El documento discute el Acuerdo Comercial Transatlántico (TTIP) propuesto entre los Estados Unidos y la Unión Europea. Explica que el objetivo del TTIP es crear un área de libre comercio eliminando barreras comerciales entre las dos regiones. Sin embargo, el acuerdo también ha generado controversia, con grupos que se oponen al TTIP y piden suspender las negociaciones debido a preocupaciones sobre temas como los estándares ambientales y de protección del consumidor. El documento argumenta que aunque la integración económica puede
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ACUERDO COMERCIAL TRANSATLÁNTICO:HECHOS Y MITOS.
Manfred Nolte
La curiosidad acerca de las causas del crecimiento y desarrollo de los pueblos es
tan antigua como la propia profesión económica y fue la razón por la que en
1776 Adam Smith escribió ‘La riqueza de las naciones’. La indagación acerca de
las bondades de la integración económica surge más tarde, en los años 30 del
siglo pasado con los trabajos de Fritz Machlup y Eli Hecksher, entre otros y
modelizada con posterioridad por autores como Jacob Viener o Bela Balassa. La
doctrina, en el sentido actual, establece que el ensanchamiento de las áreas de
intercambio y la reducción o eliminación de barreras entre naciones, si bien
debe acompañarse de determinadas cautelas, es una fuente segura de progreso y
bienestar económico y social. Se basa en que la reducción conjunta de precios
para distribuidores y consumidores incrementa la productividad de los Estados
asociados.
Al hilo de un principio como el expuesto solo cabe juzgar como razonable y
oportuno que Estados Unidos y La Unión Europea, que computan un total de
5,5 billones de dólares anuales en sus ventas comerciales recíprocas,
concertaran en su momento el estudio de las ventajas potenciales de una mayor
liberalización de flujos económicos de toda índole, un proyecto que gira bajo el
nombre de ‘Asociación transatlántica para el comercio y la inversión’, en
adelante ‘TTIP’, que es la sigla de su denominación en inglés. El objetivo del
proyecto TTIP es la creación de un área de libre comercio transatlántico, con la
abolición de las trabas comerciales aduaneras y no aduaneras entre los Estados
Unidos y la Unión Europea, sin aspirar, en una fase inicial, a un arancel exterior
común.
El origen del TTIP se sitúa en febrero de 2013, como continuación a las
actividades desarrolladas por el ‘Grupo de trabajo de alto nivel’ formado por
Bruselas y Washington en 2011. Como compete a cualquier área de libre
comercio, el informe plantea la eliminación de barreras arancelarias y no
arancelarias, aspirando a definir un campo regulatorio común. El TTIP se
encuentra en pleno proceso negociador. La octava ronda negociadora tuvo lugar
en Bruselas en febrero pasado. Recordemos que las principales áreas de libre
comercio actualmente en funcionamiento son, además de la Unión Europea,
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ASEAN, Comunidad Andina, Mercosur, y una larga lista de acuerdos de menor
alcance.
Pero a la lógica acumulada de los acontecimientos pasados se contrapone la
lógica fáctica de una vasta representación de la sociedad civil y de los
movimientos antisistema y anti(alter)globalización. No hay ONG de desarrollo o
partido político que aspire a colocarse la etiqueta entre reformista y radical que
no enarbole la bandera del ‘no’ al Área de libre comercio transatlántico. Sin
ánimo propagandístico, el próximo 18 de abril se celebra el día de ‘acción global’
contra el TTIP que será secundado en varias ciudades españolas. Dicha jornada
constituye un eslabón más de una movilización organizada en ambas orillas del
atlántico por grupos que exigen la suspensión de las negociaciones y el
abandono del proyecto de Tratado, con el antecedente de las manifestaciones
masivas del 11 de octubre de 2014 y las recogidas millonarias de firmas para su
entrega al Presidente de la Comisión Europea.
La pregunta clave es si tales movimientos están fundamentados en razones
sólidas de índole económica o social una vez analizadas sus componentes de
bondad y de eficiencia, o responden más bien a políticas de estatus o de
partidismo radical, que tendrían su justificación en los postulados filosóficos
subyacentes a los que se deben. En otras palabras, si el TTIP es perverso en sí
mismo o si queda incluido automáticamente en el ámbito de los temas
denunciables en función de los valores básicos programáticos que se hallan en la
misión de los grupos denunciantes.
La respuesta es compleja.
Las webs ‘ad hoc’ –fácilmente asequibles por internet- de las administraciones
de Estados Unidos y la Unión Europea exhiben una prolija y detallada
información del curso de las negociaciones que contrasta con la primera y más
vehemente de las objeciones lanzadas por los objetores del proyecto y que no es
otra que su encriptación y secretismo. Dichos sitios oficiales y un vasto número
de organizaciones profesionales, representaciones empresariales, ‘Think tanks’
y por supuesto de expertos o académicos que vuelcan su opinión en los distintos
medios de comunicación califican las principales diatribas lanzadas contra el
TTPI por sus adversarios de simples ‘mitos’ y contraponen a dichos mitos las
correspondientes posturas oficiales desmontando o al menos poniendo en duda
de esta manera el valor del argumentario opuesto al acuerdo. Las principales
críticas lanzadas contra el TTIP se refieren, por citar solo algunas, al
debilitamiento de los esquemas protectores del empleo, la rebaja de los
estándares de calidad en los productos alimentarios, la eliminación de todo
tipos de reglamentaciones, el poder otorgado a las multinacionales sobre los
gobiernos, el agresivo arbitraje extrajudicial, la privatización de los servicios
públicos, o la destrucción medioambiental.
La negociación progresa entre dificultades y solo los borradores finales
debidamente analizados arrojarán la necesaria luz sobre el presente conflicto de
opiniones.
Entretanto cabe recordar el error que puede resultar de confundir ‘un’ modelo
con ‘el’ modelo. La teoría de la integración y por elevación el mantra de la
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globalización presumen de que los países se beneficiarán a medio plazo de sus
recetas, privatizando, liberalizando o eliminando barreras. Estas que, en
principio, constituyen iniciativas deseables, pueden sin embargo esconder
importantes detalles que se vuelvan contra las bondades del modelo. Días atrás,
el Parlamento europeo ha alertado de que el TTIP debe negociarse
cuidadosamente para preservar muchos y significativos ‘detalles’. Es lo correcto.
Fuente: UE.
http://ec.europa.eu/trade/policy/in-focus/ttip/