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De casa a carnicería
¿Te has preguntado si tus hermanos, padres, tíos, abuelos o amigos
podrían levantarse alguna noche sonámbulos y asesinarte?
Recordemos que cuando se está sonámbulo, no somos conscientes porque
lógicamente estamos dormidos, pero somos capaces de ponernos de pie e ir a
orinar sin que lo sepamos, esto se debe a que nuestro cuerpo realiza actividades
motoras involuntarias. Los sonámbulos pueden merodear por la casa o incluso
salir de esta sin saber que lo hacen. El sonambulismo se produce en la tercera
fase del sueño, o también llamado “sueño de ondas lentas”. Pero ¿Y si dijera
que de pronto no es sonambulismo sino una posesión espiritual?
Una masacre que ocurrió en Amity Ville el 14 de noviembre de 1974, en
el que un hombre asesinó con una escopeta a sus cuatro hermanos y padres
mientras dormían. El sujeto alegó que “una voz” le había dicho que lo hiciera.
Ronald Defeo, Jr.
Entonces, ¿Estás completamente seguro de que duermes a salvo?
Después de que leas este relato, dudo que sigas pensando lo mismo, o te sientas
completamente tranquilo sabiendo que en la apacibilidad de la noche puedas
perecer en manos de quienes crees, te brindaran seguridad.
Jane era la típica chica tonta popular de secundaria, de muchos amigos,
de personalidad extrovertida pero de bajas calificaciones.
Estaban todas reunidas en el comedor, Jane y su grupo de amigas
hablaban sobre qué hacer el día de mañana, ya que era viernes y no solían
simplemente permanecer en casa los fines de semana. Había varias propuestas,
una mejor que otra, pero la más aceptada fue hacer una pijamada. Esta idea se
le ocurrió a Angie ya que podrían quedarse desde esa noche hasta mañana e ir
a una fiesta, porque en todos esos días transmitirían partidos de futbol y los
chicos se reunirían a ver el juego, y cuando ellas quisieran follar, estos se
negarían porque estarían más concentrados en el partido que en tirárselas y era
más probable que tuvieran orgasmos con la televisión que con ellas. Y así
pasaron la hora en el comedor, bromeando sobre ello y riendo como si
estuvieran posicionadas en un trono sobre el planeta.
La madre de Jane era muy cautelosa con su hija, era estricta con respecto
a las salidas, así que era muy posible que la respuesta fuera negativa al momento
de Jane pedirle autorización para asistir a la pijamada, no obstante, tenía un muy
pequeño grado de esperanza en que su madre la dejaría ir.
Eran ya las ocho de la noche, aún Jane no había dicho nada a su mamá,
la sola idea le hacía sudar la manos y aceleraba los latidos del corazón, pero se
armó de valor y se dirigió a ella con paso inseguro y tragando saliva.
- Mamá –dijo acercándose al sillón donde se encontraba–, las chicas me
han invitado a una pijamada, quería pedirte que por favor me dejaras ir.
- Hija ya es muy tarde –respondió en tono suave –, es peligroso, mejor ven
a ver la TV conmigo.
- Debí suponer que buscarías una excusa, siempre es lo mismo, aunque
fueran las seis no me habrías dado permiso, hubieras dicho que la casa de
Angie iba a estar repleta de chicos desubicados –protestó Jane furiosa.
- Lo hago porque me preocupas ¿Acaso crees que esto lo hago para hacerte
la vida de cuadritos?
- Si, mamá eso creo.
- Hija yo...
Jane subió a su cuarto con enojo, ni siquiera terminó de escuchar a su
madre, siempre era lo mismo, solo que esta vez sería diferente. Jane no estaba
dispuesta a no asistir a la reunión, así que tomó su mochila, llevó consigo cosas
que necesitaría, cuando tomó su pijama se fijó en que esta estaba manchada de
sangre, quizá a causa de su período, de modo que no la metió en el bolso y la
reemplazó con un short corto de tela suave al igual que una franelilla sin mangas.
Se cambió de ropa rápidamente, colocó la mochila en su espalda, abrió la
ventana de su cuarto que daba a la parte trasera de la casa. No se fue sin antes
cerrar con seguro la puerta de su habitación para que cuando su madre la llamara
e intentara abrir la puerta y Jane no respondiera, pensara que su hija estaba
molesta.
Jane salió por la ventada cerrándola cuidadosamente y bajando por las
escaleras de emergencias ya que su casa era un dúplex.
La noche estaba helada, las calles estaban desiertas. En ese vecindario de
la parte este de la ciudad no solían hacerse fiestas, era en la parte oeste que
abundaban las reuniones, por ello lo desértico.
Angie vivía a cinco cuadras, así que Jane apresuró el paso. Las desoladas
calles solo transmitían miedo. Ya había pasado dos cuadras y estaba cansada
por haber apurado el paso, se detuvo para calmar su agitada respiración, estaba
recostada sobre una pared, de pronto sintió un escalofrió que le recorría la
espalda y le erizaba la piel, un dolor en el pecho se hizo sentir en ella, podía
sentir que estaba siendo observada, sentía una presencia en dirección a su
izquierda, estaba aterrada, pero impulsivamente volteó al lugar donde provenía
la mirada y distinguió con dificultad a causa de la oscuridad a un hombre alto,
de ropa desgarrada y naranja. Este sujeto la miraba fijamente sin parpadear con
el ceño fruncido, sus ojos podían extrañamente iluminar como un par de faros,
o a lo mejor era provocado por su imaginación, todo alrededor pareció
congelarse, el canto de los grillos se ahogó con la luna que ya temerosa se
ocultaba tras una nube y brindaba al espacio una escena tétrica, lo único que
podía oír perfectamente era el bombardeo apresurado de su corazón que con
cada repique le hacía doler la cabeza, en solo segundos su frente se llenó de
sudor y pareció que apenas salía de una ducha. Repentinamente sintió que era
inválida, no sentía sus extremidades inferiores, y aquel sujeto dio un paso desde
la oscuridad hasta posicionarse en la claridad donde su expresión de desquicio
era tan evidente como que ella estaba muerta de miedo, era calvo y estaba
sudoroso. Recordó, como todo el mundo en una situación similar, las palabras
de su madre, debió haberle hecho caso como solía hacerlo, pero en cambio sería
castigada por el llamado Karma. En ese instante solo conjeturas muy malas y
desfragmentadas surcaban su cabeza de joven carente de inteligencia, sería
violada y maltratada, después le rompería el cuello y fornicaría con su cuerpo
rígido y frío como el hielo, o peor aún para la desgracia de su madre, la cortarían
en pedazos y luego tendría que ir a reconocerle, cosa que pendía de un hilo
porque antes de siquiera decir “sí, es Jane”, probablemente le daría un infarto.
