19. El desarrollo de la doctrina cristiana
La teología judeo-cristiana: Las primitivas
expresiones de la teología cristiana en suelo
palestino y sirio están profundamente
marcadas por la cultura semítica ambiental.
En particular, tales formulaciones están
fuertemente influenciadas por las tradiciones
bíblicas y judaicas y por las formas de
pensamiento religioso que estaban presentes
tanto en literatura apocalíptica, como en la
profética y en la sapiencial.
20. La confrontación con la filosofía griega
Los primeros contactos no fueron fáciles.
Muchos cristianos alimentaban una lógica
desconfianza y expresaban juicios
decididamente negativos sobre la filosofía de
los griegos y sobre las inútiles sutilezas de la
dialéctica. Tanto más cuanto que a tales
medios recurrían encantados los doctores de
la herejía gnóstica.
21. Las grandes controversias teológicas y
los cuatro primeros concilios
El desarrollo de la teología cristiana durante el
siglo IV, especialmente en Oriente, aunque
con repercusiones también en Occidente,
estuvo determinado por la exigencia de
enfrentarse con dos herejías, muy diferentes
entre sí, pero igualmente influyentes y
difundidas por todo el ámbito de la
cristiandad: el maniqueísmo y el arrianismo.
22. Maniqueísmo
Heredero del dualismo gnóstico radical de los
siglos precedentes, se presentaba como la
forma auténtica del mensaje cristiano con sus
propuestas de absoluto ascetismo. Su
espiritualidad, centrada sobre la figura de
Jesucristo, fascinaba a muchas almas sensibles
y las atraía hacia la doctrina de la
predestinación, lo que conducía,
generalmente, a una visión integralmente
negativa de este mundo material.
23. Vida de Mani
El profeta Mani nació, al parecer, e 14 de abril
del año 216 en Seleucia-Ctesifonte, ciudad de
fundación griega cerca de Babilonia,
Mesopotamia, la actual Iraq. Murió en el año
277 en Bet Lapat. Su madre se llamaba María,
lo que indica que nació en un ambiente
cristiano, probablemente una secta
judeocristiana baptista.
24. La crisis arriana y el Concilio de Nicea
Mayores y más importantes energías se
emplearon en resolver la crisis teológica que
sacudió todo el siglo IV, la herejía arriana.
Se trató de una crisis particularmente grave
porque laceró a la jerarquía eclesiástica, al
predisponer a unos obispos contra otros y al
implicar incluso a los más altos vértices del
imperio.
25. La crisis arriana y el Concilio de Nicea
Las diversas formulaciones de la teología
trinitaria difundidas durante los tres primeros
siglos y que eran objeto de discusión, entraron
en conflicto abierto e irreversible cuando, con
el advenimiento de la era constantiniana, se
fue abriendo paso un proceso de
normalización de la teología cristiana,
encaminado a unificar y reconducir a una
única doctrina y a una única praxis litúrgica.
26. Arrianismo
Hacia el año 318, el sacerdote Arrio de
Alejandría remitiéndose a la arraigada
tradición alejandrina del subordinacionismo
cristológico, se puso a predicar que hubo un
tiempo en que el hijo no existía. Quería decir,
con ello, que el hijo había sido creado por el
Padre y, por consiguiente, no compartía su
misma esencia y naturaleza divina.
27. El Concilio de Nicea 325 d.C.
El emperador Constantino veía con malos ojos
que la religión que él había escogido como
aglutinante de las diversas poblaciones del
Imperio se viera en disensiones, lo que suponía
un ataque directo a sus propósitos de unidad.
Apoyado por Osio de Córdoba, su consejero en
temas de religión y enemigo acérrimo de las tesis
arrianas, y por el entonces obispo de Roma,
Silvestre, pensó que debía convocarse a toda
prisa un Concilio Ecuménico,
28. El Concilio de Nicea 325 d.C.
Es decir, era donde todos los jerarcas de la
Iglesia andaban revolucionados con las ideas
de Arrio.
Este concilio se convocó y celebró en Nicea
(actual Iznic, en el norte de Turquía, cerca del
mar Negro, en la provincia romana de Bitinia)
en el propio palacio o basílica del emperador.
Constantino y Osio estaban presentes.
29. El Concilio de Nicea 325 d.C.
En junio de 325 se reunieron a toda prisa unos
250 obispos, casi todos orientales, con
poquísima participación de Occidente.
Tras muchas discusiones se llegó a la siguiente
definición, que solo explica si se tiene en
cuenta en el trasfondo el pensamiento de
Arrio, contra el que va dirigida.
30. El Concilio de Nicea 325 d.C.
«Creemos en un solo Señor Jesucristo Hijo
único de Dios, es decir, procedente de la
misma esencia del Padre… Dios de Dios, Luz
de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma
naturaleza (griego homooúsios) que el Padre…
31. El Concilio de Nicea 325 d.C.
Esta declaración terminaba con el anatema
siguiente: Los que dicen que «hubo un tiempo
en el que el Hijo no existía, y que antes de ser
creado no existía, o los que afirman que pasó
a existir desde el no ser, o sostienen que llegó
al ser a partir de otra sustancia o hipóstasis
(diferente a la del Padre), o que el Hijo de Dios
está sujeto a cambios o mutaciones, a esas
personas las condena la Iglesia Católica y
Apostólica.
32. Sintesis entre Arrio e Iglesia de Roma
Vencidos:
El Hijo tiene un principio.
El Hijo fue creado por el Padre.
Antes de su creación el Hijo no
existía.
El Hijo no es de la misma
naturaleza que el Padre.
