2. DIVISIÓN DE LA GRACIA “GRATISDATA”
1Cor 12,8-10
La “gratisdata” tiene por objeto hacer que quien la recibe ayude a
otros a encaminarse a Dios. Esto lo hace mediante la acción exterior
de la enseñanza y la persuasión.
se requiere aquello que el hombre necesita para instruir a otros en las
verdades divinas que superan la razón.
Para esto hay 3 condiciones:
Conocimiento adecuado de estas verdades divinas.
Posibilidad de confirmar o probar lo que dice.
Capacidad de expresar apropiadamente su pensamiento a los oyetes.
3. CONTINÚA SOBRE LAS CONDICIONES
Para conocer adecuadamente estas verdades divinas se requieren 3 cualidades:
Fe o certeza de las verdades invisibles que enseña la Iglesia.
Inferir correctamente las principales conclusiones de esta ciencia: hablar con sabiduría (como
conocimiento de las cosas divinas).
Buen acopio de ejemplos y conocimiento de los efectos que sirven a veces para esclarecer las
causas. Y a esto se ordena hablar con ciencia, es decir, con conocimiento de las cosas humanas,
“pues lo que es invisible en Dios se hace visible por la creaturas” (Rm 1,20).
Para confirmar lo que se enseña, si se trata de verdades racionales, se recurre a los
argumentos; pero cuando se trata de verdades superiores a la razón y reveladas por
Dios, hay que confirmarlas mediante manifestaciones del poder divino:
Por milagros: la reparación de los cuerpos (gracia de las curaciones) o la manifestación del
poder divino en la creación (poder de obrar prodigios).
Revelando lo que sólo Dios puede conocer (profecía) o los secretos de las conciencias
(discernimiento de espíritus).
La facultad de expresarse requiere:
Hablar un idioma que pueda ser entendido (don de lenguas).
Aclarar el sentido de lo que se dice (interpretación de lenguas).
4. COROLARIOS DE LAS “GRATISDATA”
Las gracias gratuitas se extienden a los beneficios recibidos que están por
encima de nuestras facultades naturales. Ej., un pescador que abunde en
palabras de ciencia y sabiduría.
La fe de la que aquí se habla es la que ha alcanzado un grado eminente de
certidumbre.
La gracia de hacer curaciones tiene una eficacia especial para conducir a la
fe, ya que quien la recibe se siente particularmente inclinado a abrazarla.
Sabiduría y ciencia como “gratisdata” comportan un grado particularmente
elevado de estos mismos dones del Espíritu, por los que su depositario se
encuentra capacitado no sólo para juzgar con rectitud por sí mismo de las
cosas divinas, sino también para instruir a otros y refutar las
contradicciones.
5. ¿CUÁL ES MÁS EXCELENTE? ¿LA HABITUAL O
LA “GRATISDATA”?
1Cor 12,31: “Os voy a mostrar un camino más excelente…”. Se refiere
a la caridad, que pertenece a la Gracia habitual, que nos hace gratos.
Una virtud es más excelente en cuanto mira a un bien más alto. Así
pues, la Gracia santificante lleva inmediatamente al hombre a la
unión con su último fin (Dios). La “gratisdata” le proporciona cierta
preparación para el último fin.
Por la “gratisdata” no puede el hombre producir en otro la unión con
Dios, sino sólo ciertas disposiciones para esta unión.
6. OTRAS CLASIFICACIONES O DIVISIONES DE LA
GRACIA
Gracia actual o moción divina de carácter transitorio.
Gracia excitante y adyuvante (Concilio de Trento). Suscita
imprevistamente en el entendimiento o en la voluntad un
pensamiento o un deseo del bien; la segunda ayuda a una y otra
potencia a poner libremente en acto ese pensamiento y ese deseo.
Gracia actual como suficiente y eficaz.
7. CAUSA DE LA GRACIA
Sólo Dios es causa de la Gracia.