Los zapatos de goma del sujeto no emitían sonido alguno en cada paso, pero
ella sentía que un *tap* abrigaba el entorno mientras este se acercaba, era
producto de su afectada imaginación, lo asociaba a aquellas tópicas partes de
un thriller en el que el matón se acercaba a su víctima ya en el suelo y sin
oportunidad de escapar, y ahí venía él tranquilamente, sonriendo de lado como
si fuera consciente del poder psicológico que ejercía su sola presencia sobre ella,
como si su mirada hipnótica de Drácula creara un hilo hasta su mente que la
mantenía inmóvil. La última vez que encontraron a un chica violada a orillas de
la carretera perimetral que conectaba con otro condado, había sido dos años
atrás, todos la conocían, era una chica tranquila y no merecía morir, pero pensó
que en no merecía irse por eso exactamente, porque era tranquila, en cambio
ella era el estereotipo perfecto. Su deseo por sobrevivir la llenó de energías y
recobrando el “tiempo real” del entorno su curso ordinario, Jane comenzó a
correr sin pensarlo. Aún le faltaban tres cuadras, así que cogió el
Teléfono de su bolsillo y mientras corría, llamó a Angie haciendo un doble
esfuerzo por controlar la vibración en sus manos para que el teléfono no
cayera.
- ¡Mierda, mierda, mierda! ¡Angie abre la, puerta un sujeto está
siguiéndome! ¡Apresúrate! estoy a dos cuadras.
- Jane, ¿Estés bromeando? Si es así no es gracioso.
- ¡Perra! ¡No es una broma!
Jane ya estaba agotada, sentía perfectamente que algo en su garganta
quería salir, le faltaba una cuadra para llegar, sus piernas le dolían, no era una
chica de ir a trotar y menos de hacer ejercicios. Con terror en sus huesos volteó
para ver si el sujeto la seguía, y se horrorizó al comprobar que venía tras ella
sin dejar de cesar su sonrisa perturbadora. A lo lejos pudo ver que sus amigas
estaban en la puerta en compañía de un hombre, el padre de Angie, Jane se
sentía aliviada. Al estar a pocos metros del grupo les gritó que entraran a la casa,
pero ninguna se movió, ni el padre de Angie con bate en mano.
Jane volteó y el hombre ya no estaba, se agachó alrededor de sus amigas
para respirar y llenar sus pulmones de aire tranquilamente. Cuando se hubo
recuperado les contó lo sucedido a ellas y a Harold. Todos entraron a la casa,
dentro estaba la madre de Angie, Tessey, una persona muy dulce y de apacible
personalidad, ella se horripiló al escuchar lo que le contó Jane, e insistió en
llamar a la policía, pero Angie y las otras cinco chicas, se negaron ya que Jane
en murmullos había contado a sus amigas que su madre creía que estaba
dormida, así que las adolescentes persuadieron a los padres de Angie de no
llamar a las autoridades y de que probablemente se trataba de un pervertido
drogadicto.
Las chicas reunieron varios colchones en la sala para dormir, pero no iban
a hacerlo sin antes hacer el tipo de cosas que se hacían en las pijamadas. Primero
comenzaron a jugar cartas, bromearon sobre con cuantos chicos se habían
acostado con cada una de ellas y sobre el tamaño que tenían, lo hacían en voz
baja para evitar ser oídas, se pegaron con las almohadas por sugerencia
Margaret porque había comentado que una pijamada no era una sino incluía la
guerra de almohadas, y así se divirtieron.
Los padres de Angie llamaron alarmados a las chicas desde su habitación
en el segundo piso, ellas corrieron como una manada de caballos por las
escaleras hasta subir.
- ¡Miren! –dijo Tessey señalando la TV con un tono de voz algo
exagerado –.Tengo miedo, son las maneras más horrorosa de matar a
alguien, no puedo creerlo.
En las noticias informaban sobre el hallazgo de tres cadáveres en el
bosque cercano a la vecindad. Los cuerpos estaban destripados de la manera
más retorcida que alguien pudiese imaginar. Estaban sin cabezas, uno de los
cadáveres estaba seccionado desde el esófago hasta el ombligo exhibiendo sus
costillas y el espacio donde se suponían que deberían estar sus órganos ya que
la caja torácica fue arrancada hacia los lados como si fuera un cofre, los órganos
se hallaban removidos con evidente salvajismo, el sitio estaba lleno de mucha
sangre. Otro cadáver tenía trescientas apuñaladas en todo el cuerpo, poseía
cuencas por ojos, partes del muslo fueron cortadas como bistec. El último
pertenecía a una mujer que fue desmembrada, sus piernas y brazos habían sido
separados del tronco con profesionalismo, la incisión fue muy limpia. Luego de
informar sobre el hallazgo, la policía dijo que existía un sospechoso llamado
Dank McNeil, un delincuente hallado culpable de un asesinado en el año 2002,
y que había escapado hace dos días de la cárcel de la ciudad vecina. En la
esquina superior derecha de la TV estaba un rectángulo con su rostro.
Las chicas quedaron boquiabiertas, estupefactas y sin palabras, jamás
habían visto algo similar. Tessey dijo a Harold que tenían que llamar a la policía
y decir que habían visto al fugitivo, que Jane lo había visto. Harold asintió ante
la petición pero Angie lo convenció de que dijera que había sido él quien lo
había visto, y que para no arruinar la pijamada, llamara desde su celular y dijera
que era anónimo. Harold llamó a la policía e hizo lo que su hija le pidió. Tessey
asustada les indicó a las muchachas que fueran a asegurar todas las puertas y
ventanas, lo cual hicieron inmediatamente. Ellas encontraban de manera sádica
la situación, disfrutaban el drama en el que estaban envueltas.