A Jesús no se le puede llamar
«Dios» propiamente, sino de
un modo secundario, puesto
que el Dios que inhabitaba en
él era también una criatura,
aunque divina.
Vencedores:
El Hijo no tiene principio
alguno.
No fue creado por el Padre,
sino engendrado.
El Hijo ha existido desde
siempre.
El Hijo es de la misma
naturaleza o esencia que el
Padre.
Jesús es de naturaleza
absolutamente divina y de
ningún modo es Dios
secundariamente.
33. Concilio de Constantinopla 381
Macedonio, patriarca de Constantinopla,
admitía la divinidad del Verbo pero la negaba
en el Espíritu Santo; decía que era una criatura
de Dios, una especie de superministro de
todas las gracias.
Reunido durante el pontificado del Papa San
Dámaso y el Emperador Teodosio El Grande,
reafirmó la divinidad del Espíritu Santo. Contra
los macedonios.
34. Concilio de Constantinopla 381
El Espíritu Santo es verdadero Dios, como el
Hijo y el Padre. (Símbolo Niceno-
Constantinopolitano).
Nestorio, patriarca de Constantinopla, negó la
unión del Verbo divino con la humanidad en
unidad de personas; afirmó que Jesús era un
puro hombre en quien habitaba el Hijo del
Eterno Padre, y si Jesús no era Dios, tampoco
María podía ser Madre de Dios.
35. Concilio de Constantinopla 381
También fue condenada la doctrina de Pelagio
y Celestino que negaban la transmisión del
pecado de Adán a su descendencia y
defendían la bondad, puramente humana para
hacer el bien sin el concurso del auxilio divino.
36. Resumen del Concilio de
Constantinopla 381
Vencidos:
El pecado de Adán y Eva es
un caso aislado; no significa
ninguna perversión ni
cambio de la naturaleza
humana en sí, por lo cual
los descendientes de la
primera pareja nacen con la
misma cualidad: por
constitución natural pueden
vivir sin pecado; gozan
además del don del libre
albedrío.
Vencedores:
El pecado de Adán y Eva
significa un cambio en la
naturaleza espiritual del ser
humano, que resulta ligada
invariablemente al pecado.
37. Resumen del Concilio de
Constantinopla 381
Vencidos:
Por tanto, la situación
de pecado en el ser
humano no es
inevitable, «original» o
contraída desde la
concepción misma.
Vencedores:
La situación de «pecado
original» es inevitable y
todos los humanos lo
contraen en su misma
concepción.
38. Resumen del Concilio de
Constantinopla 381
Vencidos:
La doctrina del pecado
original hereditario, y el
que en muchos caso
conlleve la condenación
divina, supone que Dios
ha predestinado a
algunos seres humanos
a la maldición eterna.
Vencedores:
La presciencia divina de
la condenación de
algunos no supone una
predestinación a esa
condenación.
39. Resumen del Concilio de
Constantinopla 381
Vencidos:
A los hombres les basta
y les sobra la propia y
libre voluntad para
cumplir la ley divina: no
es necesaria una gracia
divina especial.
Vencedores:
A los hombres no les
basta su propia para
salir de la situación de
pecado.
40. Resumen del Concilio de
Constantinopla 381
Vencidos:
La gracia divina no es
otra cosa que el don de
la vida y de la libertad
que reciben todos los
humanos al nacer.
La gracia divina es
previa, libre por parte
de Dios, pero
absolutamente
necesaria para
conseguir la
justificación del pecado.
41. Concilio de Éfeso 431
San Celestino I contra el nestorianismo. En el
reinado de Teodosio el Joven. Definió la
unidad de persona en Cristo y la maternidad
divina de María.
Cristo, Dios-Hombre es un solo sujeto (=
Persona); la unión hipostática es substancial,
no accidental, física, no moral. Condenación
de errores pelagianos.
42. Resumen del Concilio de Éfeso 431
Vencidos:
En Jesucristo existen
dos naturalezas: una
divina y otra humana, y
dos personas, una
divina y otra humana
Vencedores:
En Jesucristo existen en
perfecta armonía dos
naturalezas, una divina
y otra humana, pero
unidas en una sola
persona.
43. Resumen del Concilio de Éfeso 431
Vencidos:
María solo puede
llamarse «madre de la
naturaleza humana de
Jesús», no de la divina.
Por tanto, el título
«madre de Dios» es
impropio. En todo caso,
se la puede denominar
«madre de Cristo».
Vencedores:
María puede ser invocada
con toda propiedad como
«madre de Dios». Al
existir en Jesús una
persona única, y al ser la
mujer madre de la
persona, no solo de
naturaleza, se puede
llamar a María «Madre de
Dios»
44. Resumen del Concilio de Éfeso 431
Vencidos:
La unión del Logos –
persona divina- con la
persona humana de
Jesús es una mera
inhabitación.
Vencedores:
La unión del Logos con
el alma de Jesús es tan
perfecta que forma una
«unión hipostática», o
unión de personas, de
modo que solo puede
afirmarse la existencia
de una sola persona, la
divina.
45. El Concilio de Calcedonia del 451 d.C.
Como la controversia con los arrianos había
sido revivida con la crisis de Nestorio, y como
las disputas parecían no tener fin, en un
concilio ecuménico en Calcedonia (la actual
Kadikóy, en la orilla asiática del Bósforo, hoy
una parte de Estambul) se llegó a un
compromiso entre las dos posiciones básicas,
Alejandrina y Antioquena, por medio de las
fórmulas siguientes:
46. El Concilio de Calcedonia del 451 d.C.
Siguiendo la enseñanza de los Santos Padres,
todos unánimemente enseñamos que hay un solo
y único Hijo, nuestro Señor Jesucristo, perfecto
en cuanto a su divinidad y perfecto también en
cuanto a su humanidad, verdaderamente Dios y
al mismo tiempo verdaderamente hombre, de
cuerpo y alma racionales; consustancial con el
Padre por su divinidad, consustancial con
nosotros por su humanidad, en todo semejante a
nosotros excepto en lo que se refiere al pecado;
47. El Concilio de Calcedonia del 451 d.C.
Engendrado de la misma sustancia que el Padre
antes del tiempo; y en los últimos días, en cuanto
es hombre, engendrado de la madre de Dios (en
griego theótokos), la virgen María, por nosotros y
por nuestra salvación.
Profesamos que existe un solo y único Cristo
Jesús, Hijo único de Dios, a quien reconocemos
en dos naturalezas, sin que haya confusión, sin
cambio, sin división ni separación entre ellas,
48. El Concilio de Calcedonia del 451 d.C.
En modo alguno borrada la diferencia de
naturalezas por causa de la unión; por el
contrario, los atributos de cada una de esas
naturalezas son conservados y subsisten siempre
en una sola persona y en una sola hipóstasis, no
partida o dividida en dos personas, sino solo y el
mismo Hijo unigénito, Dios, Verbo, Señor
Jesucristo, como de antiguo acerca de él nos
enseñaron los profetas, y el mismo Jesucristo, y
nos lo ha transmitido el Símbolo de los Padres
(=Nicea).
49. El Concilio de Calcedonia del 451 d.C.
Así pues, el Concilio de Calcedonia insistía en tres
principios fundamentales:
1. La unidad del sujeto que es Jesucristo está en
el Hijo eterno, divino, el Logos. Este Hijo divino y
Jesucristo son «uno y el mismo». Por tanto, el
Logos y Jesucristo forman una persona única. A
este sujeto se le llama «persona» (en griego
prósopon, término de la teología antioquena) o
su sinónimo «hipóstasis» (vocablo de la teología
alejandrina). La unión del Logos y Jesucristo se
denomina «unión hipostática».
50. El Concilio de Calcedonia del 451 d.C.
2. Jesucristo tiene una naturaleza doble:
perfectamente humana; perfectamente
divina. Jesucristo es consustancial con Dios y
consustancial con los seres humanos».
3. Al compartir Jesucristo dos naturalezas,
pero una sola persona, se pueden decir a la
vez cosas de una y otra que en realidad –y
estrictamente hablando- solo conviene a una
de las dos naturalezas.
51. Resumen de la disputa cristológica que
zanjó el Concilio de Calcedonia del 451
Vencidos:
Es inconcebible que la
misma persona sea a la
vez Dios y hombre
completo. En el
Hijo/Jesucristo no hay
más que una naturaleza
-divina y humana a la
vez- reunidas en una
única persona.
Vencedores:
En Jesús hay dos
naturalezas,
ciertamente, pero solo
una persona.
52. Resumen de la disputa cristológica que
zanjó el Concilio de Calcedonia del 451
Vencidos:
En Jesucristo hay dos
naturalezas, una divina y
otra humana, y dos
personas, una divina y
otra humana.
Por tanto, a María solo se
le puede llamar «madre
de la naturaleza y persona
humana de Jesús»
Vencedores:
En Jesús hay dos
naturalezas, una divina y
otra humana, pero una
única persona, divina.
A María se la puede
llamar con toda
propiedad «Madre de
Dios», porque se es
madre de la persona, no
solo de la naturaleza, y en
Jesús solo hay una
persona, la divina.
53. Comienzos de la Reforma Religiosa
Durante este período, y sobre todo en su
ocaso, hubo destellos de luz religiosa
presagios de la Reforma venidera. Cinco
grandes movimientos de reforma surgieron en
la iglesia, pero el mundo no estaba listo para
ellos y se reprimieron con sangrienta
persecución.
54. Comienzos de la Reforma Religiosa
Los albigenses o cátaros, «puritanos»,
alcanzaron prominencia en el sur de Francia
alrededor de 1170. Repudiaban la autoridad
de la tradición, circulaban el N. T. y se oponían
a las doctrinas romanas del purgatorio, a la
adoración de imágenes y a las pretensiones
sacerdotales, aunque tenían algunas ideas
extrañas asociadas con los antiguos
maniqueos y rechazaban el A.T.
55. Comienzos de la Reforma Religiosa
En 1208, el papa Inocencio III convocó una
«cruzada» en su contra y la secta se extirpó
mediante el asesinato de casi toda la población
de la región, tanto católica como hereje.
Los valdenses surgieron más o menos en el
mismo tiempo, 1170, con Pedro Valdo, un
comerciante de Lyon que leía, explicaba,
predicaba y circulaba la Escritura, a la que
apelaba en contra de las costumbres y las
doctrinas de los católicos romanos.
56. Comienzos de la Reforma Religiosa
Estableció una orden de evangelistas, los
«pobres de Lyon», que anduvieron por el
centro y sur de Francia ganando adeptos. Los
persiguieron con crueldad, pero al salir de
Francia encontraron albergue en los valles del
norte de Italia. A pesar de los siglos de
hostigamientos, han permanecido y
constituyen una parte del grupo relativamente
pequeño de protestantes en Italia.
57. Comienzos de la Reforma Religiosa
Juan Wyclif empezó el movimiento en
Inglaterra en favor de la libertad del poder
romano y de la reforma en la iglesia. Nació en
1324 y se educó en la Universidad de Oxford,
donde llegó a ser doctor en teología y líder en
los consejos que se llevaban a cabo en dicha
institución. Atacaba a los frailes mendicantes y
al sistema del monacato. Rechazaba y se
oponía a la autoridad papal en Inglaterra.
