2. El mensaje de las
tres lecturas de la
misa de este día es:
3. Principalmente el
evangelio nos
muestra cómo Dios
es misericordia,
bondad y perdón y
nos enseña, a través
de un capítulo largo
de san Lucas (15, 132), cuánta es la
alegría que hay en el
cielo, en Dios y en
los que están con Él,
cuando hay un
pecador que se
convierte.
4. Comienza exponiendo la circunstancia y razón por la
que Jesús nos hablará de este hermoso y consolador
tema:
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los
publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos
y los escribas murmuraban entre ellos: "Ése acoge a
los pecadores y come con ellos."
5. Junto a Jesús se encuentran dos clases de personas
deseosas de escuchar las palabras de Jesús. Pero
muestran una actitud muy diferente ante los mensajes de
Jesús. Por una parte están los “publicanos y pecadores”.
Esta expresión de pecadores no es de Jesús, sino del
pensar del pueblo. Para Jesús son personas disponibles
y que llevan buena intención al escucharle.
6. Estas personas, que se veían despreciadas por los que
creían que entendían de religión, escuchan ahora a Jesús
que les habla del Reino de Dios, que es para ellos. Y les
habla de perdón, de amor y misericordia. Las palabras de
Jesús debían caer como bálsamo bienhechor sobre ellos.
7. Por otra parte están los
“fariseos y escribas”.
Los fariseos eran los
que pertenecían al
grupo de “santones” y
cumplidores externos
de la ley. Los escribas,
varios eran también
fariseos, tenían como
oficio transcribir la ley
y, se entendía, que
deberían enseñarla al
pueblo. Aunque, claro,
lo hacían a su manera:
“al pie de la letra”.
8. Jesús les va a enseñar a ellos, y nos lo enseña a
nosotros, cómo es la misericordia de Dios. Y lo hace a
través de tres parábolas, ejemplos que pueden suceder
en la vida. La primera está sacada de la vida del campo,
poniendo como protagonista un pastor que tiene cien
ovejas:
18. Cuando la encuentra, se la
carga sobre los hombros,
muy contento; y, al llegar a
casa, reúne a los amigos y a
los vecinos para decirles:
"¡Felicitadme!, he encontrado
la oveja que se me había
perdido."
Os digo que así también
habrá más alegría en el cielo
por un solo pecador que se
convierta que por noventa y
nueve justos que no
necesitan convertirse.
19. Esta misma alegría se manifiesta en la siguiente parábola:
Y si una mujer tiene diez
monedas y se le pierde una,
¿no enciende una lámpara y
barre la casa y busca con
cuidado, hasta que la
encuentra? Y, cuando la
encuentra, reúne a las amigas
y a las vecinas para decirles:
“¡Felicitadme!, he encontrado
la moneda que se me había
perdido.”
Os digo que la misma alegría
habrá entre los ángeles de
Dios por un solo pecador que
se convierta."
20. Hay algo interesante en la alegría manifestada
en estas parábolas:
La alegría no se
la guardan para
sí el pastor o la
mujer que ha
encontrado la
moneda, sino
que quieren
hacer partícipes
de la alegría a
amigos y
compañeras.
21. Pero la conclusión es
grandiosa: Esa
alegría será grande
entre los ángeles del
cielo cuando hay un
pecador que se
convierte. Y si está
entre los ángeles, es
porque primeramente
está en Dios.
22. La tercera parábola que
cuenta Jesús para
demostrar la
misericordia de Dios es
la perla de las
parábolas: la del hijo
pródigo o del padre
misericordioso. Es una
maravillosa parábola, de
la que hablamos
largamente en la
cuaresma, acentuando
el perdón. Hoy nos
fijamos un poco más en
la alegría de ese perdón.
23. El padre se alegra porque el
hijo, que estaba perdido, ha
vuelto y ha llegado a sus
brazos. La alegría de ese
padre es el reflejo del
corazón de Dios. Nosotros
quizá hemos sido como
aquel hijo. Vayamos a Él. Y
otra enseñanza es que
debemos ser
misericordiosos como
aquel padre, alegrándonos
al dar misericordia.
24. La alegría de
aquel padre, al
ver al hijo que
ha vuelto
arrepentido, no
es algo que se
queda en el
aire, sino que
se concretiza en
hechos que
puedan seguir
produciendo
alegría.
25. Aquel
recibimiento
dignifica
al hijo.
No sólo el padre le recibe en sus brazos, sino que le abre
las puertas de casa de par en par, le devuelve al hijo
miserable toda su grandeza, todos sus derechos
significados por el vestido, el anillo y las sandalias.
26. Y
organiza una
fiesta.
Así se muestra Dios con el pecador que decide
volver a la casa paterna. No sólo volvemos a
poder tratar a Dios como Padre, sino que nos da
a sentir la alegría que hay en el cielo.
27. Y aquel padre busca
que se impliquen en
la alegría otras
personas cercanas.
En primer lugar el
hermano mayor. A
éste le molesta que
su padre haya
recibido con los
brazos abiertos a su
hermano, el
derrochador de los
bienes. y, según
como se mire, parece
que tiene razón:
28. Él siempre ha trabajado al
servicio de la casa, ha ayudado
en todo, de modo que buena
parte del fruto de la hacienda se
debe a su trabajo. Es verdad lo
que le dice su padre, que todo es
suyo; pero en realidad quien
decide es su padre y nunca le ha
dado ni un cabrito para una fiesta
particular. Parece que tiene
razón.
