2. MURILLO, Bartolomé Esteban
Retorno del hijo pródigo
1667-70
National Gallery of Art,
Washington
En la
confesión,
Jesús
perdona por
medio del
sacerdote
25
3. Compendio del Catecismo
297. ¿Por qué hay un
sacramento de la
Reconciliación después del
Bautismo?
1425-1426
1484
Puesto que la vida nueva de la
gracia, recibida en el Bautismo,
no suprimió la debilidad de la
naturaleza humana ni la
inclinación al pecado (esto es,
la concupiscencia), Cristo
instituyó este sacramento para
la conversión de los bautizados
que se han alejado de Él por el
pecado.
4. Introducción
ONTHORST, Gerrit van
El hijo pródigo
1622
Alte Pinakothek, Munich
Una de las páginas más conmovedoras del Evangelio es la parábola del hijo pródigo.
Eran dos hermanos y el menor decide abandonar la casa; se marchó a un país
lejano donde derrochó todo llevando mala vida. Hasta que un día sintió vergüenza
de su situación y decidió volver a casa para pedir perdón a su padre: "Padre, he
pecado contra el cielo y contra ti" (Lucas 15, 18). El padre, cuando lo vio venir salió a
su encuentro, se le echó al cuello y lo besó. Y mandó a los criados que preparasen
un banquete y una gran fiesta para celebrar el retorno del hijo pequeño.
Esta parábola nos puede ayudar a entender el sacramento de la Penitencia, que es
el sacramento de la misericordia de Dios.
5. Para que entendiéramos bien el
perdón de Dios, Jesús contaba a sus
amigos la parábola del hijo pródigo
6. Un hombre tenía dos hijos; el pequeño le
dijo un día: “padre, dame mi parte de la
herencia”. Y se fue.
7. Emigró a un país lejano, y allí gastó toda
su fortuna viviendo de mala manera.
8. Cuando lo gastó todo, no tuvo más
remedio que ponerse a cuidar cerdos.
Entonces se acordó de
su padre y decidió:
“volveré a casa de mi
padre”
Y volvió arrepentido
9. Su padre le vio regresar y le abrazó y le
llenó de besos.
Él le dijo: “Padre, he pecado contra el
cielo y contra ti”.
Y el padre celebró una fiesta
11. 1. Los sacramentos de la curación
Hemos estudiado los
sacramentos de la iniciación
cristiana: Bautismo, Confirmación
y Eucaristía, que otorgan la vida
nueva en Cristo. Pero, a pesar de
tanta gracia, el hombre es débil,
puede pecar, y arrastra las
miserias del pecado.
Cristo quiso que en la Iglesia
hubiese un remedio para esas
necesidades, y lo encontramos
en los sacramentos de la
Penitencia y de la Unción de
enfermos, llamados sacramentos
de curación porque curan la
debilidad y perdonan los pecados.
12. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
224. ¿Por
qué nos ha dado Cristo el sacramento de la
Penitencia y la Unción de los enfermos?
El amor de Cristo se muestra en que busca a
quienes están perdidos y cura a los
enfermos. Por eso se nos dan los
SACRAMENTOS de la curación y
restauración, en los que nos vemos
liberados del pecado y confortados en la
debilidad corporal y espiritual. [1420-1421]
67
12
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
13. PENITENCIA, 1
PRIMERA Y SEGUNDA CONVERSIÓN
CCE 1427: “Jesús llama a la conversión (...). El bautismo
1427
es el lugar principal de la conversión primera y fundamen-
tal. Por la fe en la Buena Nueva y por el bautismo se renun-
cia al mal y se alcanza la salvación, es decir, la remisión de
todos los pecados y el don de la vida nueva”.
Lumen gentium 8: “La llamada de Cristo a la conversión
8
sigue resonando en la vida de los cristianos. Esta segunda
conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia
que recibe en su propio seno a los pecadores y que siendo
santa al mismo tiempo que necesitada de purificación cons-
tante, busca sin cesar la penitencia y la renovación”.
14. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
225. ¿Qué
nombres hay para el sacramento de la
Penitencia?
El sacramento de la Penitencia se denomina
también SACRAMENTO de la
reconciliación, del perdón, de la conversión
y de la confesión. [1422-1424,1486]
14
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
15. Penitencia
Reconciliación
Muchos
Confesión nombres para
este
Conversión sacramento
Sacramento de la
alegría
16. 2. Para salvarse, hay que arrepentirse de los pecados
No hay salvación posible sin el arrepentimiento de los pecados. Así lo
dice Jesucristo: "Si no hacéis penitencia, todos igualmente pereceréis"
(Lucas 13,3).
Antes de venir Jesucristo los hombres no tenían seguridad de haber
obtenido el perdón de sus pecados. La seguridad nos la trajo Él, que
podía decir: "Tus pecados te son perdonados" (Mateo 9,2).
17. El pecado, una realidad que
molesta
• Intentamos justificarnos
• Nos fijamos en los defectos de los demás
• El que no vive como piensa acaba
pensando como vive
• Nada es pecado
18. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
226.Si ya tenemos el Bautismo, que nos reconcilia con Dios, ¿por
qué necesitamos entonces un sacramento específico de la
Reconciliación?
Si bien el Bautismo nos arranca del poder del pecado y
de la muerte y nos introduce en la nueva vida de los
hijos de Dios, no nos libra de la debilidad humana y
de la inclinación al pecado. Por eso necesitamos un
lugar en el que podamos reconciliarnos
continuamente de nuevo con Dios. Esto es la
confesión. [1425-1426]
Confesarse parece no estar de moda. Quizá sea difícil y al
principio cueste un gran esfuerzo. Pero es una de las
mayores gracias que podamos comenzar siempre de nuevo
en nuestra vida, realmente de nuevo: totalmente libres de
cargas y sin las hipotecas del pasado, acogidos en el amor y
equipados con una fuerza nueva. Dios es misericordioso, y
no desea nada más ardientemente que el que nosotros nos
acojamos a su misericordia. Quien se ha confesado abre 18
una nueva página en blanco en el libro de su vida. 67-70
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
19. Cuándo fue instituido este
sacramento
Desde el principio se presenta como el
cordero de Dios que quita el pecado del
mundo
Jesús perdonaba pecados
Muere para el perdón de los pecados
La tarde de Pascua: Jesús resucitado les
dice: Recibid el Espíritu Santo, a quienes
perdonéis los pecados les quedan
perdonados
20. 3. La institución del sacramento de la Penitencia para
perdonar los pecados
En la tarde del domingo
de Resurrección
Jesucristo instituyó el
sacramento de la
Penitencia, al decir a sus
discípulos: "Recibid el
Espíritu Santo; a quienes
les perdonéis los
pecados, les son
perdonados; a quienes se
Instituyó este sacramento a manera los retengáis, les son
de juicio, pero juicio de misericordia, retenidos" (Juan 20,22-
para que los Apóstoles y legítimos
sucesores pudiesen perdonar los
23).
pecados
21. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
¿Quién ha instituido el sacramento de la Penitencia?
