Brasil y España, desafíos
y oportunidades
M
ichel Temer y Mariano Rajoy apenas lle-
van unos meses de mandato, pero en ese
periodo han consolidado en sus respecti-
vospaísesciertaestabilidadpolíticaysen-
tado las bases para una recuperación económica más
sólida y sostenible en el tiempo. Es fácil subrayar sus
vidas paralelas. Los dos han tenido en común un es-
cenario político tan incierto como a veces hostil, del
que han salido airosos contra pronóstico. Claro que, a
máslargoplazo,ambosselavuelvenajugarconlare-
generación institucional y la recuperación de la con-
fianza en sus respectivos países. Deben asumir la vo-
luntad ciudadana común por impulsar valores como
transparenciaocompromiso,perotambiénhitoscomo
desarrollo, crecimiento o consenso.
Las similitudes y concomitancias entre Espa-
ña y Brasil van mucho más allá de sus presiden-
tes de la República y del Gobierno. El Fondo Mo-
netario Internacional acaba de recomendar ma-
yor disciplina fiscal a los brasileños y, en su última
revisión anual, a los españoles volvió a apremiar-
nos a reducir de forma sostenida déficit público
y deuda. En los dos casos, los expertos del FMI
subrayan que nuestros niveles actuales de déficit
nos hacen muy vulnerables frente a perturbacio-
nes exteriores. Ahora bien, también se trata de
dos economías mundiales influyentes, con mar-
gen de recuperación y capacidad expansiva para
los países del entorno.
En esa intersección de desafíos y oportunidades,
la visita de Mariano Rajoy a Brasil puede ser un au-
téntico catalizador para las reformas y la recupera-
ción económica de ambos países. El programa apun-
ta en esa dirección: reunión de delegaciones empre-
sariales de ambos países en Brasilia, seminario sobre
oportunidades bilaterales de negocio en Sao Pau-
lo... De fondo, existe la convicción compartida de
que una mayor coordinación y colaboración mutua
multiplicaría sustancialmente las opciones de cada
país en un tablero económico multinacional cada
vez más volátil y complejo.
La trascendencia de estrechar lazos entre Euro-
pa y América Latina ya se puso de manifiesto en la
reciente visita de Mauricio Macri a España. Hubo
entonces avances significativos, en los que ahora
se podría y convendría profundizar. Es el caso, por
ejemplo, del acuerdo comercial entre Mercosur y la
Unión Europea. Con Macri ya se había evidenciado
la importancia de activar una zona atlántica común
entre ambos continentes, capaz de compensar un
hipotético desplazamiento geopolítico hacia el Pa-
cífico y Asia. Parece clara la condición de piedra an-
gular de España en ese proyecto. Desde luego, si du-
rante la presente visita de Estado consiguiésemos
atraer e involucrar a Brasil hacia un acuerdo mul-
tilateral, estaríamos ante todo un acontecimiento
diplomático.
Por lo demás, las oportunidades de colabora-
ción son tan nutridas como deseables. Los funda-
mentos macroeconómicos de Brasil siguen sien-
do excelentes, tanto por recursos en materias pri-
mas como por crecimiento demográfico y
diversificación económica. Además, hay en mar-
cha un nuevo y ambicioso programa de inversio-
nes en infraestructuras; el denominado Plan Cre-
cer, que también va a dinamizar la construcción,
la energía, el medioambiente y el tratamiento de
agua y residuos. A la vez, se mantienen ciertas ba-
rreras administrativas, que hacen aconsejable em-
prender alianzas empresariales en el país. Pueden
plantearse ocasionalmente riesgos regulatorios,
si bien, al igual que sucede en Argentina bajo el
mandato de Macri, la vocación de una mayor trans-
parencia y seguridad jurídica se está abriendo paso,
cada vez con reconocimientos internacionales más
amplios y sustanciales.
Con todos estos preliminares, en un contexto y
momento político y económico tan propicio, los dos
países llegamos preparados a la visita de Estado.
Confiemos en que, dentro de un tiempo no dema-
siado largo, los ciudadanos de ambos países poda-
mos celebrar los beneficios de una relación reno-
vada y fructífera.