29. Pero aquí no estamos en razones, sino en otra razón más
importante que es el amor, la misericordia y el perdón.
Jesús nos quiere hacer ver que por muy importantes que
sean otras razones materiales y cívicas, hay algo más
importante que es el corazón. Nos está diciendo cómo es
el corazón de Dios y cómo debería ser también el
nuestro.
30. Por eso el padre invita
al hermano mayor a
tener esa alegría:
“deberías alegrarte,
porque este hermano
tuyo estaba muerto y
ha revivido; estaba
perdido, y lo hemos
encontrado.” Esta es la
alegría cristiana:
Alegrarnos porque hay
muchos en el mundo
que, quizá de una
manera muy callada, se
convierten y
encuentran la alegría
de la paz en el alma.
31. Jesús nos está diciendo que Dios no pasa facturas, Dios
no hace preguntas, Dios perdona siempre. Y, como decía
un autor, a Dios en cierto modo se le “puede tomar el
pelo”. Porque en la parábola aquel padre no tiene todas
las garantías de que su hijo no vaya a marcharse otra
vez.
32. Aquel padre no tiene
las garantías. Lo que
sí sabe es que lo único
que puede salvar al
hijo es el amor, la
misericordia y el
perdón, la acogida sin
condiciones; pero si
no le acoge y no le
ofrece un amor
incondicional,
entonces es seguro
que el hijo se perderá
irremisiblemente.
33. Esta es una lección que Jesús quiere dar a padres y
esposos sobre todo. Porque cuando uno recibe una
maldad, se quiere buscar la revancha. Si se devuelve con
bien y perdón, quizá no se consiga nada. O puede que sí.
Todo lo que
sea
imitando la
bondad de
Dios tiene
que dar un
fruto,
aunque
ahora no lo
veamos.
34. Cuando Jesús predicaba sobre la misericordia de Dios,
en cierto sentido era una novedad; pero el Antiguo
Testamento nos da pinceladas de esta gran misericordia
de Dios. Hoy en la primera lectura se nos muestra un
pasaje en que tuvo que interceder Moisés para que se
mostrase esa misericordia de Dios.
Éxodo
32, 7-11.
13-14
35. En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: "Anda, baja del
monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de
Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había
señalado. Se han hecho un novillo de metal, se postran ante
él, le ofrecen sacrificios y proclaman: "Éste es tu Dios, Israel,
el que te sacó de Egipto.“ Y el Señor añadió a Moisés: “Veo
que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, déjame:
mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti
haré un gran pueblo.!” Entonces Moisés suplicó al Señor, su
Dios: "¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu
pueblo, que tú sacaste de Egipto con gran poder y mano
robusta? Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a
quienes juraste por ti mismo, diciendo: "Multiplicaré vuestra
descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de
que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la
posea por siempre." Y el Señor se arrepintió de la amenaza
que había pronunciado contra su pueblo.
36. Aquellos israelitas estaban un poco desesperados,
porque Moisés, que estaba hablando con Dios, no bajaba
del monte. Y se acordaron cómo los egipcios adoraban a
alguna divinidad en forma de becerro. Así hicieron un
becerro de metal para que fuese como su dios, porque
tenían poco conocimiento del Dios verdadero.
37. Dios habla a Moisés con
palabras fuertes. “Con ira”
significa con palabras
fuertes, haciendo el autor
a Dios tener reacciones
humanas. Entonces
Moisés, el hombre suave,
el hombre que había
aprendido de Dios muchas
veces la misericordia, hace
de intercesor y le expone
las promesas que Dios ha
hecho a Abraham y los
patriarcas.
38. Y el Señor se
arrepintió de la
amenaza. Esto es lo
más importante: el
Señor usó de su
misericordia, de su
bondad y de su
perdón. Un ejemplo
de bondad para
todas las
generaciones.
39. Dos últimas lecciones:
1- Que debemos evitar el
extremo de la desesperación
pensando que nuestras
miserias son más grandes
que la misericordia de Dios.
Hay algunos que se alejan
del verdadero cristianismo,
porque no saben compaginar
el arrepentimiento con la
paz. Debemos evitar el
pesimismo. Aprendamos a
confiar en Dios reconociendo
lo que hemos sido, como hoy
nos dice san Pablo en la 2ª
lectura:
40. Doy gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor, que
me hizo capaz, se fió de mí y me confió este
ministerio. Eso que yo antes era un blasfemo, un
perseguidor y un insolente. Pero Dios tuvo
compasión de mí, porque yo no era creyente y no
sabía lo que hacía. El Señor derrochó su gracia
en mí, dándome la fe y el amor en Cristo Jesús.
Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os
digo: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar
a los pecadores, y yo soy el primero. Y por eso se
compadeció de mí: para que en mí, el primero,
mostrara Cristo Jesús toda su paciencia, y
pudiera ser modelo de todos los que crearán en
él y tendrán vida eterna.
41. 2- Seamos todos un poco
intercedores. Algo así como
Moisés. Especialmente los
padres con sus hijos y los
esposos entre sí. Si
intentamos imitar la bondad
y la misericordia de Dios,
aunque seamos pecadores,
llegaremos a sentir: