Las Escrituras nos permiten descubrir características especiales de hombres y mujeres que, en la autoridad de Jesucristo, libran batallas contra el mundo de las tinieblas…
1. Siete Fundamentos de un guerrero espiritual
Por Fernando Alexis Jiménez
Las Escrituras nos permiten descubrir características especiales de hombres
y mujeres que, en la autoridad de Jesucristo, libran batallas contra el mundo de
las tinieblas…
La conferencia, excelente. Ramiro mismo estaba sorprendido de su
elocuencia. Se bebió un trago de agua y siguió con la exposición, haciendo acopio
de la presentación que se proyectaba en tamaño gigante en la pantalla, visible
para todos, con gráficos coloridos y llamativos.
Habló de Guerra Espiritual, de Intercesión, de Liberación de endemoniados.
Términos contundentes. Una que otra cita bíblica. “Es un hombre muy versado en
el tema”, comentó uno de los participantes. Su compañero asintió con la cabeza,
totalmente identificado con su percepción.
El problema surgió dos días después cuando lo llamaron a media noche. Se
encontraba sumido en un sueño profundo, con escenas paradisíacas de una playa
idílica en un atardecer nostálgico. Miró el número que identificaba el celular.
Definitivamente no lo conocía, así es que contestó de mala gana.
Al otro lado de la línea, un hombre desesperado quería saber qué hacer con
su hija adolescente. “Grita como loca y emite chillidos horrorosos”, decía
atropelladamente. Él se limitó a recomendarle que fuera donde su párroco o
pastor. Terminada la comunicación, se encogió de hombros y dio vuelta en la
cama para proseguir su sueño. Muy en lo íntimo, no sabía a ciencia cierta cómo
responder en un caso así.
A kilómetros de allí, el pastor Rosendo estaba orando, casi al filo de la
madrugada. Clamaba, postrado. La noche anterior había sido bastante intensa.
Cuando iba a mitad de su charla, el demonio se manifestó en una adolescente
aficionada a la música heavy metal.
El predicador se limitó a interrumpir el mensaje y, mirando fijamente a la
joven, ordenó al espíritu que moraba en ella, que la dejara libre.
La chica gritó fuerte, se contorsionó y finalmente quedó en el piso,
exhausta, como muerta. ¡Era libre!
2. No es asunto de conocimiento sino de autoridad
Con frecuencia me abordan y escriben personas con interrogantes
alrededor de los secretos que encierra la liberación de una persona endemoniada.
Mi respuesta es directa: “Primero, no hay tales secretos y, segundo, ministrar
liberación no es asunto de gritarle al demonio ni tampoco de zapatear creyendo
que así saldrá huyendo. Ante todo es cuestión de ejercer la autoridad de Cristo”.
Hace siglos nuestro amado Señor Jesús dijo a sus discípulos: “Los setenta
regresaron con gozo, diciendo: Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu
nombre. Y El les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he
dado autoridad para hollar sobre serpientes y escorpiones, y sobre todo el poder
del enemigo, y nada os hará daño. Sin embargo, no os regocijéis en esto, de que
los espíritus se os sometan, sino regocijaos de que vuestros nombres están
escritos en los cielos” (Lucas 10:17-20, La Biblia de Las Américas)
Lo invito para que lea detenidamente el texto. Los seguidores del Maestro
estaban jubilosos de gozo porque dominaban sobre el mundo de las tinieblas,
pero el Señor Jesús les dijo que no sólo podían hacer eso, sino nada les haría
daño. Es decir, aunque Satanás y sus huestes librara ataques contra ellos –y
contra nosotros hoy—no podría causarles daño ni en lo material ni en lo
espiritual.
En este punto es importante que nos preguntemos: ¿Estamos ejerciendo
nuestra autoridad en Cristo? Ya descubrirá por qué es necesario formularnos este
interrogante…
Satanás sabe quién es quien
Ante el ambiente sensacionalista que gravita en torno a los guerreros
espirituales, hombres y mujeres que batallan en el poder de Jesucristo y ministran
liberación espiritual y física, abundan quienes posan de ser “miembros del Ejército
de Cristo”. Incluso, hay quienes buscando reconocimiento y admiración, se
atreven a “alborotar avisperos”, como solemos decir en Latinoamérica, retando el
mundo de maldad.