«La visita de Mariano Rajoy a Brasil puede ser un
auténtico catalizador para las reformas y la
recuperación económica de ambos países»
JOSÉ ANTONIO LLORENTE SOCIO FUNDADOR Y PRESIDENTE DE LLORENTE & CUENCA
El déficit de nunca acabar
D
esde que empezó la crisis no hemos cum-
plido nunca el objetivo de déficit público.
Ni siquiera en 2016, aunque así se haya
pregonado, porque nos tuvieron que revi-
sar la meta original al alza en dos ocasiones.
España es actualmente el país con mayor déficit
de la UE y lo seguirá siendo en 2017 aun en el supues-
to de cumplir el objetivo del 3,1%. Las previsiones de
la Comisión Europea nos dan también el triste ré-
cord de seguir en esa posición en 2018.
España es también el único país de la Eurozona
que a estas alturas sigue con déficit primario, es
decir que, incluso descontando los intereses que
pagamos por la deuda, seguiríamos teniendo défi-
cit. Así, en 2016, dichos intereses han supuesto el
2,8% del PIB y el déficit primario otro 1,5%. En 2017,
previsiblemente, todavía no habremos acabado de
eliminarlo.
Todo ello a pesar de que la evolución del compo-
nente cíclico del déficit es muy positiva porque el
PIB está creciendo de manera más intensa que en
otros países, superior al 3% en 2015/16, nivel que tam-
bién rondaremos en 2017. Es decir, lo que tenemos
realmente es un endémico déficit estructural, que
la AIReF estima que, incluso en 2019, podría estar
aún en el 2,5% si no se actúa decididamente.
Cara a 2018 el cumplimiento del objetivo del 3,1%
de déficit debería ser inexcusable. Pero da la impre-
sión de que, en los Presupuestos, se ha utilizado la
línea de ingresos como partida de cuadre. Porque se
consigna un incremento del 7,9% sobre 2016 mien-
tras el PIB nominal sólo crecerá en torno al 5%; y
cuando ni siquiera en el primer bimestre, con la in-
flación en máximos, se ha llegado a esa tasa. En los
últimos años la previsión de ingresos ha sido siste-
máticamente sobrevalorada por el Ministerio y este
año podría ocurrir lo mismo. Así que no está nada
claro que vayamos a cumplir el objetivo.
Y, sin embargo, tenemos una deuda pública que
a finales de 2016 se sitúa nada menos que en el 99,4%
del PIB. En 2007 era del 35,6% y constituía un pun-
to fuerte frente a otros países de la Eurozona. Pero
hoy es más alta que en Alemania, Francia o UK. Y,
aunque en Italia es superior, ese país tiene sobre Es-
paña la ventaja de contar con más ahorro privado
que financia una parte mayor de la deuda.
Desde hace mucho tiempo, sólo ha habido un bre-
ve periodo en el que España ha presentado superá-
vit público, de 2005 a 2007. Nunca más. Pero se de-
bió a los años finales del boom, con ingresos fisca-
les extraordinarios y algunos gastos en mínimos. En
términos estructurales seguíamos con desequilibrio.
Nunca en la historia un gobierno del PP ha obte-
nido superávit público y más vale que el actual se lo
fije como objetivo. Para ello, debería aprovechar la
vuelta de una cierta inflación y consiguiente mejo-
ra de los ingresos públicos. Aunque sin confiar ex-
clusivamente en el ciclo sino acompañándolo de
otras medidas estructurales, tanto en el apartado de
gastos como en el de ingresos. Para eliminar así, pri-
mero, el déficit primario (donde somos el patito feo
de la Eurozona) y luego el total. La vuelta al equili-
brio presupuestario permitiría, además, dejar de pe-
nalizar la inversión pública, que se ha reducido al
mínimo y lastra el crecimiento.
No es admisible que sigamos con déficit estruc-
tural y acumulando deuda año tras año. Porque,
cuando se acabe el actual nivel extraordinaria-
mente bajo de tipos de interés, nos pesará mucho
financiar la montaña de deuda que estamos cons-
truyendo.