Minutos más tarde, las sirenas sonaron alrededor del vecindario,
seguramente estaban patrullando. Las chicas ya se sentían más seguras y no
dejaron que la preocupación arruinara la diversión, así que siguieron en lo suyo
hasta que el sueño se apoderó poco a poco de cada una, primero se durmió Sally
quien había asegurado que sería la última en quedar en pie, le siguió Margaret,
Jane fue la tercera, Teresa fue más atrás. Susy y Angie se quedaron despiertas
hasta las dos de la mañana. Las cinco chicas se quedaron a dormir en la sala a
excepción de la anfitriona que fue a su recamara que estaba al lado de la de sus
padres.
Eran alrededor de las cuatro a.m. cuando Jane se levantó, y no había sido
por el ruido que había escuchado desde una de las ventanas de la cocina, sus
pupilas estaban dilatadas, apenas pestañeaba y su respiración era tranquila.
Permaneció sentada sobre su colcha un par de minutos sin inmutarse a más que
mirar hacia una de las paredes. Al cabo de un rato se levantó sin hacer el mínimo
ruido y con pasos lentos fue a la cocina, se paró en la entrada y escrutó cada
parte del lugar, después se acercó a una de las gavetas, la abrió despacio y tomó
uno de los cuchillos, el más grande, uno enorme como el que usaban los
carniceros. Volvió a la sala y permaneció de pie por un buen rato, en un estado
de trance que sugería que era otra persona la que poseía su cuerpo, miró a Sally
quien estaba sumida al igual que las otras chicas, en un profundo sueño, caminó
con silenciosos pasos en dirección a la chica, se sentó a su lado y siguió
observándola como si estuviera estudiándola, luego cogió un mechón de cabello
y con su garganta empezó a tararear débilmente una canción de cuna sin quitar
la mirada de la chica. En un rápido movimiento, veloz como un parpadeo subió
el cuchillo por encima de su cabeza y lo incrustó en el pecho de Sally
traspasando las costillas hasta llegar a su corazón, esta apuñalada la mató
enseguida, la joven había muerto sin darse cuenta de ello, una suerte para ella.
Sacó el cuchillo de su víctima dejando oír un sonido similar a cuando los perros
destrozan el hueso para llegar a los cúmulos de carne más pequeños. Vio la
sangre y su cara mezclada en la hoja del objeto, le gustaba el color único que
poseía la sangre. Sally era un cerdo en la cabeza de esta inescrupulosa persona.
Para llegar hasta las otras chicas no tuvo que caminar sino rodar unos
pocos centímetros ya que estaban una al lado de otra. A Teresa le pasó el
cuchillo por el cuello de lado a lado, tal cual como en su sueño proyectado en
la realidad, en menos de un segundo le cubrió la boca con las manos para ahogar
los gritos y para inmovilizarle se posó sobre ella, Teresa la observaba sin poder
comprender, pero para Jane todo tenía sentido, tenía que degollar a la oveja
mientras colgaba de cabeza, pero no le gustaba que se movieran mucho porque
desparramarían la sangre por todo el suelo y tendría que limpiarla, y no odiaba
más que tener que ir hasta el baño maloliente a buscar el trapeador, tampoco era
agradable escuchar a las ovejas, en su sueño era más grande que cuando era una
niña de cinco años que veía trabajar a su padre, se quedaba horas y horas
siguiéndolo del matadero a la carnicería, usaba unas botas de hule azules y un
vestido de flores blancas que se tornaba marrón por el barro, era una pequeña y
lo que más deseaba en la vida era ser una carnicera, pero un buen día todo
cambió cuando un camión atropelló el auto donde iba su familia, el accidente
había cobrado la vida de su padre y la dejó en coma por dos semanas con
contusiones cerebrales, desde entonces no quería tener nada que ver con
animales ni carnicerías, pero aquel había sido el segundo sueño, y lo estaba
disfrutando, tenía en sus brazos a la oveja, su lana era suave y le daba la
impresión de que estaba llorando. Mientras lágrimas caían de los ojos de Teresa,
los cuales movía de un lado a otro con desesperación hasta que dejaron de
hacerlo y sus parpados perdieron la fuerza para sostenerse, tardó en morir por
lo que su muerte fue muy dolorosa.
La asesina enterró el cuchillo con brutal fuerza en el ojo izquierdo de
Margaret penetrando a través del cráneo y perforando el cerebro, esta también
murió instantáneamente, por fortuna en su sueño era una rana y ella odiaba las
ranas, así que la apuñaló. Jane estaba casi toda cubierta de sangre, los pies y
rodillas estaban ensangrentados con la sangre de sus víctimas. Susy sufrió una
muerte menos perturbadora aunque por eso no quiero decir menos dolorosa.
Jane tomó uno de sus cordones, se acercaba al pollo con mucho sigilo, como
lo hacían los felinos, lo atrapó sin darle la oportunidad de huir y enredó el
cordón alrededor del cuello del animal, a su padre no le gustaba matar a los
pollos, por eso jamás lo vio hacerlo y por ende no sabía cómo tenía que
matarlo, la forma correcta era estrangulándolo con las manos, pero sin tener
experiencia solo se le había ocurrido hacerlo con uno de sus trenzas, de
manera lógica en un sueño, las cosas no eran normales del todo, y el pollo
ponía mucha resistencia, pero ella tenía el espíritu de su padre ardiendo en el
pecho, y recordándolo sentía que le recorría una fuerza sobrehumana que le
ayudaba a someter al animal. En la vida real, el cable de uno de los teléfonos
de casa suplantaron a su cordón, lo dobló para crear mayor resistencia y evitar
su ruptura, lo enredó en ambas manos para que no se le resbalara dejando la
cantidad de cable suficiente como para estrangular a Susy, lo pasó por el
cuello de ella hasta enredarlo, Susy si le dio batalla aunque en vano, la asesina
tuvo que sentarse sobre la espalda de Susy cuando esta se volteó para
neutralizar sus movimientos, por desgracia no había cerca ningún objeto que
la víctima pudiera arrojar para crear ruido y despertar a los otros, tampoco
podía gritar, la presión del cable alrededor de su cuello lo impedía. Jane haló
con más fuerza hasta sentir que su tráquea se rompía y la chica dejó de
moverse.
Solo imagínenla, de pie a dos metros de los cadáveres, viendo con
determinación los cuerpos inertes. En pocos minutos la sala se convirtió en una
carnicería, pero aún faltaba un animal por matar según el pedido de su patrón,
luego tendría que tasajearlos y extraer lo que estaría a la venta. La sangre seguía
emanando a grandes cantidades de los cuerpos creando charcos que se
coagularían en poco tiempo. Jane volvió a la cocina y llenó una cubeta con agua
y entró al cuarto de Tessey y Harold, salió a los tres minutos de la habitación
sin la cubeta y cerró la puerta. Los cerdos eran sus animales favoritos, aunque
ya había matado a uno mientras le cantaba y acariciaba, para calmar el
remordimiento fue hasta el establo escapándose unos minutos de su labor para
arrojarles agua al fango donde estaban el par de cerdos que eran los padres de
casi la mitad de los que tenía el lugar, los miró con una sonrisa, y luego se
percató de que cerca había una manguera pegada a una llave, así que la abrió y
la dejó cerca, luego retomó su ejercicio.
Angie estaba acostumbraba a levantarse de la cama para ir a orinar, el
baño estaba en el piso inferior por lo que lógicamente debía bajar, se levantó de
su cama estrujándose los ojos por el sueño, salió al pasillo del segundo piso,
bajó lentamente las escaleras, la sala estaba oscura, fue al baño y luego abrió el
refrigerador y calmó su sed con agua fría. Al pasar de nuevo por la sala para
subir a su cuarto, sintió que pisó algo viscoso, se agachó para inspeccionar de
qué se trataba, era algo rojo y casi metió la cara en el líquido para poder ver
bien, pasó los dedos por la sustancia y su sospecha se vio confirmada, era sangre.
Angie gritó tres veces desesperada al dirigir la vista hasta donde estaban los
cadáveres de sus amigas, los padres de Angie despertaron de golpe y se
levantaron, pero al tocar el suelo sus cuerpos comenzaron a vibrar
violentamente, los aparatos eléctricos emitieron extraños sonidos y chispearon,
Angie subió corriendo las escaleras al cuarto de sus padres, abrió la puerta pero
no avanzó al ver que el cuerpo de Tessey y Harold yacían sobre el suelo mojados
y humeando, Jane había esparcido el agua sobre el suelo de la habitación, pero
luego había puesto el extremo de una extensión eléctrica en el agua. Angie gritó
con fuerzas, pretendía bajar para salir y pedir ayuda, pero antes de ejecutar la
acción, sintió una fuerte punzada en la espalda, la chica cayó boca abajo,
mientras permanecía en esa posición pensó de que se trataba todo, el fugitivo
había entrado a su casa asesinando a todos y ahora le había propinado una
apuñalada, no había escapatoria, no existía el modo de salir con vida de esa
situación, Angie logró voltearse, su sorpresa no fue menos de cuando vio a todos
muertos. Llorando hacía preguntas a quien pensó que era su amiga.
– ¿Por qué? , ¿Por qué? ¡Maldita! ¡Responde!
Pero Jane solo la miraba sin parpadear y sin responder a las preguntas.
Angie observó que Jane tenía en su mano un pisapapeles cuadrado de hierro que
se encontraba en su cuarto, y en la otra un picahielos. Mientras ella estaba en la
cocina la asesina había subido a su recamara. La víctima restante solo se limitó
a quedarse callada, nada podría sacarla de ahí, sino había ocurrido un milagro
para sus padres y amigas menos habría una excepción para ella. Pero de pronto,
vio en el fondo, cerca de la baranda de las escaleras un rostro, no lo distinguía
muy bien, pero comenzó a gritarle pidiéndole ayuda, y tan pronto como lo hizo
la persona desapareció y Jane se encimó sobre ella. La fuerza con la que la
carnicera golpeaba la cabeza de Angie provenía de una furia injustificada, era
más bien como si intentara romper el pisapapeles en la cabeza y no viceversa,
la chica gritaba casi ahogándose con su saliva, intentaba moverse pero con cada
golpe se desvanecía, el dolor en su cabeza era demasiado, sentía la sangre bajar
hasta el piso, luego murió y su mirada se perdió en los ojos de Jane, sus pupilas
se fueron abriendo como si quisieran tragarse a su amiga a la oscuridad y dejarla
allí para siempre.
La cabeza de Angie quedó como una tortilla, indudablemente
irreconocible. El ternero había hecho mucho ruido, y eso la enfureció, así que
cegada por la molestia que le causaba, cogió una roca y le hizo añicos la cabeza,
a fin de cuentas era “un sueño”.
Jane era la típica chica tonta popular de secundaria, de muchos amigos,
de personalidad extrovertida pero de bajas calificaciones.
Estaban todas reunidas en el comedor, Jane y su grupo de amigas
hablaban sobre qué hacer el día de mañana, ya que era viernes y no solían
simplemente permanecer en casa los fines de semana. Había varias propuestas,
una mejor que otra, pero la más aceptada fue hacer una pijamada. Esta idea se
le ocurrió a Angie ya que podrían quedarse desde esa noche hasta mañana e ir
a una fiesta, porque en todos esos días transmitirían partidos de futbol y los
chicos se reunirían a ver el juego, y cuando ellas quisieran follar, estos se
negarían porque estarían más concentrados en el partido que en tirárselas y era
más probable que tuvieran orgasmos con la televisión que con ellas. Y así
pasaron la hora en el comedor, bromeando sobre ello y riendo como si
estuvieran posicionadas en un trono sobre el planeta.
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De casa a carnicería

  • 1.