227.
Jesús mismo instituyó el sacramento de la Penitencia
cuando el día de Pascua se apareció a los APÓSTOLES
y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo, a quienes les
perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a
quienes se los retengáis, les quedan retenidos». (Jn
20,220-23). [1439, 1485]
En ningún lugar ha expresado Jesús de forma más bella lo que
sucede en el sacramento de la Penitencia que en la parábola
del hijo pródigo: nos extraviamos, nos perdemos, no podemos
más. Pero Dios Padre nos espera con un deseo mayor e incluso
infinito; nos perdona cuando regresamos; nos acepta siempre,
perdona el pecado. Jesús mismo perdonó los pecados a muchas
personas; eso era más importante para él que hacer milagros.
Veía en ello el gran signo de la llegada del reino de Dios, en el
que todas las heridas serán sanadas y todas las lágrimas
serán enjugadas. El poder del Espíritu Santo, en el que Jesús
perdonaba los pecados, lo transmitió a sus APÓSTOLES.
Cuando nos dirigimos a un sacerdote y nos confesamos, nos
arrojamos a los brazos abiertos de nuestro Padre celestial.
314,524
21
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
22. INSTITUCION PENITENCIA, 3
I. Después de la resurrección: Jn 20, 21-23: “a quienes
resurrección
les perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes
se los retengáis, les son retenidos”.
Instituido a modo de juicio: poder de atar o desatar:
facultad de juzgar y de perdonar o no perdonar.
Por eso, el ministro ha de conocer la causa que
juzga: el penitente le debe dar a conocer sus
pecados y sus disposiciones mediante su confesión.
25. 4. Jesucristo mismo, por el sacerdote, es quien absuelve
Sólo el sacerdote -con potestad de
orden y facultad de ejercerla-
puede perdonar los pecados, pues
Jesucristo dio ese poder sólo a
ellos.
No se obtiene el perdón, por tanto,
diciendo los pecados a un amigo, o
directamente a Dios.
Además, en el momento de la
absolución es Cristo mismo quien
absuelve y perdona los pecados
por medio del sacerdote, ya que el
pecado es ofensa a Dios y sólo
Dios puede perdonarlo. El
sacerdote debe guardar -bajo
obligación gravísima- el sigilo
sacramental.
26. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
228. ¿Quién puede perdonar los pecados?
Sólo Dios puede perdonar los pecados. «Tus
pecados te son perdonados» (Mc 2,5) sólo lo
pudo decir Jesús porque él es el Hijo de Dios. Y
sólo porque Jesús les ha conferido este poder
pueden los PRESBÍTEROS perdonar los
pecados en nombre de Jesús. [1441-1442]
Hay quien dice: Esto lo arreglo yo directamente con Dios,
¡para eso no necesito ningún sacerdote! Pero Dios
quiere que sea de otra manera. Él nos conoce.
Hacemos trampas con respecto a nuestros pecados,
nos gusta echar tierra sobre ciertos asuntos. Por eso
Dios quiere que expresemos nuestros pecados y que
los confesemos cara a cara. Por eso es válido para los
sacerdotes: «A quienes les perdonéis los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos» (Jn 20,23). 26
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
27. 5. Efectos de este sacramento
Los efectos de este
sacramento son realmente
maravillosos:
la reconciliación con Dios;
la reconciliación con la
Iglesia;
la remisión de la pena
eterna contraída por los
pecados mortales y de las
penas temporales -al
menos en parte- según las
disposiciones;
la paz y la serenidad de la
GIAQUINTO, Corrado conciencia;
Justicia y paz
Museo del Prado, Madrid
los auxilios espirituales
para el combate cristiano,
evitando las recaídas en el
pecado.
28. EFECTOS PENITENCIA, 9
1 Puede perdonar todos los pecados, tanto mortales como
veniales.
Los veniales se pueden perdonar también con actos de
arrepentimiento fuera del sacramento + no se perdonan
ni siquiera con el sacramento aquellos de los cuales no
se está arrepentido.
2 Se infunde la gracia santificante, si se había perdido.
Por eso los pecados mortales se perdonan todos o ninguno.
Se perdona la pena eterna, pero no necesariamente toda la
temporal. También reviven los méritos si se habían perdido.
3 Gracia sacramental: ayuda para enfrentarse con éxito a las
tentaciones que versen sobre pecados análogos a los confesados.
29. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
239. ¿Quéefectos positivos tiene la confesión?
La confesión reconcilia al pecador con Dios y
con la Iglesia. [1468-1470. 1496]
El segundo después de la absolución es como ... una
ducha después de hacer deporte, el aire fresco
tras una tormenta de verano, el despertar en una
radiante mañana de verano, la ingravidez de un
submarinista ... En la palabra «reconciliación»
está contenido todo: estamos de nuevo en paz con
Dios.
29
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
30. 6. Necesidad de la Penitencia
El sacramento de la Penitencia es
completamente necesario para
aquéllos que después del bautismo
han cometido un pecado mortal. La
Iglesia enseña que hay obligación
de confesar los pecados mortales
al menos una vez al año, en
peligro de muerte, y si se ha de
comulgar.
Pero una cosa es la obligación y
otra muy distinta lo que conviene
hacer, si se quiere que aumente
nuestro amor a Dios: debemos
confesarnos a menudo y
confesarnos bien.
DE LA TOUR, Georges
San Jerónimo en penitencia
c.1630
National Museum, Estocolmo
31. NECESIDAD, 1
Recibirlo, o al menos la intención eficaz de recibirlo, es tan
necesario para todos los que han cometido un pecado mortal
después del bautismo como el mismo bautismo para los no
bautizados.
Por precepto divino, este sacramento obliga, de por sí, al
pecador en peligro inminente de muerte, y algunas veces
en la vida. Ocasionalmente obliga para recibir un sacra-
mento de vivos.
Por precepto eclesiástico, “todo fiel que haya llegado al
uso de razón está obligado a confesar fielmente sus pecados
graves al menos una vez al año” (CIC 989; CCE 1457).
989 1457
En sentido estricto, obliga si pecado mortal. Pero...
32. NECESIDAD, 2
“Quien tenga conciencia de hallarse
en pecado grave no celebre la misa ni
comulgue el cuerpo del Señor sin
acudir antes a la confesión sacramen-
tal, a no ser que concurra un motivo
grave y no haya posibilidad de
confesarse; y, en este caso, tenga
presente que está obligado a hacer
un acto de contrición perfecta, que
incluye el propósito de confesarse
cuanto antes” (CCE 1457).
1457
33. 7. Conveniencia de la confesión frecuente
La Iglesia recomienda vivamente la práctica de la confesión frecuente,
también de los pecados veniales.
De esta manera se aumenta el propio conocimiento; se crece en
humildad; se desarraigan las malas costumbres; se hace frente a la
tibieza y pereza espiritual; se purifica y forma la conciencia; nos ayudan
en nuestra vida interior, y aumenta la gracia en virtud del sacramento.
Para crecer en el amor a Dios es muy conveniente tener en mucha estima
la confesión: confesarse a menudo y bien.
34. Un propósito para avanzar
Debemos mostrar gran amor y
estima del sacramento de la
Penitencia.
Hacer el propósito de recibirlo
con frecuencia y bien
preparados.
35. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
230. ¿Qué es la penitencia?
La penitencia es la reparación de una
injusticia cometida. La penitencia no debe
darse sólo en la mente, sino que debe
expresarse en obras de misericordia y en el
compromiso con los demás. También con la
oración, el ayuno y la ayuda material y
espiritual a los pobres se hace penitencia.
[1434-1439]
Con frecuencia se entiende mal la penitencia. No
tiene nada que ver con maltratarse o con los
escrúpulos. La penitencia no es estar dando
vueltas sobre lo mala persona que soy. La
penitencia nos libera y nos anima a empezar de
nuevo.
35
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
36. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
234. ¿Cuándo hay obligación de confesar los pecados
graves? ¿Con qué frecuencia hay que confesarse?
Al llegar a la edad de la discreción hay
obligación de confesar los pecados graves.
La Iglesia manda que se haga al menos una
vez al año. En cualquier caso hay que
confesarse antes de recibir la sagrada
COMUNIÓN si se ha cometido algún
pecado grave. [1457]
Con la expresión «edad de la discreción» se refiere la
Iglesia a la edad en la que se ha llegado a usar la
razón y se ha aprendido a distinguir entre el bien
y el mal. 315-320
36
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
37. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
235. ¿Puede uno confesarse también cuando no se han
cometido pecados graves?
La confesión es también en esa ocasión el gran
regalo de la curación y de la unión más íntima
con el Señor, aunque estrictamente uno no
estuviera obligado a confesarse. [1458]
En muchos encuentros eclesiales como en las Jornadas
Mundiales de la Juventud, se ve a jóvenes que se
reconcilian con Dios. Cristianos que se toman en serio
el seguimiento de Jesús buscan la alegría que viene
de un nuevo comienzo radical con Dios. Incluso los
santos acudían regularmente a la confesión cuando
era posible. Lo necesitaban para crecer en la
humildad y en el amor y para dejarse tocar por la luz
sanadora de Dios hasta el último rincón del alma. 37
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
38. ESTRUCTURA DE ESTE SACRAMENTO, 1
Comprende dos elementos igualmente esenciales:
1. los actos del penitente: contrición, confesión
de los pecados y satisfacción.
Si no hay verdadero arrepentimiento
tampoco existe el sacramento.
Objeto sobre el que versan los actos
del penitente = los pecados cometidos
después del bautismo en cuanto se
detestan o se quieren destruir.
2. la acción de Dios por ministerio de la Iglesia.
39. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
231. ¿Cuáles
son los dos requisitos esenciales que se
deben dar en un cristiano para que se le perdonen
los pecados en el sacramento de la Penitencia?
Los requisitos para el perdón de los pecados
son la persona que se convierte y el
PRESBÍTERO, que, en nombre de Dios, le
concede la absolución de sus pecados.
[1448]
39
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
40. ESTRUCTURA DE ESTE SACRAMENTO, 2
Confesión de los pecados:
Necesario confesar todos los pecados mortales cometidos
después del bautismo y aún no manifestados en la confe-
sión ni perdonados por la absolución.
Se pueden confesar los pecados veniales cometidos
después del bautismo; y todos los pecados, tanto veniales
como mortales, posteriores al bautismo y ya absueltos.
41. ESTRUCTURA DE ESTE SACRAMENTO, 3
En cuanto al confesor:
Núcleo fundamental de la absolución: “Yo te absuelvo de
tus pecados, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo”.
La absolución debe: 1) ser oral, 2) darse al penitente estan-
do él presente, 3) ser condicionada sólo si hay razones
graves (duda de si penitente vivo o muerto, de si tiene su-
ficiente uso de razón, ...).
42. MINISTRO, 1
Para administrar válidamente, por
derecho divino se requiere la potestad
del orden sacerdotal y la jurisdicción
sobre el penitente.
La jurisdicción es necesaria debido
a la índole judicial del sacramento
de la penitencia, pues el juez sólo
puede juzgar a quien está bajo su
jurisdicción.
43. MINISTRO, 2
A Es el obispo quien faculta o concede licencias para oír
confesiones. En algunos casos, lo hace implícitamente
(canónigo penitenciario, párroco) porque estas licencias
van anejas al oficio.
B Quien tiene la facultad para una circunscripción eclesiás-
tica la tiene automáticamente para todo el mundo. PERO
el ordinario del lugar la puede limitar a los obispos foras-
teros (en cuanto a la licitud) y a los presbíteros (en cuanto
a la validez).
C Peligro de muerte del penitente: todo presbítero aunque
sin facultades y aún si está presente otro sacerdote que sí
las tenga.
44. MINISTRO, 3
Ya no hay “pecados reservados”, pero sí “penas eclesiás-
1 ticas”. Pueden ser un castigo para reparar el orden lesionado
y producir un saludable horror a aquel delito (degradación,
deposición de un cargo, etc.) y se levantan por dispensa, o
pueden ser medicinales para la corrección del que ha incurri-
do en ellas (censuras: excomunión, entredicho y suspensión)
y se levantan por absolución.
Absolución de excomuniones reservada al Sumo Pontífice:
2 1) profanación de la Eucaristía, 2) violencia física contra el
Papa, 3) ordenación de un obispo sin mandato pontificio,
4) violación del sigilo sacramental, 5) absolver al cómplice.
3 Peligro de muerte: cualquier sacerdote puede absolver de
todas las censuras y pecados.
45. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
237. ¿Hay pecados tan graves que no los pueda absolver un
sacerdote normal?
Hay pecados en los cuales el hombre se aparta
totalmente de Dios y, dada la gravedad especial
del acto, atrae sobre si la pena de
EXCOMUNIÓN. En caso de pecados
sancionados con excomunión, sólo puede
conceder la absolución el OBISPO o un
sacerdote que tenga este oficio especifico, e
incluso en algunos casos sólo el PAPA. En caso
de peligro de muerte todo SACERDOTE puede
absolver de cualquier pecado y de la
excomunión. [1463]
Un católico que, por ejemplo, presta una colaboración
imprescindible para un aborto que efectivamente se
realiza, se excluye automáticamente de los
sacramentos; la Iglesia sólo constata este estado. La
EXCOMUNIÓN tiene la intención de que el pecador
cambie de vida y vuelva al buen camino. 45
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
46. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
238. ¿Puede un sacerdote contar a otras personas algo
que haya conocido en la confesión?