«Cuando se acabe el actual nivel extraordinariamente bajo de
tipos de interés, nos pesará mucho financiar la montaña de
deuda que estamos construyendo»
CARMELO TAJADURA ECONOMISTA
OpiniónEMPRESA
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Brasil y España, desafíos y oportunidades

  • 1.
    Brasil y España,desafíos y oportunidades M ichel Temer y Mariano Rajoy apenas lle- van unos meses de mandato, pero en ese periodo han consolidado en sus respecti- vospaísesciertaestabilidadpolíticaysen- tado las bases para una recuperación económica más sólida y sostenible en el tiempo. Es fácil subrayar sus vidas paralelas. Los dos han tenido en común un es- cenario político tan incierto como a veces hostil, del que han salido airosos contra pronóstico. Claro que, a máslargoplazo,ambosselavuelvenajugarconlare- generación institucional y la recuperación de la con- fianza en sus respectivos países. Deben asumir la vo- luntad ciudadana común por impulsar valores como transparenciaocompromiso,perotambiénhitoscomo desarrollo, crecimiento o consenso. Las similitudes y concomitancias entre Espa- ña y Brasil van mucho más allá de sus presiden- tes de la República y del Gobierno. El Fondo Mo- netario Internacional acaba de recomendar ma- yor disciplina fiscal a los brasileños y, en su última revisión anual, a los españoles volvió a apremiar- nos a reducir de forma sostenida déficit público y deuda. En los dos casos, los expertos del FMI subrayan que nuestros niveles actuales de déficit nos hacen muy vulnerables frente a perturbacio- nes exteriores. Ahora bien, también se trata de dos economías mundiales influyentes, con mar- gen de recuperación y capacidad expansiva para los países del entorno. En esa intersección de desafíos y oportunidades, la visita de Mariano Rajoy a Brasil puede ser un au- téntico catalizador para las reformas y la recupera- ción económica de ambos países. El programa apun- ta en esa dirección: reunión de delegaciones empre- sariales de ambos países en Brasilia, seminario sobre oportunidades bilaterales de negocio en Sao Pau- lo... De fondo, existe la convicción compartida de que una mayor coordinación y colaboración mutua multiplicaría sustancialmente las opciones de cada país en un tablero económico multinacional cada vez más volátil y complejo. La trascendencia de estrechar lazos entre Euro- pa y América Latina ya se puso de manifiesto en la reciente visita de Mauricio Macri a España. Hubo entonces avances significativos, en los que ahora se podría y convendría profundizar. Es el caso, por ejemplo, del acuerdo comercial entre Mercosur y la Unión Europea. Con Macri ya se había evidenciado la importancia de activar una zona atlántica común entre ambos continentes, capaz de compensar un hipotético desplazamiento geopolítico hacia el Pa- cífico y Asia. Parece clara la condición de piedra an- gular de España en ese proyecto. Desde luego, si du- rante la presente visita de Estado consiguiésemos atraer e involucrar a Brasil hacia un acuerdo mul- tilateral, estaríamos ante todo un acontecimiento diplomático. Por lo demás, las oportunidades de colabora- ción son tan nutridas como deseables. Los funda- mentos macroeconómicos de Brasil siguen sien- do excelentes, tanto por recursos en materias pri- mas como por crecimiento demográfico y diversificación económica. Además, hay en mar- cha un nuevo y ambicioso programa de inversio- nes en infraestructuras; el denominado Plan Cre- cer, que también va a dinamizar la construcción, la energía, el medioambiente y el tratamiento de agua y residuos. A la vez, se mantienen ciertas ba- rreras administrativas, que hacen aconsejable em- prender alianzas empresariales en el país. Pueden plantearse ocasionalmente riesgos regulatorios, si bien, al igual que sucede en Argentina bajo el mandato de Macri, la vocación de una mayor trans- parencia y seguridad jurídica se está abriendo paso, cada vez con reconocimientos internacionales más amplios y sustanciales. Con todos estos preliminares, en un contexto y momento político y económico tan propicio, los dos países llegamos