58. Comienzos de la Reforma Religiosa
Escribió en contra de la doctrina de la
transubstanciación, considerada al pan y al vino
como símbolos e instaba a que el servicio de la
iglesia se simplificase más, según el modelo del
N.T. En otros países hubiera sufrido martirio, pero
en Inglaterra lo protegía el más poderoso de los
nobles. Aun cuando la universidad condenó
algunas de sus doctrinas, le permitieron retirarse
a su parroquia en Lutterworth y permanecer
como sacerdote sin que le molestasen.
59. Comienzos de la Reforma Religiosa
Su mayor obra fue la traducción del Nuevo
Testamento al inglés, terminado en 1380. El
Antiguo Testamento, en el que le ayudaron
amigos, apareció en 1384, el año de la muerte
de Wyclif. A sus seguidores se les llamó
«lolardos», en un tiempo numerosos, pero los
persiguieron bajo los reyes Enrique IV y
Enrique V y al final los eliminaron. La
predicación de Wyclif y su traducción
prepararon el camino para la reforma.
60. Los Lolardos
Las doctrinas de Wyclif hallaron expresión en
el movimiento de los «lolardos» –término
despectivo que sus enemigos les aplicaron y
que se deriva de una palabra holandesa que
quiere decir «murmuradores»-. No hay
pruebas definitivas de que fuera el propio
Wyclif quien los lanzara a la predicación.
Todavía en vida del maestro de Oxford, varios
de sus discípulos se dedicaron a divulgar sus
doctrinas entre el pueblo.
61. Los Lolardos
Al principio, los principales lolardos eran
personas que habían estudiado en Oxford bajo
Wyclif. Por tanto, su predicación tendía a
dirigirse hacia la aristocracia más que hacia las
clases populares. Parte de la obra de estos
primeros lolardos consistió en traducir las
Escrituras al inglés, según lo había
recomendado Wyclif, y en recorrer el país
predicando.
62. Los Lolardos
El resultado fue que el lolardismo, que en sus
orígenes era un movimiento académico, se
volvió cada vez más popular. Las doctrinas del
lolardismo eran claras, tajantes y
revolucionarias. La Biblia debía ponerse a
disposición del pueblo en el idioma vernáculo.
Las distinciones entre el clero y el laicado, a
base del rito de ordenación, eran contrarias a
las Escrituras.
63. Los Lolardos
La principal función de los ministros de Dios
debía ser predicar, y el tener cargos públicos les
debería estar prohibido, pues «nadie puede servir
a dos señores». Además, el celibato de
sacerdotes, monjes y monjas era una
abominación que producía inmoralidad,
aberraciones sexuales, abortos e infanticidios. El
culto a las imágenes, las peregrinaciones, las
oraciones por los muertos y la doctrina de la
transubstanciación eran pura magia y
superstición.
64. Comienzos de la Reforma Religiosa
Juan Huss, en Bohemia (nacido en 1369 y
martirizado en 1415), fue un lector de los
escritos de Wyclif y predicó sus doctrinas. En
especial, proclamó la liberación de la
autoridad papal. Lo nombraron rector de la
Universidad de Praga y por un tiempo tuvo
una influencia dominante por toda Bohemia.
65. Comienzos de la Reforma Religiosa
El papa lo excomulgó y puso la ciudad de
Praga bajo censura eclesiástica mientras él
permaneciera allí. Huss se retiró, pero desde
su lugar de escondite enviaba cartas
reafirmando sus ideas. Después de dos años
consintió en ir ante el concilio de la Iglesia
Católica Romana en Constanza, Baden, en la
frontera de Suiza, habiendo recibido un salvo
conducto del emperador Segismundo.
66. Comienzos de la Reforma Religiosa
Sin embargo, violaron el pacto sobre la base
de que «la fe no se guardaría con herejes». En
1415, condenaron y quemaron en la hoguera
a Huss, pero su suerte despertó el elemento
de reforma en su tierra natal e influyó en
Bohemia por todos los siglos desde su día.
67. Los Husitas
Los verdugos recogieron todas las cenizas y las
echaron al lago, para que nada quedara del
supuesto heresiarca. Pero sus discípulos
recogieron la tierra en que fue quemado, y la
llevaron de regreso a Bohemia. Poco después
Jerónimo de Praga, quien había decidido
unirse a Juan Huss en Constanza, sufrió la
misma suerte que su maestro.
68. Los Husitas
La indignación en Bohemia no tuvo limites.
Tanto los nobles como la universidad, la
ciudad de Praga y el pueblo, se negaron a
reconocer la autoridad del Concilio de
Constanza. En esto fueron los nobles quienes
tomaron la iniciativa, pues en una asamblea
solemne 452 de ellos protestaron contra lo
hecho en Constanza, y declararon que no
estaban dispuestos a obedecer a un papa
indigno.
69. Comienzos de la Reforma Religiosa
Jerónimo Savonarola (nacido en 1452) fue un
monje de la orden de los dominicos en
Florencia, Italia, y prior del monasterio San
Marcos. Predicaba como uno de los profetas
antiguos, contra los males sociales,
eclesiásticos y políticos de su tiempo. Llenaba
la gran catedral hasta rebosar con multitudes
ansiosas, no tan solo de escuchar, sino de
obedecer sus enseñanzas.
70. Comienzos de la Reforma Religiosa
Por un tiempo fue el dictador práctico de
Florencia y efectuó una manifiesta reforma.