No, de ningún modo. El secreto de confesión es
absoluto. Todo PRESBÍTERO quedaría
excomulgado si contara a otras personas
cualquier cosa que haya conocido en
confesión. Ni siquiera a la policía puede
decir o insinuar algo. (1467)
Quizá no haya nada que los PRESBÍTEROS
tomen más en serio que el secreto de confesión.
Hay sacerdotes que por ello han soportado
torturas y han llegado a morir. Por eso se puede
hablar abiertamente sin reservas y uno puede
confiarse con gran tranquilidad a un sacerdote,
cuya única tarea en ese momento es ser todo
46
«oídos de Dios».
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
47. VAN DYCK, Sir Antony
El penitente Pedro Apóstol
1617-1618
Hermitage, San Petesburgo
Nuestra
reconciliación
con Dios
33
48. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
¿Qué hace que un hombre esté dispuesto al
229.
arrepentimiento?
Desde el examen de la culpa personal surge el deseo de
mejorar; esto se llama arrepentimiento. Se produce
cuando vemos la contradicción entre el amor de
Dios y nuestro pecado. Entonces nos llenamos de
dolor por nuestros pecados; nos decidimos a cambiar
nuestra vida y ponemos toda nuestra confianza en el
auxilio de Dios. [1430-1433, 1490]
Con frecuencia se oculta la realidad del pecado. Algunos creen
incluso que contra los sentimientos de culpa sencillamente
sólo hay que tomar medidas psicológicas. Pero los
verdaderos sentimientos de culpa son importantes. Es
como en los coches: cuando el velocímetro señala que se ha
superado el límite de velocidad, no es culpable el
velocímetro, sino el conductor. Cuanto más nos acercamos
a Dios, que es todo luz, tanto más claramente salen a la luz
nuestras sombras. Pero Dios no es una luz que quema, sino
una luz que cura. Por eso el arrepentimiento nos impulsa a
avanzar hacia la luz en la que somos completamente
curados. 312 48
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
49. Compendio del Catecismo
303. ¿Cuáles son los actos
propios del penitente?
1450-1460
1487-1492
Los actos propios del penitente
son los siguientes: un diligente
examen de conciencia; la
contrición (o arrepentimiento), que
es perfecta cuando está motivada
por el amor a Dios, imperfecta
cuando se funda en otros motivos,
e incluye el propósito de no volver
a pecar; la confesión, que consiste
en la acusación de los pecados
hecha delante del sacerdote; la
satisfacción, es decir, el
cumplimiento de ciertos actos de
penitencia, que el propio confesor
impone al penitente para reparar el
daño causado por el pecado.
50. Introducción
Miedo, vergüenza, falta de
sinceridad..., son peligros a
evitar en la confesión. Si
somos conscientes de que es
Jesucristo mismo quien
perdona los pecados por medio
del sacerdote, superaremos
mejor esas actitudes que a
ciertos cristianos les retraen de
confesarse.
Baciccio
La piedad (María llorando a Cristo muerto)
1667
Galleria Nazionale d'Arte Antica, Roma
51. 1. Condiciones para una buena confesión
Para hacer una buena
confesión son necesarias cinco
cosas:
examen de conciencia,
dolor de los pecados,
propósito de enmienda,
decir los pecados al confesor
y cumplir la penitencia.
Hay que confesarse
procurando vivir bien estas
disposiciones, sin caer en la
rutina, ya que cada confesión
STOMER, Matthias (1600-1650)
es un encuentro personal con
El penitente San Pedro Jesucristo.
52. Lo primero reconocer
nuestro pecado
• Darnos cuenta de cuánto nos ama
Dios
• Ver que mi vida no se corresponde
con el plan de Dios y que le ofende a
Él y a los demás
• Esto se llama contricción
• Contricción: Perfecta motivada por
el amor de Dios
Lo primero es que Dios nos ama
53. En la Confesión hay algo
sensible y algo invisible
Lo sensible es la confesión,
acusarnos de nuestros
pecados, lo invisible es que se
nos perdonan los pecados
54. 5 cosas para confesarse bien
• Examen de • Decir los pecados al
conciencia confesor
• Dolor de los pecados • Cumplir la penitencia
• Propósito de
enmienda
55. Examen de conciencia,
recordar los
mandamientos
No es algo para fastidiar
Normas de uso para ser feliz
56. 7 mandamientos para los demás
Muchas veces los hemos visto como
una prohibición
Educar para la vida
Educar para el respeto
Educar para la verdad
Educar para el amor
57. 3 mandamientos para Dios
Se puede resumir en uno
Tener relación con Dios
Ejemplo de un matrimonio
58. ¿Qué pecados hay
que confesar?
1. Principalmente los mortales Jesucristo
2. ¿Qué contaríamos a un médico?
3. Nos da fuerza para no pecar
59.
60. La confesión es lo
primero que
dejamos
Comienza
dándonos pereza
Dejamos
ocasionalmente la
Misa
Vamos rezando
menos
Dudas de fe
61. La Eucaristía, y la confesión,
No podemos recibir a Cristo enemistados
con Él
No debemos comulgar en pecado mortal
63. 2. Examen de conciencia
Es preciso recordar los pecados
mortales cometidos desde la última
confesión bien hecha,
considerando:
los mandamientos de la ley de
Dios,
los de la Iglesia
y las obligaciones del propio
estado.
Si se descubren pecados mortales,
hay que saber la clase de pecado,
las circunstancias que cambian su
especie y el número de veces o al
menos una media aproximada.
Conviene ver también los pecados
veniales.
SHEITS, Matthias
Normalmente el examen debe ser David y Natán
breve, lo que no quiere decir 1672
"superficial". Es más fácil Hamburger Kunsthalle, Hamburg, Alemania
confesarse bien cuando uno se
examina habitualmente.
64. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
232. ¿Qué debo hacer en una confesión?
Pertenecen a toda confesión el examen de
conciencia, la contrición o arrepentimiento,
el propósito de enmienda, la confesión y la
penitencia. [1450-1460,1490-1492,1494]
El examen de conciencia debe ser a fondo, pero
nunca puede ser exhaustivo. Sin verdadero
arrepentimiento, basado en una confesión de los
labios, nadie puede ser absuelto de sus pecados.
Igualmente es imprescindible el propósito de no
cometer ese pecado nunca más en el futuro. El
pecador debe necesariamente declarar el pecado
ante el confesor, es decir, hacer una confesión del
mismo. Finalmente pertenece a una confesión la
reparación o penitencia que impone el confesor al
64
pecador para reparar el daño cometido.
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
65. 3. Dolor de los pecados
El dolor puede ser de atrición (por el
castigo o por la fealdad del pecado)
o de contrición (por haber ofendido a
Dios, siendo quien es).