  • 2. De casa a carnicería ¿Te has preguntado si tus hermanos, padres, tíos, abuelos o amigos podrían levantarse alguna noche sonámbulos y asesinarte? Recordemos que cuando se está sonámbulo, no somos conscientes porque lógicamente estamos dormidos, pero somos capaces de ponernos de pie e ir a orinar sin que lo sepamos, esto se debe a que nuestro cuerpo realiza actividades motoras involuntarias. Los sonámbulos pueden merodear por la casa o incluso salir de esta sin saber que lo hacen. El sonambulismo se produce en la tercera fase del sueño, o también llamado “sueño de ondas lentas”. Pero ¿Y si dijera que de pronto no es sonambulismo sino una posesión espiritual? Una masacre que ocurrió en Amity Ville el 14 de noviembre de 1974, en el que un hombre asesinó con una escopeta a sus cuatro hermanos y padres mientras dormían. El sujeto alegó que “una voz” le había dicho que lo hiciera. Ronald Defeo, Jr. Entonces, ¿Estás completamente seguro de que duermes a salvo? Después de que leas este relato, dudo que sigas pensando lo mismo, o te sientas completamente tranquilo sabiendo que en la apacibilidad de la noche puedas perecer en manos de quienes crees, te brindaran seguridad.
  • 3. Jane era la típica chica tonta popular de secundaria, de muchos amigos, de personalidad extrovertida pero de bajas calificaciones. Estaban todas reunidas en el comedor, Jane y su grupo de amigas hablaban sobre qué hacer el día de mañana, ya que era viernes y no solían simplemente permanecer en casa los fines de semana. Había varias propuestas, una mejor que otra, pero la más aceptada fue hacer una pijamada. Esta idea se le ocurrió a Angie ya que podrían quedarse desde esa noche hasta mañana e ir a una fiesta, porque en todos esos días transmitirían partidos de futbol y los chicos se reunirían a ver el juego, y cuando ellas quisieran follar, estos se negarían porque estarían más concentrados en el partido que en tirárselas y era más probable que tuvieran orgasmos con la televisión que con ellas. Y así pasaron la hora en el comedor, bromeando sobre ello y riendo como si estuvieran posicionadas en un trono sobre el planeta. La madre de Jane era muy cautelosa con su hija, era estricta con respecto a las salidas, así que era muy posible que la respuesta fuera negativa al momento de Jane pedirle autorización para asistir a la pijamada, no obstante, tenía un muy pequeño grado de esperanza en que su madre la dejaría ir. Eran ya las ocho de la noche, aún Jane no había dicho nada a su mamá, la sola idea le hacía sudar la manos y aceleraba los latidos del corazón, pero se armó de valor y se dirigió a ella con paso inseguro y tragando saliva. - Mamá –dijo acercándose al sillón donde se encontraba–, las chicas me han invitado a una pijamada, quería pedirte que por favor me dejaras ir. - Hija ya es muy tarde –respondió en tono suave –, es peligroso, mejor ven a ver la TV conmigo. - Debí suponer que buscarías una excusa, siempre es lo mismo, aunque fueran las seis no me habrías dado permiso, hubieras dicho que la casa de Angie iba a estar repleta de chicos desubicados –protestó Jane furiosa. - Lo hago porque me preocupas ¿Acaso crees que esto lo hago para hacerte la vida de cuadritos? - Si, mamá eso creo. - Hija yo...
  • 4. Jane subió a su cuarto con enojo, ni siquiera terminó de escuchar a su madre, siempre era lo mismo, solo que esta vez sería diferente. Jane no estaba dispuesta a no asistir a la reunión, así que tomó su mochila, llevó consigo cosas que necesitaría, cuando tomó su pijama se fijó en que esta estaba manchada de sangre, quizá a causa de su período, de modo que no la metió en el bolso y la reemplazó con un short corto de tela suave al igual que una franelilla sin mangas. Se cambió de ropa rápidamente, colocó la mochila en su espalda, abrió la ventana de su cuarto que daba a la parte trasera de la casa. No se fue sin antes cerrar con seguro la puerta de su habitación para que cuando su madre la llamara e intentara abrir la puerta y Jane no respondiera, pensara que su hija estaba molesta. Jane salió por la ventada cerrándola cuidadosamente y bajando por las escaleras de emergencias ya que su casa era un dúplex. La noche estaba helada, las calles estaban desiertas. En ese vecindario de la parte este de la ciudad no solían hacerse fiestas, era en la parte oeste que abundaban las reuniones, por ello lo desértico. Angie vivía a cinco cuadras, así que Jane apresuró el paso. Las desoladas calles solo transmitían miedo. Ya había pasado dos cuadras y estaba cansada por haber apurado el paso, se detuvo para calmar su agitada respiración, estaba recostada sobre una pared, de pronto sintió un escalofrió que le recorría la espalda y le erizaba la piel, un dolor en el pecho se hizo sentir en ella, podía sentir que estaba siendo observada, sentía una presencia en dirección a su izquierda, estaba aterrada, pero impulsivamente volteó al lugar donde provenía la mirada y distinguió con dificultad a causa de la oscuridad a un hombre alto, de ropa desgarrada y naranja. Este sujeto la miraba fijamente sin parpadear con el ceño fruncido, sus ojos podían extrañamente iluminar como un par de faros, o a lo mejor era provocado por su imaginación, todo alrededor pareció congelarse, el canto de los grillos se ahogó con la luna que ya temerosa se ocultaba tras una nube y brindaba al espacio una escena tétrica, lo único que podía oír perfectamente era el bombardeo apresurado de su corazón que con cada repique le hacía doler la cabeza, en solo segundos su frente se llenó de sudor y pareció que apenas salía de una ducha. Repentinamente sintió que era inválida, no sentía sus extremidades inferiores, y aquel sujeto dio un paso desde la oscuridad hasta posicionarse en la claridad donde su expresión de desquicio era tan evidente como que ella estaba muerta de miedo, era calvo y estaba sudoroso. Recordó, como todo el mundo en una situación similar, las palabras de su madre, debió haberle hecho caso como solía hacerlo, pero en cambio sería