Sin embargo, el papa lo excomulgó. Lo
apresaron, condenaron, colgaron y quemaron
su cuerpo en la gran plaza de Florencia. Su
martirio fue en 1498, sólo diecinueve años
antes que Lutero clavara sus 95 tesis en la
puerta de la catedral de Wittenberg.
71. Comienzos de la Reforma Religiosa
Por otra parte, Savonarola sí se mostró
enemigo decidido del lujo y la ostentación.
Esto se puso de manifiesto en sus repetidos
ataques, desde el púlpito, contra las joyas y las
sedas, así como contra los vestidos demasiado
llamativos de algunas mujeres. El resultado
fue la «quema de vanidades», que se dio
repetidamente mientras el fraile dominico
tuvo el apoyo de los florentinos.
72. Los Movimientos Populares
Fueron movimientos reformadores cuyo
origen fue principalmente académico. Los
Conciliaristas en la universidad de París, Wyclif
en la de Oxford, y Huss en la de Praga, fueron
todos gentes respetadas en su época por sus
conocimientos. Aunque se les acusó de
herejes y sediciosos, nadie se atrevía a decir
que sus errores se debían a la ignorancia.
73. Los Movimientos Populares
Sin embargo, al leer los anales de la época nos
asalta la sospecha de que estos movimientos
reformadores entre gente doctas no eran sino
una mínima parte del bullir religioso, que se
movía principalmente entre gentes pobres e
iletradas. El movimiento de Wyclif como el de
Huss a la postre hallaron su expresión más
permanente, no en las universidades, sino
entre el pueblo.
74. Los Movimientos Populares
Sin los lolardos o los taboritas, ambos
movimientos hubieran quedado olvidados en
documentos antiguos. Aun más, es muy
dudoso que Wyclif y los suyos hubieran
podido convencer a quienes los siguieron de
entre el pueblo bajo, de no ser porque desde
antes existía entre ese pueblo un hervor que
halló expresión en las doctrinas que venían de
Oxford.
75. Los Movimientos Populares
Lo mismo puede decirse, quizá con más
justificación, de los taboritas de Bohemia, que,
aunque llegaron a ser los más decididos
defensores del movimiento husita,
probablemente no derivaban la mayor parte
de sus doctrinas del reformador de Praga, sino
de ideas que circulaban entre el pueblo.
76. Los Movimientos Populares
¿Por qué entonces los libros de historia les
prestan tanta atención al movimiento
conciliar, a Wyclif y a Huss, y tan poca a estos
otros movimientos populares? Sencillamente,
porque los datos acerca de estos últimos son
escasísimos y poco fidedignos. Acerca del
movimiento conciliar, por ejemplo, tenemos
las obras de sus principales jefes, así como las
actas de los concilios y las crónicas de la
época.
77. Los Movimientos Populares
Aunque muchas de estas fuentes son de
carácter partidario, su misma abundancia nos
permite compararlas, y así tratar de equilibrar
nuestro juicio. Pero en el caso de los
movimientos populares la situación es muy
distinta. Quienes los siguieron eran en su casi
totalidad gente indocta que, o bien no sabía
escribir, o bien no sentía el impulso de dejar
constancia para la posteridad.
78. Los Movimientos Populares
Muchos de esos movimientos eran de carácter
apocalíptico, de modo que quienes formaban
parte de ellos creían que el fin estaba cerca, y
por tanto no veían razón alguna de narrar su
historia, o de poner sus enseñanzas por
escrito. Es muy posible que, de entusiasmo
que de pronto aparecían en un lugar, para
luego desaparecer, continuar corriendo bajo la
superficie, y brotar de nuevo en otra fecha y
otro lugar.
79. Los Movimientos Populares
En cuanto a los testimonios de sus enemigos, su
veracidad es muy dudosa. Había en esa época
una serie de acusaciones comunes que se hacían
contra todo movimiento que pareciera sedicioso
o herético. Según se decía, se trataba de gentes
que utilizaban su entusiasmo religioso para dar
rienda suelta a la inmoralidad y a la rapiña,
odiaban a los sacerdotes y a toda la jerarquía de
la iglesia, profanaban el sacramento del altar,
creían que el fin del mundo estaba cercano,
80. Los Movimientos Populares
Pretendían haber recibido una nueva
revelación de Dios, o que el Espíritu Santo se
había encarnado en ellas, etc. Es posible, y
hasta probable que en algunos casos parte de
esto haya sido cierto. Pero el hecho de que las
mismas acusaciones se hicieran contra
movimientos a todas luces diferentes nos hace
sospechar que eran frecuentemente falsas.
81. Los Movimientos Populares
Por todas estas razones, la historia de los
movimientos religiosos populares a fines de la
Edad Media está todavía por escribirse. No es
posible conocer a ciencia cierta cómo se
relacionaba tal grupo con tal otro, ni los
orígenes de sus nombres, ni siquiera que
querían decir muchos de esos nombres.
82. Los Movimientos Populares
Luego, no podemos narrar aquí la historia de
dichos movimientos. Pero sí podemos señalar sus
características comunes y lo que significaban
para la historia del cristianismo.
Desde tiempos de Constantino, la cuestión de los
bienes y la pobreza había sido preocupación casi
constante de los cristianos. Cuando el Imperio
Romano se hizo cristiano, y la iglesia se llenó de
lujo y boato, el monaquismo surgió como un
movimiento de protesta.
83. Los Movimientos Populares
Cuando, en los siglos XII y XIII, la economía
monetaria comenzó a cambiar la faz social de
Europa, hubo nuevas señales de inconformidad.
La más notable fue el franciscanismo, cuyo fervor
barrió toda la Europa Occidental. Pero tanto en
época de Constantino como en el siglo XIII la
iglesia supo asimilar esos movimientos, darles un
lugar en la estructura eclesiástica, y a la postre
hacer de ellos instrumentos dóciles en manos de
la jerarquía.
84. Los Movimientos Populares
Lo que sucedió en la época que estamos
estudiando fue que la iglesia perdió
flexibilidad. Ya en el siglo XIII se comenzó a
temer que continuaran surgiendo
movimientos como el franciscano, y que la
iglesia no pudiera controlarlos. Por ello en el
1215 el Cuarto Concilio de Letrán prohibió la
fundación de nuevas órdenes.
85. Los Movimientos Populares
Ahora, en los siglos XIV y XV, aquella tendencia
que se había manifestado en 1215 llegó a su
cumbre. El poder de la jerarquía se sentía
amenazado por el fervor de los nuevos
movimientos de pobreza. La pobreza franciscana
se había reinterpretado de tal modo que no
requería la pobreza de la orden en sí, sino sólo de
sus miembros como individuos. Como órdenes,
tanto la San Francisco como la de Santo Domingo
se volvieron ricas y poderosas.
86. Los Movimientos Populares
Los prelados, convertidos en poderosos señores,
y los frailes, cuyo espíritu de crítica profética
había quedado olvidado, veían en los nuevos
movimientos que exaltaban la pobreza una
censura contra ellos. Por tanto, tendían a tildarlos
de heréticos y corrompidos.
La cuestión de la pobreza tenía dos vertiente. De
un lado estaban las gentes relativamente
pudientes, que abrazaban una pobreza
voluntaria, por motivos de renunciación.
87. Los Movimientos Populares
Tal había sido el caso, en el siglo XIII, de San
Francisco de Asís. Durante los siglos que estamos
estudiando –el XIV y el XV- continuó habiendo
personas del mismo origen social que se sentían
impulsadas por motivos semejantes. Pero, puesto
que el franciscanismo y otras órdenes parecidas
habían abandonado su espíritu inicial, tales
gentes se veían obligadas a buscar sus propios
medios de expresar y vivir lo que creían ser su
vocación de pobreza voluntaria, y por tanto
creaban grupos o movimientos que no eran bien
vistos por la iglesia jerárquica.
88. Los Movimientos Populares
Otras veces se unían a movimientos que
existían entre las clases humildes, porque les
parecía que allí les era más fácil cumplir con el
consejo evangélico de la pobreza que habían
predicado San Francisco y tantos otros antes
que él.
89. Los Movimientos Populares
Ahora bien –y ésta era la otra vertiente de la
cuestión- si la pobreza voluntaria es una
virtud, ¿no lo será también la involuntaria, la
que es el resultado, no de una decisión propia,
sino de las condiciones sociales? En las
Escrituras hay numerosas indicaciones de que
Dios juzga a favor de los pobres y contra los
ricos que los oprimen.
90. Los Movimientos Populares
Por diversos medios, esta idea central en la
Biblia les llegaba a los marginados. Entre esos
medios se contaban probablemente algunas
de las personas de mejor posición social, que
voluntariamente habían echado su suerte con
los pobres, pero cuya educación les permitía
apelar a la Escrituras para defender el valor de
la pobreza, y argumentos y enseñanzas los
marginados escuchaban.
91. Los Movimientos Populares
Otro medio era el de las muchas historias de
mártires y milagros que circulaban entre el
pueblo. En ellas se daba repetidamente el
caso de una confrontación entre un señor
poderoso y una persona oprimida, y no cabía
duda de que Dios estaba de parte de esta
última.
92. Los Movimientos Populares
Por todas esas razones, y porque los tiempos
eran económicamente malos, pronto surgió
una multitud de movimientos que se
confundían entre sí. Algunos no buscaban sino
la posibilidad de practicar la pobreza
voluntaria. Otros veían en los males de la
época una señal de los tiempos apocalípticos.
93. Los Movimientos Populares
El anticristo estaba por venir, o se encontraba
ya en el mundo. Era necesario arrepentirse,
castigar el cuerpo, para así salvarse del mal
que pronto llegaría. Otros, en fin, pasaron del
arrepentimiento a la acción. Los últimos
tiempos que se acercaban debían ser de
fidelidad al evangelio y de justicia.
94. Los Movimientos Populares
En tales momentos, la tarea del cristiano
consistía en tomar las armas y marchar hacia
el Reino de Dios, contra quienes tergiversaban
la verdad evangélica, o contra quienes
destruían la justicia oprimiendo a los pobres.
95. Beguinas y Begardos
El monaquismo había ejercido siempre fuerte
atracción sobre las mujeres. En el siglo XIII, el
despertar religioso dio origen al
franciscanismo se hizo sentir también entre
ellas. Muchas se unieron a las ramas
femeninas de los franciscanos y los dominicos.
Otras engrosaron a las filas de órdenes más
antiguas.
96. Beguinas y Begardos
Pero pronto su número fue tal que los varones
comenzaron a quejarse, y a poner límites en
cuanto al número de mujeres que estaban
dispuestos a aceptar en las ramas femeninas de
sus órdenes. Es muy probable que parte de este
impulso entre las mujeres se haya debido a que la
vida monástica era el único medio en que ellas,
aun las más ricas, podían escapar de una vida
completamente dirigida por los deseos y
decisiones de otros –padres, hermanos, esposos
e hijos.
97. Beguinas y Begardos
En todo caso, pronto los conventos
tradicionales resultaron insuficientes, y
entonces hubo gran número de mujeres que
se reunieron en pequeños grupos para vivir
juntas y llevar una vida de oración, devoción y
relativa pobreza. Se le dio el nombre de
«beguinas», y el de «beguinajes» a las casas
en que vivían.