El dolor de contrición o dolor
perfecto, fruto de una ardiente
caridad hacia Dios ofendido, cuando
existe la imposibilidad de confesarse,
reconcilia al hombre con Dios antes
de que de hecho se reciba el
sacramento de la Penitencia. Pero
este dolor no hace superflua la
confesión oral de los pecados, sino
que presupone su deseo y a ella se
ordena por naturaleza.
El dolor de atrición o dolor imperfecto
de suyo no perdona el pecado, pero
es suficiente para recibir el
sacramento de la Penitencia.
EL GRECO (1541-1614)
La penitente Magdalena
Colección privada
66. ACTOS DEL PENITENTE, 2
ARREPENTIMIENTO, 1
= Dolor del ánimo y detestación del pecado cometido,
junto con el propósito de no pecar más.
Contrición (perfecta): nace de la caridad. Perdona
los pecados veniales, y también los mortales si unida
al deseo eficaz de confesarse.
Atrición (contrición imperfecta): nace de la consideración de la
fealdad del pecado o del miedo al castigo. Suficiente para perdonar
los pecados mortales sólo si unida a la confesión y absolución.
67. PENITENCIA, 12
ACTOS DEL PENITENTE, 3
ARREPENTIMIENTO, 2
El arrepentimiento (tanto de contrición como de
atrición) ha de:
- ser interno,
- estar basado en motivos sobrenaturales,
- extenderse a todos los pecados mortales aún no
perdonados,
- ser “máximo” (juzgar el pecado como el peor
mal y estar dispuesto a sufrir lo que haga falta
antes de volver a cometerlo).
68. 4. Propósito de la enmienda
Consiste en la determinación
de no volver a pecar, como se
lo indicó Jesús a la mujer
pecadora: "Anda, y no peques
más" (Juan 8,11).
Aunque no sea posible tener
certeza de que no se ofenderá
más a Dios, hay que estar
dispuesto a poner los medios
para no volver a hacerlo. Esto
lleva a quitar las ocasiones
próximas y voluntarias de
pecado: malas amistades,
lecturas, conversaciones, etc.; BOTTICELLI, Sandro
a poner los medios La lamentación de Cristo
c.1490
sobrenaturales y humanos Alte Pinakothek, Munich
para fortalecer la voluntad y no
volver a pecar.
69. PENITENCIA, 13
ACTOS DEL PENITENTE, 4
ARREPENTIMIENTO, 3
Para la validez, se requiere el propósito, al menos implícito, de
no pecar más.
El propósito de no pecar ha de ser:
- firme: no significa que ya no se cometerá nunca más ningún
pecado. Basta que en el momento de la confesión se tenga una
decidida voluntad de luchar para no cometerlo.
- eficaz: estar dispuesto a poner los medios necesarios para no
pecar, evitar las ocasiones, querer reparar el daño posible a otros.
- universal: querer evitar todo pecado mortal. Si se confiesan sólo
pecados mortales ya absueltos o veniales aún no perdonados, se
extiende a los confesados (todo mortal o un venial o tipos de
veniales).
70. 5. Confesión o acusación de los pecados
Para hacer una buena confesión es
necesario decir todos los pecados al
confesor. Hay que confesar todos los
pecados mortales según su número y
circunstancias importantes.
Por ejemplo, las que cambian la
especie del pecado, que hacen que
en un solo acto se cometan dos o
más pecados específicamente
distintos, como sería el robo con
violencia.
Se cometería un sacrilegio y la
confesión sería inválida, si se callara
un pecado mortal a sabiendas; si se
olvida algún pecado y uno se da
TISSOT, James Jacques Joseph
El retorno del hijo pródigo
cuenta después, queda perdonado
1862 ese pecado pero hay obligación de
Colección privada decirlo en la próxima confesión;
mientras tanto se puede comulgar.
Aunque no es necesario, es muy
conveniente confesar también los
pecados veniales.
71. ACTOS DEL PENITENTE, 5
CONFESION, 1
= acusación de pecados propios cometidos
después del bautismo, hecha al confesor para
que los perdone.
Necesaria por precepto divino: sacra-
mento instituido por Cristo a manera
de juicio, y no se puede juzgar lo que
se desconoce.
Necesaria por precepto eclesiástico: ya en el concilio IV
de Letrán (1215).
72. ACTOS DEL PENITENTE, 6
CONFESION, 2
La confesión debe ser:
- sencilla (sin explicaciones inútiles) y humilde (para
pedir perdón),
- hecha con intención recta (no para impresionar...),
- hecha para acusarse (no informar),
- veraz (número, especie y circunstancias que mudan
la especie de los pecados),
- hecha con discreción y delicadeza (palabras escandalosas
o revelar los pecados de otros)
- hecha oralmente (no gestos ni por escrito, salvo caso
de necesidad),
- secreta.
73. ACTOS DEL PENITENTE, 7
CONFESION, 3
La confesión ha de ser íntegra = en la medida en que le sea posible,
el penitente ha de confesar todos los pecados mortales cometidos
después del bautismo y aún no confesados.
Integridad material = de hecho todos estos pecados. No es siempre
necesaria.
Integridad formal = todos los pecados mortales que, vistas las cir-
cunstancias, el penitente debe confesar aquí y ahora. Es siempre
necesaria.
74. ACTOS DEL PENITENTE, 8
CONFESION, 4
Excusa de la integridad material de la confesión:
1 Imposibilidad física: Ej.: moribundo sin hablar; persona
muda o que ignora el idioma; falta tiempo en peligro de
muerte; ignorancia u olvido invencibles.
2 Imposibilidad moral: Ej.: escrupulosos; si se pudieran
seguir graves inconvenientes para el penitente, el confesor
o un tercero; si se pusiera en peligro la fama del penitente
ante otras personas por causas extrínsecas a la mera confe-
sión (sospechas, no pudiendo evitar que otros oigan, lla-
mando excesivamente la atención); si pudiera peligrar el
sigilo sacramental.
75. ACTOS DEL PENITENTE, 9
CONFESION, 5
PECADOS DUDOSOS
1 Si el penitente duda si ha hecho o no la acción que es pecado:
no obligación de confesarla. Aconsejable que lo haga, diciendo
que no está seguro (consejos para el futuro).
2 Si seguro que pecado, pero no sabe si grave o no:
confesarlo para salir de la duda.
3 Si duda sobre el consentimiento o la advertencia:
confesarlo si con alguna frecuencia y más bien de conciencia
ancha; sino no necesario confesarlo.
4 Si seguro que pecado mortal, pero duda si ya confesado o no:
confesarlo, a no ser que el motivo de la duda fuera muy débil.
76. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
233.¿Qué pecados hay que confesar?
