1. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Penitencia es un sacramento de la Nueva Ley instituida por Cristo donde
es otorgado perdón por los pecados cometidos luego del bautismo a
través de la absolución del sacerdote a aquellos que con verdadero
lamento confiesan sus pecados y prometen dar satisfacción por los
mismos. Es llamado un “sacramento” y no una simple función o ceremonia
porque es un signo interno instituido por Cristo para impartir gracia al
alma. Como signo externo comprende las acciones del penitente al
presentarse al sacerdote y acusarse de sus pecados, y las acciones del
sacerdote al pronunciar la absolución e imponer la satisfacción. Todo
este procedimiento es usualmente llamado, por una de sus partes,
“confesión” y se dice que ocurre en el “tribunal de penitencias”, porque
es un proceso judicial en el cual el penitente es al mismo tiempo
acusador, la persona acusada y el testigo, mientras que el sacerdote
pronuncia el juicio y la sentencia. La gracia conferida es la liberación de
la culpa del pecado y, en el caso del pecado mortal, de su castigo eterno;
por lo tanto, también reconciliación con Dios, justificación. Finalmente, la
confesión no es realizada en el secreto del corazón del penitente
tampoco a un seglar como amigo y defensor, tampoco a un representante
de la autoridad humana, sino a un sacerdote debidamente ordenado con
la jurisdicción requerida y con el “poder de llaves” es decir, el poder de
perdonar pecados que Cristo otorgó a Su Iglesia. A través de
explicaciones más exhaustivas, es necesario corregir ciertos puntos de
vista errados en relación a este sacramento el cual no sólo no
representan fielmente la actual práctica de la Iglesia sino que además
lleva a una falsa interpretación de la declaración teológica y la evidencia
histórica. Por todo lo dicho, debemos aclarar:
· La penitencia no es una mera invención humana inventada por la Iglesia
para asegurar su poder sobre las conciencias o para aliviar la tensión
emocional de las almas atribuladas; es el medio ordinario establecido por
Cristo para el perdón de los pecados. El hombre es sin dudas, libre de
obedecer o desobedecer, pero una vez que ha pecado, debe buscar el
perdón no bajo condiciones de su propia elección sino sobre aquellos que
2. Dios ha determinado, y estos para el cristiano están sintetizados en el
Sacramento de Penitencia.
· Ningún católico cree que un sacerdote es simplemente un hombre
individual, sin embargo pío o aprendido, tiene poder para perdonar los
pecados. Este poder pertenece sólo a Dios; pero El puede y de hecho
ejercita su poder a través de la administración de los hombres. Dado que
El ha considerado adecuado ejercitarlo por medio de este sacramento,
no se puede decir que la Iglesia o sus sacerdotes interfieren entre el
alma y Dios; por el contrario, la penitencia es la remisión del único
obstáculo que mantiene al alma alejada de Dios.
· No es verdad que para el católico el mero “relatar los pecados propios”
es suficiente para obtener el perdón. Sin un sincero lamento y propósito
de enmienda la confesión no sirve para nada, el pronunciamiento de la
absolución no tiene efecto y la culpa del pecador es aún mayor que antes.
· Dado que este sacramento en tanto dispensa de la Divina misericordia,
facilita el perdón de los pecados, no significa que hace al pecado menos
odioso o sus consecuencias menos terribles a la mente Cristiana; implica
mucho menos permiso para cometer el pecado en el futuro. Al pagar
deudas ordinarias por ejemplo en cuotas mensuales, la intención de
contraer nuevas deudas con el mismo acreedor es perfectamente
legítimo; una intención similar por parte de quien confiesa sus pecados no
sólo estaría mal en sí mismo, sino que anularía el sacramento e impide el
perdón de los pecados allí confesados.
· Suficientemente extraño, se escucha a menudo el cargo opuesto, es
decir, que la confesión del pecado es intolerable y duro y por lo tanto
ajeno al espíritu de la Cristiandad y el cuidado tierno de su Fundador.