98. Beguinas y Begardos
El origen de este nombre es oscuro, pero todo
parece indicar que era despectivo, pues se
utilizaba frecuentemente como sinónimo de
«hereje», o de «albigense». Esto es índice del
modo en que eran vistas por el resto de la
sociedad, y por la mayoría de la jerarquía
eclesiástica. Aunque algunos obispos
apoyaron el movimiento, otros lo prohibieron
en sus diócesis.
99. Beguinas y Begardos
A fines del siglo XIII, comenzó a haber
legislación contra este género de vida, que
amenazaba la estructura de la iglesia porque,
sin constituir una orden oficialmente
establecida no seguía tampoco el género de
vida del resto del laicado.
100. Beguinas y Begardos
Por la misma época, el movimiento comenzó a
tomar matices algo diferentes. Al principio,
muchos beguinajes no aceptaban sino a
mujeres que tuvieran medios de cubrir su
propia subsistencia. Pero después comenzaron
a ingresar otras de origen más humildes, cuya
pobreza no era totalmente voluntaria, pero sí
más real que la de las primeras.
101. Beguinas y Begardos
Pronto se empezó a acusar a los beguinajes de
ser centros de holgazanería, donde se
refugiaban mujeres que no querían asumir su
responsabilidad en la sociedad. Con creciente
insistencia, los obispos se dedicaron a
ponerles trabas. En consecuencia, las beguinas
se apartaron cada vez más de la iglesia
jerárquica, y algunas se dieron a doctrinas
supuesta o realmente erradas.
102. Beguinas y Begardos
En unos pocos lugares, particularmente en los
Países Bajos, lograron subsistir hasta tiempos
recientes. Pero en muchos otros fueron
suprimidas, o pasaron a las filas de
movimientos más radicales. Al igual que las
mujeres, pero en menor número y en fecha
ligeramente posterior, los varones siguieron el
mismo camino. Se les dio el nombre de
Begardos, y ellos también a la postre fueron
acusados de herejía y suprimidos.
103. Los Flagelantes
Los flagelantes aparecieron por primera vez en
1260, pero fue el siglo XIV el que vio su súbita
expansión. Eran gentes que castigaban su
propio cuerpo a latigazos, en penitencia por
sus pecados. Tal cosa no era nueva, pues
varios de los grandes maestros del
monaquismo la habían practicado. Pero hasta
entonces siempre había tenido lugar dentro
de la vida monástica, y casi siempre había sido
regulada por las autoridades.
104. Los Flagelantes
Ahora se volvió un movimiento popular.
Convencidos de que el fin del mundo se
acercaba, o de que Dios lo destruiría si la
humanidad no daba grandes muestras de
arrepentimiento, centenares y millares de
cristianos se dedicaron a darse latigazos hasta
hacer correr la sangre.
105. Los Flagelantes
Cuando alguien deseaba unirse al
movimiento, tenía que comprometerse a
seguirlo durante treinta y tres días y medio.
Durante ese tiempo les debía obediencia
absoluta a sus superiores. Después, aunque
volvía a su casa, el flagelante quedaba
comprometido a golpearse todos los años en
viernes santo.
106. Los Taboritas
Al tratar acerca de los husitas, hemos tenido
ocasión de referirnos a los taboritas. Su
contacto con los husitas de Praga, y la
necesidad de presentar un frente unido contra
las repetidas Bohemia, llevaron a los taboritas
a mitigar algunas de sus doctrinas originales.
Pero al parecer esas doctrinas se basaban al
principio en un milenarismo exagerado.
107. Los Taboritas
El fin estaba a punto de llegar. Entonces
Jesucristo castigaría a los impíos, y exaltaría a
los elegidos. En los últimos días, en espera de
que el fin viniera, la tarea de esos elegidos
consistía en tomar la espada y preparar el
camino al Señor. No había por qué tener
misericordia de aquellos a quienes de todos
modos el Juez Supremo iba a condenar al
fuego eterno.
108. Los Taboritas
Por tanto, todos los que ahora se oponían a la
voluntad de Dios debían ser destruidos por las
milicias cristianas. Al llegar el triunfo final, Dios
restauraría el paraíso. Cuando algunos de entre
los taboritas, los adamitas, llevaron estas
doctrinas al extremo de andar desnudos,
imitando a Adán y Eva en el paraíso, y de
dedicaron a una vida licenciosa afirmando que,
puesto que ya se contaban entre los elegidos, no
podían condenarse, el resto de los taboritas se
volvió contra ellos y los destruyó a filo de espada.
109. Hans Bohm
Corría la cuaresma del año 1476. Las cosechas
habían sido escasas en el sur de Alemania. En
la diócesis de Wurzburg, el obispo, que era
también señor de la comarca, imponía
impuestos cada vez más onerosos. En la
pequeña aldea de Niklashausen, había una
imagen de la virgen que se había convertido
en motivo de peregrinación, pues se decía que
tenía poderes milagrosos.
110. Hans Bohm
Un buen día del mes de marzo, el joven pastor
Hans Bohm se alzó en medio de los peregrinos
y comenzó a predicar. Sus palabras eran
conmovedoras. Su mensaje, que era necesario
arrepentirse, halló eco en los corazones de
aquellas gentes angustiadas, y pronto los que
acudían a escuchar al joven Bohm se contaban
por millares. Muchos de ellos permanecían
allí, y los cronistas cuentan que el número de
congregados pasó de los cincuenta mil.