Los pecados graves, que se recuerden tras un examen
de conciencia minucioso, y que aún no se hayan
confe-sado, sólo pueden ser perdonados, en
circunstancias normales, en la confesión
sacramental individual. [1457]
Es cierto que ante la confesión nos sentimos cohibidos. Pero
superar esto es ya el primer paso para sanar
interiormente. A menudo ayuda pensar en que también el
PAPA debe tener valor para confesar a otro sacerdote y
con ello a Dios sus faltas y debilidades. Sólo en casos de
necesidad existencial (como por ejemplo en la guerra, en un
bombardeo o en otra circunstancia en la que un grupo de
personas se encuentre en peligro de muerte) puede un
sacerdote conceder la absolución a un grupo de personas,
sin que previamente se haya dado una confesión individual
de los pecados (es la llamada absolución general). En
cualquier caso, si se supera esta circunstancia, hay que
confesar individualmente los pecados graves en la primera
ocasión que se tenga. 315-320
76
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
77. 6. Cumplir la penitencia
La penitencia impuesta por el
confesor es para satisfacer la
deuda debida a Dios por el
pecado.
Es muy bueno que, además de
cumplirla en seguida, el penitente
procure libremente hacer por su
cuenta otras obras que le ayuden a
sentir y reparar el pecado.
Si teniendo intención de cumplir la
penitencia, luego no se cumple, la
confesión es válida, aunque este
incumplimiento puede ser grave o
leve según los casos.
VAN ALSLOOT, Denys (1570-1626)
La flagelación de Cristo
Colección privada
78. ACTOS DEL PENITENTE, 10
SATISFACCION
CCE 1459: “El pecado hiere y debilita al pecador mismo, así como
1459
sus relaciones con Dios y con el prójimo. La absolución quita el
pecado, pero no remedia todos los desórdenes que el pecado causó.
Liberado del pecado, el pecador debe todavía recobrar la plena salud
espiritual. Por tanto, debe hacer algo más para reparar sus pecados:
debe ‘satisfacer’ de manera apropiada o ‘expiar’ sus pecados. Esta
satisfacción se llama también ‘penitencia’”.
El confesor tiene que imponer esta penitencia: proporcio-
nada al número y gravedad de los pecados confesados y a
la capacidad del penitente.
Para la validez: el penitente debe aceptar la penitencia y de-
sear cumplirla. Si de hecho no la cumple: válido pero pecado.
79. 7. Normas prácticas sobre el modo de confesarse
Antes de la confesión:
Oración preparatoria.
Examen de conciencia, y provocar el
dolor de todos y cada uno de los
pecados.
Propósito de enmienda.
Durante la confesión:
Saludo habitual: "Ave María
Purísima“.
"Yo confieso". Se acusa de todos los
pecados con brevedad, claridad y
sinceridad. Al terminar se puede
decir: "No recuerdo más".
Se escucha la recomendación del
sacerdote y la penitencia que
impone.
Se hace un acto de contrición.
Después de la confesión:
Cumplir la penitencia indicada cuanto
antes .
Dar gracias a Dios y pedirle ayuda.
80. 8. La celebración del sacramento de la Penitencia
Aunque en casos realmente excepcionales hay otras formas, la
confesión individual e íntegra de los pecados graves seguida de la
absolución es el único camino ordinario para la reconciliación con Dios y
con la Iglesia.
81. 9. Las indulgencias
Con las indulgencias se
perdona la pena temporal que
puede restar de pecados ya
perdonados. Para ganarlas hay
que estar en gracia de Dios y
hacer lo que pide la Iglesia.
Se ganan indulgencias de
muchas maneras: al ofrecer el
trabajo o estudio, al rezar el
Angelus, el Rosario, el Vía
Crucis, la comunión espiritual,
una oración por el Papa, al usar
una medalla o un crucifijo
bendecido, etc.
82. Un propósito para avanzar
Aprender a confesarse bien
conforme a las indicaciones
que se dan en el tema o
preguntando al sacerdote,
padres, profesor o catequista,
las dudas que se tengan.
Preparar una buena confesión
y hacerla cuanto antes.
83.
84.
85.
86.
87. Consejos, dirección, ayuda, objetivar, tener otro
Poreso toda unión sexual debe
punto de vista
respetar y comprender ambos
aspectos, con lo cual esa relación
expresa todo lo que es. Ni relaciones
que carezcan de amor verdadero
(relaciones sólo para procrear da
igual con quien y por qué), ni
relaciones que excluyan
directamente la procreación.
88. CAPÍTULO SEGUNDO: LOS SACRAMENTOS DE
CURACIÓN. EL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Y LA RECONCILIACIÓN
236. ¿Por
qué sólo los sacerdotes pueden perdonar
pecados?
Ningún hombre puede perdonar pecados a no
ser que tenga un mandato de Dios para ello
y la fuerza que él le otorga, para que el
perdón que él concede al penitente se
verifique realmente. Los encargados de ello
son en primer lugar el OBISPO y después
sus colaboradores, los SACERDOTES.
[1461-1466, 1495] . 150, 228, 249-250
88
I (1-165), II (166-278), III (279-468), IV (469-
89.
90.
91.
92. 3 formas de confesarse
Preparación individual y confesión
individual
Preparación comunitaria y confesión
individual; la que hacemos en
Adviento y Cuaresma
En caso de peligro de muerte…
Absolución colectiva
94. PENITENCIA, 23
RITO DE ESTE SACRAMENTO
Actualmente, hay tres ritos:
ritos
1. Rito para la reconciliación de un solo penitente: manera
usual de recibir el sacramento.
2. Rito para la reconciliación de diversos penitentes, con confe-
sión y absolución individual: junto con 1 constituye el único
medio ordinario de reconciliación con Dios y con la Iglesia.
3. Rito para la reconciliación de muchos penitentes, con confe-
sión y absolución general (se impone una penitencia con carac-
ter general).
Está hecho para casos muy excepcionales. Los fieles que han
recibido una absolución general están obligados a confesar
individualmente cuanto antes los pecados que les fueron ab-
sueltos. Además no se cumple el precepto de confesar al menos
una vez al año.
96. Penitentzia
Rekonziliatzioa
SAKRAMENTU
Aitortza HONEK IZEN
Bihotzberritzea AUNITZ DU
Alaitasunaren sacramentua
97. Pekatuak oztopatzen gaitu
• Inori gustatzen zaio gure gauza txarrak
kontatzea Justifikatu nahi dugu
• Beti besteen akatsak begiratzen ditugu,
baina ez gureak
• Azkenean ezer pekatua da, ez dago
pekaturik
98. San Pablok hagitz garbi azalttzen du
gure ahulezia
“Nahidudan ongi ez dut egiten eta
nahi ez dudan gaizkia egiten dut”
Jesus bezpiztutak bere
apostoluei erran zien: Hartzazue
Espiritu Santua Zuek pekatuak
barkatzen dikiezuenei barkatu
egingo dizkie Jainkoak ere”
99. Beti egon da Aitortza.
Gure kristau bizitza oinarria da
100. Lehengo pausua:
Jainkoak maite nau
• Zure pekatuak baino
gehiago Jainkoaren
maitasuna kontsidera
ezazu
• Jainkoa zure Aita da,
bere bizia zuregatik
ematen du
101. Aitortzan badago zerbait
ikustezina: pekatuen
barkamena et zerbait
entzuten duena: gure
pekatuen aitortza
Pekatuak ez esanez gero
ez dago sakramenturik
bataioa urik gabe
102. 5 GAUZA ONGI AITORTZEKO
• KONTZIENTZI
AZTERKETA
• ERRAN
PEKATUA
• PEKATUEN
MINA K
• HOBETZEN • PENITENT
SAIAMENA
ZIA BETE
103.