  • 5. castigada por el llamado Karma. En ese instante solo conjeturas muy malas y desfragmentadas surcaban su cabeza de joven carente de inteligencia, sería violada y maltratada, después le rompería el cuello y fornicaría con su cuerpo rígido y frío como el hielo, o peor aún para la desgracia de su madre, la cortarían en pedazos y luego tendría que ir a reconocerle, cosa que pendía de un hilo porque antes de siquiera decir “sí, es Jane”, probablemente le daría un infarto. Los zapatos de goma del sujeto no emitían sonido alguno en cada paso, pero ella sentía que un *tap* abrigaba el entorno mientras este se acercaba, era producto de su afectada imaginación, lo asociaba a aquellas tópicas partes de un thriller en el que el matón se acercaba a su víctima ya en el suelo y sin oportunidad de escapar, y ahí venía él tranquilamente, sonriendo de lado como si fuera consciente del poder psicológico que ejercía su sola presencia sobre ella, como si su mirada hipnótica de Drácula creara un hilo hasta su mente que la mantenía inmóvil. La última vez que encontraron a un chica violada a orillas de la carretera perimetral que conectaba con otro condado, había sido dos años atrás, todos la conocían, era una chica tranquila y no merecía morir, pero pensó que en no merecía irse por eso exactamente, porque era tranquila, en cambio ella era el estereotipo perfecto. Su deseo por sobrevivir la llenó de energías y recobrando el “tiempo real” del entorno su curso ordinario, Jane comenzó a correr sin pensarlo. Aún le faltaban tres cuadras, así que cogió el Teléfono de su bolsillo y mientras corría, llamó a Angie haciendo un doble esfuerzo por controlar la vibración en sus manos para que el teléfono no cayera. - ¡Mierda, mierda, mierda! ¡Angie abre la, puerta un sujeto está siguiéndome! ¡Apresúrate! estoy a dos cuadras. - Jane, ¿Estés bromeando? Si es así no es gracioso. - ¡Perra! ¡No es una broma! Jane ya estaba agotada, sentía perfectamente que algo en su garganta quería salir, le faltaba una cuadra para llegar, sus piernas le dolían, no era una chica de ir a trotar y menos de hacer ejercicios. Con terror en sus huesos volteó para ver si el sujeto la seguía, y se horrorizó al comprobar que venía tras ella sin dejar de cesar su sonrisa perturbadora. A lo lejos pudo ver que sus amigas estaban en la puerta en compañía de un hombre, el padre de Angie, Jane se sentía aliviada. Al estar a pocos metros del grupo les gritó que entraran a la casa, pero ninguna se movió, ni el padre de Angie con bate en mano.
  • 6. Jane volteó y el hombre ya no estaba, se agachó alrededor de sus amigas para respirar y llenar sus pulmones de aire tranquilamente. Cuando se hubo recuperado les contó lo sucedido a ellas y a Harold. Todos entraron a la casa, dentro estaba la madre de Angie, Tessey, una persona muy dulce y de apacible personalidad, ella se horripiló al escuchar lo que le contó Jane, e insistió en llamar a la policía, pero Angie y las otras cinco chicas, se negaron ya que Jane en murmullos había contado a sus amigas que su madre creía que estaba dormida, así que las adolescentes persuadieron a los padres de Angie de no llamar a las autoridades y de que probablemente se trataba de un pervertido drogadicto. Las chicas reunieron varios colchones en la sala para dormir, pero no iban a hacerlo sin antes hacer el tipo de cosas que se hacían en las pijamadas. Primero comenzaron a jugar cartas, bromearon sobre con cuantos chicos se habían acostado con cada una de ellas y sobre el tamaño que tenían, lo hacían en voz baja para evitar ser oídas, se pegaron con las almohadas por sugerencia Margaret porque había comentado que una pijamada no era una sino incluía la guerra de almohadas, y así se divirtieron. Los padres de Angie llamaron alarmados a las chicas desde su habitación en el segundo piso, ellas corrieron como una manada de caballos por las escaleras hasta subir. - ¡Miren! –dijo Tessey señalando la TV con un tono de voz algo exagerado –.Tengo miedo, son las maneras más horrorosa de matar a alguien, no puedo creerlo. En las noticias informaban sobre el hallazgo de tres cadáveres en el bosque cercano a la vecindad. Los cuerpos estaban destripados de la manera más retorcida que alguien pudiese imaginar. Estaban sin cabezas, uno de los cadáveres estaba seccionado desde el esófago hasta el ombligo exhibiendo sus costillas y el espacio donde se suponían que deberían estar sus órganos ya que la caja torácica fue arrancada hacia los lados como si fuera un cofre, los órganos se hallaban removidos con evidente salvajismo, el sitio estaba lleno de mucha sangre. Otro cadáver tenía trescientas apuñaladas en todo el cuerpo, poseía cuencas por ojos, partes del muslo fueron cortadas como bistec. El último pertenecía a una mujer que fue desmembrada, sus piernas y brazos habían sido separados del tronco con profesionalismo, la incisión fue muy limpia. Luego de informar sobre el hallazgo, la policía dijo que existía un sospechoso llamado Dank McNeil, un delincuente hallado culpable de un asesinado en el año 2002,
  • 7. y que había escapado hace dos días de la cárcel de la ciudad vecina. En la esquina superior derecha de la TV estaba un rectángulo con su rostro. Las chicas quedaron boquiabiertas, estupefactas y sin palabras, jamás habían visto algo similar. Tessey dijo a Harold que tenían que llamar a la policía y decir que habían visto al fugitivo, que Jane lo había visto. Harold asintió ante la petición pero Angie lo convenció de que dijera que había sido él quien lo había visto, y que para no arruinar la pijamada, llamara desde su celular y dijera que era anónimo. Harold llamó a la policía e hizo lo que su hija le pidió. Tessey asustada les indicó a las muchachas que fueran a asegurar todas las puertas y ventanas, lo cual hicieron inmediatamente. Ellas encontraban de manera sádica la situación, disfrutaban el drama en el que estaban envueltas. Minutos más tarde, las sirenas sonaron alrededor del vecindario, seguramente estaban patrullando. Las chicas ya se sentían más seguras y no dejaron que la preocupación arruinara la diversión, así que siguieron en lo suyo hasta que el sueño se apoderó poco a poco de cada una, primero se durmió Sally quien había asegurado que sería la última en quedar en pie, le siguió Margaret, Jane fue la tercera, Teresa fue más atrás. Susy y Angie se quedaron despiertas hasta las dos de la mañana. Las cinco chicas se quedaron a dormir en la sala a excepción de la anfitriona que fue a su recamara que estaba al lado de la de sus padres. Eran alrededor de las cuatro a.m. cuando Jane se levantó, y no había sido por el ruido que había escuchado desde una de las ventanas de la cocina, sus pupilas estaban dilatadas, apenas pestañeaba y su respiración era tranquila. Permaneció sentada sobre su colcha un par de minutos sin inmutarse a más que mirar hacia una de las paredes. Al cabo de un rato se levantó sin hacer el mínimo ruido y con pasos lentos fue a la cocina, se paró en la entrada y escrutó cada parte del lugar, después se acercó a una de las gavetas, la abrió despacio y tomó uno de los cuchillos, el más grande, uno enorme como el que usaban los carniceros. Volvió a la sala y permaneció de pie por un buen rato, en un estado de trance que sugería que era otra persona la que poseía su cuerpo, miró a Sally quien estaba sumida al igual que las otras chicas, en un profundo sueño, caminó con silenciosos pasos en dirección a la chica, se sentó a su lado y siguió observándola como si estuviera estudiándola, luego cogió un mechón de cabello y con su garganta empezó a tararear débilmente una canción de cuna sin quitar la mirada de la chica. En un rápido movimiento, veloz como un parpadeo subió el cuchillo por encima de su cabeza y lo incrustó en el pecho de Sally traspasando las costillas hasta llegar a su corazón, esta apuñalada la mató