111. Hans Bohm
Entonces los mensajes de Bohm se volvieron
más radicales. En presencia de tanta miseria
reunida allí, no era difícil ver el contraste entre
el mensaje cristiano y la vida lujosa que
llevaba el obispo de Wurzburg. Bohm
comenzó a atacar la pompa, la avaricia y la
corrupción del clero. Después anunció que el
día vendría cuando todos los seres humanos
serían iguales, y todos tendrían que trabajar
por igual.
112. Hans Bohm
Esto era lo que el Señor prometía. A la postre,
Bohm urgió a sus seguidores a actuar en
anticipación del día del Señor, negándose a
pagar toda clase de impuestos, diezmos y
otras obligaciones, y señaló un día en que
todos juntos marcharían a reclamar sus
derechos.
113. Hans Bohm
Lo que Bohm intentaba hacer nunca se supo,
pues el día antes de la fecha señalada, los
soldados del obispo se apoderaron de él y
dispersaron a sus seguidores a cañonazos.
Poco después Bohm fue quemado por hereje.
Puesto que al parecer el fermento de su
predicación continuaba, el obispo puso a toda
la aldea en entredicho, y prohibió las
peregrinaciones a ella.
114. Isabel la Católica
Aunque es costumbre comenzar los libros
acerca de la Reforma tratando acerca de
Alemania y la experiencia y teología de Lutero,
el hecho es que el trasfondo político y
eclesiástico de la época puede entenderse
mejor tomando otros puntos de partida. La
primera de ellas es que muestra la
continuidad entre las ansias reformadoras que
hemos visto anteriormente y los
acontecimientos del siglo XVI.
115. Isabel la Católica
Lutero no apareció en medio del vacío, sino
que fue el resultado de los «sueños
frustrados» de generaciones anteriores. Y su
protesta tomó la dirección que es de todos
sabida debido en parte a condiciones políticas
que se relacionaban estrechamente con la
hegemonía española.
116. Isabel la Católica
La segunda ventaja de nuestro punto de
partida es que nos ayuda a trazar el marco
político dentro del cual tuvieron lugar
acontecimientos que frecuentemente se
describen en un plano puramente teológico.
Catalina de Aragón, la primer esposa a quien
Enrique VIII de Inglaterra repudió, era hija de
Isabel.
117. Isabel la Católica
Carlos V, el emperador a quien Lutero se
enfrentó en Worms, era nieto de la gran reina
española, y por tanto sobrino de Catalina.
Felipe II, el hijo de Carlos V y bisnieto de
Isabel, se casó con su prima segunda María
Tudor, reina de Inglaterra y nieta de Isabel.
118. Isabel la Católica
Lo hacemos constar aquí sencillamente para
mostrar la importancia de Isabel y su
descendencia en todo el proceso político y
religioso del siglo XVI. Por último, desde
nuestra perspectiva hispánica, este punto de
partida nos ayuda a corregir varias falsas
impresiones que podamos haber recibido de
una historia escrita principalmente desde una
perspectiva alemana o anglosajona.
119. Isabel la Católica
Durante la época de la Reforma, España era un
centro de actividad intelectual y reformadora. Si
bien es cierto que la Inquisición fue
frecuentemente una fuerza opresora, no es
menos cierto que en muchos otros países, tanto
católicos como protestantes, había otras fuerzas
de la misma índole. Además, mucho antes de la
protesta de Lutero, las ansias reformadoras se
habían posesionado de buena parte de España,
precisamente gracias a la obra de Isabel y sus
colaboradores.
120. Isabel la Católica
La Reforma católica, que muchas veces recibe
el nombre de «Contrarreforma», resulta ser
anterior a la protestante, si no nos olvidamos
de lo que estaba teniendo lugar en España en
tiempos de Isabel, y a principios del reinado
de Carlos V. Tampoco debemos olvidar que
esta «era de los reformadores» que ahora
estudiamos fue la misma «era de los
conquistadores».
121. Isabel la Católica
Para la historia escrita desde una perspectiva
alemana o anglosajona, la conquista de
América por los pueblos ibéricos tiene poca
importancia, y aparece como un apéndice a
los acontecimientos supuestamente más
importantes que estaban teniendo lugar en
Alemania, Suiza, Inglaterra y Escocia.
122. Isabel la Católica
Pero el hecho es que esa conquista fue de
tanta importancia para la historia del
cristianismo como lo fue la Reforma
protestante. Y ambos acontecimientos
tuvieron lugar al mismo tiempo.
123. La Reforma del Clero
Cuando Isabel y Fernando heredaron la
corona de Castilla, a la muerte del medio
hermano de Isabel, Enrique IV, la iglesia
española se hallaba en urgente necesidad de
reforma. Durante los años de incertidumbre
política que precedieron a la muerte de
Enrique IV, el alto clero se había dedicado a las
prácticas belicosas que, según vimos, eran
características de muchos de los prelados de
fines de la Edad Media.
124. La Reforma del Clero
En esto España no difería del resto de Europa,
pues sus obispos con frecuencia resultaban
ser más guerreros que pastores, y se
involucraron de lleno en las intrigas políticas
de la época, no por el bien de sus rebaños,
sino por sus propios intereses políticos y
económicos.
125. La Reforma del Clero
El bajo clero, aunque privado del poder y los
lujos de los prelados, no estaba en mejores
condiciones de servir al pueblo. Los
sacerdotes eran en su mayoría ignorantes,
incapaces de responder a las más sencillas
preguntas religiosas que por parte de sus
feligreses, y muchos de ellos no sabían más
que decir de memoria la misa, sin entender
qué era lo que estaban diciendo.