104.
105.
106. GOMENDIOAK,
Por eso toda unión sexual debe
respetar y comprender ambos
OHARRAK esa relación
aspectos, con lo cual
LAGUNTZA GURE
expresa todo lo que es. Ni relaciones
que carezcan de amor verdadero
BIZITZA procrear da
(relaciones sólo para
igual con quien y por qué), ni
MEDIKU
relaciones que excluyan
directamente la procreación.
ESPIRITUALA
111. Batzuetan apezek egin nahi
ditugu sakramentu
erakargarriagoak
Horretarako, errazagoa egiten dugu,
aitortzarik gabe, baina hori ez da
sakramentua
Hori da,billete falstuak banattu bezala
Ez du balio
112. JESUSEN MAITASUNA ETA
BARKAMENA PERTSONA
BAKOITZARENTZAT DA
BARKAMENA BETI INDIBIDUALA DA
JESUSEK PEKATARI BAKOITZAREN
EGOERA PETSONALA HARTZENDU
KONTUTAN: ZAKEO MARIA
MAGDALENA LAPUR ONA
113.
114. AITORTZA
UZTEA DA
LEHEN PAUSU
Pereza ematen du
Uzten batzuetan
Meza baita ere
Otoitz egiten dugu
gutxi
Fedearen Dudak
Notas del editor
Una de las páginas más conmovedoras del Evangelio es la parábola del hijo pródigo, que retrata la conducta de un hijo ingrato con su padre. Eran dos hermanos y el menor decide abandonar la casa; después de pedir su parte en la herencia, se marchó a un país lejano donde derrochó todo llevando mala vida. Entonces tuvo que ponerse a cuidar cerdos para poder vivir, hasta que un día sintió vergüenza de su situación y decidió volver a casa para pedir perdón a su padre: " Padre, he pecado contra el cielo y contra ti " (Lucas 15, 18). El padre, que lo esperaba, cuando lo vio venir salió a su encuentro, se le echó al cuello y lo besó. Y fue tanta su alegría que mandó a los criados que preparasen un banquete y una gran fiesta para celebrar el retorno del hijo pequeño. Esta parábola nos puede ayudar a entender el sacramento de la Penitencia, que es el sacramento de la misericordia de Dios.
Hemos estudiado los sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía, que otorgan la vida nueva en Cristo. Pero, a pesar de tanta gracia, el hombre es débil, puede pecar, y arrastra las miserias del pecado. Cristo quiso que en la Iglesia hubiese un remedio para esas necesidades, y lo encontramos en los sacramentos de la Penitencia y de la Unción de enfermos, llamados sacramentos de curación porque curan la debilidad y perdonan los pecados.
No hay salvación posible sin el arrepentimiento de los pecados, que es completamente necesario para aquél que ha ofendido a Dios. Así lo dice Jesucristo: " Si no hacéis penitencia, todos igualmente pereceréis" (Lucas 13,3). Antes de venir Jesucristo los hombres no tenían seguridad de haber obtenido el perdón de sus pecados. La seguridad nos la trajo Él, que podía decir: " Tus pecados te son perdonados" (Mateo 9,2).
En la tarde del domingo de Resurrección Jesucristo instituyó el sacramento de la Penitencia, al decir a sus discípulos: " Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos" (Juan 20,22-23). Instituyó este sacramento a manera de juicio, pero juicio de misericordia, para que los Apóstoles y legítimos sucesores pudiesen perdonar los pecados. "¡Mira qué entrañas de misericordia tiene la justicia de Dios! -Porque en los juicios humanos, se castiga al que confiesa su culpa: y, en el divino, se perdona. ¡Bendito sea el santo Sacramento de la Penitencia!" ( Camino , 309). Este sacramento se denomina también sacramento de la conversión, de la reconciliación, o confesión.
Sólo el sacerdote -con potestad de orden y facultad de ejercerla- puede perdonar los pecados, pues Jesucristo dio ese poder sólo a ellos. No se obtiene el perdón, por tanto, diciendo los pecados a un amigo, o directamente a Dios. Además, en el momento de la absolución es Cristo mismo quien absuelve y perdona los pecados por medio del sacerdote, ya que el pecado es ofensa a Dios y sólo Dios puede perdonarlo. El sacerdote debe guardar -bajo obligación gravísima- el sigilo sacramental.
Los efectos de este sacramento son realmente maravillosos: * la reconciliación con Dios, perdonando el pecado para recuperar la gracia santificante; * la reconciliación con la Iglesia; * la remisión de la pena eterna contraída por los pecados mortales y de las penas temporales -al menos en parte- según las disposiciones; * la paz y la serenidad de la conciencia con un profundo consuelo del espíritu; * los auxilios espirituales para el combate cristiano, evitando las recaídas en el pecado.
El sacramento de la Penitencia es completamente necesario para aquéllos que después del bautismo han cometido un pecado mortal. La Iglesia enseña que hay obligación de confesar los pecados mortales al menos una vez al año, en peligro de muerte, y si se ha de comulgar. Pero una cosa es la obligación y otra muy distinta lo que conviene hacer, si se quiere que aumente nuestro amor a Dios. Tampoco hay obligación de besar a la madre, ni de saludar a los amigos, ni de comer todos los días... pero cualquier persona normal lo hace. Si queremos progresar en el amor de Dios, debemos confesarnos a menudo y confesarnos bien.
La Iglesia recomienda vivamente la práctica de la confesión frecuente, no sólo de los pecados mortales -que deben confesarse en seguida- sino también de los pecados veniales. De esta manera se aumenta el propio conocimiento; se crece en humildad; se desarraigan las malas costumbres; se hace frente a la tibieza y pereza espiritual; se purifica y forma la conciencia; nos ayudan en nuestra vida interior, y aumenta la gracia en virtud del sacramento. Para crecer en el amor a Dios es muy conveniente tener en mucha estima la confesión: confesarse a menudo y bien.
En la vida de San Cirilo de Jerusalén se cuenta este episodio: "Una Semana Santa había mucha gente esperando para confesarse, y entre ellos vio al demonio. Le preguntó el Obispo qué hacía allí, y el demonio respondió que hacía un acto de penitencia. -¿Tú, penitencia?, le replicó el Santo. Yo te lo diré, repuso el demonio: ¿No es un acto de penitencia satisfacer y restituir lo que se quitó? Pues yo quité a todos estos la vergüenza para que pecasen, y ahora vengo a restituírsela para que no se confiesen". Miedo, vergüenza, falta de sinceridad..., son peligros a evitar en la confesión. Si somos conscientes de que es Jesucristo mismo quien perdona los pecados por medio del sacerdote, superaremos mejor esas actitudes que a ciertos cristianos les retraen de confesarse.