Sólo Él puede deificar al hombre, comunicándole un consorcio con la
naturaleza divina mediante cierta participación de semejanza, al igual que
sólo el fuego puede abrasar.
Ninguna creatura puede ser causa de la Gracia.
La humanidad de Cristo no causa la Gracia sino porque está unida a la
divinidad.
Los sacramentos, derivados de Cristo, son por sí mismos causa
instrumental de la Gracia, pero la causa principal es la virtud del E.S.
Un ángel purifica, ilumina y perfecciona a otro ángel y al hombre por medio
de ciertas instrucciones, pero no comunicándoles la justificación de la
Gracia.
8. REQUERIMIENTOS DEL HOMBRE PARA LA
GRACIA
La disposición del hombre:
Am 4,12: “Prepárate, Israel, para el encuentro con tu Dios”.
1R 7,3: “Preparen sus corazones para el Señor”.
La Gracia habitual requiere esta disposición o preparación por parte del
hombre; la Gracia como auxilio o moción, no.
El mismo movimiento bueno del libre albedrío por el que nos preparamos
para recibir la Gracia habitual es un acto producido por el libre albedrío
bajo la moción divina (Pr 16,1: “Del hombre es preparar su ánimo”).
Este movimiento del libre albedrío tiene su causa principal en Dios (Pr 8,35:
“Es Dios quien prepara la voluntad del hombre”; Sal 36,23: “Es el Señor
quien dirige sus pasos”).
El hombre no puede prepararse para la Gracia sin que Dios le prevenga y le
mueva al bien.
9. CONTINÚA LA DISPOSICIÓN DEL HOMBRE
Para la Gracia habitual es necesaria la Gracia actual que prepare al
hombre, pues éste nada puede en el orden sobrenatural.
Para recibir la primera Gracia actual no es necesaria ninguna Gracia
anterior, pues Dios concede a todos los hombres las Gracias actuales
suficientes para su justificación y salvación, que sólo por culpa de él
mismo quedan fallidas en su efecto.
Sucede, pues, a veces, que Dios mueve al hombre al bien, pero no al
bien completo (ésta es la preparación que precede a la Gracia).
Otras veces le mueve al bien súbitamente y en grado perfecto, de
modo que de repente recibe el hombre el don de la Gracia
10. ¿SE CONCEDE NECESARIAMENTE LA GRACIA A
QUIEN SE PREPARA PARA RECIBIRLA O HACE TODO
LO QUE ESTÁ DE SU PARTE?
El don de la Gracia supera o sobrepasa el alcance de cualquier
preparación humana, esto en el caso de que la preparación del
hombre procede sólo de su libre albedrío.
Si la preparación procede de Dios como causa, ésta alcanza
necesariamente lo que Dios se propone, pero no con necesidad de
coacción.
Por otra parte, la causa primera de la pérdida de la Gracia está en
nosotros (Os 13,9: “Tu perdición viene de ti Israel, mas tu auxilio sólo
de Mí procede”).
11. ¿ES MAYOR LA GRACIA EN UNOS QUE EN
OTROS?
Ef 4,7: “A cada uno se le da la Gracia según la medida de la donación de
Cristo”.
Toda la Gracia habitual, de la medida que sea, une a Dios por su misma
naturaleza esencial.
Pero por razón del sujeto la Gracia puede ser mayor o menor, puesto que
uno puede ser iluminado por la luz de la Gracia más perfectamente que
otro.
También es cierto que quien se dispone mejor para ella la recibe de manera
más abundante, si Dios así lo dispone.
Y todo esto lo dispone Dios para el bien de su Iglesia (Ef 4,12: “para la
perfección consumada de los santos en la edificación del Cuerpo de
Cristo”).
12. ¿PUEDE EL HOMBRE SABER QUE SE
ENCUENTRA EN GRACIA?
Eclo 9,1: “Nadie sabe si es digno de odio o amor”.
Por Revelación de Dios sí se puede saber si se tiene o no la Gracia.