  • 8. enseguida, la joven había muerto sin darse cuenta de ello, una suerte para ella. Sacó el cuchillo de su víctima dejando oír un sonido similar a cuando los perros destrozan el hueso para llegar a los cúmulos de carne más pequeños. Vio la sangre y su cara mezclada en la hoja del objeto, le gustaba el color único que poseía la sangre. Sally era un cerdo en la cabeza de esta inescrupulosa persona. Para llegar hasta las otras chicas no tuvo que caminar sino rodar unos pocos centímetros ya que estaban una al lado de otra. A Teresa le pasó el cuchillo por el cuello de lado a lado, tal cual como en su sueño proyectado en la realidad, en menos de un segundo le cubrió la boca con las manos para ahogar los gritos y para inmovilizarle se posó sobre ella, Teresa la observaba sin poder comprender, pero para Jane todo tenía sentido, tenía que degollar a la oveja mientras colgaba de cabeza, pero no le gustaba que se movieran mucho porque desparramarían la sangre por todo el suelo y tendría que limpiarla, y no odiaba más que tener que ir hasta el baño maloliente a buscar el trapeador, tampoco era agradable escuchar a las ovejas, en su sueño era más grande que cuando era una niña de cinco años que veía trabajar a su padre, se quedaba horas y horas siguiéndolo del matadero a la carnicería, usaba unas botas de hule azules y un vestido de flores blancas que se tornaba marrón por el barro, era una pequeña y lo que más deseaba en la vida era ser una carnicera, pero un buen día todo cambió cuando un camión atropelló el auto donde iba su familia, el accidente había cobrado la vida de su padre y la dejó en coma por dos semanas con contusiones cerebrales, desde entonces no quería tener nada que ver con animales ni carnicerías, pero aquel había sido el segundo sueño, y lo estaba disfrutando, tenía en sus brazos a la oveja, su lana era suave y le daba la impresión de que estaba llorando. Mientras lágrimas caían de los ojos de Teresa, los cuales movía de un lado a otro con desesperación hasta que dejaron de hacerlo y sus parpados perdieron la fuerza para sostenerse, tardó en morir por lo que su muerte fue muy dolorosa. La asesina enterró el cuchillo con brutal fuerza en el ojo izquierdo de Margaret penetrando a través del cráneo y perforando el cerebro, esta también murió instantáneamente, por fortuna en su sueño era una rana y ella odiaba las ranas, así que la apuñaló. Jane estaba casi toda cubierta de sangre, los pies y rodillas estaban ensangrentados con la sangre de sus víctimas. Susy sufrió una muerte menos perturbadora aunque por eso no quiero decir menos dolorosa. Jane tomó uno de sus cordones, se acercaba al pollo con mucho sigilo, como lo hacían los felinos, lo atrapó sin darle la oportunidad de huir y enredó el cordón alrededor del cuello del animal, a su padre no le gustaba matar a los pollos, por eso jamás lo vio hacerlo y por ende no sabía cómo tenía que
  • 9. matarlo, la forma correcta era estrangulándolo con las manos, pero sin tener experiencia solo se le había ocurrido hacerlo con uno de sus trenzas, de manera lógica en un sueño, las cosas no eran normales del todo, y el pollo ponía mucha resistencia, pero ella tenía el espíritu de su padre ardiendo en el pecho, y recordándolo sentía que le recorría una fuerza sobrehumana que le ayudaba a someter al animal. En la vida real, el cable de uno de los teléfonos de casa suplantaron a su cordón, lo dobló para crear mayor resistencia y evitar su ruptura, lo enredó en ambas manos para que no se le resbalara dejando la cantidad de cable suficiente como para estrangular a Susy, lo pasó por el cuello de ella hasta enredarlo, Susy si le dio batalla aunque en vano, la asesina tuvo que sentarse sobre la espalda de Susy cuando esta se volteó para neutralizar sus movimientos, por desgracia no había cerca ningún objeto que la víctima pudiera arrojar para crear ruido y despertar a los otros, tampoco podía gritar, la presión del cable alrededor de su cuello lo impedía. Jane haló con más fuerza hasta sentir que su tráquea se rompía y la chica dejó de moverse. Solo imagínenla, de pie a dos metros de los cadáveres, viendo con determinación los cuerpos inertes. En pocos minutos la sala se convirtió en una carnicería, pero aún faltaba un animal por matar según el pedido de su patrón, luego tendría que tasajearlos y extraer lo que estaría a la venta. La sangre seguía emanando a grandes cantidades de los cuerpos creando charcos que se coagularían en poco tiempo. Jane volvió a la cocina y llenó una cubeta con agua y entró al cuarto de Tessey y Harold, salió a los tres minutos de la habitación sin la cubeta y cerró la puerta. Los cerdos eran sus animales favoritos, aunque ya había matado a uno mientras le cantaba y acariciaba, para calmar el remordimiento fue hasta el establo escapándose unos minutos de su labor para arrojarles agua al fango donde estaban el par de cerdos que eran los padres de casi la mitad de los que tenía el lugar, los miró con una sonrisa, y luego se percató de que cerca había una manguera pegada a una llave, así que la abrió y la dejó cerca, luego retomó su ejercicio. Angie estaba acostumbraba a levantarse de la cama para ir a orinar, el baño estaba en el piso inferior por lo que lógicamente debía bajar, se levantó de su cama estrujándose los ojos por el sueño, salió al pasillo del segundo piso, bajó lentamente las escaleras, la sala estaba oscura, fue al baño y luego abrió el refrigerador y calmó su sed con agua fría. Al pasar de nuevo por la sala para subir a su cuarto, sintió que pisó algo viscoso, se agachó para inspeccionar de qué se trataba, era algo rojo y casi metió la cara en el líquido para poder ver bien, pasó los dedos por la sustancia y su sospecha se vio confirmada, era sangre.