Pero esta visión, en primer lugar, no considera el hecho que Cristo,
aunque es piadoso es también justo y exigente. Más aún, aunque la
confesión pueda ser dolorosa o humillante es una pena liviana por la
violación de la Ley de Dios. Finalmente, aquellos que están preocupados
de su salvación no consideran la penalidad demasiado grande si ellos
pueden recuperar la amistad de Dios.
3. Ambas acusaciones, de gran indulgencia como de gran severidad,
proceden, por regla general, de quienes no tienen experiencia con el
sacramento y solo tienen ideas vagas de lo que enseña la Iglesia o del
poder de perdonar pecados que la Iglesia recibió de Cristo
4. LA VIGILIA PASCUAL
Comienza la Noche Santa, la Vigilia Pascual, que según una antiquísima
tradición, es una noche de vela en honor del Señor, sólo en la noche del
Sábado Santo. La celebración de esta Vigilia se desarrolla de la siguiente
manera: después de un breve lucernario o liturgia de la luz, la Santa
Iglesia, llena de fe en la Palabra y promesas del Señor, contempla las
maravillas de Dios, las que realizó desde el principio en favor de su
pueblo, desde la creación del mundo hasta la resurrección de Cristo.
Toda la celebración de la Vigilia pascual debe hacerse durante la noche,
sin comenzar antes del inicio de la noche ni terminar después del alba del
domingo. Los fieles que participan en la Misa de Vigilia pueden comulgar
de nuevo en otra misa del Día de Pascua.
La celebración de la Vigilia Pascual tiene cuatro partes:
1. Lucernario o Solemne Comienzo de la Vigilia. Bendición del Fuego
Nuevo y preparación del Cirio Pascual, Pregón Pascual.
2. Liturgia de la Palabra. Se proponen siete lecturas del Antiguo
Testamento y dos del Nuevo Testamento.
3. Liturgia Bautismal. Bendición de la Fuente Bautismal, Agua Bautismal
y/o Bendición del Agua Común. Bautismo de los Catecúmenos y/o
renovación de las promesas bautismales de los fieles.
4. Liturgia Eucarística.
5. ASIGNACIÓN DE RELIGION
ALUMNO: Sergio Daniel Tapia Salas
PROFESOR: Luis Enrique Medina Kanaquiri
COLEGIO: Claret
AÑO: 5to
SECCIÓN: ¨A¨
N° ORDEN: 24
AREQUIPA-PERÚ
6. FRANKLIN D. ROOSEVELT
Miembro del Partido Demócrata y de la Logia "George Washington" de
masones, inició su carrera política desde muy joven al ganar una curul en el
Senado del Estado de Nueva York y luego pasó a desempeñarse como
Secretario de Marina. Formó así parte del comité conjunto que constituye la
denominada Secretaría de Defensa de Estados Unidos. Desde este cargo
asumió -de facto- todas las funciones, ejerciendo una supremacía respecto a la
rama de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, llamada como la Armada de
los Estados Unidos. De tal modo tuvo influencia directa sobre los Marines, la
Guardia Costera y en general, sobre muchas otras funciones dentro de la
Secretaría de Defensa. A tal grado, que durante todo su mandato, él ejerció
amplias facultades al respecto, por encima del Secretario de la Defensa de
entonces. Este cumplía apenas con las formalidades y protocolos del caso.
Su brillante carrera política se vio interrumpida por su padecimiento de polio
que le significó una parálisis parcial. A consecuencia del mal, Roosevelt se
apartó de la escena pública por un tiempo, siendo para muchos este el fin de
una magnífica actuación, e inclusive, la gran mayoría de los epígonos de la
política estadounidense dieron por sentado que el rutilante heredero de la
Dinastía Roosevelt no volvería jamás a la política.
La creencia de que no volvería a la política se vio desmentida cuando un
renovado (aunque aún afectado por la polio) Roosevelt salió de su retiro para
postularse al cargo de Gobernador de Nueva York, ganando la elección con un
impresionante éxito, luego de lo cual buscó la nominación demócrata en 1932
para la Presidencia de los Estados Unidos, obteniéndola con bastante facilidad
y lanzando así su candidatura.