Para hacer una buena confesión son necesarias cinco cosas: examen de conciencia, dolor de los pecados, propósito de enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia. Hay que confesarse procurando vivir bien estas disposiciones, sin caer en la rutina, ya que cada confesión es un encuentro personal con Jesucristo.
Es preciso recordar -para acusarse después- los pecados mortales cometidos desde la última confesión bien hecha. En este examen hay que considerar detenidamente los mandamientos de la ley de Dios, los de la Iglesia y las obligaciones del propio estado. Si se descubren pecados mortales cometidos desde la última confesión válida, hay que saber la clase de pecado, las circunstancias que cambian su especie y -dentro de lo posible- el número de veces o al menos una media aproximada. Conviene ver también los pecados veniales. Normalmente el examen debe ser breve, lo que no quiere decir "superficial". Si se confiesa uno con frecuencia será más fácil hacerlo, como es más fácil confesarse bien cuando uno se examina habitualmente.
El dolor puede ser de atrición (por el castigo o por la fealdad del pecado) o de contrición (por haber ofendido a Dios, siendo quien es). El dolor de contrición o dolor perfecto, fruto de una ardiente caridad hacia Dios ofendido, cuando existe la imposibilidad de confesarse, reconcilia al hombre con Dios antes de que de hecho se reciba el sacramento de la Penitencia. Sin embargo, este dolor no hace superflua la confesión oral de los pecados, sino que presupone su deseo y a ella se ordena por naturaleza. Sería contradictorio un perfecto dolor de los pecados, unido al rechazo del precepto divino de confesarlos al sacerdote. La efectiva confesión de los pecados es necesaria porque nadie puede estar absolutamente seguro de que su contrición es perfecta. Por eso, para acercarse a comulgar, si se tiene conciencia de pecado mortal, salvo casos muy raros y especiales, hay que confesarse antes. No hacerlo así, y acercarse sólo con un supuesto acto de contrición, sería un desprecio a Cristo, ya que se pondría en ocasión de recibirlo sin las disposiciones necesarias, puesto que nadie puede estar seguro de la suficiencia de su dolor. El dolor de atrición o dolor imperfecto de suyo no perdona el pecado, pero es suficiente para recibir el sacramento de la Penitencia.
Consiste en la determinación de no volver a pecar, como se lo indicó Jesús a la mujer pecadora: "Anda, y no peques más" (Juan 8,11). Aunque no sea posible tener certeza de que no se ofenderá más a Dios, hay que estar dispuesto a poner los medios para no volver a hacerlo. Esto lleva a quitar las ocasiones próximas y voluntarias de pecado: malas amistades, lecturas, conversaciones, etc.; a poner los medios sobrenaturales y humanos para fortalecer la voluntad y no volver a pecar.
Para hacer una buena confesión es necesario decir todos los pecados al confesor; la confesión es a modo de juicio, y ningún juez puede juzgar ni poner la penitencia adecuada si no conoce la causa del reo. Hay que confesar todos los pecados mortales según su número y circunstancias importantes; por ejemplo, las que cambian la especie del pecado, que hacen que en un solo acto se cometan dos o más pecados específicamente distintos, como sería el robo con violencia. Se cometería un sacrilegio y la confesión sería inválida, si se callara un pecado mortal a sabiendas; si se olvida algún pecado y uno se da cuenta después, queda perdonado ese pecado pero hay obligación de decirlo en la próxima confesión; mientras tanto se puede comulgar. Aunque no es necesario, es muy conveniente confesar también los pecados veniales.
La penitencia impuesta por el confesor es para satisfacer la deuda debida a Dios por el pecado. Es muy bueno que, además de cumplirla en seguida, el penitente procure libremente hacer por su cuenta otras obras que le ayuden a sentir y reparar el pecado. Si teniendo intención de cumplir la penitencia, luego no se cumple, la confesión es válida, aunque este incumplimiento puede ser grave o leve según los casos.
a) Antes de la confesión . Es bueno rezar alguna oración preparatoria, por ejemplo: "Ven, Espíritu Santo, ilumíname para que pueda conocer mis pecados. Ayúdame para que tenga verdadero dolor, los confiese con sinceridad y me enmiende seriamente. Amén". Después se hace el examen de conciencia , se provoca el dolor de todos y cada uno de los pecados, y se hace el firme propósito de luchar para no caer en esas faltas ( propósito de enmienda ). Mientras se espera, hay que procurar el recogimiento interior hablando con el Señor o rezando algunas oraciones. b) Durante la confesión . En el momento oportuno el penitente se dirige al confesionario, se arrodilla, y saluda al sacerdote con el saludo habitual: "Ave María Purísima". El sacerdote nos acoge y nos invita a la confianza en Dios, diciendo, por ejemplo: "El Señor esté en tu corazón para que, arrepentido, confieses tus pecados". Después, y si el sacerdote lo cree oportuno, lee o recita de memoria algún texto de la Sagrada Escritura, en el que se manifieste la misericordia de Dios. Seguidamente el penitente se acusa de los pecados; antes puede recitar una fórmula de confesión, por ejemplo: "Yo confieso". Se acusa de todos los pecados con brevedad, claridad y sinceridad. Al terminar se puede decir: "No recuerdo más". Luego se escucha con atención la recomendación del sacerdote y la penitencia que impone. Se hace un acto de contrición diciendo, por ejemplo: "Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de este pecador". Mientras el sacerdote imparte la absolución, nos recogemos con piedad y agradecimiento respondiendo cuando acaba: "Amén". c) Después de la confesión . Los mejor es cumplir la penitencia indicada cuanto antes, sin dejarla para más adelante. Al mismo tiempo se da gracias a Dios por su misericordia, se renuevan los propósitos de enmienda, y se pide ayuda al Señor y a la Virgen para ponerlos en práctica.
Aunque en casos realmente excepcionales hay otras formas, la confesión individual e íntegra de los pecados graves seguida de la absolución es el único camino ordinario para la reconciliación con Dios y con la Iglesia .
Fuera de la confesión, Jesús ha dado a su Iglesia poder para perdonar la pena temporal debida por los pecados, y lo hace por medio de las indulgencias. Así, pues, con las indulgencias se perdona la pena temporal que puede restar de pecados ya perdonados. Para ganarlas hay que estar en gracia de Dios y hacer lo que pide la Iglesia. Se ganan indulgencias de muchas maneras: al ofrecer el trabajo o estudio, al rezar el Angelus , el Rosario, el Vía Crucis , la comunión espiritual, una oración por el Papa, al usar una medalla o un crucifijo bendecido, etc.