preparados a la visita de Estado. Confiemos en que, dentro de un tiempo no dema- siado largo, los ciudadanos de ambos países poda- mos celebrar los beneficios de una relación reno- vada y fructífera. «La visita de Mariano Rajoy a Brasil puede ser un auténtico catalizador para las reformas y la recuperación económica de ambos países» JOSÉ ANTONIO LLORENTE SOCIO FUNDADOR Y PRESIDENTE DE LLORENTE & CUENCA El déficit de nunca acabar D esde que empezó la crisis no hemos cum- plido nunca el objetivo de déficit público. Ni siquiera en 2016, aunque así se haya pregonado, porque nos tuvieron que revi- sar la meta original al alza en dos ocasiones. España es actualmente el país con mayor déficit de la UE y lo seguirá siendo en 2017 aun en el supues- to de cumplir el objetivo del 3,1%. Las previsiones de la Comisión Europea nos dan también el triste ré- cord de seguir en esa posición en 2018. España es también el único país de la Eurozona que a estas alturas sigue con déficit primario, es decir que, incluso descontando los intereses que pagamos por la deuda, seguiríamos teniendo défi- cit. Así, en 2016, dichos intereses han supuesto el 2,8% del PIB y el déficit primario otro 1,5%. En 2017, previsiblemente, todavía no habremos acabado de eliminarlo. Todo ello a pesar de que la evolución del compo- nente cíclico del déficit es muy positiva porque el PIB está creciendo de manera más intensa que en otros países, superior al 3% en 2015/16, nivel que tam- bién rondaremos en 2017. Es decir, lo que tenemos realmente es un endémico déficit estructural, que la AIReF estima que, incluso en 2019, podría estar aún en el 2,5% si no se actúa decididamente. Cara a 2018 el cumplimiento del objetivo del 3,1% de déficit debería ser inexcusable. Pero da la impre- sión de que, en los Presupuestos, se ha utilizado la línea de ingresos como partida de cuadre. Porque se consigna un incremento del 7,9% sobre 2016 mien- tras el PIB nominal sólo crecerá en torno al 5%; y cuando ni siquiera en el primer bimestre, con la in- flación en máximos, se ha llegado a esa tasa. En los últimos años la previsión de ingresos ha sido siste- máticamente sobrevalorada por el Ministerio y este año podría ocurrir lo mismo. Así que no está nada claro que vayamos a cumplir el objetivo. Y, sin embargo, tenemos una deuda pública que a finales de 2016 se sitúa nada menos que en el 99,4% del PIB. En 2007 era del 35,6% y constituía un pun- to fuerte frente a otros países de la Eurozona. Pero hoy es más alta que en Alemania, Francia o UK. Y, aunque en Italia es superior, ese país tiene sobre Es- paña la ventaja de contar con más ahorro privado que financia una parte mayor de la deuda. Desde hace mucho tiempo, sólo ha habido un bre- ve periodo en el que España ha presentado superá- vit público, de 2005 a 2007. Nunca más. Pero se de- bió a los años finales del boom, con ingresos fisca- les extraordinarios y algunos gastos en mínimos. En términos estructurales seguíamos con desequilibrio. Nunca en la historia un gobierno del PP ha obte- nido superávit público y más vale que el actual se lo fije como objetivo. Para ello, debería aprovechar la vuelta de una cierta inflación y consiguiente mejo- ra de los ingresos públicos. Aunque sin confiar ex- clusivamente en el ciclo sino acompañándolo de otras medidas estructurales, tanto en el apartado de gastos como en el de ingresos. Para eliminar así, pri- mero, el déficit primario (donde somos el patito feo de la Eurozona) y luego el total. La vuelta al equili- brio presupuestario permitiría, además, dejar de pe- nalizar la inversión pública, que se ha reducido al mínimo y lastra el crecimiento. No es admisible que sigamos con déficit estruc- tural y acumulando deuda año tras año. Porque, cuando se acabe el actual nivel extraordinaria- mente bajo de tipos de interés, nos pesará mucho financiar la montaña de deuda que estamos cons- truyendo. «Cuando se acabe el actual nivel extraordinariamente bajo de tipos de interés, nos pesará mucho financiar la montaña de deuda que estamos construyendo» CARMELO TAJADURA ECONOMISTA OpiniónEMPRESA 10