Su campaña resultó un éxito y Roosevelt fue electo presidente, cargo para el
cual se postularía nuevamente en 1936, 1940 y 1944, ganando en todas ellas,
ejerciendo así la presidencia durante un período seguido de más de 12 años,
que habrían sido 16 si no fuese por su repentina muerte, el 12 de abril de 1945,
durante el primer año de su último mandato, falleciendo sobre su escritorio,
mientras trabajaba.
7. LÓSIF STALIN
Fue un militante activo y perseguido hasta el triunfo de la Revolución
bolchevique de 1917, época de la que procede su sobrenombre de Stalin
(«hombre de acero»). La lealtad a Lenin y la falta de ideas propias le
permitieron ascender en la burocracia del partido (rebautizado como Partido
Comunista), hasta llegar a secretario general en 1922.
Stalin gobernó la Unión Soviética de forma tiránica desde los años treinta
hasta su muerte, implantando el régimen más totalitario que haya existido
jamás; pero también hay que atribuirle a él la realización del proyecto
socioeconómico comunista en Rusia, la extensión de su modelo a otros países
vecinos y la conversión de la URSS en una gran potencia.
Radicalizando las tendencias autoritarias presentes entre los bolcheviques
desde la Revolución, acabó de eliminar del proyecto marxista-leninista todo
rastro de ideas democráticas o emancipadoras: anuló todas las libertades, negó
el más mínimo pluralismo y aterrorizó a la población instaurando un régimen
policial. Dispuesto a eliminar no sólo a los discrepantes o sospechosos, sino a
todo aquel que pudiera poseer algún prestigio o influencia propia, lanzó
sucesivas purgas contra sus compañeros comunistas, que diezmaron el partido,
eliminando a la plana mayor de la Revolución.
Con la misma violencia impuso la colectivización forzosa de la agricultura, hizo
exterminar o trasladar a pueblos enteros como castigo o para solucionar
problemas de minorías nacionales, y sometió todo el sistema productivo a la
estricta disciplina de una planificación central obligatoria. Con inmensas
pérdidas humanas consiguió, sin embargo, un crecimiento económico
espectacular, mediante los planes quinquenales: en ellos se daba prioridad a una
industrialización acelerada, basada en el desarrollo de los sectores energéticos
y la industria pesada, a costa de sacrificar el bienestar de la población
(sometida a durísimas condiciones de trabajo y a grandes privaciones en
materia de consumo).
La represión impedía que se expresara el malestar de la población, apenas
compensada con la mejora de los servicios estatales de transporte, sanidad y
educación. A este precio consiguió Stalin convertir a la Unión Soviética en una
gran potencia, capaz de ganar la Segunda Guerra Mundial (1939-45) y de
compartir la hegemonía con los Estados Unidos en el orden bipolar posterior
8. WINSTON CHURCHILL
Nació el 30 de noviembre de 1874 en el palacio de Blenheim, por aquel
entonces propiedad de su abuelo, séptimo duque de Marlborough. Su padre era
lord Randolph Churchill y su madre una joven norteamericana de deslumbrante
belleza llamada Jennie Jerome. No hay duda de que en sus primeros años
conoció la felicidad, pues en su autobiografía evoca con ternura los días
pasados bajo la sombra protectora de su madre, que además de hermosa era
culta, inteligente y sensible.
Quizás por ello, al ser internado por su padre en un costoso colegio de Ascot,
el niño reaccionó con rebeldía; estar lejos del hogar le resultaba insoportable,
y Winston expresó su protesta oponiéndose a todo lo que fuese estudiar.
Frecuentemente fue castigado y sus notas se contaron siempre entre las
peores. Cuando en 1888 ingresó en la famosa escuela de Harrow, el futuro
primer ministro fue incluido en la clase de los alumnos más retrasados. Uno de
sus maestros diría de él: "No era un muchacho fácil de manejar. Cierto que su
inteligencia era brillante, pero sólo estudiaba cuando quería y con los
profesores que merecían su aprobación."
Churchill fracasó dos veces consecutivas en los exámenes de ingreso en la
Academia Militar de Sandhurst. Sin embargo, una vez entró en la institución,
se operó en él un cambio radical. Su proverbial testarudez, su resolución y su
espíritu indomable no lo abandonaron, pero la costumbre de disentir
caprichosamente de todo comenzó a desaparecer. Trabajaba con empeño, era
aplicado y serio en las clases y muy pronto se destacó entre los alumnos de su
nivel.
