2. Dios no abandona a sus criaturas. El mundo, está
continuamente mantenido en la existencia por su creador,
es un continuo crear; no podrían existir ni actuar sin el
permanente sostén de la acción divina.
Dios no abandona a sus criaturas. El mundo, está
continuamente mantenido en la existencia por su creador,
es un continuo crear; no podrían existir ni actuar sin el
permanente sostén de la acción divina.
Este mundo es limitado y contingente y si
existe es porque en todo momento está
recibiendo de Dios el ser que tiene.
Las criaturas dependen de Dios en todo su ser,
a Dios se le llama causa primera; las criaturas
son, causas segundas, transforman lo que ya
existe, su existencia y actividad presuponen la
acción de Dios.
3. La creación es continua
Entre la creación inicial y la creación nueva se sitúa la
“creación continua”; la acción creadora no fue algo
puntual y no deja de ser contingente una vez que
empieza a existir.
La absoluta dependencia es una continuación de la
acción inicial.
La contingencia en el comienzo exige la acción
creadora de Dios, y requiere par existir el influjo de
Dios.
La creación ha de ser, acción conservadora y gobierno
de las criaturas.
La creación continua comprende la acción divina que
conserva y mantiene lo creado.
Hay una conjunción entre el actuar de Dios con el
actuar de sus criaturas y el plan salvífico de Dios que
orienta y gobierna los destinos del mundo hacia su
cumplimiento pleno y definitivo.
4. Dios actúa en el amor de sus criaturas
• Dios conserva el mundo actuando juntamente con sus
criaturas, que lo crea todo y los sostiene todo.
• La doctrina afirma, que todo depende de Dios y que la
realidad creada, se hizo en camino y progreso hacia una
perfección última, destinada por Dios desde sus inicios.
• Dios es la suprema autoridad que llena de solicitud por
sus criaturas y sobre todo por el hombre.
• Dios se sirve de las causas segundas para actuar en el
mundo y gobernar la creación, tiene cuidado de todo.
• La evolución de las especies y otros procesos naturales son
perfectamente compatibles con la doctrina de la creación.
Dios concede a los hombres el ser causas inteligentes y
libres para completar la obra de la creación y puedan ser
partícipes así en su divina providencia.
• Divina providencia son las disposiciones como Dios
conduce la obra de su creación hacia la perfección.
5. Con demasiada frecuencia consideramos que Dios y a
las criaturas como si fueran la causas que compiten.
Existe una co-rrealización, por la cual, cada acción – la
de Dios y la de la criatura se ejerce en planos
diferentes.
La acción es toda de Dios y todo del hombre, que no
pierde su libertad por el hecho de la acción divina.
La libertad divina es causa de la libertad humana, los
actos libres del hombre están abarcados por el actuar
providente y libre de Dios.
Dios es quien ayuda al hombre para que pueda obrar en
libertad y con plena responsabilidad.
Creación y legítima autonomía de las cosas creadas
El progreso y la ciencia introducen en la mentalidad del
hombre de hoy un temor a que sufra y se vea
disminuida la autonomía del hombre, la sociedad o de
la ciencia.
6. El mal es una realidad multiforme, comporta
culpabilidad, depende del correcto o incorrecto uso de
la libertad humana.
El mal moral es siempre un mal de naturaleza
espiritual, no incluye necesariamente y de modo directo
la voluntad del hombre. Estas formas de mal, son la
vejez o la enfermedad, como situaciones propias de un
hombre limitado, material y caduco.
El sufrimiento nace en el hombre, solo él es capaz de
interiorizar el sufrimiento; un sufrimiento sin culpa
desencadena en el hombre interrogantes que a veces se
convierten en denuncia, desafío o incluso rechazo de Dios.
La presencia del mal y del dolor en el mundo, es una
dificultad para aceptar y creer en la providencia divina.
7. El mal físico en general, en especial la muerte, está
siempre subordinado al bien.
Dios puede “permitir” el mal en el orden físico, en
realidad forma parte de la esencia de las criaturas.
Dios no ha creado la muerte, pero la permite con
miras al bien global del cosmos material y de la
resurrección del hombre.
El mal moral, deriva del pecado y de la culpa humana.
Dios no lo quiere, pero lo permite, porque no puede ir
contra la libertad humana con la que él mismo dotó al
hombre creado.
Esta libertad es indispensable para la plenitud del bien
que Dios quiere realizar en la creación. Es mucho
importante y fundamental.
El actuar providente de Dios “tolera” y “permite” el
mal en vista de un bien mayor.
El mal moral entra en la creación continua por la
acción de la providencia.
8. Dios no es el autor del mal moral; el pecado es un acto que carece de
ordenación recta hacia el bien, no depende de Dios, sino del desorden que el
hombre introduce en sus acciones.
Dios es conservador de todo lo creado. Conserva
actuando juntamente con las cosas; la palabra sigue
actuando en la conservación del mundo.
El amor de Dios por sus criaturas no es un amor
estático. La experiencia de Dios que vive el pueblo
de Israel le lleva a descubrir a Yahvé, como el
Señor de la historia, solo él conduce la historia y los
destinos de los pueblos hacia la plenitud del plan
salvífico.
El actuar providente de Dios afecta además a cada
hombre.
9. La providencia divina conduce hacia la nueva creación
La providencia es intraterrena, tiende hacia el más
allá, con una proyección de futuro.
La dimensión escatológica de la providencia, ayuda
a enjuiciar los acontecimientos a la luz del plan
salvífico de Dios.
.
Toda la creación camina hacia Cristo glorioso y
resucitado como centro del mundo y de la historia. No
puede estar concluida hasta que se plasme en la parusía
y se cumpla el plan de salvación.
La creación es un misterio in fieri, expresa la fidelidad
de Dios a su propia obra creadora y todo se conduce
hacia la plenitud de la promesa.
10. El cosmos no es una realidad estática y cerrada en sí misma,
tiene dispuesto un itinerario de crecimiento. Dios lo ha
querido abierto hacia un designio para que alcance la
plenitud que no tiene.
La creación por tanto ha de verse a la luz de la que está
llamada a ser, cuando se vea libre de la esclavitud del
pecado.
En la “parusía” será la última y definitiva transformación
del cosmos, no será algo separado de Dios, este cosmos será
“la ciudad de Dios”.
La providencia divina es tarea del hombre
La providencia nos hace creer con certeza que Dios nos
concederá lo que más nos conviene, también los males
entran en la acción providente de Dios, porque nos pueden
conducir al fin que él quiere.
11. Las infidelidades del hombre no pueden impedir que se
realice el plan salvífico de Dios.
Sin embargo puede encontrar una doble respuesta en el
corazón del hombre, acoge y se confía a Dios o teme y duda
abandonarse . Puede llegar a cuestionar su providencia,
acosado por el dolor o el sufrimiento, llegar a dudar de Dios
como Padre.
La visión materialista de la cosas niega la existencia de Dios
cuando explica todo desde la autosuficiencia de la propia
materia.
La verdad de la providencia divina comporta una clara
afirmación y garantía de la libertad del hombre en el cosmos y
de su soberanía sobre la creación recibida de Dios.
La providencia y la solicitud divina requiere de una actitud de fe y
de confianza en Dios; lo bueno y lo malo, confluyen a nuestro bien
salvífico. Creer en la providencia es creer que se cumplirá el plan
salvífico de Dios en la historia y en mi vida. Es una tarea para el
hombre, Dios no lo hace todo.