  • 10. Angie gritó tres veces desesperada al dirigir la vista hasta donde estaban los cadáveres de sus amigas, los padres de Angie despertaron de golpe y se levantaron, pero al tocar el suelo sus cuerpos comenzaron a vibrar violentamente, los aparatos eléctricos emitieron extraños sonidos y chispearon, Angie subió corriendo las escaleras al cuarto de sus padres, abrió la puerta pero no avanzó al ver que el cuerpo de Tessey y Harold yacían sobre el suelo mojados y humeando, Jane había esparcido el agua sobre el suelo de la habitación, pero luego había puesto el extremo de una extensión eléctrica en el agua. Angie gritó con fuerzas, pretendía bajar para salir y pedir ayuda, pero antes de ejecutar la acción, sintió una fuerte punzada en la espalda, la chica cayó boca abajo, mientras permanecía en esa posición pensó de que se trataba todo, el fugitivo había entrado a su casa asesinando a todos y ahora le había propinado una apuñalada, no había escapatoria, no existía el modo de salir con vida de esa situación, Angie logró voltearse, su sorpresa no fue menos de cuando vio a todos muertos. Llorando hacía preguntas a quien pensó que era su amiga. – ¿Por qué? , ¿Por qué? ¡Maldita! ¡Responde! Pero Jane solo la miraba sin parpadear y sin responder a las preguntas. Angie observó que Jane tenía en su mano un pisapapeles cuadrado de hierro que se encontraba en su cuarto, y en la otra un picahielos. Mientras ella estaba en la cocina la asesina había subido a su recamara. La víctima restante solo se limitó a quedarse callada, nada podría sacarla de ahí, sino había ocurrido un milagro para sus padres y amigas menos habría una excepción para ella. Pero de pronto, vio en el fondo, cerca de la baranda de las escaleras un rostro, no lo distinguía muy bien, pero comenzó a gritarle pidiéndole ayuda, y tan pronto como lo hizo la persona desapareció y Jane se encimó sobre ella. La fuerza con la que la carnicera golpeaba la cabeza de Angie provenía de una furia injustificada, era más bien como si intentara romper el pisapapeles en la cabeza y no viceversa, la chica gritaba casi ahogándose con su saliva, intentaba moverse pero con cada golpe se desvanecía, el dolor en su cabeza era demasiado, sentía la sangre bajar hasta el piso, luego murió y su mirada se perdió en los ojos de Jane, sus pupilas se fueron abriendo como si quisieran tragarse a su amiga a la oscuridad y dejarla allí para siempre. La cabeza de Angie quedó como una tortilla, indudablemente irreconocible. El ternero había hecho mucho ruido, y eso la enfureció, así que cegada por la molestia que le causaba, cogió una roca y le hizo añicos la cabeza, a fin de cuentas era “un sueño”.
  • 11. Jane era la típica chica tonta popular de secundaria, de muchos amigos, de personalidad extrovertida pero de bajas calificaciones. Estaban todas reunidas en el comedor, Jane y su grupo de amigas hablaban sobre qué hacer el día de mañana, ya que era viernes y no solían simplemente permanecer en casa los fines de semana. Había varias propuestas, una mejor que otra, pero la más aceptada fue hacer una pijamada. Esta idea se le ocurrió a Angie ya que podrían quedarse desde esa noche hasta mañana e ir a una fiesta, porque en todos esos días transmitirían partidos de futbol y los chicos se reunirían a ver el juego, y cuando ellas quisieran follar, estos se negarían porque estarían más concentrados en el partido que en tirárselas y era más probable que tuvieran orgasmos con la televisión que con ellas. Y así pasaron la hora en el comedor, bromeando sobre ello y riendo como si estuvieran posicionadas en un trono sobre el planeta. La madre de Jane era muy cautelosa con su hija, era estricta con respecto a las salidas, así que era muy posible que la respuesta fuera negativa al momento de Jane pedirle autorización para asistir a la pijamada, no obstante, tenía un muy pequeño grado de esperanza en que su madre la dejaría ir. Eran ya las ocho de la noche, aún Jane no había dicho nada a su mamá, la sola idea le hacía sudar la manos y aceleraba los latidos del corazón, pero se armó de valor y se dirigió a ella con paso inseguro y tragando saliva. - Mamá –dijo acercándose al sillón donde se encontraba–, las chicas me han invitado a una pijamada, quería pedirte que por favor me dejaras ir. - Hija ya es muy tarde –respondió en tono suave –, es peligroso, mejor ven a ver la TV conmigo. - Debí suponer que buscarías una excusa, siempre es lo mismo, aunque fueran las seis no me habrías dado permiso, hubieras dicho que la casa de Angie iba a estar repleta de chicos desubicados –protestó Jane furiosa. - Lo hago porque me preocupas ¿Acaso crees que esto lo hago para hacerte la vida de cuadritos? - Si, mamá eso creo. - Hija yo...