Poco después se incorporó al Cuarto de Húsares, regimiento de caballería
reputado como uno de los mejores del ejército. Estuvo, en 1895, en la guerra
de Cuba, y combatió en la India (1898) y el Sudán (1899); en los campos de
batalla aprendió sobre el arte de la guerra todo cuanto no había encontrado en
los libros, especialmente cuestiones prácticas de estrategia que más tarde le
servirían para hacer frente a los enemigos de Inglaterra
9. HARRY TRUMAN
El prestigio alcanzado hizo que el partido le presentara como candidato a
vicepresidente en las elecciones de 1944. Ejerció, pues, como vicepresidente
de Franklin D. Roosevelt, hasta que el fallecimiento de éste le convirtió
automáticamente en presidente (1945). En 1948 obtuvo la reelección para un
segundo mandato, que ejerció en 1949-53.
Truman mantuvo la continuidad con la política de Roosevelt, consolidando los
avances del New Deal con un programa de profundización en la democracia
económica y social (el Fair Deal). No obstante, no pudo impedir que el Congreso
aprobara la Ley Taft-Harley, que limitaba el derecho de huelga y arrebataba a
los sindicatos el monopolio de la representación de los trabajadores (1947).
Tampoco pudo evitar que el clima internacional de la «guerra fría» se
contagiara al interior de la sociedad americana, produciendo una especie de
sicosis anticomunista: bajo la inspiración del senador Joseph McCarthy, el
Congreso lanzó una verdadera «caza de brujas» contra supuestos infiltrados
comunistas en la Administración, el ejército y el mundo de la cultura; en el
mismo sentido iban la Ley MacCarran-Nixon de 1950 (que permitía el registro
de las organizaciones izquierdistas) y la Ley MacCarran-Walter de 1952 (que
imponía restricciones a la inmigración).
Truman se inició en la política exterior asistiendo a las conferencias que
trataron de organizar el orden internacional de la posguerra (Conferencias de
Postdam y San Francisco, 1945). Enseguida descubrió las ambiciones de poder
de Stalin y adoptó una postura firme para impedir el expansionismo soviético;
la doctrina Truman, basada en contener a la URSS mediante ayudas económicas
y militares a los gobiernos amigos, daría lugar a un largo periodo de «guerra
fría»; es decir: una bipolarización de la política mundial entre los Estados
Unidos y la Unión Soviética, en continua tensión, pero sin llegar a enfrentarse
en guerra abierta.
10. GEORGE MARSHAL
Nació el 31 de diciembre de 1880 en Uniontown (Pennsylvania).
Cursó estudios en el Virginia Military Institute. Ascendido a alférez de
infantería en 1901, sirvió en las islas Filipinasde 1902 a 1903. En la I Guerra
Mundial sirvió en el Estado Mayor del I Ejército estadounidense en Francia.
Coronel en 1918, participó en las ofensivas de Saint Mihiel y del Argonne. De
1919 a 1924 es ayudante del comandante general estadounidense John
Pershing.
Fue profesor en varias academias y organizaciones del ejército hasta 1936, año
en que fue ascendido al grado de general de brigada. En 1939, fue nombrado
jefe del Estado Mayor del ejército de Estados Unidos con el grado de general.
Dirigió los preparativos bélicos y tras la entrada del país en la II Guerra
Mundial, en diciembre de 1941, se convirtió en uno de los principales
responsables del adiestramiento y despliegue de las tropas estadounidenses.
Como uno de los principales asesores estratégicos del presidente Franklin
Delano Roosevelt, participó en las conferencias de Casablanca, Quebec,
Teherán, Yalta y Potsdam. En el año 1944 fue ascendido al grado de capitán
general. Cuando se retiró, en 1945, el presidente Harry S. Truman le comisionó
en un viaje de conciliación a China, con la categoría de embajador.