3. Esa actitud un tanto irresponsable no es nueva. La Biblia relata que
“Algunos judíos que andaban expulsando espíritus malignos intentaron invocar
sobre los endemoniados el nombre del Señor Jesús. Decían: «¡En el nombre de
Jesús, a quien Pablo predica, les ordeno que salgan!»14 Esto lo hacían siete hijos
de un tal Esceva, que era uno de los jefes de los sacerdotes judíos. Un día el
espíritu maligno les replicó: «Conozco a Jesús, y sé quién es Pablo, pero ustedes
¿quiénes son?» Y abalanzándose sobre ellos, el hombre que tenía el espíritu
maligno los dominó a todos. Los maltrató con tanta violencia que huyeron de la
casa desnudos y heridos” (Hechos 19:13-16, Nueva Versión Internacional)
Es un pasaje que siempre llama poderosamente mi atención ya que pone al
descubierto que Satanás sabe quién es quién. Él más que ninguno sabe si usted
ejerce autoridad en Cristo o si por el contrario, fanfarronea con un poder
espiritual que no posee.
Buscando en las Escrituras encontramos por lo menos siete fundamentos
que deben identificar a un Guerrero Espiritual, los cuales comparto con usted:
1. Sometimiento a Dios: Solamente cuando nos rendimos a Dios,
sometiéndonos en la totalidad de nuestro ser, consagrados a Él, nos afianzamos
en autoridad espiritual. El apóstol Santiago lo explicó de manera contundente al
escribir: “Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de
ustedes”(Santiago 4:7, Nueva Versión Internacional)
¿Cómo podemos representar y obrar en nombre de Aquél a quien no
estamos consagrados? Imagine por un instante a un guarda de tránsito que, en su
motocicleta y justo en una intersección vial peligrosa, se pasa un semáforo en
rojo. ¿Tendría autoridad? Por supuesto que no.
El evangelista internacional, Carlos Annacondia escribe: “Ninguno de
nosotros puede desarrollar un ministerio eficaz si no rendimos toda nuestra vida a
Él. Dios no solo busca capacidad o sabiduría, sino consagración y entrega a Él.
Lograr esto no es fácil, requiere luchas y demanda de nosotros una total entrega y
muchas otras cosas que nos cuesta ceder… Si no hay una entrega total en nuestra
vida, Él no nos puede usar.”(Annacondia, Carlos. “Oíme bien, Satanás”. Editorial,
EE.UU. 1997. Pg. 44, 45)
2. Resistir al diablo, sin temor: A Satanás hay que resistirle. Bien lo anotaba
el apóstol Santiago, como acabamos de leer. Hay que echarlo fuera, sin temor. Él
4. huye, porque sabe muy bien cuando se encuentra frente a un hombre o una
mujer de Dios.
3. Consagración a la obra: Resulta lamentable que al iniciar en el ministerio
de Guerra Espiritual, muchos hombres y mujeres manifiestan entusiasmo; no es
para menos, despiertan a una dimensión sobrenatural en la que antes no se
habían desenvuelto. Todo resulta novedoso, atrayente y deslumbrador. Sin
embargo, pasado un tiempo, dejan de orar y su desenvolvimiento ministerial se
torna mecánico.
El apóstol Pablo en su primera carta a su discípulo Timoteo le instruyó: “Tú,
pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo. Ninguno que milita se
enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por
soldado. Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha
legítimamente” (2 Timoteo 2:3-5, Reina Valera 1960)
Puede que haya muy buenos programas en la televisión o que quizá
tengamos una invitación a un evento de integración ministerial o familiar; pero
usted y yo, en nuestra condición de Guerreros Espirituales, tenemos claro nuestro
compromiso con Dios y obligatoriedad de consagrarnos a Él. Por eso es en Su
presencia donde debemos permanecer. Comparto con usted la respuesta de
Cindy Jacobs cuando le preguntaron cuánto tiempo oraba. Su respuesta me
admiró y debe ser sin duda, la respuesta que debemos dar: “Oro cuanto más
tiempo pueda”. (Cf. 1 Tesalonicenses 5.17).
4. Una vida de oración: Lo comparto en todos los escenarios a los que me
invitan a dar conferencias: No concibo un Guerrero Espiritual que no pase tiempo
en oración. El autor lo expresa en sencillas palabras: “Se necesitan hombres de
corazón íntegro para guardar los mandamientos de Dios y lo mismo para buscar a
Dios. Estos son los que se consideran “bienaventurados”. Sobre éstos descansa la
aprobación de Dios”. (Bounds, E.M. Los fundamentos de la oración. Editorial Clie.
España. 198. Pg. 14).
Nuestro amado Salvador Jesucristo instruyó a sus discípulos y a nosotros
hoy: “Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo....” (Marcos
13.33). Esa fue una de sus múltiples recomendaciones a pasar tiempo en la
presencia del Padre celestial. El apóstol Pablo, por su parte, exhortó: “Orad sin
cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Pregúntese ahora, ¿Cuánto tiempo pasa en
5. oración? ¿Cuánto fue la última vez que fue al lugar secreto a estar en la presencia
del Padre celestial? Insisto: no concibo un Guerrero Espiritual que no ore…
5. Conocer al enemigo: Usted y yo no podemos hacer frente, eficazmente,
hasta tanto no conozcamos los sutiles pero certeros mecanismos que utilizan
Satanás y sus huestes. En criterio del apóstol Pablo, una vida consagrada a Dios
debe ir de la mano con mantenernos alerta “…para que Satanás no gane ventaja
alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones” (2 Corintios 2:11).
Al Adversario espiritual no podemos ni debemos mirarlo de lejos, porque él
se mantiene actualizado, procurando cómo hacernos daño. Hay que conocerlo
para enfrentarlo.
6. Ejercer autoridad en fe: Nuestro amado Salvador delegó en nosotros la
Gran Comisión, y para ejercerla, nos dio autoridad. Él dijo a sus discípulos y a
nosotros hoy: “Les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas
a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo, pero el que no crea será
condenado. Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán
demonios; hablarán en nuevas lenguas; tomarán en sus manos serpientes; y
cuando beban algo venenoso, no les hará daño alguno; pondrán las manos sobre
los enfermos, y éstos recobrarán la salud»” (Marcos 16:15-18. Nueva Versión
Internacional). Ese poder de Dios, lo ponemos en evidencia por fe. Cuando nos
paramos frente a un endemoniado o tenemos evidencia de un ataque directo de
Satanás, le ponemos de manifiesto nuestra autoridad. Es fe. Tener la certeza de
que Dios la proveyó para usted y para mi, para hacer más eficaz nuestro
desenvolvimiento como Guerreros Espirituales.
7. Pasar tiempo en la Palabra: Así como reviste singular importancia que
pasemos tiempo en oración, es esencial que estudiemos las Escrituras.
Escudriñarla, edificarnos, alimentarnos con ella.
Dios enseñó sobre el particular a Josué, a las puertas de entrar a la tierra
prometida: “Recita siempre el libro de la ley y medita en él de día y de noche;
cumple con cuidado todo lo que en él está escrito. Así prosperarás y tendrás
éxito. Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te
desanimes! Porque el SEÑOR tu Dios te acompañará dondequiera que vayas”
(Josué 1:8-9). Cuando aprendemos el Plan de Dios para nuestra vida, y lo
interiorizamos, podemos actuar con mayor contundencia. Satanás y sus
estratagemas quedan al descubierto y aprendemos qué hacer en cada caso.
6. Es hora de prepararnos para la batalla
La guerra que se libra contra el mundo de las tinieblas no solo es enconada
sino que, además, demanda que estemos preparados para dar la batalla. Estos
siente fundamentos, algunos de los muchos que sin duda aprenderemos en
nuestro ministerio -caminando de la mano del Señor Jesús-, son esenciales para
obtener la victoria en cada batalla. Mi sincero deseo es que se fortalezca cada día
en Dios y desarrolle una íntima dependencia de Él en oración. Recuérdelo
siempre: la victoria está asegurada por el poder y la autoridad que nos dio
Jesucristo.
Oración: un principio de victoria sobre el mundo físico y
espiritual
“Estoy rodeada por tres brujas”, relató Irma en un correo que me llegó a
primera hora de la mañana, cuando recién encendía el computador y el teléfono
no comenzaba a repicar insistentemente, ocupándome en las labores cotidianas.
A pocos metros de su apartamento, en un piso inferior y en otro superior,
tres mujeres -de distinta familia y que incluso no mantenían una relación
amistosa-, practicaban abiertamente el ocultismo. Como consecuencia, Irma
sentía una pesadez enorme y, por momentos, fuertes dolores de cabeza la
molestaban; incluso, en un área de su habitación sentía un frío tremendo, como
nieve pertinaz en una noche de invierno. -Estoy desesperada- me dijo cuando
hablamos por teléfono. -¿Qué puedo hacer? Decirles váyanse, resulta imposible.