Lo hace Dios por especial privilegio para que ya en esta vida empiecen a
disfrutar el gozo de la seguridad para que emprendan grandes obras con
más confianza y energía, y para que soporten con más valor los males de la
vida presente (2Cor 12,9: “Te basta mi Gracia”).
Conocer por sí mismo y con certeza si tenemos la Gracia es imposible
porque “Dios es tan grande que rebasa nuestra ciencia” (Job 36,26). Y así,
su presencia en nosotros, lo mismo que su ausencia, no puede ser
conocida con certeza (Job 9,11: “Si viene a mí no le veo; si se aleja de mí no
lo advierto”).
13. OTRO MODO DE CONOCER LA GRACIA
De manera conjetural por medio de indicios. El hombre puede conocer que
posee la Gracia porque advierte que su gozo se encuentra en Dios y
menosprecia los placeres del mundo, y porque tiene conciencia de no
haber cometido pecado mortal.
Ap 2,17: “Al que venciere le daré del maná escondido que nadie conoce
sino el que lo recibe”. Quien lo recibe, lo reconoce porque experimenta una
dulcedumbre de la que nada sabe quien no lo recibe. Sin embargo, este
conocimiento es imperfecto.
1Cor 4,4: “De nada me arguye la conciencia, mas no por esto me creo
justificado”.
Sal 18,13: “¿Quién conoce sus faltas? Límpiame, Señor, de las que se me
ocultan”.
14. EFECTOS DE LA GRACIA
LA JUSTIFICACIÓN DEL PECADOR: Efecto de la Gracia operante.
EL MÉRITO: Efecto de la Gracia cooperante.
¿QUÉ ES LA JUSTIFICACIÓN DEL PECADOR?
Es la remisión de los pecados.
Explicación: Es un movimiento hacia la justicia. Y para esto hay que distinguir
entre la justicia que es virtud especial que ordena los actos humanos y la
justicia como recta ordenación de las disposiciones interiores del hombre, en
el sentido de que la parte superior del hombre se somete a Dios y las
facultades inferiores obedecen a la razón.
15. DOS TIPOS DE JUSTIFICACIÓN
Justificación por simple generación: así la tenía Adán (justicia original)
Justificación por movimiento entre términos contrarios:
Aquí hay cierta transformación en la que se pasa del estado de injusticia al
estado de justicia.
Por ella el hombre abandona el estado de injusticia mediante la remisión de
los pecados.
La remisión de cualquier pecado es justificación (bautismo, confesión)
La justicia puede ser interior (la mira Dios) y exterior (la miran los
hombres).
La justificación es el movimiento del pecado hacia la Gracia.
16. PARA LA JUSTIFICACIÓN SE REQUIERE:
La infusión de la Gracia
El uso del libre albedrío
Sin embargo, en los niños sin uso de razón o en las personas
impedidas sólo se requiere la infusión de la Gracia.
Este sería el proceso según el Doctor Angélico:
Infusión de Gracia
Uso del libre albedrío
El movimiento del libre albedrío contra el pecado
La remisión de la culpa
17. LA JUSTIFICACIÓN DEL PECADOR ES LA
MAYOR OBRA DE DIOS
Sal 144,9: “Su misericordia está sobre todas sus obras”.
Colecta: “Oh Dios, que muestras sobre todo tu omnipotencia
perdonando y otorgando su misericordia”.
“Es más grande obra hacer un justo de un pecador que crear el cielo y
la tierra”. En cuanto a la magnitud del resultado obtenido.
“El don de la Gracia que justifica al impío es mayor que el don de la
Gloria que hace bienaventurado al justo”. Porque el don de la Gracia
supera los méritos del pecador, que sólo es digno de castigo.
18. EL MÉRITO
Es el pago por la obra justa.
La vida eterna la recibimos por Gracia, pero también como pago, pues
el hombre merece o no la vida eterna.
El mérito de la vida eterna reside sobre todo en la caridad, más que
en las demás virtudes.
Pues la vida eterna consiste sobre todo en gozar y conocer a Dios.