En 1947 sucedió a James Francis Byrnes como secretario de Estado de
Estados Unidos, e inició el Programa de Reconstrucción Europea también
denominado Plan Marshall, por el cual Estados Unidos se comprometió a
financiar la ayuda económica necesaria para reforzar los elementos
anticomunistas en los países de Europa occidental. Fue secretario de Defensa
en 1950-1951.
Galardonado con el Premio Nobel de la Paz de 1953 por su contribución a la
recuperación europea.
George Marshall falleció el 16 de octubre de 1959 en la ciudad de Washington.
11. NIKITA KRUSCHEV
Desde este último cargo se esforzó por reducir el nacionalismo ucraniano;
organizó la anexión de los territorios ganados por Ucrania en virtud del
reparto de Polonia entre la Alemania nazi y la Unión Soviética; y dirigió la
resistencia contra la invasión alemana en el curso de la Segunda Guerra
Mundial (se distinguió especialmente en la batalla de Stalingrado). Sobrevivió a
todas las purgas de la época, haciendo gala de un gran celo estalinista. En 1949
regresó a Moscú, donde empezó a destacar como especialista en cuestiones
agrícolas en el Comité Central.
Al morir Stalin en 1953, Jruschov fue elegido primer secretario del Partido
Comunista de la Unión Soviética, compartiendo el poder con una dirección
colegiada del Presídium del partido. Paulatinamente, Jruschov se erigió en líder
de una corriente renovadora, dispuesta a romper con el pasado estalinista:
primero se deshizo del ministro del Interior Beria, que representaba la
pervivencia del estalinismo; la mala marcha de la economía le permitió apartar
también a su rival, el primer ministro Malenkov (1955); la dimisión del nuevo
primer ministro, Bulganin, en 1958, permitió por fin a Jruschov concentrar
personalmente la dirección del Estado y del partido.
Jruschov orientó la política soviética en un sentido liberalizador, pero
manteniéndose dentro de la ortodoxia comunista y de la dictadura de partido
único. Así, aunque impulsó la reconciliación con la Yugoslavia de Tito, no dudó en
intervenir militarmente para aplastar la revuelta anticomunista de Hungría
(1956) y rompió con la China de Mao (1961). Aunque acuñó la doctrina de la
«coexistencia pacífica» con el bloque occidental, las relaciones con Estados
Unidos incluso empeoraron, a raíz de la construcción del Muro de Berlín (1961)
y del intento de instalar misiles en Cuba (1962).
12. MIJAIL GORBACHOV
La llegada de Gorbachov al poder suponía no sólo una renovación generacional,
sino también una esperanza de renovación política: Gorbachov encarnaba la
corriente reformista que proponía una apertura liberalizadora para sacar a la
URSS del estancamiento económico, político y cultural en el que había quedado
sumida desde la época de Brezhnev. Gorbachov no defraudó esas expectativas,
pues desde 1990 puso en marcha un programa político extremadamente audaz
que no sólo acabaría con la dictadura comunista en la URSS, sino con la propia
existencia de aquel Estado, transformando así profundamente el escenario
internacional.
Dicho programa, sin embargo, era obra de un comunista convencido, deseoso de
reforzar y perfeccionar el régimen socialista mediante la trasparencia
(glasnost) y la reestructuración (perestroika). La glasnost se produjo primero y
con más facilidad: Gorbachov implantó una mayor trasparencia informativa,
acabó con la represión hacia los disidentes, desmontó el Estado policial y la
censura de prensa, restauró cierta libertad de expresión y reconoció
públicamente los crímenes y los errores cometidos en el pasado por el partido y
por el Estado soviético. Con todo ello se ganó el apoyo de los gobiernos y de la
opinión pública occidental.
Esta acogida no es de extrañar, dado que Gorbachov practicó una política
exterior pacifista, llevando de hecho a la URSS a renunciar a su papel de gran
potencia mundial, con tal de reducir así los pesados gastos militares que apenas
podía soportar la debilitada economía del país (tratado de desarme pactado con
los Estados Unidos de Reagan en 1987; retirada de Afganistán en 1989). La
retirada del ejército soviético condujo a procesos más o menos revolucionarios
que acabaron con los regímenes comunistas en Europa central y oriental,
abriendo el camino para la reunificación de Alemania (1990).