¿Qué hacer entonces?-
-Lo que hace un guerrero espiritual, orar- respondí para encontrarme con
un prolongado silencio. Era evidente que la mujer no daba crédito a mis palabras.
-Pensé que igual, hacer riegos o tal vez, colocarles un crucifijo o por qué no,
echar agua bendita…-, musitó, después de un buen rato. -Nada de eso, Irma. Sería
incursionar en el terreno del ocultismo en el que están moviéndose estas
personas. Oración. Ese es el punto clave-, le expliqué. La batalla no fue fácil. Las
señoras la insultaban, sin razón aparente aun cuando usted y yo sabemos que
estar metidos con Dios, prendidos de su mano, nos convierte en enemigos del
7. mundo de las tinieblas; no debemos sorprendernos si viene la oposición. Tal vez
usted enfrente una situación similar. Mi recomendación en todos los casos: dar la
batalla en oración.
Respecto a Irma le diré que la batalla duró alrededor de dos meses, pero
después de ese tiempo y de manera “inexplicable” -aunque usted y yo sabemos
que el poder de Dios hace posible lo imposible- dos de ellas se mudaron de barrio
y una, la más radical en sus prácticas ocultistas, terminó recibiendo a Jesucristo
como Señor y Salvador.
Otro caso cercano fue el de un negocio de aparente legalidad en un sector
residencial al oriente de Santiago de Cali, que amparaba prácticas de prostitución,
incluso con mujeres muy jóvenes. Algunos decían incluso, que menores de edad.
Antes que pelear con los propietarios del establecimiento, un grupo de
cristianos se dio a la tarea de orar. Poco tiempo después, sellaron ese lugar. ¡El
poder de Dios hizo posible lo imposible!
La oración, un arma importante
¿Sabía usted que una vez tenemos plena conciencia de qué ocurrió con
nuestra vida al recibir a Jesucristo como Señor y Salvador, es necesario adoptar
tres Principios de Victoria? Se preguntará, ¿de qué se trata todo este asunto? Es
sencillo. Para asegurar crecimiento en nuestra vida cristiana, hay tres elementos
fundamentales que debemos aprender. ¿Quieres saber cuáles son? Los
describimos a continuación:
1.- El principio de la oración.
2.- El principio del estudio de la Palabra de Dios: la Biblia.
3.- El principio de congregarse con otros creyentes en Jesucristo.
Estos tres elementos son esenciales. Cuando alguien se convierte a Cristo,
Satanás tratará de impedir que se mantenga en fidelidad al Hijo de Dios; y si se
trata de un creyente, nuestro adversario Satanás procurará poner tropiezos en
todo momento, propiciando el que -si no estamos firmes en Dios- retrocedamos a
la mundanalidad.
8. Principio de la Oración
¿Cuál es el significado de orar? ¿Qué significa para usted? ¿Cómo hacerlo?
Es probable que tenga ideas preconcebidas, las mismas que le forjaron desde la
iglesia tradicional a la que asistíamos, en la cual orar era no era otra cosa que una
concatenación de frases, muchas veces sin mayor trascendencia para nosotros,
conocidas como oraciones, novenas y letanías.
El primer paso entonces es determinar qué es oración. He aquí una
descripción sencilla: “La oración es un diálogo con nuestro amado Dios bajo la
certeza de que Él nos escucha”.
No concibo a un guerrero espiritual que no pase tiempo en oración delante
de la presencia de Dios. “¿Qué debo leer o cómo ser eficaz en las batallas
espirituales?”, me preguntó desde Montevideo la directora de un ministerio de
una iglesia cristiana. “Oración”, fue mi respuesta y lo será siempre. Batallamos
contra Satanás y sus huestes, pero en oración.
Quien está en el ministerio de liberación y anhela poder en su guerra contra
el mundo de las tinieblas, debe pasar tiempo -el que más pueda- en oración e
intercesión.
El Señor Jesucristo pasaba tiempo en oración
¿Desea aprender del Señor Jesús? Sin duda que sí. Una de sus motivaciones
era la oración. ¿Lo sabía? Es lo que aprendemos en las Escrituras: “En aquellos
días se fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de día,
llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos, a los cuales llamó también
apóstoles...” (Lucas 6:12- 13).
El texto nos enseña tres aspectos importantes:
1.- La oración formaba parte fundamental de las acciones diarias del Señor
Jesús.
2.- Pasaba largas horas delante de Dios el Padre en oración.
9. 3.- No tomaba ninguna determinación -como aquella de escoger a sus
discípulos- sin antes orar.
