La oración de santa Luisa de Marillac por el P. Corpus Juan Delgado CM
Homilia 3 Domingo Pascua - B
1. 3r domingo de Pascua Ciclo B
1
La resurrección del cuerpo
III domingo de Pascua
Mientras estaban hablando, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: La paz sea con
vosotros. Ellos, atónitos y atemorizados, creían ver un fantasma. Y Jesús les dijo: ¿Por qué os
alarmáis? Mirad mis manos y mis pies, soy yo en persona; palpad, y daos cuenta de que un
espíritu no tiene carne, ni huesos, como veis que yo tengo.
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como ellos aún no lo acabaran de creer, estando
fuera de sí de gozo y admiración, les dijo: ¿Tenéis aquí algo que comer? Ellos le presentaron un
pedazo de pescado asado. Lo tomó y comió en presencia de ellos.
Lc 24, 35-48
La paz sea con vosotros
Los discípulos de Emaús comentan a sus compañeros su experiencia del encuentro con el
resucitado y cómo lo han conocido en la fracción del pan, un gesto simbólico que evoca a la
Eucaristía. En ese momento, se les abren los ojos y reconocen a su Maestro. ¡Qué alegría tan
intensa deben sentir aquellos dos discípulos! Tanta, que regresan a toda velocidad, por el
camino de Emaús, para comunicar el encuentro con Jesús resucitado a sus compañeros.
Y en este contexto Jesús se presenta a todos sus discípulos. Lo hace con el shalom hebreo, que
significa: la paz sea con vosotros.
Jesús les da la paz porque sabe que la necesitan, sabe que están confusos y aturdidos. Tienen
miedo y creen ver un fantasma. Están desorientados y necesitan volver a creer en él. Necesitan
la paz de Cristo resucitado, la de su Maestro y amigo.
La resurrección del cuerpo
Jesús les pide que no se alarmen y quiere arrancar del corazón de sus discípulos toda duda. Les
enseña las manos y su costado para demostrar que es él y que ha resucitado. Los apóstoles
necesitan ver, sentir la corporalidad de Jesús. Necesitan tocarlo. No es un espectro. Ha
resucitado con el cuerpo.
Resucitar no significa desprenderse de su corporalidad. Su cuerpo ahora es glorioso. La
resurrección de la carne, como afirmamos en el Credo, forma parte del núcleo fundamental de
nuestra fe. Es la esencia del cristianismo, que nace con la resurrección de Cristo.
Las evidencias y los signos tangibles ayudan a los discípulos a disipar sus miedos y sus
vacilaciones. Jesús comprende que les cuesta creer y les pide algo de comida. Le ofrecen
pescado y él se sienta a comer delante de ellos.
El valor del ágape
Comer juntos es algo más que alimentarse. Compartir una comida significa conocer al otro más
de cerca, entrar en su realidad, en su vida, sintonizando compartiendo un mismo espacio y un
ambiente cálido de amistad y compañía. La esperanza crece en el corazón de los amigos.
Comer juntos es un signo de sincera apertura del corazón al otro. Este es el significado más
profundo de la comensalidad. Los discípulos, reunidos de nuevo junto a su maestro, participan
de un signo muy claro de su presencia.
2. 3r domingo de Pascua Ciclo B
2
El cumplimiento de las escrituras
Por fin reconocen a Jesús como Mesías. Con una buena catequesis, Jesús les va explicando el
sentido de aquellos pasajes de las Sagradas Escrituras que hacen referencia a él y a su
resurrección. Es entonces cuando se les abren los ojos y el entendimiento. Ahora comprenden
la misión de Jesús, la finalidad de su ministerio y lo más importante de su vida, el misterio de la
resurrección. La fe cristiana no se entendería sin la resurrección de Jesús. Sobre este
fundamento nace la Iglesia misionera, con su misión expresa de comunicar al Cristo viviente a
todo el mundo.
Joaquín Iglesias
jiglesias@arsis.org