El Evangelio también registra el hecho de que el Señor Jesús comenzaba su
jornada diaria con oración.
También apreciamos en la Biblia que terminaba sus actividades cotidianas
yendo a la presencia del Padre: "En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la
barca e ir delante de Él a la otra ribera, entre tanto que Él despedía a la multitud.
Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche,
estaba allí solo” (Mateo 14:22- 23).
¿Ha comprendido la enorme importancia de la oración? Ahora es probable
que tenga un interrogante.
¿Por qué cosas debemos pedir?
Una pregunta de suma importancia. Si bien es cierto, en la Escritura
encontramos que Dios conoce cuáles son sus necesidades y las mías, no estamos
exentos de ser específicos en nuestras oraciones. Pueden ser por crecimiento
espiritual, salud, provisión financiera, paz para nuestro ser, la conversión de un
familiar y que el Señor te revele cuál es Su plan para tu vida, entre otras.
Aquí hay tres elementos que debes conocer. Se trata de los tipos de
oración:
1.- Oración general: Cuando tú hablas con Dios y le refieres todo lo que
concierne a tu vida, tus necesidades y la petición que tienes de ayuda. También
puede estar orientada a expresar gratitud a Aquél que todo lo puede.
2.- Oración de intercesión: Cuando nuestras oraciones son a favor de otras
personas: por su conversión a Cristo Jesús, por sanidad física, por provisión
financiera etc.
3.- Oración de guerra espiritual: Se trata de un elemento trascendental.
Cuando hacemos Guerra Espiritual a través de la oración, resistimos a Satanás,
atamos su poder y recobramos el territorio que nos ganó por causa del pecado
del hombre. No es otra cosa que extender el Reino de Dios con poder. También,
10. mediante ese tipo de oración, procuramos que Dios nos fortalezca cuando vienen
tentaciones y asedios de parte de nuestro enemigo espiritual: Satanás.
4.- Oración de clamor: Cuando nos humillamos delante del Señor para
elevarle una petición específica. Oramos intensamente hasta tanto vemos una
respuesta. En algunas ocasiones nuestras oraciones van acompañadas con ayuno.
¿Qué cosas estorban nuestras oraciones?
¿Has escuchado frases como: “A pesar de mis oraciones parece que Dios no
me escucha”? Sin duda que sí. En tales casos pueden estarse manifestando
impedimentos a la oración. Te preguntarás, ¿por qué ocurre? Hay varios aspectos
que describimos a continuación.
1.- La falta de santidad.
2.- No perdonar a quienes nos provocan mal. La Biblia dice: “Por tanto, si
traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti,
deja allí tu ofrenda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y
presenta tu ofrenda”(Mateo 5:23- 24).
3.- Una mala relación matrimonial tal como advierte el apóstol: “Vosotros,
maridos, igualmente, vivid con ellas (la esposa) sabiamente, dando honra a la
mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de vida, para que
vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7).
4.- La vana repetición de palabras. Para que nuestras oraciones sean
eficaces, no es necesario abundar en palabras floridas, tratando de impresionar a
Dios: “Y orando, no uséis de vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan
que por su palabrería, serán oídos. No os hagáis, pues, semejante a ellos; porque
vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros se lo
pidáis” (Mateo 6:7- 8).
Revise una y otra vez estos aspectos, que no puede ni debe siquiera pasar
por alto.
Tal vez te preguntarás, ¿cuántas veces sea necesario orar? Tal como lo
aprendemos en las Escrituras: “También les refirió una parábola sobre la
11. necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1). ¿Te das cuenta? No
desmayar implica perseverar, que es una palabra clave cuando clamamos.
El apóstol Pablo recomienda: “Perseverad en la oración, velando en ella con
acción de gracias” (Colosenses 4:2). Y más adelante exhorta: “Orad sin cesar” (1
Tesalonicenses 5:17). ¿Lo observa? No existe basamento Escritural para asegurar
que con orar una vez, basta. Es necesario perseverar, persistir, no desmayar hasta
tanto veas la respuesta de Dios.
Sin duda usted es de las muchas personas que me escriben a diario
pidiéndome orientación sobre cómo lograr eficacia en la Guerra Espiritual. La
respuesta está en la oración. Clamar con insistencia. Batallar de rodillas, sabiendo
que con clamor e intercesión, estamos despojando a Satanás de su botín y
regresando a Dios, todo aquello que le